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¿Cómo vería la IA la evolución humana en Atapuerca?

Población preneandertal de hace 400.000 años frente a un viejo roble. BING IA.

Los ilustradores científicos asumen cada punto analizado por los científicos de diferentes disciplinas especializados en paleontología. Así han puesto rostro y cuerpo a las especies extintas de la evolución humana. ¿Qué haría la Inteligencia Artificial? Lo hemos intentado.

El resultado ha sido muy dispar. Desde hombres simiescos, gigantes a hombres muy sapiens. Y pocas mujeres. Son invisibles en la prehistoria y también para la inteligencia artificial. Y cuando se pide una mujer neandertal de hace 150.000 años, en un entorno frío, aparece una especie de modelo vestida con pieles en lo que podría ser un cartel publicitario. La prehistoria no es cosa de mujeres para la IA.

Otra curiosidad. Poner Homo y que aparezcan los personajes del Planeta de los Simios es todo uno. Pedir un homínido u Homo neanderthalensis, por ejemplo, nos aparecen monos erguidos. Un aspecto para las especies más antiguas, con características más primitivas, pero no en preneandertales y neandertales. Y en otros nos ofrece figuras muy humanizadas. Tan sapiens y tan guapos que podrían ser portada de revista. Aunque el gazapo mayor son los aviones sobrevolando un grupo de homínidos que lo observan desde la cueva.

La mujer neandertal es como una mujer sapiens tribal para la Inteligencia Artificial.

Homo sp, 1,3 millones de años y un cuchillo muy actual

Homo sp es, hasta la aparición de Pink, que no se incluye al no estar definido en una publicación científica, el más antiguo de la familia de Atapuerca. Vivió hace 1,4 y 1,2 millones de años en la sierra de Atapuerca. Apareció en la Sima del Elefante. De él se han localizado unos pocos restos. La mandíbula, una falange y un trozo de húmero. También una pequeña herramienta con filo cortante.

En el programa Bing de Inteligencia Artificial aparece un hombre muy sapiens con un cuchillo de piedra, pero tal cual un cuchillo. Y aparece fuego. Algo que no hemos pedido y del que no hay registro en el entorno de la mandíbula que sí tenía los dientes muy desgastados. Si nos dibuja un ambiente húmedo, cerca de un río y en una zona boscosa.

Sólo se han encontrado individuos aislados, pero es de suponer que viajaban en grupo. La inteligencia artificial recrea uno de esos paseos por los alrededores de una Atapuerca húmeda y boscosa por donde hasta hipopótamos caminaban.

Así recrea el ambiente de hace 1,4 millones de años en Atapuerca y al Homo sp de 1,4 millones de años. BING IA

Homo antecessor, el origen de las especies modernas

Homo antecessor apareció en Atapuerca en el año 94. El próximo año, que está a punto de comenzar, se cumplen 30 años de su descubrimiento. Eran hombres y mujeres altos y fuertes. Se estima que podían llegar a medir 1,70 metros y pesar 90 kilos. Tenían un cerebro de 1.000 centímetros cúbicos y extremidades largas. Eran atletas o caminaban mucho porque en los huesos del tobillo se han encontrado lesiones típicas de corredores de hoy en día. Pero el Homo antecessor corriendo que nos da la inteligencia artificial no tiene nada que ver con el elaborado por el equipo de investigación de Atapuerca.

Esta especie, de la que se empezarán a tener más restos en las próximas campañas, ya que una parte del yacimiento de Gran Dolina está en el nivel TD.6 donde han aparecido los 150 restos de 11 individuos en dos sondeos. Las esperanzas de conocer algo más sobre esta especie se multiplican. Por ahora sabemos que eran caníbales, algo que la inteligencia artificial no dibuja. Estos homínidos vivían en cavidades, tenían herramientas de piedra primitivas y vivían en entornos de clima mediterráneo.

Traslado de un integrante de la tribu en la época de los preneandertales de la Sima de los Huesos según la IA. BING IA.

Prenenandertales de la Sima y el 'garrote' excalibur

Es la familia de Miguelón. Los restos de unos 29 individuos se depositaron en el fondo de la sierra de Atapuerca, en lo que hoy se conoce como Sima de los Huesos. Vivieron en Atapuerca hace 430.000 años en un clima mediterráneo, con llanuras abiertas y un bosque de fondo. De estatura media, anchos, robustos y diestros, eran capaces de cuidar a miembros del grupo más desvalidos.

Le pedimos a la inteligencia artificial una foto del grupo de individuos en un árbol, tal y como los dibujó Mauricio Antón. Cualquier parecido entre ambas es difícil de ver. A la rigurosidad del dibujo científico, se corresponde con hombres prehistóricos haciéndose un selfi en el árbol y detrás una cueva.

Si pides que confeccionen una herramienta bifaz de color rojizo, se va desde las esculturas griegas a una especie de bastón de piedra que empuñan en la mano. Si pides que salgan cazando un bisonte, de uno de los grupos que pasaron por la Gran Dolina en esta época y que eran todos expertos, no le amenazan, sino que empuñan solo una lanza en su contra. Parecen hasta amigos.

