El genocidio olvidado del emperador Vespasiano: cuando las legiones arrasaron Jerusalén

Relieve del arco de triunfal de Tito (Roma) en el que se conmemora su triunfo sobre los judíos.

La barbarie que las legiones romanas demostraron en el año 70 contra los judíos sublevados en Jerusalén asombró tanto al historiador Flavio Josefo, que este decidió dejar constancia de ella en sus escritos. «No tuvieron matanza más cruel los judíos entre todas cuantas padecieron como esta: porque en una noche abrieron las entrañas de 2.000 hombres». También añadió que los combatientes «dieron saco al templo» de la ciudad y «hurtaron muchas cosas» antes de prenderle fuego. Pero la tragedia quedó ensombrecida por la brutalidad que vendría después. Y es que, Tito Flavio Sabino Vespasiano capturó a los supervivientes, trasladó a muchos hasta la capital y les obligó a levantar el Coliseo.

En total, se calcula que unos 12.000 esclavos participaron en la edificación del monumento más famoso de la ciudad. Aunque la barbarie no quedó en ese punto ya que, poco después de que finalizara su construcción, muchos de los reos fueron arrojados a las fauces de las bestias de los juegos. Los historiadores judíos han definido este episodio como una humillación sin precedentes para un pueblo que, ya en el año 63 a.C. fue obligado a tributar a Roma como uno de sus estados vasallos.
Autores como Juan Pedro Cavero Coll respaldan la teoría de que los emperadores abusaron de los semitas y tilda a estos últimos de «súbditos molestos del Imperio» en su obra «Breve historia de los judíos» (Nowtilus, 2011).
La construcción del Coliseo se sumó a otros tantos destinos igual de terribles. Según el propio Josefo, Tito también sacrificó a más de 2.500 reos en los juegos que celebró tras la destrucción de Jerusalén, y un número indeterminado más meses después durante las fiestas romanas. Otros fueron enviados a las minas de Egipto o, incluso, se vieron obligados a participar en la edificación de todo tipo de obras públicas.

El germen del odio

¿Cómo es posible que el Imperio Romano cometiera tal atrocidad? La historia, como me afirmaba hace algunos días un investigador del CSIC, no siempre es blanca o negra. Y este caso es un ejemplo claro. Las raíces del conflicto y de la inquina de los emperadores contra el pueblo semita hay que buscarlas en el 64 d.C., cuando llegó hasta Judea el tiránico procurador Gesio Floro. Su brutalidad pronto hizo aflorar el odio de los habitantes. Al poco, los disturbios se generalizaron y, con ellos, comenzó la turbia relación entre estos dos pueblos.

Al final, el poder de las legiones se hizo valer y, apenas dos años después (en el 66 d.C.), el político aplastó los diferentes alzamientos a golpe de gladius y permitió que sus hombres saquearan los barrios más ricos de la urbe como castigo. Una pésima forma de calmar los ánimos que no logró apaciguar (ni meter el miedo en el cuerpo) a los judíos. Acababa de dar comienzo a una década de muerte.

Tras aquella tropelía, los judíos clamaron justicia ante los superiores de Floro, pero solo obtuvieron el silencio por respuesta. Fue entonces cuando las pequeñas desavenencias derivaron en una auténtica guerra. La revuelta volvió a estallar de manos de Eleazar, capitán de la guardia del templo de Jerusalén. Este guerrero puso en jaque de nuevo a Roma al sitiar con miles de soldados a una cohorte de la legión III Gallica. Por si fuera poco, los ciudadanos apoyaron su alzamiento.

Vespasiano

Pintaban mal las cosas para el Imperio. Y así quedó claro cuando, tras abandonar la urbe, se hizo recuento de los fallecidos (1.500 legionarios) y del territorio perdido (una buena parte de Judea).
Tal afrenta no fue pasada por alto. Al poco, el gobernador de Siria, Cestio Galo, tomó las armas y aplastó con fiereza la ciudad de Jotapata. Poco después se plantó ante la mismísima Jerusalén. La urbe, rodeada por tres murallas, desafiaba inmaculada el poder de Roma. Los invasores la sitiaron durante cinco días creyendo que solo era cuestión de tiempo que los defensores se rindieran... Pero no podían estar más equivocados.

Según explica el historiador Stephen Dando-Collins en su obra «Legiones de Roma», la guerrilla local desangró a los invasores a golpe de ataques sorpresa hasta que les obligaron a regresar por dónde habían venido. Su empuje fue tan fuerte que 400 valientes de la legión XII Fulminata tuvieron que sacrificarse para cubrir la retirada del resto del ejército. Su gesta permitió que sus compañeros se salvaran, pero les llevó a perder su estandarte, una de las mayores vergüenzas para una unidad de la época.

Venganza y nuevo emperador

Para Roma, aquello fue como un cuchillo clavado en el corazón. No ya por la derrota de sus legiones, sino por la pérdida del águila de la XII Fulminata. Quizá por ello, o por la mera locura del entonces emperador Nerón (despótico, belicoso y obsesionado con las conspiraciones contra su gobierno), el veterano general Tito Flavio Vespasiano recibió órdenes de sofocar la revuelta judía por la fuerza.

Tras solicitar a su hijo Tito que reuniera todas las legiones que pudiera en Egipto, el veterano líder militar (sumaba 56 años a sus espaldas e innumerables campañas) se puso en marcha durante el verano del 67. Este contingente actuó como un rodillo contras las ciudades de Jotapata, Tarichaeae y Gamala. En todas ellas, la caballería y las máquinas de asedio imperiales destrozaron a los aterrados defensores.

Pero ni las victorias aplacaron la sed de venganza de los romanos. Tal y como explica Dando-Collins en su obra, el revanchismo imperial quedó claro cuando el mismo Vespasiano se topó con el mar Muerto. El general había oído hablar de su flotabilidad, pero desconocía si era realidad o mito. ¿Cómo podía comprobarlo sin poder en riesgo a sus hombres? Al final, no se le ocurrió otra cosa que arrojar a las aguas a varios reos judíos para comprobar si las habladurías eran verdad o no. Por suerte para ellos, no se ahogaron.

Tito

Vespasiano podría haber continuado su exitosa campaña hasta la misma ciudad de Jerusalén, pero decidió volver a los cuarteles cuando recibió una carta en la que el gobernador de Hispania, Sulpicio Galba, le solicitaba ayuda para marchar sobre la mismísima Roma y acabar con el despótico Nerón. Por el momento, consideró, era mejor esperar a que los peligrosos vientos de la política amainaran.
Es probable que, por entonces, no supiera que iba a sucederse una de las épocas más turbulentas del Imperio. Y es que, mientras todavía estaba en Judea, recibió la noticia de que el emperador había sido asesinado.

