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El enorme sacrificio de animales del Turuñuelo no fue como se pensaba: los secretos del ritual tartesio

El patio de Casas del Turuñuelo con la hecatombe animal. Construyendo Tarteso.

Hace unos 2.500 años, una comunidad de tartesios instalada en la cuenca media del río Guadiana, en el actual municipio de Guareña (Badajoz), realizó un ritual singular en uno de sus edificios más impresionantes: un lujoso banquete y un enorme sacrificio de medio centenar de animales. Al finalizar la ceremonia, cubrieron la estructura con sedimentos del propio río generando un montículo artificial de unos 6 metros de altura y 90 metros de diámetro y lo abandonaron. Este edificio es el del yacimiento de Casas del Turuñuelo y sus descubrimientos están cambiando la percepción de los investigadores sobre las comunidades de los últimos momentos de Tarteso.

Este miércoles, un equipo multidisciplinar constituido por investigadores de instituciones españolas y extranjeras ha publicado en la revista PLOS ONE el estudio de los animales sacrificados y depositados en el patio del Turuñuelo, el edificio mejor conservado de la arqueología protohistórica del Mediterráneo occidental y que desde su hallazgo en 2014 no deja de dar sorpresas a la comunidad científica.

A. Mapa que indica la ubicación de las Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz, España) y otros yacimientos arqueológicos en la Llanura Media del Guadiana. B. Vista aérea del edificio monumental, julio de 2021 (https://construyendotarteso.com/es/paginasITM/hecatombe-animal): 1 patio; 2 escaleras; 3 pavimentos de pizarra; 4 ambientes en planta alta.

Los resultados del estudio arqueozoológico de los restos óseos de 52 animales y del análisis microestratigráfico revelan que este sacrificio masivo de animales formó parte de una serie de rituales realizados en los últimos años del edificio hasta su abandono, cuando fue sellado intencionalmente a finales del siglo V a.C., según comentan Sebastián Celestino Pérez y Esther Rodríguez González, investigadores del IAM-CSIC y directores de las excavaciones del yacimiento. Hasta ahora se creía que se trataba de una única hecatombe, como así llamaban los antiguos griegos a este tipo de ceremonias.

Foto: Los arqueólogos Sebastián Celestino Pérez y Esther Rodríguez González tras recibir el Premio 'Luis Chamizo' por su labor investigadora y por divulgar la cultura tartésica del yacimiento del Turuñuelo. P. F. I.

Entre los animales sacrificados se han identificado 41 caballos, seis bovinos (toros y vacas), cuatro cerdos y un perro. Fueron depositados en tres fases secuenciales en el patio del edificio, según indican los resultados obtenidos mediante evaluaciones tafonómicas, microestratigráficas y una serie de dataciones radiocarbónicas. Además, se han documentado indicios de ofrendas de vegetales quemados y objetos asociados a actividades simbólicas, como las tabas de oveja. Por otro lado, la disposición de los cadáveres de animales sugiere una intención en la exposición y escenificación de los sacrificios.

En conjunto, las pruebas ponen de manifiesto que los animales murieron en el contexto de sacrificios rituales. Los animales de la fase más antigua muestran signos de haber estado parcialmente al descubierto un tiempo, ya que los carroñeros accedieron a los cadáveres y dejaron sus marcas en los huesos. En la segunda y tercera fase, los esqueletos están completos y en conexión anatómica, lo que sugiere un entierro rápido.

Excavación de los animales hallados en Casas del Turuñuelo. Construyendo Tarteso.

"En esa última fase, junto al sacrificio de dos équidos se depositaron los restos de un banquete que incluía el consumo de carne de bovinos y porcinos", según comentan Mª Pilar Iborra y Silvia Albizuri investigadoras del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación (IVCR+i) y de Instituto de Arqueología (IUAB-SERP) de la Universidad de Barcelona, que han liderado la investigación.

El equipo multidisciplinar concluye: "Este estudio pone de relieve el papel de los sacrificios masivos de animales en las sociedades europeas de la Edad del Hierro, en concreto destaca las prácticas de sacrificio animal [el más grande documentado hasta ahora en el contexto del Mediterráneo occidental] y el comportamiento ritual tartésico en el yacimiento". Además, las autoras resaltan el protagonismo de los équidos en estos sacrificios, "hecho que evidencia la relevancia de estas especies (caballos/asnos y sus híbridos) en los sistemas económicos y en general en la cultura de las comunidades de la Edad del Hierro".

Proceso de restauración de los restos animales. Construyendo Tarteso.

Casas del Turuñuelo es uno de los descubrimientos más impactantes de la arqueología peninsular de los últimos años. Sus excavaciones, financiadas por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Extremadura y la Fundación Palarq, se desarrollan bajo un proyecto dirigido desde el IAM-CSIC, 'Construyendo Tarteso', y están siendo codirigidas por Sebastián Celestino Pérez y Esther Rodríguez González. Como coautores de este nuevo estudio indican la importancia del trabajo multidisciplinar con especialistas de Humanidades y Biociencias que están generando un intercambio constante de información y de ideas, ofreciendo un enfoque transversal en el estudio de este yacimiento.

Fuentes: elespanol.com | diariodigital.ujaen.es | 23 de noviembre de 2023

Los tartesios sacrificaron sus animales más preciados durante años

Vista aérea del yacimiento arqueológico del Turuñuelo, de Guareña (Badajoz), donde se hallaron decenas de animales sacrificados. SAMUEL SÁNCHEZ.

Cuando hace un lustro empezaron a excavar en Casas del Turuñuelo, un yacimiento tartésico en Guareña (Badajoz), los científicos creyeron estar ante una hecatombe. Según el diccionario de la RAE, hecatombe se refiere a una gran mortandad de personas o catástrofe. En tercer lugar, aparece el sentido original de la palabra, que procede del griego antiguo: Sacrificio de 100 reses vacunas u otras víctimas, que hacían los antiguos a sus dioses. En el Turuñuelo, no han encontrado 100 bueyes, pero sí restos de una cincuentena de animales, sobre todo caballos. Ahora, el estudio a fondo de todos los animales ilumina la relevancia de este lugar para sus constructores, los tartesios. Pero los motivos por los que Tartesos abandonó esta especie de santuario, como el resto de sus construcciones, para desaparecer en la historia, siguen siendo un misterio.

