Trepanaciones medievales: los hallazgos de Armentia (Álava).


Así lo asegura el antropólogo y médico forense Francisco Etxeberria Gabilondo. Su equipo, formado por cinco expertos de lasociedad de Ciencias Aranzadi y de la Universidad del País Vasco, analiza en San Sebastián los primeros restos humanos encontrados el año pasado durante las excavaciones en la zona norte del templo de Armentia (Alava), donde también se buscan indicios de la primera catedral vasca.

El hallazgo de varios centenares de cuerpos de los siglos XII, XIII y XIV provocó en un primer momento interés y expectación. En particular, el cráneo trepanado de un varón. La curiosidad se transformo en sorpresa y admiración más tarde, cuando los expertos limpiaron y restauraron 150 esqueletos. “No esperábamos encontrar tal cantidad de heridas en los cráneos. Ya las hemos descubierto en más de quince. Se trata de lesiones graves, como hundimiento y perforación del hueso”. Lo más increíble, que los huesos cicatrizados demuestran que, salvo en una de las trepanaciones, los demás hombres sanaron y continuaron con su vida cotidiana. En necrópolis de Palencia, Ciudad Real y Pamplona se han hallado restos humanos con heridas de arma blanca, pero la mayor parte de las víctimas no sobrevivieron a esos hachazos mortales.
Los restos que tienen maravillados a los expertos corresponden a varones relativamente jóvenes, posiblemente soldados residentes en la capital alavesa. “No se trataba de guerreros de paso, ya que han aparecido espuelas y hebillas, lo que lo convierte en un lugar de interés para la gente pudiente, soldados de carrera y personas con prestigio”, apunta Etxeberria.
Las heridas que estudian ahora fueron producidas por mandobles de espada, lesiones “propias de la Edad Media, aunque su número está por encima de la media de cualquier otra necrópolis medieval conocida en la Península”, insisten los investigadores.
¿Pero quién les curó? “Que en aquella época sobrevivieran a lesiones de tal calibre da a entender que fueron atendidos por manos expertas, ya que alguien no adiestrado no se atrevería con ellas”, afirma Etxeberria.
El libro La medicina en la Álava Medieval, de los historiadores César González e Iñaki Bazán, recoge esta información de las actas municipales de Vitoria de aquel año: “Se presenta ante los miembros rectores del municipio David, cirujano”.
Pedro Ramos, médico y coordinador del citado volumen, asegura que este profesional “era judío, y tuvo que solicitar una venia especial para desarrollar su actividad, muy semejante a la practicada en la actualidad”. Tanto es así que escalpelos, bisturíes y pinzas eran sus herramientas de trabajo, todas ellas de hierro o bronce. Pese a ello, era considerada una ocupación inferior a la medicina y muchos de los que la ejercían eran barberos.
Pero aunque el primer cirujano alavés documentado en los archivos sea del siglo XV, la necrópolis de la basílica de Armentia revela ahora que tres siglos antes hubo manos muy expertas en la zona que curaron heridas mortales. “Los hallazgos permiten considerar que en Vitoria o en su entorno próximo, en aquella época, había capacidad quirúrgica como para atender a heridos de lucha, quizá incluso en la comunidad monástica de la basílica”, explica el antropólogo.
Otra clave más. En aquellos siglos la trepanación tenía, en la mayor parte de las ocasiones, un componente de magia. “Se trataba de un rito para extraer el mal del cerebro”.
Muchos son aún los enigmas por resolver. Entre ellos, la forma de vida de los vitorianos medievales y el papel que representaba en el día a día la basílica de Armentia. Futuras excavaciones, en las que se espera encontrar más restos humanos, y estudios más exhaustivos retomarán el hilo de una historia real tan apasionante como la mejor ficción cinematográfica.
Fuente: Medievalum.

