Crean nuevo algoritmo para resolver puzzles o rompecabezas arqueológicos

Un equipo de investigadores del Technion, perteneciente a la Universidad de Haifa (Israel), ha desarrollado un nuevo enfoque en los algoritmos de visión por computadora con el fin de resolver algunos rompecabezas o puzzles arqueológicos. En su artículo, pre-publicado en ArXiv, introducen un algoritmo general que puede reorganizar, automáticamente, fragmentos de artefactos arqueológicos.

De acuerdo con el grupo de investigación, este ha sido un problema no resuelto durante muchos años, y hay numerosas áreas en que se trata de aplicar, como pueden ser documentos deteriorados, edición de imágenes, biología y arqueología.

El primer intento computacional para resolver este tipo de problemas data de 1964, el cual podía resolver un puzle de nueve piezas. Hoy, los algoritmos modernos están diseñados para trabajar con imágenes naturales, haciendo comparación de colores, de formas o una combinación de ambas técnicas.

Resultados de la extrapolación. Los límites originales están marcados en amarillo. Obsérvese cómo los patrones continúan bien en (a) - (c). Sin embargo, en (d) el círculo amarillo no continúa como se esperaba, debido a la falta de trozos similares.

Los investigadores del Technion decidieron centrarse en los puzles arqueológicos, dado que la mayoría de los objetos arqueológicos se encuentran en un estado pobre o fragmentario en el momento de su hallazgo. Los arqueólogos suelen rearmar manualmente los diferentes fragmentos para poder examinarlos más a fondo. Las herramientas de visión por computadora pueden simplificar enormemente este arduo y largo proceso al automatizar la solución de los rompecabezas arqueológicos.

"Nos centramos en la arqueología no solo porque el patrimonio cultural ha sido reconocido en todo el mundo como un objetivo importante, sino también porque el dominio arqueológico expone los límites de las técnicas actuales de visión por computadora", explican los investigadores en su artículo. “Los artefactos arqueológicos no suelen estar limpios ni enteros. Al contrario, están rotos, erosionados, con 'ruido', y, en última instancia, es extremadamente desafiante para los algoritmos que los analizan o reensamblan. Por lo tanto, desde el punto de vista de la visión, la arqueología es un área de aplicación muy estimulante".

Los investigadores desarrollaron un enfoque que aborda las tres diferencias principales entre los puzles de piezas fragmentadas con imágenes naturales o imágenes de artefactos arqueológicos, y que están asociadas con la abrasión, el desvanecimiento del color y la continuidad. En los artefactos arqueológicos, la abrasión a menudo crea agujeros entre las piezas, lo que dificulta el emparejamiento de los fragmentos adyacentes. Además, el desvanecimiento del color puede dar lugar a límites equívocos, que deben distinguirse de los límites y degradados reales. Finalmente, en los rompecabezas de imágenes naturales con piezas fragmentadas existe un número fijo de transformaciones entre cualquier par de piezas, pero en los artefactos arqueológicos las transformaciones válidas pertenecen a un espacio continuo, lo que complica aún más los rompecabezas.

Paletas para el cálculo del gradiente. A medida que aumenta el número de colores (k) en la paleta, más detalles se vuelven visible. Los gradientes que aparecen primero, y se mantienen consistentes en 
muchas paletas, son más importantes y por lo tanto son ponderados de modo más fuerte.

"En este sentido, proponemos un algoritmo novedoso que maneja todas estas dificultades", escriben los investigadores. "Se basa en cuatro ideas clave. Primero, para abordar la abrasión de un fragmento proponemos extrapolarlo antes de volver a ensamblarlo. Esto reduce el problema de la continuidad (predecir cómo 'continuará' el fragmento) abordando el problema correspondiente. En segundo lugar, sugerimos un método de muestreo de transformación, el cual se basa en la noción de espacio de configuración, y que se adapta especialmente a nuestro problema".

Según el equipo investigador, en el núcleo de cualquier solución de un rompecabezas o puzzle arqueológico se encuentra la pregunta: ¿qué es lo que provoca una buena combinación de los elementos? Para responder a esto, utilizaron una nueva medida que toma en consideración las características únicas de los rompecabezas arqueológicos, incluidos los espacios entre las piezas, la decoloración del color, los límites difusos, las longitudes variables de los límites correspondientes y las transformaciones imprecisas. Además, su algoritmo coloca las piezas según su confianza en casar los elementos, lo que está influenciado por la singularidad del emparejamiento de los elementos y tamaños de los mismos.

