El ‘hombre de Loizu’, con más de 11.700 años, se convierte en el cuerpo humano completo más antiguo hallado en Navarra

Restos del 'hombre de loizu' hallados en la cueva Errotalde I (Navarra).

Este viernes por la mañana se ha presentado en los exteriores de la cueva Errotalde I (entre Aintzioa y Loizu, valle de Erro) el hallazgo de "El hombre de Loizu", el cuerpo humano más antiguo descubierto hasta el momento en Navarra, el cual data de alrededor del año 9700 a.C y que pertenecería a un joven varón de entre 17 y 21 años que fue depositado en un lugar muy profundo de la cavidad. Un aspecto particularmente llamativo es la presencia de un agujero en el cráneo. Del examen in situ practicado por Edgard Camarós y Maitane Tirapu se desprende que podría tratarse de un traumatismo con entrada por ese punto, con dirección oblicua desde la parte posterior. Muy probablemente se trate del impacto de un proyectil. Esto explicaría la fragmentación del cráneo.

La posición y los restos encontrados han permitido concluir que el cuerpo probablemente había estado envuelto en un sudario o paquete funerario, cubierto con sedimento rojizo, aparentemente ocre. Los restos se han conservado inalterados hasta el día de hoy.

En la entrada de la cueva, la presidenta de Navarra, María Chivite, ha reconocido que "este hallazgo presenta una oportunidad excepcional para estudiar cómo vivían y morían nuestros antepasados, el ser humano que vivió al filo de la última glaciación, en uno de los momentos de cambio climático más acusados de la historia". Tras las explicaciones del arqueólogo de la Sección de Registro, Bienes Muebles y Arqueología del Gobierno de Navarra, Jesús García Gazólaz, y del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias Cabal, sobre las circunstancias en las que fue hallado el cuerpo y el proceso seguido para extraerlo, así como las principales características de los restos y su importancia desde un punto de vista arqueológico, la presidenta ha querido agradecer el trabajo conjunto de espeleólogos, arqueólogos, antropólogos y demás especialistas que han colaborado para sacar a la luz este hallazgo tan relevante.

Se trata de uno de los hallazgos más importates para la Prehistoria en los últimos años en Navarra, y también en la Península, tanto por su antigüedad, como por el hecho de que el cuerpo está completo, algo también muy difícil de encontrar.

Panorámica del valle de Erro, donde se localiza la cueva de Errotalde I.

De hecho, el estado de conservación de los restos se puede considerar excepcional. El esqueleto está prácticamente completo, en conexión anatómica, y los huesos están en su mayor parte enteros, con escasos daños. La datación en torno a 9700 a.C. lo sitúa en la transición del Pleistoceno al Holoceno, una época en la que no abundan los testimonios antropológicos en la península ibérica, e incluso en el conjunto del continente europeo.

Por eso, más allá de la circunstancia de ser el individuo más antiguo de Navarra, se trata de un testimonio de incalculable valor para estudiar las poblaciones humanas del suroeste europeo en uno de los grandes momentos de cambio del pasado de la humanidad: la transición de la última glaciación a los tiempos geológicos modernos, un periodo de acelerado cambio climático y profundas transformaciones ecológicas sobre el cual se puede aprender mucho a partir de este excepcional conjunto antropológico y arqueológico.

El 20 de noviembre de 2017, el grupo Sakon Espeolología fue quien descubrió los restos en una de sus exploraciones a la cueva situada entre Aintzioa y Loizu, en la cuenca alta del río Erro y trasladó la información a Dirección General de Cultura -Institución Príncipe de Viana, que hoy se encuentra en fase de estudio. Según el Gobierno de Navarra, "su encomiable praxis ha permitido que los restos se hayan conservado inalterados hasta el día de hoy".

MÁS DE 11.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD

Un primer análisis radiocarbonométrico ha permitido datar el esqueleto en el 9.700 a.C., en un momento de transición entre el Pleistoceno (que va desde hace 2 millones de años hasta hace unos 10.000 años a.C.) y el Holoceno (que comenzó hace unos 10.000 años a.C. y llega a la actualidad). Se trata, por tanto de las últimas sociedades de cazadores y recolectores del pirineo navarro. Esta circunstancia convierte el hallazgo en verdaderamente excepcional no solo en Navarra sino a escala peninsular, ya que el registro antropológico de este periodo es muy escaso en toda Europa occidental.

Además, constituye el caso más temprano de un fenómeno arqueológico aún insuficientemente estudiado: la presencia de cuerpos humanos completos en el interior de sistemas kársticos, en ocasiones en lugares remotos y de difícil acceso. En la península ibérica, los casos más antiguos se datan en el Mesolítico (que comprende entre el año 10.000 a.C. hasta el 6.000 a.C.), por lo que son posteriores al de Errotalde I.

Presentación de los restos del 'hombre de Loizu'.

HALLAZGO FORTUITO

El 'hombre de Loizu' ha sido hallado a casi 200 metros de la entrada de la cueva, a unos 45 minutos de distancia, en un meandro fluvial fósil dentro del sistema laberíntico de la cueva de Errotalde I, tras un recorrido angosto y estrecho.