Un Homo preneandertal de hace 430.000 años camina por un entorno de clima mediterráneo con llanuras abiertas y bosque de fondo en Atapuerca, y otro grupo de mujeres y hombres de estatura media anchos y robustos y diestros observan una herramienta de piedra de color rojizo.

Recreación por Inteligencia Artificial de Homo antecessor. BING IA

Neandertal, más simio que humano

Los neandertales están muy presentes en Atapuerca. De hace 150.000 años los hay en el yacimiento de Cueva Fantasma; más modernos, de hace 80.000, los hay en Estatuas exterior, y de todo el tramo de presencia neandertal en el interior. Esta especie se ha mostrado en unos pocos restos en Galería de las Estatuas interior y en Cueva Fantasma. Pero son piezas pequeñas que no hablan de las características de esta especie.

Por el resto de las investigaciones de otros yacimientos sabemos que los neandertales tienen la cavidad nasal hacia adelante, una musculatura compacta y masiva, podían tener ojos azules y trabajaban la madera. Medían hasta 1,65 metros y eran de complexión fuerte. Vivían en entornos fríos, en cuevas donde hacían fuego y conservaban sus hogares.

Pero a la inteligencia artificial es hablarle de Homo u homínido y el aspecto de fieros simios vuelve a aparecer. Pero si se elimina ese concepto pueden aparecer fornidos y bellos jóvenes, lo que tampoco es el caso. Y sobre las mujeres estas no aparecen.

Colocar la palabra homo u homínido hace que revivan los protagonistas animados de El Planeta de los Simios. BING IA.

Curioso que cuando se hace observaciones como la presencia de fondo de lobos o hienas, acechando, en la imagen aparecen como animales domésticos. Para la inteligencia artificial se acecha, pero no se mata ni se comen animales y, mucho menos, se practica el canibalismo algo que la ciencia ha remarcado en varias especies de Atapuerca.

Si se afina la descripción, puede aparecer un grupo de hombres prehistóricos de hace 150.000 años dando caza a un mamut. Nada más lejos del preciosismo y la exactitud de los trazos de un ilustrador científico.

Fuente: elcorreodeburgos.com | 26 de diciembre de 2023

¿Se han desvelado los últimos misterios del Hombre de Neandertal en España?

La última campaña de excavaciones se ha desarrollado durante quince días el pasado verano. Han participado ocho personas. Carlos Mazo.

Físicamente, el Hombre de Neandertal era parecido a nosotros, aunque se distinguía por tener unos arcos superciliares muy protuberantes, lo que le daba un aspecto fiero. Y era muy fuerte. "Un Hombre de Neandertal promedio –asegura el prehistoriador Carlos Mazo–, haría parecer un alfeñique a Arnold Schwarzenegger". Uno de los grandes misterios entre quienes estudian la evolución humana es por qué, después de haber poblado Europa durante más de 300.000 años, el Hombre de Neandertal se extinguió hace 40.000-42.000.

En un momento en el que se estudian los restos encontrados desde Atapuerca a Gibraltar, y en el que los análisis genéticos aportan nueva luz sobre el tema, una cueva de la comarca de Campo de Cariñena podría aportar la pieza que falta en el rompecabezas. Allí, un equipo de la Universidad de Zaragoza dirigido por el profesor Carlos Mazo, trabaja sin prisa y sin pausa desde hace más de una década.

"A unos pocos kilómetros al sur de Aguilón se encuentra el Cerro del Pezón, donde hay varias cuevas –relata–. En tres de ellas se han encontrado vestigios de interés. En una han aparecido restos humanos y cerámicos que corresponden al Bronce Antiguo; en otra se han hallado principalmente restos paleontológicos, de fauna muy variada; y, entre ambas, se encuentra una tercera, que es en la que trabajamos desde hace 13 años".

El nombre con el que se ha bautizado la cueva, de unos 100 metros cuadrados de superficie, es poco evocador: P5. Los trabajos arqueológicos, iniciados en el año 2010, han afectado hasta el momento a la parte superior de un depósito estratigráfico potente, en el que se han identificado varios momentos de ocupación del Hombre de Neandertal.

Carlos Mazo, profesor de la Universidad de Zaragoza y especialista en el hombre de Neandertal. Heraldo.es

En 2016, el equipo de la Universidad de Zaragoza llegó a un nivel que la técnica del radiocarbono fechó en hace 42.000 años, cuando Europa sufrió importantes cambios climáticos en los que algunos científicos han encontrado el motivo por el que el neandertal se extinguió. "Hasta ahora la excavación arqueológica ha afectado a unos 20 metros cuadrados del total –señala Carlos Mazo–. En algunos puntos hemos descendido a más de cuatro metros de profundidad respecto a la cota cero. Estamos interesados en determinar las causas por la que los neandertales desaparecieron hace unos 40.000 años, algo que explique el vacío poblacional que se da en ese momento histórico. Pensamos que un factor muy importante para explicarlo es el clima, pero aún nos faltan secuencias climáticas de cierta precisión. En los últimos años se ha aportado mucha información en este aspecto pero necesitamos saber más".

