Anillos, torques y hachas se utilizaron en la Edad del Bronce como medios estandarizados de pago

Estandarizaron de anilloos, torques y hojas de hachas de bronce utlizados como medios de pago en la Edad del Bronce. - © Museo de Historia Natural de Leipzig.

En la Edad del Bronce Antiguo en Europa los pueblos usaban objetos de bronce como una forma temprana de dinero, llegando incluso a estandarizar la forma y el peso de esta especie de moneda, según un estudio publicado en la revista (de acceso abierto) PLOS ONE elaborado por Maikel H.G. Kuijpers (izquierda) y Catalin N. Popa (derecha) de la Universidad de Leiden, Países Bajos.

El dinero es una característica importante de la sociedad humana moderna. Y una que es clave es la estandarización, pero esto puede ser difícil de identificar en el registro arqueológico, ya que los pueblos antiguos tenían formas de medición inexactas en comparación con la actualidad. En este estudio, los autores han evaluado el dinero posible de la Edad del Bronce Antiguo de Europa Central comparando los objetos en función de su similitud percibida, si bien no precisa.

Los objetos estudiados estaban hechos de bronce en formas descritas como anillos, torques y hojas de hacha. Los autores examinaron más de 5.000 objetos de este tipo en más de 100 tesoros antiguos. Los anillos y torques se encontraron principalmente en la región del Danubio, en el sur de Alemania, Baja Austria y partes de la República Checa, las hojas de las hachas típicamente en el centro y noreste de Alemania, según el trabajo. En el medio hay un área donde los anillos, torques y hachas se encontraban juntos regularmente, especialmente en Moravia y Bohemia. Estos objetos también se encuentran en menor número en el sur de Escandinavia.

Seguidamente, compararon de modo estadístico los pesos de los objetos analizados mediante un principio de psicología conocido como la fracción de Weber, que cuantifica el concepto de que, si los objetos son lo suficientemente similares en masa, un ser humano que los pesa a mano no puede notar la diferencia. En consecuencia, los objetos en la mano deben tener una diferencia de peso de alrededor del dos por ciento para que sean perceptibles. Entonces para percibir el aumento de peso de un objeto con 50 gramos, su peso debe aumentar a 51 gramos. Si el objeto pesa medio kilo, hay que añadir diez gramos para que parezca más pesado. Este principio es crucial en una época y una región en la que no había balanzas y la gente comparaba los pesos a mano.

Torques. Crédito: MHG Kuijpers, foto del autor (creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

Descubrieron que a pesar de que los pesos de los objetos variaban, alrededor del 70% de los anillos eran lo suficientemente similares como para no poder distinguirlos a mano (con un promedio de 195 gramos), al igual que los subconjuntos de los torques y hojas de hacha.

Los autores sugieren que esta similitud constante en forma y peso, junto con el hecho de que estos objetos a menudo se encontraban en acumulaciones, son signos de su uso como una forma temprana de moneda estandarizada. Más tarde, en la Edad del Bronce Medio de Europa, aparecen herramientas de pesaje más precisas en el registro arqueológico junto con un aumento de los restos de bronce, lo que apunta a un sistema de pesaje desarrollado.

Los autores añaden: "Los euros de la Prehistoria llegaron en forma de anillos de bronce, torques y hachas. Estos artefactos de la Edad del Bronce Antiguo se estandarizaron en forma y peso y se usaron como una forma temprana de dinero".

Fuentes: phys.org | wienerzeitung. at | 20 de enero de 2021

Hallan en Israel una inscripción de hace 1.500 años que contiene el rótulo "Cristo nacido de María"

Inscripción griega de finales del siglo V d.C., 'Cristo nacido de María', encontrada recientemente en el pueblo de et-Taiyiba (Taibe) en el valle de Jezreel. (Tzachi Lang / Autoridad de Antigüedades de Israel)

Con las palabras "Cristo nacido de María", un equipo de arqueólogos ha descubierto la primera evidencia de un asentamiento cristiano primitivo de hace 1.500 años en lo que hoy es la ubicación de una pequeña aldea árabe cerca de Nazaret.