La cueva, en la que surge el manantial de Loizu, era conocida desde antiguo en la zona, pero no había sido explorada a fondo hasta ahora. Los trabajos que el grupo Sakon Espeleología iba a desarrollar en la cueva requerían de una intensa labor de exploración, pues además de labores de topografía, contemplaban la comprensión del sistema hídrico, la geomorfología de la cavidad, así como análisis bioespeleológicos.

Los espeleólogos dieron aviso del hallazgo a la Dirección General de Cultura / Institución Príncipe de Viana. Tras dos visitas de inspección, técnicos del servicio de Patrimonio Histórico y especialistas en antropología física confirmaron la importancia y relevancia del hallazgo.

La realización de los trabajos de estudio y extracción de los restos ha tenido gran complejidad. De hecho, buena parte del tránsito hasta el lugar del depósito funerario, previa entrada atravesando el cauce del río, ha de hacerse reptando tumbados, sobre galerías en las que justamente pasa una persona, por lo que el desplazamiento de los equipos de registro ha resultado especialmente complejo. En esta labor ha sido fundamental el trabajo de Sakon Espeleología, que facilitó y garantizó la circulación de los investigadores en todo momento. El levantamiento de los restos ha sido también particularmente dificultoso, al encontrarse algunos de los mismos parcialmente con carbonatos y soldados al suelo.

Todo el proceso descrito está siendo documentado por medio de fotografía y video profesional, ya que la extracción de los restos supone la "alteración" de un contexto que lleva intacto más de 11.700 años.

Dos espeleólogos entran en la Cueva Errotalde I, donde se ha encontrado al 'hombre de Loizu'. Javier Bergasa.

PROCESO DE INVESTIGACIÓN

Los primeros trabajos que se han realizado son los relacionados con la salvaguarda y protección del hallazgo, asegurando el cierre de la cavidad.

El Gobierno de Navarra a través del Departamento de Cultura y Deporte, junto al Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria, ha formado un equipo multidisciplinar de especialistas. En total, 26 personas entre espeleólogos, arqueólogos, antropólogos, geólogos, restauradores y especialistas en registro gráfico, de distintos centros de investigación la Unión Europea, que se van a encargar de su investigación y estudio a lo largo de este año.

Las labores que ahora dan comienzo cogen el testigo de las iniciadas por el grupo Sakon Espeleología y suponen la finalización de los trabajos de campo.

En concreto, se continuará con las labores de exploración, topografía, reconocimiento arqueológico y caracterización geológica de todas las nuevas galerías que se van descubriendo y donde hasta el momento no han aparecido otros restos arqueológicos. Una de las tareas fundamentales en la cavidad es el intento de localización de su primitivo acceso ya que, por el momento, no se cree que el individuo fuera introducido por la actual entrada, así que el sistema kárstico debió tener otro u otros accesos que hoy permanecen ocultos.

Además, se realizará un estudio geomorfológico del karst y sus características. También se llevará a cabo el levantamiento fotogramétrico del esqueleto, es decir, el estudio de su forma, dimensiones y posición, utilizando medidas hechas sobre una o varias fotografías; así como su georeferenciación, su ubicación bien definida en la localización exacta a través de coordenadas y datos específicos. Igualmente se llevará a cabo un estudio tafonómico in situ de los restos, para analizar el proceso de fosilización. Todos estos procesos son claves para entender el proceso de descomposición cadavérica en relación con la práctica funeraria y los rituales utilizados.

Una vez finalizados todos los trabajos descritos y la extracción del cuerpo, dará comienzo la fase de tareas de laboratorio, que básicamente consisten en la limpieza y restauración/consolidación de todos los restos esqueléticos; el análisis osteológico del individuo para conocer aspectos como la edad y causa de la muerte, estatura y complexión, indicadores de actividad y enfermedades que pudo sufrir en vida; análisis de microdesgaste dental, que permitirá reconstruir el tipo de dieta en la última etapa de su vida; análisis biomoleculares, que incluyen desde datación por C14 hasta análisis de isótopos estables para el estudio de dietas y análisis de estroncio en esmalte dental; análisis paleogenómicos para tratar de reconstruir su genoma; y análisis arqueobotánicos y geoquímicos del escenario del depósito funerario. También se determinará su ADN.

Tras recuperar los restos, cuya extracción ha finalizado esta misma mañana, se trasladarán al Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria donde realizarán los análisis necesarios. Después el 'hombre de Loizu' volverá a Navarra para exponerlo al público de forma bajo la custodia del Gobierno de Navarra.

Fuentes: deia.eusdiariodenavarra.es | navarra.es | eluniversal.com.mx | 12 de marzo de 2021

Las mujeres de la élite pudieron gobernar en El Argar hace 4.000 años

Ajuar hallado en el yacimiento entre el que se encuentran objetos como una diadema. / UAB

Las mujeres de la clase dominante podrían haber desempeñado un papel relevante en el gobierno de El Argar, una sociedad que floreció en el sudeste peninsular, entre los años 2200 y 1550 a. C., y donde se estableció, ya en los dos últimos siglos de su existencia, la primera organización estatal del Mediterráneo occidental.

Así lo indican investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que han liderado un estudio en el que han analizado el contenido de una tumba principesca –la número 38–, con dos individuos y un rico ajuar funerario en su interior. Su hallazgo se produjo en 2014 en La Almoloya (Pliego, Murcia), en el subsuelo de lo que identificaron como la sala de gobierno de un recinto palaciego.

