Las comunidades aborígenes en Quivicán (Cuba)

Dibujo en La Cueva Las Avispa. Grupo Espeleológico Pedro Borrás.Cortesía de Jesús Álvarez González

La existencia de gran cantidad de cuevas localizadas cerca del los ríos Quivicán y San Felipe en la provincia Mayabeque ,y la relación de estos con los territorios de Bejucal y Batabanó, pudo haber constituido, en épocas remotas, un área geográfica de fácil traslado y comunicación  de los grupos  aborígenes ubicados en los mismos, sobre todo teniendo en cuenta que,  hacia el oeste de Batabanó los ríos  citados, que como se ha dicho se unen en la finca de Santa Rosalía para continuar llamándose “Río Quivicán”, es el único  Río de la zona.

Veamos lo que nos dice Ramiro Guerra en su libro “Mudos testigos”:
(...)”Cristóbal Colón, en su segundo viaje al nuevo mundo, cuando partió de la Isabela en la Española, y recorrió la costa meridional de Cuba hasta el actual puerto de Cortés, navegó con sus carabelas a lo largo de la costa de Guanabo – se infiere que también de Jaiguán y Cajío – según consta tuvo indicios o más que indicios, prueba pudiera decirse, de que la tierra hacia el interior más allá de la zona pantanosa y boscosa del litoral estaba habitada”(...)(1)

Las cuevas del municipio han sido objeto de investigación por el grupo Espeleológico “Insunsa” y algunos especialista de la Academia de Ciencias, detectándose evidencias de la presencia aborigen en las cuevas “Las Palmas”, ubicada al norte de la carretera, en el tramo comprendido entre Camacho y Chafarinas, y la cueva “Insunsa” situada en la finca de igual nombre a unos 3 Kms al Suroeste del pueblo de La Salud.(2)

A principios de la década de los años noventa del siglo XX; la maestra María Userralde, que laboraba entonces en la Escuela   Primaria “Rogelio Niz Serra” encontró en una laguna ubicada cerca de la población de Quivicán en la finca de La Estrella (su nombre original es el de finca Pedroso), mencionada por Ramiro Guerra en su libro “Por la vereda del pasado”, un objeto, que según refiere, evidencia la presencia aborigen en los alrededores de la zona boscosa de este territorio. Según información de Jesús Álvarez, miembro Del grupo Espeleológico “Insunza” se trata de un percutor (el material usado para su construcción es la piedra) que según su información se usaba para escachar concha - para extraerle el molusco -, la yuca, el maíz, etc.

Evidencias de la presencia aborigen en el territorio. Se encuentran depositadas en el  Museo  Municipal de Quivicán. Cueva Insunsa.

Un colectivo de autores estudiantes, apoyados en los hallazgos del mencionado grupo Espeleológico han realizado una importante investigación sobre la presencia de aborígenes en Quivicán y en ella enumeran los objetos hallados en las cuevas anteriormente mencionadas “Las Palmas e Insunza”. Todos depositados en el Museo Municipal de Quivicán.

La citada investigación también refiere el hallazgo de resto óseos humanos en la cueva “Insunza”, “que se determino pertenecían a una niña, por lo que concluyen que este sitio además de tener evidencias de haber sido habitado, también sirvió de cueva funeraria.”(3)

Con las evidencias expuesta y otras, que por razón de espacio y tiempo no entramos a detallar, el colectivo de autores citado, fundamenta la hipótesis sobre “la presencia de núcleos aborígenes en zonas Del territorio municipal; perteneciente a la cultura Siboney (por las características de su forma de vida), y específicamente dentro Del aspecto guayabo blanco” (...) (4)

Con respecto a esta civilización queremos plantear, que en sentido general, las diversas fuentes consultadas, algunas de las cuales citamos, coinciden en señalar que este grupo de aborígenes llegaron a nuestras costas 3000 ó 4000 años antes de nuestra Era (5) y se extinguió o migró hacia la parte más Occidental de la Isla antes del arribo de los conquistadores españoles a territorio cubano.(6)