Según investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), una inscripción griega recientemente descubierta dedicada al Mesías cristiano se había colocado originalmente en la entrada de una iglesia del siglo V de la era bizantina y que era desconocida. La piedra inscrita se descubrió como un uso secundario en un muro de la estructura eclesial excavada en Taibe, ubicada en el valle de Jezreel en el norte de Israel.

Según el texto de la inscripción, la iglesia fue fundada a finales del siglo V bajo los auspicios del conocido arzobispo regional de Beit She'an, Teodosio, cuyo nombre, parcialmente destruido, proporcionó a los arqueólogos una datación segura.

"La importancia de la inscripción reside en que hasta ahora no sabíamos con certeza que había iglesias del período bizantino en esta área", dijo el arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Walid Atrash (izquierda), a The Times of Israel. Otros restos de ese período han sido hallados en la cercana Tamra, y un monasterio fue descubierto recientemente por los arqueólogos Nurit Feig y Moti Aviam, también de la AAI y del Kinneret College, en la vecina Kfar Kama.

"Ruinas de una iglesia del período cruzado se descubrieron anteriormente en Taibe, pero hasta ahora no ha habido evidencias de una presencia cristiana de la era bizantina anterior. Aunque la ubicación no se menciona en el Nuevo Testamento, el descubrimiento de que hubo una iglesia de la era bizantina construida aquí no es sorprendente", dijo Atrash. "La nueva inscripción ha cerrado el círculo, y ahora sabemos que hubo cristianos en esta área durante dicho periodo histórico", añade.

Trabajo en la excavación en el que se encontró una inscripción griega de finales del siglo V d.C., 'Cristo nacido de María', en uso secundario, excavado en el pueblo de et-Taiyiba (Taybeh) en el valle de Jezreel. (Einat Ambar-Armon / Autoridad de Antigüedades de Israel).

La inscripción fue descubierta como un uso secundario de un bloque de construcción de paredes de un edificio decorado de dos habitaciones que fue construido a finales de la era bizantina tardía, cuando tanto cristianos como judíos residían en Galilea. Los arqueólogos creen que el edificio se utilizó hasta bien entrado el período musulmán temprano. Se desconoce, sin embargo, dice Atrash, si los cristianos o los judíos lo construyeron inicialmente.

El texto griego de siete líneas -parcialmente destruido- inscrito en la piedra era una dedicatoria que se grabó originalmente mientras se hacían los cimientos de la iglesia, según Leah Di Segni (derecha), epigrafista del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Según Di Segni, la misma dice: “Cristo nacido de María. Esta obra del obispo más piadoso y temeroso de Dios, [Teodo]sio, y el desdichado T[omas], se construyó desde los cimientos . Quien entre debe rezar por ellos”.

Según Di Segni, la frase "Cristo nacido de María" servía para proteger a los fieles del mal de ojo, y se usaba comúnmente al comienzo de las inscripciones y documentos de la época.

Habitación con piso de mosaico hallada en el recinto eclesial bizantino.

En la inscripción hay una gran área circular que interrumpe el texto, en la que, según Atrash, seguramente había una gran cruz. También opina que una explicación para la remoción del crucifijo es que el mismo fue destruido intencionadamente por cristianos o judíos que vivían en el área, antes del uso reciclado de la piedra en la pared del edificio posterior. La inscripción, dijo, miraba hacia dentro de la pared y no habría sido visible. El edificio fue construido antes del advenimiento del Islam, pero todavía estaba en uso durante el período musulmán.

Otra explicación para la remoción de la cruz, dijo Atrash, es que la iglesia original, que cayó en desuso al final del imperio bizantino, fue destruida en uno de los varios terremotos que azotaron la región durante aquel tiempo. La piedra pudo haber sido dañada y luego reutilizada por los cristianos o judíos que construyeron la estructura de dos habitaciones posterior, adornadas con piso de mosaico geométrico y que han sido excavadas recientemente por varios estudiantes, voluntarios y trabajadores de la comunidad local.

"La mención a Teodosio en la inscripción y su presunta ubicación en la entrada del recinto proporciona pistas de que esta edificación se usó como una iglesia en lugar de como un monasterio, ya que da la bienvenida claramente a los feligreses a que acceden al mismo en lugar de hacerlo a un entorno cerrado como una comunidad monástica", dijo Atrash.

