El análisis de ADN antiguo ilumina la evolución de la población en América del Norte hace unos 5.000 años. (Foto: Kerttu Majander, diseño de Michelle O'Reilly)
Hace 12.000 años, durante el Pleistoceno superior, Siberia y Alaska estaban conectadas por un puente de tierra. Poblaciones de cazadores y recolectores llegados desde Asia podían atravesar esa región natural -llamada Beringia- rumbo al este. Durante mucho tiempo el límite de ese viaje estuvo marcado por dos gigantescas capas de hielo que se elevaban por encima de 2.000 metros y cubrían la mayor parte de lo que hoy es Canadá. En Beringia convivieron con la megafauna local -que incluía mamuts, rinocerontes lanudos y bisontes- hasta que, una vez que el hielo comenzó a derretirse, esos pioneros pudieron por fin aventurarse hacia el sur.
El ADN nos ofrece ahora una ventana para entender esos acontecimientos remotos. Las huellas genéticas de los primeros pobladores de Siberia y Norteamérica aparecen detalladas este miércoles en sendos artículos de la revista Nature, en los que los autores identifican sus vínculos con las comunidades modernas y sugieren cómo los eventos climáticos marcaron su evolución. En el primer trabajo, un grupo de investigadores de varios países ha comparado el genoma de habitantes (pasados y presentes) de Alaska, Siberia, las Islas Aleutianas y Canadá.
Los primeros humanos en alcanzar Norteamérica llegaron desde Asia hace 14.500 años, aunque no pudieron atravesar el sur de Alaska hasta 3.000 años después, cuando por fin apareció un corredor libre de hielo. "Estas gentes tenían una estructura genética que hoy en día ya no está presente en Siberia", señala Stephan Schiffels (izquierda), investigador del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia. "Se trata de individuos en los que, aproximadamente, la mitad de su herencia genética se origina en Asia oriental y la otra mitad en Eurasia, por lo que también están emparentados con los actuales europeos del norte".
La siguiente corriente genética no llegaría hasta hace unos 5.000 años, gracias a un pueblo que los científicos catalogan como paleoesquimales. "Eran, en su mayoría, parientes lejanos de los actuales habitantes de Chukotka y Kamchatka (noreste de Siberia), y presentan una ascendencia asiática más clara", explica Schiffels.
La historia de los pueblos nativos americanos habría sido moldeada por el intercambio de genes entre paleoesquimales y los primeros americanos en diferentes periodos, un intercambio que dio origen a las actuales poblaciones de habla esquimo-aleautiana (presentes desde Alaska a Groenlandia) y de lengua na-dené (que se encuentran dispersas desde Alaska hasta la frontera norte de México).
"Si bien los paleoesquimales son genéticamente muy diferentes a los primeros americanos, sabemos que se mezclaron entre sí en dos ocasiones diferentes: una para dar lugar a la población fundadora de los atabascas y otros grupos de habla na-dené, y otra de la que resultan los ancestros de los actuales inuits".
ESLABÓN PERDIDO
El segundo trabajo que se publica en Nature se centra en los pueblos del noreste de Siberia, una región habitada por Homo sapiens desde hace al menos 40.000 años. En él se describe cómo el hallazgo de dos dientes de leche en un yacimiento junto al río Yana (Rusia) ha revelado la existencia de un pueblo hasta ahora desconocido, que vivió allí durante el final del último periodo glacial. "Creemos que la gente de Yana se separó de los primeros eurasiáticos hace cerca de 38.000 años", afirma Martin Sikora (izquierda), científico del Centro de GeoGenética de la Fundación Lundbeck en la Universidad de Copenhague. "Este grupo representa un nuevo linaje de humanos primitivos, con una relación muy lejana con los siberianos actuales".
Los científicos descubrieron dientes de leche humanos en un yacimieno cerca del río Yana en Siberia. El ADN que contenían es el material genético más antiguo que se ha recuperado de Siberia. Crédito: Sikora et al. De manera que, al igual que ocurre con los primeros americanos, este misterioso pueblo tiene una relación genética más estrecha con los antiguos pobladores de Eurasia occidental que con pueblos del extremo oriente, más cercanos geográficamente, "lo que sugiere una dispersión temprana en la región desde el oeste", afirma Sikora.
Los científicos creen que estos primitivos siberianos del norte proporcionan el "eslabón perdido" para comprender laevolución genética de los indígenas americanos y sostienen que ese grupo emigró por primera vez a Beringia en algún momento hace entre 30.000 y 15.000 años. Como prueba presentan los restos de un individuo encontrado en un yacimiento cerca del río Kolimá, en Siberia, que presentan una particular mezcla de ADN con rasgos de esa población previamente desconocida y de pueblos de Asia oriental, una combinación muy similar a la que presentan los actuales americanos.