Teniendo en cuenta lo hasta aquí expuesto, concluimos que los aborígenes avistados por Colon, de acuerdo con lo expresado por Ramiro Guerra en su libro “Mudos testigos” pertenecen al grupo de indios subtaínos o tainos: -“estaban localizados en todo el territorio de la Isla”. Practicaban la caza y la pesca; vivían en aldeas generalmente a orillas del río y en las costas. Posiblemente hacían utensilios de barro muy rústicos; quizás comenzaban a practicar la agricultura.”(7)

En carta de relación de fecha, 1ro de Abril de 1514, Diego Velásquez mencionaba la existencia de un cacicazgo al sur del territorio Habanero, cuyo cacique era Guayacayex de quien dijo que era el jefe de la Indiada de lo que alguien llamó, en algún momento “La Provincia india de la Habana”(8). Se aclara que esta carta está perdida.

Autores: Lic. Ashley Geronimo Viera y Lic. Nivaldo Pérez Martínez
 
Notas
1. Guerra Sánchez, Ramiro. “Mudos testigos” editorial de Ciencia Sociales. La Habana. 1974 P. 32
2. Colectivos de autores. Museo municipal Quivicán” asentamiento aborigen en Quivicán.” 1988 (Inéditos) P. 9
3. Obra citada: Martha García Miranda. Fecha 25/5/88. P. 19 (Manuscrito. Inédito)                                         
4. Obra Citada: P. 21
5. Obra Citada: P. 6
6. Colectivos de autores. Museo Mcpal de Quivicán.1988 P 14 (Manuscrito) (Inédito)
7. Le Riverend, Julio. Breve Historia de Cuba. Selección de texto. Parte I. Siglo XVI y XVII. Curso de Introducción de Historia de Cuba. Universidad para todos. P .3 (Tabloide) 
8. Información facilitada por el Historiador del municipio de Batabanó

Hace unos 35.000 años el centro de la península ibérica tenía un paisaje de tundra-estepa

Canino de hiena manchada. / Nohemí Sala

Nohemi Sala (izquierda), experta en tafonomía del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) ha liderado un estudio que indica que hace unos 35.000 años el centro de la península ibérica tenía un paisaje de tundra-estepa.

Los resultados de las investigaciones, llevadas a cabo en el yacimiento segoviano de la cueva del Portalón del Tejadilla, confirman un clima frío y de extrema aridez en una latitud nunca antes documentada en la península. El artículo se ha publicado en la revista Quaternary Science Reviews.
Según los autores, la evidencia arqueológica actual apunta a un hiato de poblaciones paleolíticas en el centro peninsular que coincide con el apogeo del periodo climático denominado estadio isotópico marino 3 (MIS 3), entre hace 42.000 y 28.000 años. Esta escasez en el registro arqueológico hace compleja la tarea de reconstruir las condiciones climáticas y ecológicas de la península ibérica y, por tanto, comprender en qué medida el clima influyó en la dinámica de las poblaciones humanas.

El análisis de los restos de fauna del Portalón del Tejadilla ha hecho posible inferir unas condiciones climáticas correspondientes a un periodo de extrema aridez y frío en un entorno abierto, compatible con los ecosistemas de estepa-tundra euroasiática.

Cueva Portalón del Tejadilla / Nohemí Sala

Hienas manchadas

Las excavaciones en Portalón del Tejadilla comenzaron en 2012, con financiación de la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, y desde entonces se han recuperado restos fósiles de caballos y asnos salvajes, hienas, bisontes, rinocerontes lanudos y ciervo giganteademás de osos de las cavernas y leones.

Las hienas manchadas ocuparon esta cueva entre hace 39.000 y 34.000 años y fueron acumulando los restos óseos de los animales que consumieron. Estos hallazgos amplían el rango paleobiogeográfico de especies como rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis) y ciervo gigante (Megaloceros giganteus).

Este yacimiento permite ampliar el registro paleontológico del área del valle del Tejadilla donde se encuentran las vecinas cuevas del Búho y de la Zarzamora que en su conjunto permiten detectar proceso de enfriamiento y aridización sustancial durante la mitad del MIS 3 en el centro de la península ibérica que podría haber influido en las poblaciones humanas de la región.
“Las condiciones ambientales que existieron durante el período comprendido entre 45.000 y 30.000 años son de vital importancia para abordar la transición entre el Paleolítico Medio y Superior, es decir, entre los neandertales y los primeros representantes de nuestra propia especie en Europa”, afirma Nohemi Sala.

