Jiroft (Irán), la civilización perdida de la Edad del Bronce

Uno de los yacimientos en los que se han encontrado más restos es el de las dos colinas artificiales de Konar Sandal. Estas estructuras acogen los restos de lo que parece ser un edificio de culto y una ciudadela fortificada. En la foto, imagen de los trabajos arqueológicos que se están realizando en el yacimiento. Foto: Mohamad Eslami Rad / Getty Images.

En el año 2001 miles de misteriosos objetos arqueológicos invadieron el mercadoue parecían internacional de antigüedades y sorprendieron a la comunidad científica. Se trataba de vasos, copas, recipientes, tableros de juego y pesos con asas realizados en clorita –un mineral semiprecioso– o en alabastro, decorados con magníficas incrustaciones de cornalina y lapislázuli. También aparecieron fíbulas (broches), armas, joyas y obras maestras de cerámica. Pero lo que hacía verdaderamente únicos a estos objetos (que aparecieron en mayor número a comienzos de 2002) era la compleja simbología que decoraba su superficie: animales salvajes y domésticos como cebúes, felinos, escorpiones, aves rapaces... que luchaban entre ellos o con figuras humanas que parecíanf someterlos.

Eran representaciones naturalistas y bucólicas, con animales pastando en vastos palmerales, y reproducciones arquitectónicas de templos palacios. Los pocos datos que proporcionaban los sitios de internet que vendían estas piezas, o las casas de subastas que las ofrecían a un precio muy alto, eran más bien lacónicos, como, por ejemplo, «procedentes de Asia central». Al principio se supuso que las piezas eran obra de expertos falsificadores, pero con el paso de los meses, y a medida que su número aumentaba, se pensó que provenían de excavaciones clandestinas de grandes dimensiones, aunque no se podía precisar su lugar exacto de procedencia.

La policía iraní desveló el enigma a finales de 2002. Una operación coordinada llevó a la detención de varios traficantes y permitió confiscar grandes cantidades de objetos listos para ser enviados al resto del mundo desde las ciudades de Teherán, Bandar Abbas y Kermán. Se averiguó que en su mayor parte provenían de necrópolis situadas entre 28 y 50 kilómetros al sur de Jiroft, una remota y apacible ciudad del sudeste de Irán, no muy lejos del golfo Pérsico.

¿Pero cómo era posible que, de repente, apareciera tal cantidad de piezas arqueológicas? La explicación era tan simple como asombrosa. A principios de 2001, tras años de relativa sequía, unas terribles inundaciones provocaron el desbordamiento del río Halil; el agua erosionó sus orillas, sacando a la luz, tras milenios de olvido, los restos de una enigmática cultura. Los arqueólogos no advirtieron el alcance del descubrimiento hasta que se hicieron las primeras prospecciones. Para entonces, la destrucción de miles de sepulturas y el saqueo de sus tesoros había comportado una terrible pérdida de información científica. Empezó, por tanto, una carrera contrarreloj para salvar todo lo que fuera posible y arrojar algo de luz sobre el pueblo que fue capaz de realizar esas obras de arte.

Yousef Madjidzadeh es un hombre feliz. Cree que ha encontrado la propia cultura de la Edad del Bronce de Irán. Foto de Newsha Tavolakia

UNA GRAN CULTURA URBANA

Las excavaciones en Jiroft se iniciaron en febrero de 2003 bajo la dirección del arqueólogo iraní Youssef Madjidzadeh, y se prolongaron durante varias temporadas. Se identificó una de las necrópolis principales, llamada Mahtoutabad, de la cual procedía la mayoría de los hallazgos. Casi a un kilómetro y medio al oeste, dos imponentes tepe o colinas artificiales que se alzaban sobre la llanura atrajeron la atención de los investigadores. Llamadas Konar Sandal Sur y Konar Sandal Norte, distaban poco menos de dos mil metros una de otra. Se trataba de los restos de dos complejos arquitectónicos de notables dimensiones que custodiaban, respectivamente, un edificio de culto y una ciudadela fortificada. A sus pies, enterrados bajo metros de sedimentos, yacían los restos de edificios menores. Los dos yacimientos, pues, formaban parte de un único y vasto centro urbano que se extendía a lo largo de muchas hectáreas, a unos 28 kilómetros de la moderna localidad de Jiroft.

