Hallan más de 50 nuevos kilómetros de los acueductos romanos de Mérida

Imágenes de los hallazos romanos descubiertos en Cornalvo. / HOY

El trabajo de investigación desarrollado durante meses por los arqueólogos del Consorcio de la Ciudad Monumental, Santiago Feijoo y Diego Gaspar, sobre la red hidráulica que abastecía la antigua villa romana, ha derivado en la localización de más de 50 kilómetros nuevos de los acueductos romanos, que traspasan incluso la frontera del parque natural de Cornalvo.

El proyecto aporta novedades sorprendentes e interesantes sobre la verdadera dimensión y recorrido de los conductos de Augusta Emerita. La ciudad se ubica en una zona con poca agua en la que se detectan fuentes pero con escaso caudal. «Por este motivo, la villa romana contaba con cuatro acueductos y al menos ocho ramales para reunir el agua suficiente y alimentar las conducciones principales. Si hay tantos, nosotros nos preguntamos, ¿por qué no iba a haber más?». Esta cuestión planteada por Feijoo es precisamente la premisa en la que se sustenta el proyecto.

«Buscando los ramales identificamos varios, y al comprobar sus dimensiones nos dimos cuenta de que eran acueductos en sí mismos», relata Feijoo. En concreto encontraron 30 nuevos kilómetros del canal de la conducción de Cornalvo, que se suman a los 40 ya conocidos.

El nuevo tramo sigue hacia el norte desde el lugar que se consideraba hasta ahora como el nacimiento del canal, situado un poco más arriba del embalse. Desde allí, sube hacia el Picorro, atraviesa el monte a través de una galería con un túnel a unos 15 metros bajo la superficie, con casi cincuenta pozos de registro y más de un kilómetro de recorrido en profundidad uniendo dos cuencas hidráulicas.

Palma y García junto a los arqueólogos Feijoo y Gaspar. / BRÍGIDO.

«Esto es una obra de ingeniería relevante», resalta Feijoo. El conducto descubierto continúa después serpenteando hasta la Navilla y luego paralelo al río Aljucén atraviesa la sierra hasta llegar a la desembocadura del arroyo Montanchuelo, en Arroyomolinos, donde se pierde en el llano cultivado. «Con lo localizado hasta ahora ya es uno de los acueductos más largos de la península entre 75 y 90 kilómetros de canal. Para saber dónde nace habría que recurrir a otra tecnología», detallan los arqueólogos.

Este no ha sido el único hallazgo en Cornalvo. También han localizado 20 metros de otro acueducto que nace en mitad del parque natural y discurre al norte de la Sierra del Moro junto al río Aljucén. Desde allí, en un tramo perdido de otros 30 kilómetros, bajaría hasta unirse con Los Milagros, Las Abadías o con el de Rabo de Buey. «Es probable que sea con el de Las Abadías. Se trataba de una obra impresionante, con arquerías nuevas y propia de la propaganda imperial», remarca Feijoo.

Tecnología avanzada

Para la búsqueda y detección de las obras de ingeniería romana, en su mayoría subterráneas, han hecho uso de tecnología avanzada de análisis del terreno como lo son los datos Lidar. «Se obtienen mediante un sensor que se instala en un avión. Realizamos el recorrido y el sensor nos fue facilitando las señales del terreno», explica Gaspar. Después aislaron los puntos para trabajar directamente sobre los que se correspondían con la geografía. De esta forma detectaron las microelavaciones del terreno por donde transcurrían las conducciones bajo tierra.

En cuanto a si hay o no restos visibles, los arqueólogos indican que su mayoría se encuentran en parcelas de particulares o cotos de caza. «Son muy esporádicos», apuntan. En el caso del nuevo tramo que conecta con Mérida se han hallado incluso paramentos de una fabricación más pobre. Lo expuesto es solo la punta del iceberg de un plan más ambicioso, que desencadenará, seguro, nuevas conclusiones. El siguiente paso sería conseguir documentar lo descrito mediante catas en varios lugares y puntuales, lo que permitiría confirmar su existencia así como la validez de las técnicas empleadas.