En este trabajo, han participado investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (CENIEH), Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, Museo Arqueológico Regional (MAR) y Universidad de Cantabria (UC).

Fuentes: agenciasinc.es | cenieh.es | 12 de diciembre de 2019

El habla pudo haber empezado millones de años antes de lo que se creía hasta ahora

Durante 50 años la "teoría de la laringe descendente" ha afirmado que, antes de que pueda surgir el habla, la laringe debe estar en una posición baja para producir vocales diferenciadas. Los monos, que tienen una anatomía del tracto vocal que se asemeja a la de los humanos en los articuladores esenciales (lengua, mandíbula, labios), pero con una laringe más alta, no pudieron producir vocalizaciones diferenciadas.


Anatomía comparativa del tracto vocal de un babuino (izquierda) y el hombre moderno (derecha). Los mismos articuladores con sus músculos, huesos y cartílagos se encuentran en el babuino, pero en los hombres la laringe ha descendido, aumentando el tamaño relativo de la faringe con respecto a la boca. Sin embargo, el análisis acústico de las vocalizaciones de los monos muestra que, a pesar de esta diferencia anatómica, son capaces de producir "proto-vocales" diferenciadas que se pueden comparar con las vocales de los idiomas hablados en el mundo. © Laboratorio de Psicología Cognitiva (CNRS / Universidad Aix-Marsella) y laboratorio GIPSA (CNRS / Universidad Grenoble Alpes)

Sin embargo, investigadores del CNRS y la Universidad Grenoble Alpes, en colaboración con equipos franceses, canadienses y estadounidenses, muestran en un artículo de investigación en Science Advances que los monos producen proto-vocales bien diferenciadas. La producción de vocalizaciones diferenciadas no es, por lo tanto, una cuestión de variantes anatómicas, sino de control de los articuladores. Este trabajo nos lleva a pensar que el discurso hablado podría haber surgido antes de hace 200.000 años, una cronología que los lingüistas han venido estimando como posible inicio del habla.

Dado que el discurso puede considerarse como la piedra angular de la especie humana, no es sorprendente que dos pares de investigadores, en las décadas de 1930 y 1950, hayan tratado de probar la posibilidad de enseñar a un chimpancé, criado en en un hogar, a hablar al mismo tiempo y bajo las mismas condiciones que un niño pequeño. Todos sus experimentos terminaron en fracaso.

Para explicar este resultado, en 1969, en una larga serie de artículos, un investigador estadounidense, Philip Lieberman (izquieda), propuso la teoría de la laringe descendente (TDL, por sus siglas en inglés). Al comparar el tracto vocal humano con los monos, este investigador demostró que estos tienen una faringe pequeña, relacionada con la posición alta de su laringe, mientras que en los humanos la laringe es más baja. Según sus estudios, este bloqueo anatómico impide la producción de vocales diferenciadas, las cuales están presentes en todos los idiomas del mundo y son necesarias para el lenguaje hablado. A pesar de algunas críticas y muchas observaciones acústicas que contradicen la TDL, la misma llegaría a ser aceptada por la mayoría de los primatólogos.


Pero, recientemente, artículos de investigación sobre las capacidades articulatorias de los monos han demostrado que pueden haber utilizado un sistema de proto-vocales. Considerando las cavidades acústicas formadas por la lengua, la mandíbula y los labios (idénticos en primates y humanos), estas mostraban que la producción de vocalizaciones diferenciadas no es una cuestión de anatomía, sino que se relaciona con el control de los articuladores. Los datos utilizados para establecer la TDL provenían, de hecho, de cadáveres, por lo que no podían revelar el control de la naturaleza del habla.

