La muerte y resurrección de Adón y el festival del Año Nuevo en Biblos y otros lugares de Fenicia y Chipre


Por Carlos González Wagner

Biblos, posiblemente la más antigua de las ciudades cananeo-fenicias, es mencionada, junto con otras, en documentos descubiertos en Ebla, en el norte de Siria, en los que aparece como la ciudad más importante y el principal puerto de la costa. En los mismos documentos se aprecia que Biblos era un centro político de notable importancia, capaz de tratar de igual a igual con la poderosa Ebla y de intercambiar en matrimonio miembros de sus respectivas casas reales. La estructura política de Biblos parece similar a la de Ebla. Se trataba de una monarquía en la que la reina desempeñaba un papel nada despreciable, con un consejo de “ancianos” que incluía a los representantes de las familias más poderosas, y un abundante número de funcionarios entre los que  destacaban los escribas, los correos y los comisarios.
Parece que Biblos gozaba también de un cierto prestigio religioso, mientras que las restantes ciudades cananeas desempeñaban un papel secundario. El que los archivos de Ebla no mencionen nunca a los monarcas de otras ciudades cananeas como Tiro, ha llevado a pensar que tal vez Biblos las controlara con sus territorios. Aunque no conocemos muy bien los detalles, Sarepta debió haber estado bajo la hegemonía directa de Ebla, mientras las ciudades más meridionales, que también son mencionadas en sus documentos, como Akhziv, Beirut, Tiro o Sidón, pudieron haber formado parte de un reino supeditado a Biblos.
Como ya hemos visto en otro lugar de este mismo blog, un mito agrario que conoció una gran difusión en Biblos y en otros lugares fue el de Adón (Adonis para los griegos), dios-espíritu de la vegetación nacido de un árbol y muerto mientras cazaba un jabalí, y Astarté, diosa de la fecundidad y el amor, que baja al mundo subterráneo para buscarle y llevarle de nuevo entre los vivos, según un esquema muy difundido en las religiones agrarias del mundo antiguo. Adón, que en Ugarit era un epíteto de Baal, como líder de los Rapiuma (salvadores/sanadores), -reyes y grandes héroes de la tradición- era venerado en toda Fenicia, celebrándose en la primavera y el verano fiestas con largas procesiones en su honor, pero particularmente en la ciudad de Biblos. También era venerado en Pafos (Chipre), en cuyo santuario de Astarté/Afrodita se celebraban según Luciano ritos secretos en honor de Adón/Adonis, así como en Amathonte, en donde Pausanias afirma que poseía un santuario en la acrópolis, mientras que Esteban de Bizancio equiparaba el culto que allí recibía con el de Osiris. En esta última región se encontraba la antigua Ierokepis, mencionada por Estrabón, literalmente la "ciudad del jardín sagrado". 
Jardines sagrados vinculados a templos importantes son conocidos en Egipto y el Próximo Oriente de donde poseemos incluso evidencia arqueológica procedente de dos templos de Baal y Astarté en la ciudad siria de Emar y fechados en el siglo XIII a. C. (D. Beyer, "Jardíns sacrés de Emar au Bronze Récent", Ktema, 15, 1990: 123-131). Muy probablemente el templo de Baal y Astarté en el Carambolo (Camas, Sevilla), en el otro extremo del Mediterráneo, poseyera otro. Y en la Hispalis romana aún se celebraban los rituales de Adón en la Antigüedad tardía. Pero Hispalis había sido antes una ciudad fenicia, por lo que estos rituales tenían seguramente un origen oriental y no griego, como también en Chipre, Fenicia y Siria. Posiblemente en aquellos jardines, como sucedía en Egipto y Mesopotamia, se cultivaran árboles y plantas relacionadas con la divinidad y su culto. Ya la tradición sumeria nos recuerda el jardín sagrado donde Inanna cuidaba del árbol "huluppu", o Arbol del Mundo y Arbol de la Vida, jardín que seguramente estaba asociado al templo de la diosa en la ciudad de Uruk. Tal vez por influencia de Osiris (las conexiones entre Biblos y Egipto eran muy antiguas) los jardines sagrados desempeñaron seguramente un papel importante en los rituales de Adón. Por lo demás adon es en las lenguas semíticas occidentales un epíteto divino además de regio a menudo ligado a Baal, designación solo aparentemente genérica de estos dioses reyes de la tradición sirio-palestina.
