España contará con su propia Mona Lisa


Según la publicación digital "The Art Newspaper", el Museo del Prado contaría entre sus fondos con una copia "gemela" de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, pintada en la misma época que el original que cuelga de las paredes del Louvre.
Vía: http://www.larazon.es/ / http://www.historiayarqueologia.com/

La dieta de los homínidos de Atapuerca y Bolomor fue muy variada hace 300.000 años


a) incisiones sobre una diáfisis medial de Oryctolagus cuniculus procedente del subnivel XVIIc de la Cova del Bolomor (Tavernes de la Valldigna, Valencia); b) diáfisis medial de un húmero de córvido procedente del subnivel TD10-1 de Gran Dolina (Sierra de Atapuerca, Burgos); c) marcas de corte sobre una mandíbula de Oryctolagus cuniculus procedente del subnivel XVIIc de la Cova del Bolomor; d) visión estereoscópica de las estrías antropogénicas sobre un húmero y la cara ventral del caparazón (placa lateral) de Testudo hermanni procedente del nivel IV de la Cova del Bolomor. Imagen: IPHES.

Vía: IPHES | 30 de enero de 2012

Saber cuándo empezaron los homínidos a tener una dieta diversificada, y qué factores intervinieron para que esto se produjese, es uno de los principales temas zooarqueológicos de discusión actual en Europa. Una tesis doctoral presentada recientemente Universidad Rovira i Virgili de Tarragona demuestra que hace más de 300.000 años el menú de los homínidos que habitaban Atapuerca (Burgos) y especialmente Bolomor (Valencia) incuía una gran variedad de animales. Así, se ha visto que su menú era muy amplio, ya que procesaban especies de gran tamaño, como elefantes o rinocerontes, y otras más pequeñas, caso de los conejos, aves y tortugas. La adaptación al medio, el patrón ocupacional y la diversidad comportamental favorecieron esta capacidad.

En la mesa, Ruth Blasco, el día de la defensa de su tesis en la URV, Foto: Jordi Mestre | IPHES

La autora del estudio, Ruth Blasco, investigadora del IPHES (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social) y de la URV, propone la existencia de una amplitud temprana de la dieta humana a partir del análisis zooarqueológico de diferentes conjuntos arqueológicos del Pleistoceno medio peninsular (concretamente desde los 400.000 a los 120.000 años antes del presente).

La Zooarqueología como disciplina pretende establecer las relaciones que existen entre los grupos humanos y los animales en el pasado, a partir de los elementos esqueléticos que aparecen en los yacimientos, pues los homínidos, al igual que otros predadores, acumulan restos de sus presas en refugios temporales o en campamentos. “El estudio de estas acumulaciones faunísticas, de sus pautas de formación, naturaleza y composición, constituye una base fundamental para conocer el comportamiento humano del pasado”, apunta Ruth Blasco.

Variedad de piezas y de formas de caza

Los materiales estudiados en dicha tesis, un total de 45.000 restos faunísticos, proceden del subnivel TD10-1 de Gran Dolina, en Atapuerca, con una antigüedad aproximada de 300.000 años, y de los niveles XVII, XI y IV de la Cova del Bolomor, con una cronología que abarca desde los 350.000 años a los 120.000 antes del presente. La muestra incluye tanto restos de pequeños animales (aves, tortugas, conejos) como grandes, medios y pequeños ungulados (elefantes, rinocerontes, caballos, ciervos, etc.), al igual que carnívoros (leones, zorros o linces).

“Los datos obtenidos han permitido observar una diversidad comportamental relevante entre los grupos humanos tanto de TD10-1 como de la Cova del Bolomor. Estas variaciones quedan reflejadas no sólo en el espectro de presas que los homínidos son capaces de explotar, sino también en la variedad de estrategias de obtención que son capaces de ejercer”, observa Ruth Blasco. “Estas estrategias van desde el carroñeo hasta la caza compleja, pasando por la obtención individual de ungulados y la posible captación en masa, en el caso de los lagomorfos, de algunos niveles de Bolomor”, añade.

