Los rasgos del cráneo de Florisbad (Sudáfrica) refuerzan la hipótesis de una evolución humana en mosaico

Cráneo de Florisbad. Crédito: E. Bruner et al

Emiliano Bruner (izquierda), paleoneurólogo del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en colaboración con Marlize Lombard, de la Universidad de Johannesburgo, acaba de publicar un estudio en la revista Journal of Anthropological Sciences que describe los rasgos del neurocráneo de Florisbad, un fósil encontrado en Sudáfrica en 1932, y sus similitudes con otras especies como Homo sapiens, Homo neanderthalensis y Homo heidelbergensis.

El hueso frontal de este individuo, datado en alrededor de 260.000 años, tiene una forma completamente moderna, lo cual sugiere una relación espacial entre cara y bóveda muy similar a la de Homo sapiens, aunque los lóbulos frontales son particularmente anchos, como en Homo neanderthalensis. Sin embargo, el hueso parietal presenta una anatomía muy parecida a especies más arcaicas, como Homo heidelbergensis.

“El cráneo de Florisbad puede ser clave para investigar el origen de nuestra especie. Podría tratarse de una población muy temprana de 'Homo sapiens' o de un grupo extinto perteneciente a otro linaje humano independiente y paralelo”, señala Emiliano Bruner.

Fósiles con una mezcla de caracteres más evolucionados en la cara y más primitivos en las regiones posteriores del cráneo se han encontrado también en Europa y en Asia, lo que corrobora que la evolución humana no ha sido un proceso lineal sino en mosaico.

Fuente: cenieh.es | 30 de marzo de 2020

Una investigación del ADN del perro antiguo rastrea la diversidad canina hasta la Edad del Hielo

Pintura rupestre (5000-2000 a.C) en Libia de un cazador y sus perros persiguiendo una cabra o un antílope.

El estudio Origins and Genetic legacy of Prehistoric dogs, publicado por la revista Science, recoge el trabajo del equipo de investigación que ha secuenciado el AND antiguo de 27 perros, algunos de los cuales vivieron hasta hace casi 11.000 años en Europa, Oriente Próximo y Siberia.

Según los datos recogidos, en ese punto en la historia, justo después de la Edad del Hielo y antes de que cualquier otro animal fuera domesticado, ya existían al menos cinco tipos diferentes de perros con distintas ascendencias genéticas.

Ese hallazgo revela que la diversidad observada hoy entre perros en diferentes partes del mundo se originó cuando todos los humanos aún eran cazadores y recolectores. Según explica Pontus Skoglund (izquierda), líder de grupo del laboratorio de Crick's Ancient Genomics, "algunas de las variaciones que se ven entre los perros que caminan por la calle hoy en día se originaron en la Edad del Hielo. Al final de ese período, los perros ya estaban muy extendidos por todo el hemisferio norte".

El estudio de la genómica antigua implica extraer y analizar AND del material esquelético. "Proporciona una ventana al pasado, lo que permite a los investigadores descubrir cambios evolutivos que ocurrieron hace muchos miles de años", ha apuntado.

El equipo investigador ha demostrado que "durante los últimos 10.000 años esos primeros linajes de perros se mezclaron y se movieron para dar lugar a los perros que conocemos hoy". Por ejemplo, "los primeros perros europeos eran inicialmente diversos y parecían provenir de dos poblaciones muy distintas, una relacionada con los perros de Oriente Próximo y otra con los perros siberianos, pero en algún momento esa diversidad se perdió, ya que hoy no está presente en los canes europeos".

"Si miramos hacia atrás hace más de cuatro o cinco mil años, podemos ver que Europa era un lugar muy diverso en lo que respecta a los perros", ha afirmado Anders Bergström (derecha), investigador postdoctoral en el laboratorio de Genómica Antigua en Crick, quien ha destacado que "aunque los perros europeos que vemos hoy tienen una variedad extraordinaria de formas, genéticamente se derivan de un subconjunto muy estrecho de la diversidad que solía existir".

Caza de jabalíes: fresco fechado entre los siglos XIV y XIII a.C. Museo Arqueológico Nacional de Tirinto. Atenas. Grecia.

Evolución paralela

Los investigadores también compararon la evolución en la historia del perro con los cambios en la evolución humana, los estilos de vida y las migraciones. En muchos casos, se produjeron cambios comparables, ya que "los humanos llevarían a sus perros con ellos mientras migraban por todo el mundo", señala la Universidad pública vasca.