A partir de entonces comenzó una carrera por el trono que terminó con la sucesión de tres emperadores hasta que el propio Vespasiano se hizo con la poltrona. Conocedor de los entresijos de la corte, militar respetado y hombre con grandes capacidades políticas, el general se hartó de ver pasar frente a sí líderes mediocres y aprovechó su poder para hacerse con la poltrona.
A la postres, no obstante se terminó convirtiendo en aquello que más odiaba al dejarse cegar por las riquezas. Así lo atestiguó el historiador Cayo Suetonio con esta curiosa anécdota: «Su hijo Tito le censuraba un día no haber olvidado un impuesto hasta sobre la orina; Vespasiano le presentó ante la nariz el primer dinero cobrado por aquel impuesto y le preguntó si olía mal».

Destrucción del Templo de Jerusalén, Francesco Hayez (1867)

Asedio y barbarie

La llegada al poder de Vespasiano no le hizo olvidar la revuelta que le esperaba en Judea. Aunque, en este caso, prefirió enviar a su hijo Tito a acabar de una vez por todas con los rebeldes. El flamante militar hizo llamar a los hombres de la XII Fulminata en un intento de que borraran el agravio hecho contra su águila.

En este caso, sin embargo, no hubo pasos previos y el general plantó a sus tropas en las mismas puertas de Jerusalén. «Estaba terminando abril cuando Tito llegó a Jerusalén con la V Macedónica, la XII Fulminata y la XV Apollinaris, que de inmediato emprendieron la construcción de un vasto campamento al oeste de la ciudad. Al día siguiente, la legión X Fretensis llegó desde Jericó y comenzó a establecer su campamento en el Monte de los Olivos», añade el autor.

El sitio se extendió hasta mayo, cuando el general se armó de valor y comenzó el ataque como tal. Durante el mismo, las catapultas y los escorpiones de la X legión se destacaron por su brutalidad. Sus armas de asedio dispararon sin descanso descargas de dardos y piedras de hasta 45 kilogramos de peso. Todo ello, contra una ciudad en la que residían, aproximadamente, un millón de judíos. Tres meses e incontables combates después, los legionarios lograron al fin acceder al corazón de Jerusalén e iniciaron una destrucción que todavía se recuerda a día de hoy. El cronista Flavio Josefo (un antiguo general judío que se había cambiado de bando) dejó constancia de esta barbarie en su obra «La guerra de los judíos»:

Flavio Josefo

«Se metieron por las callejuelas con sus espadas en las manos, mataron sin hacer distinción a todos los que se encontraron e incendiaron las casas con la gente que se había refugiado en ellas. En muchos de sus saqueos, cuando pasaban dentro para hacer sus rapiñas, se encontraban con familias enteras de cadáveres y con sus habitaciones repletas de víctimas del hambre . Entonces, llenos de horror ante la visión de este espectáculo, salían con las manos vacías. A pesar de que se compadecían de los que morían de esta forma, sin embargo, no tuvieron los mismos sentimientos con los vivos, sino que degollaron a todo el que se toparon, con sus cadáveres taponaron las estrechas calles e inundaron de sangre toda la ciudad, de modo que muchos incendios fueron también apagados por esta carnicería. Los romanos dejaron esta actividad sanguinaria al atardecer».

Al acceder a la ciudad, Tito se vanaglorió de que un poder divino había permitido a Roma vencer aquella resistencia. «Hemos luchado con la ayuda de Dios y es Dios el que ha expulsado a los judíos de estas fortalezas», afirmó. Poco después, el templo de Jerusalén comenzó a arder. Los historiadores coinciden en que fue provocado por las legiones romanas. Sin embargo, Josefo sostuvo después que, aunque había sido un soldado el que había extendido las llamas, el general había ordenado expresamente que no se atacara este edificio.

En todo caso, el saqueo se generalizó entre los legionarios romanos. De hecho, cuando Tito regresó un año después a la ciudad para saber en qué punto se encontraban las labores de reconstrucción (pues había sido derruida hasta los cimientos) se encontró con una curiosa estampa: vio como los hombres de la X Fretensis (que habían recibido la orden de quedarse en la urbe para asegurar que no se sucedía una nueva revuelta) excavaban entre los escombros con sus propias manos para desenterrar las riquezas escondidas bajo los escombros de las viviendas.

Rumbo a Roma

En palabras de Josefo, murieron un millón de personas durante el asedio y, tras la conquista, miles de supervivientes fueron capturados y diseminados por todo el Imperio como esclavos. Según explica el filósofo y estudioso Thomas A. Idinopulos en su obra «Jerusalén», «los que sobrevivieron a la masacre envidiaron a los muertos» ya que los que estaban en buenas condiciones físicas fueron enviados a «las minas de Egipto o Cerdeña» o a «construir un gran canal cuya excavación en Corinto había ordenado Nerón».

Los más robustos fueron convertidos en gladiadores y, por último, las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos. El número concreto de reos es desvelado por el propio cronista romano:

«Todos los prisioneros que fueron capturados en el conjunto de la guerra sumaron noventa y siete mil, y los que perecieron en la totalidad del asedio fueron un millón cien mil. La mayoría de éstos eran judíos, pero no eran naturales de Jerusalén, puesto que se había concentrado gente de todo el país para la fiesta de los Ácimos, cuando de repente les sorprendió la guerra. En consecuencia, en un primer momento la estrechez del lugar les propició una peste destructiva y más tarde un hambre voraz. La cantidad de habitantes que había en la ciudad se deduce del censo elaborado en tiempos de Cestio».

El mismo Josefo también incide en que, durante su estancia en Cesarea, «Tito festejó con esplendor el cumpleaños de su hermano, en cuyo honor ejecutó una gran cantidad de prisioneros judíos». En sus palabras, el número de los que «perecieron luchando con las fieras, abrasados por las llamas y en peleas entre ellos alcanzó más de dos mil quinientos».


El espectáculo, lejos de repugnar a los romanos, les agradó. Como mucho, «les pareció un castigo menor». Esta triste práctica se repitió poco después. «A continuación llegó a Berito, una ciudad fenicia colonia de los romanos. Allí hizo una parada más larga y celebró con una brillantez aún mayor el aniversario de su padre con magníficos espectáculos y con otros dispendios que desplegó con ingenio. Al igual que ocurrió antes, también fue ejecutada una gran cantidad de prisioneros de guerra», añadió el cronista.

Según explican todo tipo de historiadores decimonónicos (entre ellos el monje Ferdinand Freiherr von Geramb o Marien Vasi) el último destino de los reos judíos no fue mejor. Y es que, 12.000 de ellos (20.000, según otras fuentes) fueron enviados a Roma para terminar de levantar el Coliseo con su trabajo.

Así lo confirma, entre otros, el investigador español José María Zavala en su obra «Las páginas secretas de la historia»: «Vespasiano empezó a levantar el Coliseo en el año 69 de nuestra era, y Tito lo terminó doce años después. En realidad fueron cuatro años de intenso trabajo con la ayuda de doce mil judíos cautivos llevados a Roma por Tito tras la conquista y destrucción de Jerusalén, muchos de los cuales perecieron luego en la arena devorados por las fieras en los juegos públicos. Así pagaba el César a sus deslomados esclavos». Por si fueran pocas afrentas, el Coliseo también se financió con parte de las riquezas saqueadas de Jerusalén.