Limitación. El algoritmo volvió a ensamblar con éxito las piezas a ambos lados de la gran brecha blanca, pero no pudo encontrar las coincidencias correctas de dicha brecha.

Los investigadores evaluaron su algoritmo en docenas de objetos arqueológicos reales del Museo Británico y en frescos de iglesias de todo el mundo. Descubrieron que su ejecución resulta extraordinariamente buena, al volver a montar con éxito la gran mayoría de los artefactos y frescos fragmentados.

Fuente: techxplore.com | 10 de enero de 2019

El Tesoro de Guarrazar: siglo y medio para resolver un enigma visigodo

El arqueólogo Juan Manuel Rojas, junto a una de las basas desenterradas en la basílica de Guarrazar. En el vídeo, los lugares donde se encontró el tesoro. VÍCTOR SAINZ / EPV.

El arqueólogo Juan Manuel Rojas ha resuelto uno de los enigmas que desde hace más de 150 años intentaban desentrañar los expertos en historia y arqueología con escaso éxito: ¿quién y por qué escondió una veintena de coronas de oro visigodas, además de numerosos cálices y cruces del valioso metal, en un paraje deshabitado a 15 kilómetros de Toledo, en el municipio de Guadamur? Es lo que se conoce como Tesoro de Guarrazar, por el nombre de la finca donde fue hallado, un relato en el que se entremezclan traiciones, robos, intrigas diplomáticas y hasta abominables criminales nazis.

Una de las coronas votivas del tesoro de Guarrazar.

Para entender la historia hay que remontarse hasta el año 711 cuando las tropas musulmanas y bereberes de Táriq Ibn Ziyad atraviesan la Península sin apenas resistencia militar. Su aplastante victoria frente a los ejércitos de don Rodrigo en la batalla de la Laguna de la Janda —también conocida como batalla de Guadalete— les había dejado el camino expedito hacia la capital del reino visigodo, Toledo.
La hipótesis hasta ahora manejada por los especialistas es que los cristianos tomaron la decisión de ocultar el tesoro real –que fueron recogiendo por todas las iglesias y palacios del reino– en una solitaria huerta para recogerlo una vez pasado el peligro. Abrieron dos fosas y en ellas vertieron coronas, cálices, joyas y cruces de oro recubiertas de gemas y esmeraldas. Durante más de 1.100 años quedaron así ocultas hasta que Escolástica Morales, hija del labrador Francisco Morales y María Pérez, sintió una necesidad fisiológica al volver desde Toledo en el verano de 1858. Al ocultarse tras unas piedras vio un hueco y dentro de él un objeto que brillaba. Padres e hija comenzaron a extraer las impresionantes piezas, las lavaron en una charca cercana, llenaron las alforjas del burro que los acompañaba y siguieron su camino en mitad de una fortísima tormenta. Lo que no sabían es que otro vecino de Guadamur, Domingo de la Cruz, les observaba a unos metros. Cuando se marcharon, él se acercó al hueco y descubrió otro de las mismas dimensiones. Allí se ocultaba la otra parte del increíble tesoro.

Reproducción de la corona de Recesvinto que se conserva en el centro de interpretación arqueológica de Guadamur. VÍCTOR SAINZ

La pregunta que queda desde entonces en el aire es: ¿por qué se ocultaron las joyas reales en mitad del campo sin puntos de referencia claros para recuperarlas? El enigma ha provocado desde su hallazgo y posterior pérdida –el conjunto fue vendido al Estado francés–numerosas polémicas políticas e históricas, que se han plasmado últimamente en dos libros: la novela El último tesoro visigido (Penguin Random House), del académico de Historia, José Calvo Poyato, y Guarrazar, el tesoro escondido, del historiador Pedro Antonio Alonso Revenga.

Juan Manuel Rojas lo explica así: “No tenía ningún sentido lo que se decía de que lo ocultaron en una huerta. Por eso, empecé a excavar en la parcela donde se halló y que en 1859 ya excavó Amador de los Rios. Él encontró diversas estructuras y restos arquitectónicos, lápidas [incluida la del presbítero Crispinus, que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional]. Pero se seguía con la teoría de la huerta. Era cuestión de verlo todo desde un punto global”. Así, con la ayuda decidida del Ayuntamiento de Guadamur, inició unas investigaciones que han dado lugar, además, a un parque arqueológico visitable.

