«El Jacinto», la momia guanche que espera regresar a Canarias tras 250 años

Grabado de Charles Nicholas Cochin en el que se representa la llamada "Cueva de las mil momias".

La capital tinerfeña se convertirá a partir del uno de diciembre y durante seis meses en el epicentro de los conocimientos en momificación y ritos funerarios, 25 años después de que la isla impulsase este tipo de investigaciones a través del «proyecto Cronos».

El objetivo de este nuevo evento pretende a acercar a la población una mayor información sobre la muerte y los diversos procesos que le rodean y que se han llevado a cabo en civilizaciones pasadas.
La organización espera recibir en la sede del Museo de la Naturaleza y el Hombre entre 75.000 y 100.000 personas. Para ello sus vitrinas albergarán 300 piezas diferentes, entre las que destacan restos humanos, momias de varias civilizaciones o herramientas funerarias. La incógnita es si se contará con el más popular xaxo (nombre en guanche que se daba a sus embalsamados) que se exhibe en el Museo Arqueológico Nacional.

Fragilidad y canibalismo

Hasta ahora, las autoridades locales habían pedido la devolución de su antepasado mejor conservado, incluso con la aprobación del Senado, pero Madrid siempre se ha negado bajo el argumento que la momia guanche es un bien de dominio de titularidad estatal, adscrito a la colección estable del museo por lo que resulta esencial en su discurso expositivo, además de su gran fragilidad. Sin embargo en esta ocasión se trata de de una cesión puntual por lo que habrá que ver la postura del Estado con Canarias.

Los asistentes podrán ahondar no sólo en la momificación guanche o egipcia, con la que comporte cierta similitud, sino también en otros ritos como el canibalismo, los enterramientos con cal, la momificación natural o la cremación. La clausura de la exposición coincidirá con la celebración entre el 21 y 25 de mayo del Congreso Mundial Extraordinario de Momias, en la que participarán 300 científicos de 30 países.

Cueva de las 1.000 momias

«El Jacinto» es el apodo cariñoso con el que le llamaban los empleados del Museo Antropológico Nacional, su penúltima estancia, hasta su actual emplazamiento. Arquetipo de la cultura funeraria del Archipiélago este individuo de 35 a 40 años, nacido entre los siglos XI y XII, fue descubierto en 1763 en el barranco de Herques, donde se ubica la mítica Cueva de las 1.000 momias descubierta en el sureste de Tenerife.

Su perfección la llevó a Madrid un año después como regalo para el rey Carlos III y pasar así a ser propiedad estatal. Del mismo espectacular sepulcro salieron otras momias, entre ellas la existente en la Universidad de Cambridge, la segunda mejor conservada.

La Cueva de las 1.000 momias, ubicada en un risco de difícil acceso en el entorno de Güimar, para cuyo descubrimiento tuvieron que prender 200 antorchas de brea, fue inmortalizada por Charles Nicholas Cochin con un grabado sobre la fascinante aventura que atrajo a numerosos especialistas y naturistas a Tenerife y Gran Canaria en los siglos XVIII y XIX. Canarias se convirtió en un laboratorio del coleccionismo anticuario europeo.

Foto: Momia denominada "El Jacinto".

Panteón de guanches

Como las grandes leyendas, este panteón de los guanches desapareció. Los historiadores apuntan a su posible derrumbe o que ante su masivo expolio, algunos canarios la ocultasen o incluso que trasladasen sus xaxos a otra caverna para su protección.

De hecho, los escritos de la época señalan que mientras alguna parte de la población local, pobre y analfabeta, saqueaba las cuevas para aprovisionarse de materiales como la madera o para su uso como corrales y tierra de abono, otra parte de los canarios caía en la fascinación por las cuevas sepulcrales con un respeto reverencial y siendo bastante parcos en hablar de sus antepasados.