Fuente: abc.es | 29 de enero de 2019

El misterio de los Tartessos: la rica civilización ibérica que desapareció de forma abrupta

El arqueólogo y filólogo alemán Adolf Schulten no se conformó con pasar a la historia como el descubridor de las ruinas de Numancia, también quiso hallar el rastro de la antigua y misteriosa Tartessos. En un tiempo donde mitos e historia se entremezclaban, el alemán persiguió a esta civilización más allá de las Columnas de Hércules (estrecho de Gibraltar) y excavó con toda su alma por Doñana y su entorno, pero su búsqueda resultó infructuosa. Su obsesión ha sido retomada cada pocos años por la arqueología española, fascinada por los tesoros aúreos que se le atribuye a esta civilización, de la que el periodista Javier Ramos y el historiador Javier Martínez-Pinna acaban de publicar el estudio «El enigma Tartessos: La primera civilización de la Península Ibérica».

El libro aborda las características de esta civilización, lo que se sabe de ellos, sus rastros arqueológicos, sus peculiar tránsito al más allá y sus deidades, al mismo tiempo que hace las veces de guía de viajes por la geografía española, de Huelva a Gibraltar, de Portugal a Extremadura... Muchos son los misterios aún abiertos sobre Tartessos, como también es mucho lo que se sabe a base de juntar piezas sueltas en un enorme puzle que se remonta a hace miles de años. Así lo intentan Ramos y Martínez-Pinna en su obra.


¿Cómo surgió esta civilización?
Para contestar a esta pregunta debemos recurrir sin falta a las fuentes, tanto arqueológicas como documentales. El problema es que estas son relativamente escasas y muy contradictorias, lo que ha dado lugar a interpretar Tartessos desde un punto de vista legendario e incluso esotérico. Afortunadamente, los estudios arqueológicos han evolucionado y en la actualidad podemos definir esta civilización como el resultado de un proceso de aculturización que los pueblos colonizadores procedentes del Mediterráneo Oriental (sobre todo los fenicios) y otros de procedencia atlántica llevaron a cabo sobre las poblaciones del valle del Guadalquivir y la zona de Huelva a partir del Bronce Final.

Defendéis que la arqueología no ha sido capaz de desvelar muchos de los misterios, ¿qué nos falta por saber que sea insalvable para conocerlos de verdad?
Todo lo que envuelve a esta civilización parece estar relacionado con el misterio, empezando por la naturaleza de esto que conocemos con el vago nombre de Tartessos, ya que seguimos sin saber si esta fue una región más o menos extensa situada en el sur peninsular o también una gran ciudad ubicada más allá de las Columnas de Hércules, tal y como aparece reflejado en los textos de autores grecolatinos. Tampoco sabemos a ciencia cierta los motivos por los que esta civilización terminó desapareciendo de una forma, digamos, tan abrupta, aunque en «El enigma Tartessos» proponemos al lector las hipótesis con mayor fuerza por parte de los historiadores actuales. Además de esto, sigue siendo un gran misterio la posible relación de Tartessos con la Tarsis bíblica y, sobre todo, el hallazgo de esta ciudad perdida que ha sido buscada durante más de cien años.

¿Se ha podido demostrar que existieran realmente?
Si hacemos caso a las fuentes, sin lugar a dudas. Debemos de tener en cuenta que son muchas las ocasiones en las que los autores de la talla de Heródoto, Estrabón o Plinio el Viejo insisten en la existencia de una gran ciudad que sería una especie de capital de una civilización poderosa con reyes legendarios como Argantonio. En cuanto a Tarsis, es mencionada en diversas ocasiones en el Antiguo Testamento, pero en una y otra ocasión nos falta la prueba material.

¿Qué hay de cierto en la imagen de una especie de Edad de Oro protagonizada por los Tartessos como un pueblo avanzado a su tiempo?
Probablemente la imagen que tenemos de Tartessos como una especie de Edad de Oro se deba al hecho de que cuando los primeros autores empezaron a hablar sobre este pueblo, el recuerdo que se tenía sobre Tartessos ya era muy fragmentario. Esto tuvo que contribuir a la aparición de todo tipo de fabulaciones que hablaban sobre una civilización y un reino floreciente, repleto de riquezas, que se desarrolló en el sur de la península. Autores como Heródoto resaltaron en su obra la felicidad y la longevidad de los habitantes de esta especie de El Dorado, cuyo recuerdo había quedado difuminado como consecuencia del inexorable paso del tiempo. Además, debemos de tener en cuenta que cuando estas fuentes antiguas empezaron a ser estudiadas fue el momento en el que se produjeron, a nivel internacional, alguno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de toda la historia, como los protagonizados por Schliemann con la ciudad de Troya, y esto animó a los investigadores a emular los logros de estos grandes arqueólogos, descubriendo la ciudad perdida de Tartessos relacionada con la Tarsis bíblica e incluso con la Atlántida de Platón.


Fotografía de Javier Ramos

Una de las cosas más características de esta civilización, era su paso al más allá. ¿En qué consistían sus rituales funerarios?
En lo que se refiere al mundo tartésico, su creencia en el mundo del más allá está constatada desde el Bronce Final, en el tránsito entre el II y el I milenio antes de Cristo. De esta época son las famosas estelas de guerrero y los depósitos de armas en entornos acuáticos. Esta práctica la podemos identificar con la costumbre de abandonar los restos del difunto en el agua, acompañados por un ajuar de objetos de bronce, sobre todo de armas, que acompañarían al espíritu del fallecido hasta la otra vida. A partir del siglo VIII a.C. el panorama cambia de forma radical como consecuencia de la intensificación de las relaciones con los puebles de oriente. Es ahora cuando se generalizan las grandes necrópolis asociadas a poblados estables, con todo tipo de enterramientos, tanto de inhumación como de incineración, y en algunas ocasiones empezamos a detectar grandes tumbas principescas cubiertas por túmulos que nos informan sobre la consolidación de grupos privilegiados gracias al comercio con los fenicios.
Por el análisis de los restos materiales, sabemos que los tartesios practicaban complejos rituales tras la muerte de una persona en los que participaban todos los miembros de la comunidad. Para que el alma del difunto pudiese completar su viaje hacia el más allá debía asegurarse el favor de los dioses, por lo que se le ofrecían todo tipo de ofrendas, especialmente libaciones, al igual que se sacrificaban animales y se desarrollaban banquetes funerarios para congraciarse con los antepasados.

¿Por qué guardaban sus fabulosos tesoros?
Por dos motivos. En primer lugar, porque alguno de estos tesoros forma parte del ajuar funerario de los grupos más privilegiados desde el punto de vista económico y que se hicieron enterrar con parte de sus riquezas para poder disfrutarlas en la otra vida. El otro de tipo de tesoros que hemos encontrado aparece como consecuencia del ocultamiento de objetos de culto asociados a los santuarios tartésicos y fenicios justo en el momento en el que se produce el colapso de esta civilización, posiblemente debido a la graves crisis económica producida por la caída de Tiro (Líbano) y la paralización de las relaciones comerciales entre ambas orillas del Mediterráneo.

