Denisovanos u 'Homo sapiens': ¿quiénes fueron los primeros en establecerse permanentemente en la meseta tibetana?

Una vista de la meseta tibetana donde se realizó la investigación.

La meseta tibetana ha sido considerada durante mucho tiempo como uno de los últimos lugares en ser poblado por los seres humanos en su migración alrededor del mundo. Un nuevo artículo de dos investigadoras de la Universidad de California, Davis (UC Davis), destaca que nuestros primos extintos, los denisovanos, alcanzaron el "techo del mundo" hace unos 160.000 años, 120.000 años antes que las estimaciones anteriores realizadas sobre nuestra especie, e incluso contribuyeron a nuestra adaptación a la altura.

El artículo, que se publicó este mes en la revista Trends in Ecology & Evolution, sugiere que una mirada cruzada a las evidencias arqueológicas y genéticas proporciona pistas esenciales para reconstruir la historia del poblamiento de esta región asiática.

Los denisovanos fueron homínidos arcaicos que alguna vez se dispersaron por Asia. Después de varios casos de cruzamiento con los primeros humanos modernos (Homo sapiens) que llegaron al lugar, una de sus hibridaciones benefició la supervivencia y el asentamiento de los tibetanos en grandes altitudes.

Esas conclusiones se encuentran entre los hallazgos que llevaron a Peiqi Zhang (izquierda), una estudiante de doctorado de la UC Davis que participó en las excavaciones de un enclave arqueológico por encima de los 4.600 metros en el Tíbet, y Xinjun Zhang (derecha), una investigadora postdoctoral en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA) que estudia a los denisovanos y el ADN de otros humanos, a hacerse la siguiente pregunta: ¿qué sabemos sobre cómo y cuándo se pobló la región del Tíbet?

Las dos investigadoras (que no tienen lazos familiares, a pesar de la semejanza de su apellido) llevaron a cabo una revisión de las evidencias de dispersión y asentamiento del Homo sapiens en la meseta tibetana, e integraron los descubrimientos arqueológicos y genéticos conocidos hasta el momento. "Antes de nuestro artículo, faltaba una revisión integral que uniera ambos campos, especialmente con el mismo énfasis", dijo Peiqi Zhang.

Cuatro periodos de ocupación

Los datos arqueológicas sugieren cuatro períodos principales de ocupación, los cuales comienzan con los denisovanos hace unos 160.000 años y le siguen tres períodos de humanos modernos, los cuales llegaron a partir de hace unos 40.000 años, y luego hace 16.000 años y hace 8.000 años.

"Según las evidencias arqueológicas, sabemos que hay brechas entre estos períodos de ocupación", dijo Peiqi Zhang. "Pero el trabajo arqueológico en la meseta tibetana es muy limitado. Todavía existe la posibilidad de una ocupación humana continua desde finales de la Edad de Hielo, si bien no hemos encontrado suficientes datos para confirmarlo".

Los denisovanos fueron identificados por primera vez en 2010, según el ADN extraído del hueso del dedo de una niña encontrado en las cuevas de Denísova, en las montañas de Altai, Siberia. Su ADN portaba un haplotipo muy similar al gen Endotelial Pas1 (EPAS1), que en las poblaciones vivas se sabe que mejora el transporte de oxígeno en la sangre. La mayoría de los tibetanos modernos portan una alta frecuencia del gen EPAS1.

Mandíbula hallada en Siahe, Tíbet. D. ZHANG, LANZHOU UNIVERSITY.

En 2019, una mandíbula parcial hallada en una cueva de la meseta tibetana se identificó, en un principio, como perteneciente a un denisovano, pero no se pudo determinar si la misma portaba el mismo gen referenciado. "No sabemos si los denisovanos se estaban adaptando a la hipoxia de la meseta tibetana en ese momento", declara Peiqi Zhang. "Se sabe poco sobre la biología y su comportamiento en la meseta tibetana".

"Los estudios genéticos muestran que los asiáticos y los oceánicos de Australia, Nueva Zelanda, Melanesia, Micronesia y Polinesia, heredaron diferentes cantidades de ADN denisovano", añade Xinjun Zhang. "Ello podría significar que este mestizaje ocurrió con asiáticos ancestrales antes de la subdivisión de las poblaciones locales que vemos hoy en día".

Y tal circunstancia debió de suceder más de una vez. "A partir de los estudios genéticos podemos detectar que todos los asiáticos orientales, incluidos los tibetanos, se cruzaron con dos grupos de denisovanos distintos, siendo uno de estos eventos exclusivo de los asiáticos orientales y el otro compartido con otros asiáticos del sur", precisa Xinjun Zhang. "Y, dado que todos los asiáticos orientales muestran los mismos patrones, tenemos razones para creer que el evento de mestizaje (el que es exclusivo de estos asiáticos orientales) ocurrió en algún lugar de las tierras bajas en lugar de en la meseta, propiamente dicha".