Casas del Turuñuelo fue descubierta en 2014. Estaba enterrada bajo seis metros de limo y tierra traídos del cercano río Guadiana. Al desenterrarla, al año siguiente, se encontraron un edificio de dos plantas. “Algo así no aparecería en el Mediterráneo occidental hasta los tiempos de Roma, hasta Pompeya”, dice Sebastián Celestino, investigador del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC) y codirector de la excavación del Turuñuelo. Con distintas técnicas de datación, señalaron que estaba en uso en el siglo V antes de la era actual, hace unos 2.500 años. Eran los últimos tiempos de la civilización de Tartesos, nacida en la costa de lo que hoy es Cádiz de la mano de fenicios venidos del Mediterráneo oriental y expandida desde el valle del Guadalquivir al del Guadiana.

Para los antiguos griegos, era la mayor civilización del occidente. Al excavar descubrieron una sala con un altar con la forma de una piel de buey en la que había elementos decorativos de procedencia cartaginesa o incluso griega en la que había también restos de animales. Pero a medida que bajaban hallaron primero dos caballos a los pies de una escalinata, después una especie de patio con una veintena de animales y más tarde, debajo de esa capa de huesos, otra con decenas de seres más. Entonces se creyó que formaban parte de una hecatombe al estilo griego y posterior banquete. Ahora, la revisión completa de todos los restos cuenta otra historia.

Los resultados del estudio arqueozoológico de los restos óseos, publicado en la revista científica PLoS ONE, han identificado a 52 animales. La mayoría son caballos (41 del total) y mulos adultos, pero también hay bóvidos (toros y vacas), cerdos y un perro. Pero el análisis estratigráfico muestra que este sacrificio masivo no fue durante una hecatombe única, sino que formó parte de una serie de rituales realizados en los últimos años del edificio hasta su abandono, cuando fue sellado intencionadamente.

“En un principio el sacrificio nos parecía que se había hecho en un solo momento”, dice la zooarqueóloga de la Universidad de Barcelona y coautora del análisis de los animales, Silvia Albizuri (izquierda). “Llegas allí, ves esa foto fija, y piensas que han sido sacrificados todos así”, añade su colega de investigación, Mª Pilar Iborra (derecha), investigadora del Instituto Valenciano de Conservación, Restauración e Investigación. “El estudio tafonómico [la ciencia de la formación de un fósil desde algo vivo] que hemos hecho nos ha aportado información sobre la historia de ese depósito, desde que se enterró hasta que se ha desenterrado”, explica Iborra.

“Los huesos recogen toda esa información, todo lo que les ha pasado, si han sido sacrificados, si han sido consumidos, si han estado expuestos al sol. Toda esa información es la que nos ha permitido definir que hay tres grandes momentos de depósito. Casas del Turuñuelo fue una especie de santuario en el que los tartesios realizaron sacrificios durante años, quizá una década, termina Iborra.

Trabajos desarrollados desde el Instituto de Arqueología Ibérica de la UJA.

El análisis también ha mostrado que los équidos eran machos adultos, casi todos de edades entre los cinco y los ocho años. De los seis bóvidos, cuatro eran toros, mientras que los restos porcinos pertenecían a cerdas adultas. La edad es clave para que las científicas descarten que los hubieran depositado allí tras una muerte natural o por una enfermedad. La tesis del sacrificio coge más fuerza cuando se tiene en cuenta que tanto équidos como cerdas estaban en lo mejor de su vida útil, ya fuera como animales de carga, para las bigas gobernadas por aurigas o para la cría. Como dice la zooarqueóloga de Albizuri, “esto implica un esfuerzo enorme para una comunidad”.

La confirmación del sacrificio ritual se hace evidente en los huesos de las dos primeras fases del enterramiento. No es solo que sendas capas estuvieran separadas por una especie de manto de unos quince centímetros de cereales quemados, lo que lo relacionaría con ofrendas por la fertilidad de la tierra, sino que las osamentas no tienen marcas de haber sido despiezadas, evisceradas ni consumidas por los humanos. Además, los ejemplares de la primera, los más antiguos, muestran que estuvieron expuestos al ambiente, al sol, a la acción del viento. “Cuando hacen un sacrificio no lo entierran, lo que quieren es que la gente lo vea. Es una exposición de lo que has hecho y que ha costado mucho hacer, porque sacrificas animales que son muy apreciados”, comenta Iborra.

Pero en la tercera fase, algo ha cambiado. “Lo que hemos podido observar en la última fase de depósito es que además del sacrificio de animales, también se consumió su carne, pero no la de caballos, solo de vacas y de un ternero, en el que incluso detectamos marcas de mordeduras humanas. Entonces se haría un banquete, un acto de comensalidad en esa última fase”, cuenta Iborra.

Aspecto de la zona del patio y la escalinata del edificio de Casas de Turuñuelo.

Su colega Albizuri añade: “cuando hablamos de banquete, hablamos de una comida que no sabemos dónde se celebró, pero sí que los restos de esa comida se quedaron en el patio. Porque otra cosa que solían hacer cuando terminaban un acto de estas características era colocar los restos en un silo abandonado”. A lo que Iborra añade: “Era para preservar la memoria de ese acto. De hecho, en esa fase 3, el ternero está con todos los huesos inconexos, con marcas de carnicería, con marcas de mordeduras humanas, pero depositados todos en conjunto, sin conexión anatómica, pero agrupados. En la Edad del Hierro eran muy habituales estos bothros”. En la Odisea, Homero describía los bothros como hoyos excavados en los que se vertía la libación por los muertos y encima de elllos se sacrificaba a las víctimas. Tras aquel banquete o poco después, la Casa del Turuñuelo fue enterrada y el lugar abandonado.

Ni Iborra ni Albizuri saben el motivo del abandono. Tampoco el codirector de las excavaciones. “Lo sellaron con arcilla y lo abandonaron”, dice Celestino. "Pero como el del Turuñuelo, tenemos otras 13 localizaciones tartésicas, todas enterradas intencionadamente y todas abandonadas a la vez, en el siglo V antes de esta era. Algo pasó que afectó a todos”.

El equipo de arqueólogos están trabajando con geólogos y paleoclimatólogos para investigar si la causa pudo ser una persistente sequía o, por el contrario, una sucesión de lluvias. Con la ayuda de la Fundación Palarq y las administraciones estatal y autonómica, los investigadores quieren desenterrar más lugares de Tartesos y seguir excavando en Casas del Turuñuelo, porque están convencidos de que hay algo más debajo de los animales sacrificados.

Fuente: elpais.com | 22 de noviembre de 2023

La Rioja Alavesa fue el escenario de la guerra a gran escala más antigua en Europa

Vista de superficie de la esquina este del depósito funerario antes de ser excavado.