DiSegni señaló en el comunicado de prensa de la IAA: “La inscripción saluda a los que entran y los bendice. Por lo tanto, está claro que el edificio era una iglesia y no un monasterio: las iglesias saludaban a los creyentes a su entrada, mientras que los monasterios tendían a no hacerlo".

Atrash explicó, además, que Teodosio alentó la construcción de iglesias en su región y la mención a su nombre apunta a una donación financiera desde su sede en Beit She'an, el centro de la vida religiosa y la capital de la Palaestina Secunda, una provincia bizantina establecida en 390 d.C. hasta la invasión musulmana de alrededor del 636 d.C.

Fuente: timesofisrael.com | 20 de enero de 2021

Hallan un espectacular tesoro de 7.000 monedas romanas y medievales en una granja húngara

La colección recogida del terreno. Ferenczy Múzeumi Centrum.

Bajo la tierra de Újlengyel, una pequeña localidad ubicada a escasos 50 kilómetros de Budapest, un grupo de arqueólogos ha hallado hasta 7.000 antiguas monedas que fueron enterradas en el siglo XVI. Este gran tesoro húngaro se encontraba escondido en una granja moderna e inmediatamente ha sido trasladado para el estudio y datación de los metales.

Tras el análisis del Ferenczy Museum Center, el recuento de las monedas equivale a alrededor de 7.000 monedas de plata y solo cuatro de oro y se estima que todas ellas fueron enterradas alrededor del año 1520. Tal y como explica la revista Science, con toda esta fortuna se podría haber comprado en aquella época hasta siete caballos y un "automóvil de lujo" en 2021.

Una gran cantidad de dinero medieval salió del pozo de 1 metro por 1 metro y en sus alrededores. Ferenczy Museum Center.

En este sentido, los investigadores especulan sobre su enterramiento. ¿Quién lo llevó a cabo y por qué? Durante el siglo XVI, el por entonces Reino de Hungría vivía una época convulsa llena de tensiones con sus vecinos. Las tierras estaban constantemente amenazadas por un poderoso Imperio otomano que acechaba desde el sur.

De hecho, es en 1526 cuando, a 170 kilómetros de la capital húngara, tuvo lugar una de las grandes batallas que supuso la derrota del ejército húngaro liderado por el joven rey Luis II de Hungría, a manos del ejército otomano, al mando del sultán Solimán el Magnífico. De esta forma, el tesoro podría haber sido escondido para que no cayera en manos del enemigo. "Los tesoros de esta magnitud relacionados con la devastación turca tras la batalla de Mohács son raros en Hungría", ha comunicado el Ferenczy Museum Center.

El recipiente en el cual se han encontrado las monedas. Ferenczy Museum Center

De Roma a Hungría

Este hallazgo no es el primero que se realiza en la zona. Ya en 2019, los arqueólogos encontraron 150 monedas antiguas y decidieron iniciar una serie de excavaciones lideradas por Balázs Nagy, el numismático o experto en monedas del Museo.

La hipótesis de que aquella localidad albergara más monedas se cumplió y ha emergido un pequeño recipiente partido por la mitad. Dentro de esta recién descubierta colección se encuentran metales que comprenden desde el Imperio Romano hasta el siglo XVI.

La moneda más antigua es un denario de plata del emperador Lucio Vero, quien gobernó el Imperio desde el 161 de nuestra era hasta el 169. Las más modernas, por otra parte, pertenecen al periodo de regencia de Luis II, quien reinó en Hungría y Bohemia del 1516 al 1526.

En cuanto a las monedas de oro, las cuales estaban ocultas bajo una tela, se emitieron durante el reinado de Matías I, rey de Hungría de 1458 a 1490. En resumen, el tesoro alberga metales emitidos por distintos gobernantes de los siglos XV y XVI, así como una extraña y única moneda emitida por el Papa Pío II. Para conocer más a fondo el origen de este tesoro encontrado cerca de Budapest y hallar otros posibles los investigadores planean seguir excavando en la zona.