Enzurronados

Los estudios realizados sobre las momias canarias han permitido observar que las técnicas del denominado «mirlado» eran similares pero no idénticas. Los enzurronados de Gran Canaria sorprenden por el aspecto exterior, el fardo funerario como es el caso de una de las momias del Museo Canario, que está envuelta en doce capas de piel sujetas con cintas de cuero.
Además estas podían contar con una mortaja de tejidos vegetales como la palma y el junco. Por su parte, un xaxo guanche no destacaría por su aspecto externo, sino por la conservación de los tejidos del cuerpo. Desarrrollada entre los siglos III hasta el XV con la llegada de los españoles, esta técnica de momificación ha inmortalizado la cultura prehispánica.

Los embalsamadores introducían por la boca del difunto una mezcla de manteca, derretida, polvos de brezo y piedra tosca, cáscaras de pino y otras hierbas cada cada día, poniéndolos al sol de un lado y otro, por espacio 15 días hasta hasta quedar seco. También se cita que los cuerpos se ahumaban. Después lo envolvían en cueros. Para el Mencey se incluía una exviceración y un mejor tratamiento.«El Jacinto» fue objeto hace unos meses de una tomografía computerizada que verificó que mantiene todos sus órganos gracias a un cuidadoso proceso de momificación.
Foto: Momia de un aborigen canario envuelta en una piel de ciervo.

¿Madrid?

La investigación confirma la teoría que en los enzurronados no se extraían las entrañas, como si ocurre con las momias de Egipto, además de mantener una perfecta dentadura, lo que pone de manifiesto que su dieta era baja en azúcares, basada en carne de oveja, cabra y aves. Este chequeo desveló el buen estado de las manos y las uñas, lo que indica que no realizaba trabajos forzosos, de lo que se deduce su alta posición social.

Por lo pronto, no se ha recibido respuesta de Madrid, pero en Tenerife están preparados para el regreso de su antepasado más famoso. «Tanto su traslado, como su mantemiento están garantizados, puesto que en ocasiones hemos traído piezas de mucho más lejos y nunca han sufrido daños», ha señalado Conrado Rodríguez, director del Museo de la Naturaleza y el Hombre.

Foto: Un científico analizando una momia canaria- ABC

El médico que entrevistó a un antiguo canario

Los historiadores españoles se encontraron con muchos problemas para obtener información sobre la cultura funeraria prehispánica ya que sus descendientes eran bastantes reacios a hablar sobre este asunto, lo que sacaba de quicio a muchos de los investigadores.
Postura normal, por otro lado, ante las grandes diferencias religiosas entre ambos mundos. Sobre la segunda mitad del siglo XIX, el fundador del Museo Canario, Gregorio Chill y Naranjo (izquierda), tuvo la destreza sonsacarle a un anciano de Guayadeque un impactante relato sobre el devenir y el ajuar de lo enzurronados.

Afirmaba: «Decíame, que él antiguamente no tenía otro servicio en su casa que los gánigos y las ollas que sacaba de las cuevas […] que los cordobanes de sus zapatos, como muchísimos de los de sus vecinos, eran hechos de las pieles que sacaban de los zurrones y, por último, que los costales y las albardas las hacían con las telas de que estaban vestidas las momias».

Añadió también «que en las cuevas donde las encontraban estaban de dos maneras: unas derechas y arrimadas a la pared, con sus garrotes y sus gánigos al pie, y otras, que eran las más hermosas, pues estaban revestidas con muchísimas pieles de todos colores y cosidas como la delantera de una camisa, se hallaban tendidas sobre una tabla de pino, con gánigos y garrotes muy bruñidos, colocados a su cabecera; que algunos estaban como si hubiesen acabado de morir, con el pelo y la barba perfectamente conservados: que las mujeres tenían el cabello cogido en trenzas enlazadas con juncos de colores».