Vista del interior de la tumba 38 de La Almoloya (foto cedida por el Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

“La Almoloya y la tumba 38 son ese tipo de hallazgos excepcionales que nos proporcionan de vez en cuando una visión sobre los gobernantes y los objetos emblemáticos de las primeras sociedades que emergieron en Europa durante la Edad de Bronce”, señala Vicente Lull (izquierda), uno de los coordinadores del estudio. La investigación, publicada en Antiquity, les ha permitido captar el poder político y económico que tuvieron los sujetos de la élite de El Argar.

En la tumba, una urna de cerámica, fueron enterrados dos individuos: un hombre, de entre 35 y 40 años y, encima, una mujer de entre 25 y 30 años. Junto a ellos se introdujo un rico ajuar funerario, compuesto por una treintena de piezas, mayoritariamente de plata o chapadas en este material y casi todas pertenecientes a la mujer. Un repertorio de joyas y objetos personales muy completo: brazaletes, dilatadores de orejas, anillos, cuentas de collares, espirales y recipientes con ofrendas. Y, destacando entre todos ellos, una diadema colocada sobre la cabeza de la mujer.

Recreación de la sala de audiencias de la Almoloya - UAB/ASOME

Excavación de la sala de audiencias de La Almoloya que, según los arqueólogos, se trataría del primer recinto político especializado de Europa occidental. - ASOME/UAB

Un estudio detallado de la diadema de La Almoloya y su comparación con otras cuatro, halladas en el siglo XIX en ricas tumbas de mujeres del asentamiento de El Argar, apunta a que todas ellas, aunque idénticas en hechuras, fueron piezas muy exclusivas. Estuvieron manufacturadas en talleres de orfebrería como el recientemente descubierto en Tira del Lienzo, otro yacimiento argárico excavado hace pocos años por el mismo equipo de la UAB.

“La singularidad de estas diademas es extraordinaria. Fueron objetos simbólicos hechos para estas mujeres, transformándolas así en sujetos emblemáticos del poder de la clase dominante”, explica Cristina Rihuete (derecha), que también ha participado en el estudio.

“Son piezas únicas, comparables a los objetos funerarios que distinguían a las élites en otras regiones, como las de Bretaña, Wessex y Unetice, o en las del Mediterráneo oriental del siglo XVII a. C, contemporáneas de la tumba 38”, subraya la profesora Rihuete.

La opulencia de los ajuares funerarios hallados en las tumbas de mujeres de la élite de El Argar, en los que destacan las diademas, es, según apuntan en el estudio, un indicio del papel destacado que dichas mujeres pudieron desempeñar en el gobierno de algunos de los asentamientos, como el de La Almoloya.

Mujer con diadema argárica - Luis Siret

Diadema de plata hallada en la tumba principesca del yacimiento de La Almoloya, Murcia.

Sin parentesco biológico, una hija en común

¿Pudieron gobernar o los emblemas de poder que ostentaban eran meramente simbólicos? Se pregunta el equipo de la investigación en el artículo publicado. Su respuesta es que posiblemente gobernaran por derecho propio.

“En la sociedad argárica, las mujeres de la élite eran enterradas con diademas, mientras los hombres lo eran con una espada y una daga. Estos hombres tenían un ajuar funerario menor en cantidad y en calidad. Las espadas eran el medio más eficaz de hacer cumplir las decisiones políticas y ciertos hombres habrían jugado un papel ejecutor, aunque la legitimación y, quizás también el gobierno, recayera en las manos de ciertas mujeres”, explican.


Vasija pequeña carenada con revestimientos plateados procedente de la fosa 38 de La Almoloya; escala en centímetros (Foto de J.A. Soldevilla, cortesía del Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

Según los análisis genéticos realizados en el Instituto Max Planck, los individuos de la tumba 38 eran contemporáneos y fueron enterrados, simultáneamente o con muy poca diferencia, a mediados del siglo XVII a.C. No tenían relación biológica, pero sí una hija en común, que fue enterrada próxima a ellos.

La mujer presentaba varias anomalías congénitas y unas alteraciones óseas en las costillas que podrían indicar que padecía una infección pulmonar en el momento de la muerte. El hombre tenía un desgaste óseo propio de una extensa actividad física, probablemente de montar a caballo.

Brazaletes y dilatadores de orejas dorados de la tumba 38 de La Almoloya (Foto de J.A. Soldevilla, cedida por el Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

Un valor de más 900 jornales

Los elementos metálicos de la tumba 38 destacan también en términos cuantitativos. El peso total de las piezas de plata es de aproximadamente 230 gramos, que equivaldrían a 27,5 shekels, moneda usada en época del gobernante babilónico Hammurabi, en la primera mitad del siglo XVIII a.C. y adaptada por otras economías del Próximo Oriente y del Egeo. Con la plata funeraria de La Almoloya habría sido posible pagar, pues, unos 938 jornales o comprar 3.350 kilos de cebada.

En particular, el peso medio de las tres espirales de plata de tamaño mediano que llevaban ambos individuos es de 8,44 g, lo que coincide aproximadamente con el peso del shekel babilónico (8,33 g). Además, los pesos de otras espirales halladas en la tumba son prácticamente fracciones o múltiplos de esa cifra.