El Adón de Biblos es, en realidad, la versión cananeo-fenicia del Tammuz mesopotámico, cuyo padre sería Cushor, el Kothar ugarítico. Lo cual nos recuerda que el descenso de Innana al Inframundo ha sido interpretado en un sentido geográfico como un viaje ritual al país de Kutha, que se consideraba la residencia de los dioses del Inframundo. Además una tradición siriaca ha preservado un relato paralelo de Tamuz, hijo de Cuthar, rey de los fenicios, y amante de Balthi reina de Chipre, que murió durante una cacería de jabalíes en el Monte Líbano y cuya tumba se encontraba en Apahaca cerca de Biblos, donde otra tradición local nos recuerda el río cuyas aguas una vez al año, por la primavera, se tiñen de color rojo, conmemorando la muerte de Adón. Esta claro, por otro lado, que Cuthar es Kothar, o sea Cushor mientras que Balthi no es otra que Ba`alat, "la señora de Biblos", la denominación local de Astarté. Todos estos jévenes dioses tienen algo en común: en un principio eran humanos y solo adquieren la divinidad después de su muerte (y posterior resurrección). Su culto sigue el ciclo de la vegetación y está conectado con la fertilidad. En su descenso al Inframundo Adón habría de encontrarse con los Refahim (la versión fenicia y luego bíblica de los Rapiuma, criaturas que poblaban el mundo de los difuntos y los ancentros) antes de que Astarté lo devolviera a la vida.
Por cierto que el padre de Adonis en la versión griega del mito es Kinyras, nombre cuya etimología lleva a relacionarlo con el tañedor de la lira durante el ritual del lamento fúnebre (que Safo de Lesbos compone para Adonis y acompaña con flautas) y que posee las mismas características que Cushor/Kothar, y del que Apolodoro dice que había fundado Pafos en Chipre, mientras que Estrabón recuerda su residencia real en Biblos (J. P. Brown, "Khotar, Kinyras and Kythereia", Journal of Semitic Studies, 10, 1965: 197-219). Este Kinyras, que es ya mencionado en tablillas micénicas procedentes del palacio de Pilos, parece haber sido de origen fenicio y distintas tradiciones le atribuyen la fundación de los templos de Afrodita urania en Pafos y en la isla de Kythera. De acuerdo con Herodoto existiría una santuario de Afrodita urania aún más antiguo en Ascalón y habrían sido fenicios procedentes de esta región los responsables de la fundación del de Kythera.
Según Píndaro había también un templo a Afrodita urania en Corinto en el que las mujeres ofrecían "las lágrimas leonadas del amarillo incienso", el mismo que Salomón había ofrecido a Ashtoreth, "la abominación de los sidonios", y que no es otra que Astarté, una mixtura cuyo uso estaba prohibido y reservada solo para determinados rituales religiosos. Volveremos sobre este punto más adelante. En Corinto y en sus colonias Ambracia y Córcira uno de los meses de la primavera se denominaba ya en el siglo VII a. C. "phoinikaios", y parece que durante el mismo se celebraban determinados rituales de Adón. Un festival de renovación en primavera es también conocido por los textos de Ugarit. Y parece que originariamente los rituales relacionados con la pérdida y el lamento del dios debieron realizarse en Chipre y en Fenicia durante la primavera, después del esquileo, e inauguraban la estación marítima, en la que la navegación volvía a reanudarse después de los largos meses del otoño y el invierno.
Puesto que Luciano de Samosata califica algunos de estos ritos de secretos, cabe albergar la sospecha, siquiera como hipótesis de trabajo, de que una droga, algún enteógeno, formara parte de ellos. También en el descenso de Inanna/Ishtar al Inframundo aparecen un “agua de la vida” y un “alimento de la vida”.  Los dioses del Próximo Oriente también bebían un «Vino de la vida Eterna», que les era proporcionado por Siduri-Sabitu, diosa-serpiente de la Vida y la Sabiduría, aquella que recibió a Gilgamesh en el Jardín de los Dioses. En el mito mesopotámico de Adapa, el protagonista, tras haber ascendido al Cielo, rehusa la inmortalidad, engañado por el dios Ea, al no querer comer «el Pan de la Vida» ni beber «el Agua de la Vida». Al parecer, este alimento de la vida y el agua de la vida tenían propiedades mágicas y no era necesario ingerirlos para que surtieran efecto, pero estaban, en principio, reservados a los dioses. Tal es la forma en la que Innana logra salir del Mundo Inferior: debe ser rociada con alimento de la vida y bebida de la vida, y así volverá a vivir. 