Barranco de Guayadeque

Por último, apuntó la presencia de «piedras redondas pulimentadas, algunas semejantes a cuchillos por afiladas, gánigos, cazuelos de varios tamaños, fuentes botijos de barro, algunos muy pintados, zurrones llenos de objetos varios para usos domésticos, gorros de piel de cabrito, grandes jarrones llenos de manteca y otros de madera esto me hizo comprender que cualquiera que hubiese ido al barranco de Guayadeque hasta el año de 1840, habría traído todo un museo de cuanto pertenecía a los antiguos habitantes, pero desde esa época están sacando tierra de las cuevas, que emplean como guano, y ya nada hay, pues todo lo ha destruido la ignorancia de aquellos campesinos y más que nada el abandono de las corporaciones y personas ilustradas que con tanto desprecio han mirado estos ricos monumentos de la antigüedad. Yo llegaba ya tarde, y lo sentí entonces como lo sentiré siempre».

Fuente: ABC.es | 7 de octubre de 2017

La realidad virtual ‘resucita’ a dos jóvenes de hace 30.000 años

30.000 años nos separan a nosotros de la civilización de Sungir, uno de los pueblos modernos más antiguos de los que tenemos constancia. Los antepasados procedentes de las frías y ancestrales estepas de lo que ahora es Vladimir probablemente dieron origen a los Homo sapiens del norte y del este del continente. Así que están, muy probablemente, en la línea genética de gran parte de los europeos. ¿Cómo vivían hace tres mil décadas? Gracias a la realidad virtual podemos recrear ese momento y a quienes lo vivieron en una de las representaciones más realistas y científicamente exactas hechas hasta la fecha.

Por qué recrear al pueblo de Sungir

Sungir es uno de los asentamientos prehistóricos de los seres humanos tempranos modernos en Europa más interesantes. Desde 1956, en él se han encontrado más de 80.000 artefactos culturales y domésticos. Por lo hallado, se cree que fue un campamento de caza estacional de nuestros antepasados. Pero además de los utensilios, en el yacimiento se encontraron los restos de nueve personas. Entre ellos, los mejor conservados pertenecían a dos hermanos con edades aproximadas de entre 10 y 13 años. Estos son los protagonistas del vídeo VR creado por la empresa Visual Science.


La tumba de los dos jóvenes de Sunghir- Libor Balák

"Las personas de Sungir eran cazadores-recolectores del Paleolítico superior con una cultura y destrezas bastante desarrolladas", explica a Hipertextual Yury Stefanov, asesor científico en Visual Science. "Lo más probable es que estas personas vivieran viajando de un lugar a otro tras sus presas. Puede que la gente de Sungir nos parezca por muchas razones bastante similar a otros Homo sapiens. Sin embargo, desde la perspectiva antropológica, tenían varios rasgos en la anatomía del cráneo que no son comunes a los europeos modernos". Este rasgo es uno de los impulsores, nos explica, para llevar adelante la virtualización de los rostros de estos jóvenes de Sungir.

Sergey Vasilyev, jefe del Departamento de Antropología Física en el Instituto de Etnología y Antropología de la Academia Rusa de Ciencias (RAS), explicaba a la prensa que el arqueólogo y antropólogo soviético Mikhail Gerasimov creó el primer método científicamente preciso para la reconstrucción facial antropológica basada en el cráneo de una persona. "Los métodos de investigación anatómicos y radiográficos utilizados por Gerasimov permitieron a los científicos no sólo determinar las normas para el espesor de los tejidos blandos a lo largo de la línea del perfil facial, sino también revelar sus patrones de distribución". Gracias a sus trabajos y a los de sus sucesores, el grado de autenticidad de la reconstrucción es, a día de hoy, increíble. Este método es el empleado en la reconstrucción facial llevada a cabo por Visual Science.

Reconstruyendo el rostro de los ancestros

Para crear la visualización, los cráneos de los dos hermanos de Sungir fueron escaneados con láser y fotografiados en alta definición. "En la animación tratamos de dar a los espectadores la idea de lo que le sucedía a la humanidad hace 30.000 años. Por entonces era lo que conocemos como Edad de Hielo. Todavía no había humanos en América, y los neandertales estaban casi extinguidos. Después de eso, describimos el asentamiento de Sungir y mostramos algunos artefactos encontrados allí. Finalmente, enseñamos los cráneos reales de los niños encontrados. Estos fueron hallados en un entierro notablemente bien preservado de Sungir".