“Puede tratarse de una distribución aleatoria o el indicio de un sistema estandarizado de pesos y medidas que imitan los ejemplos orientales contemporáneos. Es necesario seguir investigando para determinarlo, pero la posibilidad de atisbar un sistema métrico detrás de las espirales de plata es una indicación más de hasta qué punto la clase dominante durante la última época de El Argar tenía un control económico”, señala Roberto Risch (izquierda), coautor del estudio.

Al contrario que en las tumbas de El Argar, de las que no se conoce el espacio en el que se ubicaron, el ajuar de la tumba 38 y su diadema sí que pueden ser interpretados en su contexto arquitectónico.

“La presencia de objetos emblemáticos enterrados en un espacio tan significativo como el 'parlamento' de La Almoloya podría representar una unidad política entre las regiones argáricas durante la última etapa de esta sociedad, en el siglo XVII a.C. El edificio fue destruido por el fuego poco después del enterramiento”, explica Rafael Micó, también codirector del proyecto.

Rafael Micó muestra una urna funeraria con los restos de un niño hallada en La Bastida (Totana, Murcia)

La sociedad de El Argar y la importancia de La Almoloya

La sociedad de El Argar floreció entre los años 2200 y 1550 a.C. al sudeste de la península ibérica (Murcia y Almería) y corresponde a la Edad del Bronce inicial, con centros urbanos y construcciones monumentales, una división del trabajo desarrollada, enterramientos intramuros y una violencia institucionalizada en el contexto de una sociedad de clases, fuertemente jerarquizada. Enclaves destacados son El Argar, La Bastida o La Almoloya.

El descubrimiento de la tumba 38 de La Almoloya, excavada en 2014 por los investigadores del equipo de investigación ASOME (Arqueoecología Social Mediterránea), adscrito al Departamento de Prehistoria de la UAB, ha puesto de manifiesto la singular riqueza arqueológica del yacimiento. Un emplazamiento estratégico privilegiado que favoreció su ocupación durante más de seis siglos.

Diadema argárica de oro hallada en Caravaca de la Cruz, Murcia. Museo Arquelógico Nacional

Los descubrimientos realizados, entre ellos el edificio de gobierno y la tumba 38, confirmaron su importancia como centro de concentración política y riqueza de primer orden dentro del territorio político de El Argar.

Fuentes: agenciasinc.es | argarica.es | 11 de marzo de 2021

Los humanos evolucionaron para beber menos que otros primates

Un mono bebe agua en Ubud, Indonesia. SHUTTERSTOCK

Cuando piensas en lo que separa a los humanos de los chimpancés y otros simios, podrías pensar en nuestros grandes cerebros o en el hecho de que nos movemos sobre dos piernas en lugar de cuatro. Pero tenemos otra característica distintiva: la eficiencia del agua.

Esa es la conclusión de un nuevo estudio que, por primera vez, mide con precisión la cantidad de agua que los humanos pierden y reemplazan cada día en comparación con nuestros parientes animales vivos más cercanos.

Nuestros cuerpos están perdiendo agua constantemente: cuando sudamos, cuando vamos al baño, incluso cuando respiramos. Esa agua debe reponerse para mantener el volumen de sangre y otros fluidos corporales dentro de los rangos normales.

Y, sin embargo, una investigación publicada el 5 de marzo en la revista Current Biology muestra que el cuerpo humano usa entre un 30% y un 50% menos de agua por día que nuestros primos animales más cercanos. En otras palabras, entre los primates, los humanos evolucionaron para convertirse en el modelo de bajo flujo.

Un antiguo cambio en la capacidad de nuestro cuerpo para conservar agua puede haber permitido a nuestros ancestros cazadores-recolectores aventurarse más lejos de los arroyos y abrevaderos en busca de alimento, dijo el autor principal Herman Pontzer (izquierda), profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, USA).

"Incluso el simple hecho de poder pasar un poco más de tiempo sin agua habría sido una gran ventaja cuando los primeros humanos comenzaron a ganarse la vida en los paisajes secos de la sabana", dice Pontzer.

El estudio comparó la rotación de agua de 309 personas con una variedad de estilos de vida, desde agricultores y cazadores-recolectores hasta trabajadores de oficina con la de 72 simios que viven en zoológicos y santuarios.

Para mantener el equilibrio de líquidos dentro de un rango saludable, el cuerpo de un ser humano o de cualquier otro animal es un poco como una bañera: "el agua que entra tiene que ser igual al agua que sale", advierte Pontzer.

Cuando perdemos agua sudando, por ejemplo, las señales de sed del cuerpo entran en acción y nos dicen que bebamos. Si se bebe más agua de la que el cuerpo necesita los riñones eliminan el exceso de líquido.

Para cada individuo en el estudio, los investigadores calcularon la ingesta de agua a través de los alimentos y las bebidas, por un lado, y el agua perdida a través del sudor, la orina y el tracto gastrointestinal, por otro lado.

Cuando sumaron todas las entradas y salidas, encontraron que la persona promedio procesa unos tres litros, o 12 tazas, de agua por día. Un chimpancé o un gorila que vive en un zoológico consume el doble.

