Excavaciones en la Gruta de Oliveira (Portugal) confirman que los neandertales eran tan inteligentes como el 'Homo sapiens'

Excavaciones en la Gruta de Oliveira (Portugal). Crédito: João Zilhão.

Los neandertales sabían dominar el fuego. Podían encenderlo, alimentarlo y utilizarlo para cocinar, calentarse y defenderse de los animales, al tiempo que reservaban un lugar importante para el mismo en el corazón de los lugares donde vivían.

Esto se desprende de un estudio internacional publicado en la prestigiosa revista científica Plos One que reúne las pruebas y los hallazgos recopilados durante más de veinte años de excavaciones arqueológicas realizadas en una cueva del centro de Portugal. Para la comunidad científica, el estudio es la confirmación de una teoría desarrollada en los últimos años por los arqueólogos, la cual cambia la forma de mirar a los neandertales, esto es, ya no sobre la base de un prejuicio generalizado que siempre los ha considerado inferiores al Homo sapiens, sino más bien como testimonio de la presencia de una forma diferente de la misma especie, cuya reputación de inteligencia y capacidad similares merece ser rehabilitada. Hasta el punto de que es conveniente cuestionarse la necesidad de seguir considerando al neandertal y al Homo sapiens como dos especies diferentes y no, por el contrario, dos formas de una misma especie.

El hecho de que los neandertales fueran capaces de encender un fuego y utilizarlo, entre otras cosas, para cocinar revela lo inteligentes que eran. "Es una confirmación de lo que ya hemos observado y teorizado en estudios anteriores", explica Diego Angelucci (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Trento y coautor del estudio. "Dominaban el pensamiento simbólico, producían objetos artísticos, sabían cuidar su cuerpo mediante adornos y tenían una alimentación muy variada. A este dato se suma ahora el hecho de que, del análisis de los hallazgos, podemos afirmar con certeza que habitualmente consumían alimentos cocinados. Una habilidad que confirma un nivel de competencia similar al del 'Homo sapiens' que vivió milenios después".

Pero, ¿cómo resultó que los neandertales sabían manejar el fuego? "La arqueología moderna coincide en que lo conocían. Pero una cosa es tomar el fuego de la naturaleza a raíz de un incendio que se desarrolló naturalmente, por ejemplo a partir de un rayo, y otra es recrearlo, alimentarlo con madera y utilizarlo como alimento, calor o defensa. En este estudio demostramos que, sin duda, sabían hacerlo, y que el fuego ya era un elemento central en su vida diaria".

Yacimientos arqueológicos del sistema kárstico de Almonda descubiertos y excavados desde 1988.

Una excavación de veinte años

El artículo documenta y compara los numerosos vestigios de fuegos estructurados encontrados en un mismo lugar: la Gruta da Oliveira, en el centro de Portugal, uno de los yacimientos arqueológicos europeos más importantes del Paleolítico Medio. La excepcionalidad de esta cueva es que fue excavada sistemática y minuciosamente durante más de veinte años, entre 1989 y 2012. Fue realizada por un grupo internacional de arqueólogos liderados por João Zilhão (Universidad de Lisboa), autor del estudio junto con Diego Angelucci (UniTrento) y Mariana Nabais (IPHES, Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social de Tarragona).

La cueva forma parte de una vasta red kárstica, el sistema de Almonda, situada sobre un manantial de gran capacidad, con cuevas situadas a diferentes altitudes y ocupadas en varias fases de la Prehistoria. En la Gruta da Oliveira, que incluye múltiples túneles y barrancos, las capas más antiguas se remontan a hace unos 120.000 años y las más recientes a unos 40.000: se cree que estuvo habitada por neandertales hace entre 100.000 y 70.000 años.

"Para nosotros, Almonda es una especie de 'supermercado prehistórico' por la variedad y riqueza de artefactos y restos que hemos ido encontrando a lo largo de los años. Desde los restos del Paleolítico Inferior hasta las piedras talladas de la cultura musteriense, hay realmente de todo", comenta Angelucci.

Herramientas de piedra. 1–2. Rascadores denticulados; 3. Cuchilla; 4. Escama laminar; 5. Perforador; 6. Denticulado; 7. Escama laminar Levallois; 8. Hojuelas de Levallois; 9. Núcleo de Levallois reacondicionado (1–2. , 6–9. Pedernal; 3. Cuarcita; 4–5. Cuarzo).

