Descubren una necrópolis de hace 5.000 años en Casabermeja, Málaga

Abrigo número 1 de Piedras de Mitra precintado tras el hallazgo. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja

En julio de 2020, un vecino de la población malagueña de Casabermeja informó a las autoridades de que había descubierto unos restos óseos y un recipiente de cerámica en una zona conocida como Piedras de Mitra. Allí se personaron representantes de la Concejalía de Cultura que pudieron comprobar la veracidad de la información: observaron la existencia en el lugar de un conjunto de diferentes restos óseos humanos en lo que parecía ser una necrópolis de por lo menos 5.000 años de antigüedad.

Vista de la zona conocida como Piedras de Mitra, en Casabermeja, donde ha tenido lugar el descubrimiento de restos óseos neolíticos y calcolíticos. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja.

HUESOS DEL NEOLÍTICO

Siguiendo el protocolo establecido en estos casos, los huesos fueron analizados por médicos forenses que determinaron que, en efecto, databan de los períodos Neolítico y Calcolítico (Edad del Cobre). "Nada más comenzar la excavación, en el llamado abrigo nº 1, se confirmó la riqueza e importancia arqueológica del yacimiento", comenta Yolanda González, concejal de Patrimonio del Ayuntamiento de Casabermeja. Tras constatar la magnitud del descubrimiento, se hizo cargo de la excavación la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Vista de la cámara sepulcral con restos óseos y el hacha de cobre. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja

Vista de la cámara sepulcral con el hacha de piedra. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja

Los arqueólogos de Casabermeja Andrés Fernández Martín y Cristóbal Alcántara Vegas han dirigido una excavación de urgencia en Piedras de Mitra, que hasta ahora ha proporcionado numerosos e interesantes hallazgos. Hasta la fecha han salido a la luz cinco enterramientos del Calcolítico acompañados cada uno de ellos de su ajuar funerario.

Según explica Andrés Fernández: "Hemos encontrado elementos como hachas de piedra, cerámica, alguna lámina de sílex y un hacha de cobre, lo que permitió datar estos enterramientos en el Calcolítico. Se trataría de personas con cierto poder, ya que el cobre era un material caro en esa época. Vamos poniendo piezas al puzzle, hay un potencial arqueológico grande, la idea es ponerlo en valor de la mano del Ayuntamiento", añade.

Detalle del hacha de piedra descubierta en el abrigo 1de Piedras de Mitra. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja.

UNA GRAN NECRÓPOLIS PREHISTÓRICA

Según los arqueólogos, el reconocimiento en superficie que se ha hecho en la zona de Piedras de Mitra sugiere que existen otros abrigos u oquedades que muy posiblemente fueron utilizados como lugares de enterramiento en la Prehistoria, lo que "confirmaría el lugar como una amplia necrópolis de ese período", afirma Andrés Fernández.

Hacha de cobre perteneciente a un ajuar funerario descubierto en Piedras de Mitra. Foto: Ayuntamiento de Casabermeja

Dado el interés de este descubrimiento, la intención del Ayuntamiento de Casabermeja es poner en valor toda la zona y ampliar las excavaciones arqueológicas para descubrir nuevos enterramientos.

"Contamos con un equipo de trabajo ejemplar. Gracias a los arqueólogos por el gran trabajo realizado, con una pulcritud y paciencia digna de admirar; es un orgullo para Casabermeja", concluye la responsable de Patrimonio del Ayuntamiento de Casabermeja, Yolanda González.

Fuente: nationalgeographic.es | 16 de febrero de 2021

Hallan indicio de que los humanos vivían en América del Sur hace unos 24.000 años

El artefacto hallado contemplado de diferentes perspectivas.

Un equipo internacional, en el que ha participado el investigador español de la Institución Milà i Fontanals (IMF-CSIC), Ignacio Clemente-Conte, encontró en Vale da Pedra Furada (Brasil) una herramienta de piedra de 24.000 años de antigüedad que desmiente la extendida aceptación de que los primeros pobladores llegaron a América del Sur no antes de hace 15.000 años.