Fuentes: elespañol.com | blikk.hu | 20 de enero de 2021

Un equipo del CENIEH publica nuevos datos sobre los ecosistemas del centro de la península en el Cuaternario

Excavación en la Cata Sumidero de la Cueva de Torrejones durante la campaña de 2017 / A. PABLOS

Adrián Pablos (izquierda) y Nohemi Sala, investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) lideran el equipo que ha publicado recientemente en las revistas Quaternary Science Reviews y Radiocarbon sendos estudios sobre la Cueva de los Torrejones, un yacimiento clásico situado en la localidad de Tamajón (Guadalajara), que aportan nuevos datos sobre los ecosistemas del centro de la península en el Cuaternario, región con escaso registro arqueo-paleontológico.

Los resultados obtenidos han permitido la detección de, al menos, tres cronologías registradas en el yacimiento. El episodio más antiguo corresponde al periodo comprendido hace entre 70.000 y 90.000 años (entre los denominados Estadios Isotópicos Marinos MIS-5 y MIS-4), en el que la cueva fue utilizada como guarida de carnívoros. Las condiciones inferidas en este periodo apuntan a un clima templado y húmedo con un rico y variado ecosistema habitado por hienas, leopardos, rinocerontes y tortugas entre otros animales vertebrados.

El segundo episodio está representado por una asociación faunística fechada en unos 30.0000 años de antigüedad, y es indicativo de condiciones ambientales más frías y áridas, compatibles con el enfriamiento detectado previamente en el centro peninsular en el Estadio Isotópico Marino MIS-3.

Hueso del tobillo (navicular) datado en 5.000 años de antigüedad del cual se ha obtenido información genética de ADN mitocondrial / A.PABLOS-

El último episodio corresponde al Calcolítico, datado aproximadamente entre 4.500 y 5.000 años, un periodo en el que los humanos utilizaron la cavidad para acumular reiteradamente los cadáveres de sus difuntos. El análisis de ADN mitocondrial de un hueso del tobillo de un humano datado directamente en 5.000 años de antigüedad, ha permitido asignarlo al haplogrupo K, un grupo originario de Próximo Oriente que se desplazó hacia Europa occidental en el Neolítico.

La información que brindan los yacimientos paleontológicos es valiosa para descifrar las condiciones climáticas y ambientales representadas en cada uno de los yacimientos o estratos, como si se tratase de una fotografía, de cada momento preservado.

«Cuantas más fotografías tengas, mayor resolución cronológica se puede llegar a obtener, pudiendo reconstruir los cambios significativos en las condiciones climáticas y ecológicas a lo largo del tiempo, y averiguar cómo estas condiciones pudieron influir en las especies que habitaron esos ecosistemas, incluidos los humanos», explica Nohemi Sala (derecha).

Desde 2017

El equipo liderado por los investigadores del CENIEH retomó en el año 2017 los trabajos de excavación en esta cueva descubierta en los años 90 del siglo pasado, con financiación de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, el CENIEH y ERC MULTIPALEOIBERIA, y la colaboración de GE Abismo y el Ayuntamiento de Tamajón.

«Las nuevas metodologías analíticas de excavación y estudio de restos nos permiten precisar las interpretaciones obtenidas, y durante los próximos años, seguiremos excavando yacimientos en la zona de Tamajón para poder completar las páginas en blanco del registro arqueo-paleontológico de esta inhóspita región», declara Nohemi Sala.

Los investigadores de este equipo proceden de instituciones españolas: Universidad Complutense de Madrid, Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos; Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES); Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU); Universidad de Oviedo; Sociedad de Ciencias Aranzadi; Universidad de Alcalá; Universidad de Zaragoza; Aragosaurus; IUCa e Instituto Geológico y Minero de España (IGME), así como de instituciones alemanas: Max Plank Institute. y Universität Tübingen.

Fuente: cenieh.es | 14 de enero de 2021

Dos músicos a la búsqueda de los sonidos de la prehistoria

Los músicos Kuan Yin (izquierda) y Yerko Lorca, han juntado investigación arqueológica y conocimiento musical para recrear instrumentos y melodías de hace miles de años.

Los que trabajan con la historia – arqueólogos, investigadores, estudiosos, profesores, historiadores, periodistas – son perfectamente conscientes de la relevancia que puede tener el más mínimo conocimiento sobre nuestro pasado, por nimio que parezca. Cada detalle nos puede ayudar a entender cómo hablaban, qué comían, cómo vestían y qué deseaban nuestros antepasados. Las manifestaciones artísticas son uno de los grandes enigmas de la historia.