Un fragmento de cráneo de hace 9.800 años recuperado cerca del río Kolima en Siberia. Su ADN reveló que una población desconocida, los paleo-siberianos, pueden haber sido los antepasados de los nativos americanos vivos. Crédito: Elena Pavlova.
Además, se trata de la primera vez que se descubren restos humanos tan estrechamente relacionados con las poblaciones americanas fuera de ese continente. Los hallazgos apuntan dinámicas complejas en la región siberiana a lo largo de diferentes periodos, incluyendo al menos tres grandes eventos migratorios: la aparición inicial de esos primitivos pueblos del norte, una segunda oleada de pueblos de Asia oriental (que da lugar a los antiguos paleoesquimales) y una tercera migración, ya en el Holoceno, de pueblos de Asia oriental, a los que se suele denominar neosiberianos y de los que descienden más directamente los actuales habitantes de la región.
Cuando una estrella de una masa mayor a 3 soles llega al final de su vida, explota en una supernova (NASA)
¿Ayudaron las explosiones de las supernovas a que los primeros protohumanos comenzaran a caminar sobre dos piernas y a liberar las manos con las que el Homo sapiens construiría después desde catedrales a cohetes y teléfonos móviles? Esto es lo que sugiere un trabajo publicado este martes por el equipo de Adrian Melotten la revistaJournal of Geologyy en el que aportan algunos elementos para defender esta hipótesis.
Los autores recopilan las pruebas existentes de que existió un periodo especialmente prolífico de estas explosiones cósmicas cuya radiación bombardeó la Tierra a partir de hace 8 millones de años y con un pico especialmente alto hace 2,6 millones de años, justo en el momento en que los primeros homínidos se hicieron bípedos y se mudaron a las sabanas. Este cambio de hábitat, debido a una alteración climática que transformó muchos bosques en zonas de hierba, ya había sido ampliamente documentado como uno de los motivos por los que los homínidos desarrollaron el bipedismo. Pero los autores especulan con la posibilidad de que la actividad cósmica fuera uno de los detonantes.
“Se piensa que ya había cierta tendencia entre los homínidos a caminar sobre dos piernas, antes incluso de este evento”, asegura Melott (izquierda), profesor emérito de física y astronomía en la Universidad de Kansas (EE.UU.). “Pero estaban principalmente adaptados para trepar a los árboles. Después de esta conversión a sabana, tuvieron que moverse mucho más frecuentemente de un árbol a otro por la zona de hierba, y algunos comenzaron a mejorar su capacidad de caminar erguidos. Podían ver por encima de la hierba alta y ver a los depredadores”.
Pero, ¿qué papel tuvieron las supernovas en este contexto? Según los autores del artículo, las explosiones cósmicasaumentaron la ionización de nuestra atmósfera, lo que disparó el número de rayos que caían a tierra durante las tormentas y la cantidad de incendios forestales en todo el globo. Estos fuegos arrasaron con los bosques donde vivían los homininos y les forzaron a adaptarse a un nuevo hábitat. Las pruebas han sido recogidasen los últimos años en los fondos oceánicos, donde se encuentran abundantes depósitos de isótopos de Hierro-60 que indican la existencia de explosiones de supernovas en el periodo de transición entre el Plioceno y la Edad de Hielo.
“Hemos calculado la ionización de la atmósfera producida por los rayos cósmicos que pudieron venir de una supernova a la distancia que los depósitos de Hierro-60 indican”, explica Melott. “Parece que esta fue la más cercana de una larga serie. Calculamos que fue capaz de multiplicar la ionización de la baja atmósfera por cincuenta. Normalmente la baja atmósfera no se ioniza porque los rayos cósmicos no penetran tan lejos, pero los más energéticos procedentes de las supernovas llegaban directamente hasta la superficie, de modo que habría un montón de electrones siendo golpeados en la superficie”.
Esta presencia de una mayor cantidad de partículas cargadas en la atmósfera es lo que habría facilitado el camino a la formación de rayos, cuyo poder de destrucción de los bosques pudo ser notable. La prueba de que pudo ser así se encuentra también en las capas geológicas datadas en la misma época, en las que aparece una concentración de hollín proveniente de los incendios.