Reproducción de la corona de Suintila, robada en 1921, que se expone en el museo de Guadamur. VÍCTOR SAINZ

Durante los últimos años han aflorado los muros de un edificio de más de 30 metros de longitud, una iglesia basilical, los restos de un posible palacio, un cementerio visigido y hasta una edificación que servía de residencia a los peregrinos. Las pesquisas de Rojas le permiten afirmar que el lugar donde se halló el tesoro era, en realidad, un complejo religioso, semejante al santuario de Lourdes (Francia), con aguas curativas propias (el pozo donde los Morales limpiaron las joyas) y donde los cristianos venían a pedir a Dios su sanación. Por eso, y dada su importancia, el tesoro real se guardaba allí, en los edificios religiosos y reales, de cuyos techos colgaban las coronas votivas de los monarcas.

Cuando sus ocupantes conocieron el avance imparable de los musulmanes, aterrados, buscaron un lugar donde enterrar las joyas. Se les ocurrió que lo mejor era meterlas en el cementerio. Allí nadie miraría. Levantaron dos lápidas, escondieron los preciados objetos, los taparon con piezas de tela y arena y volvieron a poner los cadáveres encima. Cuando Escolástica se ocultó para hacer sus necesidades más de mil años después, buscó el lugar más protegido: lo que ella no reconoció como la valla del desaparecido cementerio.

En 2014, durante las labores de excavación de uno de los grandes edificios desenterrados, la alcaldesa de Guadamur, Sagrario Gutiérrez, comenzó a remover con una palita una pequeña alberca hallada junto a una estructura arquitectónica. Buscaba encontrar de dónde procedía el manantial que llenaba la balsa. Escarbó hasta que la pala hizo aparecer algo azul: era una de las joyas que se habían desprendido de las coronas cuando los Morales las lavaron en lo que creyeron un pozo y que no era otra cosa que el lugar donde los peregrinos tomaban el agua del santuario.

Himmler entra en juego

El Tesoro de Guarrazar fue vendido en 1856 a diversos joyeros toledanos. Numerosas piezas fueron fundidas y desmontadas para hacerlas desaparecer de las autoridades y de la policía. Otras, en cambio, se conservaron y terminaron en manos del diamantista José Navarro. Este las vendió al Museo de Cluny (Francia). El Gobierno español, en mitad de un fortísimo escándalo que llegó a las Cortes, intentó recuperarlas sin éxito. Napoleón III esgrimía las más peregrinas excusas.
Finalmente, en 1941, con una Francia ocupada, el lugarteniente de Adolf Hitler, el nazi Heinrich Himmler, devolvió al Gobierno de Francisco Franco buena parte del hallazgo, además de piezas arqueológicas como la Dama de Elche. Hoy en día, gran parte del descubrimiento se puede admirar en el Museo Arqueológico Nacional y en el Palacio de Oriente, en Madrid, mientras que otras joyas se conservan en el Museo de Cluny.

"Es una historia apasionante que aún no ha acabado", señala el catedrático de Historia, José Calvo Poyato (izquierda). Domingo de la Cruz, el otro vecino que halló numerosas alhajas, agobiado por la presión, regaló a Isabel II parte de lo que encontró, incluida la corona de Suintila. Esta se guardó en la armería del Palacio Real hasta 1921, cuando fue robada". Calvo recuerda que las pesquisas policiales fracasaron, aunque estuvieron cerca de encontrarla. "¿Dónde está la corona de Suintila, el rey visigodo que expulsó a los bizantinos de la Península? Ese es otro de los misterios aún sin resolver. Indudablemente es una historia apasionante que da para muchos más libros", concluye el académico.

UN PASEO POR LA HISTORIA

Guadamur es un pequeño pueblo toledano recubierto de olivos que guarda dos joyas: su impresionante castillo (derecha) en un excelente estado de conservación y el Tesoro de Guarrazar. Sobre este último, y gracias a la cooperación público-privada, se han abierto dos lugares para conocer mejor la historia del que está considerado el más importante conjunto de joyas visigodas de Europa. En la localidad hay un centro de interpretación municipal donde se reproducen todas las coronas, cálices y cruces desenterrados en la finca de Guarrazar, además de amplios paneles que explican de manera clara el reinado de los visigodos. También se pueden admirar piezas arquitectónicas encontradas por los vecinos en la zona y que han sido donadas al Ayuntamiento.