Fuente: Proceso de reconstrucción facial. Visual Science"

En la parte final, explicaba Stefanov, se muestra el proceso de reconstrucción facial mediante el método desarrollado por Mikhail Mikhailovich Gerasimov del que hablábamos, el cual también se muestra en la animación. "Nuestra animación nos da la oportunidad por primera vez de ver tanto la reconstrucción como las caras reales con piel, ojos, pelos y elementos de ropa", afirma.
Esta representación es, probablemente, una de las más precisas realizadas hasta la fecha, fruto del trabajo de años y años de investigaciones. "El asentamiento de Sungir y todos los artefactos y restos encontrados se siguen estudiando hoy día. En todos nuestros trabajos, aparte del modelado 3D, utilizamos hechos y datos publicados por diversos grupos científicos. En este proyecto en concreto, trabajamos en colaboración con investigadores del Instituto de Etnología y Antropología de la RAS. Definitivamente esta es la visualización animada en realidad virtual más precisa y detallada hasta la fecha".


Ver el pasado desde el sillón de tu casa

El contenido VR está disponible para varias plataformas, y los museos y escuelas de todo el mundo pueden acceder a la visualización de forma gratuita mediante aplicaciones para Android compatibles con Google Cardboard o cualquier otro dispositivo VR con resolución 4K.

"La animación estará disponible en NAUKA 0+, el festival de la ciencia en Moscú", nos comenta el asesor. Pero la empresa detrás de la virtualización tiene ya un extenso trabajo a sus espaldas. En su página web se puede disfrutar de ilustraciones con increíble nivel de detalle. O de animaciones tridimensionales que muestran el virus del Zika, por ejemplo.

"La animación del virus Zika es parte de un gran proyecto llamado Viral Park que tiene como objetivo mostrar de forma científicamente precisa los modelos en 3D de la mayoría de los virus humanos. Este proyecto ya incluye al VIH [virus del SIDA], la influenza H1N1 [el virus de la gripe], el virus del Ébola, el papilomavirus y algunos más. En la creación de los modelos siempre colaboramos con virólogos expertos para asegurarnos de que los modelos reflejan su estructura real".

Fuentes: hipertextual.com | ancient-origins.net | vimeo.com | 6 de octubre de 2017

Tres razones para pensar que nuestro cerebro no crecerá más

Una pregunta recurrente inquiere averiguar si nuestro cerebro crecerá más de lo que ya lo ha hecho el género Homo en los últimos tres millones de años. Como es lógico, reverenciamos este órgano tan maravillosamente complejo que encierra nuestro cráneo, por lo que la pregunta no es baladí.

En primer lugar, el cerebro es un órgano muy caro de mantener. Dedicamos entre el 20% y el 25% de la energía de nuestro metabolismo basal solo en su mantenimiento. En el caso de los niños y niñas de unos cinco años, cuyo cerebro todavía no ha terminado de crecer, la cifra se dispara hasta el 45%. Es por ello que su crecimiento somático permanece ralentizado durante años. Si sumamos la energía que consume su inquieta mente y su enorme actividad diaria, queda muy poca energía para crecer. En 1995, Leslie Aiello y Peter Wheeler propusieron que nuestra adaptación a consumir más proteínas de origen animal eliminó parte del gasto que requiere el crecimiento, desarrollo y mantenimiento del sistema digestivo. La energía sobrante se la quedaría el cerebro. La hipótesis sigue vigente, pero se considera que el ahorro es insuficiente y algunos estudios recientes ya lo han demostrado.

Jeremy DeSilva y Julie Lesnik, por su parte, nos mostraron en 2007 que el tamaño del cerebro de nuestros recién nacidos guarda una cierta proporción con el tamaño final del cerebro en el estado adulto. Esa proporción es similar ala de todos los primates catarrinos (o monos del Viejo Mundo), como los babuinos, macacos, chimpancés, gorilas, etc. No nos desviamos ni un ápice de lo que sucede en todos nuestros ancestros. Somos igual que ellos en esa particularidad. Esta conclusión implica que, si ampliamos el tamaño del cerebro de los recién nacidos (que ya tiene un tamaño nada despreciable de unos 400 centímetros cúbicos) también se haría más grande el cerebro de los adultos: ¿es esto factible?

