Hallan cerca de Sicilia restos de la batalla naval que decidió la Primera Guerra Púnica

Uno de los arietes recuperados durante la campaña del Proyecto Batalla de las islas Egadas 2021 - Fundación Náutica RPM

Hace más de 2.200 años la flota romana al mando de Cayo Lutacio Cátulo derrotó a la cartaginesa dirigida por Hannón el Grande en la batalla naval de las islas Egadas. Los autores antiguos relatan que cientos de barcos chocaron entre sí aquel 10 de marzo del 241 a. C. frente a la costa occidental de Sicilia, entre las islas Egadas de Favignana, Levanzo y Marettimo. La victoria proporcionó a Roma el control de Sicilia y del Mediterráneo central y fue decisiva para el final de la Primera Guerra Púnica.

De aquel enfrentamiento, que condujo al fin de 23 años de guerra ininterrumpida, cada vez se conocen más detalles gracias al trabajo que desde hace más de una década realizan arqueólogos subacuáticos en el sitio identificado por primera vez por el arqueólogo -ya fallecido- Sebastiano Tusa (izquierda) y su equipo en 2005, y cuyas pesquisas, desde entonces, se han saldado con la documentación de una veintena de pecios, anclas y tres excepcionales cascos de tipo Montefortino.

En la última campaña de excavaciones del pasado mes de agosto han descubierto dos arietes de bronce para buques de guerra, que se suman a los otros 23 hallados hasta la fecha, y han recuperado cuatro más. Eran piezas de hierro, de unos 200 kilos, que contaban con unas hojas afiladas de 60 centímetros de ancho diseñadas para perforar y quebrar los cascos de madera de los navíos rivales. Se las llamaban rostra en latín (rostrum en singular).

Según señala la Fundación Náutica RPM en una nota, antes de que comenzaran estas investigaciones solo se conocían dos arietes. Estas armas navales se encuentran entre los artefactos más raros del antiguo Mediterráneo que han llegado hasta nuestros días.

Los arqueólogos han encontrado además docenas de balas de plomo de honderos, utilizadas como proyectiles letales en combate, así como varios cascos y mejillas de bronce y monedas romanas y griegas.

Pecios, espolones, cascos... Los hallazgos de la batalla que hizo de Roma la gran potencia naval.

Un barco con ánforas de la península ibérica

En la misma zona, se localizó también un barco mercante naufragado que transportaba alrededor de 1500 ánforas que contenían la famosa salsa denominada garum, y eran producidas en las provincias romanas de Lusitania y Bética (ambas en la península bérica) que data de la primera mitad del siglo IV d. C.

En la investigación arqueológica colabora la Soprintendenza del Mare Regione Siciliana, la Fundación Náutica RPM y la Sociedad para la Documentación de Sitios Sumergidos (SDSS). El trabajo de campo de este verano buscó delimitar el sitio hacia el norte y el este mediante el uso de un vehículo submarino autónomo que mapeó el fondo marino con un sonar de barrido lateral y la inspección de objetivos con un vehículo operado por control remoto desde el buque de investigación 'Hércules'.

El área de estudio se extiende a lo largo de 270 km2 y la concentración de la batalla principal en 12 km2, por lo que se han necesitado años para estudiarlo y documentarlo. «Junto con los resultados de años anteriores, los descubrimientos hechos este verano revelan aún más cómo fue esta antigua batalla naval, que hasta la fecha es, con mucho, la mejor documentada desde un punto de vista arqueológico», señaló Valeria Li Vigni (izquierda), directora de la Soprintendenza del Mare, la agencia gubernamental que supervisa el patrimonio cultural subacuático en Sicilia.

La Fundación Náutica RPM destaca que los arietes y las armaduras de bronce fueron el equipamiento tecnológico puntero de la época y proporcionan información sobre la capacidad militar de romanos y cartagineses a mediados del siglo III a.C. Según el arqueólogo subacuático Peter Campbell (derecha), profesor en la Universidad Cranfield (Reino Unido), «los descubrimientos de esta temporada brindan un vistazo poco común a la vida y la muerte durante el siglo III a. C.». Además, «reflejan el valor de la investigación colaborativa cuando se trabaja en un entorno desafiante de gran profundidad y un sitio de esta enorme escala».