¿Por qué se les conoce más por el supuesto oro y plata que guardaban que por su cultura?
Porque era su principal fuente de riqueza, una riqueza abundante que sin duda atrajo el interés de los pueblos de Oriente (sobre todo fenicios y griegos) en entablar relaciones comerciales y asentamientos urbanos en el sureste peninsular. Las minas de la zona de Tartessos eran fecundas en la explotación de estaño, metal necesario para confeccionar las armas de bronce y que escaseaba en el Mediterráneo. Luego, a la vista está, con espléndidos tesoros como los del Carambolo o Aliseda, cómo trabajaban el oro y la plata para realizar ajuares de enorme belleza.

¿Qué relación existió entre los Tartessos y la Tarsis bíblica?
La relación entre Tartessos y Tarsis es uno de los grandes enigmas a los que nos referimos en el libro. Las fuentes veterotestamentarias nos informan sobre la existencia de Tartessos, pero en esta ocasión relacionándola con esta desconocida ciudad bíblica, con la que los reyes de la monarquía unificada de Israel establecieron importantes relaciones comerciales que les valieron, en el caso de Salomón, para construir el mítico templo de Jerusalén. El problema es que no todos los investigadores están de acuerdo en identificar Tartessos con Tarsis, ya que muchos piensan que estaría situada en Oriente, aunque, en los últimos años el estudio del registro arqueológico y las referencias bíblicas parece que está inclinando la balanza a favor de su ubicación aquí en la península Ibérica. En este sentido, las investigaciones arqueológicas han logrado identificar en el centro histórico de la ciudad de Huelva material de principios del primer milenio antes de Cristo que, casi sin lugar a dudas, parece corroborar la existencia de las relaciones comerciales de la que hablan las fuentes entre el mundo oriental y el sur peninsular.


Foto de Javier Martínez-Pinna

¿Por qué se ha querido ver en ella un recuerdo lejano de la mítica Atlántida?
Porque según los relatos antiguos, ambos fueron dos lugares geográficos caracterizados por una cultura muy desarrollada, muy avanzada para su tiempo. Una cultura madre del Bronce Final con conocimientos superiores de los que bebieron otros pueblos posteriores en el tiempo. Varios autores encuentran semejanzas entre ellas, como el hecho de situarse más allá de las Columnas de Hércules. También porque Platón, quien nos habló en el Timeo y en el Critias de la Atlántida, menciona una tal ciudad de nombre 'Gadeiros', que guarda muchas similitudes con la Gadir fenicia (Cádiz).

¿Qué quedó de la tradición de los tartesios en las civilizaciones ibéricas actuales?
Los turdetanos fueron, según el historiador Estrabón, «los más cultos de los iberos». Una tribu ibera asentada en el sur de la península Ibérica que recogió el legado de Tartessos en esta zona geográfica. Según las fuentes, los turdetanos desarrollaron leyes y textos históricos que heredaron de los tartesios. Nos hablan de los reyes míticos Gárgoris y Habis, así como del mítico Argantonio, el monarca que según dicen gobernó Tartessos 80 años y vivió 120 años.

Si los lectores quisieran conocer esta civilización a través de la arqueología y de lugares actuales, ¿qué les aconsejarías?
Pues el lector viajero puede realizar un estupendo viaje alrededor de Tartessos y su zona de influencia. Para empezar, en Extremadura, se recomienda la visita del santuario de Cancho Roano y cuando se abra al público, el Turuñuelo (Guareña), ambos en la provincia de Badajoz. Luego debe viajar al sur, a Huelva, el epicentro de Tartessos. En la capital está el Cerro de San Pedro, y por la provincia resultan de obligada visita Tejada la Vieja, Riotinto o Doñana. En Sevilla, su Museo Arqueológico o las zonas de Montemolín, Lora del Río... Y en Cádiz, los restos de la Gadir fenicia, el oppidum de Olvera o los yacimientos de Pocito Chico y Asta Regia. Sin olvidarnos de Gibraltar, el entorno del Guadalquivir y enclaves iberos de Jaén como Cástulo o Giribaile. Para más información, incluimos en el libro una completa guía de viajes por todos estos y muchos más lugares del suroeste peninsular que de alguna u otra forma están relacionados con la fascinante cultura tartésica.

Fuente: abc.es | 15 de enero de 2019

El valor de un diente para la arqueología: nuevo método para encontrar el sexo biológico


Logran reconstruir el uso de un taller de metalurgia fenicio descubierto en Guardamar del Segura (Alicante)

Restos del taller fenicio FERNANDO PRADOS MARTÍNEZ

Investigadores de la Universidad de Alicante (UA), la Universidad de Murcia y el Museo Arqueológico de Guardamar del Segura (Alicante) han logrado excavar y reconstruir un taller metalúrgico de origen fenicio que fue descubierto durante los trabajos arqueológicos llevados a cabo entre 2015 y 2017 en el Cabezo Pequeño del Estaño (CPE).

Se trata de un "hallazgo excepcional", destacan sus responsables, que detallan que la excavación es parte de la vertiente Costa mediterránea de la península Ibérica del Proyecto Modular: Arquitectura fenicio-púnica que lleva a cabo el grupo Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA.

La novedad radica en que "nunca hasta ahora se había excavado un taller completo", resalta el investigador de la UA y miembro del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA (INAPH), Fernando Prados Martínez (izquierda).

Aunque el trabajo de la plata llevada a cabo por parte de los fenicios se conoce, nunca hasta ahora se había excavado un taller completo.
Este taller conserva la arquitectura, un edificio de planta circular, y el mobiliario interno, que está compuesto por un horno, un banco de trabajo, utensilios de fundición y forja y restos de galena argentífera, mineral de donde extraían la plata.


El mobiliario y los objetos localizados en la excavación arqueológica han permitido a los investigadores poder reconstruir su funcionalidad, concretamente la metalurgia de la plata. La constatación de esta actividad pone de manifiesto el prestigio tanto del edificio en sí, como de los artesanos que lo emplearon a lo largo del s. VII a.C.

El resultado de la investigación acaba de ser publicado en el artículo científico 'Metalurgia fenicia en el sureste ibérico: el taller del Cabezo Pequeño del Estaño (Guardamar, Alicante)', que salía a finales de diciembre de 2018 en la revista 'Complutum', editada por la Universidad Complutense de Madrid. Sus autores son el investigador de la UA, Fernando Prados Martínez, primer firmante; Antonio García Menárguez, conservador de patrimonio cultural y director del Museo de Arqueología de Guardamar (MAG); y Helena Jiménez Vialás, del Departamento de Prehistoria, Arqueología, Historia Antigua, Historia Medieval y Ciencias y Técnicas Historiográficas y del Centro de Estudios del Próximo Oriente y al Antigüedad Tardía de la UMU.

Vista aérea del taller metalúrgico fenicio.

La noticia es resultado del proyecto de investigación que se desarrolla desde 2014 en el Cabezo Pequeño del Estaño. Las recientes investigaciones arqueológicas efectuadas en el Cabezo Pequeño del Estaño (CPE) de Guardamar del Segura han permitido rescatar para los estudios fenicios este yacimiento.

