Así vivían los constructores de Stonehenge: celebraban festines con vísceras durante el solsticio de invierno

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Heces humanas recogidas en el asentamiento de Durrington Walls.Lisa-Marie Shillito

Stonehenge es el monumento prehistórico más famoso y enigmático del mundo. Las teorías sobre cómo y por qué se levantó este fascinante círculo con grandes bloques de piedra en el condado inglés de Wiltshire se han ido sucediendo, pero hay pocas certezas sobre quiénes lo construyeron o el tipo de ceremonias que allí se celebraban.

Por suerte para los científicos, a sólo 2,8 kilómetros del complejo megalítico, un asentamiento neolítico llamado Durrington Walls les está ofreciendo pistas sobre quiénes fueron los constructores de Stonehenge y el estilo de vida que llevaban hace cinco milenios, pues se cree que se alojaron en ese poblado durante la segunda fase de construcción de Stonehenge.

Para reconstruir aquella etapa, un equipo británico combina las excavaciones arqueológicas con las técnicas de laboratorio: "En la prehistoria sólo disponemos de pruebas arqueológicas, pues por entonces todavía no se había inventado la escritura", cuenta a este diario Piers D. Mitchell (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Cambridge y autor principal de esta investigación.

Así, su análisis de excrementos fosilizados hallados en Durrington Walls ha revelado de manera indirecta cómo eran los festines que celebraban, tal y como detallan hoy los autores en la revista especializada Parasitology. Los científicos han encontrado en esos excrementos prehistóricos parásitos similares a los que actualmente siguen provocando problemas intestinales a muchas personas cuando consumen alimentos de origen animal crudos o poco cocinados.

Durante 4.500 años, huevos de gusanos parásitos han permanecido ocultos en las heces fosilizadas, que los arqueólogos denominan coprolitos (porque en griego kopros significa 'excremento' y lithos, 'piedra'). Ahora, esos parásitos han salido a la luz al pasar los excrementos por el laboratorio.

"Como los órganos internos de los animales se descomponen en el suelo, tenemos mucha menos información sobre si eran consumidos por la gente, en comparación con la ingesta de carne, que sí podemos detectar a través de marcas de cuchillos en los huesos que muestran cómo fue retirada. Sin embargo, la presencia de parásitos demuestra que tanto las personas como los perros que estaban en Durrington Walls ingirieron también órganos internos de los animales que consumían", argumenta Mitchell a través de un correo electrónico.

Los huevos de gusanos Capillariidae en heces humanas, reconocibles por su forma parecida a un limón, indican que esa persona había comido los pulmones o el hígado crudos o poco cocinados de un animal ya infectado. Según Mitchell, aunque los gusanos Capillariidae pueden infectar al ganado y a otros rumiantes, parece que las vacas fueron la principal fuente que transmitió esos huevos de parásitos.

Huevo microscópico de tenia de pescado encontrado en coprolito de perro. La barra de escala negra representa 20 micrómetros. Crédito: Evilena Anastasiou/Universidad de Cambridge.

Durante las excavaciones de la zona considerada como el basurero principal en Durrington Walls, los arqueólogos encontraron cerámica y herramientas de piedra junto a más de 38.000 huesos de animales -el 90% eran de cerdos y algo menos del 10% de vacas-. Allí también se encontraron las heces mineralizadas utilizadas en el estudio.

En concreto, su equipo analizó 19 coprolitos. En cinco (uno de personas y cuatro de perros) hallaron huevos de gusanos parásitos, por lo que su teoría es que durante los festines de celebración comían órganos internos de animales como la vaca, y daban las sobras a los perros que tenían alrededor.

En un excremento de perro también encontraron huevos de parásitos procedentes del consumo de pescado crudo, pero en el yacimiento no se ha encontrado ningún indicio que sugiera que los humanos comieron pescado allí, por lo que se cree que el perro ya estaba infectado cuando llegó a Stonehenge. Esos análisis fueron realizados en Instalación Nacional de Isótopos Ambientales de la Universidad de Bristol y revelaron también que las vacas provenían de regiones del sur de Reino Unido.

Huevo microscópico de gusano capillariid de Durrington Walls. La barra de escala negra representa 20 micrómetros. Crédito: Evilena Anastasiou/Universidad de Cambridge.

Como precisa Mitchell, el asentamiento de Durrington Walls se ha datado en el año 2500 a.C, una etapa que coincide con el periodo en el que se cree que se erigieron los famosos trilithons, dos enormes piedras verticales que sostienen a una tercera roca vertical. Los científicos creen que algunos de los constructores de Stonehenge -un lugar que debía estar reservado al culto- se alojaron en Durrington Walls. "Las pruebas sugieren que estuvo habitado durante no más de 55 años, quizás sólo durante una década".

Sus habitantes iban y venían: "Parece que Durrington Walls sólo estaba habitado durante el invierno, y creemos que en verano se quedaba vacío. Esto sugiere que los granjeros y agricultores se quedaban durante los meses de verano en sus hogares de otras zonas del sur de Inglaterra, trabajando en el campo, y durante el invierno, cuando en Reino Unido no se cultivaba, viajaban hasta Stonehenge para trabajar en la construcción del monumento", teoriza el arqueólogo.

Una hipótesis que refrendan análisis isotópicos previos de los dientes de vaca de Durrington Walls, que sugieren que algunas reses fueron llevadas allí desde Devon o Gales, a unos 100 kilómetros de distancia, para un festín a gran escala. Los patrones identificados en los huesos de ganado del sitio sugieren que su carne se cortó principalmente para guisar y se extrajo la médula ósea.

El tipo de parásitos hallados en heces, dice Mitchell, es compatible con todos los indicios anteriores que apuntaban a la celebración de festines de invierno durante la construcción de Stonehenge.

El monumento prehistórico de Stonehenge en Wiltshire, Reino Unido. Crédito: Adam Stanford.

Se trata de las pruebas de parásitos intestinales en excrementos humanos más antiguas que se han identificado en Reino Unido, aunque como contextualiza el arqueólogo británico en otros lugares de Europa se han hallado de más antigüedad. "La prueba más antigua de parásitos intestinales en humanos se encontró en una cueva de Francia, en la que se hallaron huevos de nematodos en capas con una datación de hace 30.000 años".

Por lo que respecta a los parásitos que infectaron a los constructores de Stonehenge, dice Mitchell, sus huevos han sido encontrados también en yacimientos de Europa continental del Neolítico y de la Edad de Bronces, y esos gusanos siguen infectando a los animales hoy en día.

"Es probable que esos festines tuvieran lugar cada invierno, y que no sólo se hicieran una vez", dice el arqueólogo. "La razón por la cual creemos que esas celebraciones tenían lugar en invierno es porque los cerdos nacen en primavera, hacia el mes de marzo, y los huesos de cerdo que se han hallado en el yacimiento tenían unos nueve meses. Esto sugiere que los sacrificaban entre diciembre y enero, coincidiendo con el solsticio de invierno, cuando el sol se alinea con Stonehenge".

Fuente: elmundo.es | 20 de mayo de 2022

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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