Esto nos recuerda que algunos mitos griegos hablan de una droga que proporcionaba la inmortalidad. Tal ocurre, por ejemplo, con Calypso, ninfa de extraordinaria belleza que reside en una isla en el lejano Océano occidental, y que era capaz de otorgarla, lo que solo puede ser obtenido de otro modo por medio de la ambrosía. Cuando Hermes fue a visitarla por encargo de Zeus la encontró en la gran caverna en la que había hecho su residencia ante un fuego y a lo largo de la isla flotaba el olor de las hogueras de cedro y enebro. Sus similitudes con la mesopotámica Siduri- Sabitu fueron señaladas hace tiempo por M. S. Jensen. Thetis rodeaba de noche al niño Aquiles con fuego y de día ungía sus tiernas carnes con ambrosía para hacerlo inmortal y salvarlo de los horrores de la vejez, lo que recuerda muy de cerca el proceder de Demeter con el hijo de Deyanira, reina de Eleusis. En el mito de Tántalo éste fue castigado por querer proporcionar a la humanidad la ambrosía, el alimento de los dioses, con lo que llegaría a ser como ellos, según la tradición, que recogen, entre otros, Píndaro y Apolodoro. Las fuentes más antiguas aún mantienen la tradición de ambrosía como bebida, así que, originalmente, parece que néctar, la bebida de los dioses, y ambrosía eran similares. También en la religión védica figuraba junto a Soma, Amrita, literalmente «sin muerte» en sánscrito, la bebida que proporcionaba la inmortalidad a las divinidades.
En el caso del festival de Adón durante la primavera que ahora nos concierne, los rituales en los terrados de las casas, en los que intervenían inciensos y libaciones, formaban parte de una expresión privada de dolor, durante la cual se realizaba también el sacrificio de un verraco o un cerdo, para posteriormente tomar parte  en una procesión publica por las calles de la ciudad en dirección al templo de Astarté en el que la estatua de la diosa era mostrada a través de una ventana, para culminar con la lamentación ritual dando vueltas en torno al obelisco sagrado que presidía el patio (N. Robertson, "The Ritual backgraound of the dying god in Cyprus and Syriopalestine", The Harvard Theological Review, 75, 3, 1982: 313-359).
Respecto a un culto similar de origen cananeo, considerado por lo tanto idólatra, en el Antiguo Testamento podemos leer lo siguiente: 
“Serán todas la casas de Jerusalén y todas los palacios de los reyes de Judá impuras, sí, como el emplazamiento del Tofet, todas esas casas en cuyos terrados se ofrecía incienso a todo el ejército de los cielos y se hacían libaciones a otros dioses” (Jr 19:13); “vendrán los caldeos y combatirán contra esta ciudad, la prenderán fuego y la abrasarán junto con las casas en cuyos terrados se ofrecía incienso a Baal y se hacían libaciones a otros dioses, para irritación mía” (Jr 32:29). 
Recientemente se ha vuelto a señalar el carácter psicoactivo de aquellos inciensos bíblicos. El utilizado en el culto a Yavé en su templo de Jerusalén solo podía ser usado por sus más cercanos sacerdotes quienes, tras respirarlo,  experimentaban visiones de ángeles y otros seres celestiales (F. R. Dannaway, "Strange Fires, Weird Smokes, and Psychoactive Combustibles: Entheogens and Incense in Ancient Traditions" Journal of Psychoactive Drugs, 42, 4, 2010: 485-499). 
Astarté aparece muchas veces relacionada en el registro arqueológico con timiaterios, que en ocasiones la representan desnuda con el peinado hathórico, lo que viene a confirmar la importancia de los inciensos en su culto, tal como la tradición asevera, y los árboles y plantas con la que se la relaciona en la tradición y la iconografía son el cedro, el junípero, el ciprés, el pino, la flor de loto y la adormidera. Los aceites esenciales de algunos de ellos fueron utilizados desde muy antiguo para la eleboración de inciensos y otras fumigaciones de carácter psicoactivo. El cedro es por otra parte el árbol del conocimiento del cual adquiere la sabiduría Innana. Por cierto, que Adón, nunca recibe en Oriente culto en solitario, sino siempre en relación a Astarté. Tampoco tiene un templo propio, sino que le está reservado un espacio en el témenos de la diosa. 
La celebración ritual de la muerte y resurrección de Adón, durante la primavera, en Biblos y otros lugares de Fenicia y Chipre (además de Coirinto y sus colonias) constituía en realidad un festival del año nuevo que duraba varios días. Como en Mesopotamia, la muerte y resurrección del dios, simboliza la renovación de la naturaleza, del orden social y del propio poder del rey. Si las muestras agudas de llanto y dolor formaban parte de las primeras celebraciones, eran finalmente sustituidas por  grandes manifestaciones de júbilo y alegría, mediante música y danzas extáticas, una vez producida la resurrección del dios. Nada de esto tiene que ver con las adonías griegas que se celebraban en verano y no estaban asociadas a una festividad pública ni a ningún tipo de santuario, constituyendo más bien una expresión privada del dolor de las mujeres por la desaparición de Adonis.