A pesar de su conservación parcial, debido a que en 1988 padeció la acción destructora de una cantera ilegal de extracción de áridos, se trata de un asentamiento que aún está en condiciones de ofrecer informaciones de enorme relevancia sobre el primer impacto fenicio en el levante peninsular que, a tenor de los datos, pudo tener lugar desde las primeras décadas del s. VIII a.C.

Sobre los datos particulares obtenidos aclara Fernando Prados que "el taller está en uso aproximadamente entre los años 700 y 650 a.C., momento que se corresponde con la segunda fase de vida de este poblado fundado hacia el 780 a.C. y parcialmente destruido por un terremoto acaecido hacia el 730". "Las fechas -prosigue- están obtenidas mediante la técnica del Carbono 14 (C14) realizada sobre semillas, y los estudios de metales se han realizado en los Servicios Técnicos de Investigación de la UA (SSTTI)".

Yacimiento de Cabezo Pequeño del Estaño en Guardamar

EXPORTACIONES POR EL MEDITERRÁNEO HASTA ORIENTE

El arqueólogo detalla el origen de los minerales, sobre los que especifica "llegaron por barco desde las sierras de Almería y Murcia". "En el Cabezo Pequeño del Estaño se producían lingotes que, desde aquí, se exportaban por todo el Mediterráneo hasta el próximo Oriente. Gracias a este hallazgo podemos reconocer el circuito comercial fenicio del sureste hispano, que tenía la plata como su objetivo principal y poner en valor este singular yacimiento", añade.

Para la primavera de 2019 está prevista una exposición monográfica sobre el yacimiento en el Museo Arqueológico de Guardamar. Más adelante, en verano, asumida desde el INAPH y con el patrocinio del Ayuntamiento de Guardamar, Fernando Prados Martínez y Antonio García Menargues, directores de la excavación, continuarán con ella. En los trabajos participan alumnado y profesorado de la UMU y la UA.

Fuente: 20minutos.es| 24 de enero de 2018

El primer ‘rascacielos’ del Medievo

Recreación del aspecto del edificio palaciego de Los Hitos (Orgaz). DIPUTACIÓN DE TOLEDO / AYUNTAMIENTO DE ORGAZ.

La culpa fue de los osos, que se escondían entre los densísimos bosques que se extendían a unos 30 kilómetros de la capital del reino visigodo, Toledo. Tal era la abundancia de plantígrados y jabalíes que el dux (máximo cargo militar y civil de una provincia) decidió levantar un gran pabellón de caza de dos pisos cuando alboreaba el siglo VI. Un siglo después, se erigió la iglesia, el almacén, la presa para retener las aguas del arroyo de la sierra y la muralla de más de dos metros de anchura que rodeaba aquellas construcciones que se extendían por cinco hectáreas. Así, en lo que ahora es la pedanía de Arisgotas (en primitivo germano el "Ejército de los Godos o de los Buenos"), término de Orgaz (Toledo), surgió el primer “rascacielos” del Alto Medievo de Europa.

Restos del yacimiento de los Hitos.

Un equipo de más de 100 especialistas de las universidades Complutense, Autónoma de Madrid, CEU-San Pablo, la Escuela de Minas de Madrid, la de Agrónomos de Córdoba, el Instituto Geominero y el CSIC, entre otros, y bajo la codirección de Isabel María Sánchez Ramos (izquierda), del Instituto de Arqueología de la University College of London, llevan tres años reconstruyendo este enigmático enclave, el yacimiento de Los Hitos, donde han desenterrado más de un centenar de cuerpos (incluido el del dux) y calculando la altura de la edificación: más de 12 metros. No sería hasta el siglo IX cuando los arquitectos árabes la superasen con el alminar de Córdoba (20 metros).

Vista del yacimiento del complejo palaciego de Los Hitos, en Orgaz. KIKE PARA.

Los labriegos del siglo XVI de Arisgotas no hacían otra cosa que toparse con grandes piedras cuando araban el campo, los hitos que dan nombre al lugar. Aquellos "pedruscos" labrados (frisos del palacio) eran transportados al pueblo y reutilizados como material de construcción y se pueden contemplar hoy en día entre los muros de las casas de la población. En la primera década del XX, el “tío Simón” halló una tumba de alabastro. La República, en 1938, envió un equipo de expertos. En los años setenta comenzaron las excavaciones. Resultado: aquello parecía una iglesia con sarcófagos y sepulturas a su alrededor.

En 2016 se iniciaron nuevas excavaciones, que se extienden hasta la actualidad, y que permiten a los expertos determinar que "se trataba de un palacio de algún miembro de la alta nobleza toledana". Jorge Morín (izquierda), director de los trabajos y de la consultora Audema, explica que el edificio, según los cálculos realizados mediante la técnica de doble cuadrado pitagórico, alcanzó los 34 pies, “por lo que se puede decir que es el primer rascacielos del Alto Medievo”. “Se tardarían siglos en superarlo”. “La aparición de estribos para aumentar la altura parietal con vistas al abovedamiento y a la construcción de un piso superior es indudable, como confirma la existencia de contrafuertes y la escalera de acceso al piso superior”, explica.

En la puerta del edificio palaciego se ha hallado la tumba del dux en cuyos huesos quedaron marcadas las huellas de su actividad principal (la equitación), rodeada de otros enterramientos de notables y familiares, incluidos los cuerpos de mujeres. En la puerta de acceso a la iglesia, se localizaron los esqueletos de nueve niños (inhumados con pequeñas ollitas que les servirían para alumbrarse en el más allá), además de otros restos que aún no han sido analizados, pero que podrían coincidir con tumbas de monjes. Se ha encontrado también una gran lápida que hace referencia a la construcción del templo, ordenada por alguien –un rey o un dux– cuyo nombre acababa en la silaba "do".


En total, los especialistas han localizado ya más de un centenar de cuerpos. No existe constancia de a quién podría corresponder el enterramiento principal, solo que se trata de un noble y que este, dado el sistema de elección de los reyes visigidos, pudo alcanzar la corona real. Pero, de momento, solo son suposiciones. Lo que sí parece claro es que el conjunto fue construido durante el reinado de Atanagildo y Gosvinta (551-567) y ampliado durante el de Recaredo I (586-601).

Los investigadores hallaron en 2017, adyacente al palacio, un templo de una sola nave y dos pórticos. Su interior estaba decorado con mármol y guardaba varios sarcófagos de alabastro y granito. La opción que manejan los especialistas es que se trate de una iglesia privada aristocrática con panteones funerarios. Antonio Malalana (izquierda), director de Metodología de la Investigación de la Universidad CEU-San Pablo, explica que en la próxima campaña los antropólogos extraerán más cuerpos en un ambiente confinado para evitar la contaminación del ADN. “Es un trabajo muy complicado que obliga a que estos vayan perfectamente equipados y cubiertos”.

Los técnicos calculan que se necesitará más de una década para sacar a la luz el complejo palaciego de Los Hitos. Los trabajos de georradar, dirigidos por Felix Teichner, de la universidad alemana de Marburg, han desvelado otras cuatro grandes estructuras subterráneas de aproximadamente 20 metros de longitud y 10 de ancho.