Hogares y restos de comida

Pero lo que llamó la atención de los arqueólogos en este caso fue la presencia repetida de vestigios de hogares construidos intencionalmente en el espacio habitado y utilizados repetidamente. En un área de excavación de aproximadamente 30 metros cuadrados por 6 metros de espesor de relleno, surgieron una decena en varios niveles estratigráficos. La inconfundible forma circular, a modo de palangana, llena de restos, y al lado y en el interior de los hogares, eran signos inequívocos de la costumbre de cocinar alimentos: "Hemos encontramos huesos quemados, madera quemada, restos de cenizas y comidas quemadas. Y debajo el suelo abrasado por el calor: un detalle importante porque nos dice que la estructura estaba en una posición privilegiada. Y siempre ha estado ahí. El fuego era un elemento fundamental en su vida diaria. Hacía que el lugar fuera más cómodo, lo que ayudaba a socializar. Es decir, restaura esa idea rudimentaria de 'hogar', que quizás también podría aplicarse a ellos", comenta Angelucci.

Uno de los hogares/fuego donde se cocinaba y asaba.

Una dieta variada

¿Qué comían los neandertales? "Pudimos reconstruir lo que comían e incluso sus técnicas de cocinar. Había restos cocidos y huesos quemados de cabras, ciervos, caballos, uros (antepasados ​​del buey), rinocerontes y tortugas, que probablemente fueron colocados sobre el caparazón y guisadas ​​sobre piedras calientes. En el interior de esta cueva se comía carne, pero en otras excavaciones, en cuevas que miran al Mediterráneo occidental, cerca de Cartagena (España), se encontraron restos de pescado, mejillones y moluscos, incluso piñones tostados. Ya habíamos demostrado que llevaban una dieta variada en 2020 en un artículo anterior publicado en Science, pero las excavaciones en Portugal han confirmado además el uso del fuego para cocinar los alimentos", explicita Angelucci.

Entre las cuestiones que las excavaciones aún no han resuelto está cómo los neandertales lograban encender el fuego. "Quizás lo hacían como en el Neolítico, golpeando un pedernal sobre una roca y produciendo chispas que encendían otros objetos, por ejemplo un nido seco. Una técnica prehistórica que se descubrió estudiando a Ötzi, el hombre de las nievas hallado en los Alpes. Pero por el momento no hemos encontrado pruebas de ello". Sin embargo, la excavación de una secuencia que abarca un intervalo de 30.000 años ha permitido a los arqueólogos comparar los datos con otros yacimientos de la misma zona, que en cambio se remontan al Paleolítico Superior y se refieren a un período más reciente, en el que la presencia del Homo sapiens esta atestiguada. "No hemos encontrado diferencias entre ambos: los modos de habitar estos lugares eran similares, frecuentaban las cuevas para vivir en las mismas, y las habilidades mostradas son igualmente semejantes, un signo de inteligencia. Por lo tanto, más que hablar de diferentes especies, habría que referirse a diferentes formas humanas".

Restos óseos neandertales.

El estudio

Esta publicación concluye un largo trabajo de análisis de los datos recopilados sistemáticamente in situ durante treinta años. El equipo portugués de João Zilhão estudió el desconchado de las piedras, mientras Mariana Nabais analizó los restos óseos y realizó análisis espaciales, para ver la distribución de los hallazgos en la cueva y la ubicación de los hogares. El grupo de investigación de la Universidad de Trento (Departamento de Letras y Filosofía) se ocupó de la estratigrafía del suelo y de los estudios microscópicos. «Seguimos las técnicas de la arqueología interdisciplinar actual: estudios preliminares sobre el lugar, excavación meticulosa señalando todos los hallazgos y tamización sistemática de todo el suelo; metodología precisa en la recogida de datos sobre el terreno y obtención de muestras para su posterior análisis al microscopio o en el laboratorio. Este tipo de arqueología se realiza con las más técnicas más avanzadas, si bien requieren tiempo y recursos. Y constituyen lo que enseñamos a nuestros estudiantes de la Universidad de Trento.

Fuente: Universidad de Trento | 12 de octubre de 2023

Investigadores de la Universidad de Zaragoza localizan un nuevo espacio prehistórico en la cueva de Peña Miel (Nieva de Cameros, La Rioja)

Investigadores del Instituto de Investigación en Patrimonio y Humanidades (IPH) y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA) de la Universidad de Zaragoza, pertenecientes al Grupo de investigación Primeros pobladores y patrimonio arqueológico del valle del Ebro (P3A), han retomado las excavaciones en la cueva de Peña Miel (Nieva de Cameros, La Rioja).
Durante los trabajos, realizados en octubre de 2023, se ha localizado un nuevo espacio de hábitat prehistórico en la parte interior de la cavidad, que será excavado en extensión en próximas campañas. Su estado de conservación parece óptimo y permitirá conocer mucho mejor los rasgos de la transición del Paleolítico medio al Paleolítico superior en la Cordillera Ibérica.