El hallazgo, que confirma ocupaciones humanas durante el pleistoceno en esta región de América del Sur, se publicó en la revista PLOS ONE. El objeto hallado tiene una antigüedad de entre 27.600 y 24.000 años, y su función aún no ha sido aclarada por los investigadores, que excavaron el sitio pleistocénico de Vale da Pedra Furada (Piauí, Brasil), donde encontraron evidencias arqueológicas de ocupaciones humanas entre 40.000 y 5.000 años antes del presente.

En esta excavación, los arqueólogos hallaron 2.200 artefactos líticos, cuyo análisis por carbono-14, así como el análisis por OSL (Optically Stimulated Luminescence) de los sedimentos alrededor de ellos, revelaron que la capa en la que se encuentra la herramienta tiene entre 27.600 y 24.000 años.

a). Ubicación del sitio Vale da Pedra Furada (VPF). Mapa que muestra la relación espacial entre VPF y otros sitios del Pleistoceno excavados por el FBMP. b). Vista de la excavación orientada al noreste. El sitio está ubicado en la periferia inmediata de bloques colapsados ​​por el desmantelamiento del acantilado local tallado en la Formación Cabeças (Devónico superior). En línea de puntos, el área recientemente excavada. c). Implantación del sitio VPF en los espacios vacíos que dejaron los bloques de arenisca que cayeron del acantilado.

Todos los artefactos líticos fueron manufacturados en cuarzo o cuarcita, pero uno de ellos se distingue por su gran tamaño y por las modificaciones que tiene en ambas caras, además de características técnicas hasta el momento desconocidas en los sitios paleo-americanos.

Se trata de una placa de arenisca limosa bien cementada de 21 centímetros de largo, 18,5 de ancho y 2,9 de grosor, que fue tallada por artesanos con forma hexagonal y simétrica. Según los arqueólogos, esta pieza es, sin duda, de creación humana y revela una novedad técnica durante la ocupación pleistocénica de América del Sur.

"Hasta ahora, la arqueología oficial norteamericana consideraba que los primeros pobladores llegaron a América hace 15. 000 años. Sin embargo, el artefacto descubierto aquí se encontró en uno de los niveles arqueológicos que tienen una antigüedad de entre 27.600 y 24.000 años", dice Ignacio Clemente-Conte (izquierda).

Además, los arqueólogos reconocen en la manufactura del instrumento cinco etapas distintas de transformación técnica que indican que el artefacto pudo tener varios procesos de uso.

Si bien el carácter intencional de este artefacto es "incontestable", su función todavía es enigmática, según los investigadores, que añaden que quizá se trate de un simple objeto de uso, o probablemente con una función simbólica.

Capas estratigráficas del sitio Vale da Pedra Furada. El artefacto se encuentra en la C7 marcado por la estrella verde. Los artefactos están fuera de escala.

Este nuevo hallazgo, por tanto, añade información importante acerca de una ocupación humana durante el Último Máximo Glacial (26.500-19.000 años BP), contradiciendo la teoría comúnmente admitida de una ocupación humana post-glacial de América del Sur y confirmando la existencia de ocupaciones humanas en esta zona durante el Pleistoceno.

La herramienta encontrada se encuentra custodiada en el Museo del Hombre Americano, en Sao Raimundo Nonato (Piauí), en la Fundação Museu do Homem Americano. EFE

Fuente: eldiario.es | 12 de marzo de 2021

El ‘hombre de Loizu’, con más de 11.700 años, se convierte en el cuerpo humano completo más antiguo hallado en Navarra

Restos del 'hombre de loizu' hallados en la cueva Errotalde I (Navarra).

