Unos desgraciados sinvergüenzas vandalizan 'Las Sacerdotisas', una de las pinturas rupestres más emblemáticas de España

Foto: A la derecha, como han quedado las famosas pinturas rupestres de Los Órganos, en Despeñaperros. IDEAL.

'Las Sacerdotisas', las pinturas rupestres más emblemáticas del parque natural de Despeñaperros (Jaén) y una de las más importantes de España, han sido rociadas con espray de color rosa. El Ayuntamiento de la localidad jiennense de Santa Elena ha condenado, en redes sociales, el vandalismo y ha pedido la colaboración ciudadana para "intentar dar con quien ha cometido este terrible acto" contra una obra de arte declarada Patrimonio de la Humanidad.

La Junta de Andalucía también ha condenado "el atentado contra el patrimonio histórico que ha sufrido la pintura rupestre", y asegura que "actuará de emergencia para intentar recuperar su estado original con técnicos restauradores y arqueólogos". En este sentido, la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, ha explicado que este lunes se ha presentado formalmente la denuncia por los daños causados en las pinturas, un hecho que ha descrito como un "atentado" contra dicho patrimonio.

Detalle de una las figuras antropomorfas vandaliza con espray rosa.

El yacimiento neolítico donde se encuentran las pinturas está situado en el cerro de los Órganos, dentro de los límites del parque natural de Despeñaperros. Los motivos pintados en un aislamiento vertical de la roca a 1,50 metros del suelo son dos antropomorfos triangulares con tocado tipo oculado y un tercer bitriangular con las manos alzadas junto a un cérvido esquemático con una cornamenta de gran tamaño en rojo oscuro. Se trata de uno de los grupos más atractivos del arte esquemático y representa una danza ritual propiciatoria de la caza del ciervo.

Un grupo de senderistas que paseaba por la zona alertó al Ayuntamiento de Santa Elena del estado en el que se encontraban las pinturas rupestres, lo que motivó el pronunciamiento de las autoridades y que la Guardia Civil abriera una investigación para tratar de localizar al autor o autores de las pintadas. No es la primera vez que las pinturas rupestres de la zona sufren vandalismo, ya que, en 2014, las de la Cueva de los Escolares, también en Santa Elena, sufrieron graves destrozos al ser picadas con martillos para intentar llevárselas.

Foto: Pintadas vandálicas en el conjunto rupestre Vacas del Retamoso-Los Órganos en el Parque Natural de Despeñaperros de Jaén.

Paradigma del arte esquemático

Estos abrigos forman parte del conjunto de 69 yacimientos de arte rupestre prehistórico de los estilos levantino y esquemático situados en sierras de Jaén, Granada y Almería, que en 1998 fueron declaradas por la Unesco Patrimonio Mundial. Este estilo, el más extendido en Sierra Morena, era propio de las primeras culturas metalúrgicas, que representaron figuras humanas y de animales, mediante unos trazos que mostraban sus rasgos mínimos de identificación, en un abanico cronológico comprendido entre el VI y el II milenio a. C.

El paso de Despeñaperros es un territorio jalonado por la presencia de numerosos conjuntos de arte rupestre distribuidos a lo largo de la línea de fractura de la sierra, formando cinco núcleos que se localizan en las cabeceras de los ríos Guadalmena, Guadalén, Guarrizas, Despeñaperros y Rumblar. En ellos se han catalogado unos 50 yacimientos, con unos 115 abrigos o conjuntos, siendo el yacimiento de Vacas del Retamoso-Los Órganos el más destacado por la abundancia y variedad de sus representaciones.

Tal y como recuerda la Junta de Andalucía, el yacimiento rupestre de Vacas del Retamoso fue uno de los primeros que se incorporaron al catálogo de conjuntos con arte esquemático de la península ibérica. Su existencia fue constatada en 1913 por Henri Breuil, investigador del Instituto de Paleontología Humana de París.

Fuente: elconfidencial.com | 13 de diciembre de 2021

El gran misterio de la Dama de Elche: ¿fue reutilizada en una tumba tardorromana?

La Dama de Elche, en su vitrina del MAN en 2014. IPCE / Archivo Herrero

La Dama de Elche es un icono cultural, una pieza emblemática del patrimonio histórico español rodeada de magia y de numerosos misterios. Algunos interrogantes sobre la escultura íbera se han resuelto en los últimos años de forma científica, como su carácter de urna funeraria que contenía restos humanos incinerados. Pero los investigadores solo pueden dar respuesta a muchos otros, que arrancan desde el mismo día de su hallazgo, el 4 de agosto de 1897, con hipótesis y conjeturas. ¿Es realmente un busto? ¿Cuál fue su verdadero lugar de destino? ¿En qué momento y por qué fue trasladada de su contexto original? ¿A quién representa?

