El oro de artefactos hallados en Troya (Anatolia, Turquía), Poliochni (isla de Lemnos, Grecia) y Ur (Mesopotamia, Irak) tiene el mismo origen

Foto del Tesoro de Príamo tomada probablemente antes de 1880. Wikipedia.

Los objetos de oro hallados en Troya, Poliochni, en la isla de Lemnos (a unos 60 km de Troya), y en Ur (Mesopotamia) tienen el mismo origen geográfico y se comerciaba a largas distancias. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo internacional de investigadores que, con la ayuda de un innovador método láser móvil, ha analizado por primera vez muestras de joyas famosas de la Edad del Bronce Temprano de Troya y Poliochni.

Los investigadores dirigidos por Ernst Pernicka, de la Universidad de Tübingen y el Centro de Arqueometría Curt-Engelhorn en Mannheim, así como Barbara Horejs, del Instituto Arqueológico de Austria de la Academia de Ciencias, han informado sobre esta investigación en Journal of Archaeological Science.


Anillos para el cabello (arriba a la izquierda), un alfiler (abajo a la izquierda), collares (centro) y una gargantilla (abajo a la derecha) se encuentran entre los 26 objetos de oro de Poliochni, en Lemnos, examinados por el equipo de investigación internacional. Foto de Numrich et al. 2022 (© OeAW-OeAI/Ch. Schwall)

El tesoro de Príamo examinado por primera vez con rayos láser

Desde que Heinrich Schliemann encontró, entre otras cosas, el "Tesoro de Príamo" en Troya en 1873, el misterio del origen del oro ha permanecido sin resolver. Ernst Pernicka y el equipo internacional con la participación de la Academia de Ciencias de Austria han podido ahora demostrar que procedía de los llamados depósitos secundarios, esto es, los ríos, y que su composición química es idéntica, por un lado, a la de los objetos de oro hallados en el asentamiento de Poliochni (isla de Lemnos) y en las tumbas reales de Ur (Mesopotamia), y, por otro lado, también a los objetos de oro procedentes de Georgia. "La conclusión es, entonces, que debió haber existido relaciones comerciales entre estas regiones distantes", dice Pernicka.

Collares (arriba a la izquierda), aretes (arriba a la derecha) y los llamados tutuli (abajo) se encontraban entre el total de 35 objetos de oro de Troya examinados por el equipo de investigación internacional. Foto de Numrich et al. 2022 (© OeAW-OeAI/Ch. Schwall).

La investigación fue posible gracias a un láser portátil recientemente desarrollado que permite tomar muestras de las piezas de joyería expuestas en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Los collares, colgantes, aretes y anillos para el cuello son tan valiosos que no deben transportarse a un laboratorio ni examinarse de manera que dejen daños visibles en los objetos. Los métodos disponibles hasta ahora han fallado debido, al menos, a uno de estos obstáculos. El láser portátil, aunque derrite solo un pequeño orificio en los objetos para su muestreo en el laboratorio del propio museo, es invisible a simple vista. Posteriormente, Pernicka y su equipo del Centro de Arqueometría Curt-Engelhorn, en Mannheim, pudieron examinar las muestras y determinar su composición mediante espectrometría de masas.

El agujero fundido en la superficie de las piezas de oro por el haz del dispositivo láser móvil tiene sólo 120 micrómetros de diámetro (0,12 mm) y tiene forma cónica (abajo). El daño al objeto de oro solo se puede ver a través de un microscopio electrónico. Figura de Numrich et al. 2022 (© CEZA/M.Numrich)

Huella química de oro de 4.500 años

Las joyas de oro históricas siempre contienen otros elementos además del oro, como plata, cobre, estaño, paladio y platino. Dependiendo de la aleación, los científicos pueden crear un perfil químico claro de los objetos y sacar conclusiones de los mismos. Por ejemplo, las altas concentraciones de estaño, paladio y platino en las joyas de Troya son una clara indicación de que el oro fue arrastrado por un río en forma de polvo de oro. Los investigadores también pudieron comprobar que los talleres producían joyas en serie y no solo como piezas individuales. No hay otra explicación, por ejemplo, para la idéntica proporción de platino y paladio en las láminas de oro de collares del mismo tipo que se encontraron en distintos lugares.

El equipo de investigación examinó un total de 61 artefactos, todos los cuales datan de la Edad del Bronce Antiguo entre los años 2500 y 2000. Este período también incluye el famoso "Tesoro de Príamo", que Schliemann había atribuido erróneamente al mítico rey de Troya que relata la Ilíada.

Regiones ricas en oro y distribución de joyas con cuatro pequeños motivos en espiral en la Edad del Bronce. Dibujo de Numrich et al. 2022 (mapa: © OeAW-OeAI/Ch. Schwall)

Relaciones comerciales de la Edad del Bronce desde el Egeo hasta el actual Pakistán

El origen del oro de las tumbas reales de Ur también ha sido discutido entre los expertos durante décadas. No hay depósitos de oro natural en Mesopotamia, por lo que se sospecha que el oeste de Anatolia, donde también se encontraba Troya, es una posible región de origen. "Sin embargo, hay regiones completamente diferentes a considerar, en las que se han demostrado que había relaciones comerciales con Ur", dice Pernicka.