Este análisis, dirigido por Louis Jean Boë (derecha), del Instituto de Ingeniería en la Universidad de Grenoble, en colaboración con el Laboratoire de Psychologie Cognitive (CNRS / Aix-Marseille Université), (Francia), la Universidad de Alabama (EE. UU.), El Laboratoire d'Anatomie de l'Université de Montpellier, el Laboratoire de Phonétique de l'Université du Québec (Canadá), CRBLM en Montreal (Canadá) y el Laboratoire Histoire Naturelle de l'Homme Préhistorique (CNRS / Muséum National d'Histoire Naturelle / UPVD), abre nuevas perspectivas: si la aparición del habla articulada ya no depende del descenso de la laringe, que tuvo lugar hace unos 200.000 años, los científicos ahora pueden estimar la aparición del habla mucho antes, desde hace al menos 20 millones de años, una época en que vivió nuestro ancestro común con los monos, quien presumiblemente ya tenía la capacidad de producir vocalizaciones contrastadas.

“Sin la limitación de tiempo que impone la teoría del descenso laringal podemos considerar ahora una variedad de otras hipótesis acerca del surgimiento del lenguaje”, señalan los autores del trabajo de investigación.

Fuentes: sciencedaily.com | latercera.com | cnrs.fr | 12 de diciembre de 2019

¿El misterio de la Isla de Pascua revelado?

Etapas iniciales de la excavación de dos moáis realizada por Jo Anne Van Tilburg y su equipo en la cantera de Rano Raraku, Rapa Nui. Crédito: Proyecto de la Estatua de la Isla de Pascua

Rapa Nui (o Isla de Pascua, como se le conoce comúnmente) es el hogar de los enigmáticos moáis, monolitos de piedra que han vigilado el paisaje de la isla durante cientos de años. Su existencia es una maravilla del ingenio humano, y su significado es una fuente de cierto misterio.

Los antiguos pobladores de Rapa Nui tallaron, a instancias de la clase dominante, casi 1.000 moáis, dado que ellos, y la comunidad en general, creían que tales estatuas eran capaces de producir fertilidad agrícola y, por lo tanto, suministrar los alimentos principales, según un nuevo estudio de la arqueóloga Jo Anne Van Tilburg (izquierda), directora del 'Proyecto Estatuas de la Isla de Pascua', publicado recientemente en Journal of Archaeological Science.

Van Tilburg y su equipo, junto con la especialista en geoarqueología, Sarah C. Sherwood (derecha), creen que haber encontrado evidencias científicas de ese significado hipotético gracias al minucioso estudio de dos moáis excavados durante cinco años en la cantera de Rano Raraku, en el lado este de esta isla polinesia, y que es el origen del 95 por ciento de los más de 1.000 moáis de la isla.

Extensos análisis de laboratorio de muestras tomadas del suelo de la cantera, muestran evidencias de alimentos como el plátano, el taro y la batata. Van Tilburg dijo que el análisis evidenció que, además de servir como cantera y lugar para tallar estatuas, Rano Raraku también era un área agrícola productiva. “Nuestra excavación amplía nuestra perspectiva sobre los moáis y nos anima a darnos cuenta de que nada, por obvio que sea, es exactamente lo que parece. Creo que nuestro nuevo análisis humaniza el proceso de producción de los moáis”, afirmó.

Cabezas de moáis en la cantera del volcán Rano Raraku

Van Tilburg ha estado trabajando en Rapa Nui durante más de tres décadas. Su 'Proyecto Estatuas de la Isla de Pascua' es apoyado, en parte, por el Instituto de Arqueología Cotsen, de la UCLA, y es directora del Rock Art Archive, adscrito también a la UCLA. A su lado, Thomas Wake, un colega del Instituto Cotsen, analiza los restos de pequeños animales hallados en el lugar de excavación. Al mismo tiempo, trabaja en asociación con miembros de la comunidad local. Cristián Arévalo Pakarati, un destacado artista rapanui, es codirector del proyecto.