Sin embargo, la pérdida de diversidad que existía en los perros en la Europa temprana "fue causada por la propagación de un solo ancestro de perro, que reemplazó a otras poblaciones".

Para Greger Larson (izquierda), director de la Red de Investigación en Paleogenómica y Bioarqueología de la Universidad de Oxford, "el perro es nuestro compañero animal más antiguo y cercano. El uso de AND de perros antiguos nos muestra cuán atrás se remonta nuestra historia compartida y, en última instancia, nos ayudará a comprender cuándo y dónde comenzó esa relación profunda".

Si bien este estudio proporciona nuevos conocimientos importantes sobre la historia temprana de las poblaciones de perros y sus relaciones con los humanos y entre sí, aún quedan muchas preguntas. En particular, los equipos de investigación todavía están tratando de descubrir dónde y en qué contexto cultural humano, los perros fueron domesticados por primera vez.

Ascendencia de los perros globales en la actualidad. (A) Para cada población actual, se muestran las proporciones de ascendencia estimadas por el modelo qpAdm de mejor ajuste, restringido a modelos que contienen hasta cuatro de las siete fuentes seleccionadas. Las poblaciones para las que un solo componente representa ≥98% de la ascendencia se colapsan en círculos más pequeños. Las imágenes de perros se obtuvieron de Wikimedia bajo la licencia CC BY-SA 3.0 (B) Ilustraciones de historias de población inferidas en tres regiones del mundo.

Aritza Villaluenga (derecha) es profesor adjunto en el Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU y miembro del Grupo Consolidado de investigación en Prehistoria (IT-1223-19) en el campus de Álava, y ha contribuido a la investigación con la identificación de restos de cánidos desde el Paleolítico Superior hallados en yacimientos arqueológicos de Guipúzcoa.

"Se trata en total de 32 ejemplares, de los cuales sólo uno resultó ser un perro y el resto pudieran ser lobos (Canis lupus) o cuones (Cuon alpinus). Este trabajo ha analizado el origen de la domesticación del perro (Canis familiaris), comenta. Ese tema ha tenido un gran debate y es la primera vez que se considera a escala global, incluyendo animales hallados en contextos arqueológicos desde hace 10.000 años en Asia, África, América y Europa".

Según indica Aritza Villaluenga, los nuevos resultados muestran que hay distintos tipos de perros que se fueron expandiendo con los diferentes grupos humanos. Y cuando aparecían otros grupos de personas, las antiguas razas de canes desaparecían.

Para reconstruir el puzle, el equipo secuenció 27 genomas completos de perros antiguos de hasta casi 11.000 años de antigüedad de Europa, Oriente Próximo y Siberia. El análisis mostró que el menos cinco de los principales linajes de perros ya se habían diversificado y extendido en todo el mundo dentro de ese periodo temporal. A partir de ellos, fueron apareciendo diferentes razas.

Cráneo de perro Mesolítico (izquierda) comparado con el de un lobo actual del centro de Rusia. Crédito: EE Antipina

En estos animales no se encontraron genes de lobos. Al revés, sí. Había lobos de la misma época con genes de perros. “El ser humano es el que está controlando este proceso”, dice Villaluenga. Y es que una posible explicación de semejante asimetría supone que fueron las personas las que se aseguraron de que sus perros ya no se juntaran con los lobos. Tal vez la mezcla generara animales más agresivos. En cambio, si algún perro se escapaba, sí podría volver a mezclarse con los lobos.

El único animal que ha podido ser incluido en el estudio proviene de la cueva de Marizulo (Urnieta). Esa cueva fue excavada por J.M. Barandiaran ente 1962 y 1967, y en dicha excavación fue hallado un enterramiento en el que se encontró el esqueleto de un hombre joven, junto al esqueleto de un perro y un cordero. Ese animal ha sido incluido en el presente estudio, revelando una antigüedad de entre 6.173 y 6.287 años antes del presente.

Genéticamente, era del tipo de perros del Neolítico, los cuales habían reemplazado a los primeros canes del Paleolítico y que, a su vez, serían posteriormente suplantados por los perros de la Edad del Bronce, antecesores de los actuales perros europeos, entre ellos el Euskal Artzain Txakurra (perro pastor vasco).

Perro de Carelia (Wikipedia).