Esta campaña pretendía evaluar el potencial arqueológico restante en la cavidad, precisar las dataciones ya obtenidas en años anteriores mediante radiocarbono AMS y estimulación óptica de la luz (OSL) y confirmar la posible presencia de humanos modernos en las fases más recientes de ocupación. El equipo investigador ha estado dirigido por los profesores Carlos Mazo (IUCA) y Rafael Domingo (IPH). Lo integran, además, las profesoras Pilar Utrilla (IPH) y Lourdes Montes (IUCA), la investigadora posdoctoral Cristina López-Tascón y la predoctoral Ekaterina Shveygert, junto con alumnas del Grado de Historia de la Universidad de Zaragoza. Las dataciones por luminiscencia han sido realizadas por Alicia Medialdea, del Centro Nacional de la Evolución Humana de Burgos.

Boca de la Cueva de Peña Miel

La primera gruta paleolítica excavada en España

La cueva de Peña Miel fue la primera gruta paleolítica excavada en España. El pionero investigador francés Édouard Lartet la visitó en 1865, desarrollando trabajos arqueológicos durante el mes de agosto, en los que recuperó materiales líticos y óseos en cinco niveles arqueológicos, que atribuyó a la “Edad del Reno”. En aquel momento, aún no se había fijado la periodización de la Prehistoria que ha llegado hasta nuestros días; el propio Lartet venía de excavar, en los años precedentes, yacimientos icónicos como Aurignac, Le Moustier o La Madeleine, que posteriormente dieron nombre a algunos de los periodos paleolíticos.
Los trabajos de Lartet sirvieron para que la cueva fuese mencionada en las principales obras de sistematización del pasado prehistórico ibérico pero, poco a poco, fue cayendo en el olvido. A inicios de los años 80, un equipo de la Universidad de Zaragoza encabezado por Pilar Utrilla reencontró la cavidad, la excavó con metodología moderna y la publicó en la serie de Excavaciones Arqueológicas en España del Ministerio de Cultura, en 1987.

En esa intervención se aquilató la estratigrafía de Lartet y se comprobó que las ocupaciones en la cavidad se debían a grupos neandertales que la habían utilizado como refugio. Presentaba, en la primera sala, tres niveles atribuidos a las fases finales del Musteriense, con industrias líticas características, un notable conjunto de piezas en industria ósea y una fragmentación de la fauna extrema, que parecen indicar su empleo como campamento de uso prolongado con un buen acondicionamiento del espacio. El más reciente de los niveles musterienses, el 'c', ofrece en su parte superior materiales que por sus rasgos y materia prima utilizada podrían haber sido elaborados por humanos anatómicamente modernos, de cultura material auriñaciense (la cultura Auriñaciense sustituyó a partir del 38.000 antes del presente, aproximadamente, a la cultura Musteriense en el inicio del Paleolítico Superior).

Fuente: unizar.es | 31 de octubre de 2023

La Rioja Alavesa fue el escenario de la guerra a gran escala más antigua en Europa

Vista de superficie de la esquina este del depósito funerario antes de ser excavado.

A dos kilómetros de la localidad de Laguardia (Álava), cerca de la laguna de Carralogroño, una excavadora desenterró en 1985 una gran cantidad de restos humanos. Tan solo estaba realizando trabajos de ampliación de un camino agrícola en una zona de viñedos, en plena Rioja alavesa, pero descubrió, sin proponérselo, uno de los yacimientos arqueológicos más singulares de la península ibérica: San Juan Ante Portam Latinam, curioso nombre que hace referencia a una antigua cofradía que poseía viñas en ese lugar. Las excavaciones de principios de los años 90 en este abrigo natural de pequeñas dimensiones revelaron la existencia de un enterramiento con más de 300 individuos que mostraban signos de violencia y que tenían unos 5.000 años de antigüedad. Sin embargo, hasta ahora no conocíamos el verdadero significado de esta enorme sepultura colectiva.

