Orihuela (Alicante) recupera un miliario romano del lecho del río Nacimiento

El Ayuntamiento de Orihuela (Alicante) ha dado a conocer este jueves el hallazgo, el pasado enero, de un miliario romano en el dominio hidráulico del río Nacimiento, en la Dehesa de Campoamor.
El edil de Patrimonio Histórico, Rafael Almagro, ha explicado, sin embargo, que no ha sido hasta ahora que se ha notificado el depósito definitivo en el Museo Arqueológico Comarcal de Orihuela, tras la resolución de la Dirección Territorial de Educación, Cultura y Deporte de Alicante.

En un comunicado, la Concejalía de Patrimonio Histórico, a través del Museo Arqueológico Comarcal, procedió a la organización del dispositivo para la recuperación de la pieza, ya que "las fuertes lluvias y consiguientes riadas de principios del año 2020 pusieron el descubierto el miliario, que permanecía soterrado desde antiguo, pues no es citado ni por eruditos, ni cronistas, ni por los investigadores modernos de la vía", ha indicado el arqueólogo municipal, Emilio Diz.
En su recuperación participaron el arqueólogo municipal, un técnico de Patrimonio, un camión grúa, vehículos de transporte y cuatro operarios. Sin embargo, los vehículos solo pudieron acercarse hasta unos 30 metros del miliario por lo que se procedió a la protección de la pieza y su extracción mediante las "eslingas" de la grúa.

Asimismo, Almagro ha manifestado: "Tras este hallazgo tan importante, Orihuela y el museo disponen también de una pieza emblemática de época romana como es ésta, que se sumará a las que ya disponemos de la Prehistoria, como el 'Ídolo de Orihuela' (derecha), para época tardoantigua, como la 'Estela hebraica' y para la Edad media 'Sepulturas islámicas' y 'zócalo del Castillo'".

LA PIEZA

En cuanto al miliario, el profesor de la Universidad de Alicante (UA), Juan Manuel Abascal Palazón, especialista en epigrafía latina, ha analizado la pieza de piedra caliza de 143 cm de altura y entre 37 y 39 de diámetro. La altura de las letras es de entre 6 y 8,5 cm y está datado entre el siglo III y IV d.C.
"Ya se han realizado importantes trabajos de documentación como son fotografiado, calco de la inscripción sobre acetato y creación de un modelo 3D en negativo mediante la aplicación de láminas de celulosa sobre la pieza", ha asegurado Emilio Diz. Actualmente Abascal está procediendo al estudio epigráfico y textual. Es además el autor de la ficha divulgativa del miliario.


Miliario cilíndrico eran los postes que señalaban las distancias en millas a las ciudades, de manera que el caminante o el viajero sabía siempre cuánto camino debía recorrer hasta alcanzar un lugar donde comer o donde pernoctar.

La milla romana equivale a 1.481 metros. Su nombre deriva de la expresión latina "millia passuum", es decir, 1.000 pasos.

La inscripción está muy erosionada debido a la acción de las aguas y arenas del Río Nacimiento. La banda epigráfica se conserva en una superficie de 65 X 62 cm aproximadamente, con cinco líneas apreciables. Aun así, se distinguen bien en la primera línea las letras MP CAES, es decir una parte del comienzo del nombre de un emperador con sus títulos de Imp(erator) Caes(ar).
En las líneas centrales se conservan algunos trazos inconexos que aluden a los títulos de un emperador no identificado y, al final del último renglón, se lee AVG, como puede verse en la fotografía, que parecen hacer alusión a la Vía Augusta.

Es de destacar que ya se encontró otro miliario en la finca de San Ginés, actualmente conservado en el Museo del Pilar de la Horadada (izquierda). Lo que viene a confirmar que la vía pasaba por las proximidades de esta zona.

La Vía Augusta fue un gran camino romano que recorría la costa mediterránea desde el Pirineo a Gades (Cádiz), pasando por Carthago Nova (Cartagena) y Corduba (Córdoba). Las fuentes antiguas describen esta gran ruta, el camino más largo de los que atravesaban la península ibérica en época romana.
La comarca de Orihuela fue punto obligado de paso en el trayecto desde Ilici a Carthago Nova, así diversos autores localizan en la comarca la mansión de Thiar. Las mansiones eran paradas oficiales mantenidas por el gobierno.

Fuente: bolsamanía.com | 7 de mayo de 2020

Descubren en Quintana Roo (México) las fogatas de los primeros habitantes de América

Restos y ubicación de las fogatas halladas


Científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han participado en el descubrimiento de los vestigios más antiguos de fogatas usadas por los primeros habitantes de América, en la cueva inundada Aktun-Ha, cerca de Tulum, Quintana Roo.
Se trata de fogatas con antigüedad de 10.500 años, colocadas en lugares estratégicos que permiten obtener fuego e iluminación, y son una guía para regresar a la superficie.

