Una investigación sobre la estela prehistórica de Mirasiviene revela restos de un enclave "fortificado" en Lora del Río (Sevilla)

Reconstrucción hipotética del contorno completo del anverso de la estela (izquierda) y varias vistas del modelo 3D de la superficie de la estela (también disponible aquí: https://skfb.ly/6MFSz) desde diferentes ángulos que muestra marcas dejadas a través de la conformación de la roca (especialmente en los bordes) y las fracturas recientes.

Una investigación sobre la estela prehistórica de guerrero de Mirasiviene, tallada "posiblemente" durante la etapa tardía de la Edad del Bronce y descubierta en los años 50 del siglo XX en Lora del Río (Sevilla), ha propiciado la identificación de un asentamiento coetáneo a dicha pieza a unos 800 metros de su lugar de hallazgo, donde la cima de una colina guarda vestigios de un recinto que probablemente habría estado "fortificado".

Este estudio en cuestión se titula "Repensando las estelas de guerrero ibéricas: una investigación multidisciplinar de Mirasiviene y su conexión con Setefilla (Lora del Río, Sevilla)" y ha sido publicado en Archaeological and Anthropological Sciences.

El trabajo lo firman Marta Díaz-Guardamino (izquierda), del departamento de Arqueología de la Universidad de Durham (Reino Unido); Leonardo García Sanjuán (derecha) y Marcos Andrés Hunt, ambos del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla; David W. Wheatley, del área similar de la Universidad de Southampton (Reino Unido); José Antonio Lozano y Mercedes Murillo-Barroso por la Universidad de Granada; Miguel Ángel Rogerio, del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla; Michal Krueger y Marta Krueger, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Poznan (Polonia); y Verónica Balsera, del Instituto Español de Historia.

En los primeros párrafos de su investigación, recogida por Europa Press, los autores de la misma exponen que la estela prehistórica de Mirasiviene fue descubierta en los años 50 del siglo XX en el entorno del cortijo de Lora del Río del que toma su nombre, al pie de las estribaciones más orientales de Sierra Morena, en una plataforma natural a seis kilómetros del río Guadalquivir y flanqueada por dos riachuelos.

Ubicación de las estelas de Mirasiviene y Setefilla en el valle del Guadalquivir y la península ibérica.

La pieza, tallada en roca de tipo mica-esquisto, 1,82 metros de altura, 23 centímetros de ancho conservado y 30 centímetros de grosor, constituye la mitad de una estela rota en sentido vertical que originalmente habría pesado unos 500 kilogramos, toda vez que el fragmento restante está en paradero desconocido.

Los motivos grabados en la mitad conservada de la estela muestran un gran escudo compuesto de cuatro círculos concéntricos, una figura humana sobre el mismo portando a la cintura un objeto alargado interpretado como una espada, otro motivo lineal inspirado quizá en una lanza y, en la parte inferior, otras tres figuras antropomórficas que podrían reflejar contrincantes derrotados por el guerrero protagonista de la pieza.

a, b. La estela de Mirasiviene fotografiada en la década de 1980 y en 2011.

MIRASIVIENE Y SETEFILLA

El entorno donde fue localizada esta estela, según precisan los investigadores, dista apenas tres kilómetros del conocido enclave arqueológico de Setefilla, también dentro del término municipal de Lora del Río y cuya cronología abarca las Edades del Bronce y del Hierro, pesando el hecho de que en la necrópolis de este yacimiento fue descubierta una estela reutilizada para cubrir una tumba de la etapa temprana de la Edad del Hierro.

En este contexto, esta investigación comprende un estudio multidisciplinar de la estela prehistórica de Mirasiviene, el entorno donde fue hallada y los aspectos territoriales y paisajísticos relacionados con la pieza, mediante técnicas como un análisis petrográfico, el escaneo en tres dimensiones de la pieza o sondeos intensivos con equipamiento de geolocalización de alta resolución en la zona en la que fue descubierta esta losa labrada.

Fruto de esta prolija investigación, los autores exponen que "la estela prehistórica de Mirasiviene fue tallada posiblemente durante la etapa tardía de la Edad del Bronce y probablemente por personas no especializadas en ello, si bien el escudo central y la principal figura humana fueron grabadas con gran habilidad".