Perro de Carelia

El 'Google Maps' del Imperio Romano: así es el mapa interactivo con todos los vestigios hallados

Todos los elementos romanos de la zona de Cataluña incluidos en el mapa. Proyecto TIR-FOR

La gran clasicista Mary Beard (izquierda) arranca su magnífica obra SPQR (Crítica) con una reflexión muy aguda: "La historia de Roma se reescribe constantemente, y siempre ha sido así; en cierto modo, sabemos hoy más sobre la Antigua Roma que los propios romanos". Una curiosa paradoja que se inserta entre el avance de los siglos —con el consecuente alejamiento del legado de la civilización clásica y sus costumbres— y la continua mejora de las herramientas tecnológicas que permiten estudiar sus vestigios que han sobrevivido.

Los romanos conquistaron Europa, el norte de África y parte de Oriente sin contar con la ayuda de mapas —sus únicos instrumentos cartográficos fueron los itinerarios como el de Antonino y la Tabula de Peutinger—, adentrándose siempre en lo desconocido, en territorios virgen para sus legiones. Establecieron limes (fronteras) a lo largo de todo su Imperio, pero no sabían dónde se acababa el mundo. ¿Hasta qué punto hubieran intentado portar sus águilas imperiales de conocer la verdadera dimensión del planeta? Una incógnita que nunca se resolverá.

Sin embargo, sí parece más probable aventurar que los emperadores y generales romanos habrían desvalijado buena parte de los fondos áureos de la Ciudad Eterna por tener acceso al proyecto TIR-FOR. Patrocinado por la Unión Académica Internacional (UAI) y gracias a la colaboración de expertos de diversos países, esta investigación pretende desarrollar el primer mapa digital al detalle sobre la Antigua Roma, un auténtico Google Maps del Imperio romano que hubiera facilitado enormemente las conquistas y gobiernos de Augusto, Tiberio y compañía.

Sitios de época romana de las islas de Mallorca y Menorca introducidos en la TIR. El mapa permite intuir la diferenciación en la estructura del poblamiento en las dos islas. Proyecto TIR-FOR

"Hasta ahora había mapas digitales del mundo romano, pero muy esquemáticos, hechos por iniciativa de algún departamento de alguna universidad, no por una unión de países. Por primera vez se está haciendo un producto de alta calidad y fiabilidad", explica Marta Prevosti (derecha), coordinadora científica del proyecto, que se ha comenzado a difundir esta semana gracias a un simposio organizado por el Instituto de Estudios Catalanes-Instituto Catalán de Arqueología Clásica (IEC-ICAC), centro que preside y coordina los trabajos científicos.

El mapa, del cual ya se puede consultar un prototipo, es mucho más que una simple cartografía viaria y política de la antigüedad romana. Se trata de una herramienta interactiva con numerosas posibilidades de búsqueda y que arroja información de todos los elementos recogidos: ciudades, villas, puertos, instalaciones industriales, campos de batalla y campamentos militares, asentamientos indígenas, necrópolis, ruinas y hallazgos significativos, monumentos importantes aislados o, por supuesto, las calzadas. Este colosal esfuerzo de recopilación de las carreteras lo está llevando a cabo el investigador español Pau de Soto (izquierda), como ya contó este periódico.

Algunas ciudades romanas del centro de Italia. Proyecto TIR-FOR

"Las fichas tienen desde la información geográfica básica —coordenadas, municipio y los datos administrativos de época romana, como la provincia y el conventus al que pertenecía— hasta información cronológica, tipológica y de elementos", señala la experta del IEC-ICAC. Por ejemplo, de una ciudad se indica qué categoría alcanzó y qué construcciones contenía —teatros, circos, muralla, casas, basílica cristiana, etcétera—. Cada entrada cuenta también con una descripción del sitio y una bibliografía. El sistema informático permite combinar búsquedas temáticas para generar mapas concretos, como el de todos los anfiteatros erigidos entre los siglos I y II o las ciudades que tuvieron murallas. "Esto no existe, va a ser interesantísimo para los investigadores y el gran público", añade Prevosti.