Debido a los genes transmitidos por los denisovanos, este granjero tibetano no experimenta ninguna incomodidad a las alturas. stveak / Adobe Stock.

Zhang y Zhang proponen dos modelos de ocupación humana de la meseta tibetana como un marco de investigación que puede ser probado por futuros descubrimientos:

  • Asentamientos intermitentes, antes de establecerse en la meseta de modo permanente, sobre el final de la Edad del Hielo, hace unos 9.000 años.
  • Una ocupación continua que comenzó hace entre 40.000 y 30.000 años.

En cualquiera de los dos modelos, los denovisanos podrían haber transmitido el haplotipo EPAS1 a los humanos modernos hace unos 48.000 a 46.000 años.

"La pregunta principal es si ellos se habían establecido allí de modo permanente, lo que significaría que se habían adaptado biológicamente a la hipoxia", dice Nicolas Zwyns (izquierda), profesor asociado de antropología de UC Davis y autor supervisor del artículo. "¿O simplemente llegaron allí por accidente y luego se retiraron a las tierras bajas, o bien acabaron desapareciendo?"

No está claro cuándo se extinguieron los denisovanos, pero algunos estudios sugieren que pudo haber sido hace 20.000 años. "Aunque no sabemos si se adaptaron a la gran altitud, la transmisión de algunos de sus genes a nosotros cambió las reglas del juego miles de años después permitiendo que nuestra especie se adaptara a la hipoxia", concluye Zwyns. "Eso para mí es una historia fantástica".

Fuente: phys.org | 7 de diciembre de 2021

Los primeros pobladores de Europa ya se alimentaban de carne animal y su dieta incluía desde hipopótamos hasta tortugas

Vista de la «majestuosas» defensas de Mammuthus meridionales encontradas en Fuente Nueva 3 (Imagen: ProyectORCE).

Las investigaciones lideradas por la Universidad de Granada en el yacimiento prehistórico de Fuente Nueva 3 (Orce, Granada) han demostrado que los primeros pobladores de Europa ya explotaban recursos cárnicos para su alimentación. Hace aproximadamente 1,2 millones de años, la dieta de estas poblaciones incluía desde carne de hipopótamos hasta tortugas.

Esta investigación se enmarca en el Proyecto Orce, dirigido por el profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada, Juan Manuel Jiménez Arenas, y ha sido encabezada por el investigador de la Universidad Complutense de Madrid, José Yravedra (izquierda).

Para alcanzar estas novedosas conclusiones, los investigadores han estudiado las marcas de corte encontradas en la superficie de los huesos y restos hallados en el yacimiento de Fuente Nueva 3. Uno de los elementos más originales que aporta este trabajo es la demostración de que los pobladores eran capaces de llegar pronto a los cadáveres de los animales y consumir sus partes más nutritivas antes de que lo hiciera la competencia, en este caso los carnívoros. Esto quiere decir que o bien llegaban a los recursos antes que otros animales o directamente competían contra ellos o los ahuyentaban para hacerse con el alimento, lo que supondría enfrentarse a tigres dientes de sable, hienas gigantes y perros salvajes parecidos a los licaones actuales.

Una marca de corte sobre un fémur de hipopótamo. Incluye la reconstrucción virtual 3D de dicha marca» (Yravedra et al., 2021)

El trabajo tafonómico ha resultado elemental en la investigación. Se trata de un análisis que permite interpretar cómo se forman los conjuntos fósiles y comprender qué agentes intervinieron en la acumulación. El investigador José Yravedra explica que, si hay estrías de descarnación infligidas con filos cortantes de piedra sobre un tipo de carne, “sabemos que los humanos fueron activos sobre ese animal”. “La metodología es muy compleja pero se basa en la observación de todas y cada una de las alteraciones que presentan los huesos y en la comparación con especies actuales que, por razones obvias, conocemos mejor, y también con otros yacimientos”, detalla Yravedra.

¿Cómo conseguían la carne?

Una de las grandes cuestiones que plantean los investigadores tiene que ver con la metodología a través de la cual estos pobladores conseguían la carne. Jiménez Arenas plantea que “si carroñaban, como parece ser la tónica general, ¿los recursos animales se cazaban o se recolectaban? Nosotros creemos que el carroñeo es una forma de recolección”.

Varias marcas de corte del nivel 5 de FN3 en el nivel 3 de tamaño del animal, pelvis del nivel 5 del tamaño del animal y un fragmento indeterminado del nivel 5.

Solo la continuidad en la investigación permitirá seguir despejando incógnitas, porque las estrategias de obtención de los recursos están relacionadas con las capacidades cognitivas de los antepasados. “No es lo mismo cazar que ser un carroñero pasivo que se conforma con los despojos dejados por otros consumidores”, puntualiza, Yravedra, el investigador principal de este trabajo.

A futuro, el Proyecto Orce también tiene la intención de implementar un programa de investigación basado en la inteligencia artificial que permita conocer con mayor detalle las especies que mordieron los huesos presentes en Fuente Nueva 3, además de ver la relación que hay entre la industria lítica tallada y las marcas de corte.