“Observamos que hay mucho más carbón y carbonilla en el planeta desde hace algunos millones de años”, apunta Mellot. “Está por todas partes y nadie tiene una explicación de por qué pudo tener lugar por todo el mundo en diferentes zonas climáticas. Esto podría ser una explicación. El aumento de fuegos pudo estimular el paso del bosque a la sabana en muchos lugares. Se piensa que esto está relacionado con la evolución humana en el noreste de África, específicamente en el valle del Rift, donde se encuentran fósiles de homininos”.
Las pruebas astronómicas también indican que un escenario así es probable. Nuestro sistema solar viaja dentro de una enorme nube de gas caliente llamada la Burbuja Local. Los astrónomos creen que su origen está en la explosión de una gran supernova, que dejó este rastro de material caliente y poco denso, cuyos restos estarían situados en un púlsar de la constelación de Géminis llamado Geminga. Por fortuna, no parece probable que se produzcan explosiones de supernovas cercanas en el futuro más cercano.La estrella más cercana capaz de convertirse en una supernova en el próximo millón de años es Betelgeuse, que está situada a unos 200 parsecs (652 años luz) de la Tierra.
“Betelgeuse está demasiado lejos para tener efectos tan fuertes como estos”, concluye Mellot. “Así que no hay que preocuparse por esto”.
Ruth Blasco (izquierda), experta en Tafonomía del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), es coautora de un estudio publicado en la revista Quaternary Science Reviews sobre yacimientos euroasiáticos del Pleistoceno medio, en el que se confirma la importancia del fuego en las actividades finales del procesamiento de los recursos animales desde los inicios de su control por parte de las poblaciones neandertales.
Dónde y cuándo se produce el control del fuego es uno de los temas más debatidos en la literatura científica, no sólo por las dificultades que entraña su identificación en contextos antiguos, sino también a la hora de entender cómo los grupos humanos lo fueron implementando en sus actividades domésticas y cotidianas.
Existe un consenso generalizado en considerar que el uso del fuego se produjo en Europa hace entre 300.000 y 400.000 años, sin embargo su señal arqueológica no es continua o no está bien establecida hasta hace unos 100.000 años. Es por ello que el rango cronológico mencionado cobra especial importancia para aquellos investigadores interesados en explorar cómo ocurrió este fenómeno y los cambios comportamentales que conllevó.
La hipótesis de partida es que la introducción de propiedades térmicas en la secuencia faunística teóricamente dio lugar a ventajas significativas, como la eliminación de patógenos, patrones de procesamiento nuevos y más eficientes, el acceso a nutrientes difíciles de adquirir o la aparición de posibles técnicas de conservación, como por ejemplo el ahumado.
Al igual que lo propuesto por muchos investigadores, este estudio confirma laimportancia del fuego en la organización social y percepción de los espacios habitados; sin embargo, los datos zooarqueológicos recopilados apuntan a una escasa influencia de esta tecnología en las técnicas de obtención animal, contrariamente a los importantes cambios asociados que se observan en las fases posteriores de procesamiento (asado, calentado para una extracción de médula menos costosa, etc.) y los patrones de distribución espacial en el abandono de los restos.
Para finalizar este trabajo plantea como tema de reflexión varias problemáticas que aún hoy permanecen abiertas, como saber si la adquisición de esta innovación fue inmediata o progresiva, o el por qué grupos humanos coexistieron en Europa con y sin fuego a pesar de ser un elemento tan revolucionario.
Fuente: CENIEH | 30 de mayo de 2019
Una "acrópolis" es cualquier ciudadela o complejo construido en una colina alta. El nombre se traduce como 'Ciudad Alta', 'Ciudad en el Borde' o 'Ciudad en el Aire'... pero ninguna como ésta: la de Atenas.
Acrópolis hay varias, pero ninguna como la que se construyó en el lugar en el que los atenienses vencieron a un tirano y empezaron a crear la primera democracia del mundo.
En esa colina sagrada ubicada en el centro de Atenas, los hábiles arquitectos Calícrates e Ictino, bajo la dirección de Fidias -el mejor escultor de la Antigüedad, creador de la estatua de Zeus en Olimpia, una de Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo- hicieron realidad en el proyecto del general y estadista Pericles.
Sobre la devastación dejada por los persas se alzaron los hermosos y simbólicos monumentos que, a pesar de los azotes de la historia, aún podemos ver hoy en día. Aunque construidos con el exquisitamente blanco mármol pentélico, extraído a 16 kilómetros al noreste de Atenas, miles de obreros, artesanos y artistas lograron completar la increíble obra en solo cinco décadas del siglo V.