HALLAZGO A 800 METROS

Especialmente, los investigadores señalan que el trabajo de campo incluido en este estudio motivó la identificación de vestigios de "un asentamiento" humano a unos 800 metros al norte del lugar donde fue descubierta la estela de Mirasiviene. Más al detalle, fueron localizados "restos de muros que delimitan un recinto sobre una colina, incluyendo tales restos una gran estructura circular interpretada como una posible torre vigía o bastión y vestigios de otras estructuras dentro y fuera del perímetro del mencionado recinto".

Es más, en dicho recinto y su entorno, fueron descubiertos fragmentos de cerámica con paralelismos con restos de alfarería (derecha) datados en la etapa tardía de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro inicial.

Al punto, los autores de este trabajo remarcan que "desde este enclave es claramente visible el lugar donde fue hallada la estela de Mirasiviene, así como la necrópolis y el asentamiento de Setefilla".

"CONEXIÓN ENTRE LA ESTELA Y EL ASENTAMIENTO"

"La conexión entre la estela, el lugar de su hallazgo y el asentamiento descubierto gracias a esta investigación es altamente plausible", según los autores de este estudio, quienes argumentan que tal nexo resulta "reforzando" al comparar su marco paisajístico con el de la estela de Setefilla, la necrópolis de dicho enclave y su asentamiento.

A tal efecto, destacan que ambos asentamientos de "Mirasiviene y Setefilla están localizados casi a la misma distancia, entre 800 y 1.000 metros al norte de los lugares donde fueron descubiertas sus respectivas estelas, que a su vez parecen corresponder a un mismo patrón".

Y es que ambas estelas habrían sido alzadas en los alrededores de los asentamientos desde los cuales podían ser vistas, en lugares conectados con cursos hídricos y acogiendo en los dos casos actividades rituales, pues en el lugar del hallazgo de la estela de Mirasiviene fueron recogidos más de 6.000 fragmentos de cerámica, nódulos de pedernal, piedras pulimentadas, percutores pétreos y piedras de molienda.

a , b Síntesis interpretativa de las técnicas de talla y secuencia de fabricación de las marcas identificadas en los anverso de las estelas de Almadén de la Plata 2, Setefilla, Mirasiviene y Almargen.

HITOS DE "LUGARES SAGRADOS"

Remarcando la conexión entre los enclaves de Mirasiviene y Setefilla, los autores de esta investigación concluyen que, con relación a sus correspondientes contextos, "ambas estelas eran monumentos polivalentes que podrían haber homenajeado a guerreros o héroes idealizados quizá conectados con linajes o grupos parentales y haber servido además como 'hitos' vinculados a lugares sagrados donde se celebrabn actividades rituales y/o funerarias".

Vista del hallazgo de la estela de Mirasiviene desde lo alto de su asentamiento.

"Todo ello sugiere que Mirasiviene tuvo una organización espacial idéntica a la de Setefilla y habría contado con un asentamiento en altura, probablemente fortificado, así como una necrópolis más abajo", según ha precisado a Europa Press el profesor Leonardo García Sanjuán.

"La estela de Mirasiviene habría actuado como marcador de la necrópolis y posiblemente del camino que, recorriendo el pie de la sierra, conectaba ambos asentamientos con otros situados más al norte y al sur", explica García Sanjuán.

Análisis de visibilidad de los puntos donde se encontraron las estelas de Mirasiviene y Setefilla y asentamientos asociados.

Fuente: 20minutos.es | 17 de enero de 2021

Anillos, torques y hachas se utilizaron en la Edad del Bronce como medios estandarizados de pago

Estandarizaron de anilloos, torques y hojas de hachas de bronce utlizados como medios de pago en la Edad del Bronce. - © Museo de Historia Natural de Leipzig.

En la Edad del Bronce Antiguo en Europa los pueblos usaban objetos de bronce como una forma temprana de dinero, llegando incluso a estandarizar la forma y el peso de esta especie de moneda, según un estudio publicado en la revista (de acceso abierto) PLOS ONE elaborado por Maikel H.G. Kuijpers (izquierda) y Catalin N. Popa (derecha) de la Universidad de Leiden, Países Bajos.

