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Confirman que los primeros habitantes de Galicia vivieron en Porriño (Pontevedra) hace más de 300.000 años

El arqueólogo, Eduardo Méndez Quintas (izquierda) y el alcalde de Porriño, Alejandro Lorenzo, en As Gándaras. D.P.

Los primeros habitantes de Galicia vivieron en Porriño (Pontevedra) hace más de 300.000 años. Así lo confirman los resultados del yacimiento paleolítico de As Gándaras de Budiño que hicieron públicos el arqueólogo de la Universidad de Vigo, Eduardo Méndez Quintas, y el alcalde de Porriño, Alejandro Lorenzo. Este último asegura que “los resultados de este estudio son de vital importancia a nivel nacional e internacional, ya que no solo cambian el conocimiento que tenemos sobre la historia en Porriño, sino que reescriben la Prehistoria en Galicia”.

Este yacimiento de As Gándaras de Budiño fue el primer enclave de la época paleolítica en ser identificado y excavado en Galicia. Inicialmente por Emiliano Aguirre en 1963, conocido por ser el impulsor del proyecto de Atapuerca.

Excavaciones de Emiliano Aguirre, donde se observan las importantes concentraciones de materiales líticos, interpretados como “suelos de taller” (AGUIRRE 1964).

En parte por ello, Budiño pasó a convertirse en un yacimiento de referencia a nivel nacional e internacional, pero altamente problemático, ya que las primeras dataciones indicaban una cronología de unos 25.000 o 15.000 años de antigüedad, cuando este tipo de enclaves tenían que tener una edad superior a los 100.000 años. “Esto llevó a la idea de que en el noroeste de la península ibérica existía un Paleolítico atípico y anacrónico con respecto a los que sucedía en el resto del suroeste de Europa”, explica Méndez Quintas, indicando que “esto suponía un argumento para defender la idea del atraso secular de Galicia, el cual arrancaba ya en el Paleolítico”.

“De ahí la relevancia de la investigación desarrollada en el yacimiento de As Gándaras por el equipo de investigadores liderados por Eduardo Méndez Quintas y el investigador Manuel Santonja, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), que resuelven estos errores en la cronología y desmienten esta falsa creencia”, defienden desde el Concello de Porriño.

Excavación en As Gándaras do Budiño. Concello de O Porriño.

Resolver la cronología del yacimiento

Los trabajos realizados en la última campaña tenían como objetivo, precisamente, resolver la cronología del yacimiento. Para eso, entre otras medidas, se extrajeron muestras geológicas que se enviaron a la Universidad de Adelaide, en Australia, para su estudio mediante la técnica de luminiscencia ópticamente estimulada sobre los sedimentos. Los resultados confirman lo que los arqueólogos sospechaban: los niveles más antiguos del yacimiento tienen más de 310.000 años de antigüedad, mientras que los niveles superiores tienen entre 25.000 y 55.000 años.

Hasta ahora el más antiguo de Galicia, ubicado a escasos kilómetros del de Budiño era el de Porto Mayor, en As Neves, con unos 300.000 años a sus espaldas. "En este caso superamos esa datación y la situamos en unos 310.000 años, por lo que Porto Mayor pasa a ser el segundo en antigüedad".

“Podemos decir que As Gándaras de Budiño tiene el yacimiento con presencia humana más antiguo de Galicia. Vamos viendo que tenemos un poblamiento antiguo equiparable al del resto de la Península”, afirma el arqueólogo, explicando que “la cronología del yacimiento y las características de las herramientas líticas acrecientan la importancia del sitio en el contexto del desarrollo cultural y humano del final de Pleistoceno Medio europeo. Sitios como As Gándaras justifican la coexistencia en esta época de varias tecnologías diferentes, producidas a su vez por especies humanas diferentes y con orígenes geográficos diferentes: una especie africana intermedia y los neandertales”.

A una escala mayor, a nivel Europa, añade: "Con la cronología que tiene el yacimiento, y el aspecto de sus herramientas líticas, es otro yacimiento más que viene a apoyar un poblamiento peculiar del sur de Europa con respecto al Norte en esa época. Los datos de Budiño nos permiten descubrir y entender cómo ha sido el proceso del poblamiento humano en el continente europeo durante el último medio millón de años, dado que apoyan una teoría que manejábamos: que el poblamiento de la Península se desarrolla hace menos de 400.000 años con poblaciones de origen africano", concluye. "En Europa, en esa misma cronología, indica que el poblamiento es frutos de la población local, generada en Europa".

Otro de los aspectos relevantes se refiere a los materiales encontrados en la excavación en área de 30 metros cuadrados que hicieron el pasado verano y que complementa la campaña de sondeos del 2018. En esa pequeña superficie intervenida se recuperaron más de mil artefactos líticos, entre los que destacan abundantes ejemplos de bifaces y otras piezas características de las industrias de tipo achelense.

El alcalde de O Porriño, Alejandro Lorenzo (izquierda) y el arqueólogo, Eduardo Méndez Quintas, sostienen bifaces achelenses de distinto tamaño.

Las excavaciones se retomarán el próximo mes de julio

Teniendo en cuenta la importancia de los resultados obtenidos, el Concello de Porriño adelanta que los trabajos en el yacimiento se retomarán este año, previsiblemente en el mes de julio, para tratar de agotar el depósito con restos arqueológicos hasta llegar a las capas datadas en más de 300.000 años y conocerlas con mayor precisión. Ello ocupará unas tres semanas de trabajo de campo con la participación de una quincena de personas, incluidos estudiantes de la Universidad de Vigo y de otras universidades gallegas y centros universitarios de toda Europa.

Los trabajos estarán financiados por la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia y por el Concello de Porriño. “Eduardo y su equipo cuentan con el total respaldo del Concello para continuar avanzando en su hoja de ruta y puesta en valor de las Gándaras de Budiño”, concluye el alcalde.

Fuentes: farodevigo.es | lavozdegalicia.es | 22 de marzo de 2023

Unas puntas de 54.000 años sugieren que los ‘Homo sapiens’ ya disparaban flechas cuando contactaron con los neandertales

El coautor Ludovic Slimak muestra una nanopunta neroniana encontrada en la capa E de Grotte Mandrin. Los estudios de estas puntas muestran que las mismas se utilizaron como puntas de flecha hace 54.000 años en la Francia mediterránea. (Foto Philippe Psaila).

La historia de los primeros encuentros entre neandertales y humanos modernos podría depender de centenares de piedrecitas halladas en una gruta del sur de Francia. Talladas con mimo, estas piedras de sílex serían puntas de flechas, según los autores del descubrimiento. Datadas hace unos 54.000 años, se trataría del ejemplo más antiguo de su uso en Europa occidental. Entre los estudiosos de la evolución humana hay consenso en que el arco y la flecha fue una tecnología que dio una ventaja competitiva a los humanos modernos sobre los neandertales. De confirmarse, supondría que los Homo sapiens llegaron a los dominios de los Homo neanderthalensis milenios antes de lo que se creía. Pero la duda se extiende entre otros científicos.

En febrero del año pasado, un grupo de científicos franceses publicó un estudio que levantó tanta polvareda como escepticismo entre los paleontólogos. En aquel trabajo, detallaban el hallazgo de varios dientes en una gruta del valle del Ródano, en Francia. Todos pertenecían a neandertales, salvo uno: un diente de leche incompleto de un niño de no más de siete años. Sostienen que pertenecía a un Homo sapiens, es decir, a un humano moderno. Estimaron que debía tener 54.000 años. El problema con esta datación es que implicaría adelantar varios milenios la llegada de los cromañones a Europa occidental. De ahí la relevancia de este nuevo trabajo, publicado en Science Advances, que añade un segundo argumento, las flechas, un invento de los humanos modernos.