Fuente: hoy.es | 10 de octubre de 2017

Descubren que "permanecer en casa" fue clave en el cambio de la tecnología de la Edad de Piedra hace 58.000 años

Fig. 1: Núcleos discoidales y núcleos testados en los escenarios con rocas locales de las capas posteriores a Howiesons Poort en la cueva de Sibudu. Fig 2: Núcleos bipolares de cuarcita posteriores a las capas Howiesons Poort de la cueva de Sibudu. Fig 3: Piedras de moler y afilar posteriores a las capas de Howiesons Poort en la Cueva de Sibudu. Fig. 4: Diferentes herramientas encontradas en las capas posteriores a Howiesons Poort de la Cueva de Sibudu. La mayoría de las piezas demuestran un conjunto de herramientas no estandarizadas. Sin embargo, los segmentos típicos de Howiesons Poort (B, D y F) aún se producían. Crédito: Wits University.

Según una nueva investigación publicada en la revista especializada Plos One, los seres humanos de la Edad de Piedra empezaron a asentarse antes de lo que se pensaba, hace aproximadamente 58.000 años.

La investigación, realizada por científicos del Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica), está basada en los datos obtenidos en Sibudu, un refugio rocoso en KwaZulu Natal, Sudáfrica, donde exploraron los cambios observados entre una colección de restos conocida como Howiesons Poort, que data de hace unos 65.000 o 62.000, y la siguiente, de unos 58.000 años.


El hallazgo sugiere que hace 58.000 años la gente permanecía en Sibudu más tiempo que en los asentamientos anteriores. Hay evidencias de una acumulación considerable y rápida de sedimentos quemados, de milímetros de espesor, en capas apiladas.

Entre los restos encontrados en el sitio, hay muchas piedras usadas para moler ocre y/o hueso. Hay constancia de que se utilizó una variedad de técnicas de caza, tal vez incluyendo el primer uso de trampas, para la captura de criaturas pequeñas. Los restos de los animales traídos a Sibudu reflejan esta diversidad, ya que hay huesos de grandes de cebra, pequeños de antílope, e incluso palomas y pequeños carnívoros.

Las herramientas más antiguas encontradas eran de piedra en forma de media luna, elaboradas con hojas largas y finas hechas con dolerita, cuernos y cuarzo. Estos "segmentos", como se les llama, fueron colocados en haces o asas en una variedad de ángulos usando adhesivos compuestos que incluían a veces ocre rojo (un óxido de hierro).

El kit de herramientas incluye lo que puede ser la punta de flecha de hueso más antigua del mundo.

Foto: Vista sobre un área de excavación dentro de la cueva de Sibudu. La cueva contiene evidenciass de los cambios que ocurrieron entre el período de Howiesons Poort (datado hace aproximadamente 65.000 a 62.000 años en Sibudu) y el que lo siguió hace 58.000 años.

Sin embargo, el estilo de herramientas Howiesons Poort con sus largas y delgadas cuchillas se reemplaza hace 58.000 años por una tecnología más simple que podía ser producida rápidamente. Las piedras gruesas como la cuarcita y la piedra arenisca se hicieron populares, quizá porque podían ser recogidas cerca de Sibudu. Las nuevas herramientas formaban parte de un conjunto no estandarizado con formas triangulares o irregulares. Pequeñas piezas en escamas también se produjeron utilizando una técnica bipolar (en términos sencillos, esto implica romper una pequeña pieza de roca con una especie de martillo).

Los factores ambientales no parecen haber influido en los cambios tecnológicos. Según los autores, es posible que fueran los cambios en el tamaño de la tribu o la pertenencia al grupo lo que influyó en las decisiones sobre si permanecer o no en Sibudu. Ahora bien, no sabemos si el grupo de hace 58.000 años fue mayor que el anterior o si grupos pequeños ocuparon el sitio durante más tiempo. Lo que podemos decir es que las personas que usaron la tecnología simple, posterior a Howiesons Poort, fueron hombres de hogar que preferían recoger las materias primas que necesitaban cerca de su campamento.

