Establecen nuevas teorías sobre el origen de los bloques pétreos de Stonehenge



  • El monumento neolítico está hecho de piedras de origen local y distante.
  • La 'Piedra del altar' ha estado vinculada durante mucho tiempo a Milford Haven, en Pembrokeshire
  • Esto condujo a la teoría de que las piedras viajaban por mar y hasta el Canal de Bristol
  • Un nuevo análisis encontró que la Piedra del Altar no coincide con las rocas de Milford Haven
  • Por lo tanto, ahora no hay 'evidencia científica' para apoyar la teoría de la balsa, dijeron los expertos
  • En cambio, parece más probable que las piedras recorrieran una ruta similar a la A40


  • Los bloques de piedra azul de Stonehenge llegaron por tierra, concluyen los arqueólogos, desmintiendo la teoría de que las losas gigantes fueron transportadas en balsa desde Gales a la llanura de Salisbury.

    Desde hace tiempo se sabe que el famoso monumento neolítico está formado por piedras locales y algunas de fuentes más lejanas, en las colinas Preseli de Gales. El debate sobre qué camino tomaron estas rocas hacia Stonehenge ha estado anclado durante mucho tiempo debido a un bloque único llamado 'Piedra del Altar', que se cree que se recolectó en el camino.

    Una teoría popular había sugerido que la 'Piedra del Altar' provenía de la costa de Pembrokeshire, en Milford Haven, junto con bloques que luego se llevaron navegando por el Canal de Bristol.

    Sin embargo, un nuevo análisis de la antigüedad y composición mineral de la 'Piedra del Altar' y su supuesta fuente revelaron que los dos resultados no coinciden. En cambio, es probable que la 'Piedra del Altar' provenga de más hacia el este, cerca de la ciudad moderna de Abergavenny, lo que sugiere que los bloques pétreos denominados 'piedras azules' fueron transportadas por tierra. De hecho, las piedras pudieron haber seguido una ruta bastante similar a la carretera troncal A40 que conecta Gales con Londres.

    Construido alrededor de 3.000–2.000 a. C., Stonehenge contiene varias agrupaciones de rocas: las 'piedras sarsen' de color verde grisáceo, las llamadas 'piedras azules' y la 'piedra del altar' de color verde púrpura.

    Los bloques de piedra arenisca, los más prominentes de Stonehenge, se obtuvieron localmente, de Marlborough Downs, a tan solo 32 kilómetros del sitio del monumento.
    Sin embargo, es menos obvio la procedencia de las llamadas 'piedras azules', un término utilizado para referirse a todas las rocas no locales que conforman el resto del monumento. Se componen principalmente de bloques relativamente pequeños de rocas ígneas, 'dolerita' y 'riolita', pero también incluye a la llamada 'Piedra del altar', que es distinta.

    Hecha de una piedra arenisca rica en mica, y geológicamente más joven, la 'Piedra del Altar', o 'Piedra 80', es un bloque plano de 2 metros de ancho que se cree que pesa alrededor de 6 toneladas, y actualmente está parcialmente oculta bajo dos 'piedras sarsen' caídas.

    El primer análisis detallado de las 'piedras azules' fue realizado por el geólogo y arqueólogo británico Herbert Henry Thomas en 1923, quien vinculó la mayoría de las piedras con rocas encontradas a unas 240 kilómetros de distancia, en las colinas Preseli del norte de Pembrokeshire, Gales.
    En contraste, el Dr. Thomas sugirió que la 'Piedra del Altar' coincidía con dos afloramientos de rocas similares que se encuentran más al sur. El primer afloramiento es el llamado 'Formación Senni', que se puede encontrar entre Kidwelly y Abergavenny, en el sur de Gales, y el segundo es el llamado 'Subgrupo Cosheston', que se encuentra a orillas de Milford Haven, en Pembrokeshire.

    La noción de que la 'Piedra del Altar' provenía de Milford Haven tuvo una profunda influencia en las teorías sobre cómo las 'piedras azules' fueron transportadas a Stonehenge, con la idea de que la misma pudo haber sido recolectada por el camino.