Las conclusiones preliminares de Madjidzadeh a partir de datos aún parciales tuvieron un increíble impacto sobre la comunidad científica, y suscitaron acalorados debates y furiosas polémicas que a menudo, y de manera incomprensible, subestimaban la importancia del descubrimiento. Así lo puso de manifiesto el arqueólogo italiano Massimo Vidale (izquierda), que trabajó en el yacimiento: «Mientras algunos estudiosos, dando muestras de escasa perspicacia, no perdían la ocasión de manifestar su escepticismo, salía a la luz una nueva gran civilización urbana. Las excavaciones de Konar Sandal Sur, que se encuentra rodeado por un gran complejo urbano del que aún no se conocen ni su extensión ni su historia, y de la necrópolis saqueada de Mahtoutabad van construyendo una imagen coherente de manera gradual».

En la actualidad, después de numerosas campañas de excavación en las que han intervenido diversas universidades extranjeras coordinadas por arqueólogos iraníes, el cuadro inicial se ha consolidado poco a poco, y podemos trazar una interesante panorámica. Al parecer, el centro urbano nació a finales del V milenio a.C. y se desarrolló hasta finales del III milenio a.C., lo que evidencia una comunidad muy avanzada, que tallaba con gran maestría piedras semipreciosas –calcita, clorita, obsidiana, lapislázuli– y que mantenía estrechos contactos con las lejanas ciudades de Mesopotamia, la región iraquí situada entre los ríos Tigris y Éufrates.

Vidale explica: "Mientras que los estratos de la primera mitad del III milenio aún están por explorar, la ciudad parece 'dispararse' hacia 2500 a.C. y llenarse de casas de adobe". Además, las cuidadosas excavaciones de Konar Sandal Sur permitieron determinar que se trataba de una ciudadela rodeada por un muro monumental de ladrillo, y que contaba con diversas salas destinadas a actividades administrativas que los análisis de radiocarbono permitieron datar entre 2500 y 2200 a.C.

Una de las tablillas con caracteres de escritura geométricos del III milenio a.C. hallada en Jiroft y que aún no ha sido descifrada por los estudiosos. Foto: AKG / Album.

Las sorpresas no habían acabado: en uno de los accesos a la ciudadela y en otro lugar situado a unos 150 metros hacia el norte se encontraron, respectivamente, un fragmento de tablilla de barro cocido y otras tres tablillas completas con textos en dos sistemas de escritura distintos. Uno era similar al llamado "elamita lineal" (una escritura utilizada en las ciudades del reino de Elam, en la frontera con Mesopotamia), mientras que el otro era de un tipo geométrico desconocido. Todo ello sugiere que la civilización de Jiroft era letrada.

En la imagen, vista de una zona desértica en las proximidades de la ciudad de Kermán, al norte de Jiroft, lugar del descubrimiento. Foto: José Fuste Raga / AGE Fotostock.

¿ARATTA O MARHASHI?

Después de examinar la enorme colección de hallazgos arqueológicos confiscados, en 2003, Madjidzadeh, apoyándose en las primeras impresiones de las excavaciones y en la lectura de los antiguos textos cuneiformes mesopotámicos, consideró que la civilización que se acababa de descubrir en Jiroft no era otra que la de Aratta, una tierra legendaria ensalzada en numerosos poemas sumerios por su proverbial riqueza. Según él, había numerosos indicios que permitían suponerlo: su posición geográfica rodeada de montañas, la abundancia de piedras semipreciosas y el alto grado de civilización que había alcanzado. Esta fascinante teoría no tardó en tomar forma en el imaginario popular, pero enseguida fue criticada por la comunidad científica ante la ausencia de pruebas históricas. En efecto, no existen documentos que confirmen la realidad de los hechos que se mencionan en los poemas citados. De manera que, por ahora, la propuesta del arqueólogo iraní no puede ser demostrada.

Jarrón encontrado en el área de Jiroft, pero tal vez de la cultura Warahshe. Wikipedia.