Desde hace unos 300.000 años, los territorios europeos fueron el dominio de los neandertales, que se extinguieron hace unos 40.000 años arrinconados, según parece, en la península ibérica. Aunque es un tema debatido, para los científicos, estos humanos habrían sucumbido en un proceso en el que la expansión de otros humanos, los modernos, fue clave. Durante ese periodo, los sapiens salieron de África por Suez y se expandieron por el resto del mundo, llegando al occidente europeo en la parte final del Paleolítico medio. Las pistas más seguras se encuentran en Alemania e Italia hace entre 48.000 y 45.000 años. Apoyar el vuelco a esta historia en un único diente es, al menos, comprometido.

Puntas líticas halladas en la Gruta Mandrin, Francia. (A) Punta grande (1) versus nanopunta (2). (B) micropuntas y nanopuntas neronianas; (1 a 3) nanopuntas alargadas, (4) nanopunta puntiaguda, (5 y 6) nanopuntas y (7 y 8) micropuntas. La escala gráfica es de 1 céntimo de euro (diámetro, 16,25 mm).

Pero los mismos investigadores que encontraron el diente de leche hallaron en la misma capa de terreno unos 1.500 artefactos de piedra. Hechos en su mayoría de sílex o pedernal, hay hojas cortantes, lascas afiladas por ambos lados y un extremo romo y centenares de pequeñas puntas de forma triangular. Para ellos, debían ser puntas de flechas. Eso implicaría que aquellos humanos usaban arcos y flechas para cazar, una tecnología con la que los neandertales no contaban y que dio una ventaja competitiva a los Homo sapiens. Las estudiaron con todo detalle, llegando a montarlas en nuevas flechas y disparándolas sobre animales para ver su desgaste y compararlas con las de la gruta.

La investigadora de la Universidad de Aix-Marsella (Francia) y primera autora del estudio, Laure Metz (izquierda), explica la relevancia de analizar estas piezas: “Al estudiar las puntas y todos los demás artefactos descubiertos en la cueva Mandrin, enriquecemos profundamente nuestro conocimiento de estas tecnologías en Europa y nos permite hacer retroceder la era del tiro con arco en Europa en más de 40.000 años”, dice la también científica de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos). La comparación con lo encontrado en otras capas que se corresponden con la ocupación neandertal permite saber también qué armas usaban ellos. “El estudio muestra que los neandertales no desarrollaron armas propulsadas mecánicamente y continuaron usando sus armas tradicionales basadas en el uso de enormes puntas en forma de lanza que empujaban o arrojaban con la mano”, completa Metz.

Los investigadores hicieron réplicas de las puntas de piedra usando pedernal local y las incorporaron en lanzas y flechas. Crédito: Ludovic Slimak.

El autor sénior de esta investigación Ludovic Slimak (derecha), investigador de la Universidad de Toulouse-Jean Jaurès (Francia), destaca en un correo la importancia de las flechas que han encontrado: “El arco ofrece una ventaja competitiva fundamental a las poblaciones familiarizadas con esta tecnología” Entre sus argumentos recuerda que los arcos y otros sistemas de propulsión como las azagayas permiten cazar a distancia con mucha precisión a gran velocidad y mayor eficiencia. “La lista es muy larga y aporta una gran diferencia con poblaciones que solo usaban lanzas pesadas lanzadas a mano, como los neandertales”, añade. Estos necesitarían un contacto cercano con sus presas, algo que complica la caza y la hace mucho más peligrosa. “Los arcos ofrecen un acceso seguro, fácil y casi infinito a las proteínas. Y esto debe haber tenido un impacto directo también en cuántas personas puedes alimentar y, por lo tanto, a cuántos niños puedes asegurar la subsistencia de manera segura”, termina Slimak.

Joseba Ríos Garaizar (izquierda) es experto en industria lítica de los humanos antiguos, antes en el CENIEH y ahora en el Museo Arqueológico de Bilbao. Es decir, estudia sus herramientas y armas de piedra, en particular las marcas que deja su uso en ellas. Para él, la hipótesis que plantea este trabajo es muy sugerente, pero cree que van demasiado lejos. “Está claro que algunas de las puntas tienen marcas de impacto, pero no todas. Pudieron formar parte de un arma propulsada, pero que fueran flechas es mucho decir”, asegura.

Otra duda que le plantea este trabajo es la datación de las puntas. Para fechar el estrato donde las encontraron, así como al diente de leche, recurrieron al hollín de las hogueras acumulado en las paredes del refugio. La gruta Mandrin ha sido habitada durante milenios, pero no de forma continua. Así que se alternan capas de tizne con el carbonato cálcico depositado como el de las estalagmitas. Como si fueran anillos de los árboles, esto les permitió estimar que tenían 54.000 años.

Vista de las excavaciones arqueológicas a la entrada de la Gruta Mandrin. Crédito: Ludovic Slimak.

Enrique Baquedano (derecha), director del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid, recuerda que esta técnica de datación hay que combinarla con otras y aún así, dice, “es una datación muy complicada”. Este científico coincide con Ríos Garaizar en resaltar lo sugerente de la hipótesis de los primeros humanos modernos con sus arcos y sus flechas. Pero también añade otro punto débil en esta idea: “Es un resultado muy potente, pero depende de un único diente de leche que ni siquiera está completo, está partido”. Baquedano, que recientemente publicó un trabajo sobre la caza y su simbolismo entre los neandertales, recuerda además que, “siendo cierto que ellos no tenían flechas, su industria lítica también incluye cosas muy pequeñas”.

Al codirector de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga (izquierda), le gusta la idea de que sean flechas y de que fueran de los primeros humanos modernos que llegaron a Europa, pero “habría que probarlo”, dice en un correo. Como otros colegas, duda de la identificación que se hizo del diente de leche. En lo de las flechas no se mete, ya que, dice, es una cuestión que deben resolver los arqueólogos, no los paleontólogos como él. Para Arsuaga existen tres posibilidades: “O los neandertales utilizaban propulsores/arcos o los habitantes de la cueva Mandrin eran cromañones o las puntas de piedras no eran para flechas o azagayas, sino para jabalinas que se lanzaban a mano”.

Esta investigación tan relevante como cuestionada tiene un final no exento de ironía. El hollín de las paredes indica que aquella primera oleada apenas vivió 40 años en la gruta Mandrin. Después ya no hay más rastro de ellos en los estratos de la cueva que, siglos después, volverían a usar de nuevo los neandertales.

A la pregunta de por qué un grupo con una tecnología superior no sobrevive a la segunda generación, Slimak, que defiende su tesis desde que hace dos décadas empezó a excavar en Mandrin, recuerda lo siguiente: “La capacidad de llegar a un territorio no implica que tu población permanecerá para siempre en una zona determinada. Una cuestión importante para las poblaciones nómadas que viven en pequeños grupos es poder crear una red de conexiones sociales sólida con las poblaciones aborígenes. Esto es fundamental, ya que la supervivencia de cualquier población nómada tradicional requiere del intercambio de genes para reproducirse y sobrevivir”. Aunque esto sucedió milenios después, como muestra el porcentaje de ADN neandertal en los humanos actuales, parece que no fue así con los sapiens de aquella cueva.