Más allá de las figuritas prehistóricas o las pinturas rupestres, los vestigios culturales del pasado se antojan más bien escasos. Pero, ¿qué ocurre con la música? Se han conservado varias piezas musicales antiguas registradas sobre papiro, papel, piedra y arcilla. Conocemos la letra de las canciones; incluso en algunos casos formidables se han conservado hasta las partituras – si de partituras se puede hablar considerando que tienen 2.000 años de antigüedad–, pero continúa siendo muy complicado saber cómo sonaban exactamente.

Dos músicos, el catalán Yerko Lorca y la taiwanesa Kuan Yin (izquierda) son de los poquísimos artistas en el mundo que intentan responder a estas preguntas. Desde 2015 este dúo internacional cruza hallazgos arqueológicos y música para revivir melodías de Europa, África y Asia. “Todo empezó en diciembre de 2008 – cuenta Lorca – cuando decidí viajar a Mali para aprender a tocar la kora, un instrumento de cuerdas africano perteneciente a la familia de las arpas de arco. Allí me di cuenta de que este instrumento no es de músicos, sino de narradores de historias”.

Lorca llegó a la conclusión que aprender a tocar la kora sin meterse de lleno en la cultura de África Occidental carecía de sentido, pues le estaba restando al instrumento su esencia de vehículo de historias. De la mano de Djeliba Baba, un narrador de historias profesional, el músico empezó a estudiar la cultura, la historia, los poemas de la parte oeste del continente africano.

“Al cabo de unos años me di cuenta de que quería emplear todas las herramientas adquiridas en este proceso para investigar sobre la música en el Mediterráneo”, explica Lorca, quien se dirigió hacia Grecia para empezar sus nuevas investigaciones. Allí entró en contacto con una empresa familiar de lutieres que, desde muchas generaciones, recreaba instrumentos antiguos. Lorca les encargó que construyeran para él una lira clásica griega tipo chelis de doce cuerdas pero, aún así, recuperar los sonidos de la Grecia clásica seguía siendo todo un reto.

Yerko Lorca con su Lira de la Estela de Luna. Es el único ejemplar en el mundo de la lira de la Estela de Luna de quince cuerdas. Foto: Mònica Prats

LA MÚSICA EN LA IBERIA ANTIGUA

El deseo de tocar melodías acordes al tiempo del instrumento que acababa de tener entre manos llevó a Lorca a seguir investigando sobre la música en el Mediterráneo. Así entró en contacto con el musicólogo Ángel Román Ramírez (izquierda), autor del libro La música en la Iberia Antigua:de Tarteso a Hispania. Fue él quien le hizo escuchar por primera vez la adaptación musical del texto de los bronces de Botorrita, una serie de cuatro planchas de bronce del siglo I a.C. encontradas en la actual Botorrita, cerca de Zaragoza.

El texto, escrito en celtíbero y aún por descifrar, fue transliterado por J. Ramón Rivera; la música es obra de Ángel Román. Así, las palabras grabadas en el bronce hace 2.000 años volvieron a recobrar vida en forma de canción: ULDIA UIR AS KUM MEL, cuyas palabras, extraídas del Bronce III, según las interpretaciones, serían una oración para un sacrificio.

LA LIRA DE LA ESTELA DE LUNA

Ángel Román Ramírez interpretaba esta melodía tocando una lira inspirada en la Estela de Luna (derecha), conocida también como Lira tartésica.

La Estela de Luna es una estela funeraria de la edad del bronce de 1,30 m de altura, datada entre 1250 y 750 a.C., procedente de Tiña o Tiñica del Royo en Luna, Aragón. En la cara anterior de la estela antropomorfa manos expertas grabaron hace siglos el dibujo de una lira de 15 cuerdas parecida a la lira homérica (phorminx), uno de los instrumentos musicales de cuerda de la Grecia clásica.

Román Ramírez disponía de una lira parecida, pero con nueve cuerdas. Yerko Lorca, en cambio, decidió recrear la lira tal y como está representada en la estela, con las quince cuerdas: “Fue un trabajo conjunto: Ángel, los lutiers y otros investigadores colaboraron y, siguiendo mis indicaciones, conseguimos recrear un modelo diferente a todos los anteriores, más grande y único al mundo”, explica Lorca, quien tuvo que desarrollar una técnica propia para tocar un instrumento cuya memoria se había perdido en el transcurso de los siglos.