Lo que aún nos queda de los genes Neandertales

Hace ya cuatro años que Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, sorprendió al mundo, en abril de 2010, con uno de sus proyectos más ambiciosos, la secuenciación del genoma de un hombre de Neandertal. De aquél trabajo surgió la sorpresa de que esa "otra" especie inteligente, que desapareció sin dejar rastro hace unos 30.000 años y que convivió con Homo sapiens en Europa durante miles de años, sí que dejó su huella en todos nosotros, excepto en los africanos. De hecho, Pääbo, que hace apenas unos meses publicó un segundo genoma neandertal "en alta resolución", encontró que entre el 2% y el 4% del genoma actual de los no africanos está heredado del hombre de Neandertal. El cruce entre ambas especies ocurrió entre hace 40.000 y 80.000 años. Los africanos modernos no tienen herencia neandertal porque sus antepasados nunca se cruzaron con ellos, que vivían en Europa y Asia.

Desde entonces, distintos grupos de investigadores han intentado profundizar en esa herencia genética y comprobar con exactitud cuáles, entre todos los rasgos que definen al hombre moderno, podemos considerar claramente como una herencia neandertal. Dos equipos diferentes de investigadores publican esta misma semana (uno hoy en Nature, el otro mañana en Science) sus conclusiones al respecto. Esto es, pues, lo que aún tenemos de neandertal.
Según la investigación liderada por genetistas de la Escuela Médica de Harvard y publicada en Nature, los restos de ADN neandertal en los humanos modernos están asociados a genes que afectan a la diabetes tipo 2, a la enfermedad de Cronh, al lupus, a la cirrosis biliar y a la conducta de los fumadores. Otra herencia importante es la responsable de distintas características de la piel y el cabello de los humanos actuales.

Por su parte, científicos de la Universidad de Washington aseguran en Science que, a pesar de que el porcentaje de genes de neandertal es pequeño en cada individuo, en total podría haber sobrevivido en los humanos modernos hasta un 20% de su genoma completo, si sumamos las partes heredadas por las diferentes poblaciones que habitan hoy el planeta.
Ambos equipos, además, coinciden en señalar que amplias regiones de nuestro genoma están prácticamente libres de la presencia de algún gen neandertal, lo cual sugiere que algunas partes de la "herencia" resultaban perjudiciales para nosotros y no se incorporaron a nuestro genoma. Todo lo contrario que sucede en otras secciones, en las que se concentran más genes neandertales de lo que se esperaba. Esas secuencias sobrevivieron en nuestro genoma porque aportaban alguna ventaja adaptativa clara a nuestros antepasados, probablemente relacionada con el tono y grosor de su piel y cabello.
"Ahora podemos estimar la probabilidad de que una determinada variante genética proceda de los neandertales - explica David Reich, autor principal del artículo de Nature- . Y podemos empezar a comprender en qué modo ese ADN heredado nos está afectando. También podemos aprender más de cómo eran los propios neandertales".

Comparación del ADN

Reich y sus colegas, entre los que se incluye el propio Svante Pääbo, analizaron variantes genéticas de 846 personas no africanas, de otras 176 naturales del Africa subsahariana y las compararon con el genoma de alta calidad de un neandertal de hace 50.000 años, que fue publicado por el equipo en 2013. El equipo de la Universidad de Washington, por su parte, secuenció el genoma completo de 600 no africanos modernos para compararlos con el de los neandertales.
Para determinar si cada variante genética analizada podía ser achacada, o no, a la herencia neandertal, los investigadores de la Escuela Médica de Harvard se fijaron en si esas variantes concretas aparecían solo en los no africanos y, por lo tanto, estaban ausentes en los africanos. Utilizando esta y otras clases de filtros, el equipo halló que algunas áreas del genoma de los no africanos actuales era muy rico en ADN neandertal, lo que prueba que las mutaciones de esas áreas debieron de ser de mucha ayuda para la supervivencia de nuestros antepasados, mientras que otras áreas del genoma moderno aparecían "desiertas" de restos neandertales o los mostraban en valores muy inferiores a la media.