Este artículo ha sido posible gracias a la financiación de la Junta de Andalucía y de la Fundación Palarq y a la colaboración de investigadores e investigadoras de la Universidad Complutense de Madrid, Universidad de Sevilla, Universidad de Salamanca, IPHES-Tarragona, Universidad de Helsinki (Finlandia), Museo Primeros Pobladores de Europa ‘Josep Gibert’ (Orce, Granada), Museo Arqueológico Provincial de Granada y Universidad de Granada.

Referencia bibliográfica:

José Yravedra, José Antonio Solano, Lloyd A. Courtenay, Juha Saarinen, Gonzalo Linares-Matás, Carmen Luzón, Alexia Serrano-Ramos, Darío Herranz-Rodrigo, José Miguel Cámara, Auxiliadora Ruiz, Stefania Titton, Juan José Rodríguez-Alba, Clara Mielgo, Hugues-Alexandre Blain, Jordi Agustí, Christian Sánchez-Bandera, Eva Montilla, Isidro Toro-Moyano, Mikael Fortelius, Oriol Oms, Deborah Barsky, Juan Manuel Jiménez-Arenas (2021) “Use of meat resources in the Early Pleistocene assemblages from Fuente Nueva 3 (Orce, Granada, Spain)”. Archaeological and Anthropological Sciences 13, 213. https://doi.org/10.1007/s12520-021-01461-7

Fuente: Universidad de Granada | 16 de diciembre de 2021

Los neandertales cambiaron los ecosistemas hace 125.000 años

Excavación de un yacimiento arqueológico de hace 125.000 años en Neumark-Nord 2, cerca de Halle, Alemania. Leiden University

Los cazadores-recolectores neandertales hicieron que los ecosistemas cambiaran hace 125.000 años. Este esta es la conclusión de un estudio interdisciplinario realizado por arqueólogos de la Universidad de Leiden en colaboración con otros investigadores. Los neandertales usaron el fuego para mantener el paisaje abierto y, por lo tanto, tuvieron un gran impacto en su entorno local. El estudio se ha publicado en la revista Science Advances.

"Los arqueólogos llevan mucho tiempo haciéndose preguntas sobre el carácter y la profundidad temporal de la intervención humana en los ecosistemas de nuestro planeta. Cada vez vemos más señales muy tempranas y generalmente débiles de este hecho", dice Wil Roebroeks (izquierda), profesor de Arqueología en la Universidad de Leiden (Holanda).

Estos signos demostraron ser mucho más fuertes en una investigación llevada a cabo en una cantera de lignito cerca de Halle, en Alemania. La investigación arqueológica realizada en esta cantera de Neumark-Nord en las últimas décadas, junto con una gran cantidad de datos obtenidos sobre el medio ambiente prehistórico, han aportado abundantes rastros sobre las actividades de los neandertales. "Entre otras cosas, hemos encontrado los restos de cientos de animales sacrificados, rodeados de numerosas herramientas de piedra y una gran cantidad de restos de carbón".

Ubicación de Neumark-Nord y otros yacimientos arqueológicos interglaciares en relación con las extensiones máximas de hielo de los glaciares Saalian y Weichselian.

Bosque abierto durante 2.000 años

Los rastros de la actividad de los neandertales se hallaron en lo que hace 125.000 años era una zona de bosque donde vivían no solo caballos, ciervos y ganado vacuno, sino también elefantes, leones y hienas. Este bosque caducifolio mixto se extendía desde los Países Bajos hasta Polonia. En varios lugares de la zona había lagos, y en los bordes de algunos de ellos se han encontrado vestigios de los neandertales, explica Roebroeks. En el momento en que estos neandertales aparecieron allí, el bosque cerrado dio paso a grandes espacios abiertos, en parte debido al fuego.

Artefactos de pedernal excavados en la zona de la orilla de un pequeño lago. Leiden University.

"La pregunta es, por supuesto, si el bosque se abrió debido a la llegada de los neandertales, o si estos vinieron porque ya estaba abierto. En cualquier caso, hemos encontrado evidencias suficientes para concluir que los neandertales mantuvieron el área abierta durante al menos 2.000 años".

La investigación comparada, realizada por la profesora de paleobotánica de la Universidad de Leiden, Corrie Bakels (derecha), ha demostrado que en lagos similares de la zona, donde deambulaban los mismos animales, pero donde no hay rastros de los neandertales, la densa vegetación forestal se mantuvo prácticamente intacta.

Hasta ahora, en general, se pensaba que fue solo cuando los humanos modernos (Homo sapiens) se dedicaron a la agricultura, hace unos 10.000 años, que se comenzó a dar forma al entorno, por ejemplo, cortando árboles para crear campos de cultivo. Pero muchos arqueólogos creen que este fenómeno tuvo sus inicios mucho antes, y a menor escala, y, según Roebroeks, la zona de Neumark-Nord es el primer ejemplo de tal intervención.

