Descubren dos 'domus' romanas con pavimentos de mármol en Nimes (Francia)

Dos arqueólogos juntos al pavimento de 'opus sectile' hallado en una casa romana de entre los siglos I-II en Nimes. Foto: Charlotte Gleize (Inrap)

En la calle Pelloutier de Nimes, y a cien metros de la Maison Carré (un templo romano dedicado al culto imperial que actualmente es la imagen de la ciudad), arqueólogos del INRAP (Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas) han llevando a cabo una excavación, que finalizó el 12 de febrero de 2021, con el objetivo de salvaguardar, mediante el estudio científico, los restos de dos casas romanas (una de ellas con una lujosa decoración) que habían sido identificados en el transcurso de unas obras destinadas a la construcción de un edificio de apartamentos.

En algún momento antes del año 28 a.C., Nimes se convirtió en una próspera ciudad romana llamada Colonia Nemausus, convirtiéndose como un importante centro administrativo del sur de la Galia. En su época de mayor apogeo, la ciudad acogió entre 50.000 y 60.000 habitantes,y en ella se alzaban edificios cívicos y recreativos, como una basílica civil, una curia, un gimnasio, un anfiteatro, varios templos y quizás un circo.

Vista desde el suelo de la primera sección del sitio. Pascal Druelle, Inrap

Vista aérea de las excavaciones en Nimes. Foto: Pascal Druelle. Inrap

YESO PINTADO Y MÁRMOL EN EL SUELO

La superficie de las dos domus descubiertas se extiende más allá de los límites de la excavación y de la parcela donde está previsto construir los apartamentos. Una de ellas destaca sobre todo por la presencia de una gran sala de recepción perfectamente reconocible. Los muros de esta estancia se encalaron con yeso, que con el tiempo se desprendió y cayó al suelo. En su cara pintada, estos fragmentos de yeso muestran una decoración clásica con grandes paneles rojos y negros dentro de los cuales se pintaron refinados candelabros. Este tipo de composición corresponde a una moda decorativa que estuvo muy presente en la Galia romana en el siglo I d.C.

Retirada de fragmentos de yesos pintados caídos en el suelo. Foto: Pascal Druelle. Inrap

Dos arqueólogos manipulan restos de yeso pintado en la sala de recepción de una de las domus. Foto: Pascal Druelle. Inrap

Por su parte, el pavimento de la sala de recepción tiene una decoración geométrica en forma de panal hecho con teselas de mosaico negras. A lo largo del eje principal de la sala, este pavimento incluye una alfombra de opus sectile, término latino que se emplea para definir un revestimiento hecho con losas de mármol (en este caso, procedente de diferentes provincias del Imperio), ensambladas en forma de damero. En esta técnica, el material se corta en pedazos, se pule y luego se recorta según el patrón elegido. Normalmente, las piezas de opus sectile son grandes y pueden moldearse para definir grandes partes del diseño de una estancia. La elección del mármol para enriquecer la decoración sugiere que el propietario de esta domus perteneció a la élite de la antigua Nemausus.

Detalle del pavimento de 'opus sectile'. Los mármoles proceden de todos los rincones del Imperio. Foto: Bertrand Houix. Inrap

Los revocos así como el pavimento de hormigón decorado con teselas y mármol permiten conocer gran parte del programa decorativo de la estancia. Foto: Pascal Druelle. Inrap

CALEFACCIÓN CENTRAL

Otros restos descubiertos por los arqueólogos también reflejan el alto nivel de lujo de estas mansiones, como algunas estancias con calefacción por suelo radiante con hipocausto (un sistema de calefacción central donde el aire caliente circula debajo del piso y a través de una serie de tuberías en las paredes) y tubos de calor. En uno de los patios había un baño con un ábside semicircular y con el pavimento revestido con mármol blanco de Carrara. El segundo patio estaba decorado con plantas, ya que en el lugar se han hallado restos de macetas.

La mayoría de las partes de las dos domus, de los siglos I y II después de Cristo, son de suelo de cemento decorado con una rejilla cabujones de mármol. Foto: Bertrand Houix. Inrap

Aunque el sector donde han aparecido estas dos domus romanas, situado a muy poca distancia de la ciudad medieval y moderna de Nimes, ha sufrido importantes reformas (la construcción de bodegas, un depósito de combustible, la cimentación de murallas en el siglo XX...), su estudio detallado permitirá a los arqueólogos comprender con mayor precisión el urbanismo de la antigua ciudad romana de Nimes.