Aunque el mapa todavía está en una fase inicial, ya se puede navegar por las zonas de Cataluña y Baleares, el norte de Italia y Rumanía y consultar los yacimientos y otros vestigios. Josep Guitart (derecha), coordinador del proyecto TIR-FOR, apunta que griegos, polacos y tunecinos ya están haciendo pruebas y que gracias al simposio se han unido arqueólogos de Francia y Alemania. En la actualidad, hay trece países involucrados en el desarrollo de este Google Maps del mundo romano y esperan que ese número vaya aumentando paulatinamente. "En 2 o 3 años es posible que tengamos desarrolladas todas las potencialidades del prototipo y esto ayudará a que otros países se vayan sumando", vaticina el catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona.

"El mapa sirve para los arqueólogos, para la investigación —es una herramienta fantástica porque puedes ver lo que pasa en cualquier sitio y compararlo con tus datos—; pero a nivel del gran publico también está preparado para un uso más didáctico, incluso turístico, para que la gente prepare un viaje descubriendo los museos y complejos arqueológicos que se pueden visitar", analiza Marta Prevosti. Y una ventaja fundamental, resalta Guitart: "Se puede ir poniendo al día. Como cada país tiene su propio equipo, cuando sale un yacimiento importante es posible introducirlo en la base de datos al mismo tiempo que se descubre".

Villa romana de Els Munts, en Altafulla, Tarragona. MNAT

Del papel al online

Lo cierto es que el proyecto de cartografiar los territorios de la antigua Roma va a cumplir casi un siglo. En 1928, el arqueólogo y geógrafo inglés O. G. S. Crawford formuló la necesidad de emprender un estudio, denominado Tabula Imperii Romani (TIR), que consistía en elaborar un mapa de todo el Imperio romano a escala 1:1.000.000 y subdividido en cincuenta y seis hojas. Al mismo tiempo, se iniciaron otras investigaciones de síntesis territorial, más concretas, a través de cartas arqueológicas regionales: la Forma Orbis Romani (FOR), a escala 1:25.000.

Todos esos estudios cartográficos se fueron publicando a lo largo del siglo XX, pero se enfrentaron a un problema fundamental: debido a los nuevos hallazgos arqueológicos quedaban enseguida desfasados. En ocasiones hubo que esperar dos décadas para disponer de una reedición revisada. Concebidos ambos proyectos desde 2004 como dos grandes obras de colaboración entre países con finalidades científicas, la Comisión Internacional para la TIR-FOR decidió en 2014 que era hora de modernizarse, de informatizar todos esos datos recabados durante décadas bajo unos criterios académicos unificados.

"'Tabula Imperii Romani' es un mapa donde se incluyen todas las ciudades y villas romanas más representativas y los topónimos que aparecen en las fuentes antiguas", aclara Marta Prevosti, la coordinadora científica. "'Forma Orbis Romani' es un zoom sobre un territorio, un mapa más exhaustivo que entra en detalle". Ambas opciones se podrán alternar cuando la página esté más desarrollada, y se irán actualizando a medida que avancen las investigaciones.

Un problema al que se enfrentan los encargados del mapa es la posición exacta de ciertos yacimientos conflictivos, que las excavaciones arqueológicas no han podido ubicar con total seguridad. En estos casos se ha optado por señalar la duda con un símbolo de interrogación y recoger las distintas teorías. "Para la mayoría de topónimos que aparecen en las fuentes antiguas hay hipótesis", asegura Josep Guitart. "Esto obliga a escoger una, la que tenga más posibilidades. También hemos añadido una lista de topónimos que son imposibles de localizar". Quizá en un futuro se vayan desvelando algunos de estos misterios.

Campamentos militares y ciudades de la Dacia y el Bajo Danubio sobre el mapa actual de Rumania. Permite intuir la lógica de la conquista romana y la romanización a partir de la época del emperador Trajano en el siglo II d.C. Proyecto TIR-FOR

No obstante, el mapa ya está ofreciendo interesantes resultados a los investigadores para comprender mejor la expansión del Imperio Romano. "Los arqueólogos rumanos nos dijeron que empezaron a ver de forma más clara cómo funcionó la conquista simplemente poniendo todos los yacimientos sobre el mapa, les ha cambiado su idea", asegura Prevosti. "Haciendo la búsqueda de los campamentos militares se explica este proceso, cómo se protegió toda la frontera y cómo los romanos colonizaron el territorio. Sin conocer la historia, el mapa te da una impresión de cómo fue la ocupación", añade Guitart.