Infertilidad híbrida

Esas áreas estériles son, precisamente, la parte "más excitante" de la investigación, afirma Sriram Sankararaman, primer firmante del artículo de Nature, ya que sugiere que "la introducción de algunas de esas mutaciones neandertales eran perjudiciales para los antepasados de los no africanos y fueron, por lo tanto, eliminadas después por la acción de la selección natural".
En concreto, el equipo se dio cuenta de que las partes de nuestro genoma en las que menos herencia neandertal podemos encontrar se concentran en dos grupos: los genes más activos de la línea germinal masculina (los testículos) y los genes del cromosoma X. Este patrón se ha asociado, en otros estudios de hibridación hechos con animales, a un fenómeno conocido como "infertilidad híbrida", según la cual la descendencia de un macho perteneciente a una subespecie que se cruza con una hembra perteneciente a otra resulta en hijos estériles. Es el caso de los mulos, fruto del cruce entre caballos y asnos y que no pueden tener descendencia.
"Todo esto sugiere que cuando los humanos antiguos se encontraron y cruzaron con los neandertales -asegura Reich- las dos especies estaban justo al borde de la incompatibilidad biológica". Las poblaciones humanas actuales, separadas entre sí como mucho durante 100.000 años (como es el caso de Africanos y Europeos) siguen siendo compatibles entre sí y no hay evidencia de que su mezcla incremente la infertilidad masculina. Al contrario, los humanos antiguos y las poblaciones neandertales llevaban separadas más de 500.000 años, por lo que su compatibilidad biológica, aunque aún existente, era mucho menor.
El equipo de Reich también midió cómo el ADN neandertal presente en los genomas modernos afecta a la producción de keratina y al riesgo de padecer determinadas enfermedades.

Y es que nuestra ascendencia neandertal se incrementa de forma especial en los genes que, de alguna forma, afectan a los filamentos de keratina, una proteína fibrosa que confiere dureza a la piel, cabello y uñas y que puede resultar muy beneficiosa en ambientes muy fríos, ya que proporciona un aislamiento más grueso. "Resulta muy tentador -asegura Reich- pensar que los neandertales ya estaban muy adaptados a los ambientes no africanos y que proporcionaron ese beneficio genético a nuestros antepasados".
Los investigadores también pudieron demostrar que hasta nueve variantes genéticas modernas están directamente heredadas de los neandertales. Variantes que afectan a enfermedades relacionadas con el sistema inmune y también con determinados comportamientos, como la capacidad de dejar de fumar. El equipo espera que en el futuro se puedan identificar muchas más variantes de origen neandertal.

Por José Manuel Nieves / www.abc.es

Las mujeres son vistas como objetos

Un estudio científico confirma el tópico: el cerebro humano percibe el cuerpo de la mujer «troceado», como un conjunto de partes, al igual que miramos un coche o una casa

Cuando se nos muestra un mosaico compuesto de cientos de fotos más pequeñas, se necesita poner en marcha dos funciones mentales distintas, una para percibir la imagen completa y otra para distinguir las pequeñas que la componen. Resulta que este proceso también está en juego a la hora de observar el físico de una persona. Según una investigación de la universidad estadounidenses de Nebraska-Lincoln no miramos igual a ambos sexos. Los hombres son percibidos en conjunto, mientras que el cerebro ve a las mujeres «troceadas», como un conjunto de partes del cuerpo, de la misma forma en que observamos los objetos. Los investigadores creen que sus conclusiones pueden dar pistas de por qué las mujeres son tratadas tantas veces como meros objetos sexuales.

La investigación, publicada en el European Journal of Social Psychology, recoge en una serie de experimentos en los que un grupo de voluntarios procesaron las imágenes de hombres y mujeres de maneras muy diferentes. Cuando se les presentaron imágenes masculinas, los voluntarios tendieron a confiar más en los procesos cognitivos globales, el método mental en el que se percibe a una persona como un todo. Mientras tanto, las imágenes de las mujeres eran más a menudo objeto del procesamiento cognitivo local, o la percepción de algo como un conjunto de sus diversas partes.
«Ese procesamiento local es el que utilizamos cuando pensamos en objetos: casas, coches, etc. Sin embargo, el procesamiento global debería impedir que esto suceda cuando se trata de personas», dice Sarah Gervais, profesora de psicología y responsable del estudio. «No rompemos a la gente en partes, excepto cuando se trata de mujeres, lo que es realmente sorprendente. Las mujeres se perciben de la misma manera que los objetos».