Además de Carlos Mazo, en el equipo de trabajo se integran especialistas como Marta Alcolea, Rafael Laborda, Luis M. García-Simón, Cristina López-Tascón, Marina Bretos, Alicia Sanz-Royo, Vanessa Villalba-Mouco, José L. Peña-Monné, María M. Sampietro-Vattuone o Mario Gisbert. Un equipo multidisciplinar porque se trata de tomar los restos que ofrecen las excavaciones e iniciar con ellos estudios sedimentológicos, geoarqueológicos, arqueopetrológicos, traceológicos, zooarqueológicos, arqueobotánicos, arqueométricos y bioantropológicos.

Pero, ¿qué es lo que aparece en la cueva? Sobre todo, instrumentos de sílex. Un sílex de muy buena calidad, cogido seguramente en la plana de Jaulín, en los alrededores de Botorrita. Los investigadores han establecido dos momentos de población de la P5. Uno, más antiguo, en el que la cueva se habitó, y otro en el que fue más refugio provisional de cazadores. "En el primero de esos niveles encontramos abundantes artefactos tallados y varias estructuras de combustión, una de ellas de dos metros de diámetro y 20 centímetros de potencia. Eso nos prueba que la cueva en ese momento funcionó como lugar de habitación relativamente prolongada. En el segundo nivel, por el contrario, la actividad en la cueva es más puntual. Hay evidencias de caza de animales como ciervo, corzo o cabra, pero no de hogares. Esto mismo ocurre en otros puntos al norte de la cordillera Ibérica, que se constituye así como un territorio clave para entender la dinámica de las poblaciones en el Paleolítico Medio al Superior".

Jornada de puertas abiertas durante los trabajos en el yacimiento arqueológico. Heraldo.es

El trabajo en la cueva ofrece datos nuevos cada año. Las condiciones no son fáciles: sus dimensiones impiden que muchas personas trabajen simultáneamente. La excavación, además, es delicada. "Raramente usamos picoleta –subraya–. Casi todo el trabajo se hace con espátulas. Desde el inicio de la excavación hasta 2021 contabilizamos casi 8.000 restos líticos recuperados, todos siglados e inventariados, y unos 6.000 de ellos coordenados en tres ejes, x, y y z".

El trabajo, además, no se circunscribe a la cueva P5. En 2020 el equipo descubrió un nuevo yacimiento en el covacho de Folluelas, donde también se ha trabajado desde entonces. "Este verano, por ejemplo, en la P5 hemos estado un equipo de 8 personas durante 15 días". El trabajo se ha extendido luego a Folluelas, donde hasta ahora se han podido documentar varios momentos de ocupación y, sobre todo, su uso funerario y sepulcral durante el final del Calcolítico o inicios de la Edad del Bronce. Varios individuos han sido datados en torno al 2.100 a. de C.

¿Qué acabó con el Hombre de Neandertal? "Ojalá tuviera respuesta a esa pregunta, que es muy discutida entre los científicos. –concluye Mazo–. Seguramente no hubo una causa sino un conjunto de ellas. Su densidad de población era muy baja, al igual que su tasa de reproducción, y con gran endogamia. El clima les afectó seguro, quizá eran especialmente vulnerables a alguna enfermedad... Todo parece indicar que los cambios les afectaron de manera más intensa. Se ha hablado de exclusión competitiva, de que los humanos modernos y los neandertales ‘competían’ por los mismos espacios y recursos. Pero pensamos que aquí, en el entorno de la Ibérica, no llegaron a verse cara a cara. La hibridación (el 2% de nuestros genes son neandertales), se produjo fuera de Europa".

Los directores de las excavaciones pertenecen al grupo de investigación Primeros Pobladores del Valle del Ebro y Patrimonio Arqueológico (P3A), dirigido en su día por Pilar Utrilla, y en la actualidad coordinado por José María Rodanés, y a los Institutos Universitarios de Ciencias Ambientales (IUCA) y de Patrimonio y Humanidades (IPH) de la Universidad de Zaragoza. Las excavaciones cuentan con financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación y con la ayuda del ayuntamiento de la localidad zaragozana de Aguilón.

Fuente: heraldo.es | 26 de diciembre de 2023

El festín neandertal descubierto en una cueva de Burgos: las presas que comieron hace 46.000 años

Excavación del nivel 4 de la cueva de Prado (Burgos) en la campaña de 2023.

Hace 46.000 años un grupo de Homo neanderthalensis merodeaba por la actual Merindad de Sotoscueva, al norte de Burgos. Allí se asentaron durante generaciones en la cueva de Prado Vargas, alimentándose con la carne de la caza de cientos de herbívoros y apurando al máximo sus restos.

La cueva donde se encuentra el yacimiento es solamente una de las miles de cavernas que existen en el complejo kárstico de Ojo Guareña. Con sus más de 100 kilómetros de túneles, galerías y simas constituye uno de los conjuntos más grandes de Europa y continúa desvelando enormes misterios hasta el día de hoy, incluida la dieta neandertal.

Un reciente estudio liderado por Héctor de la Fuente Juez, investigador predoctoral de la Universidad de Burgos, y publicado en la revista Archaeological and Anthropological Sciences ha analizado los más de 6.000 restos y dientes de animales provenientes en su gran mayoría de las campañas de excavación en el nivel 4 del yacimiento.

Situación geográfica de Prado Vargas. a Localización de Prado Vargas en la península ibérica. b Ubicación del yacimiento en la provincia de Burgos. c Ubicación del sitio en el Monumento Natural Ojo Guareña.