Para otros estudiosos, esta civilización correspondería al reino de Marhashi. En este caso sí existen algunos elementos históricos que podrían corroborarlo: las inscripciones de los reyes del imperio mesopotámico de Akad, que recuerdan sus gloriosas hazañas durante la lucha contra un poderoso Estado del altiplano iraní. En uno de esos textos se narra con gran lujo de detalles el epílogo del conflicto: «Rimush [rey de Akad] derrotó en la batalla a Abalgamash, rey de Marhashi [...] Cuando conquistó Elam y Marhashi se llevó 30 minas de oro, 3.600 minas de plata y 300 esclavos y esclavas». Puesto que está confirmado que Akad se sitúa cronológicamente en la segunda mitad del III milenio a.C., exactamente entre 2350 y 2200 a.C., y dado que Marhashi es contemporánea suya, esta ciudad también se podría datar entre esas fechas. A diferencia de Marhashi, Aratta no puede ser situada cronológicamente.

Artefacto de clorita donde escorpiones flanquean a un maestro de los animales con pezuñas que ha atrapado a dos guepardos por la cola. c. 2500 a. C.

Sin embargo, es el análisis de la iconografía presente en cientos de recipientes lo que muestra, más que cualquier otra cosa, la complejidad de la civilización de Jiroft. Se trata de un repertorio decorativo que resulta desconcertante tanto por la habilidad artística que denota como por su simbolismo. Si la comparamos con la tradición mesopotámica observaremos similitudes sorprendentes; tanto, que se diría que estas dos tierras tan alejadas entre sí compartían incluso un bagaje cultural común. Basta con pensar en los hombres-escorpión representados con gran lujo de detalles en la necrópolis real sumeria de Ur, fechada hacia mediados del III milenio a.C., o en los hombres-toro que se pueden relacionar con el famoso mito de Gilgamesh.

En este vaso de clorita de Jiroft se representa un tema que también fue muy importante en Mesopotamia: el señor de los animales, un ser capaz de controlar las fuerzas de la Naturaleza. Museo Nacional de Irán, Teherán. Foto: AKG / Album

Pero son las imágenes de un toro boca abajo y de un águila que revolotea sobre él, o las de combates entre águilas y serpientes –elementos muy frecuentes en los vasos de Jiroft–, lo que evoca de manera increíble uno de los mitos mesopotámicos más famosos: el de Etana, el rey-pastor citado en la Lista real sumeria como el primer soberano después del diluvio universal. Se trata de uno de los cuentos más complejos y emocionantes que nos ha legado la Antigüedad: su tema principal es la búsqueda de la inmortalidad y tiene como preámbulo justamente la masacre de los hijos de la serpiente a manos de un águila. También el motivo del diluvio universal, muy importante para los sumeriosy babilonios, puede tener cabida en algunas representaciones. Y hay que recordar una interesante hipótesis propuesta por el propio Vidale: «En un vaso, un personaje arrodillado sujeta a dos cebúes cuyas cabezas engendran olas. De las olas surge una montaña; otro personaje con los divinos símbolos astrales del Sol y la Luna levanta algo que parece un arcoíris, más allá del cual podemos ver cadenas de montañas que emergen [...]. A quien escribe le cuesta dejar de lado la impresión de que la imagen narra un antiguo mito sobre una gran inundación, pero es imprescindible ser cauteloso».

Durante dos años de excavaciones ilegales, muchos traficantes sacaron de forma clandestina miles de valiosos objetos del país. Se calcula que menos del uno por ciento ha sido recuperado. En la imagen, una trabajadora del nuevo museo de Jiroft cataloga y estudia algunos de los objetos que van apareciendo en el valle del río Halil. Foto: Mohamad Eslami Rad / Getty Images.

UN UNIVERSO POR DESCUBRIR

Nadie hubiera soñado nunca que de las arenas de una región tan remota y árida, considerada por muchos poco apropiada para el desarrollo de una civilización compleja, pudiera surgir una cultura tan refinada. En poco más de un decenio se han realizado numerosos avances para comprenderla y, sin duda, se harán muchos más para situarla en la perspectiva histórica que le corresponde.

