Arqueólogos israelíes pueden haber resuelto el misterio de los esferoides de piedra prehistóricos

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Diferentes lados de un esferoide pétreo encontrado en la Cueva de Qesem, Israel. © Foto de Isabella Caricola; Assaf E. et al. PLOS ONE

Los artefactos de piedra cuidadosamente elaborados como esferoides formaron parte de la vida cotidiana de los primeros humanos durante más de dos millones de años, y han sido desenterrados por los arqueólogos en África Oriental, el hogar ancestral de la humanidad, al tiempo que se han encontrado en enclaves prehistóricos a lo largo de toda Eurasia, desde el Medio Oriente hasta China e India. Sin embargo, los expertos han estado desconcertados en cuanto a su función desde los primeros días de la investigación de nuestra historia evolutiva.

Ahora, un equipo internacional de arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv ha publicado un trabajo de investigación en la revista PLOS ONE en el que muestran que estos enigmáticos artefactos fueron utilizados para un propósito muy específico: romper los huesos de grandes animales para extraer la nutritiva médula que hay en su interior.

El estudio destaca cómo esta solución tecnológica, que permitió a los homínidos aumentar su ingesta calórica, perduró durante cientos de miles de años y continuó utilizándose incluso cuando nuestros antepasados desarrollaron nuevas técnicas y herramientas y crearon sociedades más complejas.

Los investigadores analizaron los esferoides encontrados en la Cueva de Qesem, un yacimiento prehistórico justo al este de la moderna ciudad de Tel Aviv, el cual estuvo habitado entre hace 400.000 y 200.000 años. El descubrimiento de alrededor de 30 de estos artefactos en esta cueva fue un rompecabezas envuelto en un enigma para los arqueólogos. No sólo la función de los esferoides permanecía oscura, sino que su presencia allí se considera anacrónica, dado que los mismos se encuentran normalmente en sitios arqueológicos mucho más antiguos.

Muestras de esferoides caracterizadas por el uso y el desgaste. Para cada muestra, se presentan tres superficies (la línea blanca indica el lado de la rotación progresiva).

El dominio del fuego
La Cueva de Qesem fue descubierta durante unas obras en una carretera en el año 2000. Desde entonces, las excavaciones dirigidas por los arqueólogos de la Universidad de Tel Aviv, Avi Gopher y Ran Barkai, han descubierto un tesoro de cientos de miles de herramientas de sílex y huesos de animales, así como 13 dientes de homínidos pertenecientes a un grupo aún no identificado que vivía en la cueva.

Quienesquiera que fueran, estos lejanos antepasados nuestros estaban relativamente adelantados a su tiempo respecto al comportamiento que mostraban, dicen los expertos. Los homínidos de la Cueva de Qesem (cuyo nombre moderno significa “magia” en hebreo) fueron unos de los primeros en dominar el fuego para cocinar carne, al tiempo que aprendieron a conservar la comida. También fueron capaces de producir sofisticadas herramientas de piedra y transmitir sus conocimientos a la siguiente generación, educando a los niños en el arte de tallar el pedernal.

"Inicialmente, los arqueólogos se sorprendieron un poco por la presencia en Qesem de esferoides de piedra, los cuales, por lo general, se asocian con un capítulo anterior de nuestra evolución", explica la arqueóloga Ella Assaf (izquierda), quien ha dirigido el estudio.
Estos objetos esferoides aparecen por primera vez en África en yacimientos que tienen casi 2,6 millones de años, a menudo en asociación con el Homo erectus. Fueron encontrados, entre otros, en excavaciones llevadas a cabo en el desfiladero de Olduvai, en Tanzania, por Mary Leakey, la renombrada arqueóloga británica.

En un libro de 1971, Leakey sugirió que estos artefactos podrían haber sido utilizados como bolas primitivas para cazar animales, mientras que otros investigadores han especulado que podrían haber servido como proyectiles, piedras de martillo o herramientas de molienda.

En Oriente Medio, los esferoides aparecen en sitios que datan de entre 1,4 millones y 500.000 años atrás. Así que, para cuando los homínidos de la Cueva de Qesem entraron en ella por primera vez, estos artefactos habían 'pasado de moda' en la región en al menos 100.000 años.
Ahora bien, su presencia está vinculada a otro comportamiento que los investigadores han observado en la Cueva de Qesem: el reciclaje. Sus residentes, así como otras poblaciones de homínidos se habían dedicado a recolectar, retocar y reutilizar herramientas líticas del pasado, posiblemente hechas por grupos de homínidos aún más antiguos.

Vista parcial de la Cueva de Qesem, Israel.

“En Qesem vemos un patrón regular de recogida de cosas más allá de la cueva para su reutilización”, dice la arqueóloga Assaf. "En otras palabras, los esferoides de piedra no fueron hechos en la Cueva de Qesem, sino que fueron realizados en sitios prehistóricos cercanos, probablemente mucho más antiguos –y de los cuales hay varios conocidos por los arqueólogos de la zona– y traídos de vuelta a la cueva. Sabemos esto porque la composición de los esferoides son de dolomita o piedra caliza, tipos de piedra que no están presentes en las inmediaciones de la cueva", explica.

Los artefactos también tienen una pátina, una capa de nácar que se forma en los mismos como resultado de las reacciones químicas que se producen cuando se exponen a los elementos, y que es distinta de otras herramientas que se han encontrado en la cueva. Esto significa que los esferoides fueron expuestos a un ambiente diferente durante mucho tiempo antes de ser traídos a la Cueva de Qesem.

