Canibalismo entre los neandertales

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El canibalismo de los neandertales ha sido debatido desde hace muchos años, puesto que no son pocos los yacimientos en los que se ha determinado este tipo de comportamiento en Homo neanderthalensis. Lugares clásicos, como Krapina, en Croacia, o El Sidrón, en Asturias, presentan incontestables evidencias de canibalismo. Hace algunos meses algún investigador se atrevió a proponer que este tipo de comportamiento originó la desaparición de los neandertales (ver post de 14 de abril de 2016).

A mediados de junio de este año, la investigadora Hélène Rougier y un nutrido grupo de colegas han publicado en la revista Scientific Reports un nuevo artículo sobre canibalismo entre los neandertales. En esta ocasión, Rougier y sus colegas han recopilado la información que se ha venido recogiendo del yacimiento de Goyet (Bélgica), desde que comenzaron las exploraciones y primeras campañas en el siglo XIX. Las excavaciones en la llamada “Troisième caverne” quedaron pronto paralizadas y no se retomaron hasta los años 1990s. En estos últimos años se han obtenidos numerosos restos humanos, que se han añadido a los que Rougier y sus colegas han podido identificar en las colecciones de excavaciones anteriores. En total se han contabilizado 90 restos humanos de Homo neanderthalensis. Algunos de esos restos están tan deteriorados que fueron difíciles de identificar en su momento. La antigüedad del yacimiento ha sido estimada mediante el método de C14 entre 45.500 y 40.500 antes del presente. Se trata, por consiguiente, de uno de los yacimientos más recientes de esta especie humana. Las evidencias de canibalismo son muy claras. Nunca antes se había descrito un caso tan claro en el norte de Europa para esta especie.

Como es habitual en los casos de canibalismo, los restos presentan un importante deterioro debido a la fragmentación intencionada de los huesos. Podría tratarse de un caso de canibalismo “gastronómico”, cuyo objetivo es el máximo provecho nutricional de los cadáveres. Además de las masas musculares, el tuétano de los huesos ofrece muchas calorías. Aunque el registro arqueológico de los neandertales permite proponer un componente de ritualidad en su comportamiento (enterramientos intencionados), en el caso del yacimiento de Goyet no parece haber indicios que la acumulación de los restos humanos canibalizados esté asociado con algún tipo de ritual. Los autores son muy prudentes en sus afirmaciones sobre esta cuestión, pero su cautela viene dada por los límites que impone el propio método científico. Todo hace suponer que se trata de matar y comer, como en el caso de los restos obtenidos del nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina en la sierra de Atapuerca. Si la hipótesis de canibalismo gastronómico se mantiene, dos especies muy alejadas en el tiempo (850.000 vs. 45.000 años) tuvieron el mismo tipo de comportamiento. Además, los habitantes de la cueva de Goyet no tuvieron reparos en utilizar algunos de los restos humanos como retocadores para reavivar los filos de sus herramientas de piedra.

La hipótesis de canibalismo gastronómico del yacimiento de Goyet está avalada por el hecho de que el número de restos fósiles de diferentes animales (y posibles presas) del yacimiento de Goyet supera la cifra de 30.000. En otras palabras, había suficiente comida como para evitar matanzas y canibalismo entre miembros de la misma especie. Rougier y sus colegas no se olvidan de que la cronología del yacimiento de Goyet está muy próxima a la entrada de los miembros de nuestra especie en Europa. De haberse encontrado alguna evidencia arqueológica de la presencia de Homo sapiens en la región podría haberse planteado la hipótesis de enfrentamientos entre los miembros de dos especies distintas. En este caso, no se trataría de canibalismo sino de competencia y enfrentamiento entre especies que tenían un nicho ecológico muy similar.

Las investigaciones realizadas durante décadas apuntan a la clara conclusión de que el canibalismo formó parte de la cultura de los neandertales. No nos extraña que hubiera peleas mortales entre ellos, como las hubo y las habrá siempre en las diferentes especies de nuestra genealogía. Otra cuestión es comerse a los vencidos. En nuestras guerras se mata sin piedad, pero rara vez se ha descrito canibalismo más que en casos de extrema necesidad. En el cerebro de Homo sapiens se produjeran varios “saltos” cualitativos, que terminaron no solo cambiando la forma del cerebro, sino también nuestra forma de entender el entorno social.

Con sinceridad, no pienso que el canibalismo cultural fuera la razón fundamental de la extinción de los neandertales. Pero podría añadirse a una (posiblemente) larga lista de circunstancias adversas que pusieron en jaque la continuidad de esta especie, frente a su competencia con los primeros Homo sapiens que poblaron Europa. Simplemente con una mayor organización para cualquier actividad (incluida la obtención de recursos y el sentido tribal) y una ligera ventaja en el crecimiento demográfico pudo ser suficiente para que nuestra especie ocupara el continente europeo en unos pocos cientos de años, relegando a los neandertales hacia su completa desaparición.