Expertos cazadores

El intensivo estudio taxonómico de estos restos ha permitido demostrar que, en esos momentos, en el ecosistema de Ojo Guareña, vivían, junto a los neandertales, los antepasados prehistóricos de numerosos herbívoros como ciervos, gamos, caballos, rebecos, cabras montesas, conejos, bisontes y vacas.

Una vez identificadas las especies que formaban la colección de fósiles, para la investigación se realizó un estudio tafonómico y zooarqueológico de cada resto hallado. La disciplina se encarga de estudiar la historia de estos animales desde que murieron hasta que sus restos fueron recuperados en el yacimiento, mientras que la zooarqueología se especializa en estudiar los restos que quedan en sus huesos, tras haber sido procesados por los neandertales. Las huellas se corresponden, principalmente, con marcas de corte producidas por las herramientas de piedra, marcas de percusión para quebrar los huesos e incluso marcas dentales producto de mordiscos.

Elementos esqueléticos encontrados en el Nivel 4 de Prado Vargas: una mandíbula de Sus scrofa (jabalí) ; b mandíbula de Cervus elaphus (ciervo); asta de Cervus elaphus.

Los grupos humanos documentados en Prado Vargas cazaban principalmente ciervos, cabras montesas, rebecos y caballos y, en menor medida, bisontes y jabalís. En su gran mayoría preferían los ejemplares adultos, llevando hasta la cavidad las extremidades de estos a juzgar por la enorme cantidad de fémures, tibias, radios y metápodos excavados. Allí apuraban al máximo las piezas, consumiendo su carne y extrayendo el tuétano, una excelente fuente adicional de grasas y proteínas. Estos estudios han permitido identificar a los neandertales como el primer agente acumulador de estos restos de animales en Prado Vargas.

Además de su valor nutricional, también buscaban su uso como combustible y como textil, empleando sus pieles y tendones para la fabricación de cuerdas y ropas. En cuanto a los restos óseos, una vez extraído hasta el último gramo consumible, muchos fueron reutilizados como retocadores con los que modificar el filo de sus herramientas de piedra. Gran cantidad de los restos óseos descubiertos fueron quemados, abriendo la posibilidad de que también usasen los huesos como combustible para alimentar las innumerables hogueras documentadas en la cueva burgalesa.

Alteraciones tafonómicas documentadas en el Nivel 4 de Prado Vargas. a Marcas de corte en la primera falange de Capra pyrenaica (cabra montés); b Marcas de corte en un maxilar de Cervus elaphus (ciervo); c Marcas de corte en un fémur de pequeño tamaño; d Marcas de corte en el metatarsiano de Cervus elaphus; e muesca de percusión en el metatarsiano de Cervus elaphus; f muesca de percusión en un fémur de gran tamaño; g Cilindro diafisario generado en un hueso radio de pequeño tamaño.

Las marcas de corte se encuentran en muchas ocasiones superpuestas con las mordeduras dejadas por otros carnívoros presentes en la región en estos momentos: leones, lobos, zorros y tejones, además del legendario oso cavernario. Esto indica que los neandertales primero consumían a sus presas y que, cuando la cueva no estaba habitada, accedían a la misma lobos, zorros y osos buscando carroña. Esto demuestra que la competencia entre estos grupos humanos y el resto de carnívoros -que también incluiría a leones y tejones- fue más bien escasa.

Finalmente, el análisis del microdesgaste y erupción dental de los restos de animales ha servido para ratificar que los neandertales se establecieron en la cueva de Prado Vargas de manera reiterada y prolongada en diversos momentos. Y establecieron en ella un campamento de larga duración durante varias generaciones, desde la primavera hasta finales del otoño.

El artículo publicado se enmarca dentro de las investigaciones y excavaciones realizadas por el equipo arqueológico liderado por Marta Navazo Ruiz (Profesora Titular de Prehistoria de la Universidad de Burgos), Rodrigo Alonso Alcalde (coordinador del Museo de la Evolución Humana y profesor asociado de Prehistoria en la UBU) y Alfonso Benito Calvo (Investigador del Centro Nacional en Evolución Humana) que desde 2016 han recuperado más de 15.000 restos y que cuentan con el apoyo de la Fundación Palarq y la Fundación Atapuerca.

Fuentes: elespanol.com | agenciasinc.es | 25 de octubre

La gran hazaña de los neandertales: cazaban con lanzas de madera al fiero león de las cavernas

Recreación de un grupo de neandertales despiezando un león de las cavernas. Julio Lacerda ©NLD

Los neandertales cazaban leones de las cavernas y utilizaban la piel de este peligroso carnívoro, según ha demostrado por primera vez un nuevo estudio publicado en la revista Scientific Reports.

Las excavaciones realizadas en 2019 en Einhornhöhle (Cueva del Unicornio), en las montañas de Harz (Baja Sajonia, Alemania), descubrieron abundantes animales de la Edad del Hielo, entre los que se encontraban algunos huesos del extinto león de las cavernas (Panthera spelaea). Los huesos fueron descubiertos en una galería de cuevas a unos 30 metros de la entrada, ahora derrumbada, en una capa que data de hace más de 200.000 años.