Jesús Moratalla Jávega (izquierda), doctor en Historia por la Universidad de Alicante y experto en el mundo íbero, ofrece en un estudio que se acaba de publicar en la revista Trabajos de Prehistoria una novedosa visión sobre la odisea de la Dama de Elche. Según el investigador, la escultura hallada en el yacimiento ilicitano de La Alcudia habría tenido una función prístina como urna funeraria con forma de dama en posición sedente que fue situada dentro de una tumba de cámara subterránea desde mediados del siglo V a.C., se redefinió física y simbólicamente en un momento y por unas circunstancias indeterminadas y fue utilizada, por último, posiblemente en época tardorromana, como mampuesto de una construcción por definir que la dejó oculta.

Los pivotes sobre los que descansa su planteamiento son dos. El primero de ellos es el relato del descubrimiento proporcionado en 1926 por Pedro Ibarra Ruiz, arqueólogo y notable historiador local que estuvo en el lugar del hallazgo al día siguiente de producirse. Según su descripción del contexto arqueológico —fue el primero en hacer un análisis preciso—, la Dama apareció en una tierra mezclada con cenizas y rodeada de piedras de construcción y fragmentos de tiestos íberos, en un estrato que hoy sería calificado de escombros de todo tipo.

Esta narración difiere de la clásica, la de Manuel Campello Esclapez, autor material del hallazgo de forma casual, que fue entrevistado por el también arqueólogo Alejandro Ramos Folqués a principios de los años 40 y aseguró que la pieza había aparecido de pie en una especie de hornacina. En este sentido, se interpretó la escultura como un icono funerario-religioso que había sido cuidadosamente escondida y protegida, manteniendo su carácter simbólico primigenio.

Recreación del hallazgo de la Dama según la historiografía tradicional (Ramos Fernández 2003; fig. 26, p. 109, fotografía Ramos Folqués, Archivo Fundación Universitaria La Alcudia de Investigación Arqueológica).

Aquí entra en juego el segundo "hecho constatado" que esgrime Moratalla Jávega para respaldar sus argumentos: la presencia de tres marcas de pico que presenta la escultura en su base, hacia la parte izquierda, "hechas sin duda en el momento del hallazgo".

"Descarto por imposible el contexto tradicional, pues la posición en pie que se proponía no se compadece con marcas de su hallazgo", explica el historiador. Por ello, y siguiendo la línea abierta por otros investigadores, propone que la Dama de Elche, cuando apareció, estaba acostada, boca arriba y posiblemente algo levantada por ese mismo costado que recibió los golpes.

Manuel Campello, con boina, visitando la Dama de Elche en el Museo del Prado en 1958. AGA.

Agujero temporal

En su estudio, el historiador, que lleva más de dos décadas vinculado a la investigación de La Alcudia, apunta que el contexto arqueológico original de la pieza, realizada en un bloque de piedra caliza de una sierra septentrional ilicitana, fue probablemente un hipogeo funerario ubicado no lejos del altozano del yacimiento. Esta hipótesis se refuerza por el hecho de que la oquedad trasera albergaba cenizas y huesos humanos "de una persona detentora del máximo rango social" entre la comunidad íbera del momento.

Algunos investigadores, como Rafael Ramos Fernández (recientemente fallecido), han sugerido en sus trabajos la posibilidad de que la Dama de Elche formase parte en un principio del templo ibérico de La Alcudia y que tras su truncamiento se la dotó de una función funeraria y se le practicó el vaciado dorsal. Moratalla Jávega apela a la prudencia y responde que serían necesarios nuevos estudios para determinar si el bloque y el agujero se tallaron al mismo tiempo.

Entre el momento de su creación y el descubrimiento moderno hay pocas certezas sobre la Dama de Elche. El profesor asociado de la Universidad de Alicante defiende que "la escultura actual es el resultado de la redefinición de su formato original" en época íbera —nunca un busto como tal— tras quedar "parcialmente rota en una acción difícil de precisar. El golpe del costado derecho, sin huellas de útil, parece una fractura natural causada por una caída accidental, ligada a una acción violenta, o incluso a un temblor sísmico de una tierra dada a ellos".

La Dama de Elche desde varias perspectivas. Se puede observar el hueco de su parte trasera donde se depositaron cenizas de restos humanos.

¿Pudo verse afectada entonces por alguno de los episodios de iconoclastia que se desarrollaron en el mundo íbero? "El excelente estado de conservación de la pieza, comparado con los de las otras, hace dudar de que la escultura sufriera el mismo fin que sus coetáneas: en nuestra opinión, ello añadiría un argumento a la idea de que su evolución contextual fue probablemente única", dice Jesús Moratalla Jávega enumerando los ejemplos de piezas machacadas documentadas en Porcuna, Cabezo Lucero o incluso en La Alcudia, donde se conserva el torso de un guerrero pero no su cabeza o sus extremidades.

Todavía resulta más difícil de precisar para qué fue reutilizada la Dama de Elche. En época romana, la escultura ibérica se convirtió en "un simple mampuesto" para levantar construcciones relativamente sólidas. Es decir, pasó de ser objeto de culto a una piedra carente de valor. Algunos investigadores apuntan que pudo haberse reciclado como material para erigir las murallas de la antigua ciudad romana de Ilici, pero Moratalla Jávega vuelve a agarrarse al relato de Pedro Ibarra de que la pieza apareció como un bloque aislado a unos 30-40 centímetros de profundidad.