Pues seguramente no. Solo tenemos que pensar en las dimensiones del canal del parto. El hecho de ser bípedos ha condicionado desde siempre el tamaño del cerebro de los recién nacidos. Hasta los australopitecos lo tenían complicado para nacer, a pesar de que el cerebro de sus neonatos no superaba los 200 centímetros cúbicos. Su canal pélvico era notablemente más pequeño que el nuestro, dada su estatura de poco más de 100 centímetros.

Las pocas pelvis fósiles que se han obtenido hasta la fecha (algunas reconstruidas mediante técnicas digitales) permiten medir con gran precisión las dimensiones del canal pélvico. Según nos muestran investigaciones muy detalladas, en ninguna especie de homínino el cerebro de los recién nacidos podía pasar con holgura el canal del parto, tanto en su entrada (estrecho superior) como en su salida (estrecho inferior). Es muy posible que el parto de todos nuestros ancestros se produjera con rotación, en lugar de con la salida unidireccional que caracteriza a todos los demás mamíferos. Además, en 2012, la investigadora Holly Dunsworth realizó estimaciones del gasto energético que supone para una madre llegar hasta el final de su embarazo. El gasto energético es tan elevado, que el parto tiene que producirse antes del colapso de la madre. La increíble velocidad del incremento del tamaño cerebro del feto a término es responsable de ese gasto energético. Así que no parece una buena “idea evolutiva” que los niños y niñas nazcan con un cerebro aún más grande. Parece que hemos llegado hasta un límite razonable de crecimiento en tamaño del cerebro.

Por último, pensemos en los neandertales. Su cerebro tenía una forma diferente de la nuestra, pero era algo más grande. Al menos, los datos disponible hasta la fecha arrojan un promedio superior al de Homo sapiens. El hecho de que ellos ya no estén aquí y nosotros ocupemos todo el planeta con un cerebro más pequeño es motivo para la reflexión. En estos momentos leo el artículo que la semana pasada publicó Science sobre el desarrollo de los neandertales. Algunos datos sobre el crecimiento del cerebro en estos humanos son dignos de una reflexión profunda. Escribiré sobre ello en breve.

Fuente: quo.es | 28 de septiembre de 2018

Somos todavía MÁS NEANDERTALES de lo que creíamos

El flujo genético entre los primeros humanos modernos y los neandertales se produjo hace entre 145.000 y 130.000 años. En la imagen una pareja de mujer neandertal y hombre Homo sapiens. / José Antonio Peñas

Hasta ahora los científicos solo habían podido secuenciar el genoma de cinco neandertales, y únicamente uno de ellos –conocido como el neandertal de Altai, en Siberia– aportó en enero de 2014 datos de alta calidad. El resto procedía de tres individuos encontrados en la cueva de Vindija en Croacia y uno en la de Mezmaiskaya, en Rusia.

Ahora, un equipo internacional de científicos, capitaneado por el Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology en Alemania, ha analizado el genoma de una mujer neandertal, denominada Vindija 33.19, que pudo vivir en la cueva croata hace 52.000 años. Según los investigadores, es la segunda secuenciación del genoma neandertal más completa hasta la fecha y arroja nuevos datos sobre esta especie humana con la que convivimos.

“El neandertal de Vindija y el de Altai, publicado previamente, están muy estrechamente relacionados: en promedio hay tres diferencias por cada 10.000 pares de bases. Esto confirma que en el pasado no vivieron muchos neandertales, es decir, que provienen de una población pequeña”, explica a Sinc Kay Prüfer (izquierda), investigador en la institución alemana y primer autor del estudio publicado en Science.