Los nuevos hallazgos de la investigación no solo son importantes para la arqueología, dice Roebroeks, sino también, por ejemplo, para las disciplinas involucradas en la restauración de la naturaleza. "También añade algo al espectro del comportamiento de los primeros cazadores-recolectores. No eran simplemente 'hippies primitivos' que vagaban por el paisaje recogiendo frutas aquí y cazando animales allá. Ellos ayudaron a dar forma a su paisaje".

Gran impacto del fuego

Un estudio anterior de Roebroeks y su equipo de investigación mostró que el conocimiento sobre el fuego ya lo estaban transmitiendo los homínidos hace al menos 400.000 años. "No debería sorprendernos si en investigaciones futuras encontramos rastros que indiquen que los homínidos tuvieron un impacto importante en su entorno mucho antes, al menos a escala local".

Oosporas de 'stoneworts' (algas verdes de agua dulce, de aproximadamente 1 mm de tamaño y semillas carbonizadas. Leiden University.

Fuente: Universidad de Leiden | 15 de diciembre de 2021

El misterioso pueblo que alcanzó las Islas Feroe 350 años antes que los vikingos

Islotes de Risin y Kellingin desde Kalsoy, en las Islas Feroe.

El secreto se escondía en el fondo de un remoto lago. Un misterioso pueblo fue capaz de llegar a las Islas Feroe, en el Atlántico Norte, unos 350 años antes que los vikingos. Los arqueólogos creen que este grupo se asentó en el pequeño y accidentado archipiélago a medio camino entre Noruega e Islandia alrededor del año 500 después de Cristo.

Según sus primeras hipótesis, esos intrépidos navegantes que fueron capaces de cruzar las agitadas e inexploradas aguas atlánticas podían ser colonos celtas que procedían de Escocia o Irlanda, según explican en un estudio publicado en la revista Communications Earth & Environment.

Imponentes acantilados dominan las costas de las Islas Feroe, situadas a unos 322 kilómetros al noroeste de Escocia. El archipiélago es azotado por fuertes vientos y, en ese paisaje rocoso, predomina un clima nublado que apenas deja lugar para la tundra. Nunca hubo evidencias de un grupo indígena que viviera allí y, hasta ahora, se creía que los primeros en llegar fueron los vikingos.

A) Mapa de la región del Atlántico Norte, con las Islas Feroe en el recuadro rojo. B) Mapa de las Islas Feroe, con la región de Eiði en el recuadro rojo. C) Eiðisvatn, con relleno azul que muestra la extensión aproximada del lago antes del emplazamiento de la presa hidroeléctrica (la estrella verde muestra la ubicación aproximada de Argisbrekka). La línea discontinua azul indica el límite de la cuenca hidrográfica de Eiðisvatn. Imágenes de satélite de Google Earth, Imagen © 2021 Maxar Technologies, Landsat / Copernicus.

Los míticos guerreros y exploradores nórdicos llegaron por primera vez alrededor del 850 d. C., poco después de que desarrollaran tecnología para navegar largas distancias. Este asentamiento podría haber sido el trampolín para viajar hasta Islandia en el 874, además de una corta colonización de Groenlandia hacia el 980.

La nueva investigación, liderada por los expertos de la Universidad de Columbia, se ha centrado en los sedimentos de los lagos. Estos restos contienen señales de que las ovejas domésticas aparecieron repentinamente en las Islas Feroe alrededor del año 500. Anteriormente, las islas no albergaban ningún tipo de mamífero, doméstico o de otro tipo. Por eso las ovejas sólo pudieron llegar junto con los humanos.

Las ovejas de las Islas Feroe han sido un elemento básico de su cultura durante siglos y se encuentran en casi todas partes de las islas. Crédito: William D'Andrea / Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty

En la década de 1980, se descubrió que una maleza (plantago lanceolata) comúnmente asociada con pastos y que se usa a menudo como indicador de la presencia humana temprana en Europa, apareció en las Islas Feroe alrededor del 2200 a.C. Aún así, el hallazgo no fue concluyente porque las semillas podrían haber llegado con el viento y la planta no necesita la presencia humana para establecerse.

San Brandán y la ballena en un manuscrito del siglo XV

Algunos textos medievales sugerían que los monjes irlandeses llegaron a este punto del Atlántico Norte alrededor del 500. Por un lado, se dice que San Brandán, un famoso navegante irlandés, cruzó el Atlántico con camaradas entre el 512 y el 530 y supuestamente encontró una tierra apodada la Isla de los Benditos.

Las especulaciones y los mapas posteriores dicen que se trataba de las Islas Feroe, aunque tampoco se ha descartado que estuvieran hablando de las Azores, más al sur, o incluso las Islas Canarias. También hay quien dice que Brandán realmente llegó a América del Norte. Pero no hay pruebas de nada de esto.