El nuevo estudio describe cómo un equipo de investigación detectó entre los restos de otro león de las cavernas, de hace unos 190.000 años, un hueso del dedo del pie con una marca de corte. Esto llevó al equipo a determinar que los neandertales quitaban la piel del león con las garras adheridas, lo que indica que usaban la piel para sus propios fines. Según los investigadores, este hecho sugiere que se adoptó un enfoque cuidadoso durante el proceso de desollado para garantizar que las garras permanecieran preservadas dentro del pelaje.

Restos de leones cavernarios del área 1 de Einhornhöhle. (A). Phalanx III vista en primer plano × 30 y × 500 aumentos de las marcas de corte; (B). Falange III sin modificar; (C). Hueso sesamoideo. A la derecha, ilustraciones que muestran la posición de las marcas de corte (flechas blancas) y la posible ubicación de los elementos óseos dentro de la pata de un gran felino.

Los huesos descubiertos en una galería de la cavidad durante unas excavaciones en 2019 presentan marcas de corte consistentes con las generadas cuando se despelleja a un animal. Según los investigadores, este hecho sugiere que se adoptó un enfoque cuidadoso durante el proceso de desollado para garantizar que las garras permanecieran preservadas dentro del pelaje.

Pero los huesos encontrados en Einhornhöhle no proporcionaron ninguna evidencia directa de caza. Para contextualizar el hallazgo, el autor principal, Gabriele Russo (izquierda), de la Universidad de Tubinga, en Alemania, analizó los restos de un león cavernario encontrado por un adolescente de Siegsdorf, en Baviera. Una inspección más cercana del esqueleto por parte de Russo llevó a la detección de algún daño inusual en una costilla. En colaboración con la arqueóloga Dra. Annemieke Milks, de la Universidad de Reading, se identificó el daño como fruto de un impacto por arma.

Russo dijo: "La lesión en las costillas difiere claramente de las marcas de mordeduras de carnívoros y muestra el patrón de rotura típico de una lesión causada por un arma de caza".

La Dra. Milks (derecha) añade: "El león probablemente fue muerto con una lanza que le fue clavada en el lado izquierdo de su bajo abdomen, cuando ya estaba en el suelo".

Otro esqueleto de león de las cavernas, de unos 50.000 años de antigüedad, hallado en la región de Siegsford, al sur de Alemania, ha ayudado a los investigadores a demostrar por primera vez que los neandertales cazaban leones de las cavernas. Las marcas de corte también muestran que no solo mataron a este depredador, sino que también consumieron su carne.

Reconstrucción balística digital de la estocada de la lanza al león de Siegsdorf. (A) De pie, vista lateral; (B) De pie, vista posterior de la caja torácica; (C) Acostado sobre el lado derecho, vista ventral; (D) Acostado, vista posterior. Ilustración digital 3D creada con Autodesk Maya 2022.

Los neandertales despiezaron y consumieron la carne y las vísceras del félido en el mismo sitio y abandonaron la carcasa. Fue una exitosa jornada para su supervivencia, un pulso ganado a uno de los animales más peligrosos de Eurasia. Según los investigadores, se trata de la evidencia directa más antigua de la historia de humanos matando y despiezando un león.

Las pruebas directas de caza de grandes depredadores son extraordinariamente escasas en el registro arqueológico. En el yacimiento de Gran Dolina, en Atapuerca, se han identificado los restos de un león datado entre hace 350.000 y 250.000 años que representaría el ejemplo más antiguo de explotación y consumo de un carnívoro por los primeros homininos. Fueron probablemente encuentros fortuitos útiles para conseguir comida y pieles. Pero hasta ahora no se había documentado un caso de actividad cinegética tan evidente. "Nuestros análisis demuestran por primera vez que los neandertales fueron capaces de cazar activamente leones de las cavernas usando simples lanzas de madera", destaca Gabriele Russo.

Los restos del león de las cavernas de Siegsdorf, junto a una reproducción de una lanza de madera similar a las utilizadas por los neandertales. Volker Minkus © NLD

Depredador superior

El león de las cavernas tenía una altura de hombros de alrededor de 1,3 metros. Durante unos 200.000 años, el león de las cavernas fue el animal más peligroso de Eurasia, hasta que se extinguió al final de la Edad del Hielo. Los leones de las cavernas vivían en diversos entornos, desde las estepas hasta en las montañas, y como depredadores superiores cazaban grandes herbívoros como mamuts, bisontes y caballos, así como osos de las cavernas. La presencia regular de huesos de leones cavernarios en las cuevas de la Edad del Hielo es la responsable del nombre.

Hasta hoy, se pensaba que la relación a nivel cultural con este depredador superior estaba ausente antes de la época del Homo sapiens. Entre las primeras obras de arte parietal del Homo sapiens se encuentran las que se conocen en las cuevas del Jura, en Suabia, suroeste de Alemania. Allí, el león de las cavernas es un motivo destacado, ejemplificado por el famoso hombre león (derecha), hecho de marfil, y que data de hace unos 40.000 años.

Los leones de las cavernas también aparecen en paneles de arte rupestre en la Cueva de Chauvet, en el sureste de Francia, que tienen unos 34.000 años de antigüedad.