Fertilidad del suelo

Grabados artísticos del moái 157, el cual fue excavado por Jo Anne Van Tilburg y su equipo en la cantera Rano Raraku. Crédito: Proyecto de la Estatua de la Isla de Pascua

Los suelos en Rano Raraku son probablemente los más ricos de la isla, dijo Sherwood. Junto con una fuente de agua dulce en la zona, parece que el trabajo en la cantera sí ayudó a aumentar la fertilidad del suelo y producir alimentos en los alrededores. Los suelos de la cantera son ricos en arcilla creada por el desgaste de la toba de lapilli (roca madre local) mientras los trabajadores extraían rocas profundas y esculpían los moáis, indica Sherwood, quien originalmente no estaba buscando analizar la fertilidad del suelo, pero, por curiosidad y hábito de investigación, hizo algunas pruebas sobre el mismo.

"Cuando obtuvimos los resultados químicos, hice una doble prueba", dijo Sherwood. “Había niveles realmente altos de cosas que nunca hubiera pensado que estarían allí, como el calcio y el fósforo. La química del suelo mostró altos niveles de elementos que son clave para el crecimiento de las plantas y esenciales para obtener altos rendimientos agrícolas. En cualquier otro lugar de la isla, el suelo se estaba desgastando rápidamente, erosionándose, siendo absorbido por elementos que alimentan a las plantas, pero en la cantera, con su constante flujo de pequeños fragmentos de lecho de roca, generado por el proceso de extracción, había un perfecto sistema de realimentación de agua, fertilizantes y nutrientes naturales".

Dijo que también parece que los antiguos indígenas de Rapa Nui eran muy intuitivos respecto a la producción agrícola, pues al plantar múltiples cultivos en la misma área ayudaban a mantener la fertilidad del suelo.
Los moáis que el equipo de Van Tilburg excavó fueron descubiertos en posición vertical, uno en un pedestal y el otro en un hoyo profundo, lo que indica que estaban destinados a permanecer en su lugar.

"Este estudio altera radicalmente la idea de que todas las estatuas en pie en Rano Raraku simplemente estaban esperando su transporte fuera de la cantera", dijo Van Tilburg. “Es decir, estos y probablemente otros moáis verticales presentes en Rano Raraku fueron retenidos en su lugar para garantizar la naturaleza sagrada de la cantera misma. Los moáis fueron fundamentales para mantener la idea de fertilidad, y en la creencia de los indígenas de Rapa Nui su presencia ayudaba a estimular la producción de los alimentos agrícolas”.


El diagrama muestra la historia de excavación del moái 156 en la cantera Rano Raraku. La línea punteada roja señala la superficie estimada cuando se aplicaron petroglifos, o motivos artísticos rupestres, a la parte trasera de la estatua. Esta línea también representa el punto en el que probablemente terminó la extracción de piedra en el área. La línea verde representa el nivel del suelo al comienzo de la excavación. (Haga clic para ampliar). Crédito: Cristián Arévalo Pakarati / Proyecto Estatua Isla de Pascua.

Misterios centenarios

Van Tilburg y su equipo estiman que las estatuas de la cantera fueron levantadas antes de 1510 d. C. o 1616 d. C. La actividad en esta parte de la cantera probablemente comenzó en 1455 d. C., y la mayor parte de la producción de moáis había cesado a principios de 1700 debido al contacto occidental.
Las dos estatuas excavadas por el equipo de Van Tilburg estaban enterradas casi por completo por tierra y escombros.
"Elegimos dichas estatuas para la excavación con base a un escrutinio cuidadoso de fotografías históricas, y mapeamos toda la región interior de Rano Raraku antes de iniciar las excavaciones", dijo.

Excavación de los moáis 156 (izquierda) y 157. La diferencia visible en el color y la textura, y por lo tanto en la conservación, se debe a la cobertura del suelo y la profundidad.

Van Tilburg ha trabajado duro para establecer conexiones con la comunidad local de Rapa Nui. Los equipos de campo y laboratorio del proyecto están compuestos por trabajadores locales guiados por arqueólogos y geólogos profesionales.

Jo Anne Van Tilburg excavando junto al miembro de la comunidad local Cristián Arévalo Pakarati

El resultado de sus esfuerzos colectivos es un gran archivo detallado y una base de datos comparativa que documenta más de 1.000 elementos escultóricos en Rapa Nui, incluidos los moáis, así como registros similares de más de 200 objetos dispersos en museos de todo el mundo. En 1995, la UNESCO nombró a la Isla de Pascua como Patrimonio de la Humanidad, con la mayoría de los sitios sagrados de la isla protegidos dentro del Parque Nacional Rapa Nui.