Fuentes: nmas1.org | PHYS.ORG | 10 de octubre de 2017

La ratio de zurdos se mantiene estable en sociedades cazadoras-recolectoras desde la prehistoria

Barack Obama firma su primer acta como presidente. Imagen de archivo. EFE/Molly Riley. POOL.

Una investigación del profesor de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) Eder Domínguez, a partir del estudio del proceso de creación de útiles líticos, ha permitido concluir que la ratio de personas zurdas se mantiene estable desde la prehistoria en las sociedades cazadoras y recolectoras actuales.

No obstante, el estudio revela que estas ratios distan algo de las de sociedades industrializadas, donde el porcentaje de personas zurdas varía entre un 5 % y un 15 %, dependiendo del nivel de industrialización.

Según informala UPV-EHU en una nota, Eder Domínguez ha desarrollado esta línea de investigación en su tesis doctoral, titulada "Evaluación arqueológica del proceso de lateralización.

Determinación cuantitativa de la lateralidad poblacional, desde los neandertales hasta la actualidad", que ha sido dirigida por los profesores Álvaro Arrizabalaga (UPV-EHU) e Ignacio Martínez (Universidad de Alcalá de Henares).

En su tesis, Domínguez (izquierda) explica que "los útiles prehistóricos constituyen una fuente de información muy valiosa para conocer cómo era la vida de nuestros antepasados, pero también para entender cómo se comportaban y cómo pensaban".
Aclara que esto es así porque "es la mente la que crea la herramienta, a partir de la cual es posible "tratar de obtener información sobre la cognición humana".

De esta forma, es posible realizar estudios que analizan, a través de la industria lítica, la "dominancia" de unas partes del cuerpo respecto a otras, en un efecto que se denomina "lateralidad".
El estudio de Domínguez parte del análisis de "sociedades productoras del Neolítico y Calcolítico, que permiten analizar cómo influyen los factores culturales de la lateralidad poblacional", y continúa con el estudio de grupos neandertales, ya en el Paleolítico (sociedades cazadoras-recolectoras).

La investigación desarrolla dos métodos, el primero de los cuales ha permitido "deducir la lateralidad de un productor de hachas a partir de la morfología del corte de una herramienta pulida, aplicable a materiales neolíticos y calcolíticos".

El segundo método ha servido para "establecer la lateralidad del tallista a partir de lascas, mediante el análisis de unas fracturas que en ocasiones se desarrollan en torno al punto de percusión".
Gracias a estos dos sistemas, Domínguez ha establecido "los niveles poblacionales de lateralidad en diferentes momentos de la prehistoria, y su comparación con los niveles poblacionales actuales de diferentes sociedades", lo que le ha permitido "entender mejor las asimetrías cerebrales, su evolución y su relación con el lenguaje".


Representación de los ángulos de percusión y las direcciones utilizadas que caen en el mismo punto sobre un núcleo, en el caso de talladores diestros y zurdos.

Para el ámbito del Neolítico y del Calcolítico el experto ha estudiado una gran cantidad de útiles pulimentados de 36 yacimientos ubicados en Bizkaia, Álava y Navarra.

En cuanto a los restos arqueológicos paleolíticos, el investigador analizó los niveles musterienses (neandertales) del abrigo de Le Moustier (40.000 años), y del nivel VII de Grotte Vaufrey (200.000 años aproximadamente), así como la secuencia completa del abrigo de Axlor en Dima (Bizkaia).
En el caso de las sociedades productoras del Neolítico y del Calcolítico, se estudiaron cien hachas pulimentadas, y en las sociedades cazadoras-recolectoras del Paleolítico, se analizaron 690 lascas.

Los resultados obtenidos en ambos exámenes revelan ahora que "los niveles poblacionales de lateralidad para sociedades cazadoras-recolectoras son de una ratio zurdo/diestro de 3/7, mientras que en las sociedades productoras estarían ligeramente más lateralizadas con una ratio zurdo/diestro 2,7/7,3, con una proporción de diestros algo mayor", apunta.

Unos datos que son similares a los de sociedades cazadoras-recolectoras actuales, pero que "distan algo de los de sociedades industrializadas".