"Un mapa es una aproximación a una realidad, y eso es algo que no tenemos del mundo romano, o contamos con cosas no demasiado fiables", reflexiona la coordinadora científica. Por eso abren las puertas del proyecto, que cada país ha de financiar por su cuenta, a otros grupos de investigación españoles centrados en el mundo romano y a instituciones como el Centro Superior de Investigaciones Científicas, que en su momento lideró el Comité Español de la TIR que publicó en papel cinco magnificos volúmenes que cubrían toda la Península. Una colaboración académica internacional para reunir décadas de estudios y excavaciones, hacer llegar estos trabajos de una forma muy visual y atractiva al gran público y seguir indagando en los secretos de una civilización fascinante. Como dice Mary Beard, la historia de Roma se sigue reescribiendo.

Fuente: elespañol.com | 1 de noviembre de 2020

Hallan ADN denisovano en el genoma de los primeros asiáticos orientales

Calota craneal encontrada en el valle de Salkhit, en el este de Mongolia, perteneciente a una mujer que vivió hace 34.000 años. Los análisis genéticos muestran que había heredado aproximadamente el 25 por ciento de su ADN de Eurasia occidental. Crédito: Instituto de Arqueología, Academia de Ciencias de Mongolia.

Un equipo de investigadores ha analizado el genoma del fósil humano más antiguo encontrado en Mongolia hasta la fecha y muestran que, el mismo, correspondiente a una mujer de hace 34.000 años, heredó alrededor del 25 por ciento de su ADN de euroasiáticos occidentales, lo que demuestra que el traslado de individuos a través del continente euroasiático poco después de su primera aparición constituída por los antepasados ​​de las poblaciones actuales. El fósil de esta mujer y los de un individuo de hace 40.000 años hallado en China también portaban ADN procedente de los denisovanos, la especie extinta de homínidos que habitaban Asia antes de que llegaran los humanos modernos.

En 2006, los mineros descubrieron una calota craneal de un homínido con características morfológicas peculiares en el valle de Salkhit, en el condado de Norovlin del este de Mongolia. Inicialmente se le denominó como Mongolanthropus y se pensó que era un neandertal o incluso un Homo erectus. Los restos del individuo de Salkhit representan el único fósil de un homínido del Pleistoceno encontrado en el país.

Restos del esqueleto del 'Hombre de Tianyuan'.

El ADN antiguo extraído de la calota craneal muestra que pertenecía a una mujer que vivió hace 34.000 años, la cual estaba más relacionada con los asiáticos que con los europeos. Las comparaciones con el único otro individuo temprano de Asia oriental estudiado genéticamente hasta la fecha, los restos fósiles de un hombre de hace 40.000 años hallado en la cueva de Tianyuan, en las afueras de Beijing (China), muestran que ambos están relacionados entre sí. Sin embargo, difieren en la medida en que una cuarta parte de la ascendencia de la mujer de Salkhit deriva de euroasiáticos occidentales, probablemente por mezcla con antiguos siberianos.

Migración e interacción

"Esta es una evidencia directa de que las comunidades humanas modernas en el este de Asia ya eran bastante cosmopolitas antes de hace 34.000 años", dice Diyendo Massilani (izquierda), autor principal del estudio e investigador del Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva. "Este raro espécimen muestra que la migración y las interacciones entre las poblaciones de Eurasia ocurrieron con frecuencia hace unos 35.000 años".

Los investigadores utilizaron un nuevo método desarrollado por el Instituto Max-Planck de Antropología Evolutiva para encontrar segmentos de ADN en los genomas de los homínidos extintos de Salkhit y Tianyuan. Descubrieron que ambos genomas contienen no solo ADN neandertal, sino también ADN de denisovano, el escurridizo pariente asiático de los neandertales.

Mapa de calor que ilustra la similitud genética entre el individuo de Salkhit y los humanos modernos de Eurasia de hace 20.000 años (figuras de diamante), asi como las poblaciones humanas de hoy en día (figuras de círculo). Cuanto más cálido es el color, mayor es la similitud genética entre el individuo Salkhit y una población / individuo.

"Es fascinante ver que los antepasados ​​de los humanos más antiguos del este de Asia, de los que hemos podido obtener datos genéticos, ya se habían mezclado con los denisovanos, una forma extinta de homínidos que ha contribuido a la ascendencia de las poblaciones actuales de Asia y Oceanía", dice Byambaa Gunchinsuren (derecha), investigador del Instituto de Arqueología de la Academia de Ciencias de Mongolia. "Esta es una evidencia directa de que los denisovanos y los humanos modernos se conocieron y se mezclaron hace más de 40.000 años".

