LA INDUSTRIA FENICIA DEL VIDRIO

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En el campo de la artesanía no puede olvidarse el vidriado. Los vasos de vidrio así como los amuletos y objetos de adorno fabricados con la pasta vítrea son muy abundantes, y parece que la invención de este material debe ser atribuida a los fenicios. En sus centros comerciales de Oriente, en Gadir o Cartago, o como simples artesanos al servicio de cortes extranjeras, nuestros hombres fabricaron grandes cantidades de objetos de este tipo en los diversos hornos de vidriero que construían a tal efecto.

Inicialmente se tuvo en cuenta la arena, algo que a primera vista nada tiene de noble y refinado. De esta opinión sólo son aquellos que ignoran que en muchos casos -por ejemplo el montuoso Líbano- la arena contiene gran cantidad de cuarzo, que es ácido silícico puro en forma cristalina, y precisamente el ácido silícico constituye el elemento más importante del vidrio. Un vidrio normal de ventana contiene más del 70 %, y un cristal de plomo no menos del 60%. Luego, si se mezcla este subproducto del mar con bicarbonato sódico, como se le encuentra en las aguas carbonatadas de los lagos egipcios o en las cenizas de las plantas marinas y esteparias salíferas, si se le añaden substancias alcalinas en forma de piedra caliza, mármol o creta y se calienta la mezcla hasta unos 700 u 800 grados centígrados, entonces se obtiene, con fuerte producción vesicular, aquel producto viscoso y rápidamente solidificable que puede transformarse fácilmente en pequeñas perlas, o, por medio de un núcleo de arcilla, en frascos, o mediante soplado, en hermosos recipientes abombados y trasparentes.


Los egipcios conocieron ya este proceso de elaboración en el cuarto milenio a.C. Con ingrediente como arena, cenizas vegetales, salitre y creta producían un vidrio opaco y opalino que difundieron por todos los países del mundo en forma de recipientes para líquidos y como artículos de lujo, tales como esmaltes vítreos para imitar piedras o recubrir objetos de orfebrería.

De un modo u otro lograrían descubrir los fenicios este secreto de fabricación que, como es de suponer, estaría celosamente guardado, y lo utilizaron para montar su propia industria cristalera. Pero al hacerlo no se limitaron a una imitación servil, sino que unieron al ingenio su tenacidad en un intento por hacer transparente la masa lechosa. Por fin, después de una serie de pruebas y fracasos, lograron el éxito apetecido.

En Tiro y Sidón, en esta última ciudad sobre todo, se montaron pequeñas vidrierías, de cuyos hornos salieron los primitivos trasparentes de la historia. De modo que el invento del vidrio no fue obra de los egipcios, sino del pueblo que habitaba en el Líbano. Esto es tanto más cierto cuanto que, más tarde, también fueron probablemente los fenicios quienes desarrollaron además la técnica del soplado del vidrio.


Tan espectacular como el descubrimiento del vidrio de fue igualmente su manera de comercializarlo. En efecto, no se limitaron a ofrecer el vidrio como objeto de lujo a precios elevados, sino que organizaron cadenas comerciales para distribuirlos a gran escala. El vidrio, fundido, prensado o tallado se ofrecía en Tiro, Sidón o Gadir a precios tan sumamente baratos, que incluso podían adquirirlos los desheredados de la fortuna; y así fue empleándose más y más para vasos y copas en lugar del metal o la arcilla. Los fenicios inundaron literalmente con sus vasijas, botellas y perlas todo el mundo conocido, y con razón puede considerárselas como los iniciadores de la fabricación en serie.

Por: Juan Antonio Cerpa Niño

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Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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