Pontzer dice que los investigadores se sorprendieron con los resultados porque, entre los primates, los humanos tienen una capacidad asombrosa para sudar. Por pulgada cuadrada de piel, "los humanos tienen 10 veces más glándulas sudoríparas que los chimpancés", dice Pontzer. "Eso hace posible que una persona sude unos dos litros durante un entrenamiento de una hora, equivalente a dos Big Gulp de 7-Eleven".

Añádase a eso el hecho de que los grandes simios (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes) llevan vidas perezosas. "La mayoría de los simios pasan de 10 a 12 horas al día descansando o alimentándose, y luego duermen durante 10 horas. En realidad, solo se mueven un par de horas al día", recuerda Pontzer.

Los investigadores controlaron las diferencias en el clima, el tamaño corporal y factores como el nivel de actividad y las calorías quemadas por día. Así que llegaron a la conclusión de que el ahorro de agua para los seres humanos era real, y no estaba solo en función de dónde vivían las personas o de su nivel de actividad física.

Los hallazgos sugieren que algo cambió a lo largo de la evolución humana que redujo la cantidad de agua que nuestro cuerpo necesita cada día para mantenerse saludable.

"En aquel entonces, como ahora, probablemente solo podríamos sobrevivir unos pocos días sin beber", dice Pontzer. "Probablemente no puedes romper esa correa ecológica, pero al menos obtienes una más larga si puedes pasar más tiempo sin agua".

El siguiente paso, dice Pontzer, es señalar cómo ocurrió este cambio fisiológico.

Una hipótesis, sugerida por los datos, es que la respuesta de sed de nuestro cuerpo se reajustó para que, en general, anhelemos menos agua por caloría en comparación con nuestros parientes simios. Incluso cuando somos bebés, mucho antes de nuestro primer alimento sólido, la proporción de agua y calorías de la leche materna humana es un 25% menor que la de otros grandes simios.

Otra posibilidad se encuentra frente a nuestra cara: la evidencia fósil sugiere que, hace aproximadamente 1,6 millones de años, con el inicio del Homo erectus, los humanos comenzaron a desarrollar una nariz más prominente. Nuestros primos los gorilas y los chimpancés tienen narices mucho más planas.

Nuestros conductos nasales ayudan a conservar el agua al enfriar y condensar el vapor de agua del aire exhalado, convirtiéndolo nuevamente en líquido en el interior de nuestra nariz, donde puede ser reabsorbido.

Tener una nariz que sobresale más puede haber ayudado a los primeros humanos a retener más humedad con cada respiración.

"Todavía hay un misterio por resolver, pero resulta claro que los humanos ahorran agua", concluye Pontzer. "Averiguar exactamente cómo lo hacemos es el siguiente paso, y eso va a ser muy divertido".

Fuente: Universidad Duke | 5 de marzo de 2021

Jiroft (Irán), la civilización perdida de la Edad del Bronce

Uno de los yacimientos en los que se han encontrado más restos es el de las dos colinas artificiales de Konar Sandal. Estas estructuras acogen los restos de lo que parece ser un edificio de culto y una ciudadela fortificada. En la foto, imagen de los trabajos arqueológicos que se están realizando en el yacimiento. Foto: Mohamad Eslami Rad / Getty Images.

En el año 2001 miles de misteriosos objetos arqueológicos invadieron el mercadoue parecían internacional de antigüedades y sorprendieron a la comunidad científica. Se trataba de vasos, copas, recipientes, tableros de juego y pesos con asas realizados en clorita –un mineral semiprecioso– o en alabastro, decorados con magníficas incrustaciones de cornalina y lapislázuli. También aparecieron fíbulas (broches), armas, joyas y obras maestras de cerámica. Pero lo que hacía verdaderamente únicos a estos objetos (que aparecieron en mayor número a comienzos de 2002) era la compleja simbología que decoraba su superficie: animales salvajes y domésticos como cebúes, felinos, escorpiones, aves rapaces... que luchaban entre ellos o con figuras humanas que parecíanf someterlos.

Eran representaciones naturalistas y bucólicas, con animales pastando en vastos palmerales, y reproducciones arquitectónicas de templos palacios. Los pocos datos que proporcionaban los sitios de internet que vendían estas piezas, o las casas de subastas que las ofrecían a un precio muy alto, eran más bien lacónicos, como, por ejemplo, «procedentes de Asia central». Al principio se supuso que las piezas eran obra de expertos falsificadores, pero con el paso de los meses, y a medida que su número aumentaba, se pensó que provenían de excavaciones clandestinas de grandes dimensiones, aunque no se podía precisar su lugar exacto de procedencia.

La policía iraní desveló el enigma a finales de 2002. Una operación coordinada llevó a la detención de varios traficantes y permitió confiscar grandes cantidades de objetos listos para ser enviados al resto del mundo desde las ciudades de Teherán, Bandar Abbas y Kermán. Se averiguó que en su mayor parte provenían de necrópolis situadas entre 28 y 50 kilómetros al sur de Jiroft, una remota y apacible ciudad del sudeste de Irán, no muy lejos del golfo Pérsico.