"Curiosamente, los fragmentos de ADN de denisovanos en estos antiguos asiáticos orientales se superponen con los fragmentos de ADN denisovano en los genomas de las poblaciones actuales del este de Asia, pero no con los fragmentos de ADN denisovano en Oceanía. Esto apoya un modelo de múltiples eventos de mezcla independientes entre denisovanos y humanos modernos", dice Massilani.

La investigación se ha publicado en la revista Science.

Fuentes: phys.org | nrc.nl | 29 de octubre de 2020

Guerra en la época de los neandertales: cómo nuestra especie luchó por la supremacía durante más de 100.000 años

Un mural sobre la vida del hombre de neandertal (AP/American Museum of Natural History)

Hace unos 600.000 años, la humanidad se dividió en dos. Un grupo se quedó en África evolucionando hacia nosotros, el Homo sapiens. El otro se dirigió por tierra a Asia, luego a Europa, convirtiéndose en el Homo neanderthalensis, los neandertales. No eran nuestros antepasados, sino una especie hermana que evolucionó en paralelo.

Los neandertales nos fascinan por lo que nos dicen sobre nosotros mismos: quiénes éramos y en quiénes podríamos habernos convertido. Es tentador verlos en términos idílicos, viviendo en paz con la naturaleza y entre ellos, como Adán y Eva en el jardín del Paraíso. Si es así, tal vez los males de la humanidad, especialmente nuestra territorialidad, violencia, guerras, no sean innatos, sino inventos modernos.

La biología y la paleontología pintan un panorama más oscuro. Lejos de ser pacíficos, los neandertales probablemente eran luchadores hábiles y guerreros peligrosos que solo rivalizaban con los humanos modernos.

Principales depredadores

Los mamíferos terrestres depredadores son territoriales, especialmente los cazadores en manada. Como los leones, los lobos y el Homo sapiens, los neandertales eran individuos cooperativos que practicaban la caza mayor. Estos depredadores, que se encuentran en la cima de la cadena alimentaria, tienen, a su vez, pocos depredadores propios, por lo que la superpoblación de los mismos genera conflictos por los terrenos de caza. Los neandertales se enfrentaron al mismo problema; de hecho, si otras especies no controlaran su número, el conflicto lo habría hecho.

Esta territorialidad tiene profundas raíces en los humanos. Los conflictos territoriales también son intensos en nuestros parientes más cercanos: los chimpancés. Los chimpancés machos habitualmente se unen para atacar y matar a los machos de bandas rivales, un comportamiento sorprendentemente parecido a la guerra humana. Esto implica que la agresión cooperativa evolucionó en el ancestro común de los chimpancés y de nosotros mismos hace 7 millones de años. Si es así, los neandertales habrían heredado estas mismas tendencias hacia la agresión cooperativa.

Las manadas de leones amplían sus poblaciones, hasta el conflicto con otras manadas. Hennie Briedendhann / Shutterstock

Demasiado humano

La guerra es una parte intrínseca del ser humano. La misma no es un invento moderno, sino una parte antigua y fundamental de nuestra humanidad. Históricamente todos los pueblos lucharon. Nuestros escritos más antiguos están llenos de historias de guerra. La arqueología revela antiguas fortalezas y batallas, además de sitios donde se produjeron masacres prehistóricas que se remontan a milenios.

La guerra es humana, y los neandertales eran muy parecidos a nosotros. Somos notablemente similares en el cráneo y en anatomía esquelética, y compartimos el 99,7% del ADN. Por otra parte, en términos de comportamiento, los neandertales se parecían asombrosamente a nosotros. Hicieron fuego, enterraron a sus muertos, fabricaron adornos con conchas marinas y dientes de animales, hicieron obras de arte y santuarios de piedra. Si los neandertales compartían tantos de nuestros instintos creativos, probablemente también compartían muchos de nuestros instintos destructivos.

Lanzas neandertales de hace 300.000 años, Schöningen, Alemania. Prof. Dr. Thomas Terberger.

Vidas violentas

El registro arqueológico confirma que las vidas de los neandertales eran todo menos pacíficas. Los Homo neanderthalensis eran hábiles cazadores de grandes animales, para lo cual usaban lanzas en sus capturas de ciervos, íbices, alces, bisontes e incluso rinocerontes y mamuts. Es imposible pensar que habrían dudado en usar estas armas si sus familias y tierras estuvieran amenazadas. La arqueología sugiere que tales conflictos eran comunes.