Los hallazgos anteriores ya habían demostrado que los Homo neanderthalensis vivían en poblaciones aisladas de unos 3.000 individuos. Además, el genoma de neandertal de Altai sugirió que sus propios padres eran medio hermanos, lo que hizo suponer a los científicos que en este grupo humano se entrecruzaban los miembros de una misma familia.

Sin embargo, el nuevo genoma de Vindija 33.19 no presenta los mismos patrones de incesto, por lo que la endogamia extrema que se produjo entre los padres del neandertal de Altai no tuvo por qué ser algo recurrente entre los neandertales. Pero los análisis sí demuestran que la mujer neandertal compartió un antepasado materno con dos de los otros tres individuos hallados en la cueva croata.

Lo que esconde el genoma de Vindija

El genoma de Vindija 33.19 ha permitido a los científicos analizar las divergencias y el flujo genético entre los neandertales, los homínidos de Denisova y los humanos modernos. Así, los científicos revelan que el flujo genético entre los primeros humanos modernos y los neandertales se produjo hace entre 145.000 y 130.000 años, antes de que los neandertales de Croacia y los de Siberia se diferenciaran.

Gracias al análisis de los genomas de los neandertales de Altai y Vindija, los investigadores estiman que las poblaciones modernas no africanas tienen entre un 1,8% y un 2,6% de ADN neandertal, cifras que superan los cálculos anteriores que se situaban entre 1,5% y 2,1%.
“El neandertal de Vindija es más cercano a la población de neandertales que se mezcló fuera de África con los humanos actuales. Esto es útil para identificar variantes genéticas en nosotros, que son consecuencia de nuestra mezcla con los neandertales”, detalla Prüfer.

Diagrama de árbol en el que se muestra el parentesco del neandertal de Siberia con otros neandertales, denisova y sapiens / Max Planck

Los autores han detectado una gran cantidad de nuevas variaciones en la secuencia del ADN neandertal que influyen en el humano moderno. “Algunas de estas variantes de neandertales también se encontraron en otros estudios completos del genoma que analizan si estas contribuyen al desarrollo de una enfermedad o de lo contrario la protegen de ella”, subraya el investigador alemán.

El trabajo muestra que entre las enfermedades que “heredamos” de los neandertales se encuentran los trastornos alimenticios, la acumulación de grasa visceral, la artritis reumatoide, la esquizofrenia y las respuestas a fármacos antipsicóticos.
Sin embargo, “no todas las variantes que vienen de los neandertales son "malas" y causan enfermedades”, recalca Prüfer. “Una variante que encontramos con la ayuda de Vindija, por ejemplo, tenía una asociación con niveles más bajos de colesterol LDL, es decir, que eran protectores contra las enfermedades del corazón”, concluye.

Fuente: SINC | 5 de octubre de 2017

El incesto ya era evitado en los primeros humanos

Detalle de uno de los espectaculares enterramientos de Sunghir, en Rusia - Wikipedia Commons.

El incesto es un comportamiento humano universalmente reprobado, posiblemente para evitar la endogamia y los peligros que conlleva para la salud de la descendencia y, a la larga, para la supervivencia de la especie. Los primeros seres humanos podrían haberlo tenido en cuenta muy pronto, hace al menos 34.000 años.

Un estudio publicado en la revista Science señala que nuestros antepasados desarrollaron redes sociales y de apareamiento sorprendentemente sofisticadas para evitar mantener relaciones sexuales entre parientes cercanos. Intercambiaban parejas con otros grupos e incluso podrían haber celebrado una especie de primitivo «matrimonio».

Un equipo internacional, dirigido por investigadores de la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y la de Copenhague (Dinamarca) ha secuanciado el genoma completo de cuatro Homo sapiens de Sunghir, en Rusia, un famoso yacimiento del Paleolítico Superior, período en el que se produjo la colonización del oeste de Eurasia.