A poco más de un par de kilómetros, se levanta un cuidado yacimiento. Incluye visitas guiadas por los terrenos y la posibilidad de hacer actividades arqueológicas y medioambientales con los niños. El precio por persona es de 8 euros, descuentos para desempleados y gratuidad para niños menores de 10 años.

Fuente: elpais.com | 17 de enero de 2019

Nuevo hallazgo de sacrificio masivo de niños de la cultura Chimú en el antiguo Perú

Las excavaciones en Pampa La Cruz se iniciaron el año pasado y fueron financiadas por la National Geographic Society. (Foto: National Geographic)

Un importante hallazgo de la cultura precolombina Chimú (norte de Perú), consistente en los restos de 132 niños sacrificados, fue confirmado este martes a Sputnik por el arqueólogo Gabriel Prieto.
"Hemos encontrado un entierro con un total de 132 niños y 262 llamas (camélidos andinos). Lo más novedoso es que dentro de ese conjunto de 132 niños, hay 10 que al parecer fueron de la élite chimú, que fueron ataviados con tocados de plumas, con vestidos pintados con materiales muy finos", explicó el arqueólogo peruano.

Gabriel Prieto lidera el equipo interdisciplinario de investigación. (Foto: National Geographic)

Prieto, quien dirige al grupo de investigadores responsables de este hallazgo, realiza sus exploraciones en una zona conocida como Pampa La Cruz, ubicada en el distrito costero de Huanchaco, provincia de Trujillo, en la región de La Libertad (norte).
El arqueólogo detalla que el hallazgo de los 132 restos de niños, cuyas edades varían entre los 6 y 14 años, es producto de un trabajo que viene realizando desde 2016 bajo el auspicio de National Geographic. Sus investigaciones se realizan en torno a la cultura Chimú, civilización que se desarrolló entre los siglos XII y XV, la cual fue conquistada por el imperio Inca alrededor de 1470.

Los estudiantes de arqueología de la Universidad Nacional de Trujillo se preparan para limpiar y catalogar cráneos del entierro masivo en Huanchaquito. El clima árido del norte del Perú momificó naturalmente muchos de los restos, que están inusualmente bien conservados. (Foto: National Geographic)

Según comenta Prieto, el hallazgo revela que la cultura Chimú no sólo sacrificaba a los niños de las clases bajas sino que “los líderes chimús también sacrificaron a sus propios hijos”, como se puede desprender del lujo con el que fueron enterrados algunos de los infantes.

Los restos de dos niños, tal vez un niño y una niña, descansan uno junto al otro en el sitio de enterramiento masivo de Pampa la Cruz en la costa árida del norte de Perú. Se encuentran entre los 269 niños que fueron sacrificados y enterrados alrededor del año 1450 d.C. en dos sitios cerca de Chan Chan, la antigua capital de los chimú. La mayoría de las víctimas fueron asesinadas con un corte en el pecho, posiblemente para extirpar el corazón, y fueron enterradas en sudarios simples.

Asimismo, según las épocas en las que se estima que se realizaron los sacrificios, la cultura Chimú hizo uso de sacrificios humanos no sólo para eventos como el fenómeno El Niño, en donde se pedía “clemencia” a la naturaleza, sino para ocasiones cíclicas que aún están pendientes de investigación.


El Niño es un fenómeno climático que consiste en el calentamiento de las aguas normalmente frías del mar de la costa norte peruana, lo cual genera un exceso de humedad en el ambiente y consecuentemente lluvias que provocan inundaciones, deslizamientos de tierra y desborde de ríos. El fenómeno El Niño se da durante los meses de verano en Perú, entre enero y marzo, con ciclos e intensidades variables.

De acuerdo al arqueólogo, los sacrificios infantiles no sólo jugaron un papel importante en los rituales religiosos de los chimús, sino que “alrededor de ellos giraba una industria artesanal”.


Un tocado de plumas de guacamayo adorna el cráneo de un niño sacrificado que tiene el pelo hasta los hombros. Los investigadores dicen que el tocado indica que los jóvenes pueden haber sido de una familia de élite. FOTOGRAFÍA DE REBECCA HALE, PERSONAL NGM.