Un artículo publicado en la revista Scientific Reports, del grupo Nature, vuelve a analizar los restos y llega a la conclusión de que ocultan una historia espectacular: estamos ante el conflicto bélico más antiguo del que tenemos indicios en toda Europa. Hasta ahora, se había considerado que los huesos de San Juan Ante Portam Latinam eran el testimonio de una masacre similar a las que se han documentado en otros yacimientos del Neolítico, pero este nuevo estudio parece dejar claro que quienes fueron enterrados cerca de Laguardia entre los años 3380 y 3000 a. C., según las dataciones por radiocarbono, fueron víctimas de una importante guerra sostenida en el tiempo. Hasta ahora el indicio más antiguo de una batalla de grandes dimensiones estaba en el valle del río Tollense, al norte de Alemania, pero ocurrió más de mil años después, ya en la Edad de Bronce.

Plano donde se reconstruyen los esqueletos mejor conservados.

Por eso, el enterramiento de Laguardia adquiere desde hoy una enorme relevancia histórica: contiene los esqueletos de, al menos, 338 individuos; 52 puntas de flecha hechas de pedernal, un tipo de cuarzo, de las cuales 36 tienen señales de haber impactado en un objetivo; numerosas heridas en los huesos provocadas por esta arma y no curadas, de manera que se produjeron poco antes de la muerte; y otras lesiones ya cicatrizadas que dan testimonio de batallas anteriores. La gran mayoría de los afectados eran varones adolescentes y adultos. Con todos estos datos, los autores del trabajo creen haber encontrado las pruebas irrefutables de la primera guerra organizada de la historia de Europa.

En declaraciones a El Confidencial, Teresa Fernández-Crespo, investigadora de la Universidad de Valladolid y primera autora, explica por qué era necesario volver a analizar San Juan Ante Portam Latinam. “En su momento, se hizo un estudio osteológico muy completo y sistemático para la época, que requirió muchísimo trabajo, porque la cantidad de material es ingente”, reconoce. "De hecho, ese primer trabajo fue pionero, en muchos aspectos. Por ejemplo, nunca hasta entonces se habían descrito heridas por punta de flecha. Sin embargo, llamaba mucho la atención, precisamente, que hubiera tantas lesiones por este motivo, algunas que se podían observar de manera directa sobre el hueso y otras que se podían interpretar de manera indirecta y que habrían afectado a los tejidos blandos del individuo. Por el contrario, apenas hay golpes. En todo el yacimiento solo está registrado un traumatismo en la cabeza, sin cicatrizar".

Todo esto no cuadraba con la interpretación que se le había dado hasta ahora. La mayoría de los historiadores consideraban que en este lugar se había producido una masacre típica del Neolítico, aunque fuera de mayores dimensiones que las encontradas en otros lugares.

“Una masacre es una matanza indiscriminada y ocurre cuando un grupo entra en un poblado y aniquila a sus habitantes con el fin de saquear o conseguir recursos”, apunta la experta. Así, en otros lugares de Europa se han hallado fosas comunes de esta época, pero que rondan los 20 individuos incluyendo mujeres, hombres y niños en proporciones similares a las esperables en cualquier asentamiento; y casi siempre con abundantes traumatismos craneales. Hasta ahora, se pensaba que este era el único tipo de conflicto que podía ocurrir hace 5.000 años, porque se suponía que esas sociedades no tenían capacidades para sostener peleas a mayor escala.

Ejemplos de lesiones craneales no curadas.

El significado de heridas y cicatrices

Sin embargo, nada de eso cuadra con lo descubierto en Laguardia, especialmente, por el número de cuerpos enterrados, pero también por el resto de los detalles. De hecho, "las puntas de flecha son “muy inusuales dentro del registro europeo”, pero se han hallado en otros lugares de este entorno del norte peninsular. En cualquier caso, lo más destacado es que los esqueletos con signos claros de violencia pertenezcan principalmente a varones, lo que hace pensar en una organización social pensada para la guerra.

Además, la distinción entre heridas recientes y otras cicatrizadas también es fundamental. Las segundas evidencian que esos individuos habían participado en eventos violentos anteriores, al menos en dos ocasiones, el primero de los cuales tendría que haber ocurrido meses antes. “Cuando nos rompemos un hueso, cicatriza en mes y medio o dos meses, así que sabemos que, como mínimo, había pasado ese tiempo, pero en realidad también podrían haber pasado años”, señala la investigadora de la Universidad de Valladolid. "En cualquier caso, este indicio nos hace pensar en una guerra, un conflicto con un desarrollo largo y una violencia a gran escala por el número de individuos que están involucrados. Desde luego, no es el ataque por sorpresa a un poblado, sino un tipo de violencia organizada”.

