Excavaciones en las marismas de Azraq (Jordania) proporcionan pistas sobre cómo humanos ancestrales se adaptaron a su entorno

Humedales de Azraq. Crédito de la imagen: Ldud

Durante la Edad de Piedra, los humanos ancestrales vivieron con una variedad de especies animales a lo largo de un área de humedales existentes en medio del desierto jordano. El lugar, cerca de la ciudad de Azraq, ha sido excavado y ha revelado una gran cantidad de herramientas y huesos de animales de hace 250.000 años, lo que proporciona una mejor comprensión de cómo estos humanos ancestrales se adaptaron a semejante entorno cambiante.

James Pokines (izquierda), profesor asociado de Antropología forense en la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, dirigió la la excavación con un equipo del Proyecto Paleoecológico y Arqueológico de los Pantanos de Azraq.

El equipo descubrió especímenes de huesos y dientes pertenecientes a ancestros salvajes de los camellos y elefantes actuales, así como de otras especies: caballos, rinocerontes, antílopes y ganado salvaje en general. La mala conservación de los huesos pequeños y menos densos ha dado como resultado conclusiones limitadas sobre las especies de animales más pequeñas que pudieron haber habitado el área durante aquel tiempo.

Investigaciones previas en el lugar pusieron en evidencia actividad de descuartizamiento de animales, con proteínas de la sangre de múltiples especies presentes en las herramientas líticas halladas.

Foto: A. Artefacto con residuos de proteínas de rinoceronte. B. Artefacto con residuos de proteínas de camello.

"La periferia de los humedales, donde los grandes animales bebían y pastaban, habría presentado excelentes oportunidades de caza para los seres humanos ancestrales. Los humanos también pudieron haberse enfrentado al desafío de otros depredadores, como los leones y las hienas que vagaban por el área", dijo Pokines, autor correspondiente del estudio.

El descubrimiento del equipo agrega un trasfondo importante a un panorama cada vez mayor sobre el uso de la tierra a lo largo del tiempo en la cuenca de Azraq. "Hay muchas partes del mundo de las que aún sabemos muy poco acerca de cómo vivieron y evolucionaron los humanos ancestrales en las mismas, y cómo se adaptaron a esos entornos.

Esperamos entender cómo las diferentes poblaciones de humanos ancestrales se adaptaron a estos cambios, de ambiente árido, a lo largo de la Edad de Piedra".

Los esfuerzos de excavación fueron el resultado de una colaboración exitosa con las autoridades jordanas y, según los investigadores, han allanado el camino para futuras prospecciones en la región.
Estos hallazgos aparecen en la revista Quaternary Research.

Fuente: phys.org| 3 de enero de 2019

Erik Trinkaus: “Los neandertales no se extinguieron”

Trinkaus ha visitado el Institut de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes) en Tarragona y el yacimiento de Capellades (Ana Jiménez).


Cuando Erik Trinkaus empezó a estudiar los neandertales, eran vistos como criaturas inferiores. Seres simiescos, menos inteligentes que nosotros, que se extinguieron en cuanto entraron en contacto con los Homo sapiens sapiens. Cuatro décadas y media más tarde, gracias en gran parte a las investigaciones de Trinkaus, la visión de los neandertales se ha corregido. Ahora los antiguos pobladores de Eurasia son vistos como seres humanos distintos, pero no inferiores, a los sapiens que llegaron de África.

Trinkaus, profesor de la Universidad Washington en San Luis (EE.UU.) y una de las máximas autoridades del mundo en neandertales, ha visitado recientemente el Institut de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes) en Tarragona y el yacimiento de Capellades.

¿Qué le llevó a trabajar en neandertales?
Quería comprender cómo vivía la gente en el pasado. Al principio lo que más me interesaba era el arte medieval. Pensaba que estudiando los cuadros podría comprender el modo de vida de la gente en la Edad Media. Por eso me gradué en historia del arte. Pero pronto me di cuenta de que por ahí no llegaría a ninguna parte.