El origen de los primeros caballos domésticos




Pocos animales son tan hermosos y nobles como un caballo. Compañero del hombre desde hace miles de años, el origen de su domesticación no ha estado claro hasta la fecha. Una nueva investigación arroja luz sobreel lugar en el que se produjo la primera doma hace unos 5.500 años. Ocurrió en las estepas de lo que hoy es Ucrania, Rusia y Kazajstán. Después, los caballos acostumbrados a la mano humana se mezclaron con las poblaciones silvestres locales en la medida en que se propagaron por Europa y Asia. El estudio aparece publicado en la revistaProceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. (PNAS).
Durante varias décadas, el origen de los caballos domésticos ha desconcertado a los científicos. Sobre la base de la evidencia arqueológica, durante mucho tiempo se ha pensado que esta primera doma se originó en la parte occidental de la estepa eurasiática (Ucrania, suroeste de Rusia y oeste de Kazajstán); sin embargo, este origen único en una zona geográfica restringida parecía estar en contradicción con el gran número de linajes femeninos encontrados entre los caballos domésticos, que podrían reflejar múltiples eventos de domesticación a través de una amplia área geográfica. ¿Qué ocurrió en realidad?
Los científicos de la Universidad de Cambridge utilizaron una base de datos genéticos de más de 300 caballos de toda la estepa euroasiática para resolver el rompecabezas. La investigación muestra que el extinto antepasado salvaje de los caballos domésticos, Equus ferus, se expandió fuera del este de Asia hace unos 160.000 años. También sugiere que el Equus ferus fue domesticado en la estepa occidental de Eurasia, y que los rebaños eran repuestos en varias ocasiones con caballos salvajes cuando estos se diseminaban a través de Eurasia.

Yeguas salvajes

Según Vera Warmuth, del Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge, «nuestra investigación muestra claramente que la población fundadora original de los caballos domésticos se estableció en la estepa occidental de Eurasia, un área donde fue encontrada la primera evidencia arqueológica de esta doma. La difusión de la domesticación del caballo difiere de la de muchas otras especies de animales domésticos, ya que los rebaños se complementaban con caballos salvajes locales en una escala sin precedentes. Si estos eventos de reposición de existencias corresponden principalmente a las yeguas salvajes, esto puede explicar el gran número de linajes femeninos en la genética del caballo doméstico sin tener que invocar múltiples orígenes de la domesticación».
Los investigadores proporcionan la primera evidencia genética de la domesticación de un origen geográfico restringido en la estepa euroasiática, como sugiere la arqueología, y muestran que la gran diversidad del linaje femenino es el resultado de la aparición posterior de yeguas salvajes locales en los rebaños domésticos.

ABC.es

Encuentran en Soria dos cráneos trepanados de la Edad Media

El estudio se publica en la revista 'Anthropological Science'
Dos calaveras con perforaciones han sido exhumadas en la localidad soriana de Gormaz por investigadores de las universidades de Oviedo y León. Se han datado entre los siglos XIII y XIV, cuando la trepanación era una práctica infrecuente.

La trepanación se conoce desde antiguo. Los primeros casos probados corresponden a principios del Neolítico, hace unos 10.000 años, e incluso hay autores que señalan como periodos de comienzo de estas prácticas iatrogénicas –realizadas por médicos–tanto el final del Paleolítico como el Mesolítico, hace unos 12.000 años.
Sin embargo, de épocas posteriores, como la medieval, se tienen pocos indicios de esta práctica. Por eso ha sido una sorpresa el hallazgo en Soria de dos cráneos agujereados entre los siglos XIII y XIV. Los han encontrado en los alrededores de la ermita de San Miguel, en la localidad de Gormaz, investigadores de las universidades de Oviedo y de León.
“A partir de la Edad del Bronce los casos de trepanación son muy habituales por toda Europa, principalmente en la cuenca del Mediterráneo. En el caso de la Península Ibérica existen muchos casos datados en el Calcolítico, hace unos 4.000 años. Sin embargo, la descripción de trepanaciones en la época medieval es mucho más escasa en la bibliografía científica”, explica a SINC Belén López Martínez, investigadora de la Universidad de Oviedo y coautora del estudio que publica la revista Anthropological Science.

Uno de los casos más destacables de trepanación procede precisamente de España y es la del rey Enrique I de Castilla

Uno de los casos más destacables procede precisamente de España y es la del rey Enrique I de Castilla (1204-1217), al que aún en vida se le hizo una trepanación, posiblemente para tratar de paralizar la hemorragia tras un golpe accidental recibido mientras jugaba y que le produjo una herida mortal.

Los dos cráneos encontrados en la necrópolis soriana pertenecen uno a un varón de entre 50 y 55 años de edad y el otro a una mujer de entre 45 y 50 años. “Otro de los hechos destacables de este hallazgo es que las trepanaciones femeninas se consideran muy raras en todas las épocas. En España solo un 10% de los cráneos trepanados encontrados son de mujeres”, apunta la experta.
Técnicas distintas, diferentes resultados
El método de trepanación es diferente en cada uno de los dos sujetos. El varón presenta una intervención mediante barrenado con un objeto punzante y se desconoce si la intervención se hizo antes o después de la muerte. “Si se hubiera practicado antes de morir, no hay signo de regeneración y por lo tanto no sobrevivió”, afirma López Martínez.