“Tanto las ocupaciones cortas como las relativamente prolongadas en el tiempo, parecen contener una diversidad mayor de especies como resultado de los múltiples eventos que reflejan la espontaneidad de los altos en el camino o, por el contrario, como resultado de la amplitud de recursos que conlleva la permanencia de un grupo en un mismo enclave”, apunta Ruth Blasco.

Excavaciones en el nivel TD10 de Gran Dolina, en Atapuerca. Foto: Jordi Mestre | IPHES

Transformaciones en la dieta
La misma investigadora considera que, en este sentido, es posible que existan numerosas transformaciones en la dieta de los grupos humanos que podrían arrancar desde momentos muy tempranos. A partir de los datos obtenidos en esta tesis, los cambios en la alimentación no parecen ser lineales en el tiempo y en el espacio, sino que parecen estar condicionados por la diversidad comportamental, el patrón ocupacional y las características propias del medio donde se desenvuelven los diferentes grupos humanos del territorio europeo.

“Hasta ahora, los elementos utilizados para explicar el cambio en la dieta humana, a partir del Paleolítico superior en Europa y Próximo Oriente, se habían relacionado subsecuentemente con el Comportamiento Humano Moderno y, por tanto, con Homo sapiens”, asegura Ruth Blasco. Sin embargo, varios de estos elementos parecen observarse en algunos conjuntos europeos del Pleistoceno medio e inicios del superior (pre-neandertales y neandertales). En este sentido, los elementos faunísticos que definen la “modernidad” en el comportamiento humano podrían estar presentes desde momentos tempranos en Europa.


Trabajos de excavación en Bolomor en una imagen de archivo. Imagen cedida por el equipo de investigación de Bolomor.

Breve perfil
Ruth Blasco se licenció en Historia por la Universidad de Valencia en junio de 2003. Durante los años de universidad no sólo participó en yacimientos valencianos, como la Cova del Bolomor (dirigida por el Dr. José Fernández Peris del Servicio de Investigación Prehistórica de la Diputació de Valencia), sino que comenzó sus excavaciones sistemáticas en la Sierra de Atapuerca.

Posteriormente, cursó el doctorado de Cuaternario y Prehistoria en la Universitat Rovira i Virgili de Tarragona y obtuvo el Diploma de estudios avanzados y licenciatura con grado en 2006, para diciembre de 2011 defender dicha tesis doctoral.

Como investigadora del IPHES participa en diferentes proyectos de investigación relacionados con el comportamiento de los homínidos del Pleistoceno medio liderados por el arqueólogo Eudald Carbonell, director de este centro. También forma parte del equipo de investigación de Bolomor, adscrito al SIP (Servicio de Investigación Prehistórica dela Diputació de Valencia), Atapuerca, Cuevas del Toll-Teixoneres, Qesem Cave y Gibraltar.

Ha realizado numerosas publicaciones relacionadas con la Zooarqueologia y la Tafonomía que van desde la experimentación y su aplicación arqueológica hasta la documentación e interpretación de las estrategias de subsistencia de los grupos humanos del Pleistoceno medio en revistas no sólo de ámbito local sino también internacional como Journal of Human Evolution , Journal of Archaeological Science, Quaternary Science Review, Quaternary International, Cuentas Rendus Palevol, etc.

Ha realizado sus estudios predoctorales como becaria del programa FI de la Generalitat de Cataluña financiado con Fondo Social Europeo y con la ayuda económica para estancias fuera de Cataluña BE-DGR 2007.