“Así como los egipcios desarrollaron una industria de lo fúnebre con la construcción de mausoleos monumentales o sarcófagos, parece que los chimús tenían las mismas intenciones de acompañar sus sacrificios con telas pintadas, artefactos de metal o el comercio de plumas exóticas traídas desde la Amazonía”, detalla el experto.
Según refiere, los entierros descubiertos se habrían realizado incluso en años en los que los chimús ya habían sido conquistados por los incas, con quienes compartían la práctica del sacrificio infantil como un ordenado acto ritual.

“Un niño representa desarrollo, progreso, oportunidad y los niños en la cultura chimú tuvieron ese mismo valor. No solamente fueron carne de cañón, pues sus cuerpos han sido debidamente tratados, los han puesto en una posición específica (en los entierros). Esto no sólo se trata del acto de matarlos sino de enterrarlos en un orden muy estructurado”, detalla el arqueólogo.

Cuchillo ceremonial usado para los sacrificios chimúes. (Foto: National Geographic)

Este hallazgo del equipo dirigido por Prieto se suma al revelado en abril del año pasado, cuando se hallaron los restos de 137 niños sacrificados en una zona cercana a Pampa La Cruz, y que se considera el hallazgo infantil fúnebre más importante descubierto en América.

Fuentes: elcomercio.pe | nationalgeografic.com | 17 de enero de 2019

Hallan en China un humano antiguo que presenta un desarrollo dental muy similar al del ‘Homo sapiens’

Fósil del joven de Xujiayao/Song Xing, Academia China de Ciencias.

Investigadores de seis países, entre ellos científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, han encontrado por primera vez un humano antiguode hace entre 104.000 y 224.000 años- que presenta un desarrollo dental muy similar al del Homo sapiens o humano moderno.

El estudio pone sobre la mesa una interesante hipótesis: dos especies diferentes adquirieron de manera independiente y convergente el mismo patrón de crecimiento y desarrollo.

Así lo apunta a DiCYT el investigador del CENIEH, José María Bermúdez de Castro (izquierda), quien explica las implicaciones del importante hallazgo. “Hasta el momento, los miembros de ‘Homo sapiens’ nos consideramos únicos por el hecho de tener un desarrollo lento y complejo que termina hacia los 18 años. Ningún primate vivo tiene los cuatro períodos de nuestro desarrollo: infancia, niñez, fase juvenil y adolescencia”. En cambio, este nuevo descubrimiento sugiere que “no somos tan únicos como habíamos pensado”.

A partir de un maxilar juvenil encontrado junto a restos de animales fósiles y herramientas en un yacimiento del valle de Nihewan, en el norte de China, los científicos comprobaron que el niño o niña al que perteneció este fósil –de aproximadamente 6,4 años de edad-, falleció con un desarrollo dental similar al que tendría un chico o chica actual. “Es un dato sorprendente puesto que, de acuerdo a lo que sabíamos hasta el momento, los humanos del finales del Pleistoceno Medio tenían un desarrollo más acelerado que el nuestro”, señala.

El maxilar juvenil conserva siete dientes en diferentes etapas de su desarrollo. El equipo de investigadores estudió el estado de desarrollo relativo de este individuo, conocido como el joven de Xujiayao, respecto al de un humano moderno de la misma edad, una tarea que no fue nada fácil. Los científicos tuvieron que recurrir a técnicas muy complejas, como la gran Instalación del Sincrotrón de contraste de fase de Grenoble (Francia). También se emplearon otras herramientas como la microtomografía computarizada o micro-CT, y los resultados se apoyaron en trabajos previos realizados sobre otros fósiles.

Vista del incisivo y canino de Xujiayao / Song Xing y Paul Tafforeau.

“Los dientes conservan una serie de marcas de por vida que sirven como una especie de ‘reloj biológico’ y permiten saber con gran precisión el tiempo que han tardado en formarse coronas y raíces. Este tiempo está relativamente bien correlacionado con el desarrollo general del individuo. Tal es así, que si sabemos el tiempo de formación de los dientes fósiles podemos inferir mucho sobre la biología del desarrollo de las especies fósiles”, subraya el investigador del CENIEH.

Debbie Guatelli-Steinberg (derecha), coautora del estudio y profesora en la Universidad Estatal de Ohio, indica que el conocido como joven de Xujiayao “es el fósil más antiguo encontrado en el este de Asia que tiene un desarrollo dental comparable al de los humanos modernos", lo que puede sugerir que “estos humanos arcaicos tuvieron un desarrollo lento, como el de los humanos modernos, con un período prolongado de dependencia infantil".