Este análisis da idea de la enorme complejidad que ya tenían aquellos pueblos y que, hasta ahora, se pensaba que no se había desarrollado hasta un milenio más tarde. “No hay otros indicios de violencia a gran escala hasta el campo de batalla del valle del Tollense”, comenta Teresa Fernández-Crespo en referencia al yacimiento alemán que se ha fechado en torno al año 1250 a.C. "En ese caso, la mayoría de los combatientes son varones, un claro indicio de organización para la pelea. No obstante, solo se ha excavado una parte".

Ejemplos de lesiones poscraneales no curadas.

Lo mucho que queda por saber

Una de las diferencias con respecto a San Juan Ante Portam Latinam es que en tierras alavesas "no se han encontrado los indicios del combate como tal, sino que el yacimiento corresponde más bien con el enterramiento posterior de las víctimas. “Probablemente, sean todos al mismo bando”, comenta la experta. “Normalmente, cuando hay guerras y hay caídos en el campo de batalla, se les hace una fosa común, pero sería muy extraño que se enterraran mezclados individuos de los dos grupos. Generalmente, el bando vencedor es el que recupera a sus caídos, ya que si estás muy diezmado no tienes posibilidad de hacerlo”, señala.

Además, puede haber un primer enterramiento temporal, para después buscar un lugar más apropiado. "Sin embargo, en este caso, dadas las dimensiones, podemos suponer que era muchísimo trabajo para este tipo de sociedades”. Por eso, también es de suponer que el campo de batalla no estaría lejos del enterramiento. “Seguramente, estuvieran defendiendo su propio territorio y por eso fueron capaces de recoger los cadáveres y depositarlos en este lugar”, comenta.

En cualquier caso, ¿Quiénes eran estos pueblos? “Asumimos que fue un conflicto de carácter regional”, afirma la investigadora. En esa época se produjo un gran crecimiento demográfico en la zona y es habitual utilizar enterramientos como cuevas y abrigos rocosos, aunque también se construyeron monumentos megalíticos. “Hay diferencias en las formas de vida y pensamos que pudo haber una competencia por los recursos entre estos grupos, que tienen diferencias culturales, lo que pudo llevarse al extremo de una violencia letal”, explica.

Nuevas investigaciones pueden aclarar todos estos detalles en un futuro próximo. En particular, la movilidad de estas poblaciones a través de estudios genéticos y sobre todo de análisis de isótopos estables en los restos óseos arqueológicos, un tema en el que Teresa Fernández-Crespo está especializada.

“Ello nos van a permitir confirmar si se trata de poblaciones locales o podría tratarse de un ejército invasor, aunque no es lo más plausible”, afirma la científica de la Universidad de Valladolid, que también ha pasado por la Universidad de Oxford (Reino Unido) y el CNRS francés; y que firma el artículo junto a otros expertos de la empresa Arkikus, la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la Universidad de País Vasco, la Universidad de Cantabria y el Instituto Alavés de Arqueología.

Fuentes: elconfidencial.com | eldiadevalladolid.com | 2 de noviembre de 2023

Descubren un raro tatuaje de Jesucristo en el pie de un africano medieval enterrado en un desierto de Sudán

El Centro Polaco de Arqueología Mediterránea de la Universidad de Varsovia (PCMA UW) ha comunicado el hallazgo de un raro tatuaje religioso en un individuo enterrado en un cementerio cerca de un monasterio medieval en Sudán. Este emplazamiento arqueológico comenzó a investigarse en 2012, y actualmente se analizan los restos fúnebres de cientos de tumbas de la región.

El hallazgo del tatuaje religioso se produjo gracias a la antropóloga Kari A. Guilbault, de la Universidad Purdue (EE.UU), durante una documentación fotográfica llevada a cabo para su investigación doctoral. El tatuaje se encontraba en el pie derecho de un individuo y, gracias a las imágenes tomadas con una cámara de espectro completo, y mejoradas de manera digital empleando el software ImageJ, con un complemento DStretch, se pudo extraer el diseño completo de tatuaje, relacionado con Jesucristo.

El monasterio cristiano medieval de Ghazali, que data de los siglos VII-XIII, se encuentra en la región Wadi Abu Dom del desierto de Bayuda, en el estado norte de Sudán, a unos 20 kilómetros de la ciudad de Karima. Se trata de uno de los emplazamientos arqueológicos mejor conservados de Sudán y donde, entre 2012 y 2018, un equipo polaco-sudanés del PCMA UW, dirigido por el profesor Artur Obłuski, realizó las investigaciones arqueológicas que permitieron extraer los restos humanos que actualmente se analizan.

Sitio arqueológico de Ghazali / M. Bogucki vía Centro Polaco de Arqueología Mediterránea.