Este es el primer estudio definitivo que revela a la cantera de Rano Raraku como un paisaje complejo, y hace una declaración definitiva que vincula la agricultura y la fertilidad del suelo con la extracción y la naturaleza sagrada de los moáis.

Van Tilburg y su equipo están trabajando ahora en otro estudio que analiza las tallas de arte rupestre que existen solo en tres moáis.

Fuentes: universitycalifornia.edu | newsroom.ucla.edu | 12 de diciembre de 2019

Objetos hallados en las excavaciones de Burguete demuestran la romanización del Pirineo navarro

Los ocho años de excavaciones arqueológicas en el yacimiento de Zaldua, en la localidad navarra de Burguete, han sacado a la luz un posible complejo termal de época romana, además de grandes edificios y material interesante que refleja la importante romanización existente en las inmediaciones de la calzada del Pirineo que unía Astorga con Burdeos. Ésta no era una zona de paso impermeable, sino que tenía muy instauradas sus costumbres y tradiciones, según las investigaciones llevadas a cabo por arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y del Museo Arqueológico de Londres, bajo la supervisión de la sección de Registro, Bienes Muebles y Arqueología del Gobierno de Navarra.

Una de las directoras del yacimiento, Ohiane Mendizabal, presentó este lunes pasado algunos de los objetos más relevantes que se han encontrado en el complejo termal, que estaría situado en el centro de la ciudad romana de Iturissa, junto a la calzada.


Entre estos objetos, datados entre los siglos I y IV, destaca un anillo de oro (annulus aureus) con un entalle de nicolo onyx azul con una talla que, según Mendizabal, se sospecha que representa a la diosa Fortuna sosteniendo una cornucopia que remite a la fecundidad. Una pieza de gran valor no solo por su antigüedad y por su extraordinaria calidad, sino también por su factura técnica, representativa de que «al menos parte de los habitantes de Zaldua tenían bastante poder y riqueza», indicó.

También se mostraron otros amuletos de buena suerte encontrados en distintas estancias del complejo termal como un amuleto fálico de bronce (fascinus), muy habitual en el mundo romano para atraer la buena suerte y alejar el mal de ojo, que según Mendizabal podría haberse utilizado como adorno para los caballos o la vestimenta militar, o una lúnula de bronce, un amuleto en forma de creciente lunar, habitualmente utilizada como colgante entre las mujeres y los soldados.

La arqueóloga Ohiane Mendizabal, muestra varias lucernas - Efe

Entre los objetos de la vida cotidiana descubiertos figuran un dado de bronce, fichas de juego y varias lucernas, unas lámparas de aceite empleadas comúnmente para iluminar las estancias, así como objetos de adorno personal como alfileres para sujetar el pelo.
También se han localizado monedas que, si bien son bastante habituales en las excavaciones, aportan mucha información para establecer el contexto del edificio y situar su uso en la historia.

Objetos encontrados en el yacimiento de Zaldua - Efe

«La investigación del área de Zaldua es importante para conocer cómo fue la Navarra romana en esta zona tan poco estudiada», pero que fue una importante vía de comunicación y comercial, destacó el director general de Cultura, Ignacio Apezteguía. Se trata de un punto «diferencial para el conocimiento del patrimonio histórico de la Comunidad Foral» y por ello, Apezteguía aseguró que desde el Gobierno Foral se está trabajando para dotar a este espacio con el mayor nivel de protección posible y en breve se prevé incoar el expediente de bien de interés cultural.


El secretario general de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, Juantxo Aguirre, explicó que «éste es un importante yacimiento de carácter urbano situado justo en el paso del Pirineo de la calzada Iter XXXIV que unía Astorga- Asturica con Bourdeaux-Burdigala, donde los autores clásicos romanos mencionan los enclaves de Summum Pirineum e Iturissa en este territorio de los vascones».