“Constituyen una evidencia de las estrategias de supervivencia, capacidades de organización y planeación, además del sentido simbólico y ritual de las cuevas para los primeros habitantes de América”, precisó Alejandro Terrazas Mata (izquierda), del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

La investigación realizada en el Instituto de Geología (IGL), con el apoyo del IIA, y en conjunto con integrantes del INAH, se dio a conocer en la revista internacional Geoarchaeology. Asimismo, confirma la hipótesis de que se trata de vestigios del uso de fuego de los primeros pobladores de la península de Yucatán.

Aktun-Ha es una cueva inundada –cenote–, en total oscuridad, que hace 15.000 años, cuando el nivel del mar era 150 metros más bajo que el actual, estaba seca. Los primeros pobladores pudieron usarla de morada o para realizar rituales.

En ese sitio único, a 30 metros bajo el agua y unos 100 metros de la entrada, en el salón o galería conocido como Cámara de los Ancestros, arqueólogos de la Subdirección de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) hallaron 15 acumulaciones de carbón, posibles fogatas que fueron cuidadosamente documentadas, medidas y muestreadas, junto con los expertos de la Universidad Nacional, informaron Terrazas Mata y Elizabeth Solleiro Rebolledo, del IGL (derecha).
El universitario explicó que hace por lo menos 13.000 años llegaron poblaciones del centro de México al territorio que ahora ocupa Quintana Roo.

En los sistemas de cuevas cercanas a Tulum se han encontrado ocho individuos (esqueletos) “que hemos estudiado, y vemos que la forma del cráneo no se parece a la de sus contemporáneos”. Sus antepasados venían de climas más fríos, al norte del continente. “Sus cráneos eran más largos y angostos, muy diferentes a los de las poblaciones indígenas actuales, que son de cara más ancha”.



Además, se descubrió que su peso y estatura eran menores, eran más pequeños y ligeros que otras poblaciones de cazadores y recolectores. Se sabe que la población prehistórica de Quintana Roo no habitaba en las cuevas, sino que las utilizaban como contextos funerarios y rituales.
“Posiblemente entraban para depositar los cuerpos de personas importantes para la comunidad, pues eran considerados sitios sagrados”, abundó Terrazas.

Esa población perduró más de 4.000 años y en ese lapso se diferenció del resto de los grupos del continente. Es decir, los esqueletos de Quintana Roo tienen variantes en comparación a los encontrados al norte o sur de América, “seguramente por el aislamiento geográfico en el que vivieron, probablemente en un ambiente selvático, de clima húmedo parecido al actual”.
Sin embargo, reconoció el universitario, se necesita más evidencia, pues a pesar de 20 años de investigación no se han encontrado evidencias culturales asociadas a los esqueletos, como herramientas de piedra u ofrendas; se desconoce cómo era su tecnología o adaptación cultural, “pero el estudio de las fogatas da una idea de su estrategia para adentrarse en cavernas y depositar a los muertos o realizar cualquier otra actividad ritual”.



Solleiro detalló que el sistema geológico Aktun-Ha se ubica en el corredor de Playa del Carmen a Tulum, donde se conecta un conjunto de cuevas y fracturas. La entrada de la cueva está en el cenote, y para ingresar en la Cámara de los Ancestros se necesita de buceo especializado.

Ahí no se encontró más evidencia arqueológica que las posibles fogatas y restos de rocas que parecían quemadas. “Se tenía que verificar que realmente esos restos eran carbón y si las evidencias eran producto de la actividad humana o se habían trasportado por las aguas superficiales y subterráneas hasta llegar al sitio. Para ello se instrumentó una metodología en tres fases: experimental, donde se quemaron rocas para determinar sus cambios físicos por el fuego; de campo, con la toma de muestras de carbones y rocas quemadas; y de laboratorio, para el análisis y datación de los carbones, entre otros aspectos”.

Se encontró, entre otros resultados, que la “edad” de las fogatas es de 10.500 años y que los carbones se produjeron in situ; el fuego se originó ahí mismo y las temperaturas alcanzadas en esas fogatas fueron de entre 200 y 600 grados centígrados. Posiblemente algunas de las mismas se usaron para preparación de comida o para calentar, y las que se encontraron en una especie de nichos podrían haber servido para iluminar el lugar, concluyó Solleiro.

El trabajo de investigación contó con el financiamiento y colaboración de:
  • La Dirección General de Asuntos del Personal Académico de la UNAM
  • La Universidad de Santiago de Compostela, España
  • National Geographic Society.
Fuente: National Geographic | 7 de mayo de 2020

Trazan el mapa genético más completo de las poblaciones andinas antiguas

El estudio incluyó muestras del sitio inca del siglo XV de Machu Picchu.