Un complejo de templos con un poderoso mensaje: el barbarismo había sido derrotado por la civilización, cuyo corazón latiente estaba en la acrópolis de Atenas.
Por todo lo que hizo por la ciudad, el historiador Tucídides llamó a Pericles "el primer ciudadano de Atenas".
Los propileos, las antiguas entradas a la Acrópolis, dirigían tu vista hacia abajo hasta que llegabas a la cima, para que, al levantarla, te sorprendiera uno de los edificios más importantes de la historia de la humanidad.
El Partenón
La primera impresión es que estás frente al epítome del orden y la simetría. Sin embargo, si lo miras más de cerca, es aún más impresionante.
Fue diseñado de una manera gloriosa y sinuosa: cada una de sus 46 columnas se curva y luego se estrecha casi imperceptiblemente hacia dentro a medida que se eleva.
De lejos y de cerca es impresionante. GETTY IMAGES
Aunque las modificaciones son minúsculas, no hay verticales u horizontales verdaderas en el edificio, y por lo tanto no hay ángulos rectos. Esos refinamientos imparten una sensación de movilidad a las líneas 'rectas' y evitan que el edificio parezca una simple caja. Es ese truco arquitectónico el que le da al Partenón su gracia y su poder, y crea la ilusión de un templo alzándose eternamente hacia los cielos.
Precisamente proporcionada, maravillosamente construida sin mortero ni concreto, sino con abrazaderas de hierro revestidas con plomo para resistir la corrosión, la magnífica estructura es una asombrosa combinación de conocimientos técnicos y grandiosidad.
El pequeño gran vecino
Un templo tocado por los dioses. GETTY IMAGES
Mientras que el Partenón es famoso por su simetría, su excéntrico vecino es el edificio más asimétrico de la antigua Grecia. Es un templo más pequeño y a menudo pasado por alto a pesar de que no es menos significativo. De hecho, es uno de los más importantes de la antigua Grecia.
Hoy en día lo conocemos como el Erecteón, pero en la época antigua era conocido sencillamente como "el edificio donde está la estatua de Atenea".
Lo intrigante es que no tiene frente, dorso ni lados claros; es más, sus cuatro lados se pueden ver como puntos focales, casi como si estuviéramos mirando cuatro edificios, no uno.
Un sólo templo con varias caras. GETTY IMAGES
Parece una colección de diferentes pedazos de arquitectura arrumados sin pies ni cabeza. ¿Por qué lo diseñaron así?
Razones de gran peso
Las razones le serían familiares a los constructores de ayer y hoy en las tantas ciudades con capas de historia e identidad enterradas bajo sus suelos. En el caso de estos antiguos griegos, el terreno y la cultura imponían restricciones.
Atenea, la diosa de la guerra, la civilización, sabiduría, estrategia en combate, de las ciencias, de la justicia y de la habilidad, es la protectora de Atenas. GETTY IMAGES
No sólo tenían que respetar las creencias propias y del resto de los ciudadanos, sino cuidarse de no provocar la furia de los dioses del Olimpo. Removiendo, con la ayuda de la tecnología de escaneo 3D, el Erecteón, es más fácil ver con qué estaban lidiando.
El terreno
El terreno en el que construyeron el Erecteón no era plano.
El terreno sobre el que construyeron el Erecteón era muy ondulado. Del lado sur hacia el norte, hay una caída de al menos 3 metros, así que el emplazamiento mismoimponía restricciones.
El rayo
El nombre del templo hace honor a Erecteo, un mítico rey de Atenas. Se dice que murió ahí donde está el templo, cuando le cayó un rayo que tiró Zeus, el rey de los dioses.
No extraña que los antiguos arquitectos griegos dejaran el hueco en el techo y en el piso que dejó ese rayo tan divino que mató a Erecteo.
En el techo...
...y en el suelo, la marca que dejó el rayo de Zeus.
Pero esa no fue la única divinidad a la que tuvieron que tener en cuenta.
El olivo
El templo se yergue sobre un sitio crucial para la mitología ateniense: el lugar de combate entre los dioses por convertirse en la deidad patrona de la ciudad.
Poseidón, el dios del mar, y Atenea, la diosa de la sabiduría, se enfrentaron. Poseidón golpeó las rocas con su tridente y produjo agua marina de la nada. Atenea respondió plantando un olivo cerca del agua.
Para los atenienses, era mejor un árbol que un pequeño mar. GETTY IMAGES
El rey de Atenas que estaba juzgando el duelo decidió que un árbol que producía aceitunas sería más útil para su pueblo que un pozo con agua de mar, así que declaró la victoria de Atenea.