    En consecuencia, muchos expertos sugirieron que, desde Milford Haven, las 'piedras azules' y la 'Piedra del Altar' se transportaron en balsas por el Canal de Bristol, antes de viajar en su tramo final a Salisbury Plain por tierra. Esta teoría se había demostrado tan popular, que, desde entonces, se han realizado varios intentos para recrear semejante viaje.
    Sin embargo, estudios recientes han cuestionado la conexión original entre la 'Piedra del Altar' y los afloramientos de arenisca del sur de Gales en Pembrokeshire, y por tanto desafían la noción de que los bloques viajaran por mar desde Milford Haven.

    Algunos investigadores incluso han concluido que las 'piedras azules' provenían del flanco norte de las colinas de Preseli, lo que significa que para llevarlas hasta Milford Haven, y luego por mar, primero tendrían que haber sido arrastradas tortuosamente por las colinas.

    En su nuevo estudio, el arqueólogo Rob Ixer (izquierda), del Colegio Universitario de Londres, y sus colegas, volvieron a examinar tanto la 'Piedra del Altar' como las areniscas del subgrupo Cosheston, su fuente propuesta en Milford Haven.

    El equipo utilizó técnicas avanzadas de espectroscopía de rayos X para determinar la composición mineral exacta de las rocas, y midió las relaciones de isótopos de pequeños cristales de circón para determinar la antigüedad de cada arenisca. Los resultados, dijeron los investigadores, 'muestran que la 'Piedra del Altar' no pudo provenir de las areniscas expuestas en Milford Haven. "Su perfil de mineralogía y la antigüedad del circón son muy diferentes".

    Al comprobarse que la 'Piedra del Altar' no proviene de Milford Haven en absoluto, explica el equipo, ya no hay 'evidencia científica' para la idea de que las piedras azules fueron transportadas hacia el sur desde las colinas de Preseli hasta Milford Haven y luego transportadas por hasta el emplazamiento de Stonehenge. "El estudio destruye totalmente la teoría de la balsa. La expulsa del agua", añadió el Dr. Ixer. "Este es nuestro segundo reexamen de las 'piedras azules', pero es nuestro primer hallazgo importante".

    "La búsqueda ahora es encontrar la fuente real de la 'Piedra del Altar'. Podemos excluir áreas en el oeste de Gales, ya que no hay fuentes geológicas adecuadas para ello", dijeron los investigadores.

    En la imagen, mapas de partículas de colores falsos que muestran los minerales que forman la 'Piedra del Altar' (arriba) y una muestra de arenisca de Milton Haven (abajo). A escala microscópica son distintas.


    El Dr. Thomas había sugerido originalmente que la 'Piedra del Altar' podía coincidir con dos afloramientos de roca similar que se encuentran más al sur. El primero fue la llamada 'Formación Senni' (se muestra en color naranja), que se puede encontrar entre Kidwelly y Abergavenny, en el sur de Gales, y el segundo fue el llamado 'Subgrupo Cosheston' (en color verde), que se encuentra en las costas de Milford Haven, en Pembrokeshire. En la foto, mapa geológico del sur de Gales

    Una posibilidad es que la otra sugerencia del Dr. Thomas, que la 'Piedra del Altar' provenía de la 'Formación Senni' del área de Abergavenny, cerca del límite de la nación Inglaterra, está más cerca de Stonehenge.

    "Esta sección oriental de la 'Formación Senni' se encuentra en una ruta natural que conduce desde el oeste de Gales hasta el estuario del Severn y más allá", escriben los investigadores.
    "Constituida hoy por la carretera A40, su ruta a lo largo de los valles puede haber sido importante en la prehistoria, lo que aumenta la posibilidad de que la 'Piedra del Altar' se haya agregado al conjunto de 'piedras azules' de Preseli que fueron llevadas a Stonehenge alrededor del 3000 a. C.", agregan.