Un equipo internacional de investigadores, liderado por el genetista David Reich, de la Escuela de Medicina Harvard (EE. UU.), ha llevado a cabo el mayor estudio genético hasta la fecha de las poblaciones andinas antes del contacto europeo. El objetivo era descubrir parte de la historia de sus migraciones y poder compararla con información arqueológica o registros históricos.

“La principal implicación de este proyecto es que ahora tenemos un mapa espacial y cronológico de la diversidad o la estructura genética precolombina en los Andes”, dice Lars Fehren-Schmitz (izquierda), profesor asociado en la Universidad de California en Santa Cruz (EE. UU.) y coautor principal del artículo, que se publica hoy en Cell , con junto con David Reich (derecha). Un proyecto cuya preparación y ejecución ha requerido siete años, la mayoría de ellos dirigidos a recopilar datos suficientes para facilitar el estudio, y que ha implicado a un equipo de diferentes disciplinas como genetistas, arqueólogos o historiadores.

"Este estudio también da un paso importante para corregir el desequilibrio global en los datos de ADN antiguos", dice Reich. "La gran mayoría de los estudios de ADN antiguos publicados hasta la fecha se han centrado en el oeste de Eurasia, y este estudio en América del Sur nos permite comenzar a discernir en alta resolución la historia detallada de los movimientos humanos en esta parte extraordinariamente importante del mundo".


Esta 'chullpa', o torre funeraria, es una de las formas de enterramiento dominantes utilizadas en los Andes. La mayoría de los restos humanos estudiados en esta investigación se encontraron en sitios similares. (Foto por Lars Fehren-Schmitz)

Atención en los andes

Los Andes centrales, que rodean el actual Perú, es uno de los pocos lugares del mundo donde se inventó la agricultura en lugar de ser adoptada de otro lugar y donde la presencia más temprana de civilizaciones complejas en América del Sur se ha documentado hasta ahora. Si bien la región ha sido un foco principal de investigación arqueológica, hasta ahora no había habido una caracterización sistemática con ADN antiguo de todo el genoma, dijeron los autores.

Los genetistas, incluidos varios de los miembros actuales del equipo, estudiaron previamente la profunda historia genética de América del Sur en su conjunto, incluido el análisis de varios individuos de las tierras altas andinas de hace miles de años. También se han realizado análisis de los residentes actuales de los Andes y un número limitado de análisis de ADN mitocondrial o del cromosoma 'Y' de sitios andinos antiguos individuales.

Sin embargo, el nuevo estudio amplía estos hallazgos para proporcionar un retrato mucho más completo. Ahora, los investigadores "finalmente se puede ver cómo era la estructura genética de los Andes cómo evolucionó con el tiempo", dijo Nathan Nakatsuka (izquierda), primer autor del artículo y doctorando en genética en la Escuela de Medicina de Hardvard.
Al pensar en la historia antigua de los Andes, es probable que vengan a la cabeza la civilización inca y el Machu Picchu . Pero muchas otras culturas y sociedades también poblaron sus tierras como los Tihuanaco, en la cuenca del lago Titicaca, los Wari, en el centro y sur de Perú, y los Mochica, en el norte del país.

El estudio del ADN antiguo se vuelve una herramienta fundamental para poder conocer mejor las interacciones entre estos pueblos. “Al comparar las firmas genéticas entre personas que viven en diferentes momentos y comparar luego eso con lo que sabemos de la arqueología e historia, podemos tener una idea de cómo cambios culturales significativos en los Andes, como la introducción de la agricultura o el surgimiento y la caída de sociedades estatales complejas, afectaron a la diversidad genética de las poblaciones precolombinas o viceversa”, explica Fehren-Schmitz.

Este estudio presenta, por tanto, evidencia directa con capacidad para poder falsear o verificar hipótesis previas sobre las interacciones entre las poblaciones derivadas de observar su cultura material. Por ejemplo, se sabe por fuentes históricas y arqueológicas que los incas desplazaron a grupos de población durante su imperio y esta investigación supone el primer estudio genético que respalda tal afirmación.

Uno de los ejemplos que les condujo a este resultado lo encontraron en la ascendencia genética de un niño pequeño sacrificado en la cumbre de una montaña argentina durante el periodo inca. Tenía ascendencia de la costa norte peruana, a miles de kilómetros del lugar donde fue hallado.

Momia de un niño inca de 7 años sacrificado. Posee un linaje de unos 14.300 años de antigüedad, lo que lo sitúa en el origen de los primeros pobladores americanos, cuya llegada se estima hace unos 15.000 años.


Junto con el genoma de este niño, el equipo analizó otros 89 individuos, 66 originales de este estudio y los 23 restantes procedentes de estudios previos. Los datos abarcaban la cordillera andina desde el norte de Perú hasta el norte de Chile e incluso un individuo de Argentina. La datación de los restos permitía incluir desde algunos de los primeros cazadores recolectores hasta individuos que vivieron inmediatamente antes durante y después del desarrollo de las principales culturas andinas, es decir, entre hace 9.000 y 500 años atrás.