Una investigación de décadas

Estos restos humanos pertenecen a cuatro cementerios cercanos al monasterio, que cuentan con cientos de tumbas. El bioarqueólogo Robert J. Stark, del PCMA UW, junto con un equipo de investigación, es el encargado de analizar estos restos para determinar su procedencia e intentar dilucidar el modo de vida de esos individuos.

La antropóloga Kari A. Guilbault, descubridora del tatuaje, declaró al PCMA UW que “fue toda una sorpresa ver lo que parecía ser un tatuaje cuando estaba trabajando con la colección Ghazali”. La experta explicó que "al principio, no estaba segura, pero que, cuando se procesaron las imágenes y el tatuaje fue claramente visible, se disiparon todas las dudas iniciales”.

El tatuaje se trata de un cristograma, con las letras griegas “alfa” y “omega”. Los criptogramas son símbolos religiosos que combinan los caracteres griegos “chi” y “rho”, formando así un monograma con la abreviatura del nombre de Cristo.

Por su parte, las letras griegas “omega” y “alfa”, la primera y la última del alfabeto, simbolizan a Dios como el principio y el fin de todo en la religión cristiana. Así, este tatuaje abre varias incógnitas acerca de los signos de la fe en la Nubia medieval, y de cómo se empleaban los tatuajes en la cultura del medievo.

Fuente: elconfidencial.com | 30 de octubre de 2023

Los 'Homo sapiens' y los neandertales se aparearon hace 250.000 años, mucho antes de lo que se pensaba

Anteriormente se creía que los neandertales y los 'Homo sapiens', cuyos cráneos se muestran arriba, se encontraron por primera vez hace unos 75.000 años.(Crédito de la imagen: Shutterstock)

Los neandertales y los humanos anatómicamente modernos se cruzaron inicialmente hace 250.000 años, una fecha mucho anterior a lo que se pensaba, sugiere un nuevo estudio.

Hasta ahora se creía que los neandertales y los humanos anatómicamente modernos (Homo sapiens) se cruzaron por primera vez hace más de 75.000 años, según un análisis genético de 2016 publicado en la revista Nature. Sin embargo, un nuevo análisis, publicado recientemente en la revista Current Biology, ha revelado que un grupo de Homo sapiens de África se cruzó con los neandertales en Eurasia hace unos 250.000 años.

Este grupo de humanos se extinguió, pero dejó una huella genética en el ADN de los neandertales descendientes de este evento de mestizaje: el 6% del genoma de un neandertal descubierto en Siberia contenía ADN humano. Algunas poblaciones subsaharianas de humanos anatómicamente modernos también heredaron el ADN neandertal cuando grupos de humanos que se habían cruzado con neandertales emigraron de regreso a África.

"La comprensión mejorada que se deriva de esta investigación nos permitirá detectar el ADN neandertal en los genomas humanos modernos, así como el proceso inverso, con mayor precisión", dijo Michael Dannemann (izquierda), profesor asociado de genómica evolutiva y poblacional en la Universidad de Tartu, en Estonia, el cual no participó en la investigación, a Live Science en un correo electrónico.

"Esto ayudará a los científicos a predecir cómo los eventos de mestizaje impactaron en las características físicas de ambos grupos, al tiempo que mejorarán nuestra comprensión de los patrones de migración y las interacciones entre los humanos modernos y los neandertales", añade Dannemann.

En 2020, la idea de que la mayor parte del mestizaje entre humanos y neandertales modernos se produjo en Eurasia fue cuestionada por un estudio de la revista Cell que encontró ADN neandertal en genomas humanos en el África subsahariana. Sin embargo, se desconocía el origen de este ADN y el análisis se limitó a poblaciones con ascendencia principalmente relacionada con Níger-Congo.

En el nuevo estudio, los autores compararon el genoma de un "neandertal de Altai", en Siberia, de 122.000 años de antigüedad, con el de 180 personas de 12 poblaciones modernas del África subsahariana. Luego desarrollaron una herramienta estadística para descubrir los orígenes del ADN neandertal en el genoma de los humanos modernos.

"El análisis estadístico analizó genes compartidos tanto por humanos como por neandertales e intentó determinar si ciertos alelos o variantes genéticas que parecían de origen neandertal llegaron a los humanos modernos o viceversa", dijo Alexander Platt (derecha), coautor del estudio y científico investigador principal del Departamento de Genética de la Universidad de Pensilvania.

Los autores descubrieron que todos los genomas subsaharianos estudiados contenían ADN neandertal que procedía principalmente de este evento de mestizaje entre humanos y neandertales de hace 250.000 años. Algunas poblaciones subsaharianas también tenían ADN neandertal en hasta el 1,5% de sus genomas, el cual fue heredado de Homo sapiens que habían emigrado de regreso a África.