El dinero es una característica importante de la sociedad humana moderna. Y una que es clave es la estandarización, pero esto puede ser difícil de identificar en el registro arqueológico, ya que los pueblos antiguos tenían formas de medición inexactas en comparación con la actualidad. En este estudio, los autores han evaluado el dinero posible de la Edad del Bronce Antiguo de Europa Central comparando los objetos en función de su similitud percibida, si bien no precisa.

Los objetos estudiados estaban hechos de bronce en formas descritas como anillos, torques y hojas de hacha. Los autores examinaron más de 5.000 objetos de este tipo en más de 100 tesoros antiguos. Los anillos y torques se encontraron principalmente en la región del Danubio, en el sur de Alemania, Baja Austria y partes de la República Checa, las hojas de las hachas típicamente en el centro y noreste de Alemania, según el trabajo. En el medio hay un área donde los anillos, torques y hachas se encontraban juntos regularmente, especialmente en Moravia y Bohemia. Estos objetos también se encuentran en menor número en el sur de Escandinavia.

Seguidamente, compararon de modo estadístico los pesos de los objetos analizados mediante un principio de psicología conocido como la fracción de Weber, que cuantifica el concepto de que, si los objetos son lo suficientemente similares en masa, un ser humano que los pesa a mano no puede notar la diferencia. En consecuencia, los objetos en la mano deben tener una diferencia de peso de alrededor del dos por ciento para que sean perceptibles. Entonces para percibir el aumento de peso de un objeto con 50 gramos, su peso debe aumentar a 51 gramos. Si el objeto pesa medio kilo, hay que añadir diez gramos para que parezca más pesado. Este principio es crucial en una época y una región en la que no había balanzas y la gente comparaba los pesos a mano.

Torques. Crédito: MHG Kuijpers, foto del autor (creativecommons.org/licenses/by/4.0/)

Descubrieron que a pesar de que los pesos de los objetos variaban, alrededor del 70% de los anillos eran lo suficientemente similares como para no poder distinguirlos a mano (con un promedio de 195 gramos), al igual que los subconjuntos de los torques y hojas de hacha.

Los autores sugieren que esta similitud constante en forma y peso, junto con el hecho de que estos objetos a menudo se encontraban en acumulaciones, son signos de su uso como una forma temprana de moneda estandarizada. Más tarde, en la Edad del Bronce Medio de Europa, aparecen herramientas de pesaje más precisas en el registro arqueológico junto con un aumento de los restos de bronce, lo que apunta a un sistema de pesaje desarrollado.

Los autores añaden: "Los euros de la Prehistoria llegaron en forma de anillos de bronce, torques y hachas. Estos artefactos de la Edad del Bronce Antiguo se estandarizaron en forma y peso y se usaron como una forma temprana de dinero".

Fuentes: phys.org | wienerzeitung. at | 20 de enero de 2021

Hallan en Israel una inscripción de hace 1.500 años que contiene el rótulo "Cristo nacido de María"

Inscripción griega de finales del siglo V d.C., 'Cristo nacido de María', encontrada recientemente en el pueblo de et-Taiyiba (Taibe) en el valle de Jezreel. (Tzachi Lang / Autoridad de Antigüedades de Israel)

Con las palabras "Cristo nacido de María", un equipo de arqueólogos ha descubierto la primera evidencia de un asentamiento cristiano primitivo de hace 1.500 años en lo que hoy es la ubicación de una pequeña aldea árabe cerca de Nazaret.

Según investigadores de la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI), una inscripción griega recientemente descubierta dedicada al Mesías cristiano se había colocado originalmente en la entrada de una iglesia del siglo V de la era bizantina y que era desconocida. La piedra inscrita se descubrió como un uso secundario en un muro de la estructura eclesial excavada en Taibe, ubicada en el valle de Jezreel en el norte de Israel.

Según el texto de la inscripción, la iglesia fue fundada a finales del siglo V bajo los auspicios del conocido arzobispo regional de Beit She'an, Teodosio, cuyo nombre, parcialmente destruido, proporcionó a los arqueólogos una datación segura.