Después de años de práctica, Lorca empezó a aplicar a este instrumento de origen mediterráneo, que probablemente también tuvo influencias fenicias, conceptos de la kora africana: “fue entonces que se obró la magia y que finalmente el sonido parecía acorde con el instrumento que tenía entre manos”, afirma el músico.

EL EPITAFIO DE SEIKILOS

La pieza que tal vez sea la mejor síntesis del trabajo de Lorca de estos años, que desde 2015 es acompañado por su pareja de vida y trabajo Kuan Yin, es sin duda el Epitafio de Seikilos (izquierda), considerado como la canción completa más antigua conservada hasta nuestros días. Datado alrededor del siglo I d.C. y grabado en una estela de mármol que un tal Seikilos había hecho construir para su esposa Euterpe en Trales, a unos 30 kilómetros de Éfeso, el epitafio es un himno a la vida: Mientras vivas, brilla, / nunca sientas pena. / La vida dura muy poco / y el tiempo demanda su tributo.

“Lo más importante de esta melodía es que su mensaje es igual de actual ahora que hace 2.000 años”, explica Kuan Yin, quien junto con Lorca hace revivir esta melodía al son del tar, un tambor de marco cuyo diámetro es superior a su profundidad. Como Lorca, ella también ha empezado a tocar instrumentos por su connotación histórica. El tambor de marco aparece en diferentes culturas de todo el mundo, que no tenían contacto entre ellas. Es uno de los instrumentos de percusión más antiguos y aparece inciso, pintado, de diferentes tamaños. Y casi siempre, aparece tocado por una mujer. “Puede verse en cantidad de rituales y ceremonias. Se le atribuía a la mujer estar conectada entre el mundo espiritual y el de los vivos por el hecho de poder concebir vida”, explica Kuan Yin.

Al ser una melodía hallada en una estela funeraria, normalmente se atribuye al Epitafio de Seikilos una connotación triste. “Nosotros lo cantamos con las mismas notas, pero con alegría y simplicidad, e invitamos al público a cantarla en griego antiguo”, explica Lorca. Su versión es un arreglo de la melodía original, es decir que Lorca y Kuan Yin tocan una versión con un añadido, una nota en la parte final que les permite hacer el tema más personal y, en su opinión, que una música de hace 2.000 años, creada por otra cultura, conecte de lleno con la humanidad de nuestro tiempo.

TRIBUS ABORÍGENES DE TAIWAN

En su último proyecto, sin embargo, han salido del Mediterráneo. Esta pareja de artistas ha viajado en la distancia y en el tiempo hasta Taiwan, donde unos recientes descubrimientos han llevado a identificar yacimientos aborígenes de hace 3.000 años. En la parte sudoriental de la isla se han encontrado unos monolitos que probablemente servían de pilares para las viviendas de las tribus que habitaron la isla. “Según parece, en los agujeros de la parte superior de los monolitos, entraban las vigas que sujetaban el techo”, cuenta Kuan Yin. En el Sitio de Peinan se conservan los restos del asentamiento antiguo más abundante del este de Asia, y sin embargo los habitantes de Taiwán desconocen esta realidad.

Por ello el National Museum of Prehistory de Taiwán, responsable de las excavaciones, decidió dar un paso hacia la ficción: contrataron un novelista para que creara una historia de fantasía basada en la cultura Peinan para dar a conocer el pasado de la isla de una forma más popular. Yerko Lorca y Kuan Yin, financiados por el mismo museo, se han encargado de crear una melodía que, basándose en los descubrimientos del yacimiento, consiguiera llevar al oyente a la Taiwan de hace 3.000 años.

Nunca sabremos a ciencia cierta cómo sonaban esas melodías, pues muchos factores se han perdido en el camino. Sin embargo el mero hecho de poder recordar y soñar con esas canciones milenarias ideadas, pensadas y tocadas por nuestros antepasados quizá ya es el mejor regalo con el que puede fantasear cualquier amante de la historia.