En la mujer, la técnica utilizada fue la del rascado y se hizo en vida. Según los investigadores, sobrevivió un tiempo “relativamente largo” ya que la cicatrización de las lesiones es avanzada.
Respecto a las causas que motivaron la trepanación, los investigadores especulan con diferentes motivos. “Esta es la gran pregunta sobre las trepanaciones. Se han apuntado motivos mágico-religiosos –por ejemplo, para aliviar a las personas de demonios que podrían estar torturándolos–, iniciáticos –para dar el salto a la vida adulta o convertirse en guerrero–, terapéuticos –tratamiento de tumores, convulsiones, epilepsias, migrañas, pérdidas de consciencia y alteraciones en el comportamiento– y para el tratamientos de traumatismos como fracturas craneales”, concluyen.

Referencia bibliográfica:
Belén López, Luís Caro, Antonio F. Pardiñas. “Evidence of trepanations in a medieval population (13th-14th century) of northern Spain (Gormaz, Soria)”, Anthropological Science 119(3): 247–257, 2011.

Vía: http://www.agenciasinc.es

Extremadura insólita: Dos gigantes en el interior de una esfera


Una llamada a un buen amigo ya desaparecido, el que fuera gran investigador y Guardia Civil Víctor Sierra, me abrió las puertas para poder investigar lo sucedido. A las pocas horas de conocer el hecho me plantaba en la misma puerta del Cuartel de la Guardia Civil de Zalamea de la Serena, donde Víctor prestaba servicio y que lleva los asuntos de varios pueblos de la zona, entre ellos Higuera de la Serena, lugar de residencia de los testigos.
Prestos nos dirigimos hacia la citada localidad. Entramos en un bar propiedad de uno de ellos, donde se encontraban esperándonos, Víctor les había avisado de mi llegada.
Tras una interesante charla, nos desplazamos hasta el lugar de la observación, concretamente a tres kilómetros al sur de esta localidad, en el lugar denominado "Cicaratón", en las cercanías de huerto Moreno, a no mucha distancia del kilómetro 102 de la carretera comarcal 403, y a cuatro kilómetros del río Guadámez. Los viñedos y olivares predominan en esta zona, eminentemente agrícola. Solamente una antena repetidora de televisión, a doscientos metros de lugar de los hechos, rompía la monotonía natural.
He aquí la narración de lo sucedido:
«Eran entre la 1,30 y las 2,30 de la mañana del viernes, 26 de junio de 1987. La noche era despejada pero oscura, no se veía la luna. Ese día, entraba en fase de luna nueva (hora de salida: las 6,11 y hora de puesta: las 22,21. Hora oficial de meridiano de Madrid). La temperatura era agradable, entre unos quince y dieciocho grados, y no existía ningún obstáculo para la visión.
Según los testigos, Alejo González Pórtalo, Adolfo José Dávila Dávila y Jacinto Tamayo Núñez, que en aquellas fechas contaban 34, 16 y 34 años de edad respectivamente, a pesar de la oscuridad, las estrellas eran visibles.
Alejo González se percató de una extraña luz en el cielo. Era del tamaño de la luna llena y de un color amarillo intenso. Ante tan rara presencia, comenzaron a sentir un poco de miedo y comentaron entre ellos dejarlo todo y marcharse a casa. Pero no les dio tiempo a mucho más, como si el objeto hubiese captado sus comentarios, en pocos segundos se les echó encima. Su velocidad de bajada –según explicaron– fue mucho mayor, en comparación, que la de un avión a reacción. Descendió hasta quedar suspendida e inmóvil sobre unos olivos, a unos cuatro metros del suelo, y a unos veinte o veinticinco de ellos.
Era una luz de forma esférica, de color amarillo y que emitía una luminosidad de ese mismo color, como la del Sol pero de menor intensidad en su brillo, aunque más amarilla. Tendría un tamaño aproximado de unos quince metros de diámetro, lo que equivaldría a una esfera de dos mil metros cúbicos de volumen. Sus bordes estaban desdibujados. A pesar de ello y de la intensa luz que emitía, daba la impresión de ser un objeto sólido. Durante todo el tiempo que estuvo suspendido sobre los olivos permaneció inmóvil. No se podían apreciar ni ventanas ni puertas, ni ningún otro detalle que denotara alguna estructura, era una superficie lisa. Emitía un ligero zumbido, parecido al que produce un reactor. Ese sonido se mantuvo durante todo el tiempo que duró la observación, a excepción de los momentos previos a su alejamiento y desaparición en que oyeron un agudo silbido.
El objeto que –insisten los testigos– les daba la impresión de ser un objeto sólido, emitía una intensa luz que iluminaba los alrededores.
Los tres amigos se encontraban observándola cuando de repente, sin saber cómo ni de dónde, de aquella luz salieron dos seres de apariencia humana.
Tenían una estatura de dos metros y medio y su complexión era fuerte. Ninguno pudo apreciar detalles anatómicos, ya que solo podían observar sus siluetas a través de la intensa luz que los envolvía. Lo que sí pudieron constatar es que cabezas, brazos y piernas eran normales en comparación con el resto del cuerpo.
En cuanto a la forma y color de la vestimenta, tampoco pudieron apreciarlo con claridad, aunque en algún momento les pareció ver un vestuario de color verde, pero –de nuevo– la intensa luz que los envolvía, incluso cuando se alejaban de la esfera, hacía prácticamente imposible observar otra cosa que no fuera su forma humana.
No apreciaron tampoco que portaran ningún objeto consigo, ni que emitieran algún tipo de sonido, pero sí su forma de andar: lo hacían de una forma lenta pero constante, dando grandes zancadas.
Después de unos momentos de observación, aquellos seres comenzaron a desplazarse hacia donde ellos se encontraban. Presas del pánico, echaron a correr refugiándose en un arroyo que se encontraba a cien metros de distancia, a sus espaldas. Allí escondidos entre la maleza, sin apenas tener fuerzas para seguir observando lo que estaba sucediendo, permanecieron calculan entre cinco o seis minutos. Después oyeron un agudo silbido, y solo en ese instante se atrevieron a echar un vistazo. Vieron como el objeto se alejaba hacia las alturas a una velocidad de vértigo, al igual que ocurriera con el descenso. Entonces se dirigieron hacia el coche que tenían aparcado en las inmediaciones, y sin perder un segundo arrancaron y se marcharon hacia su localidad».
En compañía de Víctor recorrí el lugar en busca de alguna posible huella sobre el terreno que demostrara la presencia de la esfera en aquel paraje. Y la encontramos. La parte superior de los olivos, donde los testigos nos indicaron que había permanecido el objeto, aparecían de un color blanquecino. Después de su estudio, pudimos comprobar que las hojas había sufrido un proceso de deshidratación. Aunque de forma curiosa, solo aparecía seca la mitad de la hoja que había estado expuesta directamente a la luz, el reverso permanecía intacto y sano.
En cuanto al suelo, no pudimos apreciar nada. Puede influir en ello varios factores: la climatología, había llovido con posterioridad a los hechos, y antes de que pudiéramos acceder al lugar, lo que podría haber borrado cualquier vestigio de huellas. La dureza del terreno. Era curioso como, a pesar de lo que “pisamos” y que Víctor llevaba su calzado militar reglamentario, no había forma de dejar una impronta.
En definitiva, un hecho en el que intervinieron todas esas manifestaciones que reclaman la atención del investigador y del científico. Aquella en la que el fenómeno se sitúa en las cercanías de los testigos, e incluso reviste características sobresalientes como la aparición de seres alrededor del objeto y la actuación de éste sobre el medio ambiente. 