¿Por qué no?
Porque los historiadores del arte estudiaban los estilos pictóricos. No les interesaban los aspectos sociales del pasado. Eso me llevó a especializarme en arqueología en la Universidad de Pensilvania. Pensé que, con la arqueología, sí podría estudiar las sociedades antiguas. Pero tampoco salió bien.

¿Qué pasó?
No me entendí con el jefe de arqueología de la Universidad de Pensilvania, era imposible trabajar con él. Pero tuve la suerte de conocer a Alan Mann que trabajaba en australopitecos. Fue él quien me convenció de que se pueden hacer cosas interesantes con los huesos de nuestros antepasados. Eso me llevó a la paleoantropología. Como ve, llegué a los neandertales por una serie de accidentes.

El paleoantropólogo Erik Trinkaus (Universidad de Washington en St. Louis, EE.UU.) durante una charla en el IPHES, en Tarragona - Autoría: IPHES

¿Y por qué eligió los neandertales y no los australopitecos?
Porque había esqueletos de neandertales que se podían estudiar. Eso fue antes del descubrimiento de Lucy, por lo que aún no había esqueletos de australopitecos. Además, también tuve la suerte de que había pasado algún tiempo en Francia con mi familia cuando era niño y había aprendido francés. Eso me abrió la puerta a trabajar en Europa, donde estaban los neandertales.

¿Tenía entonces la visión de que los neandertales eran inferiores a los humanos modernos?
Intenté estudiarlos sin prejuicios. Muy pronto vi que eran diferentes. Documenté diferencias entre los esqueletos de los neandertales y los humanos modernos. Los neandertales eran más robustos y los humanos modernos podían ser más eficientes en el uso de los recursos, lo que posiblemente les daba una ventaja evolutiva. Eso podía explicar por qué en Europa los neandertales fueron reemplazados hace 40.000 años. Pero me equivoqué.

¿En qué?
Había comparado esqueletos de neandertales con los de humanos actuales. A partir de los años 90 empecé a analizar esqueletos de humanos del paleolítico y me di cuenta de que también eran muy robustos. No eran tan diferentes de los neandertales en cuanto a fuerza física. Cometí el error de asumir que los humanos modernos del paleolítico eran iguales que los actuales.

Si no eran tan diferentes, ¿por qué se extinguieron los neandertales?
¡Es que no se extinguieron!

¿Ah, no? ¿Dónde están?
Están en usted, en mí, en todas las personas de origen europeo. Fueron absorbidos por las poblaciones de humanos modernos que llegaron a Europa.

Pero sólo tenemos entre un 1% y un 4% de ADN neandertal en nuestro genoma.
Que es más o menos lo que esperaríamos si una gran población de humanos modernos se cruzó con una pequeña población de neandertales. Tenga en cuenta que los neandertales vivieron en una época de glaciación y que probablemente su población se redujo en periodos de frío extremo.

Erik Trinkaus visitó el Abric Romaní acompañado por diferentes miembros del IPHES que le dieron las explicaciones pertinentes y con quienes mantuvo un diálogo sobre el yacimiento in situ - Autoría: IPHES

¿Cuáles son las preguntas para las que busca respuesta ahora?
Me interesa cada vez más cómo trataban a los muertos y ver qué nos revela sobre ellos. Me pregunto, por ejemplo, si la distribución por edades de los enterramientos se corresponde con los patrones reales de mortalidad por edades de la población.

¿Qué espera descubrir con esto?
La relación que cada sociedad tiene con sus muertos es un reflejo de esta sociedad. Por ahora no hemos visto que los neandertales trataran a sus muertos de manera distinta según la edad. Los humanos modernos del paleolítico, en cambio, daban un trato especial a los adolescentes y adultos jóvenes cuando morían. Hay una cueva en Dordoña, en el suroeste de Francia, donde se han encontrado los restos de un hombre joven a 300 metros de la entrada. Si alguien transportó el cuerpo hasta allí en la oscuridad de la cueva, es que debía tener un gran valor para ellos. Como ve, me sigue interesando lo mismo que cuando empecé. Intento comprender las sociedades del pasado.