"La importancia de la inscripción reside en que hasta ahora no sabíamos con certeza que había iglesias del período bizantino en esta área", dijo el arqueólogo de la Autoridad de Antigüedades de Israel, Walid Atrash (izquierda), a The Times of Israel. Otros restos de ese período han sido hallados en la cercana Tamra, y un monasterio fue descubierto recientemente por los arqueólogos Nurit Feig y Moti Aviam, también de la AAI y del Kinneret College, en la vecina Kfar Kama.

"Ruinas de una iglesia del período cruzado se descubrieron anteriormente en Taibe, pero hasta ahora no ha habido evidencias de una presencia cristiana de la era bizantina anterior. Aunque la ubicación no se menciona en el Nuevo Testamento, el descubrimiento de que hubo una iglesia de la era bizantina construida aquí no es sorprendente", dijo Atrash. "La nueva inscripción ha cerrado el círculo, y ahora sabemos que hubo cristianos en esta área durante dicho periodo histórico", añade.

Trabajo en la excavación en el que se encontró una inscripción griega de finales del siglo V d.C., 'Cristo nacido de María', en uso secundario, excavado en el pueblo de et-Taiyiba (Taybeh) en el valle de Jezreel. (Einat Ambar-Armon / Autoridad de Antigüedades de Israel).

La inscripción fue descubierta como un uso secundario de un bloque de construcción de paredes de un edificio decorado de dos habitaciones que fue construido a finales de la era bizantina tardía, cuando tanto cristianos como judíos residían en Galilea. Los arqueólogos creen que el edificio se utilizó hasta bien entrado el período musulmán temprano. Se desconoce, sin embargo, dice Atrash, si los cristianos o los judíos lo construyeron inicialmente.

El texto griego de siete líneas -parcialmente destruido- inscrito en la piedra era una dedicatoria que se grabó originalmente mientras se hacían los cimientos de la iglesia, según Leah Di Segni (derecha), epigrafista del Instituto de Arqueología de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Según Di Segni, la misma dice: “Cristo nacido de María. Esta obra del obispo más piadoso y temeroso de Dios, [Teodo]sio, y el desdichado T[omas], se construyó desde los cimientos . Quien entre debe rezar por ellos”.

Según Di Segni, la frase "Cristo nacido de María" servía para proteger a los fieles del mal de ojo, y se usaba comúnmente al comienzo de las inscripciones y documentos de la época.

Habitación con piso de mosaico hallada en el recinto eclesial bizantino.

En la inscripción hay una gran área circular que interrumpe el texto, en la que, según Atrash, seguramente había una gran cruz. También opina que una explicación para la remoción del crucifijo es que el mismo fue destruido intencionadamente por cristianos o judíos que vivían en el área, antes del uso reciclado de la piedra en la pared del edificio posterior. La inscripción, dijo, miraba hacia dentro de la pared y no habría sido visible. El edificio fue construido antes del advenimiento del Islam, pero todavía estaba en uso durante el período musulmán.

Otra explicación para la remoción de la cruz, dijo Atrash, es que la iglesia original, que cayó en desuso al final del imperio bizantino, fue destruida en uno de los varios terremotos que azotaron la región durante aquel tiempo. La piedra pudo haber sido dañada y luego reutilizada por los cristianos o judíos que construyeron la estructura de dos habitaciones posterior, adornadas con piso de mosaico geométrico y que han sido excavadas recientemente por varios estudiantes, voluntarios y trabajadores de la comunidad local.

"La mención a Teodosio en la inscripción y su presunta ubicación en la entrada del recinto proporciona pistas de que esta edificación se usó como una iglesia en lugar de como un monasterio, ya que da la bienvenida claramente a los feligreses a que acceden al mismo en lugar de hacerlo a un entorno cerrado como una comunidad monástica", dijo Atrash.

DiSegni señaló en el comunicado de prensa de la IAA: “La inscripción saluda a los que entran y los bendice. Por lo tanto, está claro que el edificio era una iglesia y no un monasterio: las iglesias saludaban a los creyentes a su entrada, mientras que los monasterios tendían a no hacerlo".