Las investigaciones continuarán en 2022. James Goold (izquierda), presidente de la Fundación Náutica RPM subrayó que «después de 16 años, el sitio continúa expandiéndose» y añadió: «Podemos estar seguros de que se descubrirán aspectos importantes de la batalla en temporadas futuras a medida que continúe el proyecto».

Fuentes: abc.es | elespanol.com | 20 de septiembre de 2021

Los primeros grupos de 'Homo sapiens' que se establecieron en Europa se enfrentaron climas subárticos

Las excavaciones actuales en la cueva de Bacho Kiro (Bulgaria), de la temporada 2021, están desenterrando nuevos artefactos de las ocupaciones neandertales del Paleolítico Medio. La capa inicial del Paleolítico Superior I puede verse como una banda oscura en el perfil de los sedimentos. Los arqueólogos usan máscaras y guantes para minimizar la contaminación de las muestras que se toman regularmente para análisis moleculares. © MPI-EVA / Tsenka Tsanova.

Mediante el análisis de isótopos estables de oxígeno en el esmalte dental de animales sacrificados por grupos humanos en la cueva de Bacho Kiro, Bulgaria, investigadores del Instituto Max Planck, en Leipzig, Alemania, muestran que dichos grupos humanos, pertenecientes a una ola temprana de dispersión en Europa, se enfrentaron a condiciones climáticas muy frías entre hace unos 46.000 y 43.000 años. Los restos arqueológicos de la cueva de Bacho Kiro representan actualmente los restos más antiguos conocidos del Homo sapiens del Paleolítico superior en Europa y, por lo tanto, abren una ventana única al momento en que nuestra especie comenzó a salir de la zona del Levante y establecerse en las latitudes medias de Eurasia como parte de un fenómeno arqueológico llamado Paleolítico Superior Inicial.

La cueva de Bacho Kiro se encuentra en un valle kárstico en el centro norte de Bulgaria, con pequeños arroyos que pasan cerca de la entrada de la cueva. (Crédito: Sarah Pederzani, MPI-EVA Leipzig, Licencia: CC-BY-SA 2.0)

El proceso de cómo nuestra especie se dispersó en nuevos entornos en ese momento representa un importante punto de inflexión evolutivo que finalmente llevó a que el Homo sapiens poblara todos los continentes y una gran diversidad de zonas climáticas y entornos. Los mecanismos que facilitaron las olas iniciales de expansión siguen siendo objeto de debate, y, en este sentido, la mayoría de los modelos basados ​​en la correlación de sitios arqueológicos con archivos climáticos espacialmente distantes han indicado hasta ahora que los grupos humanos dependían de condiciones climáticas más cálidas para extenderse a nuevos entornos más septentrionales.

A través de las evidencias de las capas arqueológicas de la cueva de Bacho Kiro, el equipo del Instituto Max Planck pudo demostrar que los humanos estuvieron soportando condiciones climáticas muy frías, similares a las típicas del norte de Escandinavia actual, durante varios miles de años.

"Nuestra evidencia muestra que estos grupos humanos eran más flexibles respecto a los entornos en los que se movían y más adaptables a diferentes condiciones climáticas de lo que se pensaba", dice la autora principal Sarah Pederzani (izquierda), investigadora del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y de la Universidad de Aberdeen. Jean-Jacques Hublin (derecha), director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck, añade: "Con estos nuevos conocimientos, ahora será necesario construir nuevos modelos de la propagación de nuestra especie en Eurasia".

Los dientes de caballo de corona alta, como el que se muestra aquí, recuperado de las capas inferiores de la secuencia de la cueva de Bacho Kiro, se analizaron para determinar la composición isotópica de oxígeno del esmalte dental a fin de reconstruir las temperaturas estacionales durante la vida del animal. © MPI-EVA / Sarah Pederzani.