Fuente: nationalgeographic.es| 15 de enero de 2021

El Museo Arqueológico Regional presenta 'La maqbara de Mayrit. La muerte en el Madrid islámico'

En esta exposición abierta en el Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, se presenta una pieza excepcional: un epígrafe funerario árabe de principios del siglo X localizado en el centro histórico de la capital; pieza que fue adquirida el año 2012 por el museo, ha sido restaurada y se incluye dentro de la serie ‘El Presente de la Arqueología Madrileña’, presentaciones de pequeño formato que exponen novedades arqueológicas singulares sobre el pasado de la región.

Se ofrece, además, información sobre el mundo funerario de las comunidades andalusíes en la ciudad de Madrid, cuya memoria, perdida con el paso de los siglos, va siendo actualizada a partir de constantes investigaciones. Ello ha permitido recuperar la localización del que fuera uno de los antiguos cementerios islámicos, ubicado al sur del espacio conocido hoy como Puerta de Moros.

La exposición se documenta con la publicación ‘La maqbara de Mayrit: la muerte en el Madrid islámico’ en la que se contextualiza la importancia del hallazgo desde el punto de vista histórico y arqueológico.

El cementerio musulmán de Madrid, la maqbara olvidada

Nada señala su ubicación y poca gente conoce el secreto, pero bajo la plaza de la Cebada, extendiéndose hacia el sur, estuvo el cementerio más antiguo que se ha documentado en Madrid: la maqbara islámica, que acogió el descanso eterno de los musulmanes madrileños desde el siglo IX hasta principios del XVI.

Quinientos años después de la desaparición y urbanización de aquella maqbara, bajo las casas que hay entre las calles de Toledo y del Humilladero todavía existen muchas tumbas cuyos moradores esperan, mirando hacia La Meca, la llegada del yaum al-qiyama: el día de la resurrección.

Plano del Madrid Medieval. Abajo a la derecha, el cementerio musulmán. (Foto: Centro de Estudios del Madrid Islámico)

El 21 de febrero de 1502, los musulmanes de Madrid pactaron con el Concejo las condiciones de su conversión a la fe católica, en aplicación de la pragmática real que había sido emitida el día 14 del mismo mes. La comunidad mudéjar de Madrid era la última pervivencia de la madinat Mayrit, la «pequeña y próspera ciudad» de la frontera norte de al-Ándalus a la que se había referido, entre otros, el famoso geógrafo ceutí al-Idrisi en su Libro de los caminos y reinos.

Era una comunidad pequeña, que a pesar de su escaso número gozaba de buena consideración y de cierta importancia en la Villa debido a su peso en sectores clave como los de las obras públicas, herrería o carpintería. Por esta razón, los mudéjares madrileños habían ido sorteando en mayor o menor medida las disposiciones que desde el siglo XIII ordenaban su apartamiento, es decir, su segregación de la sociedad cristiana a través de la obligación de vivir en barrio separado y de llevar señales distintivas o la prohibición de ejercer determinados oficios, entre otras. La tolerancia, sin embargo, no duraría para siempre.

Los Reyes Católicos estaban decididos a liquidar la diversidad religiosa en sus reinos y, así, a la conquista del Reino de Granada en enero de 1492, que se había hecho bajo el compromiso de respetar la fe y costumbres de los musulmanes granadinos –las famosas Capitulaciones, que enseguida fueron dejadas sin efecto–, siguió el decreto de expulsión de los judíos en marzo del mismo año, y poco después se ordenó la conversión forzosa de los «moros», primero los del Reino de Granada (1501), después los de Castilla (1502) y finalmente los de la Corona de Aragón (1525).

Ante la imposibilidad de evitar la conversión, la aljama, esto es, la institución que representaba formalmente a la comunidad mudéjar, pactó con el Concejo las condiciones para abrazar colectivamente la religión obligatoria. Además de quedar exentos del pago de impuestos y de la acción de la Inquisición durante diez años, los mudéjares solicitaron y obtuvieron del Concejo, según refleja el Libro de acuerdos, el mantenimiento del «osario que tienen con sus piedras», es decir, del cementerio (maqbara) de su comunidad, que era el lugar que –por lo que sabemos ahora– había acogido el descanso eterno de los musulmanes madrileños desde el siglo IX hasta ese momento a principios del siglo XVI, lo que lo convertía posiblemente en el cementerio más antiguo de Madrid.