    En esta teoría, las 'piedras azules' de las colinas de Preseli habrían sido transportadas más allá de Abergavenny, donde se recogió la 'Piedra del Altar', antes de cruzar el río Severn cerca de Gloucester y luego dirigirse hacia el sudeste hacia la llanura de Salisbury. Sin embargo, para determinar la ruta exacta que tomaron las 'piedras azules', la fuente precisa de la 'Piedra del Altar' todavía tiene que ubicarse, advirtien los investigadores.
    "Cuando se localiza la fuente, se pueden explorar las posibilidades de las rutas de transporte", agregaron.

    Los hallazgos completos del estudio fueron publicados en el Journal of Archaeological Science.

    Fuente: dailymail.co.uk| 1 de julio de 2020

    Ya había pescadores y recolectores de marisco en Cartagena hace 12.000 años

    Cueva del Caballo en Isla Plana / Ayto. Cartagena

    Los grupos cazadores y recolectores de la costa mediterránea ya explotaban el medio marino para sostener buena parte de su economía entre el Pleistoceno y el Holoceno, hace más de 12.000 años.
    Así lo pone de relieve un estudio realizado por un equipo de investigadores de diferentes instituciones, el cual confirma que el contexto económico que marcó la transición entre el último período glacial y el comienzo del Holoceno fue mucho más complejo y variado de lo que hasta ahora se creía.

    Las conclusiones de este trabajo han sido publicadas en la revista The Journal of Island and Coastal Archaeology, y en él han participado los doctores Dídac Román, de la Universidad Jaime I de Castellón; Miguel Martínez Andreu, del Museo Arqueológico Municipal de Cartagena; Gustau Aguilella, del Servicio de Investigaciones Arqueológicas y Prehistóricas de la Diputación de Castellón; José María Fullola y Jordi Nadal, del Seminario de Estudios e Investigaciones Prehistóricas (SERP) de la Universidad de Barcelona.

    Cueva de la Higuera, Murcia.

    Las investigaciones se han centrado en el estudio de diez yacimientos costeros jalonados a lo largo de la fachada mediterránea ibérica, desde Tarragona hasta Málaga, y los análisis que en ellos se han llevado a cabo han permitido la correlación de las diferentes estaciones prehistóricas.

    Para ello ha sido necesario contar con nuevas dataciones absolutas, y disponer de un modelo digital que permitiera calcular la distancia real de cada uno respecto a la línea de costa en los momentos de su ocupación, estimando tanto los recorridos como los diferentes ambientes que frecuentaron en razón de las especies marinas que se han encontrado en varios yacimientos: La Cativera, Càmping Salou y Solà d'en Pep (Tarragona); L'Assut y La Cova (Castellón); El Collado (Valencia) y Nerja (Málaga). En Cartagena se han estudiado las cuevas del Caballo y La Higuera en Isla Plana, así como la del Algarrobo en Mazarrón.

    En las conclusiones del trabajo se valoran la variedad y complejidad de las estrategias de captación de recursos marinos que estos grupos ya practicaban al final del Paleolítico, que no sólo se ceñían a la recolección de moluscos, sino también a la pesca.


    Trabajos arqueológicos en la Cueva del Algarrobo, Murcia.

    A pesar de las diferencias que existen con los ambientes del Cantábrico y el Atlántico, donde los lugares con este tipo de explotaciones son más numerosos y más densos que los del ámbito Mediterráneo (debido en buena parte a su menor salinidad, a la riqueza y diversidad de nutrientes movilizados por las corrientes marinas frías, y a la amplitud de sus mareas) lo cierto es que la fachada mediterránea ibérica ya potenciaba en ese mismo tiempo, entre 13.000 y 9.000 años, un modelo de economía que combinaba la caza, la recolección de plantas y frutos, el marisqueo y la pesca, no muy diferente del practicado por los cazadores de las costas atlánticas.

    Según los mismos autores, el escaso desarrollo que la plataforma continental sumergida tiene en esta porción del territorio, y las grandes profundidades que se alcanzan bajo ella, han hecho que el impacto de los ascensos y descensos del nivel del mar no supongan grandes cambios en las distancias con las estaciones, que en líneas generales muestran durante este período un aprovechamiento de los recursos marinos mucho más intenso de lo que hasta ahora se pensaba.