Los animales eran un elemento muy frecuente en los vasos de Jiroft. Muchas escenas muestran combates entre serpientes o serpientes y águilas. En la imagen de arriba, un complejo entramado con dos serpientes entrelazadas. Museo del Louvre, París. Foto: Erich Lessing / Album.

En todo caso, el increíble material descubierto en Jiroft sugiere que en el III milenio a.C. esta región había alcanzado un desarrollo similar al de la lejana Mesopotamia, considerada hasta hoy como la auténtica cuna de la civilización; una primacía que nadie le ha podido arrebatar durante más de un siglo, desde que en 1869 se descubrió la cultura sumeria. Los hallazgos de Jiroft nos invitan a reescribir la historia –o, al menos, a releerla– desde una perspectiva más amplia, según la cual las culturas de otras regiones del mundo habrían alcanzado niveles de desarrollo tan sofisticados como los de Mesopotamia.

Fuentes: nationalgeographic.com.es | ngm. typepad.com | 8 de marzo de 2021

Nuevas dataciones revelan que los neandertales desaparecieron del noroeste de Europa antes de lo que se pensaba

Restos de la mandíbula superior e inferior de un neandertal de la Cueva de Spy, en Bélgica.

Los fósiles de neandertales de una cueva en Bélgica, que se creía que pertenecíaan a los últimos supervivientes de su especie en Europa, son miles de años más antiguos de lo que se había estimado, según un nuevo estudio.

Una datación anterior por radiocarbono de los restos de la Cueva de Spy proporcionó una fecha tan reciente como hace unos 24.000 años, pero nuevas pruebas realizadas retrasan el reloj a entre 44.200 y 40.600 años atrás.

La investigación apareció en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) y fue realizada por un equipo de Bélgica, Gran Bretaña y Alemania.

El coautor principal, Thibaut Devièse (izquierda), de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Aix-Marsella, dijo a la AFP que él y sus colegas habían desarrollado un método más sólido con el que se podía excluir mejor los elementos contaminantes de las muestras a datar.

Tener una idea firme de cuándo desaparecieron nuestros parientes humanos más cercanos se considera un primer paso clave para comprender más sobre su naturaleza y capacidades, así como por qué finalmente se extinguieron mientras nuestros propios antepasados ​​prosperaron.

Aunque el nuevo método todavía se basa en la datación por radiocarbono, considerado durante mucho tiempo el estándar de oro de la datación arqueológica, este se ha refinado en la forma en que se recolectan los especímenes.

Todos los seres vivos absorben carbono de la atmósfera y de sus alimentos, incluida la forma radiactiva carbono-14, la cual se desintegra con el tiempo. Dado que las plantas y los animales dejan de absorber carbono-14 cuando mueren, la cantidad que queda del mismo cuando son datados nos dice cuánto tiempo hace que vivieron. Respecto a la datación de restos óseos, los científicos suelen extraen la parte compuesta del colágeno, dado que es orgánica.

Entrada de la Cueva de Spy, Bélgica. Wikipedia.

"Lo que hemos hecho es ir un paso más allá", dijo Devièse, ya que la contaminación ambiental de un enterramiento, o los pegamentos utilizados en el trabajo de conservación de un museo, pueden estropear la muestra.

Para ello, el equipo utiliza un método de purificación llamado 'cromatografía líquida' con el que busca los componentes básicos del colágeno, esto es, las moléculas llamadas aminoácidos y, en particular, determinados aminoácidos específicos de los que pueden estar seguros que formaban parte del colágeno. "Podemos lograr resultados más precisos en la datación por radiocarbono si fechamos moléculas específicas en lugar de datar materiales", subraya Devièse. "En este caso, la datación de materiales, el colágeno, habría proporcionado una fecha menos precisa que la molécula de aminoácido, pues, cuando estás datando un material, a menudo está hecho de muchas moléculas diferentes, por lo que es difícil saber si todavía existe contaminación".

Un marco fiable

Los autores también dataron especímenes neandertales de dos yacimientos belgas adicionales, Fonds-de-Foret y Engis, y obtuvieron dataciones parecidas a las obtenidas en la Cueva de Spy.