A dos kilómetros de la localidad de Laguardia (Álava), cerca de la laguna de Carralogroño, una excavadora desenterró en 1985 una gran cantidad de restos humanos. Tan solo estaba realizando trabajos de ampliación de un camino agrícola en una zona de viñedos, en plena Rioja alavesa, pero descubrió, sin proponérselo, uno de los yacimientos arqueológicos más singulares de la península ibérica: San Juan Ante Portam Latinam, curioso nombre que hace referencia a una antigua cofradía que poseía viñas en ese lugar. Las excavaciones de principios de los años 90 en este abrigo natural de pequeñas dimensiones revelaron la existencia de un enterramiento con más de 300 individuos que mostraban signos de violencia y que tenían unos 5.000 años de antigüedad. Sin embargo, hasta ahora no conocíamos el verdadero significado de esta enorme sepultura colectiva.

Un artículo publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, vuelve a analizar los restos y llega a la conclusión de que ocultan una historia espectacular: estamos ante el conflicto bélico más antiguo del que tenemos indicios en toda Europa. Hasta ahora, se había considerado que los huesos de San Juan Ante Portam Latinam eran el testimonio de una masacre similar a las que se han documentado en otros yacimientos del Neolítico, pero este nuevo estudio parece dejar claro que quienes fueron enterrados cerca de Laguardia entre los años 3380 y 3000 a. C., según las dataciones por radiocarbono, fueron víctimas de una importante guerra sostenida en el tiempo. Hasta ahora el indicio más antiguo de una batalla de grandes dimensiones estaba en el valle del río Tollense, al norte de Alemania, pero ocurrió más de mil años después, ya en la Edad de Bronce.

Plano donde se reconstruyen los esqueletos mejor conservados.

Por eso, el enterramiento de Laguardia adquiere desde hoy una enorme relevancia histórica: contiene los esqueletos de, al menos, 338 individuos; 52 puntas de flecha hechas de pedernal, un tipo de cuarzo, de las cuales 36 tienen señales de haber impactado en un objetivo; numerosas heridas en los huesos provocadas por esta arma y no curadas, de manera que se produjeron poco antes de la muerte; y otras lesiones ya cicatrizadas que dan testimonio de batallas anteriores. La gran mayoría de los afectados eran varones adolescentes y adultos. Con todos estos datos, los autores del trabajo creen haber encontrado las pruebas irrefutables de la primera guerra organizada de la historia de Europa.

En declaraciones a El Confidencial, Teresa Fernández-Crespo, investigadora de la Universidad de Valladolid y primera autora, explica por qué era necesario volver a analizar San Juan Ante Portam Latinam. “En su momento, se hizo un estudio osteológico muy completo y sistemático para la época, que requirió muchísimo trabajo, porque la cantidad de material es ingente”, reconoce. "De hecho, ese primer trabajo fue pionero, en muchos aspectos. Por ejemplo, nunca hasta entonces se habían descrito heridas por punta de flecha. Sin embargo, llamaba mucho la atención, precisamente, que hubiera tantas lesiones por este motivo, algunas que se podían observar de manera directa sobre el hueso y otras que se podían interpretar de manera indirecta y que habrían afectado a los tejidos blandos del individuo. Por el contrario, apenas hay golpes. En todo el yacimiento solo está registrado un traumatismo en la cabeza, sin cicatrizar".

Todo esto no cuadraba con la interpretación que se le había dado hasta ahora. La mayoría de los historiadores consideraban que en este lugar se había producido una masacre típica del Neolítico, aunque fuera de mayores dimensiones que las encontradas en otros lugares.

“Una masacre es una matanza indiscriminada y ocurre cuando un grupo entra en un poblado y aniquila a sus habitantes con el fin de saquear o conseguir recursos”, apunta la experta. Así, en otros lugares de Europa se han hallado fosas comunes de esta época, pero que rondan los 20 individuos incluyendo mujeres, hombres y niños en proporciones similares a las esperables en cualquier asentamiento; y casi siempre con abundantes traumatismos craneales. Hasta ahora, se pensaba que este era el único tipo de conflicto que podía ocurrir hace 5.000 años, porque se suponía que esas sociedades no tenían capacidades para sostener peleas a mayor escala.

Ejemplos de lesiones craneales no curadas.

El significado de heridas y cicatrices

Sin embargo, nada de eso cuadra con lo descubierto en Laguardia, especialmente, por el número de cuerpos enterrados, pero también por el resto de los detalles. De hecho, "las puntas de flecha son “muy inusuales dentro del registro europeo”, pero se han hallado en otros lugares de este entorno del norte peninsular. En cualquier caso, lo más destacado es que los esqueletos con signos claros de violencia pertenezcan principalmente a varones, lo que hace pensar en una organización social pensada para la guerra.

Además, la distinción entre heridas recientes y otras cicatrizadas también es fundamental. Las segundas evidencian que esos individuos habían participado en eventos violentos anteriores, al menos en dos ocasiones, el primero de los cuales tendría que haber ocurrido meses antes. “Cuando nos rompemos un hueso, cicatriza en mes y medio o dos meses, así que sabemos que, como mínimo, había pasado ese tiempo, pero en realidad también podrían haber pasado años”, señala la investigadora de la Universidad de Valladolid. "En cualquier caso, este indicio nos hace pensar en una guerra, un conflicto con un desarrollo largo y una violencia a gran escala por el número de individuos que están involucrados. Desde luego, no es el ataque por sorpresa a un poblado, sino un tipo de violencia organizada”.

Este análisis da idea de la enorme complejidad que ya tenían aquellos pueblos y que, hasta ahora, se pensaba que no se había desarrollado hasta un milenio más tarde. “No hay otros indicios de violencia a gran escala hasta el campo de batalla del valle del Tollense”, comenta Teresa Fernández-Crespo en referencia al yacimiento alemán que se ha fechado en torno al año 1250 a.C. "En ese caso, la mayoría de los combatientes son varones, un claro indicio de organización para la pelea. No obstante, solo se ha excavado una parte".

Ejemplos de lesiones poscraneales no curadas.

Lo mucho que queda por saber

Una de las diferencias con respecto a San Juan Ante Portam Latinam es que en tierras alavesas "no se han encontrado los indicios del combate como tal, sino que el yacimiento corresponde más bien con el enterramiento posterior de las víctimas. “Probablemente, sean todos al mismo bando”, comenta la experta. “Normalmente, cuando hay guerras y hay caídos en el campo de batalla, se les hace una fosa común, pero sería muy extraño que se enterraran mezclados individuos de los dos grupos. Generalmente, el bando vencedor es el que recupera a sus caídos, ya que si estás muy diezmado no tienes posibilidad de hacerlo”, señala.

Además, puede haber un primer enterramiento temporal, para después buscar un lugar más apropiado. "Sin embargo, en este caso, dadas las dimensiones, podemos suponer que era muchísimo trabajo para este tipo de sociedades”. Por eso, también es de suponer que el campo de batalla no estaría lejos del enterramiento. “Seguramente, estuvieran defendiendo su propio territorio y por eso fueron capaces de recoger los cadáveres y depositarlos en este lugar”, comenta.