Siglos más tarde, hacia al año 825, el monje y geógrafo irlandés Dicuil escribió sobre unos ermitaños que habrían estado viviendo en algunas islas del norte no identificadas durante al menos 100 años. Una vez más, las especulaciones posteriores hicieron referencia a las Islas Feroe, pero no se encontraron nunca pruebas.

La primera evidencia física de una ocupación temprana llegó con un estudio de 2013 en la revista Quaternary Science Reviews, que documentó dos parches de turba quemada que contenían granos de cebada carbonizados encontrados debajo del suelo de una casa comunal vikinga en la isla de Sandoy, en las Islas Feroe.

Los investigadores fecharon los granos entre 300 y 500 años antes de los nórdicos. La cebada no se había encontrado previamente en el archipiélago, por lo que alguien debió traerla. Para muchos arqueólogos, esto era una firme evidencia de una ocupación anterior a los vikingos.

El lecho de este lago en la isla de Eysturoy contiene una capa de sedimento depositada alrededor del año 500 d.C. que documenta la primera llegada de ovejas, y por lo tanto de humanos, al archipiélago. Crédito: Raymond Bradley / UMass Amherst.

Los investigadores de Columbia utilizaron una pequeña embarcación para navegar por un lago cerca del pueblo de Eiði, sitio de un antiguo lugar vikingo en la isla de Eysturoy. Allí recolectaron lodo acumulado en el lecho durante miles de años. Su objetivo inicial era comprender mejor el clima en la época de la ocupación vikinga, pero se encontraron con una sorpresa.

Explorando a 51 centímetros de profundidad en los sedimentos encontraron señales de que habían llegado un gran número de ovejas repentinamente, probablemente en algún momento entre el 492 y 512, aunque quizás se remontaba incluso al año 370. Una capa de ceniza depositada de una erupción volcánica en Islandia en el 877 les ayudó a fechar de manera fiable las secuencias de sedimentos.

Los expertos consideran lógico no haber encontrado restos físicos de personas pre-nórdicas. Argumentan que las Islas Feroe contienen muy pocos sitios aptos para los asentamientos y básicamente se concentran en áreas planas en las cabeceras de bahías protegidas, donde los vikingos habrían construido sobre viviendas anteriores.

Los investigadores William D'Andrea (izquierda) y Gregory de Wet cargan núcleos de sedimentos tomados del lecho del lago. Crédito: Nicholas Balascio / Colegio de William & Mary.

Los investigadores de Columbia especulan que esos primeros colonos podrían haber sido celtas, aunque no necesariamente monjes. Por un lado, muchos topónimos de las Islas Feroe derivan de palabras celtas, y hay antiguas marcas de tumbas celtas que salpican el archipiélago, aunque no han podido ser fechadas. Además, los estudios de ADN de los feroeses modernos muestran que sus linajes paternos son principalmente escandinavos, mientras que sus linajes maternos son principalmente celtas.

“Otras regiones del Atlántico norte muestran esta asimetría, pero las Islas Feroe tienen el nivel más alto de ascendencia celta materna, lo que sugiere una población celta existente que precedió a los vikingos”, concluyen.

Fuentes: lavanguardia.com | phys.org | 17 de diciembre de 2021

Hallan los posibles restos del templo de Hércules-Melqart, mítico santuario de la Antigüedad, en Cádiz

Estructuras documentadas en la zona sur de Río Arillo. Foto: Universidad de Sevilla.

El templo de Hércules, llamado Melqart por los fenicios, fue el santuario más icónico y transitado de la península ibérica en la Antigüedad. Hasta allí navegó el cartaginés Aníbal para encomendarse al dios antes de lanzarse a una nueva campaña bélica, y también fue el escenario en el que Julio César derramó unas lágrimas al quedarse prendado por una estatua de Alejandro Magno.

Su fama se debe a los textos de los autores clásicos, quienes narraron estas dramaturgias y su monumentalidad, y no por haber sobrevivido a los derroteros del tiempo. Su ubicación exacta lleva décadas, por no decir siglos, siendo motivo de debates académicos y numerosas hipótesis.

Una nueva investigación parece, al fin, haber resuelto uno de los grandes enigmas arqueológicos patrios. Unos trabajos de teledetección con LiDAR realizados por el doctorando Ricardo Belizón Aragón (izquierda) y el profesor Antonio Sáez Romero (derecha), del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, han documentado una serie de estructuras antiguas en un área comprendida entre Camposoto (en el término municipal de San Fernando) y Sancti Petri (entre los términos de San Fernando y Chiclana). Según sus conclusiones, esos vestigios podrían corresponderse con los del templo de Melqart-Hércules.

El estudio se inició por el interés de Belizón en tratar de determinar cómo era durante la Antigüedad ese paisaje que tradicionalmente ha sido abundante en hallazgos, como esculturas de mármol o exvotos fenicios. Los datos obtenidos a través de los métodos de teledetección se han combinado con imágenes del Modelo Digital del Terreno del Instituto Geográfico Nacional y los documentos escritos y arqueológicos ya existentes sobre la zona, principalmente restos materiales de época púnica y romana de procedencia subacuática, descubiertos en un área que va desde Sancti Petri hasta La Caleta, en Cádiz.