Imagen ecualizada de la base (cortesía P. Rouillard). Dibujo de las huellas percibidas, marcando en tono gris suave la zona donde estas no aparecen. La flecha indica el plano de rotura con el golpe lateral de la escultura.

"Por ello, se nos antoja que la línea de muralla ahora localizada tal vez está demasiado profunda para que hubiera sido alcanzada al realizarse el bancal", valora el historiador en relación con las investigaciones recientes de un equipo de la Universidad de Alicante en La Alcudia. El proyecto Damas y Héroes. Tras la Ilici ibérica, dirigido por Héctor Uroz y Alberto Lorrio, ha sacado a la luz un lienzo de 60 metros de la estructura defensiva erigida en torno al siglo V a.C., según ha adelantado ABC. Los arqueólogos consideran que la joya íbera se conservó intacta porque se escondió en esos muros durante una oleada iconoclasta. Moratalla Jávega vuelve a reclamar paciencia y pide esperar a la publicación científica de los resultados para hacer nuevas reflexiones.

En su estudio, recuerda que en las intervenciones arqueológicas realizadas en la zona aproximada al lugar del hallazgo de la emblemática pieza por Pedro Ibarra, o las acometidas en los últimos años, se ha identificado una serie de enterramientos "de época, como poco, tadorromana". La duda queda, según resume, en saber si la acción del 4 de agosto de 1897 superó el horizonte de la necrópolis el horizonte de la necrópolis y alcanzó una posible línea de fortificación o no. En este último caso, "la Dama pudo estar alojada en alguna construcción funeraria de este nivel tardío". Moratalla Jávega recuerda que al menos una de estas sepulturas tardorromanas reutilizaba una escultura ibérica en su cubierta. El gran misterio de la Dama de Elche.

Fuente: elespanol.com | 13 de diciembre 2021

El hotel Villa Real (Madrid) añade nuevos mosaicos a su importante colección de arte antiguo

Jordi Clos, presidente de Derby Hoteles y del museo egipcio de Barcelona, en la exposición de arte del hotel Villa Real. CRISTINA BEJARANO. LA RAZÓN.

El hotel Villa Real 5* (Madrid) presenta su colección de 20 nuevos mosaicos datados del siglo II y IV d.C., procedentes de Asia Menor, que se unen a las 89 piezas ya expuestas, una de las exposiciones de arte antiguo más importantes de España. Jordi Clos, presidente de Derby Hotels Collection y de la Fundación Arqueológica Clos, presentó la muestra que se quedará en la capital de España como exposición permanente.

La piezas forman parte del trabajo durante 45 años de Jordi Clos, mecenas y apasionado del arte. A través de subastas internacionales, ha conseguido que Derby Hotels Collection, su empresa hotelera, albergue una de las colecciones privadas de mosaicos de arte antiguo más importantes de España.

"La colección de mosaicos empieza en el año 1992, con una parte de los 90 que teníamos aquí ya expuestos y que ahora se ha incrementado", dice Jordi Cruz.

“De este modo, los ciudadanos y visitantes podrán disfrutar de las piezas expuestas en las principales estancias colectivas. Creemos que es una exposición de un importante valor cultural que ponemos a disposición de la ciudad”, afirma Jordi Clos.

Situado en el eje Prado-Recoletos, la arteria cultural de Madrid, el hotel Villa Real alberga la colección de nuevos mosaicos, que destacan por su calidad artística.

Una estatua de mármol de casi un metro y medio de altura de Esculapio, dios de la Medicina, situada en el hall, da la bienvenida a los huéspedes y visitantes. Con ella, los visitantes se adentran en el arte antiguo.

Formada por más de 100 mosaicos, la mayor parte de la colección se expone en las zonas comunes, en los salones y habitaciones.

En su interior, el Villa Real exhibe en sus salones más colecciones, como la muestra de Cerámica Apulia, compuesta por 20 piezas. Bajo el nombre de vasos apulios, se trata de la producción más importante de figuras rojas definidas en la Magna Grecia.

Aparte del arte grecorromano, el hotel acoge en las habitaciones pinturas contemporáneas de artistas españoles reconocidos a nivel internacional, como Josep Guinovart y Antoni Tàpies. Además, el Villa Real posee obras de Andy Warhol, inspirador de la decoración del restaurante East 47.

Derby Hotels Collection proporciona a los huéspedes un pasaporte cultural que permite visitar las colecciones de cada uno de sus hoteles de manera gratuita, incluyendo el acceso libre al Museo Egipcio de Barcelona.

Fuentes: meet-in.es | la razon.es | 2 de diciembre de 2021

El escudo oculto que protegía el complejo aristocrático ibérico de Cabra (Córdoba)

Vista aérea del yacimiento del Cerro de la Merced (Córdoba) - J.Arroyo

Los primeros rayos del amanecer que se cuelan por el puerto cordobés del Mojón iluminan la cumbre del Cerro de la Merced antes que cualquier otro lugar de los alrededores. Sobre esa redondeada colina, tan simétrica que algunos la creyeron artificial, refulgió en otro tiempo un santuario ibérico y, siglos después, un complejo aristocrático que se veía, como un faro, desde cualquier punto de su entorno aún en sombras. Aquel imponente edificio de piedra de planta cuadrada de veinte metros de lado y unos cinco o seis de altura, que dominaba el espacio y brillaba al alba bajo la luz del sol naciente.