Partes sexuales

En el estudio, a los participantes se les presentó al azar docenas de imágenes de hombres y mujeres completamente vestidos, de aspecto común. Cada persona aparecía desde la cabeza hasta las rodillas, de pie, con los ojos mirando a cámara. Tras una breve pausa, los participantes miraban unas nuevas imágenes en su pantalla: Una estaba sin modificar y contenía la imagen original, mientras que la otra era una versión ligeramente modificada de la imagen original, que comprende una parte sexual del cuerpo. Después, los participantes indicaban rápidamente cuál de las dos imágenes habían visto con anterioridad.
Los resultados fueron consistentes: las partes sexuales del cuerpo de la mujer eran más fáciles de reconocer cuando se presentaban en forma aislada que cuando se presentaban en el contexto de todo el cuerpo. Sin embargo, las partes sexuales del cuerpo de los hombres se reconocían mejor cuando se presentaban en el contexto de todo el cuerpo.

«Siempre escuchamos que las mujeres son reducidas a sus partes sexuales del cuerpo, hay ejemplos en los medios de comunicación continuamente. Esta investigación da un paso más allá y considera que esta percepción afecta a las mujeres a diario», dice Gervais.

Los investigadores también consideran notable que el sexo de los participantes que realizaron las observaciones no tuviera ningún efecto en el resultado. Tanto los varones como las mujeres observaron las imágenes masculinas de forma «global» y las femeninas, de forma «local».
Gervais cree que esto puede ocurrir porque los hombres pueden estar interesados en potenciales parejas, mientras que las mujeres pueden hacerlo como una comparación con ellas mismas. «Lo que sí sabemos es que ambos lo hacen», subraya. Aunque así sea, el estudio no justifica a aquellos incapaces de mirar a una mujer a los ojos.

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Pregunte a ella si disfruta del sexo

Un estudio desvela que muy pocos ginecólogos se preocupan por los trastornos y disfunciones sexuales femeninas

Vigilan el útero, los ovarios y las mamas, pero pocos ginecólogos van más allá del buen estado del aparato reproductor femenino y se preocupan por la vida sexual de sus pacientes. Pero preguntas cómo «¿son satisfactorias sus relaciones?, ¿cómo son de frecuentes? o ¿siente dolor? son pertinentes cuando se acude a una revisión ginecológica. Al menos, esa es la recomendación del último estudio que se publica en la revista «Journal of Sexual Medicine». El informe, titulado «Lo que no contamos cuando no hablamos sobre sexo», desvela las carencias comunicativas de las consultas de ginecología y advierte que esta barrera puede esconder trastornos y problemas que repercuten finalmente en la salud general de sus pacientes.

El estudio, dirigido por la Universidad de Chicago, señala la falta de interés médico ante problemas como la disminución de la libido que acompaña a los cambios hormonales o determinados tratamientos y hasta la propia orientación sexual de la paciente. En este trabajo se comprobó que menos de un tercio de los especialistas se preocupa por ello y la mayoría asume la heterosexualidad de sus pacientes, lo que puede conducir a una mala interpretación de algunos de los síntomas o a un infradiagnóstico de problemas de salud.
En el hombre, la relación entre enfermedades cardiovasculares y trastornos sexuales como la impotencia se ha establecido hace años y los médicos ya empiezan a valorarlo como un síntoma más a tener en cuenta. En la mujer no existe esa conciencia a pesar de la alta prevalencia de las disfunciones sexuales femeninas. Estudios recientes calculan que un tercio de las mujeres jóvenes y de mediana edad y más de la mitad de las mayores tienen algún problema de este tipo, ya sea por su bajo deseo sexual, dolor durante las relaciones o dificultades para alcanzar el orgasmo

Y para averiguar si hay problemas «no basta con preguntar si se es sexualmente activa. Eso no nos indica si ha habido cambios en su función sexual que indicaría la existencia de problemas. Las mujeres están sufriendo en silencio», advierte Stacy Tessler Lindau, uno de los autores de este estudio y profesora de Ginecología de la Universidad de Chicago. Para muchas el único refugio es la información que se encuentra en internet.

Fármacos contra la depresión y el cáncer

En algunos casos detrás de estos problemas hay un problema médico. Fármacos como los que se prescriben para el tratamiento de la depresión o en la prevención del cáncer de mama tienen una relación directa con el bajo deseo sexual de la mujer y estos efectos secundarios son obviados por la mayoría de los facultativos. Sin embargo, en los varones con cáncer de próstata, el impacto que tienen los tratamientos en su vida sexual forman parte de la discusión entre médico y paciente.
Lindau lanza un mensaje claro a los pacientes: «Si está esperando que el médico empiece la conversión, quizá nunca ocurra. Inténtelo. La comunicación es la clave». 