Foto: El templo de Melkart podría estar bajo la desembocadura del Caño de Sancti Petri.

Después, los investigadores de la Universidad de Sevilla, en colaboración con la Delegación Territorial y del Centro de Arqueología Subacuática del Instituto Andaluz del Patrimonio, han realizado distintas prospecciones no invasivas. Los resultados, de momento, son preliminares. Los trabajos de los arqueólogos también han determinado la existencia de restos en los alrededores del caño de Sancti Petri de otras estructuras que podrían corresponderse a puertos y edificaciones que indicarían que allí hubo una ciudad romana que podría ser del tamaño de Baelo Claudia, por ejemplo, un paisaje completamente distinto al que se estimaba hasta ahora.

Principales estructuras y transformaciones del terreno detectadas en el área de la actual desembocadura del caño de Sancti Petri, en la que se aprecia la estructura rectangular sumergida del posible templo de Melkart, a partir del análisis de las imágenes PNOALIDAR.

"Los datos recopilados han revelado la existencia en la Antigüedad de un entorno totalmente distinto al supuesto hasta el momento: un nuevo paisaje costero y un litoral muy antropizado desde antiguo, con la presencia de posibles espigones, edificios de gran tamaño e incluso de una posible dársena portuaria cerrada", ha destacado la Universidad de Sevilla en una nota de prensa.

El profesor Francisco José García, durante la presentación. Foto: Antonio Vázquez.

El director del departamento de Prehistoria y Arqueología de esta Universidad, Francisco José García Fernández (izquierda), ha asegurado que "se trata de un hallazgo de primer nivel, de enorme importancia histórica porque forma parte del ADN de la cultura occidental y de la historia de Andalucía. Alabo la discreción, la meticulosidad y la prudencia de la investigación. Soy reacio a la arqueología-espectáculo que está en boga en la actualidad, pero en este caso el hallazgo es espectacular".

La nueva estructura documentada está ubicada a una profundidad de entre tres y cinco metros y tiene unas dimensiones de unos 300 metros de largo por 150 metros de ancho. El hallazgo, que ha suscitado gran revuelo, se ha presentado este miércoles en la sede del CAS con la presencia de autoridades políticas y académicas.

La delegada territorial de Cultura y Patrimonio Histórico de la Junta en Cádiz, Mercedes Colombo, durante la presentación de los restos de edificaciones antiguas localizados entre Camposoto y Sancti Petri. JUNTA DE ANDALUCÍA FOTO: JUNTA DE ANDALUCÍA JUNTA DE ANDALUCÍA.

Otras hipótesis

Los resultados de estas actuaciones, desarrolladas en el marco del Proyecto Ergasteria de la Universidad de Sevilla, que pueden tener una correlación con la información que autores antiguos como Estrabón, Silio Itálico o Filóstrato proporcionan sobre el santuario de Melqart- Hércules, deberán ser investigados con profundidad para reconstruir la historia de la zona y determinar la cronología, tipología y usos que tuvieron cada una de las estructuras detectadas. Se trata de un área sometida históricamente al vaivén de las mareas, lo que dificulta todavía más los trabajos.

Las futuras investigaciones, han apuntado los investigadores, se centrarán en la realización de prospecciones arqueológicas (terrestres y subacuáticas), estudios documentales y geoarqueológicos específicos y un muestreo paleoambiental. Todo ello encaminado, de forma interdisciplinar, a fomentar el conocimiento del pasado y a la "protección y puesta en valor de unos restos arqueológicos excepcionales".

Una posible reconstrucción del templo de Hércules situado sobre el actual islote de Sancti Petri.

El investigador Ricardo Belizón ha mostrado su alegría e "impacto" por haber realizado este hallazgo en el curso de los trabajos para su tesis doctoral. No obstante, ha manifestado una cautela que también abandera Antonio Sáez: "Somos científicos, el tiempo y la investigación nos dirá si es o no es", han comentado ambos tras explicar que ahora "se inicia un trabajo de muchos muchos años" para corroborar su teoría.

Porque el debate va para largo. Otra investigación en curso en la que trabajan expertos de las Universidades de Cádiz y Sevilla, coordinada por el catedrático de Historia Antigua, Lázaro Lagóstena, apunta que el más famoso y viejo templo de Occidente podría ubicarse en el Cerro de los Mártires, en San Fernando (Cádiz). Una ubicación que está a unos cuatro kilómetros de distancia de las estructuras ahora documentadas.

Fuentes: elespanol.com | larazon.es | eluniversal.com | diariodepontevedra.es | 15 de diciembre de 2021

Descubren una segunda sinagoga en la ciudad natal de María Magdalena en Galilea

El sitio donde se descubrió la segunda sinagoga en la antigua ciudad galilea de Migdal. (Universidad de Haifa).