En la Edad del Bronce Antiguo, se utilizaron objetos sorprendentemente similares en una gran área geográfica que va desde el Egeo hasta el valle del Indo, en el actual Pakistán, tal como muestran los estudios arqueológicos comparativos: sellos oficiales y pesos estandarizados, aretes con los mismos patrones en espiral, piedras preciosas como el lapislázuli o la brillante cornalina de color blanco anaranjado. "Los nuevos datos arqueométricos ofrecen un marco sólido y global para nuestros modelos de sociedades, sus redes comerciales y la importancia de los recursos hace unos 4500 años", dice Barbara Horejs, del Instituto Arqueológico de Austria en Viena.

Ahora bien, los investigadores aún no han podido aclarar el origen exacto del oro de Troya más allá de toda duda, dice Pernicka: "Si observamos la proporción de oligoelementos en el oro de Troya, Poliochni y Ur, el oro de la Edad del Bronce de Georgia muestra la mayor correspondencia con los sitios mencionados. Sin embargo, todavía necesitamos datos e investigaciones de otras regiones y de otros objetos para confirmar esta suposición".

Fuente: Instituto Arqueológico Austriaco | 30 de noviembre de 2022

Un nuevo estudio sugiere que las placas-ídolo en forma de búho, de hace 5.000 años, eran juguetes

Placa-ídolo hallada en Valencina de la Concepción, Sevilla. Foto: Museo Arqueológico de Sevilla / Ministerio de Cultura.

Un estudio liderado por Juan José Negro, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Estación Biológica de Doñana (EBD), sugiere que las placas de pizarra con forma de búho de hace 5.000 años, y halladas en el suroeste de la península ibérica, podrían haber sido creadas por niños para ser usados como juguetes.

Esta investigación, que ha sido publicada en la revista científica Scientific Reports, ofrece una nueva perspectiva acerca del origen y uso de estos objetos arqueológicos y sobre cómo los niños empleaban distintos artefactos y jugaban en las sociedades europeas prehistóricas.

El número de placas de pizarra con representaciones de búhos que se han encontrado en tumbas y fosas de la península ibérica asciende a alrededor de 4.000. Estas datan de hace entre 5.500 y 4.750 años y suelen compartir varias características, como dos círculos grabados como ojos y un cuerpo delineado en la parte inferior que representa el plumaje de un búho.

Placas seleccionadas grabadas en el período Calcolítico en el suroeste de la península ibérica. Estos ejemplos dan una idea de las diferentes tipologías y materiales utilizados (no a escala). (a) Placa de pizarra del Cerro de las Cabezas, Valencina de la Concepción, Sevilla, España (Museo Arqueológico de Sevilla, REP25837). (b) Placa de pizarra de anta, Curral da Antinha, Arraiolos, Évora, Portugal (Museu Nacional de Arqueologia de Portugal [MNA], Lisboa, 2003.37.1). (c) Placa de pizarra de anta, Farisoa, São Marcos do Campo, Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal (MNA, Lisboa, 32300). (d) Placa de pizarra con cabeza tallada de anta, Marquesa, Marvão, Portalegre, Portugal (MNA, Lisboa, 8195). (e) Placa de pizarra de anta, Grande do Olival da Pega, Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal (MNA, Lisboa, 985.45.21). (f) Placa de pizarra de anta, Grande do Olival da Pega, Reguengos de Monsaraz, Évora, Portugal (MNA, Lisboa, 985.45.15). (g) Placa de arenisca de anta da Horta, Alter do Chão, Portoalegre, Alentejo, Portugal (Museu da Coudelaria de Alter, Portugal, 197 AH). (h) Ídolo oculado tallado sobre falange proximal de ungulado procedente de Huerta de Dios, Casas de Reina, Badajoz, España (Museo Arqueológico Provincial de Badajoz, 11425).

“Los búhos son un grupo de especies de aves muy diferentes a todas las demás y son fácilmente reconocibles”, explica Negro (izquierda). “Tienen una silueta compacta, con cabezas enormes y ojos situados en posición frontal, como los humanos. Por esa peculiar anatomía se han representado siempre desde los primeros grabados en cavernas hace 30.000 años hasta ahora de la misma manera: o bien directamente mostrando su parte frontal, o con la cabeza girada y mirando al observador”, indica el investigador de la EBD-CSIC.

Similitudes con dibujos actuales de búhos hechos por niños

Durante más de un siglo, se ha especulado sobre el origen de estas placas y se pensaba que tenían un significado ritual y que representaban a deidades o personas fallecidas. Negro y sus colaboradores han reexaminado esta interpretación y sugieren, en cambio, que estas figuras podrían haber sido creadas por niños basándose en especies de búho presentes en la zona y que podían haber sido usadas como muñecos, juguetes o amuletos.