En el siglo IX, ya en época andalusí, el conjunto sufre grandes cambios. La iglesia, por ejemplo, es reorientada a hacia la Meca y reconvertida en mezquita con un mihrab. Al pabellón palatino se le adosan escaleras y se ciegan puertas. El complejo es utilizado como espacio fortificado por las guarniciones musulmanas. Con la toma de Toledo en 1085 por Alfonso VI, es abandonado y servirá de cantera a Arisgotas. Hasta ahora, cuando los expertos lo devolverán a la vida.

EL PEQUEÑO Y ESPECTACULAR MUSEO DE TODOS

En 2018, el alcalde de Orgaz, Tomás Villarubia (PSOE), puso a disposición de los investigadores el dinero suficiente para convertir las antiguas escuelas municipales en un museo. Allí se guardan más de un centenar de piezas y objetos procedentes de la excavación, la mayoría donados por los vecinos que han ayudado, además, a la reforma del edificio ofertando precios bajísimos por sus trabajos albañilería, carpintería o forja.

Tumbas visigodas halladas en la entrada del edificio palaciego de Arisgotas. KIKE PARA

“Al principio”, dice Juana Martín, la alcaldesa de la pedanía de Arisgotas, “algunos pedían dinero por las piezas, pero pronto se dieron cuenta de que la donación significaba la riqueza del pueblo y, poco a poco, fueron entregando lo que tenían”. Así, cada pieza lleva el nombre del donante. “Había gente que entregaba varias y decía: ‘este pónselo a nombre de mi hijo, este a mi hija, este a mi mujer…”, se ríe.

Museo de arte visigodo. Arisgotas, Toledo.

Aún así, algunos vestigios no han podido ser recuperados porque forman parte de las edificaciones de este pequeño pueblo de una treintena de habitantes. No obstante, el Ayuntamiento ha colocado paneles para que los visitantes puedan perderse por sus calles buscando los trozos de historia que los vecinos muestran en sus casas con orgullo.

Fuente: elpais.com | 27 de enero de 2019

“El sexo de neandertales con otras especies demuestra que eran mucho más sociables que nosotros”

Svante Pääbo, este jueves en Alicante. PEPE OLIVARES.


Los neandertales mantuvieron relaciones con los Homo sapiens. No solo sociales, también sexuales. Lo sabemos porque el biólogo sueco Svante Pääbo (Estocolmo, 1955) secuenció el genoma de los restos de una niña hallados en los montes Altái, en Siberia, y demostró que era hija de madre neandertal y padre sapiens. A juicio de Pääbo, esta mezcla confirma que nuestros ancestros eran mucho más sociables que nosotros. “Dos seres que eran mucho más diferentes entre sí que nosotros respecto a cualquier otro humano mantuvieron relaciones sexuales y tuvieron hijos. Eso describe a la perfección lo distintos que eran de los humanos actuales”, sentencia.

Por lo demás, para este científico, que imparte una charla en Alicante, invitado por el Instituto de Neurociencias UMH-CSIC, determinar con exactitud si sapiens y neandertales eran especies distintas es irrelevante. Lo que cuenta es que parte de nuestro código genético guarda trazas de nuestros inmediatos ancestros. “La influencia neandertal se puede ver a lo largo de todo nuestro genoma”, asegura Pääbo. Continuamente aparecen estudios científicos que inciden en la "herencia neandertal de los genes relacionados con la diabetes, enfermedades de la piel o del sistema inmune o con los abortos espontáneos”. También de ellos procede “la resistencia a las enfermedades procedentes de la bacteria 'Helicobacter pylori'”, que afecta al estómago.

Sin embargo, donde menos huella han dejado es en toda la parte genética que afecta a los testículos. “Eso podría indicar algún aspecto negativo en la reproducción”, sostiene Pääbo, que podría explicar la prevalencia del sapiens frente a su antecesor, entre otros factores. “Quizá solo acabaron sobreviviendo las hembras”, aventura el director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania), “y sabemos que morían mucho más jóvenes y su vida reproductiva era más corta”. Aunque la capacidad tecnológica del humano moderno parece mucho más determinante. “La tecnología de los neandertales es homogénea, es igual en España que en Siberia”, explica, “pero los 'sapiens' supieron evolucionar muy rápidamente y se puede saber la procedencia de un resto solo por su grado de avance tecnológico”.

Cráneo número 5 de la Sima de los Huesos. En la campaña de 1992 se exhumó el cráneo y en campañas posteriores la mandíbula.

Pääbo está considerado como el padre de la paleogenética y recibió el año pasado el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por sus descubrimientos. Entre otros, los realizados con el material que va aflorando en el yacimiento burgalés de Atapuerca. En sus manos está la raíz de nuestro árbol genealógico. Nuestro antepasado más antiguo, de hace unos 430.000 años. Pääbo confía en que este año consigan descifrar “el 10% del genoma del hombre de la Sima de los Huesos”. “Pero no estamos seguros de poder lograrlo”, añade.

El biólogo escandinavo cree que “tan solo estamos en el inicio de la revolución científica que nace del genoma". Pero, al mismo tiempo, admite que se ha generado cierto bombo mediático en torno al ADN. ADN para descifrar nuestro pasado, para descubrir a los criminales, para comprender hasta el último rincón del planeta, como panacea para todos los males. “La genética contiene una parte importante de nuestra historia”, subraya, “pero no toda la información que hemos reunido como especie”. “Si voy a Grecia, me impacta estar en la cuna de la civilización occidental, de la democracia, de la arquitectura”, pone como ejemplo, “pero ni uno solo de mis genes tiene nada que ver con Grecia”. Pääbo insiste en restar presión a su especialidad. “El ADN hallado en la escena de un crimen te puede indicar quién es el asesino, pero en el estudio genético de esa misma persona nada va a indicar que pueda ser un asesino”.

Advierte el biólogo, además, de que conviene delimitar los usos del conocimiento del código genético. Y se refiere al caso de He Jiankui, el científico chino que anunció el nacimiento de los primeros bebés modificados genéticamente. “El consenso general en la comunidad científica es que no se puede manipular el ADN en la línea germinal”, es decir, en la fase de gestación embrionaria. Los peligros se desconocen, pero “en la gestación de un hijo modificado genéticamente podría crearse incluso una nueva especie”, porque “no sabemos qué repercusiones tiene en el genoma introducir un cambio en un solo gen”. En su opinión, las nuevas técnicas genómicas deben dedicarse en exclusiva "a usos terapéuticos, para curar enfermedades”.