La guerra prehistórica deja señales reveladoras. Un golpe en la cabeza es una forma eficaz de matar: los garrotes son armas rápidas, potentes y precisas, por lo que el Homo sapiens prehistórico suele mostrar traumatismos en el cráneo. De igual modo sucedió entre los neandertales.

Otro signo de guerra es la fractura de parada o freno, una rotura en la parte inferior del brazo causada por protegerse de los golpes. Los neandertales también muestran muchos brazos rotos. Y, al menos, un neandertal de la cueva Shanidar, en Irak, fue herido con una lanza en el pecho. Este tipo de traumatismos fue especialmente común entre los varones jóvenes de neandertales, al igual que sucedía con la muerte. Algunas lesiones podrían haberse producido durante la actividad de caza, pero los patrones coinciden con los pronosticados para un pueblo involucrado en guerras intertribales, con conflictos prolongados a pequeña escala pero intensos, con enfrentamientos caracterizados por incursiones y emboscadas al estilo de guerrilla, con batallas escasas.

El cráneo neandertal de Saint-Césaire sufrió un golpe que lo partió. Hace 36.000 años, Francia. Institución Smithsonian.

La resistencia neandertal

La guerra deja una huella más sutil en forma de límites territoriales. La mejor evidencia de que los neandertales no solo lucharon sino que sobresalieron en los enfrentamientos es que, a pesar de que nos conocieron, no fueron invadidos de inmediato. Al contrario, durante unos 100.000 año, los neandertales resistieron la expansión humana moderna.

¿Por qué tardamos tanto en salir de África? No fue porque el medio ambiente fuera hostil, sino porque los neandertales ya estaban prosperando en Europa y Asia.

Es muy poco probable que los humanos modernos conocieran a los neandertales y decidieran simplemente vivir y dejar vivir. Por lo menos, el crecimiento de la población obliga inevitablemente a los humanos a adquirir más tierras, a fin de asegurar un territorio suficiente de caza y buscar comida para sus hijos. Pero una estrategia militar agresiva también es una buena estrategia evolutiva.

Sin embargo, a pesar de que durante miles de años debimos haber tenido enfrentamientos mutuos, seguimos perdiendo. En armas, tácticas, estrategia, estábamos bastante igualados, pero los neandertales probablemente tenían ciertas ventajas. Habían ocupado el Medio Oriente durante milenios y obtenido, sin duda, un conocimiento íntimo del terreno, las estaciones, y de cómo vivir de las plantas y animales nativos. En la batalla, su gran complexión y musculatura debió haberlos convertido en formidables luchadores en el combate cuerpo a cuerpo. Sus enormes ojos probablemente les dieron a los neandertales una visión superior con poca luz, permitiéndoles maniobrar en la oscuridad para realizar emboscadas y ataques al amanecer.

La ofensiva fuera de África. Nicholas R. Longrich.

Sapiens victorioso

Finalmente, el punto muerto se rompió y la situación cambió. No sabemos por qué. Es posible que la invención de armas de rango superior (arcos, lanzas con propulsor, palos arrojadizos) permitiera que el Homo sapiens, de complexión ligera, acosara a los fornidos neandertales desde la distancia mediante tácticas de golpe y fuga. O quizás mejores técnicas de caza y recolección permitieron a los sapiens alimentar a tribus más grandes, creando una superioridad numérica en la batalla.

Incluso después de que el primitivo Homo sapiens saliera de África hace 200.000 años, se necesitaron más de 150.000 años para conquistar las tierras de los neandertales. En Israel y Grecia, el arcaico Homo sapiens tomó terreno, pero tuvo que retroceder después de las contraofensivas neandertales. Posteriormente, una ofensiva final del Homo sapiens moderno, comenzada hace 125.000 años, pudo eliminarlos.

Esta no fue una guerra relámpago, como uno esperaría si los neandertales fueran pacifistas o guerreros inferiores, sino que fue una larga guerra de desgaste. Al final, ganamos. Pero esto no se debió a que los neandertales estuvieran menos inclinados a pelear. Es probable que nos volvieramos mejores que ellos en la guerra.

Fuente: theconversation.com | 2 de noviembre de 2020

Por profesor titular de Paleontología y Biología Evolutiva en la Universidad de Bath (Gran Bretaña).