Búhos pintados por niños de 8 años en una escuela de primaria en el suroeste de España en 2022. Su maestro pidió a los estudiantes que dibujaran un "búho" en menos de 20 minutos, sin más instrucciones. Los dibujos resultantes tienen en común una vista frontal con ojos redondos colocados frontalmente con iris y pupila diferenciados.

El equipo ha analizado cien figuras y las ha clasificado, en una escala de uno a seis, según cuántas características de los búhos aparecían reflejadas, como los dos ojos, los penachos emplumados de la cabeza, un patrón de plumas, un disco facial plano, un pico y las alas. Más tarde, compararon estas figuras con 100 dibujos actuales de niños y niñas de entre 4 y 13 años y observaron muchas similitudes. Los dibujos parecían más realistas cuando los niños tenían más edad y se volvían más habilidosos con los lápices.

“Los niños de algún modo han percibido que la esencia de un búho es esa cabezota con dos grandes ojos que te miran. Los pintan así desde que son capaces de sostener un lápiz. En la prehistoria probablemente los representaron así desde que aprendían a grabar una piedra usando otra piedra”, explica Guillermo Blanco Hervás (derecha), investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y coautor del trabajo.

Las placas de pizarra, objetos de aprendizaje

El equipo también ha observado que los dos agujeros en la parte superior de muchas de las figuras parecían poco prácticos para pasar por ellos un cordel y poder colgarlas en la pared a modo de objetos rituales. Los investigadores creen que estos agujeros habrían servido para insertar plumas que representasen los penachos emplumados, similares a las orejas, que tienen en la cabeza algunas especies de búhos presentes en la zona, como el búho chico o Asio otus.

Superior izquierda: (a), Placa de pizarra grabada encontrada en el Cerro de la Cabeza, Valencina de la Concepción, Sevilla, España (Museo Arqueológico de Sevilla, España), representativa del tipo zoomorfo reconocido por Lillios. Arriba a la derecha: (b), Mochuelo salvaje (Athene noctua) en una zona agrícola de Valencina de la Concepción en 2021. Abajo a la izquierda: (c), Placa de pizarra de Mértola, Alentejo, Portugal (MNA, Lisboa, 2006.370.1). Los orificios de la parte superior pueden haber sido utilizados para insertar plumas reales. Abajo a la derecha (d), búho chico (Asio otus) con mechones de orejas erguidos, fotografiado en Valencina de la Concepción en 2021. Créditos mochuelo y chico chico: Juan J. Negro.

“Estas placas de pizarra, tan características de la Edad del Cobre en Iberia, pudieron ser parte del proceso de aprendizaje del manejo de objetos de piedra”, afirma Víctor M. Díaz (izquierda),investigador de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), otro de los autores del estudio.

El hecho de que se hayan encontrado numerosas placas en contextos funerarios indica que pudieron usarse, también, como tributo a los difuntos. Los jóvenes podrían haber rendido homenaje a sus mayores dejándoles objetos en cuya fabricación habían intervenido o a las que tenían aprecio. “Ambas cuestiones, objeto de aprendizaje y objeto ritual no son excluyentes”, aclara el investigador.

Ídolo oculado tallado en alabastro conocido como Ídolo de Extremadura (procedencia desconocida, MAN, Madrid, 20572), y quizás modelado a partir de un búho chico. Se tallaron mechones a los lados y en la parte posterior de la cabeza. El patrón en zigzag en la espalda es interpretado como pelo largo. También puede describirse como el patrón de plumaje camuflado en la zona dorsal de un búho.

Estas figuras podrían aportar información sobre el comportamiento infantil en las sociedades de la Edad del Cobre. “En el estudio de la prehistoria no se ha prestado mucha atención al papel cultural de los niños y jóvenes. Teniendo en cuenta que debieron ser el grupo más importante demográficamente, puesto que poca gente llegaba a edades avanzadas, sería importante dedicarle más esfuerzo de análisis”, sugiere Negro.

“La colaboración entre la biología evolutiva y la historia del arte en este estudio demuestra que se consiguen resultados exitosos cuando se aporta conocimiento y perspectiva desde disciplinas consideradas tradicionalmente como muy alejadas”, concluye.

Leonardo García Sanjuán (izquierda), catedrático de Prehistoria de la Universidad de Sevilla, no está de acuerdo con la interpretación del estudio.

"Es un trabajo de una gran simplicidad conceptual y metodológica. Los ‘ídolos-placa’ o ‘placas’ son bien conocidas entre los/as especialistas del Neolítico y la Edad del Cobre ibéricas, y han sido estudiadas desde hace más de cien años. Existen excelentes síntesis del tema, como el libro de Katina Lillios, Heraldry for the Dead (2008), en el que ya se revisan todas las teorías existentes sobre estas piezas, incluyendo la hipótesis de que algunas representen aves nocturnas. De entre los problemas que presenta este trabajo, yo destacaría tres.