En cualquier caso, ¿Quiénes eran estos pueblos? “Asumimos que fue un conflicto de carácter regional”, afirma la investigadora. En esa época se produjo un gran crecimiento demográfico en la zona y es habitual utilizar enterramientos como cuevas y abrigos rocosos, aunque también se construyeron monumentos megalíticos. “Hay diferencias en las formas de vida y pensamos que pudo haber una competencia por los recursos entre estos grupos, que tienen diferencias culturales, lo que pudo llevarse al extremo de una violencia letal”, explica.

Nuevas investigaciones pueden aclarar todos estos detalles en un futuro próximo. En particular, la movilidad de estas poblaciones a través de estudios genéticos y sobre todo de análisis de isótopos estables en los restos óseos arqueológicos, un tema en el que Teresa Fernández-Crespo está especializada.

“Ello nos van a permitir confirmar si se trata de poblaciones locales o podría tratarse de un ejército invasor, aunque no es lo más plausible”, afirma la científica de la Universidad de Valladolid, que también ha pasado por la Universidad de Oxford (Reino Unido) y el CNRS francés; y que firma el artículo junto a otros expertos de la empresa Arkikus, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la Universidad de País Vasco, la Universidad de Cantabria y el Instituto Alavés de Arqueología.

Fuentes: elconfidencial.com | eldiadevalladolid.com | 2 de noviembre de 2023

Nuevas fotos de la Guerra Fría revelan un hallazgo que altera la frontera este del Imperio Romano

Una muestra de las fotografías aéreas tomadas por Antoine Poidebard (Referencia Poidebard 1934 ): A) fuerte en Qreiye; B) Fuerte romano y caravasar medieval en Birke; C) fuerte en Tell Zenbil; y D) castellum en Tell Brak.

El jesuita francés Antoine Poidebard ostenta la etiqueta de padre de la arqueología aérea. En la década de 1920, al principio de la edad de la aviación, el cura, que había pilotado un biplano durante la I Guerra Mundial, se subió a un avión para documentar desde el cielo y con una cámara más de un centenar de fuertes y estructuras romanas en una zona que hoy abarca las actuales Siria, Irak y Jordania. Según concluyó en una monografía titulada La Trace de Rome dans le desert de Syrie (1934), todas estas instalaciones habrían formado una línea defensiva de más de 1.000 kilómetros en la frontera oriental del Imperio Romano.

Si bien sus hipótesis han sido desde entonces bastante aceptadas por la comunidad académica, Poidebard no logró aventurar la verdadera dimensión de este sistema de fortificaciones. Revisando una serie de imágenes desclasificadas tomadas por satélites espías de la CIA estadounidense durante la Guerra Fría, en las décadas de 1960 y 1970, un equipo de arqueólogos ha descubierto 396 fuertes inéditos o estructuras similares —la mayoría son cuadradas y miden entre 50 y 80 metros por lado, aunque las hay el doble de grandes y más complejas con múltiples edificios—, que se suman a los 116 identificados por el explorador jesuita y que modifican la teoría más aceptada hasta ahora.

La disposición espacial de los nuevos yacimientos localizados —habría que confirmar in situ, con excavaciones arqueológicas, que todos se remontan a la época romana— forma más bien una línea de este a oeste siguiendo los márgenes del desierto interior que conecta Mosul y el río Tigris con Alepo, en el oeste de Siria. Poidebard propuso que los romanos desarrollaron una línea defensiva de fortificaciones de norte a sur, a grandes rasgos desde las antiguas ciudades de Palmira y Raqqa, en el Éufrates, hasta Nisibis, en el sur de la actual Turquía.

Mapas de distribución de fuertes documentados por (arriba) Poidebard (Referencia Poidebard1934 ), en comparación con la distribución (abajo) de los fuertes encontrada en imágenes satelitales.

"La distribución de estos fuertes surgiere que no funcionaron como una muralla fronteriza con una serie de torres y campamentos fortificados diseñados para frenar las incursiones hacia el oeste de los ejércitos persas o de las tribus nómadas en aldeas de agricultores. Nuestros hallazgos respaldan la hipótesis alternativa de que tales fuertes sustentaban un sistema de comercio, comunicaciones y transporte militar interregional basado en caravanas", escriben los investigadores, liderados por Jesse Casana (izquierda) del Dartmouth College de New Hampshire (EEUU), en un artículo publicado en la revista Antiquity.

Las 396 estructuras inéditas, en este sentido, habrían sido un esfuerzo de la maquinaria imperial por garantizar el comercio entre las provincias orientales y los territorios que no se encontraban bajo el gobierno de Roma, así como enclaves para que los viajeros se tomasen un descanso en su recorrido por el desierto e hidratasen a los camellos y al ganado. Es decir, un limes mucho menos rígido de lo que se creía.

Mapa del limes romano, incluida la ruta hipotética de la carretera principal (en negrita) que siguió Poidebard en su reconocimiento aéreo.

Las dataciones de algunos fuertes de la zona de Oriente Próximo que se han realizado en otros estudios apuntan a una cronología que va desde el siglo II hasta el VI d.C. Poidebard, que hizo sondeos en algunos de estos sitios, había propuesto los siglos II-III d.C. para la construcción las fortificaciones, coincidiendo con las inversiones que se realizaron en el limes oriental del Imperio romano durante los reinados de Septimio Severo y Diocleciano.

Muestras de fuertes grandes registrados por Poidebard: A) Meskene (NASA20000); B) Khirbet Hassan (CRN2375); C) al-Hân (CRN2288); D) Dígale a Toumr (CRN3039); E) Qreiye-Ayyash (NASA1500); F) Tell Mu'ezzâr (NASA1480) (figura de los autores; imágenes CORONA cortesía del Servicio Geológico de EE. UU.).

Las imágenes empleadas en este estudio forman parte del primer programa de satélites espías del mundo —el CORONA y su sucesor HEXAGON— llevado a cabo en un momento de gran tensión geopolítica entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Según los investigadores, estas fotografías aéreas de alta resolución conservan el aspecto de un paisaje que se ha visto gravemente afectado en las últimas décadas por los usos modernos de la tierra. Muchos de los yacimientos identificados gracias a estas capturas han desaparecido en la actualidad por nuevas construcciones o por explotaciones agrícolas.