«Estaba pensado para ser visto desde el llano y desde los caminos que suben hacia Priego o de Carcabuey llevan a Lucena o hacia Cabra", explica Fernando Quesada (izquierda), catedrático de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid, que añade: «Es un sitio representativo, diría que un poco escenográfico".

El proyecto de investigación sobre 'Ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la conquista romana...' que dirige Quesada lleva una década desentrañando los secretos de este singular enclave ibérico, el cual no tiene parangón con cuanto se conoce hasta ahora. Antes de su llegada se pensaba que los restos correspondían a una antigua atalaya de vigilancia, pero sus excavaciones han sacado a la luz un complejo central de dos alturas, con 10 habitaciones en su planta baja, con muros de hasta 4,5 metros de espesor, con terrazas alrededor contenidas por muros también ciclópeos y al que se accedía por una escalinata construida con lajas de piedra de 1,5 metros de largo. No, aquel complejo no era uno de tantos que hay en la zona, conocidos como 'recintos torre'. Tampoco fue edificado solo para vigilar el entorno ya que no cuenta con buen control visual del territorio que le rodea. Ni siquiera la cercana localidad de Cabra, situada a unos cinco kilómetros, se divisa desde allí. Aquel formidable cubo geométrico de dos alturas fue concebido para ser admirado desde la llanura.

Fotografías de la manilla del escudo que se encontró embutida en un muro del Cerro de la Merced - F. Quesada y Grupo Polemos.

Los arqueólogos han descubierto que se levantó aprovechando la planta original de una construcción ibérica más antigua, posiblemente del siglo V o principios del IV a.C., que creen que pudo haber sido un santuario, con un monumento asociado o una gran puerta monumental decorada con relieves y policromada. Han encontrado al menos tres sillares con cornisa de gola de remoto origen egipcio, esquirlas de relieves de otros que fueron retallados y un espectacular sillar decorado con motivos vegetales que fue reutilizado en un muro que ha sido llevado al Museo Arqueológico de Cabra y cuyos análisis han determinado que tuvo policromía roja y blanca. «Ese sillar indica que el complejo antiguo debía ser muy espectacular. Estamos todavía trabajando para ver si formaba parte de una puerta con un dintel grande o de un monumento turriforme cuadrado con cornisas y molduras en varias caras», relata Quesada.

En el siglo IV a.C., en un periodo de transformaciones en el mundo ibérico, el santuario sufrió una remodelación total y se convirtió en un complejo aristocrático. El gran patio enlosado se compartimentó en estancias menores, se levantó un piso superior y se dispuso un vestíbulo que hacía de distribuidor. Los arqueólogos han hallado al menos tres molinos que estarían en uso al mismo tiempo y que dan fe de una producción de alimentos, así como pesas de telar y fusayolas que indican una actividad textil, restos de armamento como puntas de flecha y de lanza y cerámicas de lujo, incluyendo importaciones griegas. «Cuenta con todos los elementos que caracterizarían un complejo de tipo aristocrático palacial: evidencias de producción, armamento, productos de lujo, una monumentalidad evidente, un carácter aislado y con cierta capacidad defensiva y una masiva técnica de construcción inhabitual en la arquitectura doméstica», resume el director de las investigaciones. Incluso han descubierto una sala recóndita en el fondo del complejo, pavimentada, sin ventanas, que podría ser una capilla. Unas hachas neolíticas, como antiguas piedras de rayo, halladas en la zona así parecen indicarlo.

Dibujo de un escudo ibérico - Carlos Fernandez del Castillo y Fernando Quesada.

El mito de los pequeños escudos ibéricos

En uno de los muros de adobe del vestíbulo, erosionado por el paso de los siglos y los derrumbes, asomaba una esquina que el ojo experto de Fernando Quesada rápidamente identificó con la manilla de hierro de un escudo ibérico. No se equivocaba. Alguien ocultó deliberadamente la empuñadura del arma en aquella pared durante la segunda fase de construcción, justo enfrente de quien accediera al complejo aristocrático por su única puerta oriental. «Un escudo es un arma defensiva, que protege. Nuestra interpretación es que se trata de un elemento apotropaico, un componente protector que defiende el edificio de manera simbólica», explica el catedrático. En un artículo recientemente publicado en Abantos, un homenaje que le rinden sus colegas a Paloma Cabrera Bonet, quien fue conservadora del Museo Arqueológico Nacional, Quesada expone los resultados de su investigación sobre este escudo junto a su colega de la UAM, Eduardo Kavanagh de Prado y a Antonio Moreno Rosa, del Museo Arqueológico de Cabra.