La investigación recuerda no obstante que "existe un control genético de la lateralidad manual" y que "cuestiones como la cultura, el estado socio-económico o incluso el sexo y la edad, influyen fuertemente en los niveles poblacionales y en la propia dominancia manual del individuo".
Por lo tanto, "debemos comparar con cautela la lateralidad manual de una población prehistórica con la de las actuales, y tener cuidado al contrastar las tareas con las que hoy en día se mide la dominancia manual, por ejemplo la escritura, con las que pudieran realizar nuestros antepasados", concluye Domínguez.

Fuente: diariovasco.com | 9 de octubre 2017

El Museo Arqueológico Nacional celebra su 150 aniversario, con “El poder del pasado”

Con motivo del 150 aniversario de su fundación -creado el 20 de marzo de 1867-, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del Museo Arqueológico Nacional y Acción Cultural Española han organizado la exposición ‘El poder del pasado. 150 años de arqueología en España’ como homenaje a la historia y a la evolución de la ciencia arqueológica en España.

La muestra, comisariada por Gonzalo Ruiz Zapatero, catedrático de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, recorre siglo y medio de historia a través de una extraordinaria selección de 150 piezas, auténticos tesoros de la arqueología española procedentes de alrededor de 70 museos, instituciones y colecciones privadas que de manera entusiasta han prestado algunas de sus joyas más preciadas, iconos de sus respectivas sedes, bienes culturales que representan todo el territorio nacional y diversos contextos culturales.

Foto: El ministro de Cultura atiende las explicaciones del comisario de la exposición Gonzalo Ruiz Zapatero.

A través de piezas de diferentes épocas y culturas, fruto unas veces de hallazgos casuales y otras, resultado de campañas sistemáticas de excavación, ‘El poder del pasado’ muestra desde los descubrimientos más antiguos hasta los más recientes proyectos de investigación. La exposición, y el catálogo que la acompaña, ponen de relieve la suma de conocimientos con los que se ha ido configurando nuestro pasado y cómo ha ido evolucionando la arqueología, desde el solitario anticuario a la tarea colectiva y especializada que hoy día significa el trabajo en este campo. Es la primera vez que se reúne en un único espacio un conjunto de objetos arqueológicos, históricos y artísticos tan relevantes dirigido a todo tipo de público para explicar el ‘poder del pasado’.


Foto: El ministro de Cultura en la inauguración ante el El Efebo de Antequera, mostrado por el alcalde Manuel Barón /A. J. GUERRERO

La exposición analiza, por primera vez en España, el proceso de construcción de la arqueología de nuestro país, coincidiendo con la celebración del 150 aniversario de la fundación del Museo Arqueológico Nacional (MAN), la primera gran institución nacional encargada de la preservación y estudio del pasado, y del paralelo nacimiento de la red de museos arqueológicos. El punto de partida fue la publicación, en la Gaceta de Madrid del 21 de marzo de 1867 del Real Decreto de creación del MAN, norma legal que tendrá amplia trascendencia para la museología de España, ya que no sólo crea este Museo, sino que regula la existencia de una red de museos provinciales (algunos ya existentes entonces) y reconoce la necesidad de creación de un Cuerpo específico para su gestión, que cristalizará meses más tarde con la creación de la Sección de Anticuarios, origen del actual Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos.


La exposición se articula en tres ámbitos que corresponden a las etapas de la historia de la arqueología, desde los pioneros de la segunda mitad del siglo XIX (1867-1912), a su consolidación como disciplina (1912-1960) y su evolución científica hasta nuestros días (1960-2017), un recorrido que muestra los cambios conceptuales y metodológicos que ha experimentado la arqueología en el último siglo y medio, descubriendo campos de estudio e introduciendo nuevas perspectivas. Todo ello personalizado a menudo por los yacimientos arqueológicos más importantes, los hallazgos que proporcionaron y los arqueólogos que los excavaron, los estudiaron y los dieron a conocer. Los objetos seleccionados hablan por sí mismos de la época a la que pertenecieron. Cada uno constituye un importante hito en el camino hacia el conocimiento del pasado y en la configuración de la Arqueología como disciplina moderna.