    Fuente: cadenaser.com | ub.edu | 25 de junio de 2020

    Cómo afectó a la salud humana el mestizaje con los denisovanos

    Reproducción de neandertal en el Museo de Historia Natural de Londres © CC BY 2.0 / Paul Hudson

    Se sabe que el ser humano cuenta con genes de otras especies de homínidos, entre otros, los neandertales y los denisovanos. Hace decenas de miles de años el mestizaje con denisovanos afectó la salud de los humanos de hoy en día, principalmente melanesios, pero también nativos americanos.
    Una investigación realizada en el Instituto de Investigación Genómica y Genética sin fines de lucro Wellcome Sanger Institute y publicado en Cell, revela que la herencia del homínido de Denísova tiene una influencia importante en la respuesta a la infección viral entre la mayoría de los papúes de Nueva Guinea.

    Ahora sabemos que si eres melanesio puedes tener un 2,8% de genes denisovanos, de ese misterioso homínido que invadió Eurasia hace decenas de miles de años. Algunas mutaciones genéticas son neutrales y pueden propagarse por deriva genética aleatoria y, en un entorno dado, algunas pueden prosperar o no prosperar.

    En la investigación identificaron alrededor de 10 variaciones en los melanesios que se originaron en los denisovanos y parecen haber persistido gracias a la selección natural. Entre ellas había un gen conocido como AQR. Los papúes tienen una variante de este gen heredado de los denisovanos que afecta a la forma en que sus sistemas inmunes reaccionan a los virus. Eso es lo que los expertos llaman una "variante médicamente importante".

    "Se cree que la población que dio origen a todos los humanos modernos de hoy se cruzó con los neandertales tan pronto como se expandieron fuera de África hace unos 60.000 años. El mestizaje con los denisovanos se estima que ocurrió hace unos 50.000 años", dice Mohamed Almarri (izquierda), el autor principal del estudio, a Haaretz.

    "La población humana moderna que dio origen a los papúes modernos se cruzó posteriormente con una población denisovana, lo que resultó en una gran proporción en su genoma que es de ascendencia denisovana y que no se encuentra en Eurasia", agrega.

    En Asia oriental, aproximadamente el 0,2% de nuestro ADN es de origen denisovano; en los europeos es aún menos; y en los papúes y los aborígenes australianos es del 2,8 al 3%. Almarri señala que los papúes y los aborígenes australianos eran una población que se separó hace unos 37.000 años.
    También descubrieron que los nativos americanos, que originalmente provenían de Asia y cruzaron hacia América hace unos 20.000 años, cuando los niveles del mar eran bajos, tienen deleciones (pérdida de material genético) en su gen MS4A1 que herederaron de los neandertales y podrían afectar a la forma en que se trata la leucemia.

    Huellas denisovanas en Nueva Guinea

    El gen AQR, característico de los papúes, desempeña un papel importante en la detección de virus y en la regulación de la respuesta antiviral immune. “Otros estudios han demostrado que el gen AQR reconoce y regula la respuesta a los virus, tal como el VIH".

    Los papúes también presentan un gen único llamado JAK1, que codifica una proteína que es importante en la señalización de las citocinas, un proceso en el que las células inmunes se comunican entre sí. Eso también vino de los denisovanos.

    Los australianos aborígenes probablemente también tienen comúnmente variantes de deleción de AQR: "El mestizaje con los denisovanos ocurrió antes de que las dos poblaciones se separasen", dice Almarri, pero no se puede verificar porque el proyecto de diversidad del genoma humano en el que se basó el trabajo no contiene poblaciones aborígenes australianas.
    "Un atributo denisovano que conocemos hoy se encuentra en los tibetanos, quienes heredaron su tolerancia a la altitud extrema. Pero la proporción tibetana de la herencia denisovana no es excepcional", agrega Almarri.

