La división de tareas en sociedades de cazadores-recolectores no depende de las capacidades de cada sexo

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En los grupos actuales de cazadores-recolectores, las mujeres suelen transportar mayores cargas que los hombres, por lo que algunos científicos habían apuntado que ellas eran energéticamente más eficientes a la hora de realizar esas tareas.

El grupo de Paleofisiología y Ecología humana del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), liderado por los doctores Ana Mateos y Jesús Rodríguez, ha publicado un artículo en la revista American Journal of Human Biology, cuyos resultados muestran que hombres y mujeres gastan la misma energía transportando una carga de un determinado peso.
Para llevar a cabo esta investigación se diseñó un estudio en el que se comparaba gasto energético durante el transporte de cargas en hombres y mujeres, midiendo diferentes parámetros corporales. En las pruebas, desarrolladas en el Laboratorio de BioEnergía del CENIEH, han participado 48 voluntarios de ambos sexos.

En realidad, el gasto energético depende solo del tamaño corporal del individuo, no de su sexo. Como explica Olalla Prado, autora principal del artículo, “aparte de diferencias obvias en el tamaño corporal entre ambos sexos, no existen evidencias de una ventaja fisiológica que favorezca a las mujeres en el transporte de cargas”.

No obstante, pese a tener un tamaño corporal menor, normalmente las mujeres transportan más peso que los hombres entre los grupos cazadores recolectores. En este sentido Ana Mateos señala que en grupos indígenas como los Ache, los Pumé, los Efe, los Hiwi o los Kung!, mujeres y hombres invierten diferentes tiempos en las tareas de buscar y transportar recursos. “Además, el gasto energético destinado a esas tareas depende también de sus habilidades y de su estado fisiológico y/o reproductivo”, añade.

Por tanto, esa división del trabajo debe explicarse por otros factores. En esas sociedades, las mujeres se dedican a labores que entrañan un menor riesgo, aunque no menos importantes, mejorando de esta manera la viabilidad del grupo. Es esencial asegurar el éxito reproductivo; el periodo de lactancia es largo y los niños deben permanecer cerca de sus madres en sus primeros años de vida. Exponer a mujeres embarazadas o a niños a actividades de riesgo tendría consecuencias funestas para el grupo.
“Por eso, es mucho más eficaz una división de tareas como la que se observa en esos grupos, sin que ello responda a diferencias en la capacidad de uno u otro sexo para llevarlas a cabo”, concluye Jesús Rodríguez.

Fuente: cenieh.es| 9 de marzo de 2020

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Publicación digital de divulgación cultural.

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