Además, los autores descubrieron que la mayor parte del ADN humano en el genoma neandertal se encontraba en regiones no codificantes (es decir, ADN que no codifica proteínas), lo que implica que los genes humanos habían sido seleccionados durante la evolución neandertal. Además, en el genoma humano faltaba ADN de neandertal en el mismo lugar.

"Eso significa que ninguna región del ADN es particularmente mejor que la otra, simplemente son malas coincidencias para el resto del genoma", dijo a Live Science Fernando Villanea, genetista de poblaciones de la Universidad de Colorado Boulder quien no participó tampoco en el estudio de investigación. "Creo que fue realmente genial alejarse de esta idea de que, oh, los neandertales son inferiores de alguna manera, a esta idea de que somos simplemente dos especies diferentes y que evolucionamos para cosas diferentes en nuestros genomas", añade.

Los autores esperan que los hallazgos actuales ayuden a responder otras preguntas sobre la evolución humana.

"Sería realmente genial aprender más sobre el genoma de esa población que existió hace 250.000 años y compararlo con los genomas de los humanos modernos", dice a Live Science Sarah Tishkoff (derecha), autora principal del estudio y profesora de genética y biología en la Universidad de Pensilvania. "Tal vez eso nos diga algo interesante sobre la historia evolutiva o la adaptación humana", concluye.

Fuente: livescience.com | 24 de octubre de 2023

Huellas fósiles halladas en playas de Sudáfrica señalan que, hace más de 75.000 años, ya se usaba algún tipo de calzado similar a chanclas

Una huella fósil encontrada en las playas del sur del Cabo de Buena Esperanza. Charles Helm.

Un importante hallazgo fue realizado por un grupo de arqueólogos quienes dieron con huellas fósiles de nuestra especie en Sudáfrica, las cuales sugieren que se pudo haber haber usado probablemente chancletas o chanclas ya en la Edad de Piedra Media (hace 150.000 y 75.000 años).

Este descubrimiento arqueológico podría significar que nuestra especie tenía capacidades cognitivas y prácticas complejas mucho antes de lo que se pensaba, según los estudios de arqueología.

El calzado más antiguo conocido en Europa tiene unos 6.000 años, pero los rastros de fósiles de tres paleosuperficies (superficies de considerable antigüedad) encontrados en la costa del Cabo de Sudáfrica cambian esa narrativa.

Según uno de los investigadores, el Dr. Bernhard Zipfel (izquierda), del Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica, la nueva evidencia revela que los humanos anatómicamente modernos de la época ya usaban algún tipo de calzado para caminar por la playa. "Todos suponíamos que la gente habitualmente andaba descalza. Sin embargo, en aquella época la costa sur del Cabo tenía rocas muy afiladas. Tiene sentido que la gente usara calzado para protegerse. Hace cien mil años, una lesión en el pie podría haber sido fatal", dijo Zipfel en un comunicado.

No hay pruebas contundentes de qué tipo de calzado usaban los antiguos homínidos. El cuero y los materiales vegetales se habrían biodegradado. Zipfel y sus compañeros investigadores consideraron, por tanto, determinadas huellas como pistas de uso de "calzado".

Sin embargo, el registro global de sitios atribuidos con huellas de calzado es escaso y sólo se han postulado cuatro yacimientos de esta naturaleza con más de 30.000 años de antigüedad, todos ellos de Europa occidental. Esto incluye un yacimiento neandertal. Por tanto, la investigación en icnología puede desbloquear nuevos conocimientos sobre la historia de la civilización.

La icnología ayuda a buscar evidencia de huellas de personas que usan algún tipo de calzado. Al analizar estas huellas, los icnólogos pueden aprender más sobre el comportamiento, el movimiento y las interacciones de las poblaciones humanas antiguas.

Foto: Huellas que tienen bordes nítidos ni marcas de dedos sugieren que sus creadores pudieron haber estado calzados. Crédito de la imagen: Charles Helm.

¿Qué calzado era utilizado?

Zipfel, que también es podólogo, cree que el tipo de calzado que se usaba eran plakkies, o lo que conocemos como chancletas o chanclas. Esto está respaldado por evidencias arqueológicas recientes de sandalias usadas por el pueblo San. "Era importante que este tipo de calzado resistiera las preocupaciones medioambientales", explica.