Nikola Tesla, un científico fascinante

A mediados del siglo XIX nació uno de los científicos más revolucionarios de nuestra historia. Apartado, ignorado en multitud de ocasiones y sobre todo silenciado por sus descubrimientos y experimentos fuera de élite, Tesla no se conformó con poco y dedicó toda su vida a la búsqueda de una tecnología capaz de moldear la energía y dirigirla al antojo del ser humano, a esa energía la llamaron "energía libre".
El norteamericano de origen serbio Nikola Tesla es uno de los personajes más fascinantes de la historia de la ciencia. Inventó el motor de inducción de corriente alterna, la tecnología de la radio, el control remoto sin cable y las bujías. Fue el padre de tecnologías visionarias en su época como la robótica, la informática y las armas teledirigidas. Todo en él era extremo. Una gran capacidad intelectual, un cuerpo atractivo de dos metros de altura, capaz de hablar en seis lenguas.


Dice la leyenda que en 1915 llegó a rechazar el premio Nobel de Física porque no quería compartirlo con Edison.


¿Ha existido en la historia de nuestra humanidad alguien que hubiera hecho posible el sueño del ser humano en obtener energía libre y gratuita?
¿Por qué hoy día sólo los inventos y avances técnicos se disparan en tecnología de aparatos informáticos, teléfonos móviles y sin embargo vivimos con una energía obsoleta, vieja, contaminante sin visibles adelantos a favor del ser humano?
¿Porqué inventos eficaces, novedosos y casi gratuitos son rápidamente sus patentes compradas y guardadas en los cajones del olvido?
Preguntas que tienen respuesta y una realidad tenebrosa que hoy día persiste como una gran mano negra que se extiende hasta en las raíces más profundas de una sociedad que calla y consiente.