Cortavientos

En el nivel E de la Gruta Mandrin se han encontrado también tres toneladas de rocas que parecían intencionadamente dipuestas en círculo. Según los investigadores, se trataría de un cortavientos construido cuidadosamente para proteger al refugio de los embates del mistral que transporta aire frío y húmedo desde el norte, hacia donde mira la boca del abrigo. De ser correcta la interpretación, sería una de las evidencias más tempranas de la construcción de un refugio en la historia humana.

Fuente: elpais.com | elespanol.com | 22 de febrero de 2022

Nuevo descubrimiento en el valle del Ródano: los Homo sapiens en Europa ya practicaban tiro con arco hace 54.000 años

Puntas montadas para formar flechas.

Hace un año, en febrero de 2022, nuestro equipo científico de la Gruta Mandrin, en Drôme, publicó un estudio en Science Advances que hacía retroceder entre 10 y 12 milenios la evidencia más antigua de la llegada del primer Homo sapiens a Europa. Aprendimos que los primeros humanos modernos habían llegado al continente ya en el quincuagésimo cuarto milenio.

Hoy presentamos, en un nuevo estudio publicado en la misma revista, el hecho de que estos primeros humanos modernos dominaron perfectamente el tiro con arco, lo que hace retroceder el origen de estas notables tecnologías en Eurasia en unos 40.000 años.

Encaramada a 100 metros en las laderas de los Prealpes, en Drôme, la Gruta Mandrin mira hacia el norte, en medio del valle del Ródano. Es un punto estratégico en el paisaje, porque aquí el Ródano fluye en un cuello de botella de un kilómetro de ancho entre los Prealpes al este y el Macizo Central al oeste.

Hemos descubierto, en un nivel arqueológico fechado en 54.000 años, denominado “neroniano”, unas 1.500 pequeñas puntas triangulares y estandarizadas de pedernal, algunas de ellas de menos de un centímetro de longitud. Esta industria lítica es muy especial y técnicamente muy distinta de la artesanía neandertal encontrada en esta cueva antes y después de los restos abandonados por el Homo sapiens. Por otro lado, estas artesanías nenronianas de pedernal muestran sorprendentes semejanzas con las colecciones arqueológicas contemporáneas también atribuidas al Homo sapiens y encontradas en el Mediterráneo oriental.

Vista del río Ródano en la latitud de la Gruta Mandrin. Crédito: Ludovic Slimak

Las marcas de tiro con arco son complejas de resaltar

La aparición de armas de propulsión mecánica, basadas en el uso del arco o un propulsor, se percibe comúnmente como una característica del avance de las poblaciones modernas -Homo sapiens- en el continente europeo.

Pero la existencia del tiro con arco siempre ha sido más difícil de rastrear. Estas tecnologías se basan en el uso de materiales perecederos: madera, fibras, cuero, resinas, tendones, etc., los cuales rara vez se conservan en los yacimientos del Paleolítico europeo, lo que dificulta el reconocimiento arqueológico de estas tecnologías.

Hay que esperar a épocas muy recientes, entre hace 12.000 y 10.000 años, para encontrar elementos de tiro con arco parcialmente conservados en Eurasia y encontrados en suelos helados o en turberas, como en el yacimiento de Stellmoor en Alemania. En ausencia de estos materiales perecederos, son las armas, comúnmente de sílex, las que constituyen los principales testigos de estas tecnología durante la Prehistoria en Europa.

Según el análisis de estas armas de piedra, el reconocimiento del tiro con arco está bien documentado en África en períodos que se remontan a hace unos 70.000 años. Ciertas armas de pedernal o asta de ciervo sugieren la existencia de tiro con arco desde las primeras fases del Paleolítico Superior en Europa, hace más de 35.000 años, pero su morfología y los métodos de engarzar estas puntas no permiten acoplarlas a un modo distinto de propulsión como el arco.

El reconocimiento de estas tecnologías en el Paleolítico Superior europeo tropezó hasta ahora con superposiciones balísticas entre armas proyectadas mediante un propulsor o un arco. Este contexto general hace casi invisible, a nivel arqueológico, la posible existencia del tiro con arco en el Paleolítico europeo.

¡Esta última investigación que llevamos a cabo enriquece profundamente nuestro conocimiento de estas tecnologías en Europa y nos permite hacer retroceder la era del tiro con arco en Europa en más de 40.000 años!

Programa experimental llamado Initiarc. Las pequeñas puntas neronianas encontradas en la Gruta Mandrin se han reproducido experimentalmente utilizando el mismo pedernal y las mismas tecnologías de tallado y engarce. Ludovic Slimak.

Muchas pruebas para probar el uso de arcos

El estudio se basa en un análisis funcional de miles de puntas de pedernal encontradas en este nivel arqueológico neroniano. Las fracturas y marcas observadas muestran que estas puntas estaban encajadas en el extremo de la parte de madera de una flecha. Además, las fracturas observadas son características de un impacto violento.

Al reproducir réplicas experimentales de estas puntas disparadas con arco, propulsor o simplemente implantadas en cadáveres de animales, hemos podido observar tipos de fracturas que son precisamente las mismas que se pueden encontrar en el registro arqueológico.

También hemos probado la eficacia y los límites balísticos de las puntas más pequeñas, toda una categoría de las mismas que no alcanzan el centímetro de longitud. Pero es el ancho de estas puntas lo que nos interesa aquí. En el tiro con arco tradicional existe una correlación entre el ancho de la punta que arma una flecha al final de su eje de madera y el diámetro mismo de este eje.

Se comprueba así, experimentalmente, que una flecha es penetrante, y por tanto eficaz, sólo cuando la flecha está armada en su extremo con un refuerzo que tiene, como mínimo, una anchura equivalente o superior a la de su eje de madera.

Vista de la situación de la Gruta Mandrin. Crédito: Ludovic Slimak.

Casi el 40% de los puntas abandonadas en la Gruta Mandrin por estos primeros Homo sapiens tienen un ancho máximo de 10 mm. Estas puntas muy pequeñas tienen muchas fracturas que solo podrían haberse desarrollado durante impactos muy violentos. Estas fracturas características, que encontramos en las pequeñas puntas experimentales, nos revelan que solo pudieron desarrollarse bajo la presión de una energía muy fuerte que afectaba su extremidad distal (el final de la punta...).

Las marcas o huellas, sumadas al ínfimo tamaño de estas puntas, y a su escasísima anchura, sólo pueden reproducirse experimentalmente cuando estos objetos se asocian a su propulsión mediante un arco, y ello con exclusión de cualquier otro modo de propulsión.

Nuestros experimentos muestran que la baja energía cinética de las flechas más ligeras (alrededor del 30% de las cuales pesan poco más de unos pocos gramos) no puede, cuando se colocan las puntas en el extremo del eje de madera, ser compensada más que por el mismo arco, el único modo de propulsión mecánica capaz de producir la velocidad necesaria para que se produzcan tales fracturas en objetos tan ligeros.

Es pues, en esta encrucijada experimental de muchísimos factores balísticos y analíticos llevada a cabo que nos ha sido posible demostrar que estas puntas, tan pequeñas y tan regulares, sin duda habían sido propulsadas por un arco.

Una mandíbula de caballo y una punta neroniana aparecen en la capa arqueológica E (neroniana) de la Gruta Mandrin. Crédito: Ludovic Slimak

Gracias a este estudio, el tiro con arco en Europa, y más ampliamente en Eurasia, da un notable salto en el tiempo. Pero nuestro estudio va mucho más allá y se interesa también por el tipo de armas de las poblaciones neandertales contemporáneas. Esta investigación muestra que los neandertales continuaron usando sus armas tradicionales basadas en el uso de grandes lanzas con puntas se sujetaban o proyectaban a mano. El tiro con arco, y más en general la propulsión mecánica, fueron utilizados exclusivamente por los Homo sapiens, los cuales ya dominaban perfectamente estas tecnologías durante su primera migración a la Europa continental hace unos 54.000 años.