Materiales arqueológicos de la cueva de Bacho Kiro en Bulgaria

El análisis de materiales arqueológicos, como los restos de herbívoros masacrados por los humanos, permitió generar datos climáticos al equipo de investigación sobre paleoclimas dirigido por Pederzani y Kate Britton (izquierda), también investigadora del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y de la Universidad de Aberdeen, y pudo establecer un registro muy sólido de las condiciones climáticas locales que se relacionan específicamente con los tiempos en que los humanos habitaban la cueva de Bacho Kiro.

"Esta técnica permite una asignación más segura del contexto climático local en comparación con la correlación cronológica más comúnmente utilizada entre los datos arqueológicos y los archivos climáticos de diferentes localidades que formaron la base de gran parte de la investigación existente sobre la adaptabilidad climática humana; realmente nos da una idea de cómo era la vida 'en el suelo'", dice Britton. "Sin embargo, debido a la naturaleza lenta del análisis y a la disponibilidad de restos de animales particulares, los estudios de isótopos de oxígeno u otras formas de generar datos climáticos directamente de sitios arqueológicos siguen siendo escasos durante el período de tiempo en que el Homo sapiens se extendió originalmente por Eurasia", agrega Pederzani. De hecho, este estudio de Max Planck es el primero realizado en el contexto del Paleolítico Superior Inicial y, por lo tanto, puede arrojar resultados tan sorprendentes.

Las muestras de esmalte de dientes de animales se procesan en un laboratorio de química húmeda para aislar compuestos que contienen oxígeno y realizar el análisis de isótopos estables que arroja información climática. Aquí se puede ver al autor principal de este estudio agregando ácido a las muestras para que se disuelvan. Como este proceso implica el uso de sustancias peligrosas, los científicos de laboratorio usan equipos de protección como guantes, delantales y protectores faciales. © MPI-EVA

Registro altamente resuelto de temperaturas pasadas que abarcan más de 7.000 años

Pederzani pasó un año realizando trabajos de laboratorio, como la perforación de series de pequeñas muestras de los dientes de los animales a través de la preparación química húmeda y la espectrometría de masas de relación de isótopos estables, a fin de obtener todos los datos necesarios. "A través de este análisis intensivo en el tiempo, y que incluyó un total de 179 muestras, fue posible obtener un registro muy resuelto de temperaturas del pasado, tanto del verano como del invierno, y estimaciones de la temperatura media anual de las ocupaciones humanas que abarcan más de 7.000 años", dice Pederzani.

Los datos climáticos se generaron a partir de proporciones de isótopos estables de oxígeno del esmalte dental de animales utilizando un analizador elemental de alta temperatura (TC / EA) conectado a un espectrómetro de masas de proporción de isótopos (IRMS) en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva. (Crédito: MPI-EVA Leipzig, Licencia: CC-BY-SA 2.0)

Las excavaciones renovadas en la cueva de Bacho Kiro, realizadas por un equipo internacional dirigido por los investigadores de Max Planck, Jean-Jacques Hublin, Tsenka Tsanova y Shannon McPherron, y Nikolay Sirakov, del Instituto Nacional de Arqueología con Museo en la Academia de Ciencias de Bulgaria, en Sofía, Bulgaria, desde 2015, han arrojado un rico registro arqueológico de la actividad humana en la cueva que representan la aparición más antigua conocida del Homo sapiens del Paleolítico superior en Europa. Los depósitos en la parte inferior de la cueva contenían una gran cantidad de huesos de animales, herramientas de piedra, colgantes e incluso fósiles humanos y han formado la base del estudio climático publicado en Science Advances.

Fuente: Instituto Max Planck | 22 de septiembre de 2021

Encuentran un nuevo edificio en la opulenta villa romana de Noheda (Cuenca)

El rector de la Universidad de Castilla la Mancha visita las excavaciones en compañía de Miguel Ángel Valero (en la zanja). Foto: Universidad de Castilla la Mancha

La campaña llevada a cabo durante el pasado mes de agosto en el sitio arqueológico de Noheda, en Villar de Domingo García (Cuenca), ha sacado a la luz una nueva estructura hallada junto al ya excavado triclinio. Presenta una planta cruciforme y cubre una superficie de 800 m2, con muros de metro y medio de grosor por dos de alto levantados con hiladas de bloques de piedra.