Los autores encontraron que existe una distinción genética significativa entre las personas que vivieron a lo largo de la costa frente a las que lo hicieron en las tierras altas hace ya 9.000 años, con un intercambio genético limitado entre las regiones. Este resultado resulta especialmente interesante para Fehren-Schmitz si se considera que la distancia geográfica entre la costa y las tierras altas no es muy grande, en ocasiones menor a un día de viaje.

Las diferencias genéticas entre las zonas montañosas del norte y las del sur aparecieron más tarde, hace 5.800 años. Es en este momento cuando comenzaría a desarrollarse la estructura genética actual, pues las diferencias en el ADN son también las que distinguen a los individuos más actuales y llegan hasta el presente.

Ausencia de migraciones

El aumento del cultivo de plantas de este periodo podría haber llevado al sedentarismo y al crecimiento poblacional, hecho que probablemente contribuyó a la estructura encontrada debido a la ausencia de migraciones.

Al periodo de sedentarismo le sucedieron migraciones y flujo de genes entre el norte y el sur y entre la costa y la montaña. Pero hace unos 2.000 años esas migraciones parecieron disminuir significativamente. Lo curioso del resultado aparece al compararlo con los registros históricos. Estos años vieron el ascenso y la caída de sociedades de gran alcance en los Andes como los Wari, que expandieron su estado en vastos territorios, lo que significa que su extensión política no fue acompañada por movimientos a gran escala de grupos.

Los genes también mostraron desplazamientos de más de 2.000 kilómetros procedentes de Argentina y del noroeste del Amazonas o la existencia de núcleos de población más cosmopolitas en comparación con las zonas rurales, donde convivían personas con ancestros muy diferentes.
Detalle de la denominada Puerta del Sol correspondiente a la cultura Tihuanaco.

Fehren-Schmitz estaba especialmente interesado en descubrir signos de movilidad de largo alcance en el período inca. Específicamente, se sorprendió al detectar la antigua ascendencia de la costa norte no solo alrededor de Cuzco, Perú, sino también en un sacrificio de niños del sur argentino de los Andes.
"Esto podría verse como una evidencia genética de la reubicación de individuos bajo el dominio inca, una práctica que conocemos de fuentes etnohistóricas, históricas y arqueológicas", dijo.
"Aunque los hallazgos de mezcla genética en los Andes se correlacionan con conexiones arqueológicas conocidas, es probable que provoquen investigaciones arqueológicas adicionales para comprender mejor los contextos culturales subyacentes a las migraciones", subraya Nakatsuka.

"Ahora tenemos más evidencias que demuestran migraciones importantes y algunas restricciones sobre cuándo ocurrieron, pero se necesita hacer más trabajo para saber por qué ocurrieron exactamente estas migraciones", añade.

El equipo afirma que los resultados permitirán futuros proyectos que se centren más en regiones, grupos o períodos de tiempo específicos. Establece también una línea de base crítica, según Nakatsuka, para estudios que involucren antropología y lingüística y permitan abordar potencialmente el origen de idiomas como el quechua y el aymara.

“Este estudio es solo el comienzo. Representa el primer estudio detallado de la historia de la población andina informada por genomas precoloniales con una amplia cobertura temporal y geográfica. Abre una gran cantidad de nuevas oportunidades de investigación en la región con muchas sinergias nuevas que podrían evolucionar entre genetistas, arqueólogos, lingüistas, historiadores y lo más importante: las comunidades locales”, añade Fehren-Schmitz.

Durante la duración del proyecto, los pueblos indígenas fueron consultados en todo momento. Al fin y al cabo es parte de su historia la que se quiere reconstruir.

Fuentes: lavanguardia.com | news.edu | eurkalert.org| 7 de mayo de 2020

Un socavón frente al Panteón saca a la luz el suelo de la época imperial en Roma

El socavón es tan profundo que la Policía ha tenido que vallar la zona - SUPERINTENDENCIA DE ROMA

El descubrimiento ha sido casual y sorprendente: ha vuelto a la luz, gracias a un socavón, el pavimento imperial de la plaza del Panteón de Roma. Siete grandes losas de mármol travertino reaparecieron intactas en el subsuelo de Roma, siempre rico en historia y hallazgos ocultos, pero con muchos misterios y restos arqueológicos aún por descubrir.

Formaban parte de la reestructuración que realizó en el siglo II d.C. el emperador Adriano y cubrían la zona de la plaza frente al templo construido por Agripa. El socavón, uno de los muchos que sufre habitualmente Roma, en la actual plaza de la Rotonda, a una decena de metros del Panteón, era extenso y profundo, lo que obligó a la Policía a colocar de inmediato vallas de protección. La losas se encuentran a una profundidad entre 2,30 y 2,70 metros, con dimensiones aproximadas de 80 centímetros de largo y 90 de ancho, y una altura de 30 centímetros.