Fuentes: lavanguardia.com |Iphes | 6 de enero de 2019

Una investigación analiza la pudrición de la carne para descifrar la dieta neandertal

La paleobióloga Kimberly Foecke está llevando a cabo la medición de los cambios bioquímicos que experimenta la carne podrida con la esperanza de comprender mejor la composición de la dieta de los neandertales. Un filete fresco (izquierda) se ha vuelto pútrido y negro después de 15 días (derecha).

A pesar de que compra mucha carne, Kimberly Foecke (izquierda) no es una chef o la dueña de un pequeño zoológico. Es una paleobióloga de la Universidad George Washington, en Washingto DC, que estudia lo que comían los neandertales. Y eso implica, según sus palabras, "'putrefacción experimental', que es una forma elegante de decir, 'pudrir la carne todo el día, todos los días'".

Los científicos saben que los neandertales comían mucha carne. Los huesos fosilizados de los homínidos tienden a tener niveles altos de una forma pesada del nitrógeno, el nitrógeno-15 (un isótopo estable y no radiactivo), en comparación con el isótopo más ligero, el nitrógeno-14. El nitrógeno-15 es menos abundante en las plantas y se concentra más en la cadena alimenticia, puesto que es más difícil de descomponer que el nitrógeno-14.

Pero exactamente cuánta carne comían estos homínidos, y qué más elementos componían su dieta, es algo controvertido. Evidencias obtenidas de partículas en los dientes fósiles sugieren que los neandertales también consumían una variedad de plantas. Pero las mediciones del nitrógeno-15 apuntan a que "existía una cantidad excesivamente grande de carne en su dieta", dice Foecke. Esos niveles tienden a ser incluso más altos que los que se observan en los principales carnívoros, como las hienas, las cuales comen, casi en su totalidad, carne.

Foecke cree que esas altas proporciones del nitrógeno-15 pueden explicarse no solo por la cantidad de carne que comían los neandertales, sino también por cómo la obtuvieron y prepararon, pues si la carne se comía fresca o podrida, cruda o cocinada, tal vez podía influir en la concentración del nitrógeno-15. Es por ello que Foecke ha procedido a medir los isótopos del nitrógeno en los cortes de carne, tratando de precisar los cambios bioquímicos que la misma experimenta a medida que se pudre.

Sin embargo, los filetes que se compran en la tienda de comestibles no sirven para este experimento. En su lugar, Foecke llama a su carnicero en Maryland, quien se asegura de que reciba carne fresca de animales que se han criado lo más parecido posible al modo existente en el Pleistoceno. Hay que tener en cuenta que hace 200.000 años no se administraban hormonas ni antibióticos a los animales que eran cazados. Es decir, ella necesita animales criados con dietas orgánicas que puedan servir para el análisis.

Imagen: Recreación de Mauricio Antón.

En tal sentido, Foecke deja que los filetes de carne se pudran durante 16 días en una caja cubierta con una malla en el patio trasero de su casa, o algunas veces en un invernadero, y toma muestras diariamente de los valores de nitrógeno existentes en dichos filetes.
Aunque ella planea llevar a cabo muestreos futuros por periodos de tiempo más largos, los resultados preliminares sugieren que las proporciones de nitrógeno-15 fluctúan a medida que la carne se pudre.

En la primera semana, los niveles aumentan. La carne está húmeda y hay mucha actividad microbiana que descompone el nitrógeno-14 más ligero de modo más rápido que el nitrógeno-15, según informó Foecke el pasado 14 de diciembre en la reunión de la American Geophysical Union. "Huele bastante horrible", dice ella, aunque con el paso del tiempo el hedor disminuye a medida que la carne se ennegrece y adquiere una consistencia parecida a la cecina.

La investigación de Foecke sugiere, hasta el momento, que comer carne podrida puede, al menos en parte, explicar las altas proporciones de nitrógeno-15 en los fósiles neandertales. Y tiene sentido suponer que los neandertales no estuvieran en disposición de comer carne fresca siempre, particularmente cuando mataban animales grandes, dado que el cadáver de un animal de gran tamaño puede durar días en consumirse.