Los investigadores improvisaron calzado primitivo y con él caminaron arriba y abajo por las mismas playas que pisaron lo homínidos. Al caminar en diversas condiciones pudieron estudiar la huellas dejadas por el calzado de chanclas tanto en la arena seca como mojada. El equipo pudo comparar los sitios con huellas reales (entre 150.000 y 70.000 años de antigüedad) de calzado a través de imágenes computarizadas. "Comprobamos que había correlaciones asombrosas", dijo Zipfel.

Su teoría, publicada en la revista Ichnos, revela al menos tres sitios de huellas en la costa sur del Cabo que pueden haber sido creadas por humanos que usaban algún tipo de calzado.

"Aunque nuestra evidencia no es concluyente, estamos satisfechos con nuestros descubrimientos. También contribuimos a la investigación sobre cuándo los humanos pudieron comenzar a calzarse. Estas investigaciones han sido pocas y espaciadas, pero vale la pena señalar que los hallazgos de la investigación sugieren firmemente que la región del sur de África ha sido un centro para el desarrollo de capacidades cognitivas y prácticas durante un largo período", concluye Zipfel.

Fuentes: theconversation.commdzol.com

Arqueólogos afirman que roca grabada es un 'mapa del tesoro'

La losa Saint-Belec tras ser restaurada en Leuhan, Francia. Imagen: Paul du Chatellier/Archives departementales du Finistere/AFP.

Un trozo de roca con misteriosas marcas que permaneció en gran parte sin estudiar durante 4.000 años se considera ahora un "mapa del tesoro" para los arqueólogos, que lo utilizan para buscar yacimientos antiguos en el noroeste de Francia.

La llamada losa de Saint-Belec fue reivindicada en 2021 como el mapa más antiguo de Europa, y, desde entonces, los investigadores trabajan para comprender sus grabados, tanto para datarla como para redescubrir monumentos perdidos.

"Utilizar el mapa para intentar encontrar yacimientos arqueológicos es un gran enfoque. Nosotros nunca trabajamos así", afirma Yvan Pailler (izquierda), profesor de la Universidad de Bretaña Occidental (UBO).

Los yacimientos antiguos se descubren más a menudo gracias a sofisticados equipos de radar, fotografías aéreas o por accidente en las ciudades cuando se excavan los cimientos de nuevos edificios.

La búsqueda del tesoro podría durar 15 años

"Es el mapa de un tesoro", afirma Pailler. Pero el equipo no ha hecho más que empezar su búsqueda del tesoro. El mapa antiguo abarca un área de unos 30 por 21 kilómetros. Clement Nicolas (derecha), del CNRS, colega de Pailler, explica que "habrá que inspeccionar todo el territorio y cotejar las marcas de la losa. Según él, ese trabajo podría llevar 15 años".

Nicolas y Pailler formaron parte del equipo que redescubrió la losa en 2014 (fue descubierta inicialmente en 1900 por un historiador local que no comprendió su importancia).

A los expertos franceses se unieron colegas de otras instituciones francesas y extranjeras para empezar a descifrar sus misterios. "Había algunos símbolos grabados que enseguida cobraron sentido", explica Pailler.

En las gruesas protuberancias y líneas de la losa podían verse los ríos y montañas de Roudouallec, parte de la región de Bretaña, a unos 500 kilómetros al oeste de París. Los investigadores escanearon la losa y la compararon con los mapas actuales, encontrando una coincidencia aproximada del 80 %.

"Aún tenemos que identificar todos los símbolos geométricos y la leyenda que los acompaña", explica Nicolas.

La losa está llena de pequeños huecos que, según los investigadores, podrían indicar túmulos, viviendas o depósitos geológicos. Descubrir su significado podría dar lugar a una avalancha de nuevos hallazgos.

Contextualizar el descubrimiento

Pero antes, los arqueólogos han pasado las últimas semanas excavando en el lugar donde se descubrió inicialmente la losa, que, según Pailler, es uno de los mayores enterramientos de la Edad de Bronce en Bretaña. "Intentamos contextualizar mejor el descubrimiento para poder datar la losa", explica Pailler.

En la última excavación ya han aparecido un puñado de fragmentos de la losa no descubiertos hasta ahora. Al parecer, las piezas se habían roto y utilizado como muro de una tumba, lo que, según Nicolas, podría significar una dinámica de poder cambiante en los asentamientos de la Edad del Bronce.

La zona cubierta por el mapa corresponde probablemente a un antiguo reino, tal vez uno que se derrumbó en revueltas y rebeliones. "La losa grabada ya no tenía sentido y estaba condenada al romperse y utilizarse como material de construcción", explica Nicolas.

Fuente: dw.com | 25 de octubre de 2023