"No sabemos exactamente dónde encaja este enigmático hominino de Asia oriental dentro de la evolución humana", afirma Song Xing (izquierda), de la Academia China de Ciencias y autor principal del estudio. "Tiene algunas afinidades con parientes humanos arcaicos como los denisovanos y los neandertales, así como algunas características más modernas. Es un extraño mosaico", agrega.
El primer molar de este niño, lo que hoy se denomina el molar de los seis años, había salido unos meses antes de la muerte y comenzó a desgastarse un poco. Tres cuartos de la raíz estaban completos, algo muy similar a lo que ocurre en los humanos actuales.

"Este joven estaba creciendo, al menos de manera dental, con un desarrollo similar al de la gente moderna", explica Mackie O'Hara (derecha), coautora del estudio y antropóloga de la Universidad de Ohio.
Si bien el desarrollo dental de este juvenil sugería que tenía un curso de vida lento similar al de los humanos modernos, Guatelli-Steinberg advirtió que no se puede saber qué sucede posteriormente. "Sería interesante ver si el desarrollo dental en la infancia posterior, como el de los terceros molares, también era similar a los humanos actuales", concluye.

Un gran trabajo colaborativo

En el estudio, que publica hoy la revista Science Advances, participan científicos de China, Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Sudáfrica. El equipo de Bermúdez de Castro es colaborador habitual de los investigadores de Pekín. En 2013, viajaron a China por segunda vez para continuar con esta cooperación.

“Puesto que yo mismo he trabajado en este tema durante algún tiempo, advertí de las posibilidades del estudio de este fósil desde el punto de vista del desarrollo dental”, asegura Bermúdez de Castro, quien recuerda que los resultados no fueron convincentes en un primer intento por falta de medios técnicos.

Reconstrucción original del fósile de Xujiayao (A y C) y μCT de todos los dientes (B y D). (A y B) Vista inferior. (C y D) Vista superior. (A y C) Fotografia por SX del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados, Academia China de Ciencias.

Song Xing buscó alternativas como el uso de la gran instalación de Grenoble, el Sincrotrón. Después de obtener los datos en los dientes -que tuvieron que viajar desde Pekín hasta Francia-, el equipo del CENIEH colaboró en la interpretación de los resultados.
“Esta colaboración ‘de muchos ojos’ revisando los datos era necesaria. El trabajo ha tenido una historia compleja, porque sus conclusiones son rompedoras. No ha sido sencillo responder a las críticas de los revisores externos, que finalmente se han rendido ante las evidencias incontestables”, concluye Bermúdez de Castro.

Fuentes: decyt.com | agenciasinc.es | 16 de enero de 2019

Momias, fetiches y museos sobre el pasado indígena de Canarias

Fisonomía de la momia guanche del Museo Arqueológico Nacional, a partir de imágenes de escáner. Foto MAN.

El pasado 10 de enero se daba a conocer en los medios de comunicación la datación de la momia guanche expuesta en el Museo Arqueológico Nacional (MAN), en Madrid. Tal y como recoge el interesante trabajo de investigación publicado en el Boletín del MAN-1, se trata de un guanche de entre 35-40 años de edad, que vivió en el siglo XIII de nuestra Era, es decir, apenas 200 años antes de la conquista de Tenerife en 1496. En los rasgos faciales destaca la boca por su tamaño y por el grosor de los labios, a pesar de estar deshidratados. Como confirma el estudio antropológico, este guanche presenta rasgos negroides, lo que apoya el origen africano de sus ancestros.

La momia no conserva el cabello original: el que tiene está compuesto por mechones independientes, pegados por medio de uno o varios adhesivos, que conforman una peluca de color castaño, con matices rojizos. Asimismo, en el pecho se encuentra un parche grande de piel adherido a la momia, probablemente de piel de ovicáprido, que casi con toda seguridad se añadió ya en la Península, para adecentar los desperfectos que tenía en esa zona. Esta práctica, consistente en recomponer las momias guanches, también se ha documentado en otros ejemplares, pues desde el siglo XIX fue frecuente “adecentarlas” para su exhibición en los museos. Los bienes expuestos debían responder a unos criterios estéticos que los hicieran más verosímiles.