Primero, las placas con motivos biomórficos representan solo un 8 % del total de las conocidas, por lo cual, de entrada, Negro et al. estudian solo un pequeño subconjunto (de hecho, una minoría) de un conjunto mucho más amplio.

Segundo, la idea que de que algunas placas pueden representar aves nocturnas no es nueva, aunque sí es novedosa la convicción, respaldada solo por apreciaciones subjetivas, con que los autores defienden su interpretación, dándola por demostrada.

En tercer lugar, la segunda propuesta del trabajo, esto es, que ese grupo de placas fueron realizadas por niños/as, se basa en una revisión de dibujos hechos por niños/as y publicados en internet. Supuestamente, la forma de representar ciertos motivos en las placas prehistóricas y en los dibujos de estos/as niños/as serían parecidas, aunque el parecido se deriva solo de la apreciación subjetiva de los autores del artículo.

Los autores no han comprobado (por ejemplo, mediante grupos de control) si los dibujos de estos animales hechos por personas de otras edades (adultos, ancianos) son estadísticamente diferentes de los dibujos hechos por niños. Y tampoco se plantean si lo que dicen con respecto a las placas biomórficas es extrapolable a otro tipo de placas.

De hecho, la propuesta de que las placas fueron realizadas por niños/as es altamente implausible, pues estas piezas nunca han sido encontradas asociadas a niños en tumbas (la población infantil del Neolítico y de la Edad del Cobre no solía recibir ajuares funerarios) y lo cierto es que su elaboración requería un elevado grado de destreza y experiencia, no esperable en niños. La idea subyacente en este trabajo, derivada de un eurocentrismo condescendiente abandonado hace más de un siglo, es que el arte prehistórico es infantil".

Fuente: elimparcial.es | sciencemediacentro.es | 1 de diciembre de 2022

Descubren importantes novedades en el yacimiento leonés de Lancia con las últimas excavaciones

El diputado de Cultura, Arte y Patrimonio, Pablo López Presa, y el técnico de Patrimonio del Instituto Leonés de Cultura, Jesús Celis, han comparecido ante los medios para dar cuenta de la investigación arqueológica y de los hallazgos obtenidos en el transcurso de los trabajos efectuados en el yacimiento de Lancia desde que el actual equipo de gobierno en la Diputación Provincial tomase la determinación, hace ya dos años, de sacarlo del olvido.

López Presa ha resumido las distintas intervenciones llevadas a cabo en el enclave, como las de consolidación, adecuación de accesos, compra de fincas, habilitación de visitas guiadas y el proceso para elevar el Centro Arqueológico de la Ciudad de Lancia, mientras que Celis ha detallado una serie de hallazgos entre los que se cuentan monedas, cerámicas, armas y adornos, así como las imágenes del subsuelo conseguidas mediante prospección con georradar y magnetómetro.

Pablo López Presa y Jesús Celis durante la rueda de prensa.

El diputado de Cultura ha enumerado las acciones llevadas a cabo por parte de la administración provincial desde finales del año 2020, y que en orden cronológico han sido: la reposición de los vallados, la colocación de paneles informativos, la mejora de los accesos, la compra de fincas aledañas (diez nuevas hectáreas gracias a las cuales la Diputación posee la mayor parte de los restos del yacimiento), la consolidación de las estructuras excavadas y un concurso de ideas para crear un Centro Arqueológico, así como la redacción de su proyecto y licitación pública.

“Durante la realización de estos trabajos han participado diferentes empresas e investigadores de un nivel profesional muy alto, y se han utilizado tecnologías de última generación en cuanto a los sistemas de detección de restos soterrados, georreferenciación topográfica mediante drones, análisis de las rocas empleadas en las construcciones romanas y restauración de objetos metálicos, entre otras”, ha explicado el diputado.

Por su parte, el responsable de Patrimonio ha desgranado los hallazgos y las imágenes obtenidas durante esas labores, y explicado algunas hipótesis surgidas al amparo de los descubrimientos. Por ejemplo, durante la renovación de los vallados en las zonas de La Encrucijada y Valdealbura se encontraron “restos de construcciones de época romana y vertederos o escombreras prerromanas”.

Los trabajos arqueológicos de seguimiento de las obras de consolidación y restauración de los restos excavados “permitieron completar zonas y aspectos que no se habían investigado lo suficiente, como algunas áreas de las termas públicas, el mercado, las calles principales y la red de saneamiento de época romana”. También durante los seis sondeos realizados en las fincas que ocupará el futuro Centro Arqueológico se obtuvieron nuevos restos de época prerromana y romana. “Hoy conocemos mejor el urbanismo romano al norte de la zona excavada y, en general, el de la zona central del yacimiento gracias a los trabajos con el magnetómetro y el georradar, que se han sumado a los resultados de campañas anteriores”, ha defendido.