Y ese olivo, un regalo de una diosa para los atenienses, impedía extender el templo.
El héroe
Hoy, un olivo plantado en 1917 marca el lugar en el que alguna vez estuvo el de la diosa. A su derecha se alcanzan a ver 3 de las 6 damas erguidas en un porche que sobresale en la fachada sur del templo.
Unas hermosas damas con una misión eterna. GETTY IMAGES
Se trata del pórtico de las Cariátides y también fue construido sobre tierra sagrada.
Sería fácil pensar que las cariátides están ahí haciendo la vez de columnas que sostienen el entablamento, pero sus razones son otras: son las guardianas de algo mucho más importante. Debajo de sus pies, en las profundidades, está la mítica tumba del rey que fundó Atenas, Cécrope.
Así que la misión para toda la eternidad de esas bellas damas es hacerle ofrendas al legendario héroe.
Excéntrico pero ingenioso
Los monumentos de la Acrópolis se han convertido en símbolos de la ciudad que le dio al mundo la democracia, pero para los antiguos atenienses eran sitios sagrados para el culto religioso.
Era un lugar de culto del que nos queda poco, pero lo suficiente para maravillarnos. GETTY IMAGES
Un pequeño pedazo de tierra tocado por los dioses, rodeando un árbol plantado por Atenea y contiene la tumba de un legendario rey: tres lugares sagrados unidos alrededor de un templo central que contenía santuarios y reliquias de Atenea y muchos otros dioses.
Cuando tomas en cuenta todos estos factores, el templo se convierte en una solución ingeniosa a un problema.
El Erecteón deja de ser el vecino excéntrico del Partenón y pasa a ser un excelente ejemplo de lo que los atenienses podían lograr con sus conocimientos, tecnologías y creatividad.
El equipo de arqueólogos trabajando en el yacimiento "Le tumulus des sables". Foto P. V. VALLADE PIERRE.
En el año 2006 niños de un jardín de infancia, situado en la pequeña ciudad de Saint-Laurent-Médoc, a 40 kilómetros al noroeste de Burdeos, hallaron por casualidad un cementerio de hace 5.600 años. La escena tuvo que ser desagradable, aunque los niños quizás ni se dieron cuenta de lo que habían encontrado. Los pequeños estaban jugando tranquilamente (al menos todo lo tranquilamente que se puede jugar en una escuela llena de monstruitos) en su patio cuando se toparon con los restos humanos.
Lo sorprendente del caso es que, cuando los arqueólogos comenzaron a estudiar este sitio de Le Tumulus des Sables(El túmulo de las arenas) se dieron cuenta que lospueblos prehistóricosrhabían reutilizado la zona de forma constante durante alrededor de 2.000 años. Pero lo que atrajo a tanta gente hasta este montículo sigue siendo un misterio.
Los investigadores de la Australian National University de Canberra acaban de publicar un estudio en la revista Journal of Archaeological Science: Reportsen el que afirman que, inicialmente, se asumió que el espacio fue utilizado únicamente por gentes de la cultura del vaso campaniforme."Es una de las primeras culturas que se extiende por toda Europa", dice la científica arqueológica Hannah James (izquierda), de la Universidad Nacional de Australia.
En Francia, el período de la cultura del vaso campaniforme duró desde alrededor de 2.500 a 1.800 a.C. No se sabe cómo se extendió la cultura de la cultura del vaso campaniforme en Europa. Los posibles impulsores son la migración, el comercio o la transmisión de conocimientos tecnológicos, pero los hallazgos del túmulo funerario aunque se agregan a esta imagen no necesariamente lo aclaran.
La cuestión es que, conforme avanzaban los trabajos, se dieron cuenta que la población local prehistórica “regresó a este sitio una y otra vez para enterrar los cuerpos de sus difuntos, desde el Neolítico hasta la edad de Hierro”. Es decir, que los arqueólogos están buscando restos de alrededor del año 3.600 a.C. hasta el 1.250 antes de Cristo.
Recipientes y utillaje de la cultura del vaso campaniforme. Crédito:GALLAY, A, Y HOUOT, A, 2006. DES ALPES AU LÉMAN: IMÁGENES DE LA PRÉHISTOIRE ”Esto es inusual porque (el lugar) no es realmente obvio ni prestigioso. Es un montículo de unos 50 centímetros de profundidad. No está situado en una colina ni tampoco en un lugar obvio, así que hay algo más en este sitio que hizo que la gente volviera y lo usara”, señalan en un comunicado los investigadores.