Este tipo de estudios interdisciplinares con momias, en el que participan arqueólogos y médicos especialistas en diagnóstico por imagen, permite avanzar en el conocimiento de nuestro pasado indígena. Es un trabajo necesario que permite ahondar en la comprensión de nuestra cultura primigenia. Pero ¿es pertinente la exposición pública de la momia en cuestión? ¿Debe seguirse apostando por la visión fetichista del patrimonio, al tratarse la momia como un objeto de consumo cultural? ¿Por qué se mantiene viva esta forma decimonónica de comunicar el patrimonio? ¿Se deben exponer restos mortales con la categoría de bienes materiales, tales como cerámicas, joyas, tesoros…? ¿Tendría el mismo impacto mediático y de público la exposición de los resultados de la investigación en las salas del museo, pero sin la momia?
No voy a entrar en el debate sobre si esta momia debería estar en Madrid o en Canarias. Prefiero ir a la raíz del problema.

¿Se expondrían, en las vitrinas de un museo, los restos mortales de cualquier soldado castellano de la época, para explicar los traumatismos óseos ocasionados por las batallas contra los guanches? ¿Se expondrían sus restos mortales para explicar la conquista de Canarias? ¿Qué vacíos presentan los estudios antropológicos de los castellanos del siglo XV? ¿Por qué se han puesto tantas “trabas” e impedimentos a las excavaciones en las iglesias canarias con enterramientos europeos de entre los siglos XV-XVII? ¿Acaso porque hay enterrados en ellas descendientes de familias canarias de noble abolengo? Sirvan como ejemplos los casos de la Ermita de San Benito Abad, en La Laguna, o de la Iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, en Santa Cruz de Tenerife.

¿Por qué sólo se “exhibe” al indígena canario en los museos, y no al conquistador? ¿Acaso porque sus restos son profanos y no proceden de un camposanto? ¿Acaso porque la momia pertenece a una cultura más exótica? ¿Acaso porque no tienen voz en la Canarias contemporánea?
¿Qué y quiénes legitiman este trato dado a los restos mortales del pasado? ¿Es la distancia cronológica, apenas 200 años, un argumento para decidir quién ocupa el “honroso” espacio de una vitrina? ¿Es el tiempo transcurrido desde la muerte el factor que convierte en más o menos exóticos, o interesantes, a unos restos mortales?

Y algo que no debemos obviar: ¿qué dice nuestra Ley de Patrimonio al respecto? ¿Y el Proyecto de Ley de Patrimonio Cultural que se debate estos días en el Parlamento de Canarias? Pues no dicen nada… Bueno, sí: el Artículo 87 del referido Proyecto de Ley concibe y trata a los restos humanos de los indígenas canarios como bienes materiales muebles, es decir, igual que si fuesen cerámicas o ídolos, sin tener en cuenta por tanto su especial carácter sensible. El marco legal internacional es abrumador al respecto: desde la UNESCO, entre otros organismos y entidades, se han desarrollado medidas legales específicas para abordar esta problemática, tal y como ya hemos reflejado en otro artículo publicado en este medio el pasado 5 de enero de 2019.

En Canarias, quizás, sólo quizás, la mirada hacia nuestro pasado sigue estando impregnada por el colonialismo, por el encubrimiento del otro, por un discurso del poder que se retroalimenta con el paso de los años. Parece evidente que la preservación de la herencia indígena canaria es un ejemplo típico de objetivación de la cultura, como si se tratase de un organismo de características culturales estáticas y que queda en posesión de la nación. Por tanto, la definición, el inventario y el enfoque de lo que se considera como una “auténtica” cultura indígena, está inmerso en una visión del mundo occidental o globalizado.

En este sentido, en pleno siglo XXI, son muchos los retos –no sólo legislativos, sino también éticos y museográficos– a asumir en el contexto de la arqueología europea y, en particular, de la arqueología canaria, aún no “de-construida” y no “descolonizada”.
Los museos del futuro deben apostar por las experiencias participativas, la realidad virtual o el desarrollo de estrategias digitales efectivas, y sobre todo, deben saber gestionar de forma eficiente la obsolescencia del conocimiento e incorporar prácticas deontológicas que permitan que los restos humanos no sean tratados como meros objetos o cosas. Sólo así se respetará la dignidad humana intrínseca de la persona que representan.

1- Gómez Espinosa, T.; Carrascoso Arranz, J. y Badillo Rodríguez-Portugal, S. (2018). “La momia guanche del Museo Arqueológico Nacional. De las fuentes históricas a la tomografía computarizada”. Boletín del MAN, número 37, páginas: 453-470.

Fuente: elapuron.com| 14 de enero de 2019