El foro de Lancia

Jesús Celis ha subrayado que, gracias a estas intervenciones, “hoy tenemos una imagen bastante detallada de cómo era el foro de Lancia y los edificios aledaños”. “Hemos documentado arqueológicamente los restos de las cimentaciones de los pórticos del lado norte del foro, los pasillos y alguna base de cimentación de las columnas”, expresó. Además, el responsable del Departamento de Patrimonio del ILC informó que, ya en campañas anteriores, “la fotografía aérea había mostrado un edificio que contenía tres zonas y que contaba con pórtico doble”.

La prospección con equipos de geomagnetismo y georradar parecen incidir nuevamente en un edificio con un gran patio abierto delimitado por estos pórticos, seguramente abiertos, y que debieron contener columnas de piedra en el este, el oeste y el norte, y tal vez uno nuevo en el sur. En el espacio del oeste posiblemente se incluyese una basílica tras la que se desarrollaría una línea de tabernae (tiendas) que darían a una de las principales calles, el cardo maximus, mientras que al norte discurriría la otra, el decumanus maximus.

La excavación practicada el año pasado en el foro propició el descubrimiento de una serie de cimentaciones de muros como un zócalo corrido, en la base de dichos pórticos, y otra zona con muros paralelos entre sí y perpendiculares a la zona porticada, que podrían mostrar los restos del área destinada a los servicios religiosos y administrativos de Lancia. “Por lo descubierto podemos corroborar la existencia de un doble pórtico en el norte y de al menos cuatro estancias de tendencia cuadrada o rectangular que se abrirían hacia el doble pasillo y el pórtico septentrional”, ha asegurado Celis.

Además, a tenor de los hallazgos, los expertos están en condiciones de determinar que las medidas totales del foro lanciense oscilarían entre los 60-65 metros de longitud y los 45-48 metros de anchura. Su superficie podría haber alcanzado los 3.000 metros cuadrados.

En lo que respecta a su cronología, aun no se conoce con seguridad la fecha exacta de su construcción, pero podría pertenecer a algún momento de la época Julio-Claudia (del 27 a. C. al 68 d. C.). “Su tipología se ajusta al tipo de edificio público que era habitual, en aquel entonces, en una ciudad del noroeste de Hispania”, precisó Celis, quien añadió que “por desgracia, el foro fue desmontado, seguramente en la época tardo-romana, y los trabajos practicados por las nivelaciones de fincas dieron al traste con la mayoría de las evidencias arquitectónicas”.

“Conocemos los sistemas de cimentación del foro: sabemos, por ejemplo, que las rocas que se emplearon en los materiales constructivos procedían tanto del entorno próximo como de la montaña leonesa, mientras que los mármoles se traían de canteras del Bierzo. Además, tenemos evidencias de la producción de cal 'in situ' para su trabado. Podemos así lanzar hipótesis sobre su trazado y aspecto exterior, las posibles columnas utilizadas y algunos remates decorativos gracias al descubrimiento de un frontón caído en el suelo, fabricado con morteros de cal y piedra de relleno”, ha explicado el responsable del departamento de Patrimonio del Instituto Leonés de Cultura.

“Se ha podido investigar una ocupación temprana del lugar a cargo del emperador Augusto, muy posiblemente relacionada con la presencia militar de las legiones después de la conquista de los astures. Es destacable la aparición de monedas de este emperador, de tipo de la Caetra (derecha), que se vinculan a los pagos al ejército romano en este periodo y, de hecho, es la primera vez que tenemos constancia clara de esta fase en el yacimiento”, ha abundado.

El oppidum astur

Las últimas intervenciones y trabajos arqueológicos no solo han permitido conocer mejor la ciudad romana, sino también el núcleo de población precedente: el castro u oppidum astur. “Al norte, en el área donde se elevará el Centro Arqueológico, se ha documentado un vertedero en fosa que sirvió para almacenar los 'detritus' de algún edificio quemado, del que no quisieron dejar huella y que, por ello, cerraron tal depósito. También hemos obtenido importantes materiales arqueológicos de las gentes astures que poblaron el castro, como restos de adobes, madera calcinada, cerámicas, restos óseos y objetos de hierro y bronce como una valiosa fíbula zoomorfa”, desveló Celis.

Por otro lado, en la zona del futuro aparcamiento público se han hallado nuevos restos de un edificio en apariencia de funcionalidad doméstica, de fines del siglo I o principios del II d.C., y que ha deparado significativos lotes de terra sigillata (cerámica de mesa romana), cerámica común romana, vidrio, restos óseos y un 'as' del emperador Augusto.

Todo un caudal informativo que se considera muy satisfactorio, pues “ha aportado interesantes resultados que sin duda servirán para abrir nuevos campos de estudio y de conocimiento sobre la importancia que tuvo Lancia“, concluyó Jesús Celis.