Una de las losas de pavimento de la época de Adriano encontradas - SUPERINTENDENCIA DE ROMA

Aunque el socavón se produjo el 27 de abril, la noticia del descubrimiento ha sido dada a conocer hoy por la Superintendencia de Roma, que ha colocado unas sugestivas imágenes del hallazgo en su perfil oficial de Facebook. En realidad, no se trata propiamente de un nuevo descubrimiento arqueológico. La superintedente de Roma, Daniela Porro (izquierda), ha explicado que las losas ya aparecieron en unas excavaciones en los años 90 del pasado siglo, con motivo de la construcción de una galería para servicios públicos subterráneos.

"Más de veinte años después de su primer descubrimiento las losas del antiguo pavimento de la plaza frente al Panteón emergen intactas, protegidas por una capa de fina puzolana (roca volcánica muy desmenuzada). Una demostración inequívoca de la importancia de la protección arqueológica, no solo como una oportunidad para el conocimiento, sino también fundamental para la preservación de los testimonios de nuestra Historia, un patrimonio de incalculable valor en particular en una ciudad como Roma”, añade Porro.

Dos de las losas que han reaparecido intactas - SUPERINTENDENCIA DE ROMA

En la época imperial, la plaza era mucho más grande que la actual situada frente al Panteón, el templo dedicado a todos los dioses construido por Agripa entre el 27 y el 25 a.C. Cuando el área fue completamente renovada por el emperador Adriano, la plaza también fue elevada y nuevamente pavimentada. La altura donde se ubican las losas, que ahora han reaparecido, es la misma que en la época de Adriano.

“Poderlas ver hoy de nuevo nos da la posibilidad de imaginarnos cómo era la Roma imperial y tener una idea de cómo era la plaza monumental delante del templo”, celebra la arqueóloga Marta Baumgartner (derecha), que cuenta que los arqueólogos también se han visto afectados por las restricciones sanitarias y sólo han podido volver a trabajar en las obras esta semana, cuando ha empezado la fase dos en Italia.

“Roma es así. También en los lugares donde parece que todo está conocido seguimos encontrando nuevas capas por debajo, porque nunca ha sido deshabitada”, añade.

Por fortuna, no había nadie en la céntrica plaza, llena a todas horas de turistas. Los romanos estaban en sus casas recluidos, a causa de las duras medidas impuestas por el Gobierno durante la emergencia de la pandemia provocada por el coronavirus. El Panteón, donde está la tumba de Rafael, es el monumento más visitado de Italia, más incluso que el Coliseo, la galería de los Uffizi o Pompeya, según los datos del Ministerio de Cultura, aunque influye en ese récord el que la visita sea gratuita. En 2019 lo visitaron nueve millones de personas.


Eso sí, solamente los afortunados que vivan en esta zona del centro histórico podrán contemplar los restos de estas losas de la Roma imperial, pues la intención es, después de que se repare una tubería y se extraigan muestras para analizarlas con más detenimiento, que se tape el socavón y la plaza del Panteón recupere su forma más conocida.

Fuentes: abc.es | lavanguardia.com| 7 demayo de 2020

Encuentran las fichas y el dado de un juego de principios de la Edad del Hierro en Noruega

Algunas de las fichas y el dado que se han encontrado / foto Museo de la Universidad de Bergen.

Un equipo de arqueólogos ha encontrado las fichas y un dado de un juego de principios de la Edad del Hierro en Noruega. Aparecieron en una tumba en el distrito de Nordhordland (al oeste del país y al norte de la ciudad de Bergen), datada hacia el año 300 d.C. (hay que tener en cuenta que las fechas de la Edad del Hierro no son las mismas para el Mediterráneo y el norte de Europa) y situada en un túmulo en Ytre Fosse, cerca de la localidad de Alversund.

El hallazgo consta de un total de 13 fichas enteras y 5 rotas, así como un dado, tal y como confirmó el director de la sección de antigüedades del Museo Universitario de Bergen, Morten Ramstad (izquierda), a la emisora nacional NRK: "Este tipo de descubrimientos en Escandinavia es raro, lo especial en este caso es que hemos encontrado casi todo el conjunto y no solo una pieza", dijo.

Las fichas están marcadas con números en forma de puntos, y tienen un valor de cero, tres, cuatro y seis. En total, menos de 15 artefactos de esta tipología han sido encontrados anteriormente en Noruega.

Así es como se ven los lados de la ficha dado. Los valores numéricos son cero, tres, cuatro y seis / foto Museo de la Universidad de Bergen

"Este hallazgo conecta a Noruega con una amplia red de comunicación y comercio en Escandinavia. Al mismo tiempo puede ayudarnos a entender los comienzos de la Edad de Hierro en Noruega", dijo la arqueóloga Louise Bjerre (derecha), también del Museo Universitario de Bergen.