La tumba de los dos jóvenes de Sunghir- Libor Balák

Estos fósiles humanos pertenecen a dos adultos -uno de ellos un varón completo mientras que del otro solo hay algunos restos- y dos niños enterrados cabeza con cabeza en la misma tumba. Vivieron allí al mismo tiempo y lo esperable es que estuvieran estrechamente relacionados en términos genéticos, pero, para sorpresa de los científicos, no eran parientes próximos. A lo sumo, primos segundos. Un fémur adulto lleno de ocre rojo encontrado junto a los chicos perteneció a alguien no más cercano que un tatarabuelo.

Según los científicos, los resultados sugieren que estos individuos buscaban deliberadamente parejas más allá de su familia inmediata en una red social más amplia. «Esto significa que incluso los humanos del Paleolítico Superior, que vivían en pequeños grupos, entendían la importancia de evitar la endogamia y desarrollaron un sistema para este propósito. Si se hubieran mezclado al azar, veríamos mucha más evidencia de endogamia que la que tenemos aquí», explica Eske Willerslev (izquierda), autor principal del estudio.

Al parecer, la gente de Sunghir podía haber formado parte de una red similar a la que mantienen en la actualidad algunas comunidades de cazadores-recolectores, como los aborígenes australianos o algunos nativos americanos. Al igual que sus antepasados prehistóricos, viven en grupos bastante pequeños de alrededor de 25 personas, pero también mantienen lazos con comunidades más grandes de unas 200, dentro de la cuales hay reglas que gobiernan cómo se forman la parejas.

«Bodas» prehistóricas

De la misma manera, el extraordinario simbolismo, la complejidad y el tiempo invertido en los objetos y joyas encontrados junto a los restos de Sunghir también sugieren la posibilidad de que los Homo sapiens del Paleolítico desarrollaran reglas, ceremonias y rituales para acompañar el intercambio de parejas entre grupos, lo que tal vez prefiguró las ceremonias matrimoniales modernas.

Cuándo el hombre moderno comenzó a evitar la endogamia es algo que todavía no se sabe, pero los autores creen que este comportamiento puede explicar, al menos en parte, su éxito frente a otras especies estrechamente relacionadas, como los neandertales, que desaparecieron de Europa hace unos 40.000 años. «Aunque no podemos hacer esta afirmación con certeza, es intrigante especular que nuestra capacidad para formar estas redes más amplias pudo haber contribuido al mayor éxito de nuestros antepasados y a la eventual extinción de los neandertales», explica a ABC Martin Sikora (derecha), del Centro de GeoGenética de la Universidad de Copenhague.

La secuenciación genómica de un neandertal de las montañas de Altái que vivió hace unos 50.000 años indica que no evitaban la endogamia. Sin embargo, Sikora advierte que este dato debe ser tomado con precaución: «No sabemos por qué los neandertales de Altái eran endogámicos. Tal vez estaban aislados y era su única opción, o no lograron establecer una red disponible de conexiones».
Recreación de un varón adulto enterrado en Sunghir- Libor Balák

Los investigadores reconocen que hace falta información genómica más antigua para poner a prueba esta idea. Precisamente, otro estudio publicado también este jueves en Science, que presenta la secuenciación del genoma de una hembra neandertal de la cueva de Vindija, en Croacia, no revela señales de incesto, lo que parece indicar que la endogamia extrema no tenía por qué ser algo extendido en la especie.

Willerslev también destaca que los ornamentos y objetos culturales encontrados en Sunghir, de una sofisticación inusual, podrían haber sido utilizados para establecer distinciones entre los grupos humanos, proporcionando un medio para identificar a quién acudir y a quién evitar como pareja. Entre ellos había caninos de zorro ártico perforados, brazaletes y miles de cuentas de colmillo de mamut, y 16 lanzas, también de marfil, cubrían una de las tumbas. «La ornamentación es increíble y no hay evidencia de algo así entre los neandertales y otros seres humanos arcaicos», añade. A su juicio, estos restos nos hacen preguntarnos «qué hizo a esas personas quienes eran como especie y quiénes somos nosotros como resultado».

