¿Qué hacían los humanos en el Yukón (Canadá) hace 24.000 años?

Un análisis detallado de los huesos recolectados en las cuevas de Bluefish, en Yukon, Canadá, está ampliando la comprensión de los científicos sobre lo que estaban haciendo los primeros humanos en las Américas. Crédito de la imagen: Beringia hace 15.000 años. Pintura producida por Videoanthrop Inc., Montreal/M. François Girard. Museo Canadiense de Historia, IA-40, S95-23503.

Durante la última Edad del Hielo, mamuts lanudos, bisontes, caribúes y manadas de caballos fornidos y peludos vagaban por las praderas parecidas a la tundra de Beringia, una masa de tierra ahora hundida que alguna vez conectó Siberia con Alaska y Yukón (Canadá), masticando vegetación y huyendo de depredadores como leones esteparios, osos y lobos.

Los humanos también vivían y cazaban en Beringia en ese momento. En las cuevas de Bluefish, tres huecos en una cresta remota de piedra caliza en el norte de Yukón, los arqueólogos han desenterrado algunos de los vestigios más antiguos conocidos de ocupación humana en América del Norte. Hoy en día, estas cuevas brindan a los científicos un vistazo a la vida de los cazadores de Beringia, los cuales las usaron hace casi 24.000 años.

Se ha debatido durante mucho tiempo cómo y cuándo los humanos entraron en las Américas. A lo largo del siglo XX, la hipótesis principal fue que el pueblo de la cultura Clovis fue el primero en pasar desde Siberia a Alaska hace unos 13.000 años. Muchos arqueólogos que presentaron fechas anteriores para la llegada de los humanos, así como los sitios que estudiaron al respecto, fueron ignorados.

Cuando Jacques Cinq-Mars, al que se muestra aquí en la década de 1990, trató de presentar evidencias de ocupación humana en las cuevas de Bluefish (Yukón, Canadá) en conferencias científicas, muchos arqueólogos se desconectaron de semejante propuesta. Algunos incluso se rieron. La idea de un pueblo anterior a la cultura Clovis en las Américas parecía inpensable para muchos en ese momento. Foto de Heather Pringle

Uno de los arqueólogos cuyo trabajo de toda una vida casi se pasó por alto fue Jacques Cinq-Mars, quien trabajó en el Museo Canadiense de Historia, en Quebec. A partir de sus excavaciones entre 1977 y 1987 en las cuevas de Bluefish, ubicadas en el territorio de la Primera Nación Van Tat Gwich'in, en el noroeste de Yukón, Cinq-Mars descubrió evidencias de que el pueblo Clovis no fue el primero en poblar las Américas. A través de su investigación, concluyó que los cazadores habían utilizado el lugar hace unos 24.000 años. Pero Cinq-Mars, quien murió en noviembre de 2021, fue recibido con escepticismo y sus hallazgos han sido cuestionados durante décadas.

Hoy en día, el modelo de la teoría Clovis está desechado entre la mayoría de los arqueólogos y los yacimientos más antiguos son ampliamente aceptados. Pero el compromiso que todavía mantienen algunos arqueólogos con esta hipótesis significa que el trabajo de campo arqueológico alternativo a la teoría Clovis tiene todavía mucho por hacer.

Un ejemplo de esta rectificación en curso es la investigación que está realizando Lauriane Bourgeon (izquierda), una arqueóloga francesa de la Universidad de Kansas. Bourgeon ha pasado gran parte de su carrera reexaminando y fechando la colección de restos encontrados en las cuevas Bluefish, lo que incluye una pequeña cantidad de herramientas líticas y 36.000 huesos de animales, que sirven para aclarar la historia del este polémico enclave.

Su investigación ha demostrado, por ejemplo, que al menos 15 huesos de las cuevas de Bluefish fueron cortados por individuos humanos hace unos 23.500 años. Los cortes hechos por el hombre, explica, son profundos y delgados con un perfil en forma de V y generalmente se corresponden con una carnicería estratégica. El hueso más antiguo de la colección de las cuevas de Bluefish, una mandíbula de caballo de 23.500 años de antigüedad, por ejemplo, tiene cortes largos y rectos en el lado interno, lo que es consistente con los esfuerzos realizados para eliminar los músculos de carne.