Foecke está midiendo, igualmente, lo que le sucede bioquímicamente a la carne cuando se la cocina o se ahuma, que son otros posibles pasos de preparación de la misma que podrían haber usado los neandertales y que también pueden afectar al nitrógeno-15.

Fuente: sciencenews.org | 2 de enero de 2018

Encuentran la llave de la despensa (y de la historia) en el pecio romano de Bou Ferrer (Alicante)

Un arqueólogo pasa sobre la trinchera de 6 metros excavada en el centro de la nave - JOSÉ ANTONIO MOYA / BOU FERRER.

Los arqueólogos del equipo que investiga el pecio romano del Bou Ferrer, hundido frente a Villajoyosa (Alicante) entre el año 66 y 68 de nuestra era habían encontrado en la campaña de 2017 una jarra con una concreción pegada cuyo contenido no se conocía. Apareció durante un sondeo en la zona de la cocina, en la popa de la nave. Ahora, tras el largo tratamiento de los objetos para preservarlos, una radiografía ha permitido saber que lo que se escondía en esa concreción era la llave la despensa en la que se guardaban el rancho y algunas pertenencias de la tripulación. ¿Pasaban hambre durante la travesía los marineros o es que era mejor ser precavidos ante la picaresca? Durante décadas se han documentado en barcos de la antigüedad pequeños hurtos, que dejaron huellas como ánforas de vino trepanadas para beber a escondidas. ¿No recuerda esta manera de obrar lo mismo que le hacía el Lazarillo de Tormes al ciego?

Radiografía de la llave encontrada en el Bou Ferrer

Es tan solo un detalle de una de las excavaciones más importantes que se lleva a cabo en España, pero señala uno de los principales objetivos de la arqueología subacuática: documentar cómo navegaban y cómo vivían y comían los marinos del pasado. El equipo de arqueólogos dirigido por Carlos de Juan lleva más de una década trabajando en el pecio, con resultados espectaculares. Iba cargado hasta los topes: más de 4.000 ánforas de 65 kilos, producidas en Cádiz, de una versión lujosa de la salsa de pescado fermentado que hacía las delicias de los habitantes de la ciudad eterna, probablemente gárum. Y también llevaba 12 toneladas de plomo hispano en lingotes muy especiales, sellados como propiedad imperial, en tiempo de Nerón.


El momento del hallazgo de la jarra y la concreción - JOSÉ ANTONIO MOYA / PROYECTO BOU FERRER.

Trinchera

El día del naufragio, este enorme barco romano hacía la línea entre Cádiz y Roma. Era un transporte de 30 metros de eslora, fondo plano y una sola vela, con una tripulación pequeña, probablemente no más de cinco personas. Tal vez un temporal lo llevó a pique. Carlos de Juan comenta que se ha excavado una trinchera de 6 metros de ancho y 22 metros de largo para conocer con detalle la parte central del yacimiento, situado a 25 metros bajo el agua.

La descompresión es un paso obligado para trabajar a 25 metros de profundidad - JOSÉ ANTONIO MOYA

Desde esa cota, la excavación ha profundizado 3 metros en la carga hasta llegar a la quilla del barco. Su madera es de encina y «al serrarla la parte interior parece madera cortada ayer». Han descubierto cuatro pisos de ánforas encajadas a tresbolillo (el pie de cada una encaja en el hueco que dejan tres en el piso inferior). «Encajan perfectamente, fueron diseñadas para eso. Gracias a la estiba, el centro de gravedad del barco está muy bajo. Los cuatro pisos rondan los dos metros de altura. Así el balance del barco se favorece en malas condiciones marítimas».
Lingote de plomo del Bou Ferrer.

En conversación con ABC narra más novedades, como el sistema único que tiene el Bou Ferrer por el que los lingotes de plomo encajaban en la sobrequilla con sus ángulos formando un riel que sujetaba perfectamente la carga. O, la perplejidad ante el hecho de que desde las ánforas a la cubierta falta un metro de carga, según los cálculos actuales. «Conocemos el gran comercio de ánforas, pero es poco probable que no fuera cargado completamente, es económicamente inviable. Podría faltar una tercera carga que no hemos visto, de trigo, o de sal mineral de la misma procedencia del plomo, cerca de La Carolina, muy apreciada en Roma para infecciones oculares, tanto de personas como de ganado», señala De Juan.