Peter Lindberg quiere desvelar el misterio del OVNI del Báltico

El descubridor de una extraña forma circular que parece haber sido arrastrada bajo las aguas del Báltico quiere volver al lugar para descifrar el misterio

El pasado mes de agosto, el investigador sueco Peter Lindberg anunciaba un descubrimiento sin igual. La aparición, en el fondo del mar Báltico, de una extraña forma circular de unos 18 metros de diámetro. El hallazgo suscitó todo tipo de especulaciones, ya que la imagen parece revelar un objeto artificial que ha sido arrastrado, aunque este punto todavía está por esclarecer. Ahora, este cazador de tesoros ha anunciado que en primavera volverá al lugar donde detectó el gran círculo para recoger más datos, según informa la CNN. Si obtiene la financiación suficiente -los gastos pueden ser mareantes-, su deseo es recuperar la misteriosa estructura de las aguas o, al menos, conseguir esclarecer el enigma.

Linberg, famoso por encontrar los restos del Jönköping, un carguero sueco hundido por un submarino durante la primera guerra mundial, realizaba una exploración oceánica cuando el sonar de su embarcación capturó una increíble imagen a más 80 metros bajo la superficie del golfo de Botnia, entre Finlandia y Suecia. Pronto corrió la voz de que el equipo acababa de descubrir un objeto volador no identificado (OVNI), una idea descabellada pero no tan extraña cuando se trata de algo inexplicable y la imaginación vuela.
En realidad, la imagen resulta de lo más inquietante, ya que el objeto, de unos 18 metros de diámetro, parece haber sido arrastrado otros 400. Suficiente para que nazca la idea de una nave de origen extraterrestre que se estrelló en el mar y dejó un rastro en el fondo antes de detenerse, como llegaron a especular algunos medios. El equipo de Lindberg cree que el objeto es demasiado grande para haber caído de un barco o ser parte de un desastre marítimo. «Hemos escuchado un montón de explicaciones diferentes, desde que es una especie de Halcón Milenario hasta que es una puerta a un mundo interior», afirma Lindberg a la CNN, «pero no lo sabremos hasta que hayamos estado allí»

En realidad la imágenes de un sonar de barrido lateral no son lo suficiente fiables como para determinar si se trata de una formación geológica natural o algo completamente diferente. Lindberg planea regresar en primavera al mar Báltico para investigar su hallazgo. Su objetivo es poder esclarecer el misterio y, aunque el objeto no se pueda recuperar -una empresa extremadamente cara y arriesgada que quizás no sirva para nada- explotarlo de alguna manera, por ejemplo, con turistas que quieran verlo de cerca.

¿Cazaban los Neandertales mamuts precipitándolos por los acantilados?



Vía: BBC News | 26 de enero de 2012

Los arqueólogos están investigando la verdad que hay detrás de la historia de que los neandertales de la Era de Hielo, en Jersey, Inglaterra, empujaban a los mamuts a los acantilados de St. Brelade para conseguir alimento.

Hace unos 30 años las evidencias sugerían que los primeros residentes de lo que hoy es la isla de Jersey cazaban mamíferos gigantes en los acantilados de La Cotte de St. Brelade, en Ouaisne.

El Dr. Geoff Smith (foto a la izquierda), analista del Archivo de Jersey, dijo: "Fue en los años 70 y 80 cuando la hipótesis fue planteada, respecto a que los neandertales agrupaban manadas de mamuts y rinocerontes lanudos para conducirlos a los acantilados y matarlos".

Él está utilizando ahora nuevas tecnologías para ver si esa teoría es correcta o no.

El Dr. Smith dijo: "Nadie lo ha cuestionado nunca realmente, y por lo tanto estamos volviendo a evaluar y a analizar la cuestión, y ver si podemos obtener nueva información para darle un mayor apoyo o incluso refutarla un poco.

Nosotros no lo sabemos, nunca vamos a entenderlo por completo, pero queremos ver si podemos conseguir más datos y comprender a los neandertales aún mejor".

En la cueva de La Cotte, en la bahía de Ouaisne, los arqueólogos han encontrado, en los últimos años, herramientas, huesos y dientes fosilizados de rinocerontes y mamuts lanudos, osos de las cavernas y renos.

Estos restos datan de una época en que la vista desde Ouaisne no era el mar, sino una vasta tierra sin árboles que se extendía hasta lo que hoy es Saint Malo.