Los nuevos resultados demuestran que los leones de las cavernas también tenían un significado especial para los neandertales. Thomas Terberger (izquierda), portavoz del proyecto de investigación, dice: "El interés de los humanos por ganar respeto y poder a partir de un trofeo de caza de un león tiene sus raíces en el comportamiento neandertal, y hasta los tiempos modernos el león ha sido considerado un poderoso símbolo de los gobernantes".

El nuevo estudio contribuye al creciente panorama de similitudes de comportamiento entre los neandertales y los primeros Homo sapiens. Recientemente, un hueso de ciervo gigante grabado en Einhornhöhle (derecha) mostró la capacidad de los neandertales para producir símbolos y comunicarse a través de ellos. El papel de los leones de las cavernas encaja con las evidencias de comportamientos neandertales más complejos, e incluso podría haber sentado las bases para desarrollos culturales posteriores del Homo sapiens.

Fuentes: University of Reading | elespanol.com | 11 de octubre de 2023

Hallan un diente de más de 400.000 años, el más antiguo de Madrid, en Pinilla del Valle

El diente (molar) hallado. JAVIER TRUEBA

Cuando el 29 de agosto el geólogo Jesús Masa se despertó, se vistió, desayunó y puso rumbo a su trabajo, no sospechaba que ese día iba a cambiarle la vida. Como llevaba haciendo desde hacía dos semanas, al llegar a la localidad madrileña de Pinilla del Valle, fue directo al Valle de los Neandertales para trabajar en la campaña de excavaciones, que este año se ha puesto en marcha por vigésimo segundo año consecutivo.

Centrado en su tarea, estaba excavando en los niveles inferiores de la Cueva Des-Cubierta buscando fósiles del Pleistoceno Medio y, de repente, algo despertó su atención. Excavó un poco más y sacó de debajo de la tierra un diente. Sin dudarlo, se lo enseñó al doctorando en carnívoros, Israel Jiménez, y este a Enrique Baquedano (izquierda), uno de los promotores de la excavación, además de director del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid y codirector del Instituto de la Evolución en África.

Una hora después, Baquedano confirmó sus sospechas, tras enviar una foto del fósil al catedrático en Paleontología, Juan Luis Arsuaga, también responsable de la campaña. Habían descubierto un diente humano de más de 400.000 años.

Dos restos dentales del género Homo neanderthalensis hallados en Pinilla del Valle (Madrid).

En aquel momento, y en aquel punto del yacimiento de la Cueva Des-Cubierta, se vivió una fiesta. "Fue una sorpresa. No nos lo esperábamos. El hallazgo nos llenó de alegría y, también, nos impresionó", dice Enrique Baquedano. Como uno de los responsables de la excavación, este hombre se emocionó, pero reconoce que aún más cuando vio a Jesús e Israel llorando. "Lo mejor para mí fue ver su enorme alegría. Para un paleontólogo o un arqueólogo, lo normal es no hallar fósiles humanos. Lo extraño es descubrirlos", comenta.

Un grupo de arqueólogos y paleontólogos trabajando en la Cueva Des-Cubierta, en la localidad madrileña de Pinilla del Valle.JAVIER TRUEBA.

Por ello, este acontecimiento no sólo es importante para los arqueólogos, geólogos, paleontólogos, restauradores y topógrafos que trabajan en la XXII edición de la campaña de excavaciones en el Valle de los Neandertales, lo es también para Madrid. "Este diente es el fósil humano más antiguo de nuestra comunidad. Es la presencia humana más antigua de la región. Con él sabemos que hace más de 400.000 años había homininos en el Valle del Lozoya. Tenemos yacimientos en el Manzanares, en Cerro de San Isidro y en Arganda. En ninguno se han encontrado fósiles humanos. Por dicha razón, esto es de enorme interés. No teníamos restos de humanos en estas cronologías", explica Baquedano.

La importancia de este hallazgo va más allá de los límites madrileños y es todo un suceso a nivel nacional. "Sólo hay restos más antiguos en Atapuerca y en Portugal, concretamente, en la Cueva de Aloreira, donde hay fragmento craneal de este periodo. También, en la Cueva Guadix Baza, en Granada. Allí, en el yacimiento paleontológico de Barranco León, se halló otro diente (derecha)", subraya el responsable de las excavaciones madrileñas.

Tanto él, como las otras dos personas que dirigen los trabajos, Juan Luis Arsuaga y Alfredo Pérez-González, catedrático jubilado en Geología, avisan de que este descubrimiento abre el camino a muchos más. "En los próximos años, se hallarán más restos de las actividades de estos homininos en esta zona", indican. "Sería una gran sorpresa, como ha sido esta. Y es que el Valle Alto del Lozoya fue un lugar en el que se concentraron grupos de hienas. Estos animales son consumidores y trituradores de huesos, por eso, lo que se encontrarían serían fragmentos", explica el director del Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid.

El consejero de Cultura en las excavaciones del Valle de los Neandertales (Foto: Comunidad de Madrid).

Hasta que suceda y en unos días, el fósil del diente humano descubierto se llevará al Museo Arqueológico y Paleontológico de Alcalá de Henares, donde se le realizará una limpieza. De allí, se trasladará al Instituto Carlos III para someterlo a un estudio dirigido por Arsuaga.