Las tradiciones y tecnologías armamentísticas dominadas por estas dos poblaciones eran, por tanto, profundamente distintas, lo que confería, objetivamente, una notable ventaja tecnológica a las poblaciones modernas de Homo sapiens durante su expansión por el continente europeo.

Sin embargo, en nuestro artículo situamos este debate en un contexto mucho más amplio en el que las estrategias de las sociedades humanas no pueden limitarse a las ventajas logísticas o tecnológicas de una innovación. Las sociedades humanas comúnmente desarrollan soluciones subóptimas y contrarias a la intuición cuyas únicas razones provienen de la cultura, el mito o la representación que estas sociedades tienen de sí mismas. Este estudio, que ha requerido más de 15 años de investigación y experimentación, nos devuelve al peso de las tradiciones dentro de estas poblaciones, así como a las etologías humanas, las cuales podrían ser profundamente divergentes entre los neandertales y los humanos modernos.

Fuentes: theconversation.com | | | | phys.org | 22 de febrero de 2023

Confirmado: un santuario de caza hallado en Pinilla del Valle (Madrid) prueba que los neandertales hacían rituales

Reconstrucción del ritual celebrado en la cueva Des-Cubierta / Albert Álvarez Marsal.

Hace unos 40.000 años, una comunidad de neandertales visitó de forma recurrente la cueva Des-Cubierta, una larga galería con forma de zigzag y de unos 80 metros de longitud ubicada en el actual municipio madrileño de Pinilla del Valle, en la Sierra. Pero no la utilizaron como campamento o para refugiarse, sino como espacio ritual. Allí depositaron un excepcional conjunto de cráneos con cornamentas de al menos 35 herbívoros de gran tamaño, como bisontes, uros, rinocerontes o ciervos, que fueron cuidadosamente tratados.

Los vestigios de la extraña y sorprendente actividad, que nunca antes se había percibido en ningún otro yacimiento, desconcertaron a los arqueólogos. Tras más de una década de investigación, por fin han logrado resolver el enigma: se trata de un santuario de caza, la primera evidencia "rotunda y clara" de una actividad ritual que implica capacidad simbólica en la especie neandertal, explica Enrique Baquedano, director del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid y uno de los autores de un artículo publicado este jueves en la revista científica Nature Human Behaviour que recoge los resultados del proyecto.

Enrique Baquedano y algunos de los cráneos hallados en la Cueva Des-Cubierta (Pinilla del Valle, Madrid). Foto: Javier Trueba.

La cueva Des-Cubierta fue localizada en el año 2009 en el yacimiento del Calvero de la Higuera, en el valle del río Lozoya. Desde entonces se han realizado 14 campañas de excavación en las que se han hallado cuatro dientes de leche de una niña neandertal, materiales líticos musterienses y abundantes restos de fauna. La presencia de cráneos de bovinos y otros —se les quitaron la mandíbula y el maxilar superior, luego los sesos y se dejó la parte con los cuernos o astas para utilizarlos como trofeos de caza— confirma que la especie Homo neanderthalensis, que antecedió a los humanos modernos, también tenía capacidad simbólica.

La investigación, liderada por el arqueólogo Enrique Baquedano, el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director científico del Museo de la Evolución Humana y codirector de los yacimientos de Atapuerca, y el geólogo Alfredo Pérez-González, contribuye a seguir iluminando esa brecha en torno a las capacidades intelectuales de los neandertales y el Homo sapiens.

"La gran pregunta de la paleontología es si nosotros, los 'Homo sapiens', somos la única especie de la historia con una mente simbólica, capaz de elaborar ideas, pensamientos, lenguaje para comunicarse, o si nuestros antepasados más cercanos, de los que hemos heredado algunos genes, los neandertales, también lo eran", reflexiona Arsuaga. "La respuesta se puede encontrar en este yacimiento de Pinilla del Valle, donde se ha descubierto esta acumulación única de cráneos de animales con cuernos y astas. Podemos decir que fue una conducta deliberada y colectiva que un grupo de neandertales repitió a lo largo de generaciones".

Juan Luis Arsuaga (izquierda) y Enrique Baquedano. Ver vídeo en este enlace.

El ritual

Los 35 cráneos identificados en el "santuario de caza" corresponden a bisontes (Bison priscus, 14), uros (Bos primigenius, 3) y otros bovinos (Bos/Bison, 11), ciervos (Cervus elaphus, 5) y rinocerontes de la especie Stephanorhinus hemitoechus (2). Según el estudio, las cabezas de los animales fueron despiezadas en un primer momento fuera de la cueva, probablemente en un proceso relacionado con el consumo de la carne, las lenguas y los ojos.

En un segundo momento, ya en el interior de la cavidad, los neandertales extrajeron los sesos rompiendo el hueso occipital y prepararon los restos animales (todos machos) para su exhibición en algún rito acompañado de pequeños fuegos. Esta hipótesis, defienden los investigadores, está respaldado por la gran cantidad de herramientas asociadas a la percusión identificadas en la misma capa estratigráfica, por las marcas relacionadas con la extracción de los maxilares y del cerebro y por la presencia de algunos fragmentos craneales aislados.

Momento en el laboratorio de restauración de uno de los cráneos de Cueva-Des-Cubierta. Javier Trueba

Las pruebas arqueológicas obtenidas hasta ahora no encajan con el resultado de una trampa natural, una guarida de carnívoros o una acumulación de restos provocada por el arrastre del agua. También descartan los científicos que se trate de una suerte de lugar de matanza o 'carnicería' prehistórica debido a la ausencia de huesos con poco valor nutricional, normalmente documentados en este tipo de escenarios, como los huesos largos.

"Los estudios sobre grupos modernos de cazadores-recolectores han mostrado que las cabezas de animales grandes fueron generalmente descartadas y no se llevaban al asentamiento porque eran pesadas y proporcionaban poco alimento", escriben en el estudio. "La introducción en la Cueva Des-Cubierta de los cráneos, y no de otras partes de los cadáveres de mayor interés nutricional, parece, por lo tanto, que fue deliberada y no estuvo relacionada con la subsistencia. Más bien indica que tuvo que ver con un uso simbólico".

Las dataciones radiocarbónicas han revelado que este ritual tuvo lugar entre hace 42.000 y 40.000 años, cuando los neandertales ya enfilaban su extinción. Los investigadores sugieren que los rituales se celebraron durante siglos, e incluso milenios. "Hay una gran acumulación de sedimentos (más de 2 metros) a lo largo de la frecuencia estratigráfica del nivel 3, en la que se encontraron los cráneos", esgrime como explicación Enrique Baquedano. “Siguiendo el principio de la Navaja de Ockham, pensamos que los cráneos eran trofeos de caza y su exhibición tenía como objetivo manifestar valentía, inteligencia y astucia. Dicho de otro modo, se muestran para presumir, es una ostentación de poder, la justificación de la jefatura y manifestación de mando”, añade. Aunque solo se trata de la explicación que consideran la más simple, dado que también han valorado que pudiera tratarse de un rito.

El yacimiento arqueológico de Pinilla del Valle. Foto: Comunidad de Madrid.

Los neandertales que depositaron estos restos no vivían exactamente en lo que se considera esa especie de santuario, sino a unos cien metros de distancia, al abrigo de Navalmaíllo, donde sí hacían grandes hogares para secar pieles, cocinar o ahuyentar depredadores.