A la espera de empezar a excavar este ámbito en profundidad, Miguel Ángel Valero (izquierda) no aventura cuál podría ser su uso, aunque se ha sorprendido ante el excepcional estado de conservación de las paredes, algo sin precedentes en el yacimiento.

55 AÑOS DESPUÉS

Aunque el yacimiento ya se conocía desde el 1966 no fue hasta los ochenta que apareció en el radar de los arqueólogos, cuando el propietario dio con parte de un mosaico romano en el curso de unos trabajos agrícolas. Todo apuntaba a que se encontraban delante de una lujosa villa, pero los trabajos de recuperación no empezaron hasta el 2005, cuando salió a la luz un espectacular hallazgo que asombró a todos.

Tras el descubrimiento del pavimento los arqueólogos procedieron a su restauración, eliminando rápidamente las concreciones de cal y volviendo a pegar las teselas que se habían soltado. Foto: José Latova

Los arqueólogos desenterraron un hermoso mosaico que cubría la superficie de una gran sala de 290 m2 interpretada como un triclinio o comedor. El pavimento se dividía en seis registros en los que se representaba el mito de Paris, el de Pélope e Hipodamía, dos grupos de actores y músicos, deportistas, un cortejo dionisíaco y un conjunto de animales y pescadores rodeando un estanque central.

Tras fechar los restos, se determinó que la villa había sido construida en el siglo IV de nuestra era, época en la que los potentados abandonaban las ciudades para establecerse con todo lujo en el campo durante la decadencia del Imperio Romano.

En esta teatral escena un grupo de músicos acompaña la interpretación de los actores (a la derecha). Foto: José Latova

Precursoras de los castillos feudales, estas mansiones se convirtieron en lujosas residencias rodeadas de viviendas para los trabajadores y zonas de procesamiento y almacenamiento de productos agrícolas. Al mismo tiempo las villas se establecían siempre cerca del agua y entre campos de cultivo, para que fueran autosuficientes en unos tiempos convulsos marcados por la crisis y las invasiones bárbaras.

Los mosaicos más espectaculares se han encontrado dentro del comedor de la villa. En sentido horario desde arriba: actuación de un grupo de mimos, procesión báquica (derecha), juicio de Paris y rapto de Helena (izquierda), otro grupo de actores y finalmente Pélope e Hipodamía. Foto: José Latova

El triclinio y sus estructuras asociadas. Hasta ahora solo se han excavado tres áreas inconexas de la villa, pero las campañas futuras desvelarán por fin la relación que hay entre ellas. Foto: Miguel Ángel Valero Tévar

UN YACIMIENTO DE REFERENCIA

Tras el descubrimiento del impresionante mosaico, la villa se convirtió en el yacimiento romano más famoso de Cuenca, atrayendo la atención tanto de instituciones académicas como de la administración.

Estudiantes manchegos trabajando en el muro durante la campaña de verano. Foto: Miguel Ángel Valero Tévar

Así, pues, se acordó que la Consejería de Cultura correría con los gastos a cambio de que los estudiantes de arqueología de la Universidad de Castilla la Mancha pudieran hacer prácticas en el lugar. Las campañas arqueológicas se han sucedido año tras año, desenterrando gran parte de la villa y empezando a explorar los edificios del poblado que la rodeaba.

Junto a las áreas residenciales se encontraron numerosas zonas relacionadas con la explotación agrícola como estos silos de grano. Foto: Miguel Ángel Valero Tévar

Además la campaña de este año cuenta con un nuevo cuadro de especialistas que están analizando los restos vegetales recuperados para conocer que tipo de plantas y cultivos había en la zona, y así poder comprender mejor las tareas realizadas por los habitantes de la villa.