Junto con el juego, se encontraron los restos de lo que se cree que es un noble o una persona poderosa. Los restos óseos, la cerámica ornamentada y el vidrio quemado hallados indican que la persona en la tumba fue quemada en una pira funeraria. También se encontró una aguja de bronce en el túmulo.
Según Ramstad, son las piezas de juego las que hacen que la tumba sea diferente a las demás: "Son objetos de estatus que testifican el contacto con el Imperio Romano, donde la gente se divertía con juegos de mesa. La gente que jugaba a juegos como este pertenecía a la aristocracia local o a la clase alta. El juego indica que se disponía del tiempo y dinero, y de la capacidad de pensar estratégicamente".

El hombre de la tumba era presumiblemente muy rico y tenía el control del estrecho de Alverstraumen, por el que debían transitar los bienes hacia y desde el continente.
Lugar del hallazgo / foto Museo de la Universidad de Bergen

"Si controlabas estos lugares por donde pasaba la gente y las mercancias, podías conseguir grandes fortunas a través de los impuestos y las aduanas", dice Ramstad.

Los juegos de mesa de finales del Imperio Romano eran juegos de estrategia similares al ajedrez y al backgammon (uno de los más conocidos lleva el nombre Ludus latrunculorum), que más tarde fueron adoptados por los pueblos germánicos y llegaron a Escandinavia, donde el Hnefatafl se convirtió en un éxito durante la era vikinga, antes de que fuera finalmente suplantado por el ajedrez.

"Encontrar un juego de casi dos mil años de antigüedad es increíblemente fascinante. Nos dice que la gente de entonces no era tan diferente de nosotros", concluye Ramstad.

Vista aérea de yacimiento de la tumba donde se halló el juego.

Fuentes: labrujulaverde.com | nrk.no | 9 de mayo de 2020

Las dos rutas migratorias que llevaron la agricultura al sur de Europa

Reproducción de una hoz aserrada neolítica (Plos ONE)

Desde el Mar Egeo hasta las costas atlánticas de Portugal. Herramientas como las primeras hoces de siega que se utilizaron durante la cosecha son la clave que ha permitido descubrir que, hace unos 9.000 años, la agricultura se transmitió por el sur de Europa a través de dos grandes rutas migratorias.

Durante su expansión, las sociedades neolíticas sufrieron cambios importantes a los que tuvieron que hacer frente. Retos demográficos, sociales, ambientales, climáticos y también vinculados a la disponibilidad de recursos y materias primas. Por eso su tecnología no fue uniforme, sino que se fue modificando mientras los grupos de migrantes ocupaban nuevos territorios en la costa mediterránea, según explican los investigadores de la Institución Milà i Fontanals de Barcelona en un estudio publicado en la revista Plos ONE.

Migración

Las conclusiones del equipo liderado por Niccolò Mazzucco (izquierda) han permitido identificar dos rutas principales a través de las cuales se fue expandiendo la agricultura y la ganadería desde que la primera ola de cultivadores se trasladó a Chipre durante los siglos X-IX a. C.
La primera de ellas, que comenzó a utilizarse alrededor del 6.700 a.C., era marítima y se extendía desde los Balcanes hasta la Península Ibérica.
El segundo camino por el que se movieron los grupos de población es menos conocido y más septentrional. Cruzaba el Adriático y se puso de moda hacia el 5.500 a.C. “Con sus viajes, estas personas llevaban consigo nuevas tecnologías y nuevas ideas”, explican los especialistas.

Los investigadores han estudiado, en los últimos diez años, alrededor de 50.000 piezas líticas de 80 yacimientos de Grecia, Italia, Francia, España y Portugal -algunos muy destacados como el de Knossos (Creta), el asentamiento lacustre de La Draga (Banyoles/Girona) y el subacuático de la Marmotta (Roma)- datados entre los años 7.000 y 5.000 a. C.

A principios del VII milenio a. C., coexistieron varios tipos de instrumentos de cosecha entre Anatolia, la Media Luna Fértil y Chipre, incluidas las hoces curvas con filos de corte rectos o los cuchillos. Pero las hoces aserradas -que han aparecido tanto en el Egeo como en Andalucía, pasando por el valle del Po (norte de Italia)- fueron el principal utensilio al comienzo de la expansión agrícola debido a su mayor adaptabilidad y facilidad de mantenimiento.

Marco geográfico del estudio y enclaves estudiados

Expansión agrícola

El excepcional estado de conservación de muchas de las hoces encontradas ha permitido analizar las partes de madera e incluso las resinas empleadas para fijar las piedras. El análisis de las huellas microscópicas de estas herramientas ha permitido descubrir de qué forma fueron elaboradas y utilizadas, así como la gestión de la siega dependiendo de la madurez de los cereales o del uso que se le iba a dar a las semillas y los tallos.