"Datar todos estos especímenes de la zona belga fue muy emocionante, ya que desempeñan un papel importante en la comprensión y definición de los neandertales", dice el coautor principal, Gregory Abrams (izquierda), del Centro Arqueológico de la Cueva Scladina, en Bélgica.

"Casi dos siglos después del descubrimiento del niño neandertal de Engis-2, hemos podido proporcionar una datación fiable".

Cráneo del niño Engis-2 hallado en la cueva belga de Engis.

Durante la secuenciación genética se pudo demostrar que un hueso del hombro de un neandertal, fechado anteriormente en hace 28.000 años, estaba muy contaminado con ADN bovino, lo que sugiere que el hueso se había conservado con un pegamento hecho de huesos de ganado.

"Las dataciones son cruciales en arqueología. Sin un marco cronológico fiable no podemos estar realmente seguros de comprender las relaciones entre el 'Homo neanderthalensis' y el 'Homo sapiens'", agregó el coautor Tom Higham (derecha), de la Universidad de Oxford.

Los hallazgos del estudio tamnbién ayudan a dilucidar la transición europea de los neandertales al Homo sapiens. El mes pasado, los investigadores revelaron que los neandertales se habrían movido más al sur y haber utilizado tecnología avanzada de lo que se creía anteriormente, después de examinar fósiles y herramientas en lo que hoy es Cisjordania palestina.

Pero si la línea de tiempo sobre la existencia de los neandertales se está retrasando, agregó Deviese, entonces las industrias líticas deberían ser reexaminadas a fin de determinar si realmente fueron fruto del trabajo de la especie de homínido extinto que se cree que las produjo.

Fuentes: phys.org | academictimes.com | 8 de marzo de 2021

Descubren dos 'domus' romanas con pavimentos de mármol en Nimes (Francia)

Dos arqueólogos juntos al pavimento de 'opus sectile' hallado en una casa romana de entre los siglos I-II en Nimes. Foto: Charlotte Gleize (Inrap)

En la calle Pelloutier de Nimes, y a cien metros de la Maison Carré (un templo romano dedicado al culto imperial que actualmente es la imagen de la ciudad), arqueólogos del INRAP (Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas) han llevando a cabo una excavación, que finalizó el 12 de febrero de 2021, con el objetivo de salvaguardar, mediante el estudio científico, los restos de dos casas romanas (una de ellas con una lujosa decoración) que habían sido identificados en el transcurso de unas obras destinadas a la construcción de un edificio de apartamentos.

En algún momento antes del año 28 a.C., Nimes se convirtió en una próspera ciudad romana llamada Colonia Nemausus, convirtiéndose como un importante centro administrativo del sur de la Galia. En su época de mayor apogeo, la ciudad acogió entre 50.000 y 60.000 habitantes,y en ella se alzaban edificios cívicos y recreativos, como una basílica civil, una curia, un gimnasio, un anfiteatro, varios templos y quizás un circo.

Vista desde el suelo de la primera sección del sitio. Pascal Druelle, Inrap

Vista aérea de las excavaciones en Nimes. Foto: Pascal Druelle. Inrap

YESO PINTADO Y MÁRMOL EN EL SUELO

La superficie de las dos domus descubiertas se extiende más allá de los límites de la excavación y de la parcela donde está previsto construir los apartamentos. Una de ellas destaca sobre todo por la presencia de una gran sala de recepción perfectamente reconocible. Los muros de esta estancia se encalaron con yeso, que con el tiempo se desprendió y cayó al suelo. En su cara pintada, estos fragmentos de yeso muestran una decoración clásica con grandes paneles rojos y negros dentro de los cuales se pintaron refinados candelabros. Este tipo de composición corresponde a una moda decorativa que estuvo muy presente en la Galia romana en el siglo I d.C.