¿Pero cómo era posible que, de repente, apareciera tal cantidad de piezas arqueológicas? La explicación era tan simple como asombrosa. A principios de 2001, tras años de relativa sequía, unas terribles inundaciones provocaron el desbordamiento del río Halil; el agua erosionó sus orillas, sacando a la luz, tras milenios de olvido, los restos de una enigmática cultura. Los arqueólogos no advirtieron el alcance del descubrimiento hasta que se hicieron las primeras prospecciones. Para entonces, la destrucción de miles de sepulturas y el saqueo de sus tesoros había comportado una terrible pérdida de información científica. Empezó, por tanto, una carrera contrarreloj para salvar todo lo que fuera posible y arrojar algo de luz sobre el pueblo que fue capaz de realizar esas obras de arte.

Yousef Madjidzadeh es un hombre feliz. Cree que ha encontrado la propia cultura de la Edad del Bronce de Irán. Foto de Newsha Tavolakia

UNA GRAN CULTURA URBANA

Las excavaciones en Jiroft se iniciaron en febrero de 2003 bajo la dirección del arqueólogo iraní Youssef Madjidzadeh, y se prolongaron durante varias temporadas. Se identificó una de las necrópolis principales, llamada Mahtoutabad, de la cual procedía la mayoría de los hallazgos. Casi a un kilómetro y medio al oeste, dos imponentes tepe o colinas artificiales que se alzaban sobre la llanura atrajeron la atención de los investigadores. Llamadas Konar Sandal Sur y Konar Sandal Norte, distaban poco menos de dos mil metros una de otra. Se trataba de los restos de dos complejos arquitectónicos de notables dimensiones que custodiaban, respectivamente, un edificio de culto y una ciudadela fortificada. A sus pies, enterrados bajo metros de sedimentos, yacían los restos de edificios menores. Los dos yacimientos, pues, formaban parte de un único y vasto centro urbano que se extendía a lo largo de muchas hectáreas, a unos 28 kilómetros de la moderna localidad de Jiroft.

Las conclusiones preliminares de Madjidzadeh a partir de datos aún parciales tuvieron un increíble impacto sobre la comunidad científica, y suscitaron acalorados debates y furiosas polémicas que a menudo, y de manera incomprensible, subestimaban la importancia del descubrimiento. Así lo puso de manifiesto el arqueólogo italiano Massimo Vidale (izquierda), que trabajó en el yacimiento: «Mientras algunos estudiosos, dando muestras de escasa perspicacia, no perdían la ocasión de manifestar su escepticismo, salía a la luz una nueva gran civilización urbana. Las excavaciones de Konar Sandal Sur, que se encuentra rodeado por un gran complejo urbano del que aún no se conocen ni su extensión ni su historia, y de la necrópolis saqueada de Mahtoutabad van construyendo una imagen coherente de manera gradual».

En la actualidad, después de numerosas campañas de excavación en las que han intervenido diversas universidades extranjeras coordinadas por arqueólogos iraníes, el cuadro inicial se ha consolidado poco a poco, y podemos trazar una interesante panorámica. Al parecer, el centro urbano nació a finales del V milenio a.C. y se desarrolló hasta finales del III milenio a.C., lo que evidencia una comunidad muy avanzada, que tallaba con gran maestría piedras semipreciosas –calcita, clorita, obsidiana, lapislázuli– y que mantenía estrechos contactos con las lejanas ciudades de Mesopotamia, la región iraquí situada entre los ríos Tigris y Éufrates.

Vidale explica: "Mientras que los estratos de la primera mitad del III milenio aún están por explorar, la ciudad parece 'dispararse' hacia 2500 a.C. y llenarse de casas de adobe". Además, las cuidadosas excavaciones de Konar Sandal Sur permitieron determinar que se trataba de una ciudadela rodeada por un muro monumental de ladrillo, y que contaba con diversas salas destinadas a actividades administrativas que los análisis de radiocarbono permitieron datar entre 2500 y 2200 a.C.

Una de las tablillas con caracteres de escritura geométricos del III milenio a.C. hallada en Jiroft y que aún no ha sido descifrada por los estudiosos. Foto: AKG / Album.

Las sorpresas no habían acabado: en uno de los accesos a la ciudadela y en otro lugar situado a unos 150 metros hacia el norte se encontraron, respectivamente, un fragmento de tablilla de barro cocido y otras tres tablillas completas con textos en dos sistemas de escritura distintos. Uno era similar al llamado "elamita lineal" (una escritura utilizada en las ciudades del reino de Elam, en la frontera con Mesopotamia), mientras que el otro era de un tipo geométrico desconocido. Todo ello sugiere que la civilización de Jiroft era letrada.

En la imagen, vista de una zona desértica en las proximidades de la ciudad de Kermán, al norte de Jiroft, lugar del descubrimiento. Foto: José Fuste Raga / AGE Fotostock.

¿ARATTA O MARHASHI?

Después de examinar la enorme colección de hallazgos arqueológicos confiscados, en 2003, Madjidzadeh, apoyándose en las primeras impresiones de las excavaciones y en la lectura de los antiguos textos cuneiformes mesopotámicos, consideró que la civilización que se acababa de descubrir en Jiroft no era otra que la de Aratta, una tierra legendaria ensalzada en numerosos poemas sumerios por su proverbial riqueza. Según él, había numerosos indicios que permitían suponerlo: su posición geográfica rodeada de montañas, la abundancia de piedras semipreciosas y el alto grado de civilización que había alcanzado. Esta fascinante teoría no tardó en tomar forma en el imaginario popular, pero enseguida fue criticada por la comunidad científica ante la ausencia de pruebas históricas. En efecto, no existen documentos que confirmen la realidad de los hechos que se mencionan en los poemas citados. De manera que, por ahora, la propuesta del arqueólogo iraní no puede ser demostrada.

