Los caballos salvajes se han extinguido completamente, según un estudio

Equus przewalskii caballus. /Eric Andresen / Flickr.com

Los caballos de Przewalski no son los últimos caballos salvajes existentes hasta la actualidad, sino los descendientes asalvajados de animales domesticados hace unos 5.500 años en Asia Central, según informa Science. Es más, los antepasados ​​de los caballos modernos fueron domesticados mucho más tarde, hace unos 4.000 años. Aparentemente, en algún momento, los caballos domésticos fueron reemplazados por caballos salvajes de origen desconocido, que los antiguos pueblos domesticaron por segunda vez. Genetistas de 14 países, Francia, Rusia y Kazajistán, llegaron a esta conclusión, al analizar más de 80 genomas de caballos antiguos y modernos.

La domesticación de caballos condujo a cambios fundamentales en la economía y la movilidad de los pueblos antiguos. Los caballos están asociados con la difusión de lenguas indoeuropeas, la aparición de nuevas formas de metalurgia y nuevos métodos de guerra. Presumiblemente, los caballos fueron domesticados por pobladores de la cultura Botai, que existió hace 5.700-5.100 años en el territorio de Kazajstán moderno. A juzgar por los hallazgos en sus asentamientos (1, 2), los pobladores de Botai hicieron arneses y caballos con bridas, los representaron en platos y bebieron leche de yegua. A las mismas conclusiones llegaron los genetistas, analizando el ADN de restos de caballos de los estacionamientos de Botai.

Los autores del nuevo estudio, dirigido por Ludovic Orlando (izquierda), de la Universidad de Toulouse, Francia, y Sandra Olsen (derecha), de la Universidad de Kansas, EEUU, decidieron observar cómo los caballos domésticos de Botai evolucionaron a los animales modernos. Para averiguarlo, cortaron los genomas de 42 caballos que vivieron desde hace cinco a mil años en Eurasia, incluido el ADN de los restos de 20 caballos de Botai. Además, los científicos analizaron los genomas ya publicados de 46 caballos antiguos (que vivieron en el período de 42.800-5.100 años atrás) y caballos modernos, incluidos siete Przhevalsky. Con base en los datos obtenidos, los investigadores construyeron un árbol filogenético.
El resultado mostró que los caballos que vivieron en Eurasia durante los últimos 4.000 años, incluidas las razas modernas, no provenían de Botai, sino de caballos desconocidos. Su genoma correspondió al ADN de los caballos Bota en solo 2.8%. Asimismo, los de Botai resultaron ser los antepasados ​​de los modernos caballos Przewalski, que hasta ahora eran considerados los únicos caballos salvajes que aún existen.

Los antepasados ​​de los caballos de Przewalski que hoy habitan en Mongolia fueron criados para tener marcas de "manchas de leopardo" en su piel Ludovic Orlando, Seas Goddard y Alan Outram.

Los autores del estudio sugieren que en el tercer milenio antes de Cristo, las personas domesticaron una población diferente de caballos que no tenían nada que ver con los Botai. Esto o sucedió en otro centro de domesticación, o aparecieron otros caballos en la población domesticada de Botai, que gradualmente los reemplazaron.

Recientemente, científicos prousieron por primera vez que el número de dedos de los caballos no se redujo por un proceso evolutivo, sino que se fusionaron para formar extremidades delanteras compactas con pezuñas.

Ekaterina Rusakova
Texto traducido por María Cervantes
Esta noticia ha sido publicada originalmente en N+1, ciencia que suma.
Fuente: nmas1.org| 26 de febrero de 2018

El misterioso derrumbe de los mayas, la avanzada civilización que vaticinó su propia caída

Máscara funeraria de jade del rey K'inich Janaab' Pakal, Palenque. - Vídeo: Descubren una megalópolis maya oculta en la selva de Guatemala que demuestra la grandiosidad de la civilización más importante de América.

Un grupo de arqueólogos ha descubierto recientemente miles de edificios mayas, una auténtica megápolis con palacios y pirámides, escondida bajo la selva guatemalteca, en el departamento de Petén, gracias a una revolucionaria tecnología láser. Un descubrimiento que saca a flote otro rastro de una civilización que iluminó América de forma tan fulminante como luego fue su desaparición. Todavía hoy resulta un completo enigma la causa principal del derrumbe de la cultura maya. Un misterio que solo la arqueología puede dar respuesta, aunque sea a base de juntar las piezas del puzle.