Retirada de fragmentos de yesos pintados caídos en el suelo. Foto: Pascal Druelle. Inrap

Dos arqueólogos manipulan restos de yeso pintado en la sala de recepción de una de las domus. Foto: Pascal Druelle. Inrap

Por su parte, el pavimento de la sala de recepción tiene una decoración geométrica en forma de panal hecho con teselas de mosaico negras. A lo largo del eje principal de la sala, este pavimento incluye una alfombra de opus sectile, término latino que se emplea para definir un revestimiento hecho con losas de mármol (en este caso, procedente de diferentes provincias del Imperio), ensambladas en forma de damero. En esta técnica, el material se corta en pedazos, se pule y luego se recorta según el patrón elegido. Normalmente, las piezas de opus sectile son grandes y pueden moldearse para definir grandes partes del diseño de una estancia. La elección del mármol para enriquecer la decoración sugiere que el propietario de esta domus perteneció a la élite de la antigua Nemausus.

Detalle del pavimento de 'opus sectile'. Los mármoles proceden de todos los rincones del Imperio. Foto: Bertrand Houix. Inrap

Los revocos así como el pavimento de hormigón decorado con teselas y mármol permiten conocer gran parte del programa decorativo de la estancia. Foto: Pascal Druelle. Inrap

CALEFACCIÓN CENTRAL

Otros restos descubiertos por los arqueólogos también reflejan el alto nivel de lujo de estas mansiones, como algunas estancias con calefacción por suelo radiante con hipocausto (un sistema de calefacción central donde el aire caliente circula debajo del piso y a través de una serie de tuberías en las paredes) y tubos de calor. En uno de los patios había un baño con un ábside semicircular y con el pavimento revestido con mármol blanco de Carrara. El segundo patio estaba decorado con plantas, ya que en el lugar se han hallado restos de macetas.

La mayoría de las partes de las dos domus, de los siglos I y II después de Cristo, son de suelo de cemento decorado con una rejilla cabujones de mármol. Foto: Bertrand Houix. Inrap

Aunque el sector donde han aparecido estas dos domus romanas, situado a muy poca distancia de la ciudad medieval y moderna de Nimes, ha sufrido importantes reformas (la construcción de bodegas, un depósito de combustible, la cimentación de murallas en el siglo XX...), su estudio detallado permitirá a los arqueólogos comprender con mayor precisión el urbanismo de la antigua ciudad romana de Nimes.

Fuentes: National Geographic | INRAP | 10 de marzo de 2021

Establecen que la cultura Achelense permaneció mucho tiempo después de inciarse las tecnologías del Paleolítico Medio

Hachas de mano achelenses. Crédito: Didier Descouens.

Se ha estimado que la cultura Achelensese extinguió hace unos 200.000 años, pero nuevos hallazgos, publicados en Comunicaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, sugieren que pudo haber persistido durante mucho más tiempo, dando lugar a más de 100.000 años de superposición con otras tecnologías más avanzadas producidas por los neandertales y los primeros humanos modernos.

El equipo de investigación, dirigido por el Dr. Alastair Key (izquierda), junto con el Dr. David Roberts (derecha, ambos de la Universidad de Kent, en Reino Unido) y el Dr. Ivan Jaric (abajo, del Centro de Biología de la Academia Checa de Ciencias), hizo el descubrimiento mientras estudiaban los registros de herramientas piedra de diferentes regiones de todo el mundo. Mediante el uso de nuevas técnicas estadísticas aplicadas a la ciencia arqueológica, los arqueólogos y expertos en conservación pudieron reconstruir el final del período Achelense y volver a clarificar el mapa del registro arqueológico.

Anteriormente, se suponía que hubo un cambio rápido entre los primeros diseños de herramientas de piedra achelenses -a menudo asociados con el Homo heidelbergensis, el antepasado común de los humanos modernos y los neandertales- y la tecnología más avanzada denominada "Método Levallois" creada por los primeros humanos modernos y los neandertales. Sin embargo, el estudio ha arrojado nueva luz sobre la transición entre estas dos tecnologías, en el que se sugiere que hubo una superposición sustancial entre las dos.