Este viernes por la mañana se ha presentado en los exteriores de la cueva Errotalde I (entre Aintzioa y Loizu, valle de Erro) el hallazgo de "El hombre de Loizu", el cuerpo humano más antiguo descubierto hasta el momento en Navarra, el cual data de alrededor del año 9700 a.C y que pertenecería a un joven varón de entre 17 y 21 años que fue depositado en un lugar muy profundo de la cavidad. Un aspecto particularmente llamativo es la presencia de un agujero en el cráneo. Del examen in situ practicado por Edgard Camarós y Maitane Tirapu se desprende que podría tratarse de un traumatismo con entrada por ese punto, con dirección oblicua desde la parte posterior. Muy probablemente se trate del impacto de un proyectil. Esto explicaría la fragmentación del cráneo.

La posición y los restos encontrados han permitido concluir que el cuerpo probablemente había estado envuelto en un sudario o paquete funerario, cubierto con sedimento rojizo, aparentemente ocre. Los restos se han conservado inalterados hasta el día de hoy.

En la entrada de la cueva, la presidenta de Navarra, María Chivite, ha reconocido que "este hallazgo presenta una oportunidad excepcional para estudiar cómo vivían y morían nuestros antepasados, el ser humano que vivió al filo de la última glaciación, en uno de los momentos de cambio climático más acusados de la historia". Tras las explicaciones del arqueólogo de la Sección de Registro, Bienes Muebles y Arqueología del Gobierno de Navarra, Jesús García Gazólaz, y del catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria, Pablo Arias Cabal, sobre las circunstancias en las que fue hallado el cuerpo y el proceso seguido para extraerlo, así como las principales características de los restos y su importancia desde un punto de vista arqueológico, la presidenta ha querido agradecer el trabajo conjunto de espeleólogos, arqueólogos, antropólogos y demás especialistas que han colaborado para sacar a la luz este hallazgo tan relevante.

Se trata de uno de los hallazgos más importates para la Prehistoria en los últimos años en Navarra, y también en la Península, tanto por su antigüedad, como por el hecho de que el cuerpo está completo, algo también muy difícil de encontrar.

Panorámica del valle de Erro, donde se localiza la cueva de Errotalde I.

De hecho, el estado de conservación de los restos se puede considerar excepcional. El esqueleto está prácticamente completo, en conexión anatómica, y los huesos están en su mayor parte enteros, con escasos daños. La datación en torno a 9700 a.C. lo sitúa en la transición del Pleistoceno al Holoceno, una época en la que no abundan los testimonios antropológicos en la península ibérica, e incluso en el conjunto del continente europeo.

Por eso, más allá de la circunstancia de ser el individuo más antiguo de Navarra, se trata de un testimonio de incalculable valor para estudiar las poblaciones humanas del suroeste europeo en uno de los grandes momentos de cambio del pasado de la humanidad: la transición de la última glaciación a los tiempos geológicos modernos, un periodo de acelerado cambio climático y profundas transformaciones ecológicas sobre el cual se puede aprender mucho a partir de este excepcional conjunto antropológico y arqueológico.

El 20 de noviembre de 2017, el grupo Sakon Espeolología fue quien descubrió los restos en una de sus exploraciones a la cueva situada entre Aintzioa y Loizu, en la cuenca alta del río Erro y trasladó la información a Dirección General de Cultura -Institución Príncipe de Viana, que hoy se encuentra en fase de estudio. Según el Gobierno de Navarra, "su encomiable praxis ha permitido que los restos se hayan conservado inalterados hasta el día de hoy".

MÁS DE 11.000 AÑOS DE ANTIGÜEDAD

Un primer análisis radiocarbonométrico ha permitido datar el esqueleto en el 9.700 a.C., en un momento de transición entre el Pleistoceno (que va desde hace 2 millones de años hasta hace unos 10.000 años a.C.) y el Holoceno (que comenzó hace unos 10.000 años a.C. y llega a la actualidad). Se trata, por tanto de las últimas sociedades de cazadores y recolectores del pirineo navarro. Esta circunstancia convierte el hallazgo en verdaderamente excepcional no solo en Navarra sino a escala peninsular, ya que el registro antropológico de este periodo es muy escaso en toda Europa occidental.

Además, constituye el caso más temprano de un fenómeno arqueológico aún insuficientemente estudiado: la presencia de cuerpos humanos completos en el interior de sistemas kársticos, en ocasiones en lugares remotos y de difícil acceso. En la península ibérica, los casos más antiguos se datan en el Mesolítico (que comprende entre el año 10.000 a.C. hasta el 6.000 a.C.), por lo que son posteriores al de Errotalde I.

Presentación de los restos del 'hombre de Loizu'.

HALLAZGO FORTUITO

El 'hombre de Loizu' ha sido hallado a casi 200 metros de la entrada de la cueva, a unos 45 minutos de distancia, en un meandro fluvial fósil dentro del sistema laberíntico de la cueva de Errotalde I, tras un recorrido angosto y estrecho.

La cueva, en la que surge el manantial de Loizu, era conocida desde antiguo en la zona, pero no había sido explorada a fondo hasta ahora. Los trabajos que el grupo Sakon Espeleología iba a desarrollar en la cueva requerían de una intensa labor de exploración, pues además de labores de topografía, contemplaban la comprensión del sistema hídrico, la geomorfología de la cavidad, así como análisis bioespeleológicos.

Los espeleólogos dieron aviso del hallazgo a la Dirección General de Cultura / Institución Príncipe de Viana. Tras dos visitas de inspección, técnicos del servicio de Patrimonio Histórico y especialistas en antropología física confirmaron la importancia y relevancia del hallazgo.

La realización de los trabajos de estudio y extracción de los restos ha tenido gran complejidad. De hecho, buena parte del tránsito hasta el lugar del depósito funerario, previa entrada atravesando el cauce del río, ha de hacerse reptando tumbados, sobre galerías en las que justamente pasa una persona, por lo que el desplazamiento de los equipos de registro ha resultado especialmente complejo. En esta labor ha sido fundamental el trabajo de Sakon Espeleología, que facilitó y garantizó la circulación de los investigadores en todo momento. El levantamiento de los restos ha sido también particularmente dificultoso, al encontrarse algunos de los mismos parcialmente con carbonatos y soldados al suelo.

Todo el proceso descrito está siendo documentado por medio de fotografía y video profesional, ya que la extracción de los restos supone la "alteración" de un contexto que lleva intacto más de 11.700 años.

Dos espeleólogos entran en la Cueva Errotalde I, donde se ha encontrado al 'hombre de Loizu'. Javier Bergasa.

PROCESO DE INVESTIGACIÓN

Los primeros trabajos que se han realizado son los relacionados con la salvaguarda y protección del hallazgo, asegurando el cierre de la cavidad.

El Gobierno de Navarra a través del Departamento de Cultura y Deporte, junto al Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria, ha formado un equipo multidisciplinar de especialistas. En total, 26 personas entre espeleólogos, arqueólogos, antropólogos, geólogos, restauradores y especialistas en registro gráfico, de distintos centros de investigación la Unión Europea, que se van a encargar de su investigación y estudio a lo largo de este año.

Las labores que ahora dan comienzo cogen el testigo de las iniciadas por el grupo Sakon Espeleología y suponen la finalización de los trabajos de campo.

En concreto, se continuará con las labores de exploración, topografía, reconocimiento arqueológico y caracterización geológica de todas las nuevas galerías que se van descubriendo y donde hasta el momento no han aparecido otros restos arqueológicos. Una de las tareas fundamentales en la cavidad es el intento de localización de su primitivo acceso ya que, por el momento, no se cree que el individuo fuera introducido por la actual entrada, así que el sistema kárstico debió tener otro u otros accesos que hoy permanecen ocultos.

Además, se realizará un estudio geomorfológico del karst y sus características. También se llevará a cabo el levantamiento fotogramétrico del esqueleto, es decir, el estudio de su forma, dimensiones y posición, utilizando medidas hechas sobre una o varias fotografías; así como su georeferenciación, su ubicación bien definida en la localización exacta a través de coordenadas y datos específicos. Igualmente se llevará a cabo un estudio tafonómico in situ de los restos, para analizar el proceso de fosilización. Todos estos procesos son claves para entender el proceso de descomposición cadavérica en relación con la práctica funeraria y los rituales utilizados.

Una vez finalizados todos los trabajos descritos y la extracción del cuerpo, dará comienzo la fase de tareas de laboratorio, que básicamente consisten en la limpieza y restauración/consolidación de todos los restos esqueléticos; el análisis osteológico del individuo para conocer aspectos como la edad y causa de la muerte, estatura y complexión, indicadores de actividad y enfermedades que pudo sufrir en vida; análisis de microdesgaste dental, que permitirá reconstruir el tipo de dieta en la última etapa de su vida; análisis biomoleculares, que incluyen desde datación por C14 hasta análisis de isótopos estables para el estudio de dietas y análisis de estroncio en esmalte dental; análisis paleogenómicos para tratar de reconstruir su genoma; y análisis arqueobotánicos y geoquímicos del escenario del depósito funerario. También se determinará su ADN.

Tras recuperar los restos, cuya extracción ha finalizado esta misma mañana, se trasladarán al Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de la Universidad de Cantabria donde realizarán los análisis necesarios. Después el 'hombre de Loizu' volverá a Navarra para exponerlo al público de forma bajo la custodia del Gobierno de Navarra.

Fuentes: deia.eusdiariodenavarra.es | navarra.es | eluniversal.com.mx | 12 de marzo de 2021

Las mujeres de la élite pudieron gobernar en El Argar hace 4.000 años

Ajuar hallado en el yacimiento entre el que se encuentran objetos como una diadema. / UAB

Las mujeres de la clase dominante podrían haber desempeñado un papel relevante en el gobierno de El Argar, una sociedad que floreció en el sudeste peninsular, entre los años 2200 y 1550 a. C., y donde se estableció, ya en los dos últimos siglos de su existencia, la primera organización estatal del Mediterráneo occidental.

Así lo indican investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) que han liderado un estudio en el que han analizado el contenido de una tumba principesca –la número 38–, con dos individuos y un rico ajuar funerario en su interior. Su hallazgo se produjo en 2014 en La Almoloya (Pliego, Murcia), en el subsuelo de lo que identificaron como la sala de gobierno de un recinto palaciego.

Vista del interior de la tumba 38 de La Almoloya (foto cedida por el Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

“La Almoloya y la tumba 38 son ese tipo de hallazgos excepcionales que nos proporcionan de vez en cuando una visión sobre los gobernantes y los objetos emblemáticos de las primeras sociedades que emergieron en Europa durante la Edad de Bronce”, señala Vicente Lull (izquierda), uno de los coordinadores del estudio. La investigación, publicada en Antiquity, les ha permitido captar el poder político y económico que tuvieron los sujetos de la élite de El Argar.

En la tumba, una urna de cerámica, fueron enterrados dos individuos: un hombre, de entre 35 y 40 años y, encima, una mujer de entre 25 y 30 años. Junto a ellos se introdujo un rico ajuar funerario, compuesto por una treintena de piezas, mayoritariamente de plata o chapadas en este material y casi todas pertenecientes a la mujer. Un repertorio de joyas y objetos personales muy completo: brazaletes, dilatadores de orejas, anillos, cuentas de collares, espirales y recipientes con ofrendas. Y, destacando entre todos ellos, una diadema colocada sobre la cabeza de la mujer.

Recreación de la sala de audiencias de la Almoloya - UAB/ASOME

Excavación de la sala de audiencias de La Almoloya que, según los arqueólogos, se trataría del primer recinto político especializado de Europa occidental. - ASOME/UAB

Un estudio detallado de la diadema de La Almoloya y su comparación con otras cuatro, halladas en el siglo XIX en ricas tumbas de mujeres del asentamiento de El Argar, apunta a que todas ellas, aunque idénticas en hechuras, fueron piezas muy exclusivas. Estuvieron manufacturadas en talleres de orfebrería como el recientemente descubierto en Tira del Lienzo, otro yacimiento argárico excavado hace pocos años por el mismo equipo de la UAB.

“La singularidad de estas diademas es extraordinaria. Fueron objetos simbólicos hechos para estas mujeres, transformándolas así en sujetos emblemáticos del poder de la clase dominante”, explica Cristina Rihuete (derecha), que también ha participado en el estudio.

“Son piezas únicas, comparables a los objetos funerarios que distinguían a las élites en otras regiones, como las de Bretaña, Wessex y Unetice, o en las del Mediterráneo oriental del siglo XVII a. C, contemporáneas de la tumba 38”, subraya la profesora Rihuete.

La opulencia de los ajuares funerarios hallados en las tumbas de mujeres de la élite de El Argar, en los que destacan las diademas, es, según apuntan en el estudio, un indicio del papel destacado que dichas mujeres pudieron desempeñar en el gobierno de algunos de los asentamientos, como el de La Almoloya.

Mujer con diadema argárica - Luis Siret

Diadema de plata hallada en la tumba principesca del yacimiento de La Almoloya, Murcia.

Sin parentesco biológico, una hija en común

¿Pudieron gobernar o los emblemas de poder que ostentaban eran meramente simbólicos? Se pregunta el equipo de la investigación en el artículo publicado. Su respuesta es que posiblemente gobernaran por derecho propio.

“En la sociedad argárica, las mujeres de la élite eran enterradas con diademas, mientras los hombres lo eran con una espada y una daga. Estos hombres tenían un ajuar funerario menor en cantidad y en calidad. Las espadas eran el medio más eficaz de hacer cumplir las decisiones políticas y ciertos hombres habrían jugado un papel ejecutor, aunque la legitimación y, quizás también el gobierno, recayera en las manos de ciertas mujeres”, explican.


Vasija pequeña carenada con revestimientos plateados procedente de la fosa 38 de La Almoloya; escala en centímetros (Foto de J.A. Soldevilla, cortesía del Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

Según los análisis genéticos realizados en el Instituto Max Planck, los individuos de la tumba 38 eran contemporáneos y fueron enterrados, simultáneamente o con muy poca diferencia, a mediados del siglo XVII a.C. No tenían relación biológica, pero sí una hija en común, que fue enterrada próxima a ellos.

La mujer presentaba varias anomalías congénitas y unas alteraciones óseas en las costillas que podrían indicar que padecía una infección pulmonar en el momento de la muerte. El hombre tenía un desgaste óseo propio de una extensa actividad física, probablemente de montar a caballo.

Brazaletes y dilatadores de orejas dorados de la tumba 38 de La Almoloya (Foto de J.A. Soldevilla, cedida por el Grupo de Investigación Arqueoecologia Social Mediterránea, Universidad Autónoma de Barcelona).

Un valor de más 900 jornales

Los elementos metálicos de la tumba 38 destacan también en términos cuantitativos. El peso total de las piezas de plata es de aproximadamente 230 gramos, que equivaldrían a 27,5 shekels, moneda usada en época del gobernante babilónico Hammurabi, en la primera mitad del siglo XVIII a.C. y adaptada por otras economías del Próximo Oriente y del Egeo. Con la plata funeraria de La Almoloya habría sido posible pagar, pues, unos 938 jornales o comprar 3.350 kilos de cebada.

En particular, el peso medio de las tres espirales de plata de tamaño mediano que llevaban ambos individuos es de 8,44 g, lo que coincide aproximadamente con el peso del shekel babilónico (8,33 g). Además, los pesos de otras espirales halladas en la tumba son prácticamente fracciones o múltiplos de esa cifra.

“Puede tratarse de una distribución aleatoria o el indicio de un sistema estandarizado de pesos y medidas que imitan los ejemplos orientales contemporáneos. Es necesario seguir investigando para determinarlo, pero la posibilidad de atisbar un sistema métrico detrás de las espirales de plata es una indicación más de hasta qué punto la clase dominante durante la última época de El Argar tenía un control económico”, señala Roberto Risch (izquierda), coautor del estudio.

Al contrario que en las tumbas de El Argar, de las que no se conoce el espacio en el que se ubicaron, el ajuar de la tumba 38 y su diadema sí que pueden ser interpretados en su contexto arquitectónico.

“La presencia de objetos emblemáticos enterrados en un espacio tan significativo como el 'parlamento' de La Almoloya podría representar una unidad política entre las regiones argáricas durante la última etapa de esta sociedad, en el siglo XVII a.C. El edificio fue destruido por el fuego poco después del enterramiento”, explica Rafael Micó, también codirector del proyecto.

Rafael Micó muestra una urna funeraria con los restos de un niño hallada en La Bastida (Totana, Murcia)

La sociedad de El Argar y la importancia de La Almoloya

La sociedad de El Argar floreció entre los años 2200 y 1550 a.C. al sudeste de la península ibérica (Murcia y Almería) y corresponde a la Edad del Bronce inicial, con centros urbanos y construcciones monumentales, una división del trabajo desarrollada, enterramientos intramuros y una violencia institucionalizada en el contexto de una sociedad de clases, fuertemente jerarquizada. Enclaves destacados son El Argar, La Bastida o La Almoloya.

El descubrimiento de la tumba 38 de La Almoloya, excavada en 2014 por los investigadores del equipo de investigación ASOME (Arqueoecología Social Mediterránea), adscrito al Departamento de Prehistoria de la UAB, ha puesto de manifiesto la singular riqueza arqueológica del yacimiento. Un emplazamiento estratégico privilegiado que favoreció su ocupación durante más de seis siglos.

Diadema argárica de oro hallada en Caravaca de la Cruz, Murcia. Museo Arquelógico Nacional

Los descubrimientos realizados, entre ellos el edificio de gobierno y la tumba 38, confirmaron su importancia como centro de concentración política y riqueza de primer orden dentro del territorio político de El Argar.

Fuentes: agenciasinc.es | argarica.es | 11 de marzo de 2021

Los humanos evolucionaron para beber menos que otros primates

Un mono bebe agua en Ubud, Indonesia. SHUTTERSTOCK

Cuando piensas en lo que separa a los humanos de los chimpancés y otros simios, podrías pensar en nuestros grandes cerebros o en el hecho de que nos movemos sobre dos piernas en lugar de cuatro. Pero tenemos otra característica distintiva: la eficiencia del agua.

Esa es la conclusión de un nuevo estudio que, por primera vez, mide con precisión la cantidad de agua que los humanos pierden y reemplazan cada día en comparación con nuestros parientes animales vivos más cercanos.

Nuestros cuerpos están perdiendo agua constantemente: cuando sudamos, cuando vamos al baño, incluso cuando respiramos. Esa agua debe reponerse para mantener el volumen de sangre y otros fluidos corporales dentro de los rangos normales.

Y, sin embargo, una investigación publicada el 5 de marzo en la revista Current Biology muestra que el cuerpo humano usa entre un 30% y un 50% menos de agua por día que nuestros primos animales más cercanos. En otras palabras, entre los primates, los humanos evolucionaron para convertirse en el modelo de bajo flujo.

Un antiguo cambio en la capacidad de nuestro cuerpo para conservar agua puede haber permitido a nuestros ancestros cazadores-recolectores aventurarse más lejos de los arroyos y abrevaderos en busca de alimento, dijo el autor principal Herman Pontzer (izquierda), profesor asociado de antropología evolutiva en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, USA).

"Incluso el simple hecho de poder pasar un poco más de tiempo sin agua habría sido una gran ventaja cuando los primeros humanos comenzaron a ganarse la vida en los paisajes secos de la sabana", dice Pontzer.

El estudio comparó la rotación de agua de 309 personas con una variedad de estilos de vida, desde agricultores y cazadores-recolectores hasta trabajadores de oficina con la de 72 simios que viven en zoológicos y santuarios.

Para mantener el equilibrio de líquidos dentro de un rango saludable, el cuerpo de un ser humano o de cualquier otro animal es un poco como una bañera: "el agua que entra tiene que ser igual al agua que sale", advierte Pontzer.

Cuando perdemos agua sudando, por ejemplo, las señales de sed del cuerpo entran en acción y nos dicen que bebamos. Si se bebe más agua de la que el cuerpo necesita los riñones eliminan el exceso de líquido.

Para cada individuo en el estudio, los investigadores calcularon la ingesta de agua a través de los alimentos y las bebidas, por un lado, y el agua perdida a través del sudor, la orina y el tracto gastrointestinal, por otro lado.

Cuando sumaron todas las entradas y salidas, encontraron que la persona promedio procesa unos tres litros, o 12 tazas, de agua por día. Un chimpancé o un gorila que vive en un zoológico consume el doble.

Pontzer dice que los investigadores se sorprendieron con los resultados porque, entre los primates, los humanos tienen una capacidad asombrosa para sudar. Por pulgada cuadrada de piel, "los humanos tienen 10 veces más glándulas sudoríparas que los chimpancés", dice Pontzer. "Eso hace posible que una persona sude unos dos litros durante un entrenamiento de una hora, equivalente a dos Big Gulp de 7-Eleven".

Añádase a eso el hecho de que los grandes simios (chimpancés, bonobos, gorilas y orangutanes) llevan vidas perezosas. "La mayoría de los simios pasan de 10 a 12 horas al día descansando o alimentándose, y luego duermen durante 10 horas. En realidad, solo se mueven un par de horas al día", recuerda Pontzer.

Los investigadores controlaron las diferencias en el clima, el tamaño corporal y factores como el nivel de actividad y las calorías quemadas por día. Así que llegaron a la conclusión de que el ahorro de agua para los seres humanos era real, y no estaba solo en función de dónde vivían las personas o de su nivel de actividad física.

Los hallazgos sugieren que algo cambió a lo largo de la evolución humana que redujo la cantidad de agua que nuestro cuerpo necesita cada día para mantenerse saludable.

"En aquel entonces, como ahora, probablemente solo podríamos sobrevivir unos pocos días sin beber", dice Pontzer. "Probablemente no puedes romper esa correa ecológica, pero al menos obtienes una más larga si puedes pasar más tiempo sin agua".

El siguiente paso, dice Pontzer, es señalar cómo ocurrió este cambio fisiológico.

Una hipótesis, sugerida por los datos, es que la respuesta de sed de nuestro cuerpo se reajustó para que, en general, anhelemos menos agua por caloría en comparación con nuestros parientes simios. Incluso cuando somos bebés, mucho antes de nuestro primer alimento sólido, la proporción de agua y calorías de la leche materna humana es un 25% menor que la de otros grandes simios.

Otra posibilidad se encuentra frente a nuestra cara: la evidencia fósil sugiere que, hace aproximadamente 1,6 millones de años, con el inicio del Homo erectus, los humanos comenzaron a desarrollar una nariz más prominente. Nuestros primos los gorilas y los chimpancés tienen narices mucho más planas.

Nuestros conductos nasales ayudan a conservar el agua al enfriar y condensar el vapor de agua del aire exhalado, convirtiéndolo nuevamente en líquido en el interior de nuestra nariz, donde puede ser reabsorbido.

Tener una nariz que sobresale más puede haber ayudado a los primeros humanos a retener más humedad con cada respiración.

"Todavía hay un misterio por resolver, pero resulta claro que los humanos ahorran agua", concluye Pontzer. "Averiguar exactamente cómo lo hacemos es el siguiente paso, y eso va a ser muy divertido".

Fuente: Universidad Duke | 5 de marzo de 2021