Jarrón encontrado en el área de Jiroft, pero tal vez de la cultura Warahshe. Wikipedia.

Para otros estudiosos, esta civilización correspondería al reino de Marhashi. En este caso sí existen algunos elementos históricos que podrían corroborarlo: las inscripciones de los reyes del imperio mesopotámico de Akad, que recuerdan sus gloriosas hazañas durante la lucha contra un poderoso Estado del altiplano iraní. En uno de esos textos se narra con gran lujo de detalles el epílogo del conflicto: «Rimush [rey de Akad] derrotó en la batalla a Abalgamash, rey de Marhashi [...] Cuando conquistó Elam y Marhashi se llevó 30 minas de oro, 3.600 minas de plata y 300 esclavos y esclavas». Puesto que está confirmado que Akad se sitúa cronológicamente en la segunda mitad del III milenio a.C., exactamente entre 2350 y 2200 a.C., y dado que Marhashi es contemporánea suya, esta ciudad también se podría datar entre esas fechas. A diferencia de Marhashi, Aratta no puede ser situada cronológicamente.

Artefacto de clorita donde escorpiones flanquean a un maestro de los animales con pezuñas que ha atrapado a dos guepardos por la cola. c. 2500 a. C.

Sin embargo, es el análisis de la iconografía presente en cientos de recipientes lo que muestra, más que cualquier otra cosa, la complejidad de la civilización de Jiroft. Se trata de un repertorio decorativo que resulta desconcertante tanto por la habilidad artística que denota como por su simbolismo. Si la comparamos con la tradición mesopotámica observaremos similitudes sorprendentes; tanto, que se diría que estas dos tierras tan alejadas entre sí compartían incluso un bagaje cultural común. Basta con pensar en los hombres-escorpión representados con gran lujo de detalles en la necrópolis real sumeria de Ur, fechada hacia mediados del III milenio a.C., o en los hombres-toro que se pueden relacionar con el famoso mito de Gilgamesh.

En este vaso de clorita de Jiroft se representa un tema que también fue muy importante en Mesopotamia: el señor de los animales, un ser capaz de controlar las fuerzas de la Naturaleza. Museo Nacional de Irán, Teherán. Foto: AKG / Album

Pero son las imágenes de un toro boca abajo y de un águila que revolotea sobre él, o las de combates entre águilas y serpientes –elementos muy frecuentes en los vasos de Jiroft–, lo que evoca de manera increíble uno de los mitos mesopotámicos más famosos: el de Etana, el rey-pastor citado en la Lista real sumeria como el primer soberano después del diluvio universal. Se trata de uno de los cuentos más complejos y emocionantes que nos ha legado la Antigüedad: su tema principal es la búsqueda de la inmortalidad y tiene como preámbulo justamente la masacre de los hijos de la serpiente a manos de un águila. También el motivo del diluvio universal, muy importante para los sumeriosy babilonios, puede tener cabida en algunas representaciones. Y hay que recordar una interesante hipótesis propuesta por el propio Vidale: «En un vaso, un personaje arrodillado sujeta a dos cebúes cuyas cabezas engendran olas. De las olas surge una montaña; otro personaje con los divinos símbolos astrales del Sol y la Luna levanta algo que parece un arcoíris, más allá del cual podemos ver cadenas de montañas que emergen [...]. A quien escribe le cuesta dejar de lado la impresión de que la imagen narra un antiguo mito sobre una gran inundación, pero es imprescindible ser cauteloso».

Durante dos años de excavaciones ilegales, muchos traficantes sacaron de forma clandestina miles de valiosos objetos del país. Se calcula que menos del uno por ciento ha sido recuperado. En la imagen, una trabajadora del nuevo museo de Jiroft cataloga y estudia algunos de los objetos que van apareciendo en el valle del río Halil. Foto: Mohamad Eslami Rad / Getty Images.

UN UNIVERSO POR DESCUBRIR

Nadie hubiera soñado nunca que de las arenas de una región tan remota y árida, considerada por muchos poco apropiada para el desarrollo de una civilización compleja, pudiera surgir una cultura tan refinada. En poco más de un decenio se han realizado numerosos avances para comprenderla y, sin duda, se harán muchos más para situarla en la perspectiva histórica que le corresponde.

Los animales eran un elemento muy frecuente en los vasos de Jiroft. Muchas escenas muestran combates entre serpientes o serpientes y águilas. En la imagen de arriba, un complejo entramado con dos serpientes entrelazadas. Museo del Louvre, París. Foto: Erich Lessing / Album.

En todo caso, el increíble material descubierto en Jiroft sugiere que en el III milenio a.C. esta región había alcanzado un desarrollo similar al de la lejana Mesopotamia, considerada hasta hoy como la auténtica cuna de la civilización; una primacía que nadie le ha podido arrebatar durante más de un siglo, desde que en 1869 se descubrió la cultura sumeria. Los hallazgos de Jiroft nos invitan a reescribir la historia –o, al menos, a releerla– desde una perspectiva más amplia, según la cual las culturas de otras regiones del mundo habrían alcanzado niveles de desarrollo tan sofisticados como los de Mesopotamia.