Esferoides frágiles

¿Por qué estos homínidos visitaban sitios antiguos y se llevaban a la cueva estos esferoides de piedra que pesan hasta un kilo cada uno? ¿Era, quizás, porque se sentían atraídos por la artesanía y belleza simétrica de sus formas esféricas?
Mientras que investigaciones anteriores de la profesora Assaf han sugerido que a los homínidos de Qesem les gustaba coleccionar piedras brillantes y coloridas sólo por su valor estético, esto no es el caso para los esferoides hallados, concluyen los investigadores.

Guijarros brillantes y coloridos hallados en la Cueva de Qesem.

Los artefactos no tienen una forma esférica perfecta, obviamente, sino que sus creadores mantuvieron intencionadamente algunas crestas ásperas en ellos, y alrededor de las mismas se concentran signos de desgaste junto con residuos de grasa, colágeno y hueso, según el análisis microscópico realizado por las investigadoras de la Universidad La Sapienza, en Roma, Isabella Caricola y Emanuela Cristiani. "Esto sugiere que los esferoides fueron utilizados para romper grandes huesos (como los de los elefantes) y extraer su médula", aduce Assaf.

Para verificar esta hipótesis, Javier Baena (izquierda), de la Universidad Autónoma de Madrid, reprodujo versiones modernas de los esferoides de piedra, y Jordi Rosell (derecha), del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social, en Tarragona, España, los probó rompiendo huesos de animales actuales. El equipo verificó que los residuos y signos de desgaste en las reproducciones de los esferoides coincidían con los observados en los originales.
El experimento también puso de manifiesto por qué los homínidos de Qesem reciclaban o reutilizaban los esferoides que buscaban en otro lugar en vez de hacer los suyos propios, indica Assaf.

“Javier podía romper los huesos, pero había que esforzarse en hacerlo bien. Se comprobó que era muy difícil hacer tales objetos”, dice Assaf. “Un pequeño error y el esferoide podía romperse por la mitad, o bien las crestas se desgastaban y volver a resaltarlas implicaba que podías terminar haciendo un esferoide más pequeño e inútil”, añade Baena.

Las crestas de los esferoides son un aspecto importante, pues los hacían más precisos en orden a abrir los huesos con una rotura limpia y sin aplastar el precioso tejido esponjoso del interior.

Ensayo del posible uso de un esferoide para romper un hueso.

No hay necesidad de reinventar la rueda

Assaf no descarta que la simetría de los esferoides fuera considerada estéticamente agradable por quienes los empuñaban, o que el hecho de coleccionar herramientas antiguas pueda haber sido también una muestra de respeto hacia los lejanos antepasados que las crearon. Lo más probable es que el interés por estos artefactos mezclara forma y función.

“Los homínidos de Qesem utilizaban técnicas avanzadas e innovadoras, tenían un amplio conjunto de herramientas, pero a veces tener conocimientos y habilidades significa también recoger algo viejo y reutilizarlo, dado que todavía puede ser útil”, argumenta Baena. “Ser inteligente significa reconocer que aquellos que vinieron antes que tú eran igualmente inteligentes: no tienes que reinventar la rueda cada vez”.
Al estar compuesta principalmente de grasa, la médula ósea era una importante fuente de calorías para las poblaciones prehistóricas, y la misma podía preservarse fácilmente dentro del hueso que la contenía para los tiempos en que escaseaban los alimentos, lo que, como han demostrado investigaciones anteriores, los homínodos de Qesem probablemente sabían hacer.

“El fenómeno de los esferoides es un gran rompecabezas que no entendemos, y ha habido muy poca investigación sobre su función”, dice Ofer Marder (izquierda), un arqueólogo de la Universidad Ben-Gurion, en Be’er Sheva, asi como experto en herramientas prehistóricas. “La combinación del análisis de residuos y desgaste con la arqueología experimental es un gran avance en la determinación de la conexión entre estas herramientas y su uso”.

"Tampoco podemos descartar que los esferoides puedan haber sido utilizados también para otros fines, como el procesamiento de material vegetal", señala Marder, que no participó en el trabajo de investigación.
“La mayoría de las herramientas prehistóricas se parecen más a una especie de navaja del ejército suizo y no tenían una única función”, añade Marder. “Es necesario seguir investigando para comprender si tales herramientas tenían otras funciones, posiblemente más complejas, y si las conclusiones de este estudio pueden aplicarse a los esferoides que se han hallado en otros lugares”.

La evidencia de que los esferoides de piedra funcionaban como extractores de médula es, estrictamente hablando, sólo aplicable al yacimiento de la Cueva de Qesem, una conclusión con la que Assaf está de acuerdo. En otras palabras, no hay pruebas directas de que sus fabricantes originales las destinaran al mismo propósito, o que otros esferoides encontrados a través de África y Eurasia fueran usados de esta manera.

No podemos estar seguros todavía, pero mi suposición es que esta fue siempre su función principal, pues son muy eficientes cuando se usan para este propósito específico, arguye Assaf, añadiendo que ya se está planeando probar esta hipótesis con otros esferoides líticos de diferentes lugares.

Fuentes: noticiasisrael.com | livescience.com | 15 de abril de 2020

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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