Grupos de pueblos nómadas se movían hacia el norte en primavera, siguiendo a los animales al dirigirse a sus pastos de verano, al lugar donde Inglaterra es hoy en día.

En los acantilados de Ouaisne se pensaba que estas gentes nómadas cazaban furtivamente animales de pastoreo provocándoles una estampida sobre el borde de los mismos.

Foto: Acantilado de la La Cotte de St. Brelade, en Ouaisne

Un mamut habría sido del tamaño de un elefante africano, con un peso de hasta 6.000 kg.

El jefe de la comunidad educativa del Patrimonio de Jersey, Doug Ford, dijo: "Si usted está frente a un mamut peludo de seis pies de alto y usted está armado con un palo afilado, usted tiene que tener un poco de ventaja".



Foto: El equipo del Dr. Smith recogiendo muestras en el acantilado.

El Dr. Smith está trabajando con su equipo en Jersey registrando elementos de los restos fósiles de mamuts y rinocerontes para descubrir si la teoría común de la estampida es correcta.

Él declaró a BBC News: "Una vez que tenga esto registrado, tomaré fotografías de alta definición digital muy claras para obtener primeros planos de las patologías interesantes y así comprobar cómo de saludables estaban los animales".

"Puedo registrar sus edades y ver si ellas se corresponden con muertes naturales o si son indicativas de su caza por parte de los humanos o de otros carnívoros".

El Dr. Smith dijo que no había forma de saber si los mamuts podrían haber sobrevivido hasta nuestros días, si no hubiera habido un exceso de su caza.

"¿O fue un cambio climático tan severo que los obligó a refugiarse en algún lugar en el cual se convirtieron en una población tan pequeña que no pudieron sobrevivir? Todavía no lo sabemos, nuevas teorías están saliendo todos los días", dijo.

Arqueólogos Norteamericanos resuelven la relación genética entre asiáticos y los primeros nativos americanos


Foto: Una extensa familia de la región de Altai (Wikipedia)

Vía:University of Pennsylvania| 26 de enero de 2012 (Traducción: G.C.C.)

Una pequeña región montañosa en el sur de Siberia puede haber sido el origen genético de los primeros nativos americanos, según una nueva investigación de un equipo de antropólogos de la Universidad de Pennsylvania.

Foto: Matthew Dulik and Theodore Schurr.

Ubicada en la intersección de lo que hoy es Rusia, Mongolia, China y Kazajstán, la región conocida como Altai "es un área clave, porque es un lugar donde la gente ha estado entrando y saliendo durante miles y miles de años", dijo Theodore Schurr, un profesor asociado al Departamento de Antropología de Universidad de Pennsylvania. Schurr, junto con el estudiante de doctorado, Matthew Dulik, y un equipo de estudiantes graduados e investigadores postdoctorales, colaboraron en el trabajo con Ludmila Osipova del Instituto de Citología y Genética en Novosibirsk, Rusia.

Entre las personas que pueden haber surgido de la región de Altai están los antecesores de los primeros nativos americanos. Hace aproximadamente 20.000-25.000 años, estos humanos prehistóricos llevaron sus linajes genéticos asiáticos hasta los confines de Siberia y, eventualmente, a través de la masa de tierra expuesta de Bering hacia las Américas.

"Nuestro objetivo, al trabajar en esta área, era definir mejor cuáles de aquellos linajes fundadores, o linajes hermanados, son de poblaciones nativas americanas", dijo Schurr.


El estudio del equipo, publicado en la American Journal of Human Genetics, analizó la genética de los individuos que viven en la república rusa de Altai, a fin de identificar marcadores que podrían vincularlos a los nativos americanos. Los estudios etnográficos anteriores habían hallado diferencias entre las tribus del norte y el sur de Altai, con las tribus del norte, aparentemente vinculadas, lingüística y culturalmente, a los grupos étnicos de más al norte, tales como las poblaciones urálicas o samoyédicas, y los grupos del sur mostrando una conexión más fuerte con los mongoles, uigures y buriatos.