El carbono y el nitrógeno analizados indicaron que esos humanos comían productos autóctonos extraídos de la tierra, aunque no parece que estuvieran cazando y recolectando alimentos del río cercano o incluso del océano, que está a 10 kilómetros de distancia. Los estudios incluso han indicado que uno de los individuos nació en un clima mucho más frío, quizás en los Pirineos.
Una imagen del yacimiento.
Los investigadores no tienen claro si esta persona migró a la región de Le Tumulus des Sables para vivir allí, o si todo su esqueleto (o un solo diente), fue llevado a la zona para ser arrojado en el túmulo funerario que los niños descubrieron en 2006. Los otros restos hallados, en cambio, tienen “una firma muy local”.
”Encontramos muchos dientes de leche, así como dientes sin raíces completas, lo que significa que la persona murió en la infancia, mientras el diente aún se estaba formando”, indican. Los arqueólogos también encontraron una mezcla de metal, cerámica y huesos de animales en el sitio, lo que dificultó la identificación de los restos humanos porque estaba todo mezclado.
Un gran artefacto verde encontrado in situ en el sitio de Bokol Dora. Derecha: Imagen del mismo artefacto y un modelo tridimensional del mismo artefacto - David R. Braun
Hace dos millones y medio de años, un pequeño primate se acuclilló junto a un riachuelo y empezó a chocar dos piedras con una destreza nunca vista por aquellos territorios de África. Después de unos cuantos golpes se detuvo y miró su creación, una lasca afilada de apenas unos centímetros de largo que sujetó con orgullo entre sus dedos. Era la primera tecnología humana, el inicio de un largo periplo de innovación que continuó hacia la flecha, el arte, la espada, la música, los cohetes espaciales y los teléfonos móviles cuyo control informático puede llegar a causar conflictos internacionales.
En 2013 un equipo de arqueólogos caminaba cerca de aquel riachuelo extinto y vio sobresalir del terreno la punta de una de esas herramientas. Estaban en una zona desértica del sur de Etiopía conocida como Bokol Dora. Tras varios años de excavaciones, los investigadores rescataron del subsuelo unas 300 herramientas, la mayoría pequeñas y afiladas, el tipo de tecnología que solo podría haber fabricado una mente más avanzada que la de un chimpancé, quizás para cortar carne y alimentar un cerebro hambriento de pensamientos y energía. Las herramientas tienen una antigüedad de unos 2,58 millones de años, lo que podría convertirlas en las más antiguas atribuibles a un humano, según explica hoy un equipo de paleoantropólogos de EE.UU, Alemania, Portugal, Suráfrica, Francia, Etiopía y otros países en un estudio publicado en la revista PNAS de EE.UU.
Herramientas de piedra en lascas de Bokol Dora 1 se muestran como modelos 3D sin características de superficie. DAVID BRAUN
El mismo equipo de científicos halló a apenas cinco kilómetros al sur de Bokol Dora, en Ledi-Geraru, los restos del humano más antiguo conocido. Se trata de una mandíbula inferior con unas muelas pequeñas, estilizadas, características de un homínido que ya comía carne y que vivió hace 2,8 millones de años (abajo). Era el miembro más antiguo que se conoce del género Homo, el mismo al que pertenecemos los Homo sapiens actuales.
La mandíbula hallada en Ledi-Geraru (Etiopía) / BRIAN VILLMOARE
Junto a las herramientas han aparecido 330 huesos fosilizados de antílopes, hienas, elefantes, cocodrilos y otros animales. Lamentablemente, los huesos están muy desgastados y no conservan marcas de corte, pero dan una idea del entorno en el que vivieron estos humanos: una sabana con pocos árboles, muy diferente a los bosques en los que vivían los primates más primitivos, como el australopiteco Lucy, que habitó en esta misma zona hace unos 3,2 millones de años. Este cambio de paisaje pudo contribuir a que los australopitecos bajasen de los árboles para adoptar una vida más bípeda. De algunos de esos australopitecos surgieron los primeros humanos unos 400.000 años después.
Una vista aérea del sitio de excavación con capas sedimentarias que contienen artefactos y huesos, y que fueron parte del estudio. ERIN DIMAGGIO / PENN STATE.
Los arqueólogos del Instituto Max Planck y la Autoridad Etíope de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural, así como los geólogos de la Universidad de Algarve, estudian los sedimentos en el sitio de Bokol Dora. Se colocaron piedras en la superficie de contacto durante la excavación para preservar los frágiles contactos estratigráficos.