La investigación ya no solo refrenda la singularidad del yacimiento de Pinilla del Valle para el estudio del Homo neanderthalensis, su modo de vida y su interacción con el paisaje, sino que abre un nuevo escenario sobre sus capacidades intelectuales. "Después de este descubrimiento podemos atribuirles plenamente a los neandertales la capacidad simbólica, y de ahí la importancia y su trascendencia internacional", sentencia Arsuaga.

Vista aérea del yacimiento y el valle del río Lozoya. Javier Trueba.

Yacimientos de homínidos

La Cueva Des-Cubierta, junto con las cercanas Cueva del Camino, Abrigo de Navalmaíllo y Cueva de la Buena Pinta, son los únicos yacimientos en la Comunidad de Madrid donde se han encontrado restos fósiles de homínidos. Los estudios en estos yacimientos están permitiendo a los arqueólogos y paleontólogos desentrañar las claves del comportamiento de Homo neanderthalensis, así como conocer a los primeros Homo sapiens europeos, los Cromañones, en el yacimiento de Cueva Chica, descubierto en 2021. Los yacimientos de Pinilla del Valle son considerados uno de los enclaves más importantes para entender los modos de vida y formas de interacción con el medio de los neandertales.

El Parque Arqueológico del Valle de los Neandertales, abierto al público por la Comunidad de Madrid desde el año 2015, vuelve a abrir sus puertas el próximo 1 de abril. Los visitantes podrán conocer in situ este particular enclave. Además, la Comunidad ha construido el futuro Museo del Valle de los Neandertales, que será inaugurado en 2025 una vez se desarrolle el proyecto museográfico. Allí se podrá contemplar parte de los hallazgos procedentes de las excavaciones (originales y réplicas).Las excavaciones y trabajos de investigación en los yacimientos del Calvero de la Higuera están financiados por la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte, la Vicepresidencia y consejería Educación y Universidades de la Comunidad de Madrid, y por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Además, la consejería de Familia, Juventud y Política Social cede cada verano el Albergue de los Batanes al equipo de investigación durante la campaña de excavación.

Fuentes: elespanol.com | larazon.es | 6 de enero de 2023

'Homo erectus', el descubrimiento que revoluciona la historia de Atapuerca

Cara parcial de un homínido hallada en el yacimiento de la Sima del Elefante (sierra de Atapuerca) la pasada campaña María Dolors Guillén / IPHES. Equipo de Investigación de Atapuerca Fundación Atapuerca.

La vida es un compendio de casualidades... o de caprichos del destino. Que cada uno escoja lo que quiera: creer en la estrella, la ventura, de un dios cualquiera o dejarlo todo en manos del azar. Pero, de una u otra forma, lo que son irrefutables son los hechos. Que los británicos se empeñaron en que su tren pasara por mitad de la sierra de Atapuerca –sus motivos tendrían–, es así. «Partieron el queso Gruyère por la mitad», apunta el paleontólogo Jordi Agustí. Los intereses de Richard Preece Williams para que el ferrocarril atravesara la masa caliza primaron por encima de todo y así se hizo. Y, por otro lado, que aquel antojo supuso el hallazgo arqueológico más importante de nuestra historia, también es innegable.

Foto: Unidad de tren de-la-Sierra-Company que circuló por la vía estrecha del tren que pasaba por Atapuerca.

De inicio, los restos fosilíferos que salieron a la luz pasaron desapercibidos, inútiles para los intereses de finales del siglo XIX. El objetivo, entonces, era facilitar el transporte de mineral hasta las siderurgias vascas, pero más de cien años después de aquello no se puede hablar de Atapuerca más que como un «templo» del pasado, una cápsula del tiempo en la que profundizar para conocernos más a fondo, la excavación más grande del mundo del Pleistoceno. También nos sirve para saber más de los animales que corrían por la meseta y alrededores hace miles y millones de años. Tierra de bisontes antaño, y de tigres, y de rinocerontes, y de algún micromamífero que hoy habita muchísimos kilómetros al norte, en lugares árticos.

«Hace 14.000 años la temperatura de aquí era diez grados inferior a la de ahora», comienza a explicar Eudald Carbonell en el momento en el que una cortina de nieve cae sobre el yacimiento. El geólogo y arqueólogo ni se inmuta; y es que «ya no nieva como antes», añora. Aunque sus trabajos sobre el terreno suelen concentrarse de junio a julio –con lo logrado en esas pocas semanas se consigue material para «entretenerse» durante todo el año–, está más que mimetizado con el lugar y sus adversidades. Para ello es miembro de esa Santísima Trinidad que dirige Atapuerca, junto a José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga.

Foto: Eudald Carbonell, codirector de Atapuerca (zquierda), Rosa Huguet, coordinadora del yacimiento de la Sima del Elefante (2i) Juan Luis Arsuaga, codirector de los yacimientos (3i), el consejero de Cultura, Turismo y Deporte, Gonzalo Santonja (2d), y Jose María Bermúz de Casto, codirector de Atapuerca (derecha), muestran el nuevo fósil hallado de hace un 1,4 millones de años.

Carbonell es un señor con aires novelescos y con un sombrero listo para cada ocasión. Si por Burgos (ciudad) atiende con un fieltro elegante, estilo Traveller, en su hábitat natural, entre huesos y piedras, se corona con la guinda del buen arqueólogo. Un gorro de paseo y otro de faena. Y es así, equipado e impávido ante el frío, el viento y la nieve del norte de Castilla, cuando sonríe y dice: «No hay dudas, es un “Homo erectus”». Se refiere a la última gran noticia desenterrada en Atapuerca, la pieza del puzle que faltaba y que se había escapado hasta ahora: Homo antecessor (850.000 años), preneandertal (500.000), Homo neanderthalensis (50.000), Homo sapiens y... ¡Homo erectus (1,3 millones de años)!

«Las cinco especies de homínidos que han vivido en Europa», señala, concentradas en un punto muy concreto, en una especie de cruz ficticia en la que el verano se convierte en invierno y en la que el clima atlántico da paso al mediterráneo. «Una zona de paso», define, que ni el Camino de Santiago se ha querido perder. Si Carbonell suelta la bomba (a falta del «ok» final), sobre el terreno, su equipo es algo más cauto y sonríe al ser preguntado: «Bueno... Eso parece, pero hay que esperar a que se termine todo el estudio. Estamos en ello y hay que ir paso a paso hasta que toda la comunidad científica lo dé por bueno». Mientras, en la urbe, frente al río Arlanzón, en el Museo de la Evolución Humana, también dan pistas sobre «el erectus»: «Cuatro especies... Casi cinco», celebran en un paseo entre la «Pelvis Elvis» y el cráneo de «Miguelón».

El cráneo de "Miguelón", expuesto en el Museo de la Evolución Humana (Burgos) Ical Agencia ICAL

El ojo de Carbonell, con miles de restos vistos y desenterrados en su retina, no necesita de demasiados análisis para saber lo que tiene delante: «Solo con verlo ya se sabe lo que es. Es un “Homo erectus”, seguro». La pista fundamental llegó el pasado 30 de junio, obra del trabajo de Edgar Téllez: la cara parcial de un ser humano de hace 1,3 millones de años (aprox.) hallada en la Sima del Elefante. Un pómulo y la mandíbula superior de un homínido que ya se antojaban «trascendentales» para abrir, de nuevo, las puertas de la evolución humana y así descifrar el enigma de la aparición de una cara moderna, confesaba, en verano, el propio Carbonell durante la presentación de los resultados de la última campaña.

Meses más tarde, el arqueólogo habla, sin titubear, sobre el origen de unos restos que vuelven a reescribir la Historia, «una constante en este trabajo», dice.