Estos trabajos del ILC ayudarán a conocer mejor quiénes fueron los astures lancienses y a proporcionar una visión más ajustada y veraz sobre cómo fue su cultura, su economía y su sociedad. El Instituto, dependiente de la Diputación, seguirá investigando sobre su evolución y el desarrollo de su existencia en los siete siglos durante los cuales estuvieron asentados en el cerro de Villasabariego.

Fuente: diariodevalderrueda.es | 2 de diciembre de 2022

Descubren la posibilidad de que el 'Homo naledi' pudo haber utilizado el fuego para alumbrarse y asar

Cráneo de un niño 'Homo naledi' descubierto en el legendario complejo de cuevas de 'Rising Star' en Sudáfrica, no lejos de Johannesburgo.

Es una historia de descubrimientos un tanto singular. El renombrado paleoantropólogo Lee Berger es famoso por las expediciones que ha realizado en las cuevas de Rising Star, en Sudáfrica, las cuales, para poder explorar sus pasajes extremadamente desafiantes, estrechos y peligrosos, tuvo que reclutar investigadores pequeños y delgados, además de tener algo no menos importante: un gran coraje para internarse dentro de los mismos. Pero ahora, durante el verano de este año, Berger, tras adelgazar alrededor de 25 kilos, ha entrado él mismo en el sistema de cuevas de Rising Star por primera vez, lo que le ha permitido realizar un descubrimiento sorprendente: cuando miró hacia las techumbres observó que había rastros de hollín, lo que indica que se había empleado fuego en su interior.

Exactamente al mismo tiempo, la paleoantropóloga Keneiloe Molopyane encontró restos óseos de gacelas y roedores, así como grandes rastros de carbón en el suelo en otra área de las cuevas: la "Espina del Dragón". Es posible que haya restos de dos hogueras allí. La historia suena como el sueño de todo antropólogo y espeleólogo. Los hallazgos podrían revelar aspectos notables sobre el Homo naledi, una especie homínida inusual que parece haber vivido hace entre 330.000 y 230.000 años, y que utilizó estas cuevas de difícil acceso. Estos homínidos, con cráneos particularmente pequeños, podrían haber producido fuego y usarlo para iluminarse y asar carne.

Lee Berger en 2021 en el área de entrada al sistema de cuevas "Rising Star". Como "Cuna de la Humanidad", la región es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Foto: AFP / Luca Sola.

Características únicas

Tal circunstancia sería una indicación importante de poseer una cultura propia, lo que también está respaldado por el hecho de que muchos de los esqueletos encontrados allí, de adultos y niños, probablemente fueron llevados a los nichos remotos del sistema de cuevas para ser enterrados. La fascinación con la que Berger ha hablado públicamente (jueves último por la noche en la biblioteca de la Carnegie Institution for Science en Washington, DC) sobre estos nuevos descubrimientos de su equipo, es igualmente contagiosa. Muchos colegas muestran curiosidad sobre los hallazgos, pero también se muestran cautelosos en su evaluación. Después de todo, los estudios científicos correspondientes todavía tienen que ser examinados y publicados profesionalmente.

El antropólogo está convencido de que el Homo naledi, que vivió en el continente africano al mismo tiempo que el Homo sapiens, podría haber utilizado el fuego para otros fines al igual que este último. Ello no sería del todo imposible: al fin y al cabo, hay evidencias del uso del fuego para cocinar/asar durante cientos de miles de años antes, lo cual ha venido confirmado recientemente por hallazgos realizados en Israel, donde se cocinaban/asaban peces hace unos 780,000 años. Incluso el Homo erectus pudo haberse beneficiado del calor del fuego.

Lo que es especial, sin embargo, es el rompecabezas antropológico que representa el mismo Homo naledi: según el conocimiento actual, esta es una especie que combina características modernas y primitivas. Su cerebro es similar en tamaño al de un chimpancé y, por lo tanto, mucho más pequeño que los cerebros de los humanos modernos, Homo sapiens. La forma de la cara, los hombros y la pelvis también recuerdan a los homínidos más antiguos, como el género Australopithecus. Por otro lado, las manos y los pies del Homo naledi tienen aspecto extremadamente moderno. Esto se demuestra por los numerosos, y bien conservados, restos óseos hallados: mientras que, a menudo, solo se descubren partes óseas individuales, en Rising Star se dispone de esqueletos completos de Homo naledi.

Huesos, cenizas y restos de hollín indican la quema de animales. Foto: Lee Berger (conferencia)

Rituales de muerte a la luz de las llamas

Al descubrirse en 2013 la especie Homo naledi, muchas ideas sobre la evolución de la familia humana, en general, y el crecimiento del cerebro, en particular, fueran consideradas lineales quedaron definitivamente descartadas. Homo naledi y la especie Homo floresiensis, apodado Hobbit, muestran que también hubo especies bastante tardías en la evolución relacionadas con los humanos modernos que ostentaban una baja estatura y tenían cerebros considerablemente más pequeños. Aparentemente, esto no les impidió usar el fuego, si bien todavía no hay indicios de herramientas líticas cerca de los hallazgos de Homo naledi.