Fuente: ABC.es | 5 de octubre de 2017

Egiptólogos descubren el obelisco de una reina en la necrópolis egipcia de Saqqara

El fragmento de obelisco descubierto en Saqqara. MINISTERIO DE ANTIGÜEDADES DE EGIPTO

Una mole de 2,5 metros de altura acaba de asomar por las arenas de la necrópolis de Saqqara. Una misión franco-suiza ha hallado el mayor fragmento de un obelisco del reino antiguo descubierto hasta ahora en Egipto. Un monumento con más de 4.000 años de antigüedad que recuerda la pasión egipcia por los obeliscos.

La pieza -localizada durante la expedición arqueológica de la Universidad de Ginebra, que estudia la zona desde 1963- pertenece a la reina consorte Ankhesenpepi II, esposa de los faraones Pepi I y Merenra y madre de Pepi II (2278-2184 a.C.), que accedió al trono con tan solo seis años. El obelisco está tallado en granito rojo y, según el director de la misión, Philippe Collombert, llegó a medir entre cinco y seis metros.

La pieza recuperada fue localizada en la zona oriental de la pirámide de Ankhesenpepi II, una construcción emplazada en el cementerio real de Saqqara -a unos 25 kilómetros al sur de la meseta de Giza- que fue descubierta y excavada en 1998. El lugar dedicado al descanso eterno de la regente albergaba los primeros ejemplos de Textos de las Pirámides -una guía para la vida en el Más Allá- encontrados en la pirámide de una reina.

A juicio del secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades, Mustafa al Waziri, la ubicación indica que el obelisco fue retirado de su posición inicial en el acceso al templo funerario levantado en el complejo de la reina. "Las reinas de la VI dinastía tenían dos pequeños obeliscos en la entrada de su templo funerario, pero el hallado estaba lejos del acceso", agrega el arqueólogo.

Foto: Waziri y Collombert en el sitio.

En una de sus caras aparece un cartucho con jeroglíficos relativo al rey Pepi II y lo que parece ser el inicio del de su madre. La inscripción, sin embargo, se halla incompleta. Los expertos sostienen que el fragmento extraviado podría contener la mención a Ankhesenpepi II. Una prueba de la importancia de la reina y su estatus en la corte de la VI dinastía durante la que sus máximos representantes edificaron, sin excepción, sus pirámides en la árida geografía de Saqqara.

Ankhesenpepi II llegó a reinar durante la infancia de su vástago pero no alcanzó la notoriedad de Hatshepsut, la mujer que fue faraón. El examen del monumento, no obstante, ha comenzado a arrojar detalles. Una pequeña deformación detectada en la parte superior del obelisco indicaría que estaba cubierto con placas de metal -tal vez cobre u oro- para que brillara con los rayos del sol reforzando las conexiones solares del monolito.

En busca de más restos

El hallazgo es solo el principio de la aventura. Los miembros de la expedición buscan ahora los restos que faltan del obelisco. Una tarea ardua porque la necrópolis fue usada como cantera durante el reino nuevo y el período tardío.

El descubrimiento añade un nuevo obelisco a la lista de conocidos hasta la fecha. "Los obeliscos son estupendos embajadores de Egipto", suele proclamar el mediático y controvertido egiptólogo Zahi Hawas, ex ministro de Antigüedades egipcio. Junto a las miles de piezas expuestas en museos de todo el planeta, los obeliscos son el elemento arquitectónico preferido.

Roma se lleva la palma: en sus calles se exhiben hasta 13 ejemplares. Uno de ellos, erigido en la plaza de San Pedro, fue incluso sometido a un exorcismo por orden del papa Sixto V. En el siglo XIX, Mohamed Ali -el padre del Egipto moderno- trató de ganarse el favor de las cancillerías europeas regalando obeliscos.

Los franceses eligieron uno de los dos obeliscos que flanqueaban el acceso al templo de Luxor y, tras una azaroso viaje por mar, el 25 de octubre de 1836 unos 200.000 parisinos contemplaron su llegada a la Place de la Concorde. Luego -empujados por las estrecheces económicas del país árabe- se sumaron Londres y Nueva York.

Fuente: elmundo.es | 5 de octubre de 2017