«Se trata de una manilla del tipo de aletas triangulares, el más característico del ibérico Pleno en adelante, desde mediados del siglo V a. C. y hasta mediados del siglo I a. C. o más allá», describen en su estudio. Aunque estaba fragmentada en varios trozos y doblada por la presión, conserva el extremo doblado sobre sí mismo para abrazar la madera, por lo que han podido determinar tanto sus medidas como las del diámetro del escudo (64,8 cm). «En comparación con un escudo hoplita griego, de hasta 120 cm de diámetro, es menor, pero un escudo de 65 cm te cubre desde la barbilla hasta la ingle y de sobra desde un hombro a otro. Existe la idea de que los escudos ibéricos eran como platos soperos, extremadamente pequeños, pero no es correcta, la media de los escudos ibéricos estaba en los 50-60 cm», afirma Quesada, «y los había bastante mayores, de 70 y 80 cm de diámetro».

Lugar donde fue hallada la manilla del escudo embutida en el muro - F. Quesada y Grupo Polemos.

Aunque no es habitual encontrar un arma embutida intencionadamente en un muro, éste no es un caso único. En el yacimiento vacceo de Pintia (Valladolid), Carlos Sanz Mínguez encontró la vaina de un puñal del siglo IV a.C. en un rebanco del siglo I d.C. La ocultación de esta reliquia durante la ampliación de la vivienda también se cree que tuvo un «sentido protector» o de vinculación a un antiguo linaje. Existen más ejemplos. En la Bastida de Moixent, en Valencia, una serie de ofrendas quemadas y enterradas, que incluyen muchas armas, aparecieron bajo la puerta principal de acceso al poblado. Y en Cerdeña parece que se han encontrado espadas embutidas en muros de piedra de la cultura nurágica, mucho más antigua que la ibérica, según apunta Giovanna Fundoni, de la Universidad de Sassari. Quesada no alberga dudas de que «esto tiene un contenido simbólico y ritual».

Víctima de una demolición sistemática

El escudo no logró impedir, sin embargo, que este complejo aristocrático ibérico del Cerro de la Merced, el primero de este tipo que se excava en la Alta Andalucía, fuera concienzudamente demolido hacia la época de Aníbal o en las primeras etapas de la conquista romana, a principios del siglo II a.C. Fue vaciado por completo de cuanto fue considerado valioso y las esquinas del edificio fueron derribadas para asegurarse de que no se pudiera reconstruir. No fue objeto de un ataque militar violento, por sorpresa. «En el Cerro de la Merced fue una destrucción más deliberada, más sistemática, más pausada, que va acompañada de un saqueo», sostiene el director de las investigaciones.

Excavaciones en el Cerro de la Merced. Cabra, Córdoba.

Aunque no se sabe con certeza qué motivó esa inquina, su demolición pudo coincidir en el tiempo con la última gran sublevación de los iberos contra Roma que se da en torno al año 192 a.C. Tito Livio relata la conquista romana del oppidum ibérico (la ciudad fortificada) de Licabrum (Cabra) por Cayo Flaminio y habla de un señor de la guerra, Corribilo, que fue capturado por los romanos. Aunque los arqueólogos no pueden vincular a Corribilo con el Cerro de la Merced, porque no disponen de ningún escrito que demuestre esa relación, «aquella fue una época casi de apocalipsis para los iberos».

Quesada explica que tras siglos de tranquila existencia, la península ibérica se convirtió en escenario de las luchas entre romanos y cartagineses y los iberos se vieron envueltos en una especie de guerra mundial de la época. Unos y otros contendientes procuraban aliarse con príncipes iberos para el aprovisionamiento de sus tropas, la recluta de mercenarios o para abastecerse de plata para acuñar moneda y atacaban a los aliados de los otros.

«Pudo ocurrir que el señor del Cerro de la Merced fuera aliado de los cartagineses y los romanos le castigaran, o que años después hubiera intentado desafiar al poder de Roma y los romanos lo castigaran… no lo podemos saber. El mundo de finales del siglo III a.C. y principios del II es un mundo convulso de guerra, catástrofes, destrucciones… y también de oportunidades para señores de la guerra, gente lista que con sus pequeños ejércitos se aliaban con unos o con otros y aprovechaban el río revuelto. En este contexto es cuando desaparece el complejo del Cerro de la Merced», añade Quesada. Entre los arruinados muros quedó el simbólico escudo protector, incapaz ante quien quiso borrar todo recuerdo de aquel conjunto palaciego que refulgía al sol.

Hoy destaca sobre el horizonte la elegante cubierta que guarece el yacimiento, llamando la atención sobre el lugar como antes lo hiciera el antiguo edificio. A iniciativa del Ayuntamiento de Cabra, que financia el grueso de los gastos, se está trabajando para su puesta en valor, consolidando y restaurando los muros para hacerlo visitable. El estudio del Cerro de la Merced se enmarca en un gran proyecto de investigación de ciudades y complejos aristocráticos ibéricos en la Alta Andalucía, que abarca desde Almedinilla a Montemayor, donde en 2018 se descubrió un carro depositado como ofrenda en la tumba de un personaje de alto rango. «Se ha restaurado ya y ahora estamos en la fase de dibujo y de estudio. Va a haber novedades, pero no de inmediato», comenta Quesada. Las investigaciones avanzan.