Foto: Estatua de Trajano (siglo II), hallada en Itálica, en las salas de la muestra 'El poder del pasado'. ÁLVARO GARCÍA

Las tres grandes etapas cronológicas

En la primera, La etapa pionera de la arqueología española (1867-1912), se explica cómo fueron los tiempos precedentes, fundamentalmente la tradición anticuarista desde el siglo XVIII, las raíces de los primeros estudios prehistóricos y la noción de la antigüedad de la Humanidad con la gran contribución española de Marcelino Sanz de Sautuola y la antigüedad del arte paleolítico tras el descubrimiento de Altamira, la arqueología de los primeros pobladores de nombre conocido, celtas e íberos, junto a la influencia de los colonizadores mediterráneos, fenicios y griegos, que formarán el sustrato del mosaico de pueblos prerromanos de las fuentes clásicas, la importancia de las grandes construcciones y monumentos de la época romana que, desde la percepción decimonónica de ruinas, empieza a configurar los inicios científicos de la arqueología clásica, una de las ramas más importantes de la arqueología española, y la situación de los conjuntos medievales, castillos e iglesias, cuyo estudio arqueológico tuvo un retraso respecto a los periodos anteriores pero que constituyeron la base de la arqueología medieval española.

La consolidación de la arqueología moderna (1912-1960), en ésta se analiza la profundización de la arqueología prehistórica, con notables avances en el Paleolítico y el conocimiento de las primeras sociedades agrarias del Neolítico y Edad del Bronce, los nuevos hallazgos de las comunidades del I milenio a.C., la Protohistoria, que suponen la identificación y caracterización arqueológica de nuevas gentes y culturas que acabarán entrando en la Historia, la consolidación de la arqueología romana, con la inclusión de nuevos campos de estudio, más allá de la arquitectura, la numismática, la escultura y los objetos de adorno, y el inicio de la arqueología medieval, en este caso profundizando y superando los estudios arquitectónicos y abriendo nuevas vías para el estudio de los reinos cristianos y Al-Andalus.


Y la tercera, La configuración de la arqueología contemporánea (1960-actualidad), presenta los grandes hallazgos del Paleolítico, bien simbolizados en el yacimiento de Atapuerca, y de la Protohistoria, con la brillante diversidad cultural de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, el esplendor de la arqueología romana ejemplificada en los grandes conjuntos de Emérita y Tarraco, pero también en las explotaciones mineras de Las Médulas, el estudio moderno de las calzadas y la diversidad de producciones cerámicas, la madurez de la arqueología medieval que en las últimas décadas ha realizado notables progresos, ampliando sus líneas de estudio hacia las formas de producción e intercambio, las tradiciones funerarias y las bases de subsistencia.

El hilo argumental de la exposición plasma, por tanto, la historia de la arqueología española con los rasgos más sobresalientes de su institucionalización, el desarrollo de los métodos de trabajo de campo, las orientaciones teóricas y analíticas, las formas de escribir y representar gráficamente la arqueología y la manera en que todo ello fue divulgado, permeado y percibido por la sociedad de cada momento.

Foto: Báculo de Numancia.

Para explorar el impacto en la cultura y sociedad española la muestra hace una breve revisión de cómo se ha reflejado la arqueología en los manuales escolares, el arte, la literatura, el cine o la televisión, entre otros.
La exposición se complementa con varios audiovisuales breves que ilustran cómo trabajan los arqueólogos y cuáles son los principales hitos en cada etapa histórica mostrando la manera de excavar de la época, la forma de registrar y documentar, y el objetivo de las excavaciones.
Foto: Cerámicas e ídolos calcolíticos.