Atrash explicó, además, que Teodosio alentó la construcción de iglesias en su región y la mención a su nombre apunta a una donación financiera desde su sede en Beit She'an, el centro de la vida religiosa y la capital de la Palaestina Secunda, una provincia bizantina establecida en 390 d.C. hasta la invasión musulmana de alrededor del 636 d.C.

Fuente: timesofisrael.com | 20 de enero de 2021

Hallan un espectacular tesoro de 7.000 monedas romanas y medievales en una granja húngara

La colección recogida del terreno. Ferenczy Múzeumi Centrum.

Bajo la tierra de Újlengyel, una pequeña localidad ubicada a escasos 50 kilómetros de Budapest, un grupo de arqueólogos ha hallado hasta 7.000 antiguas monedas que fueron enterradas en el siglo XVI. Este gran tesoro húngaro se encontraba escondido en una granja moderna e inmediatamente ha sido trasladado para el estudio y datación de los metales.

Tras el análisis del Ferenczy Museum Center, el recuento de las monedas equivale a alrededor de 7.000 monedas de plata y solo cuatro de oro y se estima que todas ellas fueron enterradas alrededor del año 1520. Tal y como explica la revista Science, con toda esta fortuna se podría haber comprado en aquella época hasta siete caballos y un "automóvil de lujo" en 2021.

Una gran cantidad de dinero medieval salió del pozo de 1 metro por 1 metro y en sus alrededores. Ferenczy Museum Center.

En este sentido, los investigadores especulan sobre su enterramiento. ¿Quién lo llevó a cabo y por qué? Durante el siglo XVI, el por entonces Reino de Hungría vivía una época convulsa llena de tensiones con sus vecinos. Las tierras estaban constantemente amenazadas por un poderoso Imperio otomano que acechaba desde el sur.

De hecho, es en 1526 cuando, a 170 kilómetros de la capital húngara, tuvo lugar una de las grandes batallas que supuso la derrota del ejército húngaro liderado por el joven rey Luis II de Hungría, a manos del ejército otomano, al mando del sultán Solimán el Magnífico. De esta forma, el tesoro podría haber sido escondido para que no cayera en manos del enemigo. "Los tesoros de esta magnitud relacionados con la devastación turca tras la batalla de Mohács son raros en Hungría", ha comunicado el Ferenczy Museum Center.

El recipiente en el cual se han encontrado las monedas. Ferenczy Museum Center

De Roma a Hungría

Este hallazgo no es el primero que se realiza en la zona. Ya en 2019, los arqueólogos encontraron 150 monedas antiguas y decidieron iniciar una serie de excavaciones lideradas por Balázs Nagy, el numismático o experto en monedas del Museo.

La hipótesis de que aquella localidad albergara más monedas se cumplió y ha emergido un pequeño recipiente partido por la mitad. Dentro de esta recién descubierta colección se encuentran metales que comprenden desde el Imperio Romano hasta el siglo XVI.

La moneda más antigua es un denario de plata del emperador Lucio Vero, quien gobernó el Imperio desde el 161 de nuestra era hasta el 169. Las más modernas, por otra parte, pertenecen al periodo de regencia de Luis II, quien reinó en Hungría y Bohemia del 1516 al 1526.

En cuanto a las monedas de oro, las cuales estaban ocultas bajo una tela, se emitieron durante el reinado de Matías I, rey de Hungría de 1458 a 1490. En resumen, el tesoro alberga metales emitidos por distintos gobernantes de los siglos XV y XVI, así como una extraña y única moneda emitida por el Papa Pío II. Para conocer más a fondo el origen de este tesoro encontrado cerca de Budapest y hallar otros posibles los investigadores planean seguir excavando en la zona.

Fuentes: elespañol.com | blikk.hu | 20 de enero de 2021

Un equipo del CENIEH publica nuevos datos sobre los ecosistemas del centro de la península en el Cuaternario

Excavación en la Cata Sumidero de la Cueva de Torrejones durante la campaña de 2017 / A. PABLOS

Adrián Pablos (izquierda) y Nohemi Sala, investigadores del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) lideran el equipo que ha publicado recientemente en las revistas Quaternary Science Reviews y Radiocarbon sendos estudios sobre la Cueva de los Torrejones, un yacimiento clásico situado en la localidad de Tamajón (Guadalajara), que aportan nuevos datos sobre los ecosistemas del centro de la península en el Cuaternario, región con escaso registro arqueo-paleontológico.