Fuente: abc.es | 4 de diciembre de 2021

Restos óseos e instrumentos musicales: la rica ofrenda mexica descubierta en la Plaza Garibaldi

La arqueóloga Mara Becerra Amezcua muestra los 13 sahumadores encontrados en la ofrenda mexica depositada tras la conquista de Tenochtitlan. MAURICIO MARAT (INAH).

Una olla llena de restos óseos de más de un metro de diámetro, 13 enormes sahumadores con forma de serpiente de agua con mangos huecos en colores rojo, negro y azul; flautas con figurillas en forma de animales, cajetes, copal, resinas, hierbas… todos estos elementos enterrados cuatro metros bajo tierra en el patio central de una antigua casa mexica. Esta ofrenda permanecía recubierta con varias capas de adobes bien consolidados para mantenerla fuera de miradas ajenas. Se trata del último hallazgo de los arqueólogos mexicanos en el Centro Histórico, muy cerca de la Plaza Garibaldi. Más cerca de Tlatelolco, que de Tenochtitlan. El ritual, afirman los especialistas, fue realizado tras la invasión española, en el siglo XVI, posiblemente entre los años 1521 y 1610 d.C., para dar testimonio de que así terminaba un ciclo de sus vidas y su civilización.

“Yo me imagino un ritual lleno de música. Olía a copal. La gente cantaba. Se escuchaban las flautas y sonaban los sahumadores — cuando los mueves tintinean por el choque de las bolitas de arcilla que se encuentran en la boca de la serpiente —, los integrantes de la familia buscaban algún lugar para excavar y colocar los restos cremados de un infante, probablemente. Hacían una limpia, como se hace ahora con hierbas y humos que paseaban por el cuerpo”, conjetura Mara Becerra Amezcua (izquierda), arqueóloga de la Dirección de Salvamento Arqueológico, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en entrevista con EL PAÍS.

La ofrenda fue encontrada en un predio ubicado en el corazón de Eje Central, una de las avenidas más importantes de Ciudad de México que cruza de sur a norte. Mara Becerra y su colega Ximena Andrea Castro investigaron las diversas capas de un sitio que se ha mantenido como vivienda al paso de siglos, hasta llegar a los arranques de muros de esa primera casa que perteneció a Tezcatzonco, un barrio menor de Cuepopan-Tlaquechiuhca, una de las cuatro parcialidades que integraban Tenochtitlan. “A cuatro metros de profundidad fue donde ya empezamos a encontrar los restos de la vivienda mexica, que tenía un patio interior, característico de las casas de ese periodo. El patio se unía con un corredor y alrededor estaban los cuartos. Todos los pisos eran de estuco y también sus paredes. Los muros se conformaban por una cama de tezontle y tierra bien compacta y de adobes. En uno de los cuartos encontramos un fogón, seguramente destinado para la cocina. Pero, justo en el patio interior encontramos la ofrenda. Bastante interesante y bonita”, cuenta la arqueóloga.

La arqueóloga Ximena Andrea Castro. Foto Mauricio Marat. INAH.

El ritual mexica recién hallado tenía una cantidad excepcional de sahumadores: 13 en total. Aunque es sabido que toda casa mexica tenía por lo menos un sahumador, no se habían encontrado tantos en un mismo hogar, solo en sitios sagrados como el Templo Mayor. El copal — resina aromática vegetal — y el yauhtli — planta muy medicinal que tiene gusto y olor del anís — eran considerados indispensables en toda suerte de ritos, especialmente en los agrícolas y en las peticiones de lluvia, explica la antropóloga Doris Heyden en su libro Mitología y simbolismos de la flora en el México prehispánico. Se creía que el copal calentaba el aire previniendo las heladas. También se pensaba que el humo del copal atraía a las nubes que producen la lluvia, ya que al hacer combustión, de la resina emana un humo denso, muy blanquecino y muy fragante, que recuerda los cúmulos de nubes que se forman por la condensación del agua en la troposfera terrestre, similares a bolas de algodón y que se aprecian durante el verano, las nubes que presagian el buen clima.

Imagen de la olla de cuerpo globular donde los arqueólogos encontraron restos óseos y sobre la que los mexicas colocaron cuatro vasijas a modo de tapa.

Por otra parte, el número de estos objetos rituales no es casual. “El número 13 tiene muchas connotaciones en la cosmovisión tenochca, tiene que ver con las trecenas de los días”, explica la arqueóloga Mara Becerra a este diario. Una trecena es un periodo de 13 días usado en los calendarios mesoamericanos, que divide el calendario ceremonial de 260 días en 20 trecenas. Un ejemplo de esto es el tonalpohualli mexica, un libro de los días hecho en piel de venado o papel de corteza a partir del cual un sacerdote determinaba las influencias que ejercían cada día, comunicando los días fastos y nefastos del ciclo.