Fuentes: National Geographic | INRAP | 10 de marzo de 2021

Establecen que la cultura Achelense permaneció mucho tiempo después de inciarse las tecnologías del Paleolítico Medio

Hachas de mano achelenses. Crédito: Didier Descouens.

Se ha estimado que la cultura Achelensese extinguió hace unos 200.000 años, pero nuevos hallazgos, publicados en Comunicaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, sugieren que pudo haber persistido durante mucho más tiempo, dando lugar a más de 100.000 años de superposición con otras tecnologías más avanzadas producidas por los neandertales y los primeros humanos modernos.

El equipo de investigación, dirigido por el Dr. Alastair Key (izquierda), junto con el Dr. David Roberts (derecha, ambos de la Universidad de Kent, en Reino Unido) y el Dr. Ivan Jaric (abajo, del Centro de Biología de la Academia Checa de Ciencias), hizo el descubrimiento mientras estudiaban los registros de herramientas piedra de diferentes regiones de todo el mundo. Mediante el uso de nuevas técnicas estadísticas aplicadas a la ciencia arqueológica, los arqueólogos y expertos en conservación pudieron reconstruir el final del período Achelense y volver a clarificar el mapa del registro arqueológico.

Anteriormente, se suponía que hubo un cambio rápido entre los primeros diseños de herramientas de piedra achelenses -a menudo asociados con el Homo heidelbergensis, el antepasado común de los humanos modernos y los neandertales- y la tecnología más avanzada denominada "Método Levallois" creada por los primeros humanos modernos y los neandertales. Sin embargo, el estudio ha arrojado nueva luz sobre la transición entre estas dos tecnologías, en el que se sugiere que hubo una superposición sustancial entre las dos.

Las tecnologías de herramientas de piedra achelense son la tradición cultural más longeva practicada por los primeros humanos. Originarias de África Oriental hace 1,75 millones de años, las hachas de mano y cuchillas, los tipos de herramientas de piedra que caracterizan el período, se utilizaron en África, Europa y Asia por varias especies diferentes de humanos primitivos. Antes de las nuevas investigaciones realizadas, se asumía que el período achelense habría terminado hace entre 300.000 y 150.000 años. Sin embargo, el registro arqueológico al respecto carecía de fechas específicas y el momento de desaparición del Acehelense ha sido muy debatido.

El equipo de la Universidad de Kent y de la Academia Checa de Ciencias descubrió que esta tradición tecnológica probablemente tuvo su final en diferentes momentos en todo el mundo: en África y el Cercano Oriente se demuestra que el achelense termina entre hace 175.000 y 166.000; en Europa se infiere que termina entre hace 141.000 y 130.000; la extinción de Achelense en Asia ocurre más tarde, entre hace 57.000 y 53.000 años, mientras que los modelos globales varían dependiendo de cómo se seleccionan los sitios arqueológicos (107.000 y 29.000 años). Estos resultados demuestran que el Achelense ha permanecido como una tradición cultural distinta mucho tiempo después del inicio de las tecnologías del Paleolítico Medio en múltiples regiones continentales.

Diagrama que que refleja las fechas del fin del Achelense en Europa, Asia, África subsahariana, África del Norte y el Cercano Oriente.

Para comprender cuándo el Achelense pudo haber desaparecido, el equipo recopiló información sobre diferentes yacimientos arqueológicos de todo el mundo con el fin de encontrar los últimos conjuntos de este tipo de herramientas de piedra. Para ello se utilizó una técnica estadística conocida como 'estimación lineal óptima', comúnmente utilizada en estudios de conservación para estimar la extinción de especies, o bien predecir cuánto tiempo más continuó determinada tradición de herramientas de piedra después de conocerse los yacimientos más recientes. En efecto, la técnica pudo modelar la parte del registro arqueológico que aún no se ha descubierto.