Nunca se ha realizado en España una exposición que abarque la historia de su arqueología y cómo se ha construido nuestra memoria material. Por ello esta oportunidad resulta enormemente valiosa. Y lo es en una doble vertiente: por un lado, desde la ciencia, por la posibilidad de ofrecer una gran reflexión sobre la manera de representar el pasado material en nuestra historia; y por otro, desde la perspectiva social, por la presentación del impacto educativo, cultural y político que la arqueología ha dejado en multitud de ámbitos de la alta cultura y también de la cultura popular. Y todo ello realizado de la manera más “arqueológica” posible: a través de los propios objetos que han contribuido a la configuración de la arqueología como disciplina moderna, sugestiva, con relevancia social y completamente abierta al futuro. Una disciplina para conocer la esencia de la naturaleza humana.
‘El poder del pasado. 150 años de arqueología en España’, del 11 de octubre de 2017 al 1 de abril de 2018

Fuente: revistadearte.com | 10 de octubre de 2017


Ver vídeo en este enlace

Hallan en una cueva de Santa Linya (Lleida) los grabados más antiguos de Cataluña

Paredes de la Cova Gran de Santa Linya donde se han encontrado trazos del Paleolítico Superior (Sílvia Colomé)

Como si se tratara de una boca gigante dispuesta a revelar sus secretos más íntimos, la Cova Gran de Santa Linya no deja de hablar a los arqueólogos que desde hace quince años excavan en el suelo de este importante yacimiento arqueológico, el único de Catalunya con una secuencia ininterrumpida de ocupación desde el 50.000 a.C al 3.000 a.C, es decir, toda la Prehistoria en un mismo lugar.

De ahí que la cueva, que en realidad es un imponente abrigo en semibóveda de unos 25 metros de alto, 50 de largo y más de 2.500 metros cuadrados de superficie, cuente con la catalogación de Bien Cultural de Interés Nacional. De momento, las excavaciones han revelado, por ejemplo, que neandertales y homo sapiens, dos especies que convivieron en el tiempo, ocuparon ese lugar pero sin mezclarse entre ellos. Un dato para nada baladí, ya que una de las grandes discusiones e incógnitas de la Prehistoria gira en torno al tipo de relación que pudieron mantener, si realmente la hubo. Y según los datos arqueológicos recogidos en Santa Linya, la respuesta es clara.

Una de las paredes de la Cova Gran de Santa Linya (Sílvia Colomé)

Ahora bien, el equipo de excavación que lidera Rafael Mora (izquierda), arqueólogo y catedrático de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), decidió alzar por unos días la vista del interesante y rico suelo del yacimiento para centrarse en las paredes del abrigo, aparentemente despojadas de arte rupestre. Y fue así que, casi por azar, dio con el gran hallazgo: unos grabados paleolíticos, los primeros documentados en Catalunya de este periodo, lo que los convierte en la manifestación artística más antigua del país.

“De momento hemos encontrado nueve puntos de grafías y pintura rupestre, aunque en este último caso no son más que manchas”, explica Mora. “Son únicos”, determina Jezabel Pizarro, la arqueóloga que encontró los primeros grabados. “No existe un hallazgo similar en Catalunya”, valora satisfecha. “Solo en la zona de Capçanes parecería que hubiese arte paleolítico, pero no lo tenemos documentado, la mayoría es neolítico”, agrega Maite Miró, jefa de Arqueología y Paleontología de Patrimoni Cultural de la Generalitat.

Uno de los gravados paleolíticos de la Cova Gran en forma de flecha (Sílvia Colomé)

Para estudiarlos, esta pasada campaña recientemente concluida, contó con la participación de dos investigadores expertos en la materia, Rafael Martínez y Pere Guillem Calatayud, de la sección de Arqueología y Arte Rupestre del Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals de la Generalitat Valenciana. “Se trata de signos poco explícitos, lo que no le resta importancia”, apunta Martínez antes de destacar “el vacío de manifestaciones de arte paleolítico existente en Catalunya”, un hecho que no ocurre en el resto de la península.

Las encontradas en Santa Linya “muestran retículas, una figura zoomorfa, haces de líneas, restos de husos y un motivo en forma de vulva”, detalla Martínez. “No son estéticamente espectaculares, pero sí lo son en el contexto de la cueva”, apunta.

Un gravado encontrado en Santa Linya y su calco (CEPAP-UAB)

Pero este hallazgo correspondiente al Paleolítico superior solo puede ser la punta del iceberg. Hay que tener en cuenta que bajo los grabados, que se encuentran a poca altura, entre medio metro y 1’5 metros, existe una importante capa de sedimentos. “A medida que vayamos excavando, pueden salir más”, revela Mora.