Carlos de Juan y su equipo, en la pasada campaña sobre el pecio del Bou Ferrer - JOSÉ ANTONIO MOYA.

Rumbo a Ostia

El proyecto ha unido a la Generalitat de Valencia, el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña, la Universidad de Alicante y cuenta con la colaboración especial del Ayuntamiento de Villajoyosa y el Club Náutico de la localidad. Está siendo una investigación fecunda porque responde algunas preguntas y abre otras continuamente: «Estamos llegando a los números que definen el barco: un cálculo de su tamaño en sistema métrico dio casi 30 metros de eslora por 11,82 de manga. Comparándolo con otros pecios como el de La Bourse, de Marsella, vemos una proporción parecida: 2,5. Y cuadra en pies romanos. 100 pies por 40. Ahora trazamos una hipótesis sobre la carga total que soportaba, unas 320 toneladas, quizá. Veremos si se confirma con el estudio de nuestros ingenieros».

¿Para qué era la carga? El garum para su venta. El plomo podría ser para las cañerías que necesitaba la Roma incendiada por Nerón en el año 64. Pero el flete de 12 toneladas de plomo es muy poco para tanto gárum. «Plutarco cuenta que se invertía en un flete y se dividía en 50 barcos, y así si naufragaba un barco no se perdía toda la inversión, sino solo una de cincuenta partes», dice De Juan. Tal vez es esto lo que pasó.

La jarra y la concreción que guarda los restos oxidados de la llave - JOSÉ ANTONIO MOYA.

Volvemos a la tripulación. La concreción en la que estaba la llave apareció adherida a una jarra «en lo que pensamos que era la zona de cocina y despensa» -hacia la popa, porque ahí fue hallada una pieza de la bomba de achique-. La jarra contenía «salsa de pescado barata, típica, que las tripulaciones compraban en Ostia, el puerto de Roma, y estaba junto a pequeñas ánforas de aceite de la Bética y vino defructum, una especie de mistela cocida. Estamos estudiando los trozos de cerámica, pero todo apunta a orígenes en Cádiz y Roma, lo que confirmaría que hablamos de un transporte de línea».
Ortofoto del pecio Bou Ferrer publicada por National Geografic E.M.

Estrabón decía que los barcos más grandes que llegaban a Roma venían de la Bética, una gran cantidad. Por eso el Bou Ferrer es tan importante, por ejemplo por el hallazgo de la cinta de carena que soporta la cubierta y ayudará a entender su construcción. «Es un barco que va a resolver otras problemáticas que aparecen en contextos portuarios en Francia e Italia. Aquí tenemos un conjunto de materiales singular y con fecha cierta», concluye Carlos de Juan. Pero la excavación de un barco tan grande aún puede dar sorpresas.

Fuente: abc.es | 7 de enero de 2019

Una mujer, enterrada hace 5900 años, es la sepultura más antigua de Centroamérica (Nicaragua)

Entierro excavado de la mujer (parte superior) junto a una ilustración (parte inferior) de cómo fue depositada en un pozo ovalado hace unos 5.900 años en Nicaragua. Crédito: Roksandic M. et al., Antiquity 2018; Cortesía de BICU-CIDCA


Un equipo de arqueólogos ha descubierto el entierro humano más antiguo que se conoce en la parte inferior de América Central: los restos esqueléticos de una misteriosa mujer que vivió hace 5.900 años en lo que hoy es Nicaragua.

En general, los lugares tropicales no suelen conservar restos humanos, pero en este caso los huesos de esta vetusta mujer se han mantenido intactos debido al lugar donde fue enterrada, dijo la investigadora principal del estudio, Mirjana Roksandic (izquierda), profesora de Antropología en la Universidad de Winnipeg, en Canadá.