Evidencias materiales de los 'omichicahuaztlis' (instrumentos musicales de hueso trabajado), flautas y ocarinas, muestran que ahí tuvieron lugar diversos rituales.

“Los 13 sahumadores expresa un simbolismo particular, ya que fueron dispuestos en dos niveles y en dos orientaciones distintas: unos en sentido este-oeste, y otros en dirección norte-sur, como una evocación de las 20 trecenas que conformaban el 'tonalpohualli', el calendario ritual mexica de 260 días; asimismo, cabe mencionar que el número 13 aludía a los niveles del cielo. Las características de los sahumadores también refuerzan la concepción nahua del universo, por ejemplo, la cruz calada de las cazoletas de los sahumadores representa el quincunce, símbolo del 'axis mundi'; mientras que los mangos huecos en colores rojo, negro y azul —que servían de instrumento de viento—, y su remate con la representación de la cabeza de una serpiente de agua, remiten a las fuerzas del inframundo”, explica la arqueóloga.

En el predio de Eje Central Lázaro Cárdenas no. 53 se localizaron los restos de una vivienda que perteneció al barrio menor de Tezcatzonco.

Los antiguos creían que el carácter de una persona y su suerte en la vida estaban asociados al transcurso del calendario sagrado de 260 días: el tonalpohualli. Había un especialista en consultar aquel libro de los días, al que se conocía como tonalpouhqui: el lector de los destinos. En el siglo XVI y con la llegada de los españoles el destino estaba marcado: cambiaría el mundo que conocían en cualquier momento y para siempre. Quizá por esa razón los mexicas comenzaron aquel ritual a las orillas de Tenochtitlan con sahumerios, música y copal, como presintiendo el futuro.

Cabeza de figurilla. Representación de la diosa Cihuacóatl. Foto Mauricio Marat. INAH.

Fuentes: elpais.com | inah.gob.mx | 7 de diciembre de 2021

Así devolvió Egipto el esplendor de la antigua avenida de las esfinges que une Luxor con Karnak


La avenida une los templos de Karnak y de Luxor y podrá recorrido por aquellos que lleguen para conocer el lugar. Twitter / VANGUARDIA.COM

En el marco de una grandiosa ceremonia, el presidente de Egipto, Abdel Fattah al Sisi, inauguró en Luxor el paseo que conduce al templo de Karnak, flanqueado por centenares de esfinges con cabeza de carnero y cuerpo de león de 3.500 años de antigüedad que acaban de ser restauradas.

El objetivo, aseguró el Ministerio de Turismo, es hacer del lugar «un museo al aire libre» en un país donde el sector turístico emplea a dos millones de personas y genera más del 10% del PIB.

Karnak, un vasto complejo situado al norte de Luxor -la antigua Tebas-, sus templos y sus palacios, así como las necrópolis del Valle de los Reyes y del Valle de las Reinas son Patrimonio Mundial de la Unesco.

Cada año, millones de turistas acuden a los yacimientos del antiguo Egipto, especialmente a este paseo de las esfinges de tres kilómetros, que desde el templo de Karnak llega hasta el del dios Amón, una de las principales divinidades del panteón egipcio, en la antigua Tebas, capital de Egipto durante el Medio y el Nuevo Imperio.

Las cientos de estatuas de animales mitológicos de Luxor, descubiertas en 1949, estuvieron en el centro de una polémica a mediados de 2020, según recuerda AFP, pues cuatro de las esfinges con cabeza de carnero fueron separadas de las otras para ser instaladas en la plaza Tahrir de El Cairo, epicentro de la revolución de 2011 que llevó a la caída de Hosni Mubarak. Del templo de Luxor también fue desplazado en 1836 uno de los obeliscos, que se encuentra actualmente en la plaza de la Concordia de París, en Francia.

La egiptología es un recurso muy precioso para el gobierno egipcio, que con frecuencia se sirve de las antigüedades para brillar a nivel mundial. En abril, las televisiones del mundo entero retransmitieron las imágenes de una procesión grandiosa en El Cairo. Veintidós carrozas negras adornadas con motivos dorados y luminosos, que evocaban a las embarcaciones funerarias antiguas, transportaron las momias de reyes y reinas del antiguo Egipto hacia el nuevo Museo Nacional de la Civilización Egipcia (NMEC).

El Gobierno egipcio lleva tiempo anunciando la futura inauguración del nuevo Gran Museo egipcio, situado al pie de las pirámides de Guiza.

Fuente: abc.es | 26 de noviembre de 2021

Localizados 18 campamentos romanos de prácticas a cuatro kilómetros de León

A la izquierda, ubicación de los 18 campamentos romanos de Trobajo del Camino (León) sobre la confluencia de los ríos Bernesga y Torío. A la derecha, lugar que ocupaba la Legio VI Victrix.

Primero llegaban los metatores, que eran los encargados de elegir el lugar idóneo. Luego, los mensores, que realizaban las mediciones exactas. Finalmente, los centuriones, que supervisaban que soldados y reclutas supieran trasladar las medidas al terreno. Así se montaban las tiendas, y poco a poco se levantaban las defensas del campamento. Allí los legionarios de Roma aprenderían a atrincherarse, a excavar fosos, a elevar terraplenes, empalizadas, trazar esquinas de ángulos redondeados y accesos. Todo formaba parte de su formación y disciplina castrense.