Después de haber confirmado las afirmaciones del arqueólogo Cinq-Mars de que los humanos habían utilizado las cuevas de Bluefish hace tanto tiempo, Bourgeon ha cambiado el alcance de su trabajo: ahora, está tratando de descubrir qué estaban haciendo allí.

Mientras excavaba en las cuevas de Bluefish, en el norte de Yukón, durante las décadas de 1970 y 1980, el arqueólogo canadiense Cinq-Mars encontró huesos de caballo con marcas de corte y otros rastros de cazadores humanos que parecían datar de hace 24.000 años, miles de años antes que el pueblo Clovis penetrara en las Américas. Foto de Ruth Gotthardt.

El examen de Bourgeon de la colección de restos de las cuevas de Bluefish muestra que la mayoría de los huesos son de caballos de Beringia o Yukón. Estos animales peludos eran más pequeños que los caballos modernos y probablemente deambulaban en manadas con un macho dominante y muchas hembras. Este caballo de Beringia se extinguió hace unos 14.000 años, posiblemente debido a la presión humana y al cambio climático, dice Bourgeon.

"Hay que tener en cuenta, además, que el hecho de que la mayoría de los huesos sean de caballos adultos sanos es típico de la caza humana, pues, en contraste, los carnívoros normalmente atacan a los animales vulnerables", dice Bourgeon. Las cuevas también están inusualmente llenas de pelvis y otros huesos pesados de distintos animales. Con base en esto, junto con la baja cantidad de herramientas de piedra y la falta de un hogar, Bourgeon y su colega, Ariane Burke, de la Universidad de Montreal, en Quebec, argumentan que las cuevas de Bluefish probablemente fueron utilizadas como un campamento temporal por cazadores que se dirigían principalmente a capturar caballos de Beringia.

Ejemplo de marcas de corte en la mandíbula de un caballo hallada en la Cueva II de Bluefish. El espécimen (# J7.8.17) está datado entre hace 19.650 ± 13.000 años. La superficie del hueso está un poco desgastada y alterada por el grabado de la raíz, pero las marcas de corte están bien conservadas; se hallan ubicadas en el lado medial, debajo del tercer y segundo molar, y están asociadas con la extracción de la lengua con una herramienta de piedra.

Durante la última glaciación las manadas de caza mayor, como el caballo del Yukón y el mamut lanudo, ahora extintos, pastaban en Beringia, una masa de tierra ahora sumergida que unía el norte de Siberia con Alaska y el Yukón. Ilustración: mamut lanudo y caballo Yukón © Gobierno de Yukón/Artista George “Rinaldino” Teichmann 1999.

Estos cazadores de la Edad del Hielo, explica Bourgeon, habrían llevado los cadáveres de los caballos a las cuevas para ser descuartizados. Quitarían estratégicamente los huesos más grandes con carne y médula, y los dejarían atrás cuando hicieran el viaje de regreso a un campamento residencial.

Brandon Kyikavichik, un investigador del patrimonio del pueblo Van Tat Gwich'in (pueblo de los lagos), y que traduce historias orales, dice que, basándose en su conocimiento de las prácticas tradicionales de caza y la vida de sus antepasados ​​durante la última Edad del Hielo, "la interpretación de Bourgeon de cómo se usaron las cuevas tiene mucho sentido".

"La tierra era muy diferente cuando los cazadores usaban las cuevas de Bluefish", explica Kyikavichik. En aquellos momentos, dice, sus antepasados estaban atormentados por animales gigantes, hasta que un héroe conocido por los Van Tat Gwich'in como Ch'ataiiyuukii llegó del océano e hizo el mundo más hospitalario para los humanos, explica Kyikavichik. Ch'ataiiyuukii se convirtió en líder y le mostró al pueblo Van Tat Gwich'in cómo mirar y estudiar las estrellas y predecir el comportamiento animal. Luego, según una historia, Ch'ataiiyuukii flotó hasta convertirse en una constelación.

En primer plano Brandon Kyikavichik, especialista en cultura y patrimonio del pueblo Van Tat Gwich'in.

“Nuestra historia es rica”, dice Kyikavichik. "Se remonta a miles de años y los relatos se cuentan con pasión”. Señala que "los Van Tat Gwich'in siempre han estado involucrados en trabajos arqueológicos en la región y, si se utilizan sus historias, estas podrían ayudar a identificar enclaves interesantes para futuras excavaciones".