Schurr y sus colegas evaluaron las muestras de Altai referidas a marcadores de ADN mitocondrial, los cuales se heredan por vía materna, y en el ADN del cromosoma Y, que se transmiten de padres a hijos. También compararon las muestras previamente recogidas de personas en el sur de Siberia, Asia central y oriental, Mongolia, y una variedad de grupos indígenas de América. Debido al gran número de marcadores genéticos examinados, los resultados tienen un alto grado de precisión.

"A este nivel de resolución podemos ver las conexiones con más claridad", dijo Schurr.

Al observar el ADN del cromosoma Y, los investigadores descubrieron una mutación única compartida por los nativos americanos y los altaianos del sur, en el linaje conocido como Q.

Foto: Chamán de Altai


"Esto también es válido desde del lado de las mitocondrias", dijo Schurr. "Hemos encontrado formas de los haplogrupos C y D en los altaianos del sur, y D en en los altaianos del norte, las cuales se parecen a algunos de los tipos fundadores que surgieron en América del Norte, aunque los altaianos del norte aparecían más distantemente emparentado de los nativos americanos".

Calculando cuánto tiempo les llevó surgir a las mutaciones que ellos observaron, el equipo de Schurr estimó que el linaje de los altaianos del sur se separó genéticamente del linaje nativo americano hace 13.000 ó 14.000 años, un escenario temporal que se alinea con la idea de que la gente se movió hacia las Américas, desde Siberia, hece entre 15.000 y 20.000 años.

Aunque es posible, incluso probable, que más de una oleada de personas cruzaran el puente terrestre, Schurr dijo que otros investigadores todavía no han sido capaces de identificar un punto focal geográfico similar, desde el cual los nativos americanos puedan rastrear su herencia genética.

"Esta información puede cambiar con más datos de otros grupos, pero, hasta ahora, incluso con un intenso trabajo en Mongolia, no están viendo las mismas cosas que nosotros encontramos", dijo.

Además de esclarecer la conexión de Asia y América, el estudio confirma que la brecha cultural moderna entre los altaianos del sur y del norte tiene antiguas raíces genéticas. Los altaianos del sur parecían haber tenido un mayor contacto genético con los mongoles de lo que hicieron los altaianos del norte, los cuales eran genéticamente más similares a los grupos de más al norte.

Sin embargo, cuando se observa el ADN mitocondrial de los altaianos de forma aislada, los investigadores detectaron mayores conexiones entre los altaianos del norte y del sur, lo que sugiere que quizás las mujeres tenían más probabilidades de salvar la divisoria genética entre las dos poblaciones.

"Sutiles diferencias se reflejan aquí entre los propios altaianos -la diferenciación entre los grupos- y nos permiten tratar de apuntar a un área donde pudo haber surgido alguno de estos linajes precursores de los indios americanos", dijo Schurr.

Foto: Chamán del Amazonas, Brasil (por Sue Wren)

En el futuro, Schurr y su equipo esperan continuar utilizando técnicas de genética molecular para rastrear el movimiento de gentes del interior de Asia hacia, o de paso, a las Américas. También pueden tratar de identificar los vínculos entre las variaciones genéticas y las respuestas fisiológicas adaptativas, es decir, los vínculos que pueden informar a la investigación biomédica.

Por ejemplo, Schurr señaló que tanto siberianos y poblaciones de nativos americanos "parecen ser susceptibles a la occidentalización de la dieta y alejarse de las dietas tradicionales, pero sus respuestas, en términos de presión arterial y metabolismo de las grasas, y así sucesivamente, en realidad se diferencian".

Utilizando enfoques genómicos, junto con la antropología física tradicional, se puede lograr información sobre los factores que rigen estas diferencias.

El estudio fue apoyado por la University of Pennsylvania, la National Science Foundation, el Social Sciences and Humanities Research Council de Canadá, y la Russian Basic Fund for Research. La National Geographic Society también proporcionó apoyo infraestructural al laboratorio del profesor Schurr.