El Dr. Alastair Key, arqueólogo paleolítico y autor principal del estudio, dijo: "El registro arqueológico más antiguo siempre será una imagen incompleta del comportamiento humano temprano, por lo que sabemos que es poco probable que los sitios achelenses más jóvenes representen realmente la instancia final de esta tecnología que se estaba produciendo. Al permitirnos reconstruir las partes que faltaban en el registro arueológico, esta técnica no solo nos da una comprensión más precisa de cuándo terminó la tradición achelense, sino que nos da una indicación sobre dónde podemos esperar encontrar nuevos descubrimientos arqueológicos en el futuro".

El Dr. Roberts agregó: "Esta técnica fue desarrollada originalmente por mí y un colega hasta la fecha de las extinciones, ya que es poco probable que el último avistamiento de una especie sea la fecha en que realmente se extinguió. Es emocionante verla aplicada en un nuevo contexto".

Fuente:phys.org | 1 de marzo de 2021

Los aborígenes canarios gestionaban la muerte de sus finados a través de tres paisajes funerarios

Vista parcial de la necrópolis con túmulos de Arteara, en San Bartolomé. / C7

El poblamiento o la llegada de pobladores a Gran Canaria no se produjo de una sola vez. O al menos no solo en una misma época o momento histórico. Los antiguos canarios aquí afincados recibieron varias arribadas de gentes llegadas del Norte de África, que no tuvieron por qué ser numerosas, pero sí en diferentes etapas.

Esta es la hipótesis que maneja un grupo de arqueólogos canarios a partir del estudio de los distintos tipos de paisajes funerarios prehispánicos que se conservan en la isla y que ayer resumió Verónica Alberto Barroso (izquierda) en la ponencia que ofreció en una de las dos sesiones de apertura de las primeras Jornadas de Patrimonio Histórico que organiza el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Verónica Alberto y el equipo de arqueólogos que, como ella, están embarcados en este proyecto, que son Teresa Delgado, Javier Velasco y Marco Moreno, identifican al menos tres momentos a partir de tres categorías de paisajes funerarios: el de los primeros pobladores, que recurrían exclusivamente al enterramiento en cuevas colectivas (aunque esta modalidad nunca se abandonó del todo a lo largo del tiempo); en torno a los siglos VII y VIII, que es la época en la que están datadas las inhumaciones en túmulos, y sobre el siglo XI, en que aparecen las necrópolis en fosas y cistas.

¿En qué se basan para, a partir de los cementerios, sostener esta tesis? En dos claves. Primero, en que una necrópolis no es solo un almacén de cuerpos. Es un escenario social que aporta mucha información de cómo vivían y pensaban los allí enterrados, que no depende solo de la época en la que se haya usado, sino del tipo de desarrollo y de organización del grupo humano que lo usó. Y segundo, en que no hay una evolución progresiva de un tipo a otro de enterramiento. El cambio es tan radical que les lleva a deducir que fue el fruto de una práctica nueva introducida por pobladores recién llegados. «Los paisajes funerarios no cambian solos, cambian como reflejos de cambios de gran calado en todo el sistema social», apuntó.

Foto de archivo del yacimiento de Arteara, al que se hará una visita. / C7

Con esas premisas de partida, lo que hizo ayer Verónica Alberto en su charla 'Paisajes funerarios para conocer a los antiguos canarios' fue llevar de la mano por esas necrópolis a los presentes y a los que la siguieron vía telemática, analizar la gestión de la muerte como una práctica social y aportarles pautas para asomarles a descubrir cómo pensaban y cómo vivían las personas que se enterraban en ellos. Para hacerlo, usó como guía las prácticas funerarias a las que recurrían, la tipología de los cementerios en cuestión, dónde estaban emplazados geográficamente y su relación con los espacios de habitación, y el tiempo histórico en el que fueron usados.

Así las cosas, la modalidad sepulcral que utilizaron los primeros pobladores fue la cueva funeraria colectiva. Vivían y morían en cuevas, en zonas del interior de la isla, con una economía ganadera y de pastoreo, en grupos donde el peso de la comunidad era alto y no había grandes diferencias entre los individuos, homogeneidad que se trasladaba al mundo de la muerte. Se enterraban todos juntos, en una misma cueva.

Durante cientos de años esta es la única forma de enterramiento hasta que, a mediados del siglo VII y principios del VIII, de forma un tanto súbita, surge un nuevo paisaje funerario, el de los cementerios de túmulos, que se ubican en coladas de fondos de barranco y de la costa. La necrópolis está enfatizada. Se hace muy visible la muerte, pero no está asociada a poblados concretos, como antes, ahora las tumbas son individuales y sí hay diferencias entre ellas, por el tamaño y por el lugar que ocupan. Esto revela un cambio en la forma en que se organizaban los vivos: empieza a intuirse el auge de los roles personales.