Un equipo de arqueólogos ha descubierto recientemente una sinagoga de hace 2.000 años, correspondiente al período del Segundo Templo (aproximadamente 516 a.C. hasta 70 d.C.), en Migdal, en el borde noroeste del Mar de Galilea, lo que la convierte en la segunda sinagoga de este tipo que se encuentra en la antigua comunidad de Magdala, comunicó la Universidad de Haifa.

Es la primera vez que se han encontrado dos sinagogas dentro del mismo asentamiento desde el período en que el Segundo Templo todavía funcionaba en Jerusalén, un descubrimiento que, según los investigadores, está cambiando su comprensión de la vida religiosa en ese momento.

Otra vista de la excavaciones de las ruinas de la segunda sinagoga hallada en Migdal. (Universidad de Haifa).

"Los arqueólogos habían asumido que mientras el Segundo Templo estuviera en pie, no había tanta necesidad de crear sinagogas", relata la profesora Adi Erlich (izquierda), de la Universidad de Haifa en un comunicado.

Dina Avshalom-Gorni, arqueóloga de igualmente de la Universidad de Haifa, y que ha ayudado en la administración de la excavación, dijo que "el descubrimiento de una segunda sinagoga da una idea de la vida religiosa diaria de los judíos en Galilea en ese momento y testifica sobre la necesidad de un edificio dedicado a estudiar, leer la Torá y celebrar reuniones sociales".

"La ubicación de las dos sinagogas, a menos de 200 metros de distancia una de la otra, está ubicada una en un área industrial y la segunda en una calle residencial, lo que muestra que fueron construidas dentro del tejido social del asentamiento”, añade Avshalom-Gorni.

Dina Avshalom-Gorni, a la derecha, junto al arqueólogo Yehuda Govrin, en el lugar de excavación de la antigua sinagoga descubierta en Migdal. (Universidad de Haifa).

La sinagoga recientemente descubierta es de basalto y yeso, y comprende un salón principal y dos salas laterales. También se encontró un banco de piedra. Seis pilares sostenían el techo y se encontraron las basas de dos de ellos. Las paredes estaban cubiertas de yeso y decoradas con colores. Una pequeña habitación en el extremo sur del salón principal tenía un estante que pudo haber sido usado para almacenar pergaminos, detalla el comunicado.

El hallazgo también produjo una variedad de artefactos de la época, incluidos candelabros de cerámica, cuencos de vidrio hechos con moldes, anillos y utensilios de piedra (gres) utilizados para rituales de purificación.

Esto es significativo, explica Avshalom-Gorni. “La sociedad judía de la época estaba profundamente relacionada con la santidad”, lo que se puede deducir de la existencia de los baños rituales y el gres (que era inmune a la contaminación por prácticas no kosher).

La primera sinagoga hallada en Migdal salió a la luz en una excavación realizada por Avshalom-Gorni en 2009. Ese edificio incluía un banco de piedra con una menorá de siete brazos grabado en el mismo y recuerda a la menorá que se usaba en ese momento en el Segundo Templo.

Migdal, conocida por su antiguo nombre como Magdala, era un centro importante de la vida judía en ese momento. Se menciona en los escritos de Flavio Josefo, quien fue un líder militar judío en la revuelta contra los romanos en el siglo I d.C., pero luego cambió de bando para convertirse en ciudadano e historiador romano. Magdala también se menciona en el Nuevo Testamento como el lugar de nacimiento de María Magdalena.

Las excavaciones actuales están siendo realizadas por el arqueólogo privado Yehuda Govrin con la supervisión científica del Instituto de Arqueología Zinman de la Universidad de Haifa.

Las obras de excavación se realizaron debido a la ampliación de la Ruta 90 en la zona. Parte de la sinagoga se encontró durante los trabajos preliminares a principios de año, aunque en ese momento aún no se conocía el alcance de las ruinas halladas.

La Autoridad de Antigüedades de Israel tiene la intención de celebrar reuniones en las próximas semanas para discutir la apertura del sitio al público.

Fuente: thetimesofisrael.com | 12 de diciembre de 2021

Hallan en Italia el entierro más antiguo de Europa: los restos de una niña-bebé de hace unos 10.000 años y a la que honraron con cuidado

Jamie Hodgkins, investigadora principal, y su equipo en el lugar donde se descubrió el enterramiento en Italia. / Jamie Hodkins, PhD, CU Denver.

Hace 10.000 años, justo después de terminar la última Edad de Hielo, un grupo de cazadores-recolectores enterró a una niña bebé en una cueva italiana. La sepultaron con una rica selección de sus cuentas y colgantes más preciados, además de una garra de búho real. "Eran señales del dolor que sentía el grupo por la pérdida de la niña", dicen los investigadores.

“El tratamiento funerario aparentemente ‘igualitario’ de esta pequeña, a quien el equipo apodó "Neve", muestra que hace ya 10.000 años en Europa Occidental incluso las mujeres más jóvenes eran reconocidas como personas plenas en su sociedad”, explican los arqueólogos de la Universidad de Colorado en un estudio publicado en la revista Scientific Reports.