La mayoría de los misterios derivados de la civilización maya proceden del desconocimiento que había, hasta hace 150 años, de prácticamente todo lo concerniente a su forma de vida y su estructura social. Uno de los mayores estudiosos mayas, Norman Hammond (izquierda), recuerda en varias de sus obras que «los mayas van siendo llevados, paulatinamente, desde la Prehistoria a la Historia y en ese proceso se les va despojando de gran parte de su ministerio, sin menoscabo del interés que presentan».

El gran estallido cultural de los mayas

Como explica el catedrático de historia Patricio de Blas Zabaleta en el libro «La Empresa de América» (EDAF), en el territorio ocupado por los mayas se han detectado más de 50 importantes poblados del periódico Clásico de esta cultura, que se extendían por zonas de México, América Central y llegó a ocupar 350.000 kilómetros cuadrados. Influidos por los olmecas, la civilización maya se gestó durante el periodo Formativo entre 1.300 y 450 a.C con grandes pirámides, tumbas y edificios públicos. Sin embargo, fue entre el 300 y el 900 d.C, mientras Europa se internaba en la Alta Edad Media, cuando se produjo el gran estallido cultural de los mayas.

Lejos de la imagen de un pueblo campesino organizado en torno a grandes centros ceremoniales, los arqueólogos han modificado sus interpretaciones de los mayas en los últimos años, hasta concluir que alcanzaron gran complejidad urbana. Las rutas comerciales iban de las zonas altas a las bajas, valiéndose de ríos y caminos para desplazar a pulso las mercancías. El resultado era una sociedad estratificada y jerarquizada, con sacerdotes, aristócratas, comerciantes, artesanos y campesinos, al más puro estilo de una metrópoli europea. También se sabe hoy que realizaban cultivos estables y aplicaban técnicas agrícolas complejas (terrazas, riego) más allá de siembras itinerantes y primitivas en plena selva, como siempre se había creído.

La articulación de la civilización maya en ciudades-Estado, encabezadas por reyes todopoderosos, que luchaban y se aliaban entre sí sin llegar a unificarse en un solo Estado, como los incas o los aztecas, recuerda al modelo heleno en Europa. Ninguna ciudad llegó a ser suficientemente grande (los reinos no se extendía más allá de una distancia de tres días de marcha desde su capital) o rica para someter por sí misma al resto, pero aún así existía cohesión cultural entre todas estas urbes.

Fotografía de 1892 del Templo de Kukulkán en Chichén Itzá.

Las pirámides escalonadas, con un habitáculo en la cúspide, suponían la máxima expresión del arte maya. Sin olvidar los imponentes templos, los temescales para los baños de vapor y los palacios y las canchas para el juego de la pelota, que en parte tenían sentido religioso. Como en las divinidades mexicas y toltecas, sus rituales incluían mutilaciones, derramamientos de sangre y sacrificios humanos. La arqueología ha constatado, además, lo avanzado de su nivel tecnológico en sus trabajos en jade y en cerámica y en sus ajuares de bella factura.

Otros mundos ya destruidos

Los mayas contaban con un sistema de escritura jeroglífica, de los pocos plenamente desarrollados del continente americano precolombino, así como una precisión en astronomía que asombra hoy a los expertos. Los códices de París y Dresde constatan informaciones exactas de los ciclos del Sol, la Luna y Venus, de modo que podían predecir los eclipses y distinguían planetas del sistema solar como Júpiter, Saturno, Marte y Mercurio. Su calendario solar era incluso superior al calendario juliano, el que estuvo vigente en Europa hasta finales del siglo XVI. Todo ello fue posible gracias a sus amplios conocimientos matemáticos. Inventaron el concepto cero y un sistema vigesimal, además de realizar cálculos astronómicos de mucha complejidad.

En el siglo IX se produjo el colapso de esta cultura. Los datos señalan que el derrumbe se registró poco después del momento de mayor auge, sin apenas tiempo de percibir un periodo de decadencia como los grandes imperios del mundo. Muchos centros poblacionales fueron abandonados de la noche a la mañana, especialmente en las tierras bajas, las más desarrolladas a nivel cultural. La razón exacta del desastre nunca ha estado clara. Pudo deberse a motivos naturales (tres sequías prolongadas aceleraron su decadencia), con un agotamiento de las tierras a causa de cultivos muy agresivos; o a consecuencia de una revolución como respuesta a la presión tributaria y a las grandes diferencias sociales. Otra posibilidad es que el derrumbe se debiera al creciente acoso de los poderes vecinos.


Estatuilla de la isla de Jaina que representa a un guerrero maya del periodo Clásico.

Sea de una forma u otra, los mayas vieron con fatalismo la decadencia de su civilización. Como si fueran conscientes de su caída irremediable, esa actitud pesimista fue una de las causas que agravaron su propia crisis. En este sentido, la religión maya creía en la existencia de varios mundos anteriores, ya extinguidos, y en el carácter cíclico de la vida.