“Nunca nos habíamos planteado mirar la pared porque está muy deteriorada”, comenta Pizarro. “Cuando encontré los grabados me dije: no puede ser”, rememora antes de añadir preocupada: “Tenemos unas manifestaciones artísticas únicas y quizás de aquí dos años ya no estén”.

Uno de los gravados encontrados en Santa Linya y su calco (CEPAP-UAB)

El peligro de la escalada

Y es que la Cova Gran de Santa Linya se ha convertido en un polo de atracción para “los Messi” de la escalada deportiva, tal y como los define Josep Maria Taribó, uno de los escasos 30 habitantes del pueblo, que defienden la escalada casi a capa y espada. “Gracias a ellos, Santa Linya es conocida en todo el mundo”, comenta satisfecho.

Uno de los últimos en escalar las difíciles paredes del abrigo, fue Jason Momoa, el actor que interpretó a Khal Drogo en Juego de Tronos, junto a Chris Sharma, considerado uno de los mejores escaladores de la historia. “Es un paraíso para los expertos en escalada deportiva ya que cuenta con vías de las más exigentes del planeta”, argumenta Àlex Manubens, de la Associació Catalana d’Escalada Tradicional (ACET).

Unos escaladores practican la escalada en la zona protegida de la Cova Gran. (CEPAP-UAB)

Ya hace tiempo que el desarrollo de las dos actividades, la arqueológica y la escalada, se han convertido en un foco de conflicto. Para proteger el yacimiento, el Servei de Patrimoni de la Generalitat de Catalunya decidió vallar parte de la cueva, aunque también hay áreas de excavación fuera del perímetro cerrado. Además, los grabados se encuentran en la zona de libre acceso donde se practica la escalada. “Se realiza sin ningún tipo de control y supone una seria amenaza para su preservación”, comenta Mora.

“La escalada deportiva en este lugar es un problema”, afirma la responsable de Arqueología y Paleontología de Patrimoni Cultural. Ante el hallazgo de los grabados, la administración está valorando diferentes medidas para protegerlos, entre las que no descarta el cierre total de la cueva o la prohibición de la escalada. “Tenemos pendiente una reunión que no puede tardar mucho con el ayuntamiento para tratar el tema”, añade Miró.

La Cova Gran de Santa Linya con la zona protegida (Sílvia Colomé).

Y es que, concluida la campaña arqueológica, el inicio de la temporada de escalada es inminente y se hará con los milenarios grabados al descubierto. “Parte de los motivos ya han sufrido los efectos de esta acción”, detalla el experto Rafael Martínez. “Ahora mismo, se puede clavar algún clavo encima de los restos artísticos”, alerta el jefe de la excavación.

“La cueva está catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional, tiene la máxima protección y no está protegida”, señala Martínez. “Nos hemos encontrado que se ha hecho fuego encima de los niveles arqueológicos e incluso coches aparcados. A nadie se le ocurriría aparcar su vehículo en medio del yacimiento de Empúries, ¿verdad?”, se pregunta la arqueóloga Pizarro.

De momento, la alcaldesa de la localidad, Lídia Ber, ya ha manifestado que el ayuntamiento acatará la decisión del Departament de Cultura. “Haremos lo que toque hacer”, ha afirmado. Eso sí, la voluntad del municipio es que se puedan compaginar las dos actividades. “La cueva está muy valorada internacionalmente y nos viene gente de todo el mundo”, añade, aunque muy pocos llegan a pisar las calles de Santa Linya.

La carretera de acceso a la Cova Gran de Santa Linya (Sílvia Colomé).

“El camino a la cueva se hizo muy mal, ya que está antes de llegar al pueblo”, se lamentan los vecinos congregados en una tertulia improvisada en una mesa del único bar de la localidad. “Claro que agujerean paredes, pero también se caen piedras de la cueva sin hacer nada”, comenta la vecina Carme Ariet.