    Otros ejemplos del estudio señalan que todas las poblaciones africanas incluidas en el estudio portaban múltiples copias del gen HPR, que confiere resistencia a la enfermedad del sueño. O los cazadores-recolectores Mbuti de la selva tropical de África Central que tienen una "mutación privada" (un 54% de ellos) o receptor en las células inmunes que les permite a estas reconocer las células "extrañas".

    El descubrimiento de las variaciones previamente desconocidas en genes médicamente importantes podría afectar la eficacia de los tratamientos médicos en ciertas poblaciones, resume el equipo. Lo que funciona en una población podría no funcionar en otra.
    "La conclusión de todo esto es que claramente necesitamos más genomas de referencia de diversas poblaciones", resume Almarri.

    Fuente: mundo.sputniknews.com | 16 de junio de 2020

    Revelan que el ADN neandertal apenas tiene influencia sobre rasgos complejos

    Homo neanderthalensis por Thomas Vogt-Flickr (CC BY-SA 2.0). LWL Museo de Historia Natural, Münster, Alemania.

    Científicos daneses han descubierto que, al contrario de lo que se creía, el legado genético neandertal tiene poco o ningún impacto en la mayoría de los rasgos físicos o en la propensión a ciertas enfermedades.


    Hace cerca de una década, los paleogeneticistas descubrieron que entre un 1% y un 2% del ADN de la mayoría de los europeos y asiáticos modernos tiene origen neandertal. Los melanesios y aborígenes australianos, por su parte, heredaron entre un 3% y un 6% de su genoma de los denisovanos, parientes de los neandertales que vivían en Asia hace entre 50.000 y 200.000 años.
    Diversos estudios han sugerido que la herencia genética de estos humanos arcaicos tienen relación directa con una mayor propensión a ciertas enfermedades, como la depresión y la diabetes. Se cree que el ADN arcaico desempeña, además, un papel en el sistema inmune, en el formato del cráneo e incluso en características como el color de los ojos o del cabello.
    Sin embargo, un estudio publicado en Nature y llevado a cabo por científicos de la Universidad Aarhus, en Dinamarca, ha mostrado que esos factores no están necesariamente relacionados con la herencia genética neandertal.

    Los islandeses no obtuvieron sus pecas y el pelo rojo ocasional de los antepasados ​​neandertales. PHOTOALTO / ALAMY FOTO DE STOCK

    Al escanear el genoma completo de 27.566 islandeses, los investigadores terminaron con un gran catálogo de entre 56.000 a 112.000 variantes de genes potencialmente arcaicos, de los cuales un 84,5% proviene de los parientes cercanos neandertales de referencia, un 3,3% del ADN arcaico tiene origen denisovano y los 12,2% restantes son de origen desconocido.

    Para determinar si estos genes realmente causan alguna diferencia en el humano moderno, los científicos calcularon su relación con 271 rasgos fisiológicos. A diferencia de estudios anteriores, esta investigación examinó genomas completos, lo que permitió entender si influyen en estos rasgos los genes humanos modernos.

    Los científicos descubrieron que la mayoría de estas características se explicaban mejor por asociación con variantes genéticas modernas. De los 271 rasgos analizados, solamente cinco de ellos fueron notablemente influenciados por el ADN arcaico.

    "Los hombres con una variante arcaica tenían una probabilidad levemente reducida de padecer cáncer de próstata, y tanto los hombres como las mujeres que portaban otras dos variantes podrían tener una altura reducida y una coagulación sanguínea acelerada", apuntó el bioinformático Laurits Skov (izquierda), líder de la investigación, a Science Mag.

    La investigación concluyó que el ADN neandertal apenas tiene influencia sobre rasgos complejos, en los cuales, en realidad, interactúan muchos genes. Cabe destacar, sin embargo, que en el marco de este estudio no se analizaron los datos relacionados con la función inmune o la forma craneal, para los cuales sí existe una fuerte evidencia de influencia neandertal.

    Los críticos de la investigación también señalaron que hay ciertas limitaciones en estos hallazgos. Así, la bióloga computacional Janet Kelso (derecha), del Instituto Max Planck, destaca que el ADN arcaico podría tener unos efectos diferentes en los islandeses en comparación con otras poblaciones.