Túmulo de La Guancha (Gran Canaria).

Coexisten varios siglos túmulos y cuevas (aunque estas últimas con menor prevalencia) hasta que con el cambio de milenio, sobre el siglo XI, se produce otro cambio «rotundísimo» en el paisaje funerario. Se mantienen las cuevas, empieza el declive lento del túmulo hasta casi extinguirse y se hacen protagonistas los cementerios de fosas y cistas, sin antecedentes hasta ahora en las prácticas funerarias. Aparecen los poblados de casas de piedra, los más importantes se ubican en la franja costera, y los muertos vuelven a convivir con los vivos. «Se sitúan próximos o muy imbricados con el poblado». Y se mantienen las diferencias individuales en el enterramiento, la asimetría. Es una sociedad jerarquizada, en la que cada miembro tiene un rol y es de corte sobre todo agrícola.

Esta fue la modalidad sepulcral que existía cuando la conquista. Del enterramiento en cuevas no hay registros en el siglo XV y solo se recupera, ya como tierra conquistada, como una forma de resistencia cultural de algunos canarios. Se enterraban de forma proscrita en cuevas, como si quisieran reivindicar su identidad perdida.

«De los cambios funerarios inferimos que cambió la sociedad», apunta Verónica Alberto. Y fueron tan rotundos que les sugieren, junto a otras pistas, como los cambios en la economía y a ciertos picos en la violencia letal, que fueron el resultado de la entrada de nuevas ideas por nuevos grupos llegados de la misma zona norteafricana.

Fuente: canarias7.es | 6 de marzo de 2021

Hallazgo de un miliario en Setoain (Esteribar- Navarra)

El miliario se ha trasladado al depósito del Patrimonio Arqueológico de Navarra para su estudio. Foto: Aranzadi

En el transcurso de las investigaciones que un equipo de Aranzadi formado por Rafael Ballano Perez, Juan Mª Martinez Txoperena y Rafael Zubiria Mugica viene realizando sobre antiguos poblamientos y vías de comunicación en el Pirineo navarro, tuvo la oportunidad de acercarse a un lugar denominado en la cartografía como Etxezarreta (casas viejas).

Una vez localizado se pudieron comprobar los restos de muros y construcciones que justificaban el topónimo. Entre la maleza se podía distinguir una gran piedra que se asemejaba a un miliario. En sucesivas visitas se procedió a desbrozar la zona y ponerla en posición vertical, confirmando, por sus características, que se trataba de un miliario, aunque carecía de epigrafía grabada.

Tiene unas dimensiones de 1.850 mm. de altura, con un diámetro medio de 550 mm. y un peso de 1.135 kg. Está labrado en piedra caliza con una base de sección cuadrangular, siendo el resto de forma semicilíndrica y en toda la superficie se nota el trabajo de cantería. En el fuste se aprecian dos hendiduras o cajetines probablemente relacionados con su reutilización posterior. Esta caliza contiene unos microfósiles que nos han permitido identificar la cantera de donde fue extraída. Se trata de una explotación, hoy abandonada, que aprovechó el espolón calizo que desde la orilla del rio Arga se extiende hacia el este en dirección a Ilurdotz.

Este hallazgo es la primera evidencia que nos puede confirmar el paso de una calzada romana por el valle de Esteribar, pues hasta el momento sólo se hablaba de recorridos hipotéticos, que no habían sido verificados con datos arqueológicos.

Es evidente, por el lugar donde se encontraba (coordenadas UTM, ETRS-89, X: 621.354, Y: 4.750.632, Z: 675), que el miliario se hallaba en posición derivada y habría sido trasladado desde algún punto del fondo del valle, que es por donde hipotéticamente transcurriría una calzada.

Por encargo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Navarra, el 16.11.20 se procedió a la recuperación del miliario y tras una complicada tarea, con la ayuda de una excavadora, fue trasladado al depósito de los Fondos de Arqueología.