Fuente: elespanol.com | 26 de octubre de 2023

Recrean en 3D el rostro de ‘Juanita’, la momia de una niña inca sacrificada a los dioses hace 500 años

La Doncella de Hielo de Ampato, de 14 años, reconstruida por el arqueólogo y escultor Oscar Nilsson. La víctima del sacrificio lleva una túnica confeccionada por tejedores tradicionales modernos, un atuendo similar al que lució en su último día en la cima de la montaña. FOTOGRAFÍA DE DAGMARA SOCHA.

Las condiciones insólitas del descubrimiento de Juanita la han convertido en toda una celebridad tanto en su país de origen como en el resto del mundo. Se trata de la momia mejor conservada de las Américas, cuyos restos fueron hallados en 1995 cerca del cráter del Volcán Ampato, al sur de Perú, junto con algunos objetos que indican cómo pudo alcanzar su fatal destino.

Ahora, 28 años después de su descubrimiento, se ha podido llevar a cabo una realista reconstrucción de su rostro que muestra el aspecto que habría tenido esta momia inca de aproximadamente 500 años de antigüedad.

"Al principio parecía un gran manojo de telas", recuerda el explorador de National Geographic, Johan Reinhard, de la momia hallada en el monte Ampato de Perú en 1995. El compañero de escalada de Reinhard, Miguel Zárate, aparece aquí en el momento del descubrimiento. FOTOGRAFÍA DE J. REINHARD.

UN HALLAZGO EXTRAORDINARIO

“Santuarios de Altura del Sur Andino” fue un largo proyecto de investigación liderado por la Universidad Católica de Santa María que se llevó a cabo entre las décadas de los 70 y los 90, aproximadamente. Estaba enfocado en la exploración de los volcanes de Perú, Chile y Argentina.

Durante su visita al volcán Ampato en 1995, el arqueólogo de montaña Johan Reinhard y el andinista Miguel Zárate hallaron a más de 6000 metros de altura unos restos humanos momificados que se encontraban en muy buen estado de conservación.

Tras un riguroso examen los expertos determinaron que los restos pertenecieron a una niña inca de entre 12 y 15 años de edad que habría sido sacrificada en un ritual aproximadamente 500 años atrás, a la cual denominaron Dama o Doncella de Ampato.

La figura momificada de Juanita vestía una túnica ceremonial y fue encontrada junto a su propio cordón umbilical y una serie de objetos, como cuencos y estatuillas de oro y cerámica, y conchas spondylus.

Una de las mayores expertas en momias de Perú, Sonia Guillén, fotografía a la Doncella de Hielo poco después de su descubrimiento en 1995 en la Universidad Católica de Arequipa, Perú. FOTOGRAFÍA DE STEPHEN ÁLVAREZ, NAT GEO IMAGE COLLECTION.

Sacrificios de niños incas en época prehispánica

Los sacrificios a los dioses eran un acto fundamental del Imperio Inca, época en la cual la niña encontrada en Ampato habría vivido durante sus breves años de existencia.

Se trataba de una ceremonia ancestral que tenía por objetivo recibir la bendición divina, consiguiendo así abundancia, buena fortuna, y mitigando condiciones climáticas adversas. El ritual es conocido como capacocha.

Así, la joven menor de edad pasaba de ser una ofrenda a ser considerada una figura sagrada, una intermediaria entre los incas y los dioses, en un ritual que requería mucho tiempo de preparación. La tradición dictaba que las ofrendas serían educadas en casas de acogida para después emprender su camino de ascenso al volcán junto a una comitiva religiosa, donde sería sacrificada a pocos metros de la cima.

El rostro de la Doncella de Hielo fue reconstruido por Nilsson utilizando una réplica impresa en 3D de su cráneo. El proceso duró 10 semanas. FOTOGRAFÍA DE OSCAR NILSSON.

La momia se conservó perfectamente durante 500 años antes de ser descubierta

Situada a más de 6000 metros por encima del nivel del mar, la cima del volcán Ampato, donde se encuentra su cráter, ha estado usualmente cubierta de nieve y hielo.

Aunque este volcán se encuentra inactivo desde hace mucho tiempo, en la década de los 90 otro volcán próximo, el Sabancaya, volvió a activarse y a expulsar ceniza volcánica que se elevó y transportó miles de kilómetros alrededor. Este fenómeno viajó hasta el Ampato y fundió una parte de su hielo, dejando al descubierto los restos de la momia Juanita, que se habían conservado congelados durante siglos.

Reconstrucción facial

Recientemente un equipo de científicos peruanos y polacos junto con el especialista en reconstrucción facial sueco Oscar Nilsson han utilizado tecnologías 3D, escáneres y tomografía computarizada para reconstruir el rostro de la Dama de Ampato y modelarlo en un busto de silicona que nos permite conocer el aspecto que la niña inca habría tenido.

Este proceso, que ha conllevado más de 400 horas de trabajo, se ha podido realizar gracias a previas mediciones del cráneo, estudios del ADN recuperado de sus restos y referencias de sus características etnológicas, que determinaron que la niña habría tenido la piel morena, los ojos oscuros y unos pómulos pronunciados.

Además, la tomografía computarizada ha permitido aproximarse más a la causa de su muerte: el cráneo presenta signos asociados un fuerte golpe en la parte posterior de la cabeza.

Foto: El descubridor de Juanita, Johan Reinhard, contempla la reproducción facial de la misma.

"Era una persona"

"Era una persona", afirma el reconstructor forense. "Debía saber que su vida acabaría en la cima de la montaña en un par de semanas. Sólo podemos esperar que ella misma creyera en el más allá".

Para Reinhard, ver por fin el rostro de la chica que bajó de la montaña a cuestas hace décadas cerró el círculo de la historia de la Doncella de Hielo. "La devuelve a la vida", dice. La reconstrucción se centra tanto en su cultura y su vida cotidiana como en su espectacular muerte.

Pero Nilsson nunca olvidó la forma en que murió la Doncella de Hielo, incluso cuando la resucitó con su reconstrucción. Más que nada, dice, quería captar la sensación de estar congelada, un guiño no sólo a su futuro gélido y momificado, sino a una chica que se tambaleaba al borde de la eternidad, aunque todavía muy viva.

"Sabía que debía sonreír, expresar orgullo", dice. "Orgullosa de haber sido elegida. Pero todavía muy, muy asustada".

Fuentes: tvyumuri.cu | nationalgeographic.es | 26 de octubre de 2023

Las relaciones económicas en el México precolombino muestran que los gobernantes aztecas eran explotadores despiadados

Distribución de los ingresos en el Imperio Azteca en comparación con los estados americanos modernos. D1, primer decil (10% más pobre); D10, décimo decil (10% más rico). Los datos de México y Estados Unidos provienen de la base de datos sobre desigualdad de ingresos mundial. Una prueba de Kolmogorov-Smirnov confirma que la distribución reportada del Imperio Azteca es estadísticamente diferente de las del México moderno (D = 0,55, P = 0,004) y Estados Unidos (D = 0,65, P = 0,000).