En cualquier caso, tener una estatura pequeña solo podía ser una ventaja en las cuevas Rising Star. Y también es bastante concebible que esta especie encendiera fuego en los oscuros pasillos y espacios de la cueva para orientarse y llevar a cabo posibles rituales de muerte, además de asar carne de gacela. "El descubrimiento de restos de carbón podría responder a una de las preguntas sobre cómo el 'Homo naledi' pudo orientarse en el sistema cavernario de Rising Star. Desplazarse en la oscuridad habría sido extremadamente difícil y muy peligroso", dice Tom Higham, de la Universidad de Oxford y Viena y especialista en dataciones de material prehistórico.

Un trozo de carbón de la cueva 'Rising Star'. ¿Se puede fechar en la vida del Homo naledi? Foto: Lee Berger (conferencia)

Primera expedición propia gracias a la dieta

Las diferentes áreas del sistema de cuevas en las que ahora se han descubierto rastros de fuego proporcionan evidencias potencialmente altas de ello, y, sin embargo, son sorprendentes. Después de todo, nadie había notado antes tales evidencias, ni siquiera en las grabaciones realizadas con cámaras. Berger explica esto diciendo que, en los últimos años, los investigadores han entrado a menudo en el sistema de cuevas centrados en hallar restos específicos, tales como huesos humanos, y que también estaban más pendientes de salir con vida del intrincado recorrido que había que realizar dentro de ellas. De hecho, el área de la cueva denominada Cámara Dinaledi es de tan difícil acceso que solo 47 personas la han podido explorar hasta ahora, dice Berger: "Supongo que ha habido muchas más personas que han volado al espacio que las que han podido estar en la cámara Dinaledi". (Nota al margen: son 627 las personas que han estado en el espacio, lejos de la Tierra.)

Lee Berger durante la conferencia de presentación de los hallazgos realizados.

En su conferencia (que se puede ver aquí desde aproximadamente el minuto 44), Lee Berger deja en claro que durante mucho tiempo asumió que nunca podría explorar el sistema de cuevas de Rising Star por sí mismo. "He dicho varias veces que mi ego es probablemente demasiado grande como para 'encajar' en los recovecos de la cueva", bromea, aparte de su altura, la cual lo hacía aún más difícil debido al tamaño de los pasillos extremadamente estrechos y bajos. De todos modos, hace unos meses pudo hacerlo después de perder 25 kilos. No le contó a su esposa ni a sus hijos sobre el peligroso plan que tenía en mente, y explicó su pérdida de peso como consecuencia de una dieta para deshacerse de los kilos de más cogidos durante el confinamiento derivado de la pandemia del coronavirus.

El sistema de cuevas es extremadamente difícil de explorar. A veces, los investigadores tienen que quitarse los cascos para atravesar las grietas. Foto: Universidad de Wits.

Material para Netflix

La exploración de Rising Star fue probablemente uno de los mayores desafíos de su vida: Berger necesitó más de una hora para escalar solo doce metros en un lugar muy complicado. "Fue unas tres veces peor de lo que les dije a todos". Según sus descripciones, creyó estar muy cerca de la muerte, lo que constituye un relato propicio para un documental de Netflix, el cual, por otra parte, ya está programado su estreno para el verano de 2023. Sin embargo, el viaje valió la pena: los rastros de hollín y carbón que encontraron él y su equipo pueden aclarar otro aspecto importante de la vida y la cultura del Homo naledi.

Sin embargo, la pregunta más importante sigue sin respuesta: ¿qué antigüedad tiene el carbón descubierto? Después de todo, también podría provenir de personas que entraron en la cueva mucho más tarde, aunque hasta ahora ninguna evidencia ha sugerido esta circunstancia. "Este hallazgo es extremadamente interesante desde el punto de vista de su datación", subraya Higham. "Sin embargo, creo que necesitaremos más información que no ha sido detallada en la presentación". A ello seguirá una publicación especializada al respecto, pero, hasta entonces, la antigüedad solo puede evaluarse de forma limitada.

Hay que esperar análisis más detallados y estudios revisados ​​por expertos sobre el hallazgo de las hogueras. Foto: Lee Berger (conferencia).

Un avance potencial

Si la datación por radiocarbono de las muestras de carbón llega a su máximo, alrededor de 50.000 años, eso indicaría que el Homo naledi podría haber provocado los fuegos, pero Higham señala que aún no hay pruebas, después de que todas las especies han sido fechadas con una antigüedad mucho mayor, de al menos unos 220.000 años. Si el carbón es más reciente, podría indicar rastros de una visita posterior realizada por el Homo sapiens, o ser muestras contaminadas con ADN más reciente, o bien, aunque es mucho menos probable, la posibilidad de que hubiera descendientes de Homo naledi hasta hace unos 50.000 años.