Escucha el audio:

Sacrificios Humanos usando milenarios cuchillos de obsidiana en Mesoamerica

Las puntas de obsidiana, con restos de sangre, fueron encontradas en la ciudad de Cantona, Puebla. EL UNIVERSAL
Vía: informador.com.mx| 3 de mayo de 2012
Estudio sin precedentes.
La restauradora del Instituto nacional de Antropología e Historia (INAH), Luisa Mainou, identificó —en colaboración con especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)— células sanguíneas humanas mineralizadas de hace dos mil años.

El hallazgo se hizo en 31 cuchillos de obsidiana que eran usados para sacrificios y que fueron encontrados en la ciudad prehispánica de Cantona, Puebla.

Una de las canchas de juego de pelota en Cantona. Foto: Wikipedia

De acuerdo a un comunicado del INAH, algunos de estos artefactos también conservan fragmentos de tejidos musculares, tendones, piel y cabello, con lo que verifica, con pruebas de laboratorio, el sacrificio humano entre las culturas mesoamericanas, y abre nuevas posibilidades para solventar el desafío metodológico que implica estudiar esta antigua práctica religiosa.

La observación de las partes microscópicas del cuerpo humano que quedaron adheridas a los cuchillos de Cantona fue posible luego de 20 años de investigación, trabajo en laboratorio y prácticas aplicadas en diversos materiales recolectados en otros sitios arqueológicos que también presentan restos de materia humana.

Mainou detalla en su informe que fue en 1992 cuando detectó por primera vez vestigios de sangre humana en un cuchillo de sacrificio, hallado por el arqueólogo Luis Morlet, en el sitio Zethé-Hidalgo.

La especialista precisa que al revisar la pieza a través del microscopio electrónico de barrido descubrió elementos que por su apariencia, su forma y dimensiones, definitivamente se trataba de células sanguíneas, específicamente eritrocitos, y así comenzó su investigación.
Rastros de carbón, oxígeno, nitrógeno y fierro, propios de la materia orgánica (Notimex).

“Poco a poco fueron llegando más piezas al Laboratorio de Restauración de Material Orgánico, de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural del INAH. Había que conjuntar los resultados de varios casos para poder afirmar científicamente que en esas piezas cortantes se preservaron las pruebas irrefutables (tejidos orgánicos) de los sacrificios”.

Mainou recibió un conjunto de 31 cuchillos de obsidiana, encontrados por los arqueólogos: Yadira Martínez Calleja y Ángel García Cook, en el sitio prehispánico de Cantona, donde se realizaban importantes rituales y ceremonias religiosas, que incluían prácticas como la decapitación, mutilación y desmembramiento, como parte de la cosmovisión religiosa, según afirman estudios arqueológicos.

“Esta es una ventana a otros mundos culturales, el umbral que puede conducir a la realidad biológica de tiempos antiguos”.

Como si se tratara de la piel de una persona a la que se le va hacer el diagnóstico de una enfermedad, cada cuchillo fue reconocido milímetro a milímetro por la experta del INAH, a través del lente del microscopio estereoscópico.

Con navajas de bisturí despegó una milimétrica cantidad de aquellas manchas y las fue colocando en guardas especiales para preparar las muestras que analizaría en un microscopio más potente, llamado electrónico de barrido, que permite obtener los componentes químicos de esas “cascaritas”que quitó de los artefactos prehispánicos.
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En los artefactos prehispánicos también se encontraron restos de tejido muscular, piel, pelo, colágena y fibrina. “Estos hallazgos confirman que los cuchillos se usaron para sacrificio”, dice Luisa Mainou.

Pero encontró algo más, en algunas piezas se halló mayor cantidad de eritrocitos, mientras que otras tienen más piel, y algunas presentan más número de fragmentos de tejido muscular o fibras de colágena o fibrina, “lo que hace suponer que la forma de la herramienta cortante determinaba el uso que se le daba”.

Los especialistas consideran que el estudio del sacrificio humano, a partir de materiales y contextos arqueológicos, implica un desafío metodológico, analítico e interpretativo, debido a la diversidad de formas y circunstancias en que ocurrieron éstos, y que fueron descritos en crónicas de evangelizadores, códices, cerámica, pintura y escultura.