Los resultados obtenidos han permitido la detección de, al menos, tres cronologías registradas en el yacimiento. El episodio más antiguo corresponde al periodo comprendido hace entre 70.000 y 90.000 años (entre los denominados Estadios Isotópicos Marinos MIS-5 y MIS-4), en el que la cueva fue utilizada como guarida de carnívoros. Las condiciones inferidas en este periodo apuntan a un clima templado y húmedo con un rico y variado ecosistema habitado por hienas, leopardos, rinocerontes y tortugas entre otros animales vertebrados.

El segundo episodio está representado por una asociación faunística fechada en unos 30.0000 años de antigüedad, y es indicativo de condiciones ambientales más frías y áridas, compatibles con el enfriamiento detectado previamente en el centro peninsular en el Estadio Isotópico Marino MIS-3.

Hueso del tobillo (navicular) datado en 5.000 años de antigüedad del cual se ha obtenido información genética de ADN mitocondrial / A.PABLOS-

El último episodio corresponde al Calcolítico, datado aproximadamente entre 4.500 y 5.000 años, un periodo en el que los humanos utilizaron la cavidad para acumular reiteradamente los cadáveres de sus difuntos. El análisis de ADN mitocondrial de un hueso del tobillo de un humano datado directamente en 5.000 años de antigüedad, ha permitido asignarlo al haplogrupo K, un grupo originario de Próximo Oriente que se desplazó hacia Europa occidental en el Neolítico.

La información que brindan los yacimientos paleontológicos es valiosa para descifrar las condiciones climáticas y ambientales representadas en cada uno de los yacimientos o estratos, como si se tratase de una fotografía, de cada momento preservado.

«Cuantas más fotografías tengas, mayor resolución cronológica se puede llegar a obtener, pudiendo reconstruir los cambios significativos en las condiciones climáticas y ecológicas a lo largo del tiempo, y averiguar cómo estas condiciones pudieron influir en las especies que habitaron esos ecosistemas, incluidos los humanos», explica Nohemi Sala (derecha).

Desde 2017

El equipo liderado por los investigadores del CENIEH retomó en el año 2017 los trabajos de excavación en esta cueva descubierta en los años 90 del siglo pasado, con financiación de la Junta de Comunidades de Castilla la Mancha, el CENIEH y ERC MULTIPALEOIBERIA, y la colaboración de GE Abismo y el Ayuntamiento de Tamajón.

«Las nuevas metodologías analíticas de excavación y estudio de restos nos permiten precisar las interpretaciones obtenidas, y durante los próximos años, seguiremos excavando yacimientos en la zona de Tamajón para poder completar las páginas en blanco del registro arqueo-paleontológico de esta inhóspita región», declara Nohemi Sala.

Los investigadores de este equipo proceden de instituciones españolas: Universidad Complutense de Madrid, Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos; Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES); Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU); Universidad de Oviedo; Sociedad de Ciencias Aranzadi; Universidad de Alcalá; Universidad de Zaragoza; Aragosaurus; IUCa e Instituto Geológico y Minero de España (IGME), así como de instituciones alemanas: Max Plank Institute. y Universität Tübingen.

Fuente: cenieh.es | 14 de enero de 2021

Dos músicos a la búsqueda de los sonidos de la prehistoria

Los músicos Kuan Yin (izquierda) y Yerko Lorca, han juntado investigación arqueológica y conocimiento musical para recrear instrumentos y melodías de hace miles de años.

Los que trabajan con la historia – arqueólogos, investigadores, estudiosos, profesores, historiadores, periodistas – son perfectamente conscientes de la relevancia que puede tener el más mínimo conocimiento sobre nuestro pasado, por nimio que parezca. Cada detalle nos puede ayudar a entender cómo hablaban, qué comían, cómo vestían y qué deseaban nuestros antepasados. Las manifestaciones artísticas son uno de los grandes enigmas de la historia.