−¿Cuántas veces le han cambiado los planes?

−La complejidad no se puede controlar. Lo redundante es aburrido. Aquí lo que hay que hacer es dar pasos cortos, pero seguros. Todo lo que sea correcto no se moverá jamás. Si construyes la casa con unos cimientos que están mal, todo se terminará cayendo. Por eso este yacimiento es tan importante, porque desde hace décadas se están haciendo las cosas muy bien. Aquí no se compite, se colabora. Solo el incompetente compite y no le queremos; el competente, colabora. Al final, interpretar lo que encontramos aquí es solo el último paso que damos, y ahí es donde proyectamos nuestra visión del mundo.

2.000 obreros abrieron la trinchera de los yacimientos de Atapuerca.

Contesta el investigador a las preguntas con toda la pasión del mundo. En cada palabra demuestra mucho más que su amplísimo conocimiento de la tierra que tiene bajo sus pies, se palpa su convencimiento de la causa: «Si no conoces el pasado no podrás mejorar el futuro. ¿Podemos intervenir el cambio climático? Si hemos sido nosotros los que lo hemos provocado, entonces, podremos revertirlo en el mismo tiempo (...) El conocimiento no sirve para nada si no se transforma en pensamiento». Es toda esa filosofía la que le ha llevado a colaborar en la biblioteca que Salvat acaba de lanzar sobre la Evolución humana y que coordina Agustí. Colección que abre, junto a Marta Navazo, con un volumen titulado Atapuerca en el que ya se prepara el camino al nuevo/viejo habitante del lugar: «“Homo sp.”, probablemente “Homo erectus”», escriben.

«Una especie que tiene mucha duración en el tiempo, más de un millón de años. El primer descubrimiento de esta especie se realiza en Java en 1891, y el descubridor, Eugène Dubois, lo bautiza con el nombre de “Pithecanthropus erectus” −firman los dos autores−. Se reserva este nombre para los fósiles encontrados en Eurasia, dado que en África se les denomina “Homo ergaster”. Se caracteriza por tener la capacidad craneal en tono a los 950-1.100 centímetros cúbicos. Su bóveda craneal es baja, su cuerpo musculado, y puede medir hasta 1,80 metros. Sus herramientas son características del modo 2 o achelense en todos los lugares en los que se han encontrado registros; estos muestran su asociación a este modo de forma fundamental, un modo que emerge África y se socializa a partir de medio millón de años en Eurasia».

Restos originales de 'Homo erectus' descubiertos por Dubois en Java entre 1891 y 1892. Wikipedia.

Cuando se descubrió en Atapuerca el «Homo antecessor» no se daba por seguro en la comunidad científica que Europa estuviera poblada hace millón y medio de años, pero con el descubrimiento de ese rostro y sus estudios posteriores (todavía por inacabados y sin fecha de presentación) sí se puede afirmar que, por entonces, «Europa estaba petada», sentencia Carbonell sobre el Pleistoceno Inferior. Hace un par de décadas, a raíz de los descubrimientos en el nivel TD6 del yacimiento de Gran Dolina, se debatía sobre el modelo evolutivo más coherente para explicar el origen de cara moderna. Corría entonces la hipótesis de que en Europa prácticamente no había nadie y que era un continente despoblado, pero esa es ya una hipótesis descartada. Ahora, el yacimiento se sumerge en una nueva etapa «prodigiosa para conocer cómo se ha producido la evolución humana en los últimos 1,5 millones de años».

Fuente: larazon.es | 29 de enero de 2023

Los neandertales no son la única especie cuya dentición se caracteriza por poseer esmalte fino

Tres de los siete premolares pertenecientes a 'Homo antecessor'. Laura Martín-Francés.

El Grupo de Antropología Dental del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) participa en un artículo publicado en la revista American Journal of Biological Antrhopology sobre los restos dentales de Homo antecessor, especie recuperada en el nivel TD6 del yacimiento de Gran Dolina (Atapuerca, Burgos), que revela nuevos aspectos sobre la biología de esta especie.

Los resultados de ese estudio, liderado por la investigadora Laura Martín-Francés (UCM-ISCIII y CENIEH, izquierda), sugieren que, aunque los neandertales siguen siendo la única especie cuya dentición se caracteriza por poseer esmalte fino, este rasgo ya estaba presente en el género Homo del Pleistoceno inferior europeo, hace alrededor de 900.000 años.

Y es que hace unos años se creía que los neandertales eran los únicos representantes del género Homo que poseían el esmalte fino. Sin embargo, nuevos análisis, principalmente los llevados a cabo en los restos dentales del nivel TD6 de Gran Dolina, han demostrado que la aparición del patrón de esmalte fino precede a los neandertales.

"Debido a su posición filogenética, su relación con neandertales y humanos modernos, la colección de Homo antecessor representa una oportunidad única para conocer cuándo apareció este rasgo del esmalte fino en nuestro género”, señala Laura Martín-Frances.

Esmalte fino y grueso

En este estudio, se han caracterizado el patrón del grosor del esmalte y su distribución en la corona, es decir qué zonas presentan el esmalte más fino o grueso, en siete premolares pertenecientes a dos individuos de Homo antecessor (TD6-H1 y TD6-H3) y su comparación con especies del registro fósiles y humanos modernos de varios yacimientos de Europa, China y África.

Gracias al uso de la microtomografía computarizada (mCT) e imágenes de alta resolución del Laboratorio de Microscopía y Microtomografía Computarizada del CENIEH, los autores han constatado la presencia de un patrón diferente en los dos individuos estudiados. Mientras que el individuo TD6-H1 presenta esmalte fino, con clara afinidad a la característica neandertal, el individuo TD6-H3 exhibe un patrón grueso de esmalte, similar al de la mayoría de especies fósiles y humanos modernos.

“Entre las posibles causas que pueden justificar la presencia de un patrón de esmalte diferenciado en los individuos de la misma especie, creemos que la más plausible es la variabilidad dentro de una misma población”, señala Laura Martín-Francés.

Fuente: cenieh.es | 19 de enero de 2023

Lalueza-Fox, experto mundial en ADN antiguo: 'Descendemos de quienes practicaron la desigualdad'

El científico Carles Lalueza-Fox, en una imagen cedida por la editorial Crítica.

La paleogenética, la disciplina que recupera y analiza genomas antiguos, ha revolucionado en los últimos años nuestra comprensión del pasado. Gracias a esta ciencia, los investigadores pueden ahora comprender el impacto de las migraciones registradas hace miles de años analizando directamente restos de individuos de los pueblos que intervinieron en estos procesos. Es un puzle de una complejidad enorme, pero sin duda fascinante y que indaga en los orígenes del humano moderno.

Uno de los principales expertos del mundo en ADN antiguo es Carles Lalueza-Fox (Barcelona, 1965), director del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona e investigador del Instituto de Biología Evolutiva. Sus trabajos han logrado recuperar genomas de neandertales, pero también de numerosos individuos más recientes que han permitido arrojar luz y reconstruir estos movimientos poblacionales, que fueron mucho más frecuentes de lo que se pensaba.

Observando con calma los resultados de todas estas investigaciones, el biólogo evolutivo descubrió que las migraciones y los encuentros entre las distintas poblaciones asentadas en la misma tierra, probablemente con organizaciones sociales dispares y lenguajes mutuamente ininteligibles, posibilitaron la aparición de diferentes fuentes de desigualdad. Eso es lo que cuentan las marcas genéticas impresas en los esqueletos anónimos.