La ubicación de la la maqbara de Mayrit, en las inmediaciones de la plaza de la Cebada, es bien conocida documentalmente debido a que Beatriz Galindo, apodada la Latina, empezó a presionar ya en octubre de 1502 para que los terrenos del osario fueran cedidos al hospital que llevaba su nombre, y que, dicho sea de paso, había sido construido pocos años atrás bajo la dirección de un alarife o maestro de obras mudéjar: el maestre Haçan.

No sabemos por qué razón los pactos entre el Concejo y la aljama parecen haber quedado sin efecto, al menos en lo tocante al mantenimiento de la maqbara de Mayrit, y la laguna existente en los Libros de acuerdos entre 1504 y 1512 impide saber a qué vicisitudes tuvieron que enfrentarse los musulmanes conversos de Madrid en sus primeros años. El caso es que el osario desapareció, tragado por el crecimiento urbano, y «sus piedras», es decir, sus lápidas, fueron reutilizadas en construcciones diversas.

El rito funerario andalusí

De acuerdo con el ritual canónico, que se impuso paulatinamente, el entierro debía producirse tan pronto como fuera posible, generalmente dentro de las 24 horas posteriores a la muerte. El cadáver era cuidadosamente lavado, perfumado y amortajado con un número impar de telas limpias. Después, se le trasladaba al cementerio sobre unas angarillas o unas tablas y una vez allí los asistentes, en hileras ante el cuerpo del difunto, pronunciaban la oración fúnebre. El difunto era inhumado sin ataúd, con el rostro o con el cuerpo entero girado hacia La Meca. Idealmente, el cuerpo se protegía con tablones o lajas de piedra para que la tierra no cayera directamente sobre el mismo.

La estela funeraria de Darir ibn Ibrahim

La única estela funeraria que se conoce en Madrid –y que representa uno de los dos únicos ejemplos de epigrafía árabe madrileña existentes; el otro es un alfiz de yeso– fue redescubierta y estudiada recientemente. Desconocemos las circunstancias de su hallazgo, que al parecer se produjo hace dos décadas en el derribo de un edificio del centro de Madrid, y por qué razón fue a parar a manos de un particular, que ha terminado adquiriendo el Museo Arqueológico Regional.

Se trata de una lápida rectangular de piedra caliza, de aproximadamente 41 × 26 cm, bastante deteriorada, con una inscripción en relieve en caracteres árabes de estilo cúfico arcaico, típico de la epigrafía emiral, y restos de pigmento rojo que debió de resaltar la inscripción. El estudio y traducción de la misma ha sido realizado por la arabista María Antonia Martínez Núñez, especialista en epigrafía andalusí:

En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso. Este es el sepulcro de Darir ibn Ibrahim. Murió, Dios tenga misericordia de él, el diurno del sábado, a veinte días pasados de ramadán, que fue del año ocho y trescientos [20 de ramadán del 308/2 de febrero del 921], y refresque (Dios) su tumba. La vida está en la paz de Dios.

Nada se sabe de este personaje, cuyo nombre, Darir, es bastante inusual, y su filiación «hijo de [ibn] Ibrahim» no permite deducir ningún origen familiar o étnico concreto. Tampoco se indica la edad de su muerte. Lo que sí sabemos, sin embargo, es que se trató de alguien de cierta relevancia, no solo por la existencia de la estela funeraria en sí, sino también por el hecho de que esta presente en su parte trasera una irregularidad que hace pensar que estuvo originalmente embutida en la pared de una construcción funeraria más grande.

Por otra parte, de acuerdo con la profesora Martínez Núñez, los rasgos de la estela son los típicos de un epitafio urbano, ya que las estelas halladas en áreas rurales suelen tener otras características textuales. Todo ello invita a pensar que Madrid, a finales del emirato, había alcanzado ya cierto grado de desarrollo urbano, lo que resulta totalmente coherente con la denominación de civitas que le da el obispo Sampiro al narrar la incursión de Ramiro II en el año 936, y la análoga de madina que utiliza Ibn Hayyán en relación con el nombramiento de un gobernador en el 940.

FUENTE: REVISTA MADRID HISTÓRICO

Fuentes: infoenpunto.com | losviajerosdeltiempo.com | 12 de enero de 2021