Fuente:elpais.com| 25 de enero de 2019

Una profesora de la UC obtiene la más alta distinción investigadora de la UE

Manuel Frochoso, Ángel Pazos, Ana Belén Marín-Arroyo y Juan José San Miguel, en el Paraninfo de la UC. /ROBERTO RUIZ

Ana Belén Marín-Arroyo recibirá dos millones de euros para desarrollar el proyecto Subsilience, que analizará las estrategias de subsistencia de los neandertales y los primeros Homo sapiens

¿En qué medida la desaparición de los neandertales fue provocada por el cambio climático y/o por la expansión de una nueva especie –los Homo sapiens– en Europa? Esta es la pregunta que persigue responder la profesora e investigadora de la Universidad de Cantabria Ana Belén Marín-Arroyo en el proyecto Subsilience, para cuyo desarrollo ha obtenido una de las prestigiosas ayudas que concede el Consejo Europeo de Investigación (ERC), dotada con dos millones de euros.

Se trata de «la distinción más alta» que otorga la Unión Europea a un proyecto de investigación y sólo encuentra un precedente en la UC: en 2014 fue Ignacio Varela, científico del Instituto de Biomedicina y Biotecnología (Ibbtec), el que la recibió, aunque en este caso fue en la categoría para investigadores más jóvenes ,y Marín-Arroyo la ha obtenido en la modalidad de consolidación, destinada a grupos en los que el investigador principal tenga título de doctor con una antigüedad de entre 7 y 12 años. «Hay muy pocas universidades españolas del tamaño de la nuestra que cuente con algún proyecto ERC y menos aún con dos, como es el caso de la UC», destacó ayer el rector Ángel Pazos. «Un reconocimiento así, entre tantos proyectos extraordinariamente competitivos, marcan un antes y un después para la investigadora y para el centro. El sello ERC marca un nivel de excelencia fundamental», añadió.

Gracias a esta ayuda europea, la integrante del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) podrá, junto a su grupo de investigación, analizar «el impacto de las oscilaciones climáticas en las poblaciones humanas en un periodo clave para la evolución humana: la transición entre las últimas poblaciones de neandertales y las primeras de nuestra propia especie humana. No sólo es importante conocer por qué se extinguieron los neandertales sino cuál fue el motivo que nos hizo a los homo sapiens sobrevivir».

Yacimientos del sur de Europa

Para ello, Marín-Arroyo explica que implementará «nuevas metodologías de carácter multidisciplinar» aplicadas a los materiales arqueológicos acumulados por ambas especies humanas en una veintena de yacimientos de Serbia, Croacia, Italia y España, datados entre hace 57.000 y 27.000 años. «Es la primera vez que se va abordar un marco temporal y espacial tan amplio», subraya.

La profesora indica que, hasta ahora, todas las hipótesis sobre esta cuestión «se han tratado de una forma muy generalista, pero nosotros lo abordaremos desde un punto de vista más regional, más local, en diferentes entornos».

Así, Subsilience estudiará las estrategias de subsistencia llevadas a cabo por neandertales y los primeros Homo sapiens a partir de los restos de animales consumidos y encontrados en diferentes cuevas y abrigos del sur de Europa, y se analizará su capacidad de resiliencia, no sólo ante las «continuas y rápidas oscilaciones climáticas» que caracterizan aquel periodo, sino también por la presencia de una nueva especie humana compitiendo por unos mismos recursos. Esas estrategias «indicarán qué tipo de explotación se estaba llevando a cabo del medio ambiente y sus recursos», indica la especialista.

Además de la repercusión científica del proyecto, la ayuda también tiene un importante «impacto económico»: dos millones durante los próximos cinco años con los que Marín-Arroyo prevé que se puedan contratar a cinco o seis investigadores que se sumarán a su grupo de trabajo, ahora formado por siete personas.

16 proyectos en España

Subsilience ha sido uno de los 291 proyectos seleccionados por el ERC entre un total de 2.389 solicitudes, de los cuales sólo el 32% están liderados por mujeres. La convocatoria de 2018 ha tenido una tasa de éxito del 12,2% y las ayudas se han distribuido en 21 países de la UE. En España se han elegido 16 iniciativas. «Es una noticia de gran relevancia, por la valía de la investigadora y también como refuerzo del trabajo que realiza la Universidad de Cantabria, el área de Ciencias Sociales y el IIIPC», destacó el rector.

Trayectoria

Ana B. Marín-Arroyo (Burgos, 1977) es profesora titular de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, e investigadora del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC), tras haber sido investigadora Ramón y Cajal y profesora contratada doctor I3. Entre 2016 y 2018 fue Fellow de Leverhulme Centre for Human Evolutionary Studies, Universidad de Cambridge.
Es especialista en el estudio de la estrategia de subsistencia y la reconstrucción de las condiciones climáticas y ambientales en las que vivieron los grupos de cazadores-recolectores durante el Pleistoceno.

Su ámbito de investigación se centra en reconstruir las estrategias de subsistencia de los grupos humanos en Eurasia a través del estudio de restos de macromamíferos desde hace 200.000 a hace 3.000 años. En la actualidad, está centrada en la transición Paleolítico medio a superior, uniendo la subsistencia humana con la reconstrucción paleoclimática y paleomedioambiental a través de estudios de isótopos estables en ungulados consumidos, con el fin último de entender las causas que derivaron en la extinción de los Neandertales.

Ha realizado números estudios de faunas arqueológicas, acumulados por diferentes especies humanas, en yacimientos de Israel, Serbia y España, además de haber pasado varios años en centros como la Universidad de Cambridge, Belgrado, el Museo de Historia Natural de Londres, el MNHN de Paris y recibido también varios premios por su investigación (Premio Jóvenes Excelentes; Premio del Consejo Social a la mejor tesis doctoral en Humanidades; Marie Curie Career Integration Grant (CIG)con la 2ª mejor puntación europea en todas las áreas cientifícas), entre otros.

En el IIIPC ha sido responsable de la puesta en marcha del Laboratorio de Bioarqueología, lo que ayudó a iniciar una nueva línea de investigación dentro del instituto dedicada a la Paleoclimatología y Bioarqueología. Este laboratorio viene a llenar el vacío existente en la Cornisa Cantábrica de colecciones de referencia de carácter bioarqueológico y atrae a estudiantes de Máster y Doctorado interesados en temas arqueofaunísticos, malacológicos, antropológicos y de isótopos estables. Además, Marín-Arroyo ha sido la responsable del establecimiento de los protocolos para el pre-tratamiento de las muestras orgánicas, la extracción del colágeno y su posterior análisis isotópico, tanto en restos humanos como animales, en la UC.

Fuente: eldiariomontanes.es| 25 de enero de 2019

Descubren restos romanos cerca de un famoso restaurante de Lisboa

Esqueleto hallado en un antiguo cementerio romano bajo un restaurante en Lisboa, REUTERS/Pedro Nunes.

Arqueólogos portugueses que realizan una excavación cerca de uno de los restaurantes más icónicos de Lisboa, el Solar dos Presuntos, han descubierto una enorme cementerio romano con esqueletos de 2.000 años de antigüedad y varias piezas.

La necrópolis fue hallada después de que los dueños del restaurante decidieron ampliar el establecimiento, fundado en 1974 en el centro histórico de Lisboa. Para lograr que el proyecto de expansión fuera aprobado, las autoridades de la ciudad requirieron que un equipo de arqueólogos primero revisara el terreno.