Más allá de las figuritas prehistóricas o las pinturas rupestres, los vestigios culturales del pasado se antojan más bien escasos. Pero, ¿qué ocurre con la música? Se han conservado varias piezas musicales antiguas registradas sobre papiro, papel, piedra y arcilla. Conocemos la letra de las canciones; incluso en algunos casos formidables se han conservado hasta las partituras – si de partituras se puede hablar considerando que tienen 2.000 años de antigüedad–, pero continúa siendo muy complicado saber cómo sonaban exactamente.

Dos músicos, el catalán Yerko Lorca y la taiwanesa Kuan Yin (izquierda) son de los poquísimos artistas en el mundo que intentan responder a estas preguntas. Desde 2015 este dúo internacional cruza hallazgos arqueológicos y música para revivir melodías de Europa, África y Asia. “Todo empezó en diciembre de 2008 – cuenta Lorca – cuando decidí viajar a Mali para aprender a tocar la kora, un instrumento de cuerdas africano perteneciente a la familia de las arpas de arco. Allí me di cuenta de que este instrumento no es de músicos, sino de narradores de historias”.

Lorca llegó a la conclusión que aprender a tocar la kora sin meterse de lleno en la cultura de África Occidental carecía de sentido, pues le estaba restando al instrumento su esencia de vehículo de historias. De la mano de Djeliba Baba, un narrador de historias profesional, el músico empezó a estudiar la cultura, la historia, los poemas de la parte oeste del continente africano.

“Al cabo de unos años me di cuenta de que quería emplear todas las herramientas adquiridas en este proceso para investigar sobre la música en el Mediterráneo”, explica Lorca, quien se dirigió hacia Grecia para empezar sus nuevas investigaciones. Allí entró en contacto con una empresa familiar de lutieres que, desde muchas generaciones, recreaba instrumentos antiguos. Lorca les encargó que construyeran para él una lira clásica griega tipo chelis de doce cuerdas pero, aún así, recuperar los sonidos de la Grecia clásica seguía siendo todo un reto.

Yerko Lorca con su Lira de la Estela de Luna. Es el único ejemplar en el mundo de la lira de la Estela de Luna de quince cuerdas. Foto: Mònica Prats

LA MÚSICA EN LA IBERIA ANTIGUA

El deseo de tocar melodías acordes al tiempo del instrumento que acababa de tener entre manos llevó a Lorca a seguir investigando sobre la música en el Mediterráneo. Así entró en contacto con el musicólogo Ángel Román Ramírez (izquierda), autor del libro La música en la Iberia Antigua:de Tarteso a Hispania. Fue él quien le hizo escuchar por primera vez la adaptación musical del texto de los bronces de Botorrita, una serie de cuatro planchas de bronce del siglo I a.C. encontradas en la actual Botorrita, cerca de Zaragoza.

El texto, escrito en celtíbero y aún por descifrar, fue transliterado por J. Ramón Rivera; la música es obra de Ángel Román. Así, las palabras grabadas en el bronce hace 2.000 años volvieron a recobrar vida en forma de canción: ULDIA UIR AS KUM MEL, cuyas palabras, extraídas del Bronce III, según las interpretaciones, serían una oración para un sacrificio.

LA LIRA DE LA ESTELA DE LUNA

Ángel Román Ramírez interpretaba esta melodía tocando una lira inspirada en la Estela de Luna (derecha), conocida también como Lira tartésica.

La Estela de Luna es una estela funeraria de la edad del bronce de 1,30 m de altura, datada entre 1250 y 750 a.C., procedente de Tiña o Tiñica del Royo en Luna, Aragón. En la cara anterior de la estela antropomorfa manos expertas grabaron hace siglos el dibujo de una lira de 15 cuerdas parecida a la lira homérica (phorminx), uno de los instrumentos musicales de cuerda de la Grecia clásica.

Román Ramírez disponía de una lira parecida, pero con nueve cuerdas. Yerko Lorca, en cambio, decidió recrear la lira tal y como está representada en la estela, con las quince cuerdas: “Fue un trabajo conjunto: Ángel, los lutiers y otros investigadores colaboraron y, siguiendo mis indicaciones, conseguimos recrear un modelo diferente a todos los anteriores, más grande y único al mundo”, explica Lorca, quien tuvo que desarrollar una técnica propia para tocar un instrumento cuya memoria se había perdido en el transcurso de los siglos.