"Hay episodios de desigualdad donde intervienen sociedades avanzadas respecto a las tradicionales, hombres sobre mujeres o grupos con innovaciones tecnológicas como la domesticación del caballo sobre las que no. Esto ocurre de manera reiterada y se constata por los cambios de ancestralidad en los genomas de las personas implicadas en estos movimientos", explica a este periódico Lalueza-Fox, que acaba de publicar Desigualdad. Una historia genética (Crítica), un extraordinario e iluminador libro en el que recoge los últimos descubrimientos paleogenéticos y rastrea los orígenes de un problema que se está disparando en el presente.

En 2019, el investigador y su equipo publicaron en la revista Science un artículo chocante que revelaba que durante el periodo comprendido entre los años 2400 y 2000 a.C., durante la Edad del Bronce, el linaje neolítico masculino predominante hasta entonces en la península ibérica, proveniente de grupos de Europa central, fue sustituido por el de los llamados yamnayas, las poblaciones de las estepas del este del continente. Es decir, los migrantes dejaron sin posibilidad de descendencia a los varones locales.

Fue un proceso en el que se manifiesta una sólida desigualdad, ¿pero estuvo articulado por la violencia? "Cuando llegan a Iberia, los nómadas de las estepas llevan 500 años cruzando Europa, donde sí dejaron signos de masacres y muertes terribles. Además, habían domesticado el caballo, lo que les permitía mucha más movilidad, además de ser un arma poderosa", detalla el genetista. "No obstante, en la península bérica su aparición no parece muy disruptiva desde el punto de vista arqueológico. Hay que pensar en procesos complejos que a veces necesitan algún tipo de estructuración social para llevarse a cabo, y que pueden provocar desde episodios de violencia hasta de convivencia".

"El vínculo entre desigualdad y agresividad es tenue, pero no me parece improbable. En el Pleistoceno medio ya hay evidencias de agresión, y creo que es posible que este fuera uno de los mecanismos para asentar episodios de desigualdad", añade. En la Sima de los Huesos de Atapuerca, por ejemplo, se han documentado una veintena de cráneos reventados de hombres y mujeres adultos, jóvenes y niños que habitaron el lugar hace 400.000 años.

Cráneo 11 recuperado en la Sima de los Huesos, Atapuerca, Burgos.

"Desde el punto de vista del registro paleontológico, hay evidencias de violencia antes del Neolítico y luego momentos en los que la desigualdad se incrementa más fácilmente; por ejemplo, con el desarrollo de la agricultura, que provocó que las poblaciones acumulasen excesos y controlasen recursos, y cuando aparecen las sociedades palatinas o los reinos en la Edad del Bronce", detalla el investigador.

Sobre el caso concreto del poblamiento de la península ibérica otro estudio reciente ha revelado más migraciones a principios de la Edad del Hierro— todavía quedan unos cuantos interrogantes por resolver. "La parte más antigua es un misterio", confiesa Lalueza-Fox. "El genoma humano moderno más antiguo que tenemos de Iberia es un individuo de hace unos 18.000 años hallado en la cueva de El Mirón. Tenemos genomas de neandertales, pero nada entre ellos y este sujeto. Sería muy interesante conocer el Paleolítico Superior ibérico porque la Península fue un refugio probable durante el Último Máximo Glacial (hace entre 26.500 y 19.000 años) y es crucial para comprender el poblamiento de esta época en Europa que tiene muchos cambios de ancestralidad". También dice que hay muy pocos datos genéticos publicados sobre los últimos 2.000 años.

Foto: Momento del hallazgo de restos de un neonato en Monte Bernorio, Palencia. Equipo Monte Bernorio IMBEAC.

Cromosoma Y

En el ensayo, el biólogo evolutivo aborda otros temas interesantes como la herencia de la riqueza, fenómeno que se observa en los ajuares de las necrópolis, en la abismal diferencia entre los objetos que acompañaron los enterramientos de los miembros de la élite y de la gente común; o el sesgo de género, según el cual los hombres y las mujeres no contribuyeron por igual a las poblaciones mixtas actuales. Algunos de los factores que lo explican son la patrilocalidad, una estrategia de apareamiento según la cual los varones forman clanes patrilineales y se desplazan menos que las mujeres, o la poliginia, una práctica social que consiste en que un hombre puede aparearse con varias mujeres.

Es paradigmático el ejemplo del conquistador mongol Gengis Kan. Tanto él como sus descendientes tuvieron numerosas esposas y descendientes. Un estudio de 2003 descubrió que una combinación de marcadores genéticos del cromosoma Y, solo presente en los varones, se encontraba en 16 millones de hombres asiáticos. Cuando el análisis se circunscribió a la zona que ocupó el Imperio mongol, el linaje esta presente en el 8% de los individuos masculinos.

"El cromosoma paterno que se transmite de padres a hijos es el que más ha sufrido por culpa de la desigualdad", resume Lalueza-Fox, pero también el que ha contribuido en mayor porcentaje a las poblaciones mixtas actuales. En Norteamérica, por ejemplo, cuando se han analizado genomas enteros se has visto que los afroamericanos tienen de promedio un 24% de genes europeos —la marca genética de la conquista iniciada en el siglo XVI—. "En algunos casos el 90% del cromosoma Y es europeo mientras que el ADN mitocondrial, afroamericano. Imagino que para estos grupos representa una herencia problemática porque proviene de episodios de dominación social", valora el genetista.

Diadema de plata hallada en la tumba principesca del yacimiento de La Almoloya, Murcia.

Mujer con diadema argárica - Luis Siret.

En su ensayo, por el que discurren Tutankamón, el arquero de Amesbury o la princesa de El Argar, ofrece un novedoso enfoque para abordar un tema de máxima actualidad como la desigualdad socioeconómica, que se ha visto agravada por la pandemia. "La desigualdad es un fenómeno prevalente en el pasado que ha modelado los genomas de la población actual: los que estamos aquí somos descendientes de los que practicaron la desigualdad", analiza Lalueza-Fox.

Episodios similares en el pasado se han resuelto a través de guerras, revoluciones o catástrofes naturales. "Pero no sabemos si son consecuencia de la propia desigualdad. Lo que está claro es que el nivel actual no es bueno para la estabilidad del sistema", comenta.

Si bien hace poco más de una década era impensable una riada de estudios genéticos tan revolucionarios, el investigador no considera que a corto plazo se vaya a desarrollar una nueva tecnología que vuelva a cambiarlo todo. "Ahora hay algunas investigaciones que se acercan a estudiar los genomas de mil individuos; en el futuro quizá haya alguno de 10.000", hipotetiza.

En cualquier caso, el límite siempre va a ser la presencia de restos humanos que analizar, por mucho que en algunos lugares como Atapuerca ya se haya logrado recuperar ADN del sedimento e identificar individuos sin la presencia de sus huesos. "Lo que hace falta es una mejor integración con otras fuentes y disciplinas que investigan el pasado. La genética observa cosas, pero después hay que volver a mirar el registro arqueológico. Se requiere una visión multidisciplinar que todavía no existe".

Fuente: elespanol.com | 11 de enero de 2023

Hallan en la Cueva del Ángel, en Lucena, los restos humanos más antiguos de Córdoba: un diente molar de más de 100.000 años

Corona del diente molar (derecha) y raíz incrustada en la roca sedimentaria (izquierda).

La Cueva del Ángel de Lucena (Córdoba) encierra una parte importante de la evolución humana. El paleontólogo Cecilio Barroso y su equipo acaban de dar cuenta del hallazgo del resto humano más antiguo de Córdoba, un diente molar con unos 104.300 años de antigüedad, un "extraordinario hallazgo" que supone un "punto y aparte" en las excavaciones que desde hace 25 años realiza la Fundación Instituto de Investigación de Prehistoria y Evolución Humana en la localidad de la Subbética.