Fuente: quo.es | 13 de septiembre de 2016

Descubren la primera evidencia de canibalismo neandertal del norte de Europa



Foto: El arqueozoologista Cédric Beauval (izquierda), de Archéosphère, la paleoantropóloga Hélène Rougier, de la Universidad Northridge de California (centro), e Isabelle Crévecoeur de la Universidad de Burdeos (derecha) identifican los restos humanos hallados en las cuevas de Goyet. Crédito: Damien Flas.

No es la primera vez que se descubre que los neandertales realizaban prácticas caníbales, pero nunca antes se habían localizado cinco de estos individuos tan al norte de Europa con signos de haber sido devorados por sus congéneres.
Los restos pertenecen a cuatro adolescentes o adultos y un niño y se encontraron en el yacimiento de la Tercera caverna -Troisième caverne- de Goyet, en Bélgica. Constituye la mayor colección de neandertales a esa latitud tanto por número de piezas como por número de individuos representados, como se desprende de un nuevo estudio que publica la revista Scientific reports liderado por la doctora Hélène Rougier (izquierda).

Existen evidencias de que los neandertales enterraban a sus muertos en distintos yacimientos como la francesa Chapelle-aux-Saints y Sima de las Palomas, en la Península Ibérica. Otros yacimientos, en cambio, demuestran que consumían carne y que partían huesos de otros congéneres con un fin alimenticio; así se ha visto en diversas localizaciones de Francia (Moula-Guercy, Les Pradelles) o España (Zafarraya, El Sidrón). Sin embargo, apenas quedan vestigios de neandertales más allá del paralelo 50.

"Este trabajo pone de manifiesto que, al igual que en el sur de Europa, los neandertales tenían cierto miramiento hacia algunos muertos, a los que enterraban, mientras que a otros los veían como alimento", explica Asier Gómez (derecha), investigador Ikerbasque en la Universidad del País Vasco y participante de este proyecto.

La evidencia más antigua de canibalismo se remonta a hace 800.000 años en Atapuerca y tiene como protagonista al Homo antecessor, mientras que los neandertales de Goyet datan de hace entre 40.500 y 45.500 mil años.

Con todo, los trabajos han sido más difíciles, recuerda Gómez: "La diferencia más clara es que, en Atapuerca, el contexto en el que se encontraron los huesos era conocido mientras que los restos de nuestro estudio proceden de una colección".

Para contrarrestarlo, ha habido que hacer un mayor esfuerzo en la identificación de las diferentes marcas sobre la superficie ósea. Un tercio del material muestra cortes y signos de fracturas para la extracción del tuétano y su comparación con otros restos de caballos y renos recuperados en el yacimiento belga sugiere que las tres especies fueron consumidas de manera similar.

El fémur de la izquierda muestra signos de haber sido utilizado para tallar piedra y el de la derecha tiene marcas fruto de diversas actividades de carnicería. UPV/EHU.

Los expertos han señalado que este descubrimiento permite ampliar el rango de comportamiento conocido de los neandertales del norte de Europa con sus muertos. Es más, los cinco restos humanos muestran signos de haber sido utilizados como percutores blandos a la hora de tallar la piedra.

USADOS COMO RETOCADORES

En este sentido, los científicos han explicado que los neandertales usaban cantos rodados para tallar herramientas de piedra, y utilizaban también el hueso, en algunos casos, para reavivar los filos. Un ejemplo cercano está en los retocadores de hueso, principalmente de ciervo, recuperados en el yacimiento de Axlor, en Vizcaya.

Hasta ahora se conocían tres yacimientos en los que los neandertales habían usado huesos de un congénere para la talla de instrumentos de piedra: un fragmento de fémur en el caso de Krapina (Croacia) y un cráneo en Les Pradelles y La Quina (Francia).


Parte de la colección de restos que representa a un mínimo de cinco individuos. UPV/EHU

En el caso de Goyet son 5 los restos humanos utilizados como retocadores, lo cual duplica en un solo yacimiento el registro conocido hasta ahora. Además se ha podido datar esta colección de restos neandertales de hace entre 40.500 y 45.500 años.

Los expertos destacan la conservación excepcional que ha permitido también recuperar ADN mitocondrial de estos huesos, que al ser comparados con otros neandertales, determina que los 'habitantes' de Goyet se parecían genéticamente a los de Feldhofer (Alemania), Vindija (Croacia) y El Sidrón (Asturias). Esta gran uniformidad genética, a pesar de las distancias geográficas, indica que la población neandertal que habitaba Europa era de pequeño tamaño.

Fuente: EL MUNDO.es | lavanguardia.com | 6 de julio de 2016

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