“Si hay respeto, la escalada y la arqueología pueden convivir, pero el problema de la Cova Gran es que está muy masificada”, analiza el escalador Manubens. “Solo el magnesio que utilizamos para escalar rompe el poro de la roca calcárea y puede dañar los grabados”, sigue explicando.

“Tendríamos que ser lo suficientemente responsables y valorar que aquí hay parte de la historia humana y Catalunya es muy rica en lugares de escalada. Por ejemplo, existen diez vías de dificultad similar a las de la Cova Gran”. Para el representante de la ACET, la solución es fácil. “Se cierra la cueva y ya está, pero seguro que no todos los escaladores pensarán como yo”.

Vista de la Cova Gran de Santa Linya. (CEPAP-UAB)

Fuente: lavanguardia.com | 10 de octubre de 2017

Descubren más de 1.920 fragmentos de la estatua colosal de Psamético I en Heliópolis (El Cairo, Egipto)

Como un rompecabezas esparcido entre el barro en un descampado de un arrabal de El Cairo. El coloso del faraón Psamético I, localizado parcialmente el pasado marzo en el distrito de Matariya, va recuperando su anatomía. En los últimos meses la misión germano-egipcia que horada el páramo ha hallado hasta 1.920 fragmentos de cuarcita que corresponden a la parte inferior de la gigantesca estatua.



Tres dedos y partes de la falda real componen un tesoro que rescata la figura del monarca (664-610 a.C.) que fundó la dinastía saita, por tener su capital en Sais, ubicada en el delta del Nilo. Durante su longevo reinado, que duró 54 años, Egipto dejó de estar sometido al imperio asirio; recuperó la independencia; experimentó el renacimiento de la civilización faraónica; y cuidó sus lazos con los gobernantes helenos.



Las dos primeras piezas fueron recuperadas en una poza de Suq al Jamis a principios de año. Se hallaban a tres metros bajo el agua y entre las ruinas de Heliópolis, la capital dedicada al dios solar Ra y uno de los centros religiosos más importantes del Antiguo Egipto. Hasta ahora los fragmentos -desenterrados en un aparatoso proceso en el que intervino el ejército egipcio- correspondían a la corona y la parte del torso de un coloso que medía unos ocho metros.


La campaña, integrada por expertos egipcios y alemanes de las universidades de Leipzig y Ciencias Aplicadas de Mainz, ha arrojado luz sobre el resto de su cuerpo. Según Ayman Ashemawi, jefe del equipo local, los fragmentos se han localizado al sur de la ubicación donde aparecieron los primeros bloques. Entre los pedazos, figuran un pilar tallado con el nombre del monarca, una cotizada confirmación para un coloso que tras su hallazgo fue inicialmente adjudicado a Ramsés II.


Los estudios preliminares sugieren, además, que otra colección de 2.000 piezas -pertenecientes también a la parte inferior de la estatua- podría emerger durante la próxima campaña arqueológica. Las recuperadas en la última temporada han sido trasladadas al Gran Museo Egipcio que se construye a escasos metros de las pirámides de Giza y serán ensambladas en su laboratorio. Las dos primeras se encuentran expuestas en el jardín del Museo Egipcio de la plaza cairota de Tahrir.


Junto al puzle de Psamético I se han desempolvado también un ojo de la estatua de Ra-Hor-Akhti -una deidad representada por el halcón- cuya medida podría alcanzar los seis metros. "Sería la mayor figura hallada del dios en el periodo antiguo", ha indicado Ashemawi.

También ha resucitado un fragmento de una estatua privada del periodo tardío y bloques de granito de un coloso de Ramsés II. En la zona norte se ha localizado una pieza de ocho toneladas sin inscripciones y difícil de datar debido a su precario estado de conservación.


El yacimiento fue reducido a ruinas hace más de dos milenios. Desde entonces los vecinos que poblaron sus alrededores convirtieron su perímetro en cantera. Robaron sus piedras para usarlas en sus propias edificaciones o en los inmuebles que aún se levantan sobre el laberíntico barrio islámico de El Cairo.

Fuente: Francisco Carrión, El Cairo | El Mundo, 10 de octubre de 2017
Fotos por gentileza del Ministerio de Antigüedades Egipcio