Con la mayoría del yacimiento todavía bajo tierra Valero lo ha equiparado a un iceberg arqueológico. Foto: Miguel Ángel Valero Tévar

Pese a los considerables progresos realizados en los últimos 16 años, gran parte del yacimiento permanece todavía bajo tierra. Los arqueólogos esperan descubrir en futuras campañas el resto de la villa junto con su poblado, y quizás encontrar nuevos mosaicos que maravillen a turistas y estudiosos.

Fuente: nationalgeographic.com.es | 17 de diciembre de 2021

Así vivían los neandertales costeros y la megafauna en Doñana, su último refugio europeo

Rastro de tres pasos de un adulto neandertal hallado en Matalascañas (Huelva), en la misma superficie que un conjunto de huellas de elefantes de colmillos rectos, algunos neonatos. JOSÉ MARÍA GALÁN

Doñana hace 106.000 años. El sol empieza a iluminar una inmensa playa (llegó a tener hasta seis kilómetros de anchura) y un pequeño grupo de neandertales aprovecha las primeras horas de luz para seguir el rastro de una manada de elefantes de colmillos rectos (Palaeoloxodon antiquus), la última especie de estos grandes paquidermos que habitó en el sur de la Europa continental. La senda ha sido recorrida por lobos, ciervos, jabalíes (Sus scrofa scrofa) de hasta 300 kilos de peso y uros (Bos primigenius primigenius), el antecesor salvaje de los bovinos domésticos que llegó a medir dos metros de altura hasta la cruz en el caso de los machos. Los herbívoros buscan agua y pastos en las zonas de laguna, entre las dunas, que aún no se han conformado como los acantilados actuales en el área, conocida como el Asperillo. Los neandertales y los lobos buscan presas, carroña y también agua. En la zona no hay cuevas. Nunca las ha habido. Todos sobreviven a la intemperie. Una serie de estudios sobre las huellas fosilizadas descubiertas en Matalascañas (Almonte-Huelva), junto a Doñana, permite reconstruir la vida de los neandertales y de varias especies de megafauna europea. El último, publicado este jueves en Scientific Reports, del grupo Nature, desvela la primera secuencia de huellas de un neandertal adulto y otras aisladas coetáneas a los rastros de hembras y crías de elefante de colmillos rectos en la zona.

(a) Entorno geográfico del área de estudio y su ubicación en la península ibérica. (b) Vista general de la 'Superficie Pisoteada de Matalascañas' expuesta efímeramente durante las marejadas ciclónicas de primavera de 2020 y generalmente cubierta por una gruesa capa de arena de playa. (c) Sección estratigráfica simplificada del Acantilado 'El Asperillo'

Fernando Muñiz (izquierda), icnólogo (que estudia las huellas o señales de actividad dejadas en los sedimentos o las rocas por organismos vivos), profesor de la Universidad de Sevilla y coautor de la serie de investigaciones, detalla los hallazgos más relevantes del último estudio: “Son el rastro claro de tres pasos de un adulto neandertal y un conjunto de huellas aisladas en la misma superficie donde aparecen los rastros de elefantes, algunos neonatos. Esta relación es muy importante”.

Estos neandertales no fueron ni los primeros (algunos estudios datan los restos más antiguos en Eurasia hace 400.000 años) ni los últimos, ya que la huella más reciente de esta especie, perteneciente a un adolescente de aproximadamente 1,30 metros de altura y hallada en una cantera de Gibraltar, es de hace 28.300 años. Sin embargo, la asociación de sus huellas con la fauna de la zona es clave para entender la vida de una singular colonia costera. Según el estudio, “la reconstrucción de la paleoecología de los homínidos es fundamental para comprender las dietas, las organizaciones sociales y las interacciones con otros animales”.