Los conquistadores españoles no trajeron ellos mismos la desigualdad a las tierras aztecas que invadieron; simplemente construyeron sobre la estructura socioeconómica que ya existía, adaptándola según podían, a sus planes. Este es el tema de un artículo de Guido Alfani, del Departamento de Ciencias Sociales y Políticas de la Bocconi University, y Alfonso Carballo de NEOMA Business School en Francia. Su artículo, "Ingresos y desigualdad en el Imperio Azteca en vísperas de la conquista española", acaba de publicarse en Nature Human Behavior .

La distribución de la riqueza en el México actual es, como en otros países latinoamericanos, bastante desigual. Alfani y Carballo partieron de este hecho bien conocido y comenzaron a investigar si la situación era diferente antes de que el dominio español reemplazara al llamado Imperio Azteca. Este sistema de gobierno se originó a partir de una alianza de tres ciudades-estado que, con el tiempo, llegaron a gobernar una serie de provincias que debían pagar tributos, incluso con sangre. Su agricultura estaba bastante avanzada en términos de rendimiento, pero requería mucha mano de obra, ya que se desconocía la rueda y no se empleaban animales.

Las principales distinciones sociales en el Imperio Azteca eran entre la nobleza, los plebeyos y los esclavos. La élite dominaba a los plebeyos manteniendo el control exclusivo sobre los recursos. Los impuestos establecidos para cada provincia eran variables, dependiendo de cómo la provincia había pasado a formar parte del Imperio Azteca. Aquellas provincias que habían resistido militarmente al Imperio Azteca estaban sujetas a tasas impositivas imperiales más altas una vez conquistadas.

El principal obstáculo para evaluar los niveles de ingresos del México prehispánico reside, por supuesto, en la escasez de datos relevantes: los archivos aztecas fueron destruidos en gran medida por las tropas españolas y, hoy en día, sobrevive poca información utilizable. Por tanto, los autores estimaron los ingresos per cápita en el Imperio Azteca explotando la variación en la densidad de población mediante la utilización de datos arqueológicos. Estiman que el ingreso per cápita promedio en vísperas de la conquista española era, aproximadamente, 690 dólares estadounidenses, lo que es significativamente más bajo que el existente en la España contemporánea. Este promedio oculta, además, importantes diferencias entre las ciudades y las zonas rurales.

Alfani y Carballo estimaron que antes de la conquista el 1% más rico ganaba el 41,8% de los ingresos totales; esta cifra crece hasta el 50,8% si se considera el 5% más rico. Como la proporción del ingreso del 50% más pobre era solo del 23,3%, esto genera una distribución de los ingresos muy sesgada, incluso peor que la actual. La clase dominante imperial, la clase dominante provincial y los nobles no gobernantes representaban menos del 2% de la población total, pero concentraban el 46,6% de los ingresos totales.

Los mexicas, como se llamaban a sí mismos, o aztecas, como se les ha denominado por Aztlán, su lugar de origen según el mito, construyeron entre 1325 y 1521 un poderoso imperio desde su capital, Tenochtitlán. Foto: Kenneth Garrett.

Esto es extremadamente importante porque ayuda a explicar cómo un pequeño ejército español de sólo unos pocos cientos de hombres, pudo invadir rápidamente el Imperio Azteca. La recaudación de impuestos altamente centralizada causó tal resentimiento en vastas regiones del Imperio Azteca que sus poblaciones, cuyos niveles de vida estaban sólo ligeramente por encima de la subsistencia, de hecho tomaron las armas al lado de los españoles.

"Las instituciones rapaces que caracterizaron al Imperio Azteca allanaron el terreno para la posterior explotación colonial", dice Guido Alfani. "Como sostenemos, no se puede considerar que los niveles relativamente altos de desigualdad de ingresos que llegaron a caracterizar a América Latina hayan sido la única consecuencia de las condiciones iniciales impuestas por los españoles. Tampoco podrían provenir simplemente de las actitudes e instituciones depredadoras de la élite colonial. En cambio, la colonización exacerbó aún más las condiciones altamente extractivas que habían surgido antes de la conquista y aseguró su continuación durante los siglos posteriores".

Fuente: Bocconi University | 13 de noviembre de 2023

El misterio de las esferas de piedra y la tecnología más duradera de la humanidad

Esferoides encontrados en el yacimiento israelí de Ubeidiya. ANTOINE MULLER

Cuando se creía que los humanos habían aparecido de repente, colocados sobre la Tierra por un soplo divino, separados del resto de los animales, era posible estudiar su naturaleza observando cómo se comportaban en las sociedades del presente. La situación se complicó cuando, a la luz de la teoría evolutiva, supimos que éramos una rama más del árbol de la vida, y que, aunque entre nosotros y otros animales haya millones de años de distancia, compartimos antepasados. Para buscar la chispa que dio lugar a esa especie capaz de acumular conocimiento, comunicarlo y transformar su entorno como ninguna antes, los científicos han tenido que ir más allá de la especulación académica y mancharse las manos, arañando el suelo de cuevas y barrancos, en busca de respuestas.

Uno de los lugares en los que se busca reconstruir los orígenes de la cultura humana es el yacimiento de Ubeidiya, en el norte de Israel. Excavado a partir de los años sesenta, allí se han encontrado las hachas de mano de tipo achelense más antiguas fuera de África (1,2 millones de años), y cientos de piedras de aspecto enigmático, aparentemente talladas en forma de esfera del tamaño de una pelota de tenis. Estos esferoides, que comenzaron hace 1,7 millones de años en África, se han encontrado por medio mundo, en yacimientos separados por miles de kilómetros, desde el valle del Rift a Corea del Sur, o los yacimientos de Orce, en España. Se conocen desde hace décadas, pero su naturaleza sigue siendo un misterio. Aún se debate si fueron hechos a propósito o son producto casual del golpeo de otras piedras o cuál era su fin.

Métodos para medir los ángulos de los bordes, el centro de masa y la curvatura de la superficie. (a) El método para calcular ángulos en los esferoides utilizando la función 'Ángulo entre superficies' del programa Artifact3-D. Los puntos rojo y azul representan coordenadas que comprenden el cálculo de ángulos en dos superficies diferentes. (b) Un cuadro delimitador mínimo de un esferoide de ejemplo (líneas discontinuas), así como la ubicación de su centro de masa (CoM; círculo rojo) y el centro del cuadro delimitador (CoBB; cruz azul). (c) Valores de curvatura de la superficie mostrados con mapas de calor de esferoides de ejemplo. Las regiones de mayor curvatura se muestran en colores más brillantes.