“Lo que hallamos fue una sorpresa enorme”, dijo Nuno Neto (izquierda), un arqueólogo de Neoepica, la compañía que llevó adelante la excavación a una profundidad de unos seis metros. “El nivel de conservación es excelente y el grupo de piezas es fabuloso”.

En el cementerio, los arqueólogos hallaron 25 esqueletos, 35 grupos de restos cremados, cerámica y monedas usadas en antiguos rituales de entierro. Todo ha sido trasladado al laboratorio de investigación de Neoepica, que lo transferirá al Municipio de la ciudad.
Los hallazgos se dieron a conocer al público el mes pasado, pero los arqueólogos han estado trabajando en el sitio desde el 2016.


"Estuvimos un mes y medio para hacer los sondeos, y luego en los primeros metros fuimos percibiendo que teníamos en las manos un descubrimiento importante", añade el arqueólogo, que no esconde su satisfacción. "Estamos desenterrando elementos escondidos durante cientos de años - somos unos privilegiados por poder dar voz a estos vestigios", añade Nuno Neto.
El trabajo para expandir el restaurante ya ha comenzado y, pese a las demoras, los dueños ven el descubriendo del cementerio romano como algo positivo y esperan tener parte de los ítem en exhibición en el futuro.


Los ejércitos romanos ocuparon Olissipo, como solía llamarse a Lisboa, alrededor de 200 años antes de Cristo y permaneció bajo control romano durante varios siglos.

Fuentes: cmjornal.pt | lta.reuters.com | reuters.com | 24 de enero de 2019

Se demuestra, por primera vez, que los neandertales cazaban a distancia con pesadas jabalinas

Hace unos años, los hallazgos arqueológicos llevaban a pensar que los neandertales eran menos habilidosos y menos inteligentes que los otros humanos. A fin de cuentas, esta especie, que existió en Eurasia hace 450.000 años, desapareció hace 45.000 años, por motivos que se desconocen. ¿No será que desaparecieron por ser menos capaces que los humanos modernos? Detrás de ellos dejaron un rastro en multitud de herramientas y de yacimientos, pero también muchas huellas en forma de genes: alrededor del 2% del genoma de los humanos modernos proviene de neandertales.

Lanza neandertal hallada en Schöningen (Alemania). Wikipedia.

Un estudio que se acaba de publicar en la revista Scientific Reports, y elaborado por científicos del University College de Londres (Reino Unido), se ha sumado a la lista de artículos que desmienten que los neandertales fueran «primos» inferiores de los humanos modernos. Los investigadores examinaron el rendimiento de réplicas de lanzas hechas por neandertales y encontradas en el yacimiento de Schöningen, Alemania, y que tienen 300.000 años de antigüedad. Gracias al trabajo de lanzadores profesionales, los investigadores han comprobado que, estas lanzas eran jabalinas capaces de dar a un blanco a 20 metros de distancia. Y de producir un impacto letal.

«Este estudio es importante porque se suma a las evidencias que indican que los neandertales eran tecnológicamente versados y que tenían la habilidad de cazar grandes presas por medio de una variedad de estrategias de caza, no solo arriesgados encuentros cuerpo a cuerpo», ha dicho en un comunicado Annemieke Milks (izquierda), investigadora en el University College y directora de la investigación. «Esto contribuye a nuestra nueva visión de los neandertales como nuestros parientes capaces e inteligentes».

El origen de los lanceros

Se sabe que los neandertales dependían en gran medida de la ingesta de animales, pero no está claro cómo la conseguían. Normalmente, se ha considerado que eran meros carroñeros oportunistas, pero cada vez más pruebas han ido mostrando que, al menos hace 120.000 años, eran sofisticados cazadores que solían participar en partidas de caza con lanzas.
Se conoce un pedazo de lanza, con casi 400.000 años de antigüedad, que se halló en Clacton-on-Sea, Inglaterra, (derecha), en 1911. Pero el fragmento está tan deteriorado que no sirvió para deducir cómo fue usado. Sin embargo, a finales de los noventa se descubrieron varias lanzas de madera, junto a miles de huesos de animales, en el yacimiento de Schöningen (Alemania). Sus 300.000 años las convierten en utensilios de neandertales y en las armas más antiguas completamente preservadas.
Estas lanzas tienen un tamaño que va de los 1,82 hasta los 2,25 metros. Su diámetro oscila entre los 2,9 y los 4,7 centímetros y su peso, entre los 760 y los 800 gramos.

Réplicas de armas neandertales

Hasta ahora, se pensaba que eran demasiado pesadas como para poder ser lanzadas a una distancia suficiente como para ser armas a distancia eficaces. Pero los investigadores Annemieke Milks y Matt Pope (izquierda) quisieron comprobarlo, en gran medida porque las jabalinas modernas tienen un peso similar: de 600 a 800 gramos. Y también porque las lanzas de Schöningen tienen un diámetro superior en un extremo, lo que desplaza el centro de gravedad hacia la parte frontal del arma, al igual que ocurre con las jabalinas modernas.
Para comprobar si eran eficaces o no, Milks y Pope reclutaron a Owen O´Donell, estudiante en el University College y arqueólogo experto en fabricar réplicas de utensilios paleolíticos con herramientas de la época. O´Donell fabricó varias de ellas, con madera de pícea noruega, con un peso que fue de los 760 a los 800 gramos.

Réplica de una lanza producida por Owen O'Donnell, ex alumno del Instituto de Arqueología de la UCL.

A continuación, los investigadores reclutaron a seis lanzadores de jabalina, capaces de arrojar las armas a gran velocidad, al igual que habrían hecho los cazadores neandertales, y les pidieron usar las herramientas fabricadas por el arqueólogo.

Eficaces a 20 metros

Los lanzadores pudieron acertar en los objetivos a una distancia de hasta 20 metros con una fuerza considerable, capaz de matar a una presa. Esto duplica el alcance efectivo que se le achacaba estar armas antes de este estudio, lo que demuestra, según los investigadores, que los neandertales eran capaces de cazar a distancia de forma efectiva.

Un investigador lanza una jabalina neandertal contra un fardo de paja. FOTO: ANNEMIEKE MILKS / SCIENTIFIC REPORTS | VÍDEO: EPV

«Nuestro estudio muestra que la caza a distancia formaba parte, probablemente, del repertorio de estrategias de caza de los neandertales, y que esa flexibilidad en su comportamiento refleja fielmente la de nuestra propia especie», comenta Milks. «Esta es otra evidencia que estrecha más la separación entre neandertales y humanos modernos».

Según Matt Pope, estos resultados ayudarán a comprender mejor nuestro propio pasado: «La aparición del armamento –de la tecnología diseñada para matar– es un umbral crítico, pero pobremente conocido, en la evolución humana».
«Siempre hemos dependido de las herramientas y hemos extendido nuestras capacidades a través de la innovación tecnológica, y comprender cómo desarrollamos, por primera vez, la capacidad de matar a distancia es un importante momento en nuestra historia», concluye.

Fuentes: abc.es | eurekalert.org | elpais.com | ucel.ac.uk | 25 de enero de 2019