Estas huellas de neandertales de Matalascañas son coetáneas a otras 34 huellas de distintos rastros de elefantes de colmillos rectos. Algunas reflejan el paso de dos hembras que caminaban juntas tras alguna cría más lenta. De los ejemplares más jóvenes se han hallado pisadas y sucesiones de estas que se corresponden con neonatos y crías de corta edad, que pesaban entre 70 y 200 kilos, y otras de adolescentes de entre 8 y 15 años. También hay huellas aisladas de machos, de hasta 50 centímetros de longitud, que indican la presencia de ejemplares gigantes que pesaban hasta siete toneladas.

Huellas de elefante de colmillos rectos de hace 106.000 años halladas en Matalascañas (Huelva). PAULA GÓMEZ

La presencia de estas huellas demuestra que el pasto y las reservas de agua dulce de la zona fueron propicias para la reproducción de los elefantes, cuyas crías tienen menos capacidad para viajar largas distancias en busca de estos recursos. Y ello, según Muñiz y Carlos Neto de Carvalho (derecha), geólogo, paleontólogo e investigador portugués, pudo ser fundamental para la presencia de neandertales, pues hay referencias de que estos encontraban en los elefantes más jóvenes y en las debilitadas hembras parturientas presas más fáciles y “una fuente muy rica de proteínas”, sin descartar el recurso de la carroña de los ejemplares muertos al nacer o de madres fallecidas en el parto.

Esta abundancia de recursos y el clima benigno, similar al actual, mientras en el resto de Europa se sobrevivía en ambientes gélidos, hizo que los neandertales se asentaran en la zona, pese a la ausencia de abrigos rocosos. Joaquín Rodríguez Vidal (izquierda), catedrático de Geodinámica y Geomorfología de la Universidad de Huelva, también coautor de los estudios de la zona, explica: “Es importante resaltar que este es un yacimiento en zona costera donde no tenían más remedio que vivir al aire libre. Es y era un paisaje abierto porque, geológicamente, en el entorno de Doñana nunca han existido afloramientos rocosos ni formaciones cercanas con cuevas, como en el Guadalete (Cádiz) o Gibraltar, donde sí se han hallado muchos restos de industria musteriense [término relacionado con el abrigo rocoso de Le Moustier (Francia) y que da nombre a la elaboración de herramientas en el Paleolítico medio]”.

En cualquier caso, la existencia de rastros de huellas de neandertal confirmada por este equipo de investigadores y de la fauna asociada evidencian una presencia estable de homínidos en este entorno costero. El catedrático onubense considera que el conjunto de huellas distintas muestra el paso de varios individuos, aunque no cree que se tratara de un grupo numeroso. “No eran como los 'sapiens', que vivían en comunidades más grandes. Los neandertales solían formar grupos familiares y, posiblemente, esa fue una de las causas de su extinción, ya que tenían que mezclarse entre sí: la endogamia y vivir en un grupo reducido les aportaban menos ventajas”.

El investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada y director del ProyectORCE, Juan Manuel Jiménez Arenas (derecha) lo respalda en una investigación publicada en Quaternary Science Reviews y difundida por la institución académica: “Somos [Homo sapiens] una especie muy gregaria que debimos vivir en grupos relativamente grandes, posiblemente de más de 30 individuos. Esto nos daba una ventaja evolutiva importante para hacer frente, por un lado, a la endogamia (probablemente uno de los factores desencadenantes de la desaparición de los neandertales) y por otro a la presencia de depredadores. Asimismo, la cohesión social contribuiría a la supervivencia en un medio complejo y conflictivo”.

Huella de una cría recién nacida de elefante de colmillos rectos donde se aprecian las marcas de las uñas. PAULA GÓMEZ

Fuente: elpais.com | 16 de septiembre de 2021

Descubren 53 monedas romanas de oro en el fondo marino de Jávea (Alicante)

Monedas de oro de los siglos IV y V en el fondo marino del Portitxol de Xàbia. Universidad de Alicante.

El fondo marino de la isla del Portitxol de Jávea (Alicante) ha cobijado durante 1.500 años «uno de los mayores conjuntos de monedas romanas de oro hallados en España y en Europa», según han informado este martes fuentes de la Universidad de Alicante (UA).