Las tecnologías de herramientas de piedra achelense son la tradición cultural más longeva practicada por los primeros humanos. Originarias de África Oriental hace 1,75 millones de años, las hachas de mano y cuchillas, los tipos de herramientas de piedra que caracterizan el período, se utilizaron en África, Europa y Asia por varias especies diferentes de humanos primitivos. Antes de las nuevas investigaciones realizadas, se asumía que el período achelense habría terminado hace entre 300.000 y 150.000 años. Sin embargo, el registro arqueológico al respecto carecía de fechas específicas y el momento de desaparición del Acehelense ha sido muy debatido.

El equipo de la Universidad de Kent y de la Academia Checa de Ciencias descubrió que esta tradición tecnológica probablemente tuvo su final en diferentes momentos en todo el mundo: en África y el Cercano Oriente se demuestra que el achelense termina entre hace 175.000 y 166.000; en Europa se infiere que termina entre hace 141.000 y 130.000; la extinción de Achelense en Asia ocurre más tarde, entre hace 57.000 y 53.000 años, mientras que los modelos globales varían dependiendo de cómo se seleccionan los sitios arqueológicos (107.000 y 29.000 años). Estos resultados demuestran que el Achelense ha permanecido como una tradición cultural distinta mucho tiempo después del inicio de las tecnologías del Paleolítico Medio en múltiples regiones continentales.

Diagrama que que refleja las fechas del fin del Achelense en Europa, Asia, África subsahariana, África del Norte y el Cercano Oriente.

Para comprender cuándo el Achelense pudo haber desaparecido, el equipo recopiló información sobre diferentes yacimientos arqueológicos de todo el mundo con el fin de encontrar los últimos conjuntos de este tipo de herramientas de piedra. Para ello se utilizó una técnica estadística conocida como 'estimación lineal óptima', comúnmente utilizada en estudios de conservación para estimar la extinción de especies, o bien predecir cuánto tiempo más continuó determinada tradición de herramientas de piedra después de conocerse los yacimientos más recientes. En efecto, la técnica pudo modelar la parte del registro arqueológico que aún no se ha descubierto.

El Dr. Alastair Key, arqueólogo paleolítico y autor principal del estudio, dijo: "El registro arqueológico más antiguo siempre será una imagen incompleta del comportamiento humano temprano, por lo que sabemos que es poco probable que los sitios achelenses más jóvenes representen realmente la instancia final de esta tecnología que se estaba produciendo. Al permitirnos reconstruir las partes que faltaban en el registro arueológico, esta técnica no solo nos da una comprensión más precisa de cuándo terminó la tradición achelense, sino que nos da una indicación sobre dónde podemos esperar encontrar nuevos descubrimientos arqueológicos en el futuro".

El Dr. Roberts agregó: "Esta técnica fue desarrollada originalmente por mí y un colega hasta la fecha de las extinciones, ya que es poco probable que el último avistamiento de una especie sea la fecha en que realmente se extinguió. Es emocionante verla aplicada en un nuevo contexto".

Fuente:phys.org | 1 de marzo de 2021

Los aborígenes canarios gestionaban la muerte de sus finados a través de tres paisajes funerarios

Vista parcial de la necrópolis con túmulos de Arteara, en San Bartolomé. / C7

El poblamiento o la llegada de pobladores a Gran Canaria no se produjo de una sola vez. O al menos no solo en una misma época o momento histórico. Los antiguos canarios aquí afincados recibieron varias arribadas de gentes llegadas del Norte de África, que no tuvieron por qué ser numerosas, pero sí en diferentes etapas.

Esta es la hipótesis que maneja un grupo de arqueólogos canarios a partir del estudio de los distintos tipos de paisajes funerarios prehispánicos que se conservan en la isla y que ayer resumió Verónica Alberto Barroso (izquierda) en la ponencia que ofreció en una de las dos sesiones de apertura de las primeras Jornadas de Patrimonio Histórico que organiza el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana.

Verónica Alberto y el equipo de arqueólogos que, como ella, están embarcados en este proyecto, que son Teresa Delgado, Javier Velasco y Marco Moreno, identifican al menos tres momentos a partir de tres categorías de paisajes funerarios: el de los primeros pobladores, que recurrían exclusivamente al enterramiento en cuevas colectivas (aunque esta modalidad nunca se abandonó del todo a lo largo del tiempo); en torno a los siglos VII y VIII, que es la época en la que están datadas las inhumaciones en túmulos, y sobre el siglo XI, en que aparecen las necrópolis en fosas y cistas.