Después de años de práctica, Lorca empezó a aplicar a este instrumento de origen mediterráneo, que probablemente también tuvo influencias fenicias, conceptos de la kora africana: “fue entonces que se obró la magia y que finalmente el sonido parecía acorde con el instrumento que tenía entre manos”, afirma el músico.

EL EPITAFIO DE SEIKILOS

La pieza que tal vez sea la mejor síntesis del trabajo de Lorca de estos años, que desde 2015 es acompañado por su pareja de vida y trabajo Kuan Yin, es sin duda el Epitafio de Seikilos (izquierda), considerado como la canción completa más antigua conservada hasta nuestros días. Datado alrededor del siglo I d.C. y grabado en una estela de mármol que un tal Seikilos había hecho construir para su esposa Euterpe en Trales, a unos 30 kilómetros de Éfeso, el epitafio es un himno a la vida: Mientras vivas, brilla, / nunca sientas pena. / La vida dura muy poco / y el tiempo demanda su tributo.

“Lo más importante de esta melodía es que su mensaje es igual de actual ahora que hace 2.000 años”, explica Kuan Yin, quien junto con Lorca hace revivir esta melodía al son del tar, un tambor de marco cuyo diámetro es superior a su profundidad. Como Lorca, ella también ha empezado a tocar instrumentos por su connotación histórica. El tambor de marco aparece en diferentes culturas de todo el mundo, que no tenían contacto entre ellas. Es uno de los instrumentos de percusión más antiguos y aparece inciso, pintado, de diferentes tamaños. Y casi siempre, aparece tocado por una mujer. “Puede verse en cantidad de rituales y ceremonias. Se le atribuía a la mujer estar conectada entre el mundo espiritual y el de los vivos por el hecho de poder concebir vida”, explica Kuan Yin.

Al ser una melodía hallada en una estela funeraria, normalmente se atribuye al Epitafio de Seikilos una connotación triste. “Nosotros lo cantamos con las mismas notas, pero con alegría y simplicidad, e invitamos al público a cantarla en griego antiguo”, explica Lorca. Su versión es un arreglo de la melodía original, es decir que Lorca y Kuan Yin tocan una versión con un añadido, una nota en la parte final que les permite hacer el tema más personal y, en su opinión, que una música de hace 2.000 años, creada por otra cultura, conecte de lleno con la humanidad de nuestro tiempo.

TRIBUS ABORÍGENES DE TAIWAN

En su último proyecto, sin embargo, han salido del Mediterráneo. Esta pareja de artistas ha viajado en la distancia y en el tiempo hasta Taiwan, donde unos recientes descubrimientos han llevado a identificar yacimientos aborígenes de hace 3.000 años. En la parte sudoriental de la isla se han encontrado unos monolitos que probablemente servían de pilares para las viviendas de las tribus que habitaron la isla. “Según parece, en los agujeros de la parte superior de los monolitos, entraban las vigas que sujetaban el techo”, cuenta Kuan Yin. En el Sitio de Peinan se conservan los restos del asentamiento antiguo más abundante del este de Asia, y sin embargo los habitantes de Taiwán desconocen esta realidad.

Por ello el National Museum of Prehistory de Taiwán, responsable de las excavaciones, decidió dar un paso hacia la ficción: contrataron un novelista para que creara una historia de fantasía basada en la cultura Peinan para dar a conocer el pasado de la isla de una forma más popular. Yerko Lorca y Kuan Yin, financiados por el mismo museo, se han encargado de crear una melodía que, basándose en los descubrimientos del yacimiento, consiguiera llevar al oyente a la Taiwan de hace 3.000 años.

Nunca sabremos a ciencia cierta cómo sonaban esas melodías, pues muchos factores se han perdido en el camino. Sin embargo el mero hecho de poder recordar y soñar con esas canciones milenarias ideadas, pensadas y tocadas por nuestros antepasados quizá ya es el mejor regalo con el que puede fantasear cualquier amante de la historia.

Fuente: nationalgeographic.es| 15 de enero de 2021