Miles de mayas se marcharon de las ciudades tradicionales para fundar otras urbes cercanas a las costas del Caribe, como Mayapán o Tulum, que también acabaron siendo abandonadas durante los siglos XIV y XV tras violentas guerras. En este periodo Posclásico, el poder político se desplazó a la península de Yucatán a través de una visión más militarizada e influida por la cultura tolteca. La llegada de los españoles supuso el golpe final de la cultura maya, que ya estaba reducida a pequeños y pocos reinos.

Fuente: abc.es | 26 de febrero de 2018

El Museo de Burgos muestra las investigaciones arqueológicas realizadas en varios yacimientos de la provincia

La exposición, cuyo objetivo es acercar al visitante los resultados obtenidos, se completa con un ciclo de conferencias, todas en el mes de marzo, y la realización de talleres didácticos de arqueología dirigidos a escolares.

La Junta de Castilla y León, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural, en colaboración con la Diputación Provincial de Burgos ha montado una exposición temporal, que se puede visitar en el Museo de Burgos, sobre las investigaciones arqueológicas realizadas en varios yacimientos de la provincia durante 2017.

Se trata de la muestra ‘Proyectos de excavación, prospección y documentación del patrimonio arqueológico y paleontológico de la provincia de Burgos, año 2016-2017’, que recoge las investigaciones llevadas a cabo en los yacimientos de diferentes localidades de la provincia, con el fin de divulgarlas y dar a conocer los resultados en ellas obtenidos.

Varios de los proyectos que se exhiben afrontan temáticas innovadoras en el campo de la tecnología aplicada a la investigación arqueológica. Otros suponen la continuidad de proyectos con una trayectoria científica de largo recorrido que siguen siendo referentes en la investigación arqueológica burgalesa. Se incluyen también las actuaciones que, motivadas por promociones u obras en lugares patrimonialmente sensibles, han desembocado en investigaciones que han supuesto avances relevantes en los periodos históricos analizados. O aquellas otras de catalogación e inventario que persiguen ofrecer una visión global sobre determinados periodos históricos o determinados tipos de bienes arqueológicos. La muestra estará en el Museo hasta el 31 de marzo.

Ciclo de conferencias y talleres didácticos

Este proyecto expositivo se complementa con un ciclo de cuatro conferencias sobre las investigaciones arqueológicas llevadas a cabo en varias localidades de la provincia los días 1, 8, 15 y 22 de marzo, en el Salón de Estrados de la Diputación de Burgos, en horario de 18 a 21 horas, y la realización de talleres prácticos de arqueología, en horario de mañana de 10 a 14 horas, de martes a sábado, dirigidos a escolares de Primaria y Secundaria, en los que los alumnos podrán interactuar y adquirir su primera experiencia en este campo.

Fuente: dicyt.com | 26 de febrero de 2018

Cómo evolucionaron nuestros cerebros para ser tan grandes

Indudablemente que uno de los signos más representativos de la humanidad es el gran tamaño de su cerebro. Si bien se sabe que estas dimensiones se han triplicado desde el Australopitecus, el taxón homínido más prematuro inequívoco a nuestra propia especie, no existe una certeza sobre la manera cómo se dio este incremento del tamaño del cerebro que se evidencia en la actualidad.
En este sentido, un equipo de científicos realizó una investigación del cual pudieron concluir que el tamaño del cerebro humano ha aumentado de manera gradual y constante en los últimos tres millones de años.

Para llegar a esta conclusión, el equipo comparó datos de investigación publicados sobre los cráneos de 94 especímenes fósiles, comenzando con Australopithecus, los ancestros humanos más antiguos de hace 3.2 millones de años, hasta especies premodernas incluyendo Homo erectus de hace 500.000 años.

Los hallazgos mostraron que el aumento en el tamaño del cerebro fue principalmente impulsado por la evolución de cerebros más grandes de especies de homínidos individuales dentro de las poblaciones, aunque muy probablemente la extinción de especies de cerebro pequeño y la introducción de especies de cerebro más grande pueden haber tenido una influencia significativa.

El Dr. Andrew Du (izquierda), del Centro para el Estudio Avanzado de Paleobiología Humana en el Departamento de Antropología de la Universidad George Washington y coautor del estudio, indicó: “El tamaño del cerebro es uno de los rasgos más obvios que nos hace humanos. Está directamente relacionado con la complejidad cultural, el lenguaje, la creación de herramientas y todas esas cosas que nos hacen únicos”.