“La ruta marítima iba desde los Balcanes, pasaba por el sur de Italia y el golfo de León, y llegó hasta el sur de la península ibérica hacia el 5.300 a. C.”, apunta Mazzucco en un comunicado. En esta vía, los grupos de agricultores utilizaban unas hoces curvas, con pequeños pedernales de sílex insertados en un mango de madera, formando un filo dentado que se iban sustituyendo con el uso.

A) Hoces de madera de La Marmotta; B) Cuchillos cosechadores de La Draga; C) Cuchillos de cosecha de La Draga (madera) y de Costamar (Castellón); D) Cuchillos de cosecha de Egolzwil 3 (Suiza) (Plos ONE)

El segunda itinerario, hasta ahora muy poco estudiado, salía de los Balcanes y pasaba sucesivamente por el Adriático, el norte de Italia y el sur de Francia hasta llegar a la península ibérica. “En esta segunda vía, las herramientas de siega que se difundieron se caracterizaban por tener láminas de sílex más anchas y largas. Este tipo de hojas se producían a través de procesos de manufactura más complejos y, a medida que se desgastaban, se afilaban con pequeños golpes”, completa Niccolò Mazzucco.

El trabajo revela, pues, cuáles fueron las primeras hoces que los colonos neolíticos difundieron en el Mediterráneo, su distribución geográfica y cómo evolucionaron a lo largo del tiempo, como resultado de las adaptaciones de los grupos de migrantes a los territorios recientemente ocupados. “A partir de una pieza lítica, podemos reconstruir cómo eran, qué forma tenían, cómo habían sido usadas y para qué tipo de cultivo, normalmente trigo o cebada”, detalla el investigador Juan Gibaja (izquierda).

La cosecha es una operación clave dentro de la producción agrícola. Es una tarea de trabajo intensivo y tiempo crítico; realizarla en el momento adecuado maximiza el rendimiento y minimiza la pérdida y el deterioro del grano.

“Generalmente el estudio de la difusión de la agricultura se ha abordado a través del análisis de las semillas de los cereales cultivado, puesto que en los yacimientos arqueológicos se recupera una amplia variedad de semillas de cereales. Pero esta gran variabilidad es producto de factores muy diversos, como las condiciones ambientales y la adaptación del cereal cultivado a una zona climática, por lo que resulta más difícil identificar rutas de dispersión a partir de su estudio. En cambio, el análisis de las piezas líticas permite aportar nueva información, dado que, por su naturaleza mineral, estas piezas suelen conservarse mejor y habitualmente son fáciles de encontrar y detectar en una excavación arqueológica. Su estudio nos ha permitido seguir el camino de las comunidades neolíticas desde una perspectiva diferente”, añade Gibaja.

Fuentes: lavanguardia.com | noticiasdelaciencia.com | 4 de mayo de 2020

Equipo español realiza nuevos descubrimientos en la necrópolis bizantina de Tell es-Sin, en Siria

Escaleras de acceso a un hipogeo.

Un estudio publicado en la revista Bioarchaeology of the Near East revela las características de la población que fue enterrada en la necrópolis de Tell es-Sin, un yacimiento bizantino datado entre los siglos V y VII d. C. que se encuentra en Siria, en la margen izquierda del río Éufrates. Los autores principales del nuevo trabajo antropológico sobre este yacimiento son los investigadores Laura Mónica Martínez, de la Facultad de Biología de la UB, y Ferran Estebaranz Sánchez, de la Facultad de Biociencias de la UAB.

También participan en el trabajo el investigador Juan Luis Montero Fenollós, profesor de la Universidad de La Coruña y director del proyecto de excavación del yacimiento de Tell es-Sin, así como otros expertos de la Casa del Oriente y el Mediterráneo (Francia), la Universidad de Yarmouk (Jordania) y la Universidad Mykolas Romeris (Lituania).

Foto: Vista interior de un hipogeo y detalle a la izquierda de un nicho funerario.

El Monte del Diente en la Siria antigua

El yacimiento de Tell es-Sin —del árabe, ‘Monte del Diente’— ocupa una extensión de veinticinco hectáreas situadas en medio de una zona de paso de los antiguos ejércitos bizantinos y persas sasánidas. Está dividido en la acrópolis, la ciudad baja y la necrópolis, que ocupa siete hectáreas. Se encuentra cerca del sudeste de la actual ciudad de Deir ez-Zor —en la frontera entra Siria e Irak— y se considera un kastron, es decir, un puesto de avanzada con funciones tanto administrativas como militares. El tamaño del yacimiento, su estructura urbana y su naturaleza fortificada sugieren que se trataría de una antigua polis cuyo nombre se desconoce todavía.

Tell es-Sin es una de las necrópolis más importantes del Creciente Fértil en Oriente Próximo, «pero todavía se sabe muy poco de ella», apuntan los autores. El nuevo trabajo quiere profundizar en el conocimiento de las poblaciones de la frontera del Imperio Bizantino durante los siglos VI y VII, un periodo del que escasean las necrópolis y los restos esqueléticos.