La niña fue encontrada en Arma Veirana, una cueva en los prealpes de Liguria, en el noroeste de Italia. El sitio era bastante conocido por los aldeanos locales. Y también por los saqueadores, cuyo ‘trabajo’ expuso varias herramientas del Pleistoceno tardío que atrajo a los investigadores a la zona.

Un aspecto del trabajo de excavación realizado en la cueva de Arma Veirana, Italia.

Las excavaciones profesionales comenzaron en 2015 y los especialistas se pasaron las dos primeras temporadas cerca de la boca de la cueva, exponiendo capas estratigráficas que contenían herramientas de más de 50.000 años de antigüedad típicamente asociadas con los neandertales en Europa.

También se encontraron restos de comidas antiguas, como huesos de jabalíes y alces marcados con cortes y trozos de grasa carbonizada. Además, aparecieron herramientas de piedra mucho más recientes y que probablemente se habían estado erosionando en lo más profundo de la cueva.

En 2017, los arqueólogos se adentraron más en Arma Veirana y comenzaron a desenterrar conchas perforadas. Pocos días después de encontrar la primera cuenta, uno de los excavadores descubrió una pequeña pieza de la bóveda craneal del bebé.

Adornos asociados con el enterramiento. Ejemplos de cuentas de concha de 'Columbella rustica' (a – l) y colgantes perforados hechos de 'Glycmeris sp'. (m – p).

“Estaba excavando en un lugar adyacente y recuerdo que miré y pensé 'ese es un hueso extraño'”, dice Claudine Gravel-Miguel, investigadora de la Universidad Estatal de Arizona. “Rápidamente quedó claro que no solo estábamos mirando un cráneo humano, sino que también que era de un individuo muy joven. Fue un día muy emotivo", añade.

Claudine Gravel-Miguel con el antropólogo Vitale Stefano Sparacello en unas excavaciones en el yacimiento de Arene Candide, Italia, en 2011.

Mediante el empleo de herramientas dentales y un pequeño pincel, los investigadores pasaron esa semana y la siguiente temporada de campo (en 2018) exponiendo cuidadosamente todo el esqueleto, el cual estaba adornado con líneas articuladas de cuentas de concha perforadas. La datación por radiocarbono determinó que el bebé vivió hace 10.000 años, y el análisis de ADN reveló que era una niña perteneciente a un linaje de mujeres europeas conocido como el haplogrupo U5b2b.

"Hay un registro decente de entierros humanos antes de hace unos 14.000 años. Pero el último período del Paleolítico superior y la primera parte del Mesolítico, el último período en Europa en el que la caza y la recolección eran la principal forma de ganarse la vida, son poco conocidos en lo que respecta a las prácticas funerarias. Los entierros de bebés, además, son especialmente raros, por lo que Neve agrega información importante para ayudar a llenar este vacío”, indica en un comunicado la antropóloga Jaime Hodgkins (izquierda), de la Universidad de Colorado.

El análisis del tejido y la estructura de los dientes del bebé mostró que murió entre 40 y 50 días después de su nacimiento y que experimentó un estrés de desarrollo que detuvo brevemente el crecimiento de sus dientes poco antes de nacer. Los estudios de carbono y nitrógeno de los dientes revelaron que la madre del bebé se había estado alimentando durante la gestación con una dieta vegetal.


Disposición del entierro. (A) Imagen fotogramétrica 3D progresiva de cada pieza antes de su extracción, reconstruyendo los huesos y artefactos como estaban in situ. (B) Trazado con recuadro que demuestra la posición probable del cuerpo. Un modelo 3D interactivo de la cueva está disponible en línea: https://bit.ly/3jCq4zC.

Las prácticas mortuorias ofrecen una ventana a las cosmovisiones y la estructura social de las sociedades pasadas. El tratamiento funerario infantil proporciona información importante sobre quién era considerado una persona y quién tenía los atributos de un yo individual, la capacidad moral y la elegibilidad para ser miembro de un grupo.

En este sentido, los expertos se sorprendieron del cuidado con el que se elaboró cada pieza de los adornos que acompañaban a la niña. Muchos de ellos exhibían cierto desgaste, lo que probaría que fueron transmitidos al bebé por los miembros del grupo. “El tratamiento funerario de Neve sugiere que el reconocimiento de los neonatos como personas completas tiene orígenes muy profundos”, indican.

Al comparar este descubrimiento con un entierro similar de dos bebés que datan de hace 11.500 años en Upward Sun River, Alaska, los arqueólogos consideran que pudo haber una cultura ancestral común que fue compartida por los pueblos que emigraron a Europa y los que emigraron a América del Norte, o que pudo surgir en forma paralela en poblaciones de todo el planeta.

Fuentes: lavanguardia.com | agenciasinc.es | news.ucdenver.edu. | 14 de diciembre de 2021