Sin embargo, encontrar evidencias físicas de la pequeña población humana que vivió en Beringia durante la última Edad del Hielo resulta un desafío. La gente probablemente era nómada y la mayor parte de la tierra en aquellos tiempos está ahora bajo el agua. "A pesar de ello, aunque las señales humanas sean muy bajas en las cuevas de Bluefish, resulta claro que la gente estuvo en ellas varias veces", dice Bourgeon.

Una nueva investigación sugiere que las cuevas de Bluefish (en la foto), en Yukón, no se utilizaron como hogar, sino como un lugar de trabajo para procesar la carne de animales cazados. Crédito de la imagen: Bluefish Cave I, Yukón. Foto de Jacques Cinq-Mars, ca. 1980 Museo Canadiense de Historia.

De hecho, Bourgeon tiene planes para llevar a cabo más excavaciones en ellas. También está en proceso de confirmar que las capas de sedimentos en las cuevas están en orden cronológico, como postuló Cinq-Mars. "Si puedo proporcionar una antigüedad relativa para las herramientas de piedra, entonces la trascendencia de las cuevas de Bluefish podría ser más aceptada por la comunidad científica", postula Bourgeon.


Una fuerte evidencia arqueológica y genética muestra que pequeños grupos de cazadores, quizás no más de 5.000 personas en total, cruzaron Beringia desde Asia hacia las Américas durante la última Edad del Hielo. La ubicación de las capas heladas y los glaciares a lo largo del tiempo sugiere por dónde se movieron y cuándo. Antes de la apertura de la ruta costera hace unos 16.000 años, los migrantes probablemente quedaron atrapados en Beringia. Después de eso, cuando los glaciares retrocedieron, los humanos pudieron viajar a lo largo de la costa oeste, probablemente en botes pequeños. El corredor del interior no se abrió hasta hace unos 13.000 a 12.600 años. (Las áreas de color verde claro del mapa indican la tierra ahora sumergida que estuvo seca durante la última Edad del Hielo debido a los cambios en el nivel del mar). Animación de Judy Somers. Ver animación en este enlace.

Tom Dillehay un arqueólogo de la Universidad de Vanderbilt, en Tennessee, y que no participó en el estudio, dice que "si bien todavía hay dudas sobre las cuevas de Bluefish, las evidencias de actividad humana se están volviendo cada vez más convincentes".

A Dillehay le gustaría ver la confirmación de que las capas del suelo en las cuevas de Bluefish no han sido perturbadas, así como que se realicen más excavaciones a fin de obtener más pruebas indiscutibles de la presencia humana. Si bien la mayoría de las cuevas han sido alteradas hasta cierto punto por causas naturales o humanas, dice Dillehay, siempre ha pensado que algunas secciones de los suelos de las cuevas de Bluefish parecían relativamente intactas y que las fechas de radiocarbono podían ser fiables.

Al igual que Cinq-Mars, Dillehay se ha encontrado con la oposición de los arqueólogos que favorecían la hipótesis de la cultura Clovis a fines de la década de 1970 cuando presentó dataciones por radiocarbono de posibles elementos hechos por humanos en Monte Verde (Chile) anteriores a la entrada de la cultura Clovis en las Américas. “Me sorprendió lo violento que se volvió todo el asunto”, dice. "Incluso, hoy en día, cuando el modelo de Clovis ha caído en desgracia en gran medida, todavía hay algunos que lo defienden a gritos", añade.

Dillehay recuerda a Cinq-Mars como “un científico sincero y minucioso” , el cual dejó un legado de paciencia.

Bourgeon comenzó su investigación en las cuevas de Bluefish en la creencia de que la gente no estaba en América del Norte durante la última Edad del Hielo, pero rápidamente se dio cuenta de que Cinq-Mars tenía razón. Aunque lo vio solo unas pocas veces y desearía haber tenido más oportunidades de hablar con él antes de que falleciera, Bourgeon se alegra de haber vivido para ver que sus esfuerzos confirman la investigación de Cinq-Mars.

“Ojalá lo hubiera conocido más”, dice Bourgeon. “Siempre es agradable pasar un tiempo con un arqueólogo tan bueno como lo fue él”.

Fuente: hakaimagazine.com | 2 de marzo de 2022

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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