Fuentes: abc.es | 10 de diciembre de 2019

Las cuentas de cáscara de huevo de avestruz, desde hace más de 40.000 años, explican cambios culturales en África

Un collar de cuentas moderno de cáscara de huevo de avestruz del este de África. © Hans Sell

Un equipo de científicas ha analizado abalorios de cáscara de huevo de avestruz hechos hace 40.000 años para estudiar las relaciones humanas en la antigüedad y las diferentes respuestas de las comunidades africanas en el sur y en el este a la introducción del pastoreo.

"Estos abalorios son símbolos hechos por cazadores-recolectores de ambas regiones hace más de 40.000 años, de manera que los cambios y la ausencia de ellos en estos símbolos nos revelan cómo estas comunidades respondían al contacto cultural y al cambio económico", explica Jennifer Miller (izquierda), del alemán Instituto Max Planck de Ciencias de la Historia de la Humanidad y principal autora del estudio.

En el sur de África se observa la aparición de nuevos estilos de cuentas paralelamente a la de signos de pastoreo, pero éstos no sustituyeron las tradiciones existentes en abalorios en las comunidades recolectoras.

En tanto, las cuentas halladas en yacimientos arqueológicos en el este de África, estudiadas aquí por primera vez, no reflejan cambio aparente en su estilo con la introducción del pastoreo por parte de grupos procedentes del norte.

Esto puede deberse a que la comunidad recolectora local adoptó el pastoreo manteniendo las tradiciones en sus abalorios, a que los pastores migrantes poseían tradiciones similares y/o a que los pastores adoptaron los estilos locales, explica el estudio.

Cuentas arqueológicas de cáscara de huevo de avestruz del sur de África (a, b) y África oriental (c, d). © Jennifer Miller

El análisis de las piezas procedentes de treinta yacimientos arqueológicos que abarcan los últimos 10.000 años de historia de la humanidad en este continente muestran que los abalorios de las comunidades en el este fueron a lo largo de miles de años y sin relación con el pastoreo sistemáticamente más grandes que en el sur.

Como era de esperar en base a las hipótesis existentes, las autoras del estudio detectaron un aumento del tamaño de las cuentas en las comunidades del sur asociada a la introducción de ovejas y cabras hace alrededor de 2.000 años.

Al mismo tiempo, este mayor tamaño de los abalorios en el sur asociada a la introducción del ganado se corresponde con las dimensiones de las cuentas en las comunidades del este en tiempos de actividad recolectora, lo que sugiere un contacto entre ambas regiones coincidiendo con la expansión del pastoreo.

Rebaño de ganado pastando cerca de Magubike Rockshelter, Tanzania. © Jennifer Miller

Así, del estudio de las cuentas de cáscara de huevo de avestruz se desprende que el contacto con comunidades de pastores de fuera introdujo nuevos estilos de abalorios paralelamente a la incorporación de animales domésticos, pero la influencia no acabó con las tradiciones locales existentes. De este modo, las costumbres existentes no se vieron sustituidas por nuevas, sino que más bien se mantuvieron e incorporaron algunos elementos nuevos.

Los resultados del análisis sugieren además que la transmisión cultural del diámetro de las cuentas es más complejo de lo que se creía previamente y que no sólo un mayor tamaño de los abalorios indica necesariamente pastoreo.

"En el mundo moderno, la migración, el contacto cultural y el cambio económico genera con frecuencia tensión. Los pueblos antiguos experimentaron también estas situaciones y los patrones en objetos culturales como cuentas de cáscara de huevo de avestruz nos dan la oportunidad de estudiar cómo manejaron estas experiencias", señala Elizabeth Sawchuk (izquierda), de la Universidad Stony Brook de Nueva York.

Miller agregó que "las cuentas de cáscara de huevo de avestruz son pequeñas y tienden a ser ignoradas en los estudios arqueológicos, pero tienen el poder de explicar grandes historias sobre las relaciones humanas en al antigüedad".

Las autoras del estudio, publicado en la revista PLOS ONE analizaron el diámetro de 1.200 abalorios de cáscara de huevo de avestruz, muchos de ellos pertenecientes a colecciones antiguas y que aunque habían sido medidos, nunca habían sido analizados. EFE