Vía: www.abc.es

Estudian el genoma de un hombre del Mesolítico hallado en la provincia de León

Le llaman La Braña 1, por el lugar en el que fue encontrado, y hace ya 7.000 años que un tipo así no deambula por Europa. Tenía la piel oscura, intolerancia a la lactosa, los ojos azules y era un experto cazador-recolector del Mesolítico, que vivió en lo que hoy es la provincia de León.
Su genoma, entre los más antiguos de cuantos se han recuperado hasta ahora de la Prehistoria, ha sido secuenciado por un equipo de investigadores dirigido por el español Carles Lalueza-Fox, del CSIC, en colaboración con el Centre for GeoGenetics de Dinamarca.
La Braña 1 es el primer genoma de un cazador-recolector europeo que la ciencia es capaz de rescatar. Y nos ha revelado un buen número de datos sobre un hombre en el que se mezclaban los rasgos de las poblaciones del norte y del sur del viejo continente. El estudio se acaba de publicar en Nature.
El mesolítico es un periodo que abarca desde hace 10.000 años a hace 5.000, momento en que comenzó el neolítico, con sus cambios de costumbres y dieta debidos a la llegada de la agricultura y la ganadería desde el Próximo Oriente.
Con el neolítico, en efecto, llegaron los carbohidratos, y también toda una serie de patógenos transmitidos por los rebaños y otros animales domesticados. Eso, más que cualquier otra cosa, supuso todo un desafío para el metabolismo y el sistema inmune de nuestros antepasados, que tuvieron que adaptar sus organismos a la nueva situación.

Un fenotipo «nórdico»

Por supuesto, dicha adaptación quedó plasmada en los genes. Entre las varias adaptaciones se encuentra, por ejemplo, la capacidad de digerir la lactosa, algo que nuestros antepasados, incluido el individuo de La Braña, no podían hacer.
«Sin embargo, la mayor sorpresa fue descubrir que este individuo poseía las versiones africanas en los genes que conforman la pigmentación clara de los europeos actuales, lo que indica que tenía la piel oscura, aunque no podemos saber el tono exacto», destaca Lalueza-Fox.
«Todavía más sorprendente fue descubrir que poseía las variantes genéticas que producen los ojos azules en los europeos actuales, lo que resulta en un fenotipo único en un genoma que por otra parte es inequívocamente norte europeo», detalla el investigador del CSIC, que desarrolla su trabajo en el Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona.
De hecho, el genoma sugiere que las poblaciones actuales más cercanas a La Braña 1 son, precisamente, las del norte de Europa, como Suecia y Finlandia.
Además, el trabajo señala que este hombre de hace 7.000 años tiene un ancestro común con los pobladores del yacimiento del Paleolítico superior Malta, ubicado en el lago Baikal (Siberia), cuyo genoma fue recuperado hace apenas unos meses. «Estos datos indican que existe continuidad genética en las poblaciones del centro y del oeste de Euroasia -afirma Lalueza-Fox-. De hecho, estos datos coinciden con los restos arqueológicos, ya que en distintas excavaciones de Europa y Rusia, incluido el yacimiento de Mal’ta, se han recuperado figuras antropomórficas –las llamadas Venus paleolíticas muy similares entre sí».
El yacimiento de La Braña Arintero fue descubierto de forma casual en 2006 y excavado por el arqueólogo de la Junta de Castilla y León Julio Manuel Vidal Encinas. La cueva, localizada en una zona fría y montañosa, con una temperatura estable, y a 1.500 metros por debajo del nivel del mar, propició la “excepcional” conservación del ADN de dos individuos descubiertos en su interior, y que fueron denominados La Braña 1 y La Braña 2.
Según señala Iñigo Olalde, primer firmante del estudio, “la intención del equipo es intentar recuperar el genoma del individuo de La Braña 2, que está peor conservado, para seguir obteniendo información sobre las características genéticas de estos primeros europeos”. 