¿En qué se basan para, a partir de los cementerios, sostener esta tesis? En dos claves. Primero, en que una necrópolis no es solo un almacén de cuerpos. Es un escenario social que aporta mucha información de cómo vivían y pensaban los allí enterrados, que no depende solo de la época en la que se haya usado, sino del tipo de desarrollo y de organización del grupo humano que lo usó. Y segundo, en que no hay una evolución progresiva de un tipo a otro de enterramiento. El cambio es tan radical que les lleva a deducir que fue el fruto de una práctica nueva introducida por pobladores recién llegados. «Los paisajes funerarios no cambian solos, cambian como reflejos de cambios de gran calado en todo el sistema social», apuntó.

Foto de archivo del yacimiento de Arteara, al que se hará una visita. / C7

Con esas premisas de partida, lo que hizo ayer Verónica Alberto en su charla 'Paisajes funerarios para conocer a los antiguos canarios' fue llevar de la mano por esas necrópolis a los presentes y a los que la siguieron vía telemática, analizar la gestión de la muerte como una práctica social y aportarles pautas para asomarles a descubrir cómo pensaban y cómo vivían las personas que se enterraban en ellos. Para hacerlo, usó como guía las prácticas funerarias a las que recurrían, la tipología de los cementerios en cuestión, dónde estaban emplazados geográficamente y su relación con los espacios de habitación, y el tiempo histórico en el que fueron usados.

Así las cosas, la modalidad sepulcral que utilizaron los primeros pobladores fue la cueva funeraria colectiva. Vivían y morían en cuevas, en zonas del interior de la isla, con una economía ganadera y de pastoreo, en grupos donde el peso de la comunidad era alto y no había grandes diferencias entre los individuos, homogeneidad que se trasladaba al mundo de la muerte. Se enterraban todos juntos, en una misma cueva.

Durante cientos de años esta es la única forma de enterramiento hasta que, a mediados del siglo VII y principios del VIII, de forma un tanto súbita, surge un nuevo paisaje funerario, el de los cementerios de túmulos, que se ubican en coladas de fondos de barranco y de la costa. La necrópolis está enfatizada. Se hace muy visible la muerte, pero no está asociada a poblados concretos, como antes, ahora las tumbas son individuales y sí hay diferencias entre ellas, por el tamaño y por el lugar que ocupan. Esto revela un cambio en la forma en que se organizaban los vivos: empieza a intuirse el auge de los roles personales.

Túmulo de La Guancha (Gran Canaria).

Coexisten varios siglos túmulos y cuevas (aunque estas últimas con menor prevalencia) hasta que con el cambio de milenio, sobre el siglo XI, se produce otro cambio «rotundísimo» en el paisaje funerario. Se mantienen las cuevas, empieza el declive lento del túmulo hasta casi extinguirse y se hacen protagonistas los cementerios de fosas y cistas, sin antecedentes hasta ahora en las prácticas funerarias. Aparecen los poblados de casas de piedra, los más importantes se ubican en la franja costera, y los muertos vuelven a convivir con los vivos. «Se sitúan próximos o muy imbricados con el poblado». Y se mantienen las diferencias individuales en el enterramiento, la asimetría. Es una sociedad jerarquizada, en la que cada miembro tiene un rol y es de corte sobre todo agrícola.

Esta fue la modalidad sepulcral que existía cuando la conquista. Del enterramiento en cuevas no hay registros en el siglo XV y solo se recupera, ya como tierra conquistada, como una forma de resistencia cultural de algunos canarios. Se enterraban de forma proscrita en cuevas, como si quisieran reivindicar su identidad perdida.

«De los cambios funerarios inferimos que cambió la sociedad», apunta Verónica Alberto. Y fueron tan rotundos que les sugieren, junto a otras pistas, como los cambios en la economía y a ciertos picos en la violencia letal, que fueron el resultado de la entrada de nuevas ideas por nuevos grupos llegados de la misma zona norteafricana.

Fuente: canarias7.es | 6 de marzo de 2021