Se trata de 53 sólidos romanos que, tras ser analizados por científicos del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH) de la Universidad de Alicante, se han datado dentro del periodo tardorromano, en concreto, entre finales del siglo IV o principios del V.

Su perfecto estado de conservación, que permite incluso leer las inscripciones, las identifica como monedas de los periodos de gobierno de los emperadores: Valentiniano I (3 monedas), Valentiniano II (7 monedas), Todosio I (15 monedas), Arcadi (17 monedas), Honorio (10 monedas) y una moneda sin identificar.

Fue el descubrimiento fortuito de ocho monedas por dos personas aficionadas al buceo en apnea, Luis Lens y César Gimeno, lo que activó el dispositivo que tiene la Dirección General de Cultura y Patrimonio para estos casos. A partir de ese momento, arqueólogos de la UA y los GEAS de la Guardia Civil, en colaboración con el Ayuntamiento de Jávea , realizaron una serie de inmersiones en la zona que han dado como resultado el hallazgo de las 53 monedas de oro y tres clavos -probablemente de cobre-, así como algunos restos de plomo muy deteriorados que, según todos los indicios, podrían pertenecer a un cofre.

«Se trata de uno de los mayores conjuntos de monedas romanas de oro hallados en España y en Europa», ha asegurado el responsable del equipo de arqueólogos subacuáticos de la UA que trabaja en el pecio, el catedrático de Historia Antigua, Jaime Molina.

Según Molina, «es un hallazgo excepcional a nivel arqueológico e histórico, puesto que su investigación puede ofrecer multitud de nueva información para comprender la fase final de la caída del Imperio Romano de Occidente».

Los historiadores apuntan a la «posibilidad de que las monedas pudieran haber sido ocultadas intencionalmente, en un contexto de saqueos como los que los alanos perpetraban en la zona en esa época».

Por ello, «el hallazgo serviría para ilustrar un momento histórico de extrema inseguridad con la violenta llegada a Hispania de los pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) y el definitivo final del Imperio Romano en la península ibérica a partir del 409 d.C.», ha indicado el experto.

Presentación de las monedas halladas en Xàbia. Universidad de Alicante

Las monedas serán restauradas por el Institut Valencià de Conservació, Restauració i Investigació (IVCR+i) y luego pasarán a ser expuestas en el Museo Arqueológico y Etnográfico Soler Blasco de Jávea, cumpliendo las condiciones expositivas y de seguridad, según ha explicado la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga en el acto de presentación del hallazgo.

En el mismo acto también han intervenido el alcalde de Jávea, José Chulvi; el vicerrector de Investigación de la UA, Juan Mora Pastor, y el jefe de la compañía de la Guardia Civil en Calp (Alicante), Jerónimo Pacheco, así como los dos buceadores que descubrieron las primeras monedas: Luis Lens y César Gimeno.

El vicerrector de Investigación de la UA ha puesto en valor los trabajos de prospección, documentación y fotogrametría llevados a cabo por el equipo científico de la Universidad de Alicante, en los que participan experimentados arqueólogos subacuáticos con una amplia trayectoria nacional e internacional. Liderados por el catedrático de Historia Antigua, Jaime Molina, cuenta además con la participación de José Antonio Moya, Jordi Blázquez y Alejandro Pérez, del Instituto Universitario de Arqueología y de Patrimonio Histórico (INAPH) de la UA.

Para seguir investigando la zona, la Generalitat ha habilitado un presupuesto de 17.800 euros para efectuar la excavación subacuática en la zona del hallazgo. La campaña correrá a cargo del equipo que actualmente dirige el Plan General de Investigación de arqueología subacuática ‘Prospecciones arqueológicas en el Portixol de Xàbia’, en el que participan tanto la UA como el Museu de Xàbia.

La bahía del Portitxol de Jávea es un área muy conocida por la abundancia de restos arqueológicos subacuáticos actualmente en proceso de estudio: anclas, cargamentos de ánforas, restos cerámicos de distintas épocas, material metálico y elementos asociados a la navegación antigua, entre otros vestigios, han podido ser rescatados hasta la fecha en las diferentes prospecciones arqueológicas impulsadas por el Ayuntamiento, la UA y la Generalitat desde 2019.