Esta semana, un equipo del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) de Tarragona y la Universidad Hebrea de Jerusalén han presentado un trabajo que apunta a que fueron talladas a propósito. Utilizando nuevas técnicas de análisis 3D y siguiendo las marcas en las piedras, los investigadores reconstruyeron la secuencia que habrían seguido aquellos homínidos en su elaboración. Sus conclusiones señalan que, a diferencia de lo que sucede cuando una forma es fruto de la erosión, como un canto que rueda por un río, los objetos no se volvían más suaves, pero sí más esféricos.

“En nuestro análisis encontramos una regularidad y esa regularidad sugiere que había una intención de llegar a este tipo de formas”, señala Deborah Barsky (izquierda), investigadora del IPHES y una de las autoras del trabajo. “Estas esferas serían las primeras formas geométricas recreadas en piedra de forma premeditada”, asevera.

Ahora, dentro de un proyecto a largo plazo en el que participa Barsky para estudiar los esferoides, seguirán trabajando para averiguar para qué se produjeron esos objetos. Se ha propuesto que podían servir para tratar vegetales, sacar el tuétano a huesos o como proyectiles para cazar, y también se ha planteado que pudiesen tener un valor simbólico, algo que sería más probable si, como proponen algunos autores, eran difíciles de fabricar y requerían horas de trabajo frente a los minutos en que puede estar lista una de las versátiles hachas de mano que suelen acompañar en los yacimientos a estas bolas de piedra.

Muestras arqueológicas de esferoides recuperadas en la cueva Qesem, Israel, del Paleolítico inferior.

Las hachas y las esferas nos muestran uno de los episodios más interesantes de la historia de la evolución y abren un resquicio por el que entrever el surgimiento de la mente humana. Las primeras herramientas de piedra utilizadas por nuestros antecesores, la tecnología olduvayense asociada al Homo habilis, están hechas a bulto, buscando una forma que sea útil, pero sin pensar nada preciso.

“Las hachas achelenses, sin embargo, requieren una capacidad para imaginar la forma que se desea e imponérsela a la roca, es un poco como aquella idea de Miguel Ángel, que decía que la escultura ya estaba dentro de la piedra y él solo eliminaba lo que sobraba”, apunta Juan Manuel Jiménez Arenas (derecha), que ha estudiado los esferoides encontrados en el yacimiento de Orce, en Granada.

“Los núcleos y las lascas del olduvayense no requieren una gran capacidad cognitiva ni destreza manual. Ahora se puede ver primates, como los monos capuchinos de Brasil, que, de manera no intencional, producen lascas indistinguibles de lo que encontramos en la cultura olduvayense. El achelense es un juego completamente distinto”, explica el científico del CSIC Ignacio de la Torre (izquierda), que recuerda un experimento en el que probaron qué tal se les daría la fabricación de herramientas a humanos modernos. “Por emulación eran capaces de hacer herramientas olduvayenses, sin explicarles nada, pero en el achelense les tenían que explicar el proceso, algo que implica la existencia de un contexto social, en el que había maestros y aprendices, y donde podía haber verdaderos artesanos”, cuenta De la Torre.

Si los esferoides se fabricaron con intención, ello muestra la inclinación por la simetría de aquellos nuevos humanos, los Homo erectus, que caminaron por todo el planeta acompañados de la tecnología más longeva que se conoce. Durante millón y medio de años, en lugares separados por miles de kilómetros, aparecen las mismas hachas y las mismas esferas. Esa omnipresencia de la tecnología también plantea nuevas incógnitas. “Los esferoides aparecen en Orce, en el sur de la península ibérica, 400.000 años antes que en el resto de Europa, esto nos lleva a hacernos preguntas sobre la dispersión de los humanos por este continente”, apunta Jiménez Arenas.

Experimento de extracción del tuétano con la esfera. Foto: J. Rosell.

La aparición de esta tecnología en África, en el extremo oriental de Asia y el confín occidental de Europa, también hace pensar sobre cómo llegó allí. Barsky cree que "esto no significa que hubo contacto entre poblaciones” y se inclina por pensar que "los miembros de aquella especie alcanzaron un nivel cognitivo y cultural que los llevó a dar las mismas respuestas a circunstancias ambientales similares”.

Durante millón y medio de años, las hachas y, probablemente, las bolas de piedra muestran una sorprendente cohesión cultural en medio planeta, algo que ya no fue posible con la llegada de los innovadores Homo sapiens. La rápida introducción de nuevas tecnologías y prácticas culturales acentuó la heterogeneidad geográfica. “La capacidad de innovación de los 'Homo erectus' era pequeña, pero el hecho de que la tecnología achelense fue eficaz lo demuestra que duró millón y medio de años. Del hacha de mano se dice que fue un tipo de navaja suiza, que servía para casi todo, desde descarnar animales a cortar tubérculos”, afirma De la Torre. “Nuestra especie es innovadora por definición y cuando aparece el Homo sapiens las culturas arqueológicas duran cada vez menos”, prosigue el investigador, que advierte: “Pese a ser menos innovadores, sobrevivieron millón y medio de años, algo que está por ver si conseguirá nuestra especie”.

Fuentes: elpais.com | phys.org | 9 de septiembre de 2023

¿Quién vivió en Machu Picchu? El análisis de ADN muestra una diversidad sorprendente en el antiguo palacio inca

Vista de sur a norte. A la izquierda se ve el sector Hanan de la ciudad (con la estructura piramidal de la colina del Intihuatana) y a la derecha el sector Oriente, separadas por la plaza principal. Al fondo el Cerro Huayna Picchu. La imagen está tomada desde lo alto del sector agrícola, al sur del complejo.

De pie en la cima de las montañas en las tierras altas del sur de Perú se encuentra la maravilla del siglo XV del imperio Inca, Machu Picchu. Hoy, la ciudadela es una atracción turística mundial y un ícono de la historia latinoamericana precolonial, pero alguna vez fue el palacio real de un emperador.

Nuestro equipo internacional de investigadores ha descubierto la increíble diversidad genética escondida dentro de los restos antiguos de aquellos que una vez llamaron hogar a Machu Picchu. Detallamos nuestros hallazgos en un estudio publicado en Science Advances.

Los desconcertantes restos de un sitio real

El imperio Inca una vez gobernó un vasto territorio de 2 millones de kilómetros cuadrados a través de la impresionante cordillera de los Andes, en América del Sur. Fue formado en 1438 por el primer gobernante, Pachacútec Inca Yupanqui, y alcanzó su apogeo en 1533, antes de la colonización española. En el corazón del imperio estaba la ciudad capital de Cuzco, y cerca estaba el majestuoso palacio de Pachacútec, Machu Picchu.