Fuente: aranzadi.eus | 1 de marzo de 2021

El Cenieh estudia las huellas humanas en Ojo Guareña (Burgos)

Foto: Improntas humanas de la Galería de las Huellas II en Ojo Guareña (Burgos). MIGUEL ÁNGEL MARTÍN MERINO.

La editorial Springer Nature acaba de publicar una monografía que reúne 22 capítulos dedicados a la investigación y análisis de los principales rastros de huellas humanas prehistóricas conservados en el mundo. El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) ha participado en el capítulo 17 con el título Prehistoric Human Track in Ojo Guareña Cave System (Burgos, Spain): The Sala and Galerías de las Huellas, en el que trata sobre las improntas de pies descalzos conservadas en el sedimento blando del suelo de la Cueva Palomera del complejo kárstico de Ojo Guareña (Merindad de Sotoscueva, Burgos).

Vista general de la Sala de las Huellas.

Estas huellas, asignadas a rastros dejados por unos diez individuos que exploraban las cavidades hace entre 4.200 y 4.600 años, fueron descubiertas en 1969 por el Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE) en el yacimiento de la Sala y Galerías de las Huellas, a unos 1.200 metros de la entrada de Cueva Palomera. La fragilidad de las huellas y su entorno fue el motivo por el que su estudio no pudo abordarse y se haya tenido que esperar hasta el desarrollo de las nuevas técnicas de teledetección no invasivas para llevarlo a cabo.

"Gracias a los escaneos 3D y la fotografía digital, en combinación con técnicas GIS, hemos podido realizar la minuciosa identificación de más de 1.200 improntas humanas en este yacimiento", explicó la arqueóloga Ana Isabel Ortega (izquierda), investigadora del Cenieh y de la Fundación Atapuerca que lidera este estudio.

Datación por carbono-14

Este estudio incluye además una batería de dataciones por carbono-14 de restos de antorchas localizados tanto en el itinerario de la Sala y Galerías de las Huellas, en el que se conservan las improntas de las pisadas humanas, como en las galerías de acceso hacia las mismas: el sector del Laberinto Otilio, la Sala Negra y las laterales de la Galería del Cacique.

"La excepcionalidad de estas incursiones se debe a la complejidad del acceso. El estudio de la ruta tomada por los exploradores y sus senderos está permitiendo profundizar nuestro conocimiento del uso del mundo subterráneo en la Prehistoria y especialmente el uso de la zona oscura como parte de la exploración hacia el paisaje simbólico y social", señaló Ana Isabel Ortega.

(1) Huellas humanos sobre un gran bloque en la Sala de las Huellas; (2) Restos de una antorcha bajo un bloque de Sala de las Huellas (No 1); (3) Detalle de huella en la Galería de las Huellas II; (4) Vista de la Galería de las Huellas I; (5-6-7) Varias vistas de las huellas en la Galería de las Huellas II. (Fotos MA Martín-Grupo Espeleológico Edelweiss).

De las muestras datadas, seis se corresponden con los itinerarios en los que se conservan las improntas de pies descalzos, con fechas comprendidas entre 4.200 y 4.600 años (Calcolítico). Sin embargo, en los conductos de acceso, el rango cronológico se amplía notablemente. Aparte de dos fechas calcolíticas situadas en el acceso inmediato a la Sala de las Huellas, se han documentado cuatro muestras comprendidas entre 6.200 y 6.600 años (Neolítico) y tres muestras entre 7.700 y 7.800 años (Mesolítico). mientras que la datación más antigua proporciona una fecha de unos 19.000 años (Paleolítico Superior).

“El avance de las investigaciones prehistóricas en Ojo Guareña va confirmando la intensa y reiterada utilización del mundo subterráneo en la Prehistoria”, concluyó Ana Isabel Ortega.

Plano de la Galería de las Huellas I, realizado con escáner para la identificación de las huellas.

Plano de la Galería de las Huellas II ,realizado con escáner para la identificación de las huellas.

Financiación

La Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León financia las investigaciones llevadas a cabo en estos últimos años y las materializa a través de diferentes convenios con la Fundación Atapuerca. La Diputación Provincial de Burgos ha apoyado la exploración y topografía realizadas previamente en Ojo Guareña por el Grupo Espeleológico Edelweiss, en el marco de las cuales se descubrieron los yacimientos arqueológicos que ahora se están estudiando.

Fuente: diariodeburgos.es | 5 de marzo de 2021