Fuentes: nationalgeographic.com.es | ngm. typepad.com | 8 de marzo de 2021

Nuevas dataciones revelan que los neandertales desaparecieron del noroeste de Europa antes de lo que se pensaba

Restos de la mandíbula superior e inferior de un neandertal de la Cueva de Spy, en Bélgica.

Los fósiles de neandertales de una cueva en Bélgica, que se creía que pertenecíaan a los últimos supervivientes de su especie en Europa, son miles de años más antiguos de lo que se había estimado, según un nuevo estudio.

Una datación anterior por radiocarbono de los restos de la Cueva de Spy proporcionó una fecha tan reciente como hace unos 24.000 años, pero nuevas pruebas realizadas retrasan el reloj a entre 44.200 y 40.600 años atrás.

La investigación apareció en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias (PNAS) y fue realizada por un equipo de Bélgica, Gran Bretaña y Alemania.

El coautor principal, Thibaut Devièse (izquierda), de la Universidad de Oxford y de la Universidad de Aix-Marsella, dijo a la AFP que él y sus colegas habían desarrollado un método más sólido con el que se podía excluir mejor los elementos contaminantes de las muestras a datar.

Tener una idea firme de cuándo desaparecieron nuestros parientes humanos más cercanos se considera un primer paso clave para comprender más sobre su naturaleza y capacidades, así como por qué finalmente se extinguieron mientras nuestros propios antepasados ​​prosperaron.

Aunque el nuevo método todavía se basa en la datación por radiocarbono, considerado durante mucho tiempo el estándar de oro de la datación arqueológica, este se ha refinado en la forma en que se recolectan los especímenes.

Todos los seres vivos absorben carbono de la atmósfera y de sus alimentos, incluida la forma radiactiva carbono-14, la cual se desintegra con el tiempo. Dado que las plantas y los animales dejan de absorber carbono-14 cuando mueren, la cantidad que queda del mismo cuando son datados nos dice cuánto tiempo hace que vivieron. Respecto a la datación de restos óseos, los científicos suelen extraen la parte compuesta del colágeno, dado que es orgánica.

Entrada de la Cueva de Spy, Bélgica. Wikipedia.

"Lo que hemos hecho es ir un paso más allá", dijo Devièse, ya que la contaminación ambiental de un enterramiento, o los pegamentos utilizados en el trabajo de conservación de un museo, pueden estropear la muestra.

Para ello, el equipo utiliza un método de purificación llamado 'cromatografía líquida' con el que busca los componentes básicos del colágeno, esto es, las moléculas llamadas aminoácidos y, en particular, determinados aminoácidos específicos de los que pueden estar seguros que formaban parte del colágeno. "Podemos lograr resultados más precisos en la datación por radiocarbono si fechamos moléculas específicas en lugar de datar materiales", subraya Devièse. "En este caso, la datación de materiales, el colágeno, habría proporcionado una fecha menos precisa que la molécula de aminoácido, pues, cuando estás datando un material, a menudo está hecho de muchas moléculas diferentes, por lo que es difícil saber si todavía existe contaminación".

Un marco fiable

Los autores también dataron especímenes neandertales de dos yacimientos belgas adicionales, Fonds-de-Foret y Engis, y obtuvieron dataciones parecidas a las obtenidas en la Cueva de Spy.

"Datar todos estos especímenes de la zona belga fue muy emocionante, ya que desempeñan un papel importante en la comprensión y definición de los neandertales", dice el coautor principal, Gregory Abrams (izquierda), del Centro Arqueológico de la Cueva Scladina, en Bélgica.

"Casi dos siglos después del descubrimiento del niño neandertal de Engis-2, hemos podido proporcionar una datación fiable".

Cráneo del niño Engis-2 hallado en la cueva belga de Engis.

Durante la secuenciación genética se pudo demostrar que un hueso del hombro de un neandertal, fechado anteriormente en hace 28.000 años, estaba muy contaminado con ADN bovino, lo que sugiere que el hueso se había conservado con un pegamento hecho de huesos de ganado.

"Las dataciones son cruciales en arqueología. Sin un marco cronológico fiable no podemos estar realmente seguros de comprender las relaciones entre el 'Homo neanderthalensis' y el 'Homo sapiens'", agregó el coautor Tom Higham (derecha), de la Universidad de Oxford.

Los hallazgos del estudio tamnbién ayudan a dilucidar la transición europea de los neandertales al Homo sapiens. El mes pasado, los investigadores revelaron que los neandertales se habrían movido más al sur y haber utilizado tecnología avanzada de lo que se creía anteriormente, después de examinar fósiles y herramientas en lo que hoy es Cisjordania palestina.

Pero si la línea de tiempo sobre la existencia de los neandertales se está retrasando, agregó Deviese, entonces las industrias líticas deberían ser reexaminadas a fin de determinar si realmente fueron fruto del trabajo de la especie de homínido extinto que se cree que las produjo.

Fuentes: phys.org | academictimes.com | 8 de marzo de 2021