Machu Picchu era visitado por la familia real y los invitados durante la estación seca de mayo a octubre como un lugar para festejar, bailar, cantar y cazar. Aunque estos incas de élite eran enterrados en Cuzco después de su muerte, el palacio se mantenía durante todo el año por unos cientos de sirvientes que vivían en el lugar. Estos sirvientes fueron enterrados en cementerios fuera de los muros del palacio.

Después de la colonización española, el conocimiento de Machu Picchu se perdió en el mundo occidental, solo para ser redescubierto por aventureros a principios del siglo XX.

El osteólogo Eaton con un retén de trabajadores excavando y extrayendo huesos en la cueva funeraria nº 11 de Machu Picchu (1912). Foto con flash por Hiram Bingham.

En 1912, la Expedición Científica Peruana de Yale documentó un asombroso recuento de 174 personas enterradas en el lugar. Estos entierros a menudo eran tumbas poco profundas o estaban ocultas bajo grandes rocas o salientes rocosos naturales.

Si bien muchos carecían de ajuar funerario, se descubrieron artefactos de cerámica enterrados junto a algunas personas. Estos entierros reflejan una imagen vívida de la diversidad cultural existente, con estilos de las regiones costeras y del norte de Perú, así como de las tierras altas de Bolivia cerca del lago Titicaca.

Esta fue la primera pista de que Machu Picchu atraía a personas de todos los rincones del Imperio Inca. Sugería que los sirvientes que vivían en Machu Picchu provenían de una variedad de lugares, y que traían cerámica de sus países de origen.

Sin embargo, los artefactos también podrían haber terminado en toda la zona a través del comercio. Para saber de dónde procedían estas personas, no había más remedio que analizar su ADN.

Se secuenció ADN antiguo de los restos de 68 individuos enterrados en Machu Picchu y Cuzco. The Australian Centre for Ancient DNA/The University of Adelaide , Proporcionado por el autor.

Nuevos hallazgos de ADN antiguo

Se llevó a cabo la secuenciación del ADN antiguo proveniente de los restos de 68 individuos, 34 enterrados en Machu Picchu y 34 enterrados en Cuzco. Mediante el uso de la datación por carbono, fechamos los restos y encontramos que algunas de estas personas fueron enterradas antes del surgimiento de Pachacútec y el Imperio Inca.

Luego comparamos su ADN con el de los pueblos indígenas que viven en los Andes en la actualidad (investigaciones anteriores han encontrado que estas líneas genéticas han continuado sin alteraciones durante los últimos 2000 años), así como con ancestros de regiones más distantes de América del Sur.

Vale la pena señalar que estos "ancestros" se basan en el ADN y no necesariamente se superponen con las identidades culturales de las personas, aunque a veces lo harían.

¿Eran las personas enterradas en Machu Picchu genéticamente similares a las que habían vivido en la zona desde antes del reinado de Pachacuti? ¿O estaban relacionados con ancestros de regiones más distantes?

Si esto último fuera cierto, podríamos asumir con seguridad que ellos (o sus padres) habían venido a Machu Picchu desde tierras lejanas.

Mapas de procedencia de los grupos e individuos analizados en este estudio.
(A) Mapa de América del Sur que muestra la distribución geográfica de los grupos de ascendencia genética descritos, la ubicación de los genomas de referencia publicados de los individuos modernos (círculos) y antiguos (triángulos) que constituyen estos grupos y de los sitios arqueológicos del que derivan los individuos de este estudio (ver también recuadro). (B) Mapa que muestra la ubicación de las cuevas funerarias en Machu Picchu destacándose las cuevas muestreadas en este estudio.

Camino a una vida de servidumbre

De todas las muestras de ADN que analizamos, encontramos que 17 individuos tenían ascendencia de una de las fuentes distantes analizadas (coloreadas en el mapa de arriba). Estos incluían todas las regiones de la costa y sierra peruana, así como las regiones amazónicas de Perú, Ecuador y Colombia.

Solo siete de los individuos enterrados tenían ascendencia que podría vincularse con la vasta sierra sur de Perú, donde residen Machu Picchu y Cuzco. Sin embargo, no podemos confirmar que fueran locales de Machu Picchu.

Los 13 individuos restantes tenían ascendencia mixta, incluso de lugares tan lejanos como Brasil y Paraguay. Podrían haber sido descendientes de personas de diferentes tierras que se conocieron en Machu Picchu, o podrían estar vinculados a ascendencias sudamericanas aún desconocidas.

En cuanto a las relaciones familiares cercanas, solo descubrimos un par: una madre y una hija.

Sorprendentemente, todos los individuos fueron enterrados juntos en los principales cementerios, independientemente de su ascendencia. Esto podría implicar que se les consideraba iguales en estatus, lo que a su vez sugeriría que nacieron en otro lugar y llegaron a Machu Picchu de forma independiente, entablando relaciones ocasionales y teniendo hijos.

Es probable que estas personas fueran de una clase de "mujeres elegidas", llamadas acllacona, y una clase similar de hombres llamados yanacona. Los individuos de estos grupos fueron seleccionados de sus hogares a una edad temprana y asignados permanentemente al servicio estatal, aristocrático o religioso. Después de llegar a Machu Picchu, habrían pasado el resto de sus vidas sirviendo a la hacienda real.

Aunque no sabemos cuánta coerción (si es que hubo alguna) estuvo involucrada en el proceso de estas personas que llegaron a Machu Picchu, los análisis de los huesos sugieren que vivieron vidas cómodas. Muchos vivieron hasta la vejez y no mostraban signos de desnutrición, enfermedad o lesiones por la guerra o el trabajo pesado.

Tumba Real en Machu Picchu

Un punto de acceso a la diversidad

Es importante destacar que los restos humanos que encontramos, y que son anteriores al Imperio Inca, no exhibían altos niveles de diversidad. Esto sugiere que, de hecho, fue el establecimiento del Imperio Inca lo que llevó a personas de todas partes a trasladarse a Machu Picchu.

Además, nuestro examen de individuos de Cuzco mostró menos diversidad que en Machu Picchu, pero más que en otros sitios regionales. Esto probablemente se deba a que la extensa zona montañosa tenía una larga historia de interacciones entre diferentes pueblos antes del surgimiento del Imperio Inca.

Nuestros hallazgos pintan una imagen cautivadora de Machu Picchu como un verdadero punto de acceso de diversidad dentro del reino imperial inca, distinguiéndolo como un centro culturalmente rico dentro del paisaje antiguo.

  1. Estudiante de Doctorado en Antropología Genética, Universidad de Adelaide

Fuentes: theconversation.com | 26 de julio de 2023