Fuente: www.abc.es

La cueva de Altamira vuelve a abrir sus puertas al público

La cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), volverá a recibir visitantes de forma experimental tras 12 años para analizar el impacto de la presencia humana antes de decidir de forma definitiva sobre la reapertura, según se ha anunciado este sábado en el Patronato.
Estas visitas serán de cinco personas y un guía a la semana, para dar continuidad a los estudios que se están realizando sobre el estado de la cueva, y en agosto se conocerán los resultados y se decidirá si en el futuro Altamira puede recibir visitas de manera continuada.
La duración de las mismas será de 37 minutos y se realizarán hasta el próximo mes de agosto, para cuando se prevé que estén las conclusiones de los investigadores sobre el estado de conservación de la cueva y sus pinturas -declarada Patrimonio de la Humanidad en 1985 y considerada la Capilla Sixtina del arte rupestre- y la posible reapertura de la misma.
Las personas que participen en las mismas se elegirán por sorteoentre aquellas que acudan al Museo y Centro de Investigación, --que alberga la réplica de la gruta--, el mismo día en que se realice la visita.
Se llevarán a cabo en base a un protocolo y controles "muy estrictos", de modo que los visitantes deberán llevar la misma vestimenta y calzado que utilizan los investigadores. También se establecerán parámetros como la estancia en cada zona de la cueva y la iluminación, con el fin de minimizar el posible impacto de la presencia humana en su interior.
Así lo ha anunciado este sábado el Patronato de Altamira, reunido en Santillana del Mar. Al término del encuentro, que se ha prolongado durante más de tres horas, el presidente cántabro y del Patronato, Ignacio Diego; el secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle; el director del Museo Altamira, José Antonio Lasheras; y la coordinadora del programa de investigación para la conservación y acceso a la cavidad, Marián del Egido, han ofrecido una rueda de prensa en la que han detallado este régimen de visitas experimental.

Masificación y deterioro

Las pinturas polícromas del techo de Altamira fueron descubiertas en 1879 por el naturalista santanderino Marcelino Sanz de Sautuola después de que su hija de diez años las descubriera fortuitamente. En 1917 el Ayuntamiento de Santillana del Mar -propietario de la gruta- decidió abrirlas al público. En los años 50 se iniciaron las visitas masivas, que continuaron en la década de los 60, llegándose a alcanzar 270.000 personas al año.
En la de los 70 surgió la alarma ante la degradación de las pinturas, de modo que en 1977 se acordó el primer cierre parcial y dos años después, se clausuraron las visitas.
En 1982 se reabrió la cavidad, pero con accesos controlados y limitados, y 20 años después, en 2002, se decidió de nuevo cerrar la cavidad al público tras la aparición de unas manchas en la Sala de los Polícromos, aunque para entonces ya existía una réplica de Altamira, la neocueva, albergada en el nuevo Museo que también incluye un Centro de Investigación y que se inauguró en julio de 2001.
Estas instalaciones, ubicadas a unos metros de la puerta de la cavidad, recibieron en 2013 cerca de 260.000 personas (más o menos la media anual), de modo que el número total de visitas desde su creación se aproxima a los dos millones.
A mediados de 2010 se constituyó el Patronato y se comenzó a estudiar la posibilidad de reabrir la cavidad a las visitas, aunquecarácter restringido. En su última reunión, en junio de 2013, los científicos apuntaron que las pinturas de Altamira no corrían peligro, ya que evolucionan según el proceso natural de la propia gruta. No obstante, descartaban la apertura masiva.

Importancia del yacimiento

No fue hasta principios del siglo XX cuando las pinturas de Altamira obtuvieron la relevancia merecida.
Abierta al público en 1917, el 25 de abril de 1924 fue declarada monumento nacional por decreto ley y se convirtió en uno de los lugares más visitados de España.
El de Altamira es el yacimiento paleolítico más importante de España: posee una planta con dos tramos acodados de 270 metros de longitud, con obras de arte rupestre en todo su recorrido.
Correspondiente a las culturas solutrense y magdaleniense, la estructura de la cueva consta de tres zonas: un vestíbulo con luz natural, habitado desde comienzos del Paleolítico Superior; la gran Sala de los Polícromos; y otras salas y corredores con manifestaciones artísticas pero de menor importancia.
Así, aunque Altamira conserva más de 260 pinturas y grabados, el conjunto más importante se encuentra en el techo de la Sala de los Polícromos.
Se trata de una bóveda de 18 metros de largo por 9 de ancho, que contiene más de 30 figuras, con representaciones de bisontes, caballos, jabalíes y ciervos, unas figuras polícromas, rojas y negras, que se superponen entre sí adaptándose a los salientes de la roca, para dar sensación de relieve.
En el mundo existen otras tres reproducciones de Altamira al margen de la neocueva: en el Museo de la Técnica de Munich (Alemania), en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid y en el parque temático de Ise-Shima, en Japón.
Vía: www.elmundo.es