Además de en la zona más antigua de la Cueva Des-Cubierta, en la actual campaña de excavación del Valle de los Neandertales se está trabajando en otros tres yacimientos; Abrigo de Navalmaíllo, Cueva de la Buena Pinta y Cueva Chica. Todos fueron declarados Bien de Interés Cultural, en la categoría de Zona Arqueológica y Paleontológica, por la Dirección General de Patrimonio Histórico en el año 2004, "Este nombramiento es una manera de ponerlos en valor", señala el arqueólogo.

Vista aérea de los yacimientos y el valle del río Lozoya.

En el Abrigo de Navalmaíllo se están desarrollando trabajos para localizar objetos como herramientas líticas, restos óseos consumidos y de hogares, que permitirán reconstruir la actividad económica subsistencial. En la Cueva de la Buena Pinta se han retirado grandes costras estalagmíticas, con las que se ha logrado acceder a los rellenos del Pleistoceno Medio. En cuanto a los trabajos realizados en la Cueva Chica, han dado a conocer que los Homo sapiens tallaron herramientas líticas propias del Paleolítico Superior que culturalmente se corresponden con nuestra especie.

Las excavaciones finalizan el 15 de septiembre y están siendo financiadas por la Comunidad de Madrid. Asimismo, cuentan con la colaboración del Parque Nacional Sierra de Guadarrama, el Ayuntamiento de Pinilla del Valle, el Canal de Isabel II y la Fundación General de la Universidad de Alcalá.

Ver vídeo en este enlace.

Fuentes: elmundo.estelemadrid.es | 7 de septiembre de 2023

El neandertal de cueva Kaite (Ojo Guareña, Burgos)

Equipo Ana Isabel Ortega, de rojo, y Ana Belén Marín, de amarillo, con el resto del equipo en el yacimiento excavado. - Foto: A.C.

La alegría en el equipo codirigido por las investigadoras Ana Isabel Ortega, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, Cenieh, y la Fundación Atapuerca, y Ana Belén Marín Arroyo, del grupo EvoAdapta de la Universidad de Cantabria, era evidente hace unos días.

Concluía la primera campaña de excavación en el portalón de entrada a Cueva Kaite, un mirador estratégico al Valle de Sotoscueva (Ojo Guareña, Burgos) con más de veinte metros de anchura en algunos de sus puntos. En apenas tres metros cuadrados y solo profundizando unos 30 centímetros han hallado más de cien registros, herramienta lítica -de piedra- y huesos con numerosas marcas de corte o percusión, que evidencian que allí tallaron sus herramientas de sílex y despedazaron animales para comer los hombres que vivieron en la transición del Paleolítico Medio, cuando vivía el neandertal, al Paleolítico Superior. Es decir, entre hace 40.000 y 30.000 años de antigüedad. Solo en el 5% de las excavaciones arqueológicas se alcanzan objetivos de esa etapa en tan poco tiempo.

Cueva de Kaite es una verdadera maravilla, un espectáculo impresionante.

Lo esperable para las investigadoras era que hubieran aparecido primero evidencias del Neolítico, de los agricultores y ganaderos que ocuparon Ojo Guareña hace unos 10.000 años y hubiera habido que esperar a próximas campañas para llegar a quienes habitaron las cuevas de Ojo Guareña en esa etapa. Ortega lleva datando restos superficiales hallados en las distintas cavidades del complejo kárstico de Ojo Guareña desde 2017, gracias a un proyecto financiado por la Junta de Castilla y León.

«Tenemos muchos restos en superficie, muchos hallazgos y muchos yacimientos, pero había que contextualizarlos en sus etapas cronológicas, seguir rellenando las hojas del libro que cuenta la prehistoria de Ojo Guareña», explica. Y de ahí el comienzo de las excavaciones arqueológicas ya realizadas antes en Cueva Palomera, la campa de la cueva-ermita de San Bernabé o Covaneria. La cercanía del yacimiento neandertal de la cueva Prado Vargas, que dirige Marta Navazo, a solo 2 kilómetros, hacía presagiar buenos resultados. Pero Cueva Kaite ha sido elegida para investigar el libro de la vida en Ojo Guareña por el equipo de Ortega y Marín también por otros motivos.

Grabados rupestres.

En su zona conocida como 'El Santuario', a apenas 100 metros del portalón exterior donde se ha excavado, se localizan increíbles grabados rupestres de cérvidos y multitud de marcas geométricas sobre la caliza de sus paredes. En otras zonas internas Ortega también había recogido y datado carbones del fuego que encendían sus pobladores, pero los análisis los situaban en el más reciente Neolítico o Calcolítico. Así que se trataba de ir más allá y entrar en el subsuelo a descubrir el pasado.

Cambios climáticos. El arqueólogo Marco Vidal y Ana Isabel Ortega destacan como el estudio paleoclimático de las estalactitas y estalagmitas de Cueva Kaite que lidera Martín Chivelet ha servido para registrar eventos climáticos «muy significativos», por lo que consideraban este espacio como el idóneo para investigar el modo en que los hombres «se adaptaron a esos cambios ambientales, no solo climáticos, sino también en la biodiversidad de flora y fauna». «Desde el Paleolítico Superior y el Pleistoceno hasta el Oloceno -desde hace unos 50.000 hasta hace 10.000 años- se fueron extinguiendo los grandes mamíferos que poblaban Sotoscueva, bisontes, uros, elefantes...», relatan. En la misma etapa también se extinguieron los neandertales.