Las herramientas líticas más antiguas que se conocen son de hace unos 3,3 millones de años y se atribuyen a chimpancés y otros simios. Eran martillos para abrir nueces y moluscos. Hace unos 2,5 millones de años surge una nueva generación tecnológica llamada olduvayense porque se halló por primera vez en la garganta de Olduvai, en Tanzania. Eran puntas y lascas afiladas como bisturíes que denotan una capacidad de planificación característica de una mente superior. Las nuevas herramientas de Etiopía encajan entre ambos tipos, no son toscos martillos, pero tampoco son tan refinadas como las herramientas olduvayenses posteriores, según los autores del hallazgo.
“Es probable que en África muchos ancestros de los primeros humanos fueran descubriendo formas de usar herramientas de piedra”, explica Will Archer (izquierda), investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del estudio. Después aparecen las herramientas halladas en Bokol Dora que, por ahora, marcan un punto de inflexión. “Si nuestra hipótesis es correcta, deberíamos ver que las herramientas de piedra son todas parecidas después de hace unos 2,6 millones de años, pero no antes”, resalta.
Los restos han aparecido a ocho metros por encima de una capa de cenizas volcánicas datadas en 2,59 millones de años. El estudio ha analizado también la polaridad magnética de la tierra al nivel donde se hallaron los restos, que apunta una datación anterior a 2,581 millones de años, aunque los investigadores no han encontrado sedimentos de polaridad magnética inversa, lo que haría la datación más concluyente.
En Gona, otro punto de esta misma región de Etiopía, se descubrieron las que hasta ahora eran las herramientas humanas más antiguas. Aparecieron en una capa de terreno situada justo encima de sedimentos cuya polaridad indica los 2,58 millones de años y cinco metros por debajo de cenizas de 2,52 millones de años, es decir, que el podio de herramientas más antiguas se disputa por una diferencia de unos 1.000 años arriba o abajo y unos pocos metros de profundidad. “La datación de Bokol Dora es incierta, puesto que la polaridad solo debe ser usada como una datación de apoyo, nunca de referencia”, clama Sileshi Semaw (derecha), descubridor de las herramientas de Gona, presentadas en 1997, que trabaja en el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana (Cenieh), en Burgos. “Además señala que el nuevo estudio se desprende de un solo yacimiento, mientras que en Gona son 12 sitios”.
“Hasta que investigaciones posteriores confirmen la datación, no creo que las herramientas de Bokol Dora sean las más antiguas”, opina Mohamed Sahnouni (izquierda), también del Cenieh. El año pasado este investigador presentó otra caja de herramientas humanas halladas en Argelia, que son de hace 2,4 millones de años. Estas también podrían haber sido fabricadas por un humano descendiente de aquel primer Homo que vivió en Ledi Geraru 400.000 años antes.
Aunque discrepa de los métodos de comparación de herramientas de otros yacimientos empleados, Manuel Domínguez-Rodrigo (derecha), paleoantropólogo que trabaja en la garganta de Olduvai, sí cree que estas son las herramientas más antiguas.
“El hallazgo es muy importante porque es una segunda ventana abierta para saber qué hacían los humanos hace 2,58 millones de años. Vemos que ya hay un refinamiento para producir lascas de forma ordenada. Normalmente, los homínidos transportaban la materia prima y tallaban las herramientas en otro lado. Eran como navajas multiusos con las que no solo procesaban carne de animales, sino también cortaban vegetales y tenían otros usos. Todo esto, junto con la mandíbula humana hallada cerca, refuerza la idea de que los primeros humanos ya estaban aquí”, resalta.
¿Tiene la primera tecnología humana casi 2,6 millones de años de antigüedad?
Blade Engda, de la Universidad de Poitiers, levanta un artefacto de un sedimento de 2,6 millones de años, dejando expuesta una herramienta lítica que estaba debajo.
Algunos animales, como los chimpancés, se sirven de objetos de su alrededor para ayudar a partir duras cáscaras o machacar alimentos. Así empezaron nuestros antepasados a usar herramientas «accidentales». Sin embargo, lo que distinguió a nuestra especie del resto fue que cayeron en la cuenta de la utilidad de aquellas piedras y las fueron refinando para hacerlas más eficaces. Sin embargo, ¿en qué momento ocurrió aquel paso, clave para la humanidad?
Un nuevo estudio elaborado por un equipo internacional asegura haber encontrado las herramientas de piedra tallada más antiguas por el hombre primitivo, construidas hace más de 2,58 millones de años. El artículo, publicado en la revista PNAS, explica que las 300 herramientas recuperadas en el sitio de excavación conocido como Bokol Dora 1 (Etiopía) así lo demuestran. Los «cuchillos» primitivos eranpequeños y afilados, y se encontraron al lado de cientos de huesos de animales.