"La mujer fue enterrada sobre un montículo de conchas, lo cual redujo la acidez del suelo y ayudó a preservar sus restos. Los responsables del entierro crearon montículos de conchas por varias razones, entre ellas depositar a sus muertos o marcar el paisaje", informa Roksandic a Live Science en un correo electrónico.

Es increíblemente raro encontrar restos humanos antiguos en la costa caribeña de Nicaragua, un país de aproximadamente 6 millones de personas y que es la segunda nación más pobre del hemisferio occidental, según el World Factbook de la CIA. Pero a Roksandic y su equipo, que suelen estudiar los antiguos habitantes que vivieron en Cuba, les llegó la sugerencia, a través de un colega antropólogo, de que podía haber un enterramiento que valía la pena investigar en Monkey Point, una aldea costera en el sur de Nicaragua.

"Estaba encantada con la sugerencia y fui allí de inmediato a visitar el sitio y examinar el enterramiento", comenta Roksandic.
El lugar exacto, conocido como Angi, fue excavado originalmente en la década de 1970, pero los restos óseos de la misteriosa mujer se encontraron hace poco. Los antropólogos los hallaron enterrados a 2,3 metros por debajo de la superficie del suelo, e inmediatamente pidieron permiso de las comunidades locales de Rama y Kriol para continuar con su trabajo.

Perfil del enterramiento. A la izquierda, una foto tomada durante la excavación. A la derecha, un esquema que muestra las diferentes capas del yacimiento, así como el lugar donde se enterraron las conchas y el cuerpo. Crédito: Roksandic M. et al., Antiquity 2018; Cortesía de BICU-CIDCA.

Poco después, comprobaron que la mujer había sido enterrada de espaldas, con las piernas flexionadas hacia el estómago y los brazos extendidos a lo largo de los costados de su cuerpo, en un pozo ovalado.

El análisis reveló que la mujer era adulta, pero no particularmente mayor, probablemente tendría entre los 25 y 40 años. No era muy alta, medía 150 centímetros, que es una estatura corta según los estándares de América del Norte y del norte de Europa, pero no para los estándares de América Central u otras poblaciones más al sur, señala Roksandic.

El radio izquierdo (hueso del brazo) de la mujer enterrada. Obsérvese las marcas del hueso, las cuales sugieren que ella era musculosa. Crédito: Roksandic M. et al., Antiquity 2018

A pesar de su pequeña estatura, "la mujer había desarrollado fuertemente la musculatura de los antebrazos, posiblemente derivado de remar o de realizar actividades similares", destaca Roksandic. Incluso, hoy en día, los individuos locales son expertos y fuertes remeros.
"Mientras estábamos en la aldea de Bankukuk Taik, la co-investigadora del estudio, Harly Duncan, nos presentó a una anciana de la localidad de Rama que había remado ese mismo día durante 4 horas para visitar a su familia", dijo Roksandic. "Tenía 82 años. Y los niños de 9 años suelen remar en canoas por las islas de Rama".

Además, al igual que otras personas que comen una buena cantidad de mariscos, la mujer enterrada tenía un gran desgaste en los dientes, apunta Roksandic.

Isla de Rama Cay (Nicaragua)

Dado que pocos restos humanos antiguos se suelen encontrar en lugares tropicales, poco se sabe acerca de las culturas indígenas de la zona inferior de América Centra. Y si bien las personas que construyen los montículos de conchas mencionados son a menudo pescadores, recolectores y horticultores, "sin un estudio adicional del lugar, no es posible determinar quiénes fueron y por qué colocaron el entierro allí y cuál es el significado de este individuo en particular", explica Roksandic.

En el mundo de la antropología el tiempo es esencial, ya que Monkey Point pronto se verá afectado por la construcción de un canal y otros proyectos en desarrollo.

Los restos de la mujer se encuentran actualmente en el Museo Histórico Cultural CIDCA de la Costa del Caribe, dijeron los investigadores. Las comunidades locales, que trabajan con los antropólogos para preservar su patrimonio, decidirán qué sucederá con los restos óseos.
El estudio fue publicado en la edición de diciembre de la revista Antiquity.

Fuente: livescience.com| 2 de enero de 2019