El estudio El conjunto de campamentos romanos para prácticas de Trobajo del Ca... (San Andrés de Rabanedo) y Oteruelo de la Valdoncina (León), de los arqueólogos Ángel Morillo (izquierda), Brais X. Currás, Almudena Orejas y Agostino Nobilini, da cuenta de la detección de 18 de estos campos de entrenamiento próximos a la actual ciudad de León, población que surgió precisamente de uno estable, de la Legio VI Victrix, poco antes de que acabase el siglo I a. C.

Los tratados antiguos dejan constancia, afirman los autores, que han publicado el informe en la revista Gladius, no solo de la importancia estratégica o para la seguridad de la construcción de los campamentos, sino también de su alto valor simbólico como demostración del poder imperial, del orden y de la disciplina. “Este tipo de instalaciones exigía un trabajo colectivo y coordinado, y se relacionaba con el mantenimiento de la moral y de la identidad, con el orden y la jerarquía”, recuerda Ángel Morillo, catedrático de Arqueología en la Universidad Complutense de Madrid. “En Alemania o Gran Bretaña son ya muy conocidas, pero es el primer conjunto de este tipo que se investiga en detalle en nuestro país”.

Tanto el ejército en campamentos estables como el que se encontraba de maniobras (ambulatio) tenían entre sus obligaciones efectuar prácticas de castrametación. Los textos antiguos indican que resultaba importante la capacidad de adaptar las proporciones de los campamentos al tamaño de las unidades militares, y la orientación a las diferentes situaciones (campamentos de marcha o campaña, de vigilancia, fijos o estables...).

Recinto 1. Curvas de nivel cada 10 cm. a) Google Earth 2016.

En todo caso, los trabajos para levantar un campamento se llevaban a cabo siempre, con independencia de su función, dividiendo las centurias (unidades de 80 hombres) en grupos de ocho legionarios (contubernium), a quienes se les asignaba un determinado sector de las defensas. Las labores de construcción las coordinaba el llamado praefectus castrorum, mientras los campi doctores enseñaban a los soldados a orientar correctamente los recintos que iban levantando, "siempre desde una profunda racionalización del trabajo y un acusado pragmatismo”, inciden los autores del trabajo.

Hace una década, durante las labores de recopilación de información de municipios cercanos a la capital leonesa, se descubrió un posible recinto militar en Trobajo del Camino, en el término municipal de San Andrés de Rabanedo. La localización del mismo llevó al equipo de Morillo y Orejas a ampliar la búsqueda en el entorno, en Oteruelo de la Valdoncina, a tres kilómetros de Trobajo y en el término municipal de León.

Recinto 2. Curvas de nivel cada 10 cm. a) Google Earth 2016; b) PNOA 2011; c) PNOA 2011

Así, con técnicas de teledetección y comparativa de fotos aéreas, se han localizado los 18 posibles recintos castrenses. Se encuentran a cuatro kilómetros en línea recta del lugar donde se asentaron la Legio VI Victrix y, más tarde, la , en lo que es ahora el casco urbano de León. La investigación de este año ha contado con el apoyo de la Junta de Castilla y León, y se han empleado técnicas como la tomografía o el georradar 3D. Los equipos de investigación estaban formados por miembros de las Universidades Complutense de Madrid (CAI de Arqueología), Murcia y León. Los vuelos con dron fueron responsabilidad del Grupo de Obtención por Sistemas Aéreos (GROSA IV/1), perteneciente al Regimiento de Inteligencia número 1 del Ejército de Tierra, con base en la Virgen del Camino (León).

Casi todos los recintos campamentales muestran en las pantallas de los ordenadores plantas cuadrangulares con las esquinas redondeadas. Fueron erigidos sobre una plataforma, en la terraza de origen cuaternario en la margen derecha del río Bernesga.

Recinto 3. Curvas de nivel cada 10 cm. a) PNOA 2011; b) PNOA 2011 falso color infrarrojo; c) PNOA 2008 falso color infrarrojo.

El tamaño de los campamentos detectados es muy variable y oscila entre las tres y la media hectárea. Sus proporciones son muy estables: 3:2 y 4:3, y tan solo uno es cuadrado. Sus superficies se muestran perfectamente niveladas, con pendientes entre el 1% y el 3%.

De los 18 recintos identificados, siete aparecen completos, en tres casos se puede restituir toda su extensión a partir de los segmentos detectados y en ocho sus trazados son parciales. “El carácter incompleto de varios de ellos podría deberse al posterior uso agrícola de la tierra, o que se trate de recintos inconclusos que respondan solo a la realización de prácticas centradas en la orientación y edificación de partes de los perímetros”, concluye el estudio. O los dejaron inconclusos porque tuvieron que ir a luchar.

Fuente: elpais.com | 7 de diciembre de 2021