Foto: Nichos funerarios de una tumba hipogeo (E. Taboada).

Una fortificación en medio del mapa militar de Oriente Próximo
«Mesopotamia era una región defensiva estratégica frente a las incursiones e invasiones tanto persas como árabes. En este contexto, Tell es-Sin podría haber sido afectada por la reorganización territorial y militar que realizó el emperador Justiniano, quien promocionó la fortificación de las poblaciones del limes a mitad del siglo VI de nuestra era», detalla Laura Mónica Martínez (izquierda), profesora del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales de la Facultad de Biología y primera autora del estudio.
Las primeras excavaciones arqueológicas de la necrópolis bizantina de Tell as-Sin datan de 1978 y fueron dirigidas por Asad Mahmoud, director general de Antigüedades y Museos en Deir ez-Zor en aquel momento. En 2005, el trabajo investigador de la primera misión arqueológica sirio-española —coordinada por la Universidad de La Coruña— en la zona puso de relieve la relevancia de la necrópolis del yacimiento de Tell es-Sin, que formó parte del limes Diocletianus en Oriente junto con los de Tell es-Kasr y Circesium (actual ciudad de Buseira). En total, los expertos han identificado 170 hipogeos en una necrópolis que podría contener hasta mil tumbas.

Tumbas y arqueología bizantina en territorio sirio

Como explica Ferran Estebaranz Sánchez, «las muestras procedentes de Tell es-Sin constituyen un conjunto heterogéneo y sesgado de restos esqueléticos que corresponden a tumbas saqueadas durante el transcurso del tiempo; mediante métodos biométricos tradicionales, este estudio antropológico quería proporcionar información sobre el sexo, la edad de la muerte, la estatura y otras variables morfológicas de los individuos hallados en el yacimiento».
Las muestras analizadas —solo una pequeña parte del número total de enterramientos de Tell es-Sin— incluye los restos humanos procedentes de diez hipogeos excavados por la misión sirio-española. En total, se han analizado un total de 71 individuos (como mínimo, dieciocho corresponderían a hombres, y doce, a mujeres).
Según los expertos, no se ha observado sesgo respecto al sexo o la edad en los restos estudiados, y destaca la falta de niños en comparación con otros lugares (podrían haberse enterrado en otros nichos en la entrada de la tumba). Asimismo, hay como mínimo entre uno y cinco individuos enterrados dentro de cada nicho (la media es de tres cuerpos por nicho, incluyendo subadultos y adultos), de acuerdo con el modelo de sepultura colectiva típico de la Siria antigua.

Detalle de la cribra orbitalia en un fragmento orbital de un individuo

Pese al estado de fragmentación de los restos, el equipo pudo estimar la estatura de la mayoría de individuos. «La estatura media estimada a partir de los huesos largos de la extremidad superior fue de 174,5 cm para los hombres y de 159,1 cm para las mujeres. Estos valores son muy similares a los estimados a partir del diámetro de la cabeza del fémur: 176,1 cm para los individuos masculinos y 164,5 cm para los femeninos», comenta Estebaranz Sánchez. «En conclusión —continúa—, la estatura estimada para la población bizantina de Tell es-Sin es similar a la de otras poblaciones bizantinas contemporáneas».

Cerca del 25 % de los individuos presentaban cribra orbitalia (osteoporosis relacionada con anemia por déficit nutrional), y un 8,5 %, hiperostosis porótica por alteraciones de los huesos craneales tradicionalmente asociadas a cuadros igualmente de anemia por deficiencia de hierro o vitaminas, raquitismo, infección u otras condiciones inflamatorias.

La prevalencia de enfermedades articulares degenerativas también era baja, apunta el estudio. En cuanto a la muestra dental, solo un 2,8 % de los dientes presentaban caries, un valor claramente inferior al de otros yacimientos bizantinos contemporáneos de la región que se podría relacionar con la baja muestra analizada en el yacimiento de Tell es-Sin.

Según los expertos, no se ha observado sesgo respecto al sexo o la edad en los restos estudiados.

Tell es-Sin: el final de un asentamiento con la llegada del Islam

El final del asiento de Tell es-Sin —en el primer cuarto del siglo VII d. C.— coincidió con las guerras contra los persas sasánidas y las tribus árabes del Islam. A pesar de las condiciones del yacimiento de Tell es-Sin y la situación actual en la región —a raíz de la ocupación por parte del ISIS— el descubrimiento y la excavación de fosas no saqueadas en el futuro es crucial para profundizar en el conocimiento de esta población.

«Por eso, actualmente estamos analizando el patrón de microestriación bucal para poder inferir la dieta de la población y así completar el modelo biocultural de las poblaciones fronterizas con los grandes imperios de la antigüedad», concluyen Laura Martínez y Ferran Estebaranz Sánchez.

Fuente: Universidad de Barcelona | 5 de mayo de 2020