La primera campaña en Cueva Kaite abre muchas preguntas aún sin respuesta. Eso es lo apasionante para los investigadores, que ahora analizarán, datarán y estudiarán los vestigios de vida humana localizados e incluso restos de polen fosilizados en los sedimentos de tierra. Ya piensan donde atacar el próximo verano. Volverán a Cueva Kaite, porque esto solo es el inicio y queda mucha información por desentrañar. En esta ocasión, ha sido posible con el apoyo económico de la Diputación Provincial de Burgos y el Ayuntamiento de la Merindad de Sotoscueva.

Fuente: diariodeburgos.es | 6 de septiembre de 2023

La tumba colectiva prehistórica de Caravaca de la Cruz (Murcia) da pistas del reparto de tareas por sexos

Foto: Entierro colectivo de la Edad del Cobre en el Camino del Molino (Caravaca de la Cruz, Murcia), donde un total de ~1300 individuos fueron enterrados entre 2900-2300 a.C. La imagen muestra la última capa de entierro, fechada entre 2500 y 2300 a. C.

El yacimiento de Camino del Molino (Caravaca de la Cruz) -el mayor enterramiento colectivo prehistórico de Europa, descubierto por casualidad en 2007- abre otra ventana al pasado. Nuevos análisis de los restos óseos procedentes de esta gran sepultura han permitido documentar los vestigios más antiguos en la península ibérica del uso de la dentadura como una tercera mano para hilar. Es más, la investigación señala que era una labor desarrollada casi en exclusiva por mujeres. Así, el estudio apunta a una cierta especialización dentro del grupo y a un posible reparto de tareas por sexos.

Las conclusiones aparecen recogidas en un artículo publicado por la revista científica Journal of Archaeological Sciences Reports, una de las de mayor impacto a nivel mundial, y que lleva las firmas de Sonia Díaz-Navarro, de la Universidad de Valladolid; María Haber, de la Universidad de Murcia, y de Rebeca García-González y Nico Cirottob, ambos del grupo de investigación de Atapuerca (Universidad de Burgos).

Hasta ahora se había constatado esta misma actividad en comunidades de la cultura argárica -por ejemplo, en Granada- gracias también al estudio del desgaste dental. Lo que la nueva investigación hace es retroceder todavía más en el tiempo (unos cinco siglos más) para demostrar que en el yacimiento calcolítico del Camino del Molino, hace unos 4.500 años, ya era una práctica artesanal habitual entre las mujeres, y que empezaban a realizar desde la adolescencia. El hilado de fibras con la ayuda de la boca ha perdurado hasta la actualidad en comunidades locales de Egipto y Nigeria.

En declaraciones a LA VERDAD, la antropóloga Díaz-Navarro destaca el papel que juega el análisis de restos óseos como nueva herramienta para escudriñar en la organización, las actividades de género o el grado de complejidad social de unas comunidades sin testimonios escritos de las que rara vez conocemos sus asentamientos. Así que sus investigaciones vienen a arrojar luz sobre unas sociedades del pasado aún envueltas en cierto misterio.

Foto: Detalle de cuchillos de sílex, puntas de flecha, punzones, etc., encontrados en el enterramiento prehistórico del paraje de Los Molinos de Caravaca de la Cruz. EFE.

De hecho, otros resultados del análisis bioarqueológico vendrían a apuntalar esa división sexual del trabajo descubierta en Camino del Molino a partir del desgaste cultural (por el hilado de fibras vegetales) de la dentadura de algunos de sus individuos. Las marcas que dejan tendones y músculos en los huesos por la repetición de determinados movimientos (cambios entésicos) sugieren, según la antropóloga, que ellas realizaban principalmente «actividades bimanuales en posturas de acuclillamiento [probablemente relacionadas con esa labor artesanal], mientras que los varones se desplazaban por terreno escarpado de forma frecuente».

Esa mayor movilidad geográfica de la población masculina de esta comunidad del Calcolítico ha quedado también patente en la medición de los isótopos de estroncio realizada por Courtney Merner, de la Memorial University of Newfoundland, en el marco de la misma investigación. Este elemento químico se incorpora a los seres vivos a través de la cadena alimentaria (la comida, pero sobre todo el agua consumida) y deja un rastro (como una especie de GPS) de los lugares en los que estuvieron. «Los resultados respaldan la trashumancia como una práctica importante dentro del modelo económico de esta comunidad, y que posiblemente fue desempeñada por los hombres», comenta Díaz-Navarro.

1.349 individuos

El enterramiento de Camino del Molino, descubierto durante unas obras de construcción, albergaba 1.349 individuos de todas las edades, y se adscribe a la Edad del Cobre (III milenio antes de Cristo). La sepultura podría estar vinculada al asentamiento calcolítico de Molinos de Papel, a unos 400 metros de distancia. Para la investigación se seleccionó a ocho individuos que presentaban un desgaste dental atípico.

A partir de ahí, el análisis microscópico reveló una serie de muescas, surcