El mestizaje entre los neandertales y los primeros 'Homo sapiens' en Europa fue la norma y no la excepción

Un equipo de investigación internacional ha secuenciado el ADN del Homo sapiens más antiguo registrado en Europa, en el que se demuestra que muchos de los primeros humanos que habitaron en continente europeo tenían herencia neandertal en sus árboles genealógicos. Sin embargo, estos individuos no están relacionados con europeos posteriores, según dos estudios del genoma obtenido en restos óseos que datan hace más de 45.000 años hallados en cuevas de Bulgaria y la República Checa.

"La investigación se suma a la creciente evidencia de que los humanos modernos se mezclaban regularmente con los neandertales y otros parientes extintos", dice Viviane Slon (izquierda), paleogenetista de la Universidad de Tel Aviv, en Israel. "Son tiempos diferentes, lugares diferentes, y sucede una y otra vez".

La historia genética de los primeros humanos en Europa y Asia se ha difuminado. Aunque los investigadores han secuenciado el ADN de los neandertales y otros parientes humanos extintos que datan de hace 430.000 años, existe una escasez de información genética del período entre hace unos 47.000 y 40.000 años, conocido como el Paleolítico Superior Inicial, y no hay ADN de Homo sapiens. en absoluto desde antes de este período. Los genomas pertenecientes a humanos de Siberia y Rumanía no mostraron conexión con oleadas posteriores de europeos, pero un individuo de 40.000 años hallado en China es un antepasado parcial de la gente moderna de Asia Oriental.

Como todas las personas de hoy en día, cuya ascendencia no es únicamente africana, estos primeros euroasiáticos portaban ADN neandertal. Los investigadores pensaron que probablemente se originó por la mezcla entre neandertales y Homo sapiens en el Medio Oriente hace 50.000-60.000 años. Pero un estudio de 2015 del genoma de los restos de un individuo de 40.000 años, hallados en un sitio llamado Peștera cu Oase, en Rumanía, deparó una sorpresa: tenía antepasados neandertales de las últimas cuatro o seis generaciones, lo que sugiere que los humanos modernos se cruzaron también con los neandertales en Europa, un hecho que no constituyó una excepción, sino que fue la norma.

Ahora bien, no estaba claro en el genoma del hombre de Oase si el mestizaje con los neandertales era común en otras partes de Europa, pues vivió en la época en que las poblaciones neandertales, ya escasas, comenzaban a desaparecer.

Silvio Constantini, investigador del CENIEH realizó las dataciones mediante U-Th y dirigió la investigación geológica en Pestera cu Oase, empleada como material comparativo en este estudio. - Foto: @CENIEH.

Mezcla genética

Los últimos estudios del genoma de individuos Homo sapiens, publicados el pasado 7 de abril, aclaran las relaciones entre estos y los neandertales, pero también plantean algunas preguntas nuevas. El estudiopublicado en Nature, se basa en un diente y restos óseos fragmentarios hallados en la cueva de cueva de Bacho Kiro, en Bulgaria; el otro estudio, publicado en Nature Ecology and Evolution, observa un cráneo casi completo recuperado en una cueva conocida como Zlatý kuň, en la República Checa.

Los tres individuos más antiguos de Bacho Kiro, que datan de entre 45.900 y 42.600 años, tenían todos antepasados ​​neandertales recientes, informa el equipo dirigido por la bióloga molecular Mateja Hajdinjak (izquierda) y el genetista evolutivo Svante Pääbo (derecha), ambos en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (MPI-EVA), en Leipzig, Alemania. Los genomas de los no africanos modernos generalmente albergan alrededor del 2% de ascendencia neandertal, pero los individuos de Bacho Kiro tenían un poco más: 3,4-3,8%, y además los segmentos cromosómicos, que se acortan en generaciones sucesivas, eran considerablemente más largos.

Al medir estos segmentos cromosómicos, los investigadores estimaron que los individuos de Bacho Kiro tenían antepasados ​​neandertales de seis o siete generaciones, y probablemente de Europa, no en del Oriente Medio. “Vimos estos segmentos enormes. Era completamente asombroso”, dice Hajdinjak, quien ahora está en el Instituto Francis Crick, en Londres, y fue parte del equipo que identificó los mismos patrones en el genoma del hombre de Oase. "¿Cuáles son las posibilidades de encontrar de nuevo estos segmentos?".

Molar de 'Homo sapiens' hallado en la cueva de Bacho Kiro, Bulgaria. ROSEN SPASOV.

"Los resultados apuntan a que los primeros humanos modernos que llegaron a Eurasia se mezclaron habitualmente con los neandertales, incluso puede que hubieran sido absorbidos por las poblaciones neandertales residentes, aunque posteriomente llegaron grupos más grandes de humanos modernos y sustituyeron a los neandertales", explica Svante Pääbo, coordinador de la investigación genética.

De hecho, el último individuo hallado en la cueva de Bacho Kiro (de unos 35.000 años de antigüedad) pertenecía a un grupo genéticamente distinto al de los anteriores habitantes de la cueva, lo que demostraría que los primeros pasos de los humanos modernos en el continente europeo fueron tumultuosos y estuvieron sometidos a reemplazos de población.

Cráneo de un individuo femenino moderno hallado en la cueva de Zlatý kůň, República Checa. Crédito: Marek Jantač

El cráneo de Zlatý kun

"La ascendencia neandertal de la mujer de Zlatý kun se remonta, en cambio, bastante más atrás: de 70 a 80 generaciones, o quizás de 2.000 a 3.000 años", dice Johannes Krause, un paleogenetista del MPI-EVA que codirigió el estudio. Su equipo no pudo datar el cráneo con precisión debido a la contaminación del ADN. Pero sobre la base de su ascendencia neandertal (un 3%), Krause sospecha que tiene más de 45.000 años y está en el mismo estadio que los restos más antiguos de Bacho Kiro. "Tenemos, ahora, algunos de los genomas humanos más antiguos que existen", agrega Hajdinjak.

La longitud de segmentos de ADN neandertal presentes en el genoma de Zlatý kun es mayor que la detectada en el genoma del humano moderno más antiguo conocido hasta ahora en Eurasia, hallado en el yacimiento de Ust Ishim (Siberia) y que se estima que tiene unos 45.000 años. Esto sugiere que Zlatý kun podría pertenecer a unos de los primeros grupos de humanos que poblaron el centro de Europa.

"Resulta bastante intrigante que los primeros humanos modernos de Europa no tuvieran éxito. Al igual que el hombre de Ust Ishim y el cráneo europeo más antiguo de Oase 1, Zlaty kun no muestra ninguna continuidad genética con los humanos modernos que vivieron en Europa después de hace 40.000 años", afirma Krause.

Una posible explicación de la discontinuidad es la erupción volcánica de Ignimbrita de Campania (en la zona donde se ubica Nápoles) hace aproximadamente 39.000 años, la cual afectó fuertemente al clima del hemisferio norte y pudo haber reducido las posibilidades de supervivencia de los neandertales y de los primeros humanos modernos en amplias zonas de la Europa de la Edad del Hielo.

El sector del nicho 1 (izquierda) y el sector principal (derecha) durante las excavaciones de la cueva de Bacho Kiro, Bulgaria, en 2016. El área de cemento en primer plano fue excavada previamente en la década de 1970. Las nuevas excavaciones continuaron donde las dejaron.

Rastreando el linaje

Aunque los individuos más antiguos de Bacho Kiro y la mujer de Zlatý kun no están emparentados con europeos posteriores, antiguos o modernos, lo que significa que sus linajes debieron haber desaparecido del continente europeo, para su sorpresa, Hajdinjak y sus colegas descubrieron que la gente de Bacho Kiro sí compartía una conexión con los asiáticos orientales y los nativos americanos actuales. Hajdinjak sugiere que los restos de Bacho Kiro representan una población que vivió en Eurasia en un determinado momento, pero acabó desapareciendo de Europa para vivir solo en Asia.

"El hecho de que varios humanos de Bacho Kiro tuvieran antepasados neandertales muy recientes sugiere que ambos grupos hibridaban habitualmente en Europa", dice Marie Soressi (derecha) arqueóloga de la Universidad de Leiden, Países Bajos, la cual planea investigar la arqueología genética europea bajo esta lente.

Las herramientas de piedra y otros artefactos comunes al Paleolítico Superior Inicial, y distintos del neandertal típico, así como los juegos de herramientas de los humanos posteriores, podrían ser producto de intercambios culturales o incluso poblaciones mixtas, dice. "Realmente queremos comprender mejor lo que sucedió, cuál fue el proceso histórico y cuán pacíficos fueron esos encuentros".

Antes de este estudio, los primeros humanos modernos de la cueva rumana Pestera cu Oase eran los que contaban con el mayor grado de mestizaje entre el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis hasta la fecha. "Ahora vemos que no eran los únicos y que los avances realizados en los métodos de datación y en la investigación genética nos han permitido conocer la cronología y las dinámicas de los primeros humanos modernos hasta un nivel que, hace unos años, era inconcebible", afirma el geocronólogo Silviu Constantin (izquierda), geocronólogo delCenieh.

Este investigador ha datado indirectamente los ejemplares rumanos mediante el método de series de uranio-torio (U-Th), y ha dirigido la investigación geológica en Pestera cu Oase, empleada como material comparativo en este estudio. Por su parte, Oana Teodora Moldovan (derecha), investigadora asociada al Cenieh, ha sido la primera en reconocer el valor de los especímenes humanos híbridos de este yacimiento de Rumanía y en realizar las excavaciones iniciales.

Fuentes: nature.com | cenieh.es | diariodeburgos.es | eurekalert.org | naiz.euz | 7 de abril de 2021

Cambio de paradigma: los humanos evolucionaron principalmente como superpredadores de grandes animales

Foto: representación de caza mayor paleolítica.

Investigadores de la Universidad de Tel Aviv han podido reconstruir la nutrición de los humanos de la Edad de Piedra. En un artículo publicado en el Anuario American Physical Anthropology Association, el Dr. Miki Ben-Dor y el profesor Ran Barkai, del Departamento de Arqueología Jacob M. Alkov de la Universidad de Tel Aviv, junto con Raphael Sirtoli, de la Universidad del Miño, Portugal, muestran que los humanos fueron unos superpredadores durante unos dos millones de años. Solo la extinción de animales grandes (megafauna) en varias partes del mundo y el declive de las fuentes de alimento de los propios animales, hacia el final de la Edad de Piedra, llevaron a los humanos a aumentar gradualmente la ingesta de vegetales en su nutrición hasta que finalmente no tuvieron más remedio que domesticar plantas y animales y convertirse en agricultores.

"Hasta ahora, los intentos de reconstruir la dieta de los humanos de la Edad de Piedra se han basado principalmente en comparaciones con las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX", explica el Dr. Ben-Dor (izquierda). "Sin embargo, esta comparación es inútil porque hace dos millones de años las sociedades de cazadores-recolectores podían cazar y consumir elefantes y otros grandes animales, mientras que los cazadores-recolectores de hoy en día no tienen acceso a tal abundancia. Todo el ecosistema ha cambiado y las condiciones no se pueden comparar. Hemos decidido, pues, utilizar otros métodos para reconstruir la dieta de los humanos de la Edad de Piedra: examinar la memoria conservada en nuestros propios cuerpos, nuestro metabolismo, nuestra genética y constitución física. El comportamiento humano cambia rápidamente, pero la evolución es lenta. El cuerpo recuerda".

En un proceso sin precedentes en su extensión, el Dr. Ben-Dor y sus colegas revisaron alrededor de 25 líneas de evidencias en 400 artículos científicos de diferentes disciplinas que abordan la pregunta central: ¿eran los humanos de la Edad de Piedra carnívoros especializados o eran omnívoros generalistas? La mayor parte de las evidencias se encontraron en investigaciones sobre biología actual, a saber, genética, metabolismo, fisiología y morfología.

"Un ejemplo destacado es la acidez del estómago humano", dice el Dr. Ben-Dor. "La acidez en nuestro estómago es alta en comparación con los omnívoros e incluso con otros depredadores. Producir y mantener una acidez fuerte requiere grandes cantidades de energía, y su existencia es una evidencia del consumo de productos animales. La acidez fuerte brinda protección contra las bacterias dañinas que se encuentran en la carne, y los humanos prehistóricos, al cazar grandes animales -cuya carne era suficiente para varios días o incluso semanas- a menudo consumían carne vieja que contenía grandes cantidades de bacterias, y, por lo tanto, necesitaban mantener un alto nivel de acidez".

"Otro indicio de que somos depredadores es la estructura de las células grasas de nuestro cuerpo. En los cuerpos de los omnívoros, la grasa se almacena en una cantidad relativamente pequeña de células grasas grandes, mientras que en los depredadores, incluidos los humanos, es al revés: tenemos una cantidad mucho mayor de células grasas más pequeñas. También se ha encontrado evidencia significativa de la evolución de los humanos como depredadores en nuestro genoma. Por ejemplo, los genetistas han llegado a la conclusión de que se cerraron áreas del genoma humano para permitir una dieta rica en grasas, mientras que en los chimpancés se abrieron áreas del genoma para permitir una dieta rica en azúcar".

Gráfico que representa el incremento del volumen cerebral en los humanos y sus hábitos alimenticios a lo largo del tiempo. Credit: Dr. Miki Ben Dor.


La evidencia de la biología humana se complementó con los datos arqueológicos. Por ejemplo, la investigación sobre isótopos estables en los huesos de humanos prehistóricos, así como las prácticas de caza exclusivas de los humanos, muestran que se especializaron en capturar de grandes y medianos animales con alto contenido en grasa. La comparación de los humanos con los grandes depredadores sociales de la actualidad, todos los cuales cazan animales grandes y obtienen más del 70% de su energía de fuentes animales, reforzó la conclusión de que los humanos se especializaban en cazar animales grandes y, de hecho, eran hipercarnívoros.

"Cazar grandes animales no es un pasatiempo vespertino", dice el Dr. Ben-Dor. "Requiere una gran cantidad de conocimientos, y los leones y las hienas logran estas habilidades después de largos años de aprendizaje. Claramente, los restos de grandes animales encontrados en innumerables yacimientos arqueológicos son el resultado de la gran experiencia de los humanos como cazadores de este tipo de presas. Muchos investigadores que estudian la extinción de los grandes animales coinciden en que la caza de los mismos por parte de los humanos jugó un papel importante en ello, y es, además, la mejor prueba de la especialización de los humanos en este tipo de caza mayor. Lo más probable es que, como ocurre con los depredadores actuales, la caza en sí misma se constituyó en una actividad central a lo largo de la mayor parte de la evolución humana. Otra evidencia arqueológica es el hecho de que las herramientas especializadas para obtener y procesar alimentos vegetales solo aparecieron en las últimas etapas de la evolución humana, lo que también respalda la importancia de los animales grandes en la dieta humana a lo largo de la mayor parte de su historia".

Propuesta de evolución del nivel trófico humano durante el Pleistoceno. E. hominins: primeros homininos, (Australopithecus, Paranthropus); LP: Paleolítico Inferior; MP: Paleolítico Medio; UP: Paleolítico superior. Antecedentes y posición de los primates: adaptado de Pineda ‐ Munoz & Alroy, 2014. Cada línea corresponde a la proporción de fuente de alimento de plantas y animales de una especie de mamífero. Especialistas en plantas e hipercarnívoros: mamíferos que obtienen más del 70% de su alimento de plantas y animales, respectivamente. Omnívoros: cualquier mamífero que obtiene alimento tanto de plantas como de animales.

La reconstrucción multidisciplinar realizada por los investigadores de la Universidad de Tel Aviv durante casi una década propone un cambio completo de paradigma en la comprensión de la evolución humana. Contrariamente a la hipótesis generalizada de que los humanos deben su evolución y supervivencia a su flexibilidad dietética, que les permitió combinar la caza de animales con alimentos vegetales, la imagen que surge aquí es la de los humanos evolucionaron principalmente como superpredadores de grandes animales.

"Las evidencias arqueológicas no pasan por alto el hecho de que los humanos de la Edad de Piedra también consumían plantas", agrega el Dr. Ben-Dor. "Pero según los resultados de este estudio, las vegetales solo se convirtieron en un componente importante de la dieta humana hacia el final de la Edad de Piedra".

Ilustracion de un hombre de las cavernas sosteniendo una lanza con punta de piedra, listo para cazar una presa animal. (iStock / Getty Images)

La evidencia de cambios genéticos y la aparición de herramientas de piedra para procesar plantas llevaron a los investigadores a concluir que, a partir de hace unos 85.000 años en África, y hace unos 40.000 años en Europa y Asia, se produjo un aumento gradual en el consumo de alimentos vegetales, así como a una mayor diversidad dietética, de acuerdo con las diferentes condiciones ecológicas. Este aumento del consumo de vegetales fue acompañado por un incremento de la singularidad local en la elaboración de herramientas de piedra, lo que es similar a la diversidad de culturas materiales en las sociedades de cazadores-recolectores del siglo XX. Por el contrario, durante los dos millones de años en los que, según los investigadores, los humanos fueron superpredadores, se observan largos períodos de similitud y continuidad en las herramientas de piedra, independientemente de las condiciones ecológicas locales.

"Nuestro estudio aborda una gran controversia actual, tanto científica como no científica", dice el profesor Barkai (izquierda). "Para muchas personas de hoy en día, la dieta paleolítica es un tema crítico, no solo con respecto al pasado, sino también con respecto al presente y al futuro. Es difícil convencer a un vegetariano devoto de que sus antepasados ​​no eran vegetarianos, y la gente tiende a confundir las creencias personales con la realidad científica. Nuestro estudio es tanto multidisciplinario como interdisciplinario. Proponemos una imagen sin precedentes en su amplitud e inclusión, que muestra claramente que los humanos fueron inicialmente superpredadores especializados en la caza de grandes animales. Como descubrió Darwin, la adaptación de las especies para obtener y digerir su alimento es la principal fuente de cambios evolutivos, y por tanto, la afirmación de que los humanos fueron superpredadores durante la mayor parte de su desarrollo puede proporcionar una base amplia para conocimientos fundamentales sobre la evolución biológica y cultural de la especie humana".

Fuentes: phys.org | thetimesofisrael.com | 5 de abril de 2021

Excavaciones en el Patio de los Naranjos arrojan el gran edificio cristiano previo a la Mezquita de Córdoba

Excavaciones abiertas en el Patio de los Naranjos - Fotos: Valerio Merino

El Cabildo de la Mezquita-Catedral de Córdoba ha mostrado los primeros resultados de las excavaciones que se llevan a cabo en el Patio de los Naranjos dirigidas por el profesor de la Universidad de Córdoba, Alberto León, y por el arqueólogo titular del monumento, Raimundo Ortiz. Los primeros resultados, aún en clave de hipótesis, muestran, como elemento más relevante, los restos de la fachada de un gran edificio que ya estaba levantado en el siglo V, que formaba parte de un complejo aún mayor y que fue posteriormente monumentalizado.

Lo primero que hay que explicar es que las ideas simples cada vez se llevan menos. La interpretación tradicional es que antes de la Mezquita hubo una iglesia, San Vicente, y que previamente hubo un espacio de la Córdoba romana, probablemente una calle.

Las tesis más aceptadas actualmente es que, con carácter previo a la construcción de la Mezquita, el espacio estuvo ocupado por un conjunto de edificios ligados a los obispos de la época tardoantigua: un complejo episcopal de época visigoda. Una tipología de construcción muy extendida que consta de tres elementos fundamentales: una basílica, un batisterio y el palacio del obispo con algunas instalaciones añadidas de uso civil.

Esta última parte es el hallazgo más relevante. Hasta el momento, se han cubierto dos fases de la excavación y se prepara ya una tercera. El proyecto pretende volver a excavar todo lo que estudió Félix Hernández hasta el año 1934, accediendo a zonas que el arquitecto no llegó a tocar. Toda la zona se encuentra en la parte occidental del Patio de los Naranjos. Es decir, en la parte más cercana a la actual calle Torrijos.

El proceso de investigación ha documentado con las técnicas de la arqueología de hoy los elementos enunciados por Hernández o que éste pasó por alto. Por tanto, se tienen ya los elementos más destacados de la etapa previa, probablemente un barrio romano de viviendas. También la fachada principal del ese edificio que estaba totalmente levantado en el siglo V y al que se accedía desde un espacio porticado cuyos capiteles se conservan en el Museo Arqueológico de Córdoba.

En el proceso de investigación se han recabado datos que aseguran que la fachada no daba paso a un edificio diáfano que es el modo lógico de construir una iglesia. Durante el proceso de monumentalización, explicó León, se dotó al edificio de un ábside o exedra cuyos restos han conservado las dimensiones que tuvo. Se entraba por una puerta de unos cuatro metros y estaba dividido en estancias. Se le otorga una fuerte relevancia ideológica que llevó a su destrucción. Ya en etapa islámica se cegó. Recibió un tratamiento especial.

En el actual momento de la investigación, puntualizan una y otra vez los responsables del proyecto, se trabaja con la hipótesis de que fuera un edificio ligado a usos de representación. Resumiendo, el lugar donde el obispo de la época recibía a otras autoridades y realizaba las amplísimas funciones que entonces tenía encomendadas.

Las excavaciones han permitido conocer el desarrollo posterior de los acontecimientos. En concreto, una etapa de arrasamiento de las que se han salvado algunos elementos del pavimiento (de mármol) y un mosaico. A partir de ahí, se han documentado los cimientos del primer alminar que tuvo la Mezquita Aljama que, como es sabido, es fruto de un ambicioso programa de sucesivas ampliaciones que se inicia con el templo fundacional de Abderramán I.

Los cimientos han mostrado una edificación que pudo llegar a tener unos 20 metros de altura. También se ha documentado un pozo ciego con restos de animales, ninguno de los cuales es un cerdo, lo que ha llevado a pensar en que sea uno de los raros ejemplos de restos hallados entre 711 (fecha de la invasión musulmana) y 785 (el del inicio de la construcción de la Mezquita).

Una de las cuestiones sobre la que no se tiene respuesta es qué obispo u obispos de Córdoba fueron los responsables de la construcción del complejo. No se ha hallado, de momento, epigrafía alguna. Lo que sí se tiene claro, dijeron los responsables, es que responde a un conjunto que, pese disponer de distintas orientaciones, formaba parte de un plan de urbanización conjunto.

En el interior de la Mezquita, se encuentran restos que se han identificado por otros investigadores con la zona litúrgica de San Vicente. Los arqueólogos responsables del proyecto no creen que se pueda asegurar ni descartar. Lo que sí tienen claro es que formaban parte de un conjunto de varias edificaciones.

El Cabildo Catedral de Córdoba, dueño del monumento y templo, ha decidido abrir las excavaciones al conocimiento público en lo que el portavoz del órgano catedralicio, José Juan Jiménez Güeto, calificó como un ejercicio de transparencia. No es habitual que el promotor de un proyecto dé acceso al mismo y a estas excavaciones se está invitando a guías turísticos, estudiantes universitarios o periodistas. La clave radica en el debate abierto por una serie de investigadores que niegan la existencia misma de San Vicente, de una ocupación cristiana previa a que la Mezquita de Córdoba fuese construida.

Fuente: abc.es | 6 de abril de 2021

Identifican una losa grabada como la representación más antigua (Edad del Bronce) de un territorio en Europa

Foto: Vista general de la losa de Saint Bélec desde su borde inferior. INRAP.

Una losa grabada, encontrada en 1900 en la Bretaña francesa, al noroeste del país, acaba de convertirse en una nueva fuente de conocimiento cartográfico al descubrirse en ella el mapa en relieve más antiguo de Europa, que data de principios de la Edad del Bronce (2150-1600 a.C).

El estudio publicado en el Boletín de la Sociedad Prehistórica Francesa confirma que la losa de Saint-Bélec, hallada en la localidad de Leuhan por el prehistoriador Paul du Chatellier (1833-1911), posee una composición gráfica en cuatro cuadrantes.

La historia de este mapa pétreo es singular, porque se trata, más que de un hallazgo, de un redescubrimiento. La losa formó parte de una tumba-túmulo en Saint-Bélec, hasta que en 1900 fue trasladada al castillo de Kernuz, casa y museo privado de Du Chatellier, donde fue guardada. Tras su muerte, la familia vendió en 1924 su colección, incluida la losa, al Museo Nacional de Arqueologia en Saint Germain-en-Laye, cerca de París. Almacenada en el foso y posteriormente en las bodegas de este museo, la losa se desvaneció más o menos en el olvido hasta su redescubrimiento en 2014, tras una auténtica búsqueda del tesoro.

Vista de detalle de la parte inferior de la losa de Saint-Bélec. Forma de patata cruzada por líneas verticales y puntuada con tazas pequeñas. Podría corresponder a un recinto oa un elemento del relieve. © Denis Glicksman, Inrap

Vista detallada de un motivo ovalado profundamente picado con una copa en el centro. La técnica de piquete produce astillado de la pizarra, formando halos alrededor de los patrones. © Denis Glicksman, Inrap.

Vista del cuarto inferior izquierdo de la losa de Saint-Bélec. Las formas y los símbolos representados están fuertemente interlazados y unidos por una red de líneas. Una línea vertical que un motivo central con el extremo inferior de la losa podría coincidir con el curso de la Isole. En la parte superior, el triángulo revelado en bajorrelieve corresponde al sin duda al valle de Odet. © Denis Glicksman, Inrap.

A partir de 2017, los autores de la investigación registraron la topografía de su superficie y analizaron la morfología, la tecnología y la cronología de los grabados mediante técnicas fotográficas y herramientas 3D de alta resolución.

Para los científicos del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas (Inrap), el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) y las Universidades de Bournemouth y la Bretaña Occidental, la presencia de motivos unidos por líneas daría a la composición la apariencia de un trazado cartográfico. Algunas de estas formas están grabadas profundamente, como para resaltarlas y marcar su importancia, como el dibujo trapezoidal del centro de la losa.

La misma presenta los tres elementos más probatorios de la representación cartográfica prehistórica, es decir, composición homogénea con grabados idénticos en técnica y estilo, repetición de motivos (líneas rectas o curvas, cuadrados, círculos, óvalos y motivos en forma de pera) y relación espacial entre los signos.

Escaneo 3D de alta definición de la losa grabada de Saint-Bélec. © P. Stephan, Clément Nicolas, Yvan Pailler.

Para comprobar su hipótesis, los expertos compararon otras representaciones similares extraídas de la prehistoria europea y de la etnografía de los tuareg, papúes o de los aborígenes australianos, entre otros.

El bloque descubierto, de esquisto, posee un color gris azulado y tiene unas dimensiones de 2,20 metros de largo, 1,53 de ancho y 0,16 de espesor.

Los científicos franceses examinaron la superficie grabada y concluyeron que la topografía de la losa fue modelada para representar en tres dimensiones el valle del río Odet, que atraviesa la región de Bretaña hasta desembocar en el Océano Atlántico.

Comparación entre la losa grabada de Saint-Bélec y la topografía del sector de las Montañas Negras: 1: vista de detalle del DEM al nivel de la excavación triangular (parte central izquierda de la losa). MNE: © V. Lacombe y P. Stéphan.

Topografía alrededor del túmulo de Saint-Bélec para comparar con la vista detallada de la MNE. © IGN

Interpretación de determinados grabados de la losa de Saint-Bélec como la representación del relieve y la red hidrográfica. DAO: © C. Nicolas.

Interpretación de determinados motivos grabados como la representación de un recinto, un túmulo y una parte de la calzada. DAO: © C. Nicolas

Asimismo, para comprobar la similitud entre los grabados y los elementos del paisaje, se realizaron análisis estadísticos de redes y formas, cuyo resultado muestra que el territorio representado sería una zona de unos 30 por 21 kilómetros, orientada en sentido Este-Oeste a lo largo del curso del río Odet que nace en las Montañas Negras.

Al tratarse probablemente de un mapa reconstruido mentalmente, algunos elementos representados pueden estar sobredimensionados, mientras que sus posiciones no son necesariamente proporcionales a la distancia que los separa, advierte el estudio.

Análisis de redes y formas comparando el relieve y la red hidrográfica calculada en la losa de Saint-Bélec con los de la región de las Montañas Negras: distancia desde Jaccard. MNE de la losa: © V. Lacombe y P. Stéphan; mapas base: © IGN; DAO: © J. Pierson.

Vista de detalle de la parte izquierda de la losa de Saint-Bélec. El triángulo despejado en bajorrelieve correspondería al valle de Odet que limita al norte con la línea de cresta de las Montañas Negras y al sur con las colinas de Coadri. En el extremo derecho del triángulo se encuentra el motivo central (¿recinto?) que estaba ubicado cerca de las fuentes del Odet. © Denis Glicksman, Inrap.

Los investigadores dedujeron que la losa de Saint-Bélec representa el territorio de una entidad política fuertemente jerarquizada (donde las formas más pronunciadas podrían representar centros de poder) que controlaba estrechamente un territorio a principios de la Edad del Bronce que se extendía sobre un área de unos 545 a 843 km2.

Una pregunta pendiente sobre la losa de Saint-Bélec es ¿por qué se hizo? Una posibilidad es que tal representación territorial fuera un acto material y simbólico de imposición. Junto con el desarrollo de los sistemas de campo en Bretaña, la fabricación de la losa tal vez sugiera la aparición de una nueva forma de tenencia de la tierra, mientras que la distribución de las tumbas de la élite principesca está estrechamente relacionada con la fertilidad del suelo. En este contexto, podemos plantear la hipótesis de que la losa de Saint-Bélec se utilizó como plan catastral para la gestión del territorio y el control de la tierra.

Fuentes: larazón.es | inrap.fr. | es.euronews.com | 6 de abril de 2021

Sertorio contra Metelo: la gran batalla entre romanos sale a la luz en un pueblo de Teruel

Moneda celtíbera de la ceca Bolskan (Huesca) localizada a los pies de la ciudad de Cabezo de Alcalá, Azaila, Teruel. FRANCISCO ROMEO

Hispania estaba en llamas. Los ejércitos romanos de Sertorio contra los también romanos de Pompeyo y Metelo. Cruentas batallas en los más diversos lugares de la provincia Citerior durante las llamadas guerras sertorianas (82 a 72 a. C). Los pueblos hispanos ―obligados― se ponían de uno u otro bando. El íbero que habitaba el oppidum (ciudad fortificada) de Cabezo de Alcalá (Azaila, Teruel) lo hizo a favor de Sertorio. Metelo, en consecuencia, lo asedió. Los habitantes huyeron despavoridos ante la llegada de los soldados: no había piedad con los enemigos. Solo quedaron romanos contra romanos. Profesionales contra profesionales. Las mismas técnicas, la misma preparación, idéntico armamento. Los arqueólogos creen que se trataba de las tropas de Sertorio, encerradas en una ciudad con murallas de hasta 12 metros de altura, combatiendo frente a las de Metelo, desplazadas desde Marsella y encargadas del cerco.

Cabezo de Alcalá - Archivo fotográfico del Consorcio Iberos en el Bajo Aragón.

La única solución para tomar la ciudad consistía, por tanto, en crear un auténtico cuartel general bajo la ciudadela e intentar doblegarla mediante una técnica denominada obsidio (bloqueo). ¿Pero cómo asaltarla? La solución fue crear un camino en pendiente (agger), una especie de gigantesca escalera de tierra y piedras, de unos cinco metros de anchura, desde el acuartelamiento hasta el oppidum. Por él subirían soldados y máquinas de guerra encabezando el ataque. Se han hallado hasta las barricadas que levantaron en las calles los defensores para evitar el avance.

El estudio "El sistema ofensivo y campo de batalla del entorno de la ciudad antigua del Cabezo de Alcalá de Azaila (Teruel). Primeros resultados", que va a aparecer próximamente en la revista Gladius, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), firmado por Francisco Romeo Marugán (izquierda), arqueólogo del Gobierno de Aragón, da así una respuesta a un enigma que comenzó en 1868, cuando el experto Pablo Gil y Gil se preguntó, por primera vez, qué significaban todas aquellas estructuras pétreas dispersas a los pies del oppidum en el pequeño municipio de Azaila.

La primera pista para completar el puzle la halló el arqueólogo Juan Cabré cuando en 1942 encontró “una zanja que se excavó parcialmente y cuya naturaleza no pudo precisar”, dice el estudio. Se trataba de un foso de 130 centímetros de anchura y 190 de profundidad y que en realidad, ahora se ha sabido, era parte de un sistema de siete pequeños fosos consecutivos que defendían un gran recinto de planta cuadrada.

En 2017 se realizaron campañas de prospección y teledetección en el entorno de la acrópolis utilizando la última tecnología existente. Los trabajos de investigación magnética desvelaron así “la presencia de un campo de batalla a sus pies; un complejo horizonte en el que destaca la construcción de un recinto de importantes dimensiones [el centro de mando del asedio], y un combate que, dada la conservación de los restos localizados, necesariamente tuvo que suponer la destrucción del asentamiento”, aproximadamente entre el 75 y el 74 a. C.

Excavación de la acrópolis de la ciudad de Azaila hacia 1941. J. CABRÉ

Además, al analizar los archivos topográficos del Instituto Geográfico Nacional (IGN), se confirmó que de la “estructura cuadrada”, de unas 2,2 hectáreas de extensión, partía una rampa de unos cinco metros de anchura que se dirigía directamente a la parte sur del oppidum, la zona con peores defensas. Las imágenes de los drones desvelaron también que la ciudad estaba rodeada por un muro y un foso con una anchura de entre 160 y 230 centímetros.

El estudio calcula que la rampa artificial de acceso tenía una inclinación del 3,21%. Su construcción no resultó sencilla, ya que los soldados de Sertorio dispararon todo lo que tenían a su alcance contra quienes la estaban construyendo. “La concentración de proyectiles de honda, 'pila catapultaria' [artillería] y 'pila' [jabalinas de los legionarios] es igualmente reveladora, pese a lo limitado del terreno inspeccionado; los proyectiles aparecen concentrados en el arranque de la rampa y en el frente de la línea que parece cercar la acrópolis por el este”, indica Romeo.

Excavación en 1942 de la rampa de arranque del asedio a la ciudad íbera de Azaila. J. CABRÉ.

La posterior prospección magnética realizada con detectores ha permitido, se lee en el estudio, “la localización de un repertorio relevante de armas desechables, piezas que suelen quedar en el campo de batalla tanto por su escaso valor como por su producción masiva, así como glandes de honda, dardos y acuñaciones relacionadas con el ejército y otras piezas habituales en la impedimenta”.

En concreto, en solo cuatro hectáreas, los arqueólogos han recuperado 639 piezas metálicas, pese a que la zona ha sido saqueada por los furtivos durante décadas. De estos objetos, 23 son prerromanos, 275 romanorrepublicanos, uno medieval, cuatro modernos, 23 contemporáneas, 46 de la Guerra Civil y otros 266 de cronología y función indeterminadas.

Dos arqueólogos durante las labores de detección y ubicacion de los restos en Azaila con GPS submétrico. FRANCISCO ROMEO

Fuentes: elpais.com | elperiodicodearagon.com| 7 de abril de 2021