La piel de los corderos ayuda a resolver el puzle de los Manuscritos del Mar Muerto
Uno de los fragmentos encontrados en la cueva n.º 4 de Qumrán. ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY
Descubiertos en los años 40 y 50, los Manuscritos del Mar Muerto fueron uno de los mayores hallazgos arqueológicos del siglo pasado. Entre estos casi 1.000 pergaminos están los textos bíblicos más antiguos encontrados hasta la fecha. Pero buena parte de los rollos están hechos pedazos. Historiadores, teólogos, lingüistas y paleógrafos llevan desde entonces intentando ordenarlos y juntarlos. Ahora, el análisis genético de la piel animal en la que están escritos puede ayudar a resolver parte del puzle.
Los manuscritos son también llamados los Rollos de Qumrán, por el lugar del desierto de Judea, en las costas mar Muerto (Cisjordania), donde están las cuevas donde fueron hallados. Escritos en hebreo y arameo son parte de los libros sagrados del judaísmo y la base del Antiguo Testamento de los cristianos. Hay decenas de copias de los distintos libros, pero la mayoría están muy fragmentados. Muy pocos, como es el caso del Libro de Isaías, cuentan con una copia completa. Para complicarlo aún más, buena parte de ellos no fueron recuperados por arqueólogos, sino por beduinos y aficionados que vendieron los pergaminos a anticuarios. Así que, de muchos de ellos, ni siquiera se sabe de qué cueva salieron.
Una de las cuevas de Qumran donde se encontraron los fragmentos del Rollo del Mar Muerto. Crédito: Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotógrafo Shai Halevi.
Ahora investigadores israelíes, con la colaboración de colegas suecos, estadounidenses y una española, han ideado una nueva herramienta para intentar ordenar los más de 20.000 fragmentos de la colección. Al análisis teológico, lingüístico, estilístico (distintivo de cada escriba) o químico han añadido el genético. Si el estudio del ADN antiguo ha permitido conocer mejor la evolución de las distintas especies humanas, ¿por qué no usarlo para saber de qué animal salieron las pieles de los pergaminos?
Los resultados del trabajo, publicados en la revista científica Cell, muestran que casi todos los fragmentos son de pergaminos hechos con piel de cordero. El dato, aunque nuevo, no es muy revelador. Desde antiguo, los pergaminos se han hecho en su mayoría con la piel de los corderos, a la que le arrancaban la epidermis y el tejido subcutáneo (hipodermis) con cal, para acabar poniendo y estirando la dermis en un caballete. Más de 2.000 años después (hay fragmentos del siglo III a. C.) aún se puede leer su material genético.
Parte de los investigadores analiza uno de los fragmentos de los manuscritos. BEATRIZ RIESTRA / ISRAEL ANTIQUITIES AUTHORITY.
El ADN permite diferenciar entre unos corderos y otros. Así, los autores del estudio han podido determinar que algunos fragmentos que se creían pertenecer al mismo rollo, probablemente no estén relacionados. Al revés, también han podido conectar otros fragmentos de los que se cuestionaba su vinculación. El análisis genético indica también que dos de los fragmentos estudiados están escritos en piel de vaca. En los tiempos de Jesucristo, en el desierto de Judea no se podían criar vacas, así que los autores del estudio creen que estos textos son de un pergamino que venía de fuera.
(A) Mapa del desierto de Judea. Se muestran las ubicaciones donde se descubrieron los Rollos del Mar Muerto, así como cuatro de los fragmentos analizados en este estudio. (B) Se muestran las ubicaciones sugeridas de los diferentes fragmentos atribuidos a dichos manuscritos. Los tres fragmentos analizados en el estudio, 5, 8 y 9, están marcados. Las imágenes son cortesía de la Biblioteca Digital de Rollos del Mar Muerto Leon Levy. Autoridad de Antigüedades de Israel. Fotos: Shai Halevi.
Aunque los investigadores solo han podido estudiar apenas 30 fragmentos de los miles que hay, extender el análisis genético al resto de los Manuscritos del Mar Muerto podría ayudar a responder muchas de las preguntas que plantean estos rollos.
"Sin embargo, en Qumrán, en las mismas cuevas, unas junto a otras, encontramos textos divergentes del mismo libro", añade. Una diversidad que, como recuerda su colega Neuhof, “es algo que no sería aceptado hoy en día, donde tanto las versiones cristianas como judías de la Biblia están fijadas en una versión canónica”.
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