Los próximos meses mostrarán si los descubrimientos realizados por Berger y su equipo están a la altura de sus pretensiones. Pero si resulta que el Homo naledi ya estaba controlando el fuego y explorando las grietas del complejo sistema de cuevas de Rising Star, "eso constituiría un verdadero avance", dice Higham. Las cuevas de Rising Star son un caso especial en comparación con otras cuevas exploradas en Francia y España, que son mucho más grandes y accesibles.

Lee Berger departiendo con los informadores.

Especie arrogante

Ahora bien, todo ello generaría más preguntas: ¿Cuánto tiempo duraba el fuego provocado por el Homo naledi, teniendo en cuenta que el suministro de oxígeno es difícil en las cámaras pequeñas de Rising Star? ¿Y por qué el Homo naledi estaba tan fascinado por estos remotos y complicado lugares y los utilizó para enterrar a sus muertos?

Para la última pregunta, la respuesta de Lee Berger es: "La gente hace todo lo posible para proteger e incorporar a sus muertos en rituales de enterramiento. Construimos pirámides para ello, cavamos agujeros de varios metros de profundidad y los metemos en cajas de madera. Incluso un pariente lejano, con un cerebro muy pequeño, pudo haber desarrollado comportamientos complejos similares, al igual que otros animales. Incluso, en lo que nos afecta, sufrimos la misma arrogancia que nuestra especie: creemos que fuimos elegidos y que somos especiales en comparación con el resto del reino animal".

El video muestra que estar mentalmente muy estable para entrar en la cueva y no padecer claustrofobia.

Fuentes: derstandard.de | Julia Sica | butterword.com | 2 de diciembre de 2022

El museo de Cádiz acoge una muestra sobre la intervención arqueológica en Trafalgar

En el marco de segundo encuentro internacional InnovAzul 2022, que se celebra esta semana en la capital gaditana, el Museo de Cádiz se ha abierto a la exposición temporal Arqueología Azul en Trafalgar. De la investigación al turismo sostenible, que se podrá visitar hasta el 28 de febrero de 2023.

La muestra recoge los resultados de las excavaciones y estudios arqueológicos realizados en el cabo de Trafalgar (entre junio de 2020 y junio de 2022) que han dado lugar al hallazgo, entre otros restos, de una necrópolis megalítica de la Edad del Bronce, así como un intenso poblamiento romano en el que destaca la presencia de una villa marítima, fábricas de salazón y unas termas.

En la apertura, el rector de la Universidad de Cádiz, Francisco Piniella, ha resaltado que "esta iniciativa es fruto de la excelencia investigadora de la UCA en Arqueología y de nuestro análogo afán por divulgar el conocimiento”. Así, ha recordado que "el mar siempre ha sido fuente de riqueza, espacio de oportunidades, un gran puente entre culturas”, y en este sentido los yacimientos arqueológicos diseminados por el litoral gaditano “son un testimonio evidente: Caños de Meca, Faro de Trafalgar, Baelo Claudia, Tarifa…”.

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Desde la institución académica se ha agradecido el apoyo de la Junta de Andalucía para llevar a cabo estos estudios: “las políticas públicas relacionadas con el patrimonio se pueden orientar en tres direcciones: la investigación y el estudio, la tutela y protección y la difusión y puesta en valor. Nuestra responsabilidad corporativa como universidad pública nos lleva a actuar en los tres ámbitos”.

Por su parte, la delegada del Gobierno andaluz en Cádiz, Mercedes Colombo, ha destacado “el trabajo tan importante que se hace desde la UCA para descubrir los importantes yacimientos arqueológicos de la provincia” y ha incidido en que esta muestra “pretende ofrecer un primer balance de estos hallazgos haciendo hincapié en la importancia de conjugar la gestión de los espacios patrimoniales culturales, su conservación, estudio y, sobre todo su disposición del público”.

LA MAYORÍA DE PIEZAS SE EXPONE POR PRIMERA VEZ

Junto a la exposición, se ha editado una monografía bilingüe publicada por la editorial UCA que recoge en diversos capítulos y con un lenguaje de alta divulgación científica todos esos resultados, así como otros tantos asociados a la historiografía del yacimiento, las técnicas aplicadas, el análisis de las estructuras medievales y modernas, su integración en el Parque Natural de la Breña y Marismas del Barbate o los desafíos que este tipo de patrimonio representan para el turismo de la zona.

Tanto la exposición como el libro, se precisa en el comunicado remitido a DIARIO Bahía de Cádiz, han sido dirigidos por Darío Bernal, José Juan Díaz, Eduardo Vijande, José Ángel Expósito y Juan Jesús Cantillo, todos ellos miembros de las áreas de Arqueología y de Prehistoria de la Universidad gaditana y miembros del Grupo de Investigación HUM-440 de esta universidad.

Precisamente, en el acto inaugural, Darío Bernal ha agradecido la colaboración interinstitucional con la Junta durante todo este proceso y ha destacado que “el 95% de lo que se expone es inédito, son piezas únicas de época prehistórica y romana que se muestran por primera vez”.

Fuente: diariobahiadecadiz.com | 28 de noviembre de 2022