«Primero encontramos varios artefactos diseminados en la superficie, pero no sabíamos de qué sedimentos provenían», explica Christopher Campisano (izquierda), de la Universidad estatal de Arizona (EE. UU.), quien vio piedras aguzadas en sedimentos de una ladera empinada y erosionada. «Pero cuando miré sobre el borde de la hondonada vi piedras que sobresalían del barro. Fui hasta el fondo y subí por la ladera usando mi martillo para piedras. Y allí encontré dos hermosas herramientas que empezaban a estar desgastadas por el agua y el viento», rememora.
Cerca de la mandíbula de homo más antigua encontrada hasta la fecha
Se da la circunstancia de que el yacimiento también está cerca del lugar donde el mismo equipo halló los restos del homínido más antiguo atribuido al género Homo, en Ledi-Geraru. En 2013 se encontró la famosa mandíbula, que data de unos 2,78 millones de años y esto es unos 200.000 años antes de las herramientas de piedra tallada encontradas hasta entonces.
Fueron necesarios varios años de excavación a mano a través de metros de sedimentos hasta encontrar una capa arqueológica con huesos de animales y cientos de pequeños trozos de piedra astillada que marcan las evidencias más tempranas de que nuestros ancestros hacían y usaban cuchillos de piedra.
Los arqueólogos filtran la tierra en busca de herramientas de piedra en frma de lascas y otros artefactos en Bokol Dora 1: Erin DiMaggio / Penn State.
«Cuando observamos los sedimentos bajo el microscopio pudimos ver que el sitio estuvo expuesto por un período muy corto», afirma Vera Aldeias (derecha), geoarqueóloga del Centro Interdisciplinario para Arqueología y Evolución de la Conducta en la Universidad Algarve, de Portugal. «Los humanos primitivos dejaron estas herramientas al borde de un curso de agua y quedaron enterradas rápidamente», agregó. «El sitio ha permanecido así durante millones de años».
La abuela Lucy también se hallaba cerca
El artículo señala que los humanos primitivos que hicieron estas herramientas de piedra vivieron en un hábitat totalmente distinto al de Lucy, un famoso ejemplar de una especie más antigua de homínido conocido como Australopithecus afarensis, descubierto en 1974 en Hadar, unos 45 kilómetros al sudoeste de Bokol Dora.
Las conclusiones de este estudio indican que las herramientas de piedra pueden haber sido inventadas muchas veces y en muchas formas antes de convertirse en parte esencial del linaje humano, ya que no serían las únicas de la época ya descubiertas: en el yacimiento de Gona, también en Etiopía, se han hallado otros restos similares que difieren en tan solo 1.000 años de «modernidad». Concretamente, se databan entre 2,58 y 2,55 millones de años, abriéndose una polémica por saber cuál de los restos es más antiguo.
David Braun (izquierda), un arqueólogo de la Universidad George Washington y autor principal del artículo, señaló: "Dado que las especies de primates en todo el mundo utilizan habitualmente herramientas de piedra para buscar nuevos recursos, parece muy posible que en toda África muchos ancestros humanos diferentes hayan encontrado nuevos formas de usar tales artefactos para extraer recursos de su entorno. Si nuestra hipótesis es correcta, entonces esperamos encontrar algún tipo de continuidad en forma de artefacto después de hace 2.6 millones de años, pero no antes de este período de tiempo. Necesitamos encontrar más sitios".
El momento en el que tallamos la roca de forma concienzuda
En julio de 2011, un equipo arqueológico de la Universidad Stony Brook, en Nueva York, encontró algunos artefactos de piedra que datan de 3,3 millones de años, cerca del lago Turkana, en Kenia, donde en 1999 se habían hallado restos fósiles de Kenyanthropus platyops, una especie de homínidos extinta.
Los descubrimientos recientes de herramientas hechas por chimpancés y monos han puesto en duda las ideas de un origen humano en el llamado «simio tecnológico». Las diferencias mayores, al parecer, están en la destreza de los ancestros del Homo para astillar sistemáticamente afilando piedras de nódulos de roca más grandes produciendo herramientas punzantes o cortantes. Es decir, las herramientas de aquellos primates no estaban talladas, al menos de forma consciente. «Algo cambió hace unos 2,6 millones de años y nuestros ancestros se tornaron más precisos y habilidosos en la percusión de los bordes de las piedras para hacer herramientas», señala el artículo.
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