Los primeros homínidos tenían cerebros con un tamaño similar al de los chimpancés, y desde entonces, el tamaño del cerebro humano ha aumentado dramáticamente. El cerebro humano moderno supera en más de 300 por ciento el tamaño del cerebro de chimpancés y bonobos actuales, que se consideran los parientes más cercanos.
Los investigadores también pudieron evidenciar que la tasa de evolución del tamaño del cerebro dentro de los linajes homínidos, era mucho más lenta que la forma en que opera en la actualidad, pero la razón por la cual existe esta discrepancia sigue siendo una interrogante.

El investigador Bernard Wood (izquierda), profesor en el Departamento de Antropología de la Universidad George Washington y autor principal de la investigación, concluyó:
"Piensa en la entrada de un edificio; puedes llegar a la puerta principal subiendo una rampa, o puedes subir las escaleras. La sabiduría convencional era que nuestros cerebros grandes habían evolucionado debido a una serie de incrementos escalonados que hacían que cada uno de nuestros antepasados fuera más inteligente. No es sorprendente que la realidad sea más compleja, sin un vínculo claro entre el tamaño del cerebro y el comportamiento".

Fuente: tekcrispy.com | 22 de febrero de 2018

El Museo Arqueológico Regional de Madrid inaugura la exposición "Colonos en los inicios de la Edad de Hierro en Madrid"

La directora general de Patrimonio Cultural, Paloma Sobrini, participa este martes en la inauguración de la muestra ‘Colonos en los inicios de la Edad de Hierro en Madrid. Las longhouses de las Camas (Villaverde Bajo)’ que organiza la Comunidad de Madrid.
El Museo Arqueológico Regional aborda con esta muestra el fenómeno de las longhouses. Estas estructuras, presentes en otras culturas, suponen un hallazgo singular a nivel peninsular y nos acercan a la transición de la Edad de Bronce a la Edad de Hierro de la Comunidad de Madrid.

Exposiciones de pequeño formato

En 2014, el Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares inauguró una nueva línea de exposiciones de pequeño formato que, bajo el título general El Presente de la arqueología madrileña, pretende dar a conocer aspectos puntuales, pero muy relevantes, de la investigación arqueológica en la Comunidad de Madrid. En este contexto se inaugura la tercera muestra de la serie, que arrancó con el descubrimiento de una nueva especie: “Haploidocerus Mediterraneus. Una nueva especie de ciervo en el Pleistoceno ibérico” y continuó con “Esperando tiempos mejores. Las ocultaciones tardorromanas del S. V d.C. en Cubas de la Sagra”.

Bajo el impulso de la Dirección General de Patrimonio Cultural, en 2004, un equipo de arqueólogos y especialistas en distintas disciplinas descubría en el madrileño barrio de Villaverde Bajo uno de los hallazgos más extraordinarios de los últimos años de la arqueología en la región. Se trata del yacimiento de Las Camas, que conserva las huellas de dos enormes estructuras (longhouses o “casas largas”, en la bibliografía especializada), una tipología de habitación de gran diversidad cultural y amplitud cronológica cuyo significado está abierto a interesantes interpretaciones. El tamaño de las localizadas en Las Camas (próximo a los 30 metros de longitud) las convierte en un hallazgo singular a nivel peninsular.

El yacimiento aporta además datos sobre toda una serie de actividades y en especial, testimonios de producción alfarera y metalúrgica. Las cerámicas constituyen un conjunto de gran interés, en el que las raíces autóctonas del Bronce Final se combinan con los influjos foráneos. Destaca la localización de un grafito de tipo fenicio sobre un fragmento de cerámica, que podría constituir uno de los primeros testimonios de escritura conocidos en la región.

Las dataciones absolutas realizadas por Carbono 14 y termoluminiscencia han precisado la fecha en torno al año 1000 a.C. y la tipología de los restos arqueológicos parecen confirmar la ocupación del yacimiento en un momento de transición al inicio de la Edad del Hierro, un cambio fundamental en la historia peninsular marcada por la apertura de las culturas de la Edad del Bronce Final a nuevos estímulos culturales.

En los trabajos y en la posterior investigación participaron un buen número de profesionales de diferentes campos de la arqueología que han trabajado de forma combinada y multidisciplinar, aportando abundantes datos de contexto faunístico, polínico y paleometalúrgico, entre otros. Todo ello ha permitido dibujar una rica instantánea de la ocupación humana de Madrid en un periodo, la transición a Edad del Hierro en la región, caracterizado por cambios materiales y sociales de singular trascendencia.

Fuente:lalunadealcala.com | 26 de febrero de 2018