Fuente: Universidad de Alicante | xabiaaldia.com | 21 de septiembre de 2021

Una excavación de una sepultura hispano-visigoda en Ojo Guareña (Burgos) anticipa el culto cristiano en la zona

El CENIEH participa en la excavación de una tumba que acoge el esqueleto de un individuo adulto junto a la ermita burgalesa de San Tirso y San Bernabé. Este hallazgo anticipa en varios siglos a las evidencias conocidas hasta ahora respecto al inicio del culto cristiano asociado a este lugar emblemático.

Este verano se ha realizado la excavación de una tumba empotrada en la roca junto a la entrada principal a la ermita de San Tirso y San Bernabé situada en el complejo kárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva, Burgos), cuya estructura de lajas acoge el esqueleto de un individuo adulto, en posición decúbito supino, con la cabeza al oeste, remarcada con dos pequeños sillares calizos.

La actual excavación fue motivada por las nuevas cronologías aportadas por el proyecto de datación del Patrimonio Cultural del Complejo Kárstico de Ojo Guareña (2017-2021). Una de las fechas obtenidas en 2020 muestra una cronología de época hispano-visigoda relacionada con la transición entre finales del siglo VII y comienzos del VIII, mientras que los restos humanos del nivel inferior se relacionan con una fase de transición entre finales del siglo VIII y comienzos del siglo IX, de la Alta Edad Media.

“En ambos casos se anticipan en varios siglos a las evidencias conocidas hasta ahora respecto al inicio del culto cristiano asociado a este lugar emblemático”, afirma Ana Isabel Ortega, arqueóloga de la Fundación Atapuerca y del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH).

Los estudios antropológicos, entre los que destacan los análisis de los isótopos estables del hidrógeno, carbono y estroncio, junto a la datación de los restos, van a permitir profundizar en la vida de este personaje, que quizá pueda relacionarse con alguno de los primeros eremitas que buscaron en este idílico entorno un lugar en el que retirarse y vivir aislados, en unos siglos de gran inestabilidad vinculados a la llegada de los sarracenos, tal y como ocurre en numerosos lugares próximos al curso alto del río Ebro y sus afluentes entre el sur de la provincia de Cantabria, norte de Burgos, Álava y La Rioja.

Además de por Ana Isabel Ortega, el equipo de excavación ha estado formado por Pilar Fernández, Sofía de León y Raquel Lorenzo, restauradoras del CENIEH y Miguel Ángel Martín. Con ellos ha colaborado Aitor Fernández operario del Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva, así como los guías de la Cueva de San Bernabé, Clara López, Alberto Gómez y Eduardo Sainz Maza. También prestaron su apoyo Josu Riezu y Txus Riezu.

Una vez realizada la excavación y recuperados los restos humanos, estos serán consolidados y restaurados en el CENIEH. Posteriormente serán objeto de datación, estudios morfométricos y de paleopatologías, así como de isótopos en los que participarán Ana Belén Marín y Borja González, investigadores del Grupo de I+D+i EvoAdapta de la Universidad de Cantabria.

Enclave cumbre del cristianismo

La Cueva de San Bernabé, se convirtió en un lugar cumbre del cristianismo durante la Alta Edad Media, como centro religioso y de peregrinación, con la fundación de un templo dedicado a San Tirso y San Bernabé, en un proceso de apropiación de la antigua sacralidad pagana del enclave kárstico de las cuevas de Ojo Guareña, íntimamente ligado al proceso de formación del origen de Castilla.

El Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva y la Diputación Provincial de Burgos ha financiado esta excavación enmarcada en el proyecto de investigación Dataciones arqueológicas de Ojo Guareña, autorizado y patrocinado por la Junta de Castilla y León a través de un convenio de colaboración con la Fundación Atapuerca.

Fuente: cenieh.es | 13 de septiembre de 2021