    Fuente: mundo.spuniknews.com | 25 de abril de 2020

    La Universidad de Valladolid investiga un monumento funerario neolítico de 25 metros en Burgos con restos de 65 personas

    Reconstrucción del dolmen de El Pendón, en Reinoso (Burgos).UNIVERSIDAD DE VALLADOLID / FRAN TAPIAS

    Hace unos 5.500 años, un grupo humano levantó un dolmen en lo que hoy es la comarca de Buraba (Burgos) y lo rodeó de un imponente complejo funerario para enterrar a los integrantes de esta comunidad neolítica. El túmulo alcanzaba un diámetro de unos 25 metros y una altura de tres, lo que les permitía, además, controlar visualmente todo el valle, algo que no era baladí en aquellos milenios, dada la inestabilidad de la zona y el rastro de muertes violentas que han hallado ahora los arqueólogos de la Universidad de Valladolid.

    Los expertos han analizado los restos de las 65 personas inhumadas dentro del monumento y han logrado reconstruir cómo vivieron y cómo murieron. Pero entre todo destaca el cráneo de una anciana (de poco más de 50 años, cuando en aquellas épocas las esperanza de vida no superaba los 40) con cuatro perforaciones en la cabeza: dos junto a los conductos auditivos y otras dos (una de ellas sin acabar) en la parte posterior del cráneo, a la altura de las órbitas oculares. ¿Un médico intentó salvarla y murió en la sala de operaciones? Un enigma que trae de cabeza al equipo que dirige el catedrático de Prehistoria, Manuel Rojo Guerra (izquierda), que, de momento, ha sido capaz de desentrañar la evolución de este complejo en el que se entremezclan también niños incinerados, violencia extrema, una avenida pavimentado con huesos humanos y un extraño final. Un puzle cuyas piezas empiezan a encajar en el laboratorio.

    Reinoso es un pequeño pueblo burgalés de una veintena de vecinos que ha apostado por dar a conocer, conservar y divulgar su historia apoyando la investigación, junto con la Diputación de Burgos y la Junta de Castilla y León. En lo que ahora es su término municipal, en el IV mileno antes de nuestra Era, se erigió este imponente sepulcro donde descansaría esta comunidad del Neolítico “como representación y referencia del grupo”, explica el catedrático Rojo.

    Foto: El equipo de arqueólogos ha excavado durante un mes en el monumento megalítico. - Foto: S.F.L.

    El enterramiento incluía un corredor de acceso de 10 metros y una cámara funeraria subterránea de tres de diámetro. Se construyó con enormes lajas de piedra caliza extraídas de las proximidades. Y así fue durante 300 años hasta que algo ocurrió a finales del IV milenio, según las pruebas de Carbono-14. “De manera repentina, el lugar dejó de tener una función funeraria para convertirse en un referente ceremonial donde realizar actos religiosos”, indica Cristina Tejedor-Rodríguez (derecha), codirectora de los trabajos arqueológicos.

    Los pobladores, sin una razón que se conozca aún, comenzaron a desmantelar el gran pasillo de acceso y la mayor parte del túmulo que rodeaba el sepulcro colectivo. Trasladaron las grandes piedras que se alzaban a ambos lados del pasillo y las sustituyeron por bloques de arenisca rojiza. Luego, cubrieron la calzada con huesos de sus antepasados. Las enormes piedras del corredor fueron, además, reutilizadas para sellar la cámara funeraria –esta no fue desmontada- con la finalidad de “evitar futuras violaciones del recinto sagrado de los ancestros”.

    Toda esta trasformación se acompañó, además, de un acto ceremonial sorprendente. En lo que era la entrada a la cámara funeraria se encendió una enorme pira donde fueron calcinados restos humanos, preferentemente infantiles. Poco después, "toda la plataforma que había quedado libre por el desmantelamiento de la mayor parte del túmulo, fue pavimentada con piedras planas creándose un lugar de culto y celebración de ceremonias cíclicas al amparo de un halo místico”, explica el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid.