Los pequeños fragmentos de dentina desprendidos de la raíz de la pieza dental permitieron realizar una datación directa de la misma por el método conocido como racemización del ácido aspártico, que se basa en determinados cambios estructurales que se producen en este aminoácido a lo largo del tiempo y que permiten determinar la antigüedad de un espécimen conociendo la tasa a la que se producen dichos cambios.

Vista oclusal del molar: fotografía (izquierda) y reconstrucción 3D a partir de la micro-CT de la corona completa (centro) y la dentina (derecha).

Hasta el momento, los arqueólogos habían recuperado miles de huesos pertenecientes a animales y alrededor de 5.000 fragmentos de neandertales, pero nunca un hueso perteneciente a un homínido preneandertal. De ahí la importancia del hallazgo, publicado recientemente en el American Journal of Biological Anthropology.

"En Andalucía solo existe un hueso más antiguo, un diente de leche hallado en Orce, en la provincia de Granada, de hace 1.100.000 años, que es además el más antiguo de Europa", expone Barroso (izquierda).

El diente recuperado en Lucena, perteneciente a un adulto, es un tercio inferior derecho, conservado en dos partes, según describe el artículo. La corona del diente permanece casi en su totalidad, mientras que la raíz quedó dentro de la roca sedimentaria. Este resto óseo se mantiene un buen estado de conservación y se corresponde con los niveles más recientes de ocupación de la cueva Para Barroso, "este hallazgo extraordinario acerca la Cueva del Ángel a Atapuerca", el yacimiento de la provincia de Burgos declarado Patrimonio Mundial por la Unesco.

Ciertamente, algunas características de esta pieza dental la acercan a poblaciones relacionadas con la Sima de los Huesos de Atapuerca (~430.000 años), en la que ya se observan numerosos aspectos de los neandertales posteriores y con los que existe una estrecha relación genética. El molar de la Cueva del Ángel tiene unas dimensiones pequeñas en comparación con los terceros molares neandertales, dimensiones que son comparables con las de los individuos de la Sima de los Huesos. Por otra parte, el molar de Lucena sólo tiene 4 cúspides principales, mientras que los neandertales tienen 5 cúspides en el tercer molar, y la única población del Pleistoceno Medio y Superior en la que se observan especímenes sin la quinta cúspide es de nuevo la de la Sima de los Huesos.

No obstante, mientras en Atapuerca las excavaciones han profundizado hasta el millón de años, en Lucena se han quedado en torno a los 350.000, si bien el experto considera que, si se mantienen los trabajos, ahora paralizados, podrían llegar hasta los 800.000 años de antigüedad "sin problema".

Aspectos de la corona del diente molar recuperado en la Cueva del Ángel de Lucena. / EL DÍA

El yacimiento de la Cueva del Ángel cuenta con tres áreas: la identificada como la 'chapa', una zona actualmente al aire libre resguardada bajo un techumbre de metal; la 'covacha', una pequeña cavidad, y la 'sima', que sirvió de osario durante miles de años y donde se han recuperado la gran mayoría de restos humanos. El diente perteneciente al homínido, sin embargo, se extrajo bajo la 'chapa', una zona donde se investiga los restos de un gran fuego que habría permanecido encendido durante generaciones, pues los preneandertales tenían capacidad mantener el fuego, pero no sabían hacerlo. "En torno a él se realizaban todo tipo de actividades, como la traída de animales, la descarnación o la ingesta", explica Barroso.

El molar de Lucena, que es el tercer molar inferior derecho, se encuadra en el inicio del Pleistoceno Superior en una fase climática denominada Estadio Isotópico Marino 5, un tiempo que se corresponde cuando neandertales tempranos habitaban el continente.

Presenta características anatómicas típicas de los neandertales y que, por el contrario, son muy infrecuentes en los humanos modernos y otras poblaciones del Pleistoceno. Entre estas características destaca la combinación de una fóvea anterior y una cresta media del trigónido, que es un puente de esmalte que une las dos cúspides mesiales (anteriores) de los molares inferiores. En cuanto a la raíz, a pesar de no conservar el ápice, el molar de la Cueva del Ángel reproduce el patrón de los neandertales que, a diferencia de los humanos modernos, no presentan dos raíces en los molares inferiores, sino que sólo tienen una raíz de forma cilíndrica que puede bifurcarse en su extremo. Además, la cámara pulpar (la cavidad interior de los dientes) de los molares neandertales es grande y alargada verticalmente, característica que se conoce como taurodontismo y que sólo se observa en bajas frecuencias entre los humanos modernos. La micro-CT del molar de la Cueva del Ángel ha permitido observar que se trata de un molar taurodonto.

Vista bucal del molar con la restitución de la corona y la raíz: reconstrucción 3D a partir de la micro-CT del molar con el esmalte en rojo (izquierda), modelo semitransparente con la cavidad pulpar opaca (centro), y modelo sin el esmalte (derecha) que permite apreciar la superficie de la dentina.

Por otra parte, Barroso explica que "En aquella época, los homínidos cazaban y carroñeaban lo que podían, pero tenían necesidades y ante nuevos retos se encontraban soluciones en la Cueva del Ángel", dice Barroso

Habitualmente, se piensa que los individuos iban desnudos, pero aquí se han encontrado útiles exclusivamente destinados a cortar y alisar pieles. "Es la primera vez que esto aparece en el mundo, y nos indica que tenían la necesidad de cubrirse. Y también, posiblemente, sea la primera vez que empezaron a enmangar artefactos, es decir, que construían un mango con resina para hacer la herramienta mucho más efectiva", precisa el paleontólogo.

Foto: Cueva del Boquete Zafarraya (Málaga), donde se ha hallado una mandíbula y un fémur neandertales.

El otro hecho fundamental es el uso del fuego. En Europa y en Asia aparece en torno al 300.000 a.C., pero en la Cueva del Ángel, como mínimo, hay restos de 350.000 años, 50.000 años antes de lo que se pensaba. "Es impresionante. Los homínidos de Atapuerca coinciden en el tiempo con los de la Cueva del Ángel, pero allí no ha aparecido ni un gramo de carbón vegetal", compara. La hipótesis es que, en torno a 400.000 años, como mínimo, los primeros homínidos se asientan en la Cueva del Ángel. Recolectaban el fuego, probablemente ocasionado por un rayo, y lo conservaban durante generaciones.

Desde la covacha, el homínido de la muela vería zonas lacustres y una gran cantidad de agua, lo que ahora es el campo de Aras y el arroyo Salado. El paisaje estaría lleno de manadas de elefantes, rinocerontes, bisontes, caballos, ciervos, jabalíes, osos... "El entorno era para ellos el paraíso. Posiblemente, las manadas no emigraban en verano porque el clima era mediterráneo y había agua todo el año. Lo que da cohesión a este grupo es el fuego, que es el mayor invento de la humanidad. Les permitía procesar los alimentos, destruir bacterias, calentarse y ahuyentar a las fieras", describe Barroso.

La aparición de este molar sitúa a la Cueva del Ángel entre los escasos yacimientos andaluces que han proporcionado fósiles de homininos, entre los que destaca por su número la cueva del Boquete de Zafarraya (Alcaucín, Málaga), excavada por el propio Cecilio Barroso entre los años 80 y 90.

Fuentes: eldiadecordoba.es | andalucíacentro.com | glamourlucena.es | 16 de diciembre de 2022