Los moradores cántabros del Neolítico Final y el Calcolítico no comían alimentos del mar

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Un estudio del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria ha descubierto que los habitantes que vivían en la región en el Neolítico y el Calcolítico en la región no consumían alimentos de origen marino a pesar de estar junto a la costa.

La investigación ha analizado restos humanos procedentes de las cuevas Los Avellanos I y II, situadas en el municipio cántabro de Alfoz de Lloredo, y matiza que esos antiguos moradores no comían productos del mar, al menos en cantidad suficiente para dejar su huella isotópica.

Según estudio del instituto cántabro, al que ha tenido acceso Efe y que ha investigado restos que custodia el Museo de Arqueología y Prehistoria de Cantabria, las cuevas de Alfoz de Lloredo fueron utilizadas como lugares funerarios durante el Neolítico Final y el Calcolítico (cuarto y tercer milenio antes de nuestra era).

En la investigación ha participado el grupo EvoAdapta de la Universidad de Cantabria y ha sido publicado en la revista científica Journal of Archaeological Science, como una aproximación multidisciplinar que ha utilizado dataciones de radiocarbono, análisis bioarqueológicos y de isótopos estables.

Los estudios bioarqueológicos sugieren que se enterraron tanto hombres como mujeres, y con representación de adultos de diversas edades, pero también jóvenes.

Los conjuntos de las cuevas Los Avellanos I y II muestran una mala conservación de los restos, así como los efectos de distintos procesos de alteración posteriores a su depósito.

Además, se ha constado que los humanos enterrados en estas cuevas tenían una dieta, sobre todo, de origen terrestre con consumo de plantas (cereales) e incorporando también proteínas de origen animal (carne y posiblemente productos lácteos).

Y los análisis de isótopos estables de carbono y nitrógeno indican que no consumían alimentos de origen marino, señalan los investigadores. Junto a ello, se ha datado que un grupo mayoritario de individuos de ambas cuevas muestra valores de isótopos de azufre coherentes con las condiciones ambientales locales.

Sin embargo, las cifras de tres de ellos son típicas de haber permanecido largos períodos tierra adentro, probablemente en zonas como la meseta castellana, lo que sugiere un cierto grado de movilidad a distancia de estas poblaciones.

Los análisis de ADN de estos individuos están en curso y serán un instrumento clave para aclarar las dinámicas de población y los movimientos en la región durante esa época de la Prehistoria.

Esta investigación, financiada por el Ministerio de Economía y el Banco Santander, ayuda a comprender mejor la aparición y desarrollo de las primeras sociedades campesinas en el norte peninsular y demuestra que integrar diferentes técnicas analíticas permite estudiar e interpretar depósitos funerarios en cuevas. EFE

Fuente: lavanguardia.com | 4 de diciembre de 2020

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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