    Foto: Las lajas de arenisca que el arqueólogo Manuel Rojo señala delimitan el pasillo de la tumba.

    El estudio osteoarqueológico preliminar, llevado a cabo por Sonia Díaz Navarro (izquierda), miembro del equipo de Rojo, desvela que, al menos, 65 individuos fueron enterrados en el monumento. Se han hallado tanto huesos de hombres como de mujeres en porcentajes similares, siendo sorprendente la alta densidad de individuos infantiles que llegan al 40%, circunstancia única en este tipo de enterramientos.

    Los primeros resultados de laboratorio han permitido reconstruir también los modos de vida y muerte. “A partir del análisis de los marcadores conocemos algunas de sus actividades, que provocaron respuestas óseas por hiperactividad de músculos y ligamentos y que provienen del estrés físico”, indica Sonia Díaz.

    Los restos óseos demuestran que estos pobladores soportaron y trasladaron pesadas cargas, así como realizaron largas marchas por terrenos abruptos. “Llama la atención la presencia de, incluso, menores de 10 años, lo que sugiere una temprana colaboración en las tareas comunitarias”, añade el experto. “Las condiciones de vida eran durísimas, ya que la mayor parte de los huesos presentan signos de enfermedad articular degenerativa con diferentes grados de espondilosis u osteoartrosis. Además, se ha documentado un elevado índice de traumatismos vertebrales, muchos de ellos asociados a caídas desde grandes alturas”.


    Vecinos de Reinoso (Burgos) disfrazados en una imagen de promoción del dolmen de El Pendón. AYUNTAMIENTO DE REINOSO

    El estudio de las patologías orales indica, igualmente, desgastes severos en la dentición que llegan a destruir la corona del diente, lo que demuestra que no utilizaban la dentadura solo para masticar alimentos, sino que era una herramienta más, una especie de tercera mano. Las infecciones bucodentales en forma de abscesos les provocaban una pérdida prematura de las piezas dentales. Se ha detectado también un individuo al que le extrajeron el segundo molar superior izquierdo para intentar detener la infección que sufría.

    La investigación ha desvelado también “la presencia de traumatismos asociados a episodios violentos que en algunos casos provocaron la muerte, mientras que otras lesiones muestras signos claros de una larga supervivencia”. De las personas estudiadas cinco recibieron disparos por puntas de flecha, dos de ellos en el cráneo –uno falleció al poco tiempo, mientras otro sobrevivió-, otros tres fueron atacados por la espalda con un objeto contundente, dos más fueron heridos en la cadera con un arma parecida a un hacha…

    Cráneo de la anciana con perforaciones hallado en el dolmen de El Pendón. UNIVERSIDAD DE VALLADOLID

    Pero entre todos los individuos analizados destaca el cráneo de una mujer anciana a la que no le quedaban dientes. “Tras su órbita izquierda documentamos un orificio que parece responder a una intervención. Un par de centímetros más arriba junto a la sutura esfenofrontal se observa un segundo intento, en este caso inconcluso”, explica Díaz Navarro.

    Pero además presenta otros dos agujeros junto a los conductos auditivos probablemente provocados “por un colesteatoma bilateral, afección pseudotumoral que provoca la osteolisis de las paredes del oído y puede dar lugar a sordera, vértigos, abscesos cerebrales e incluso septicemia y parálisis en los casos más graves”. O no, a lo mejor el cirujano le perforó la zona de los oídos, y luego intentó hacer lo mismo en la parte posterior del cráneo. Lo logró una vez, pero no la segunda, la perforación terminó inconclusa y la anciana murió entre grandes dolores. ¿Quién era para recibir esa atención? El laboratorio dará pronto la respuesta, mientras los vecinos de Reinoso esperan qué descubren los científicos de un yacimiento del que se muestran tan orgullosos. Y lo muestran.


    Fuentes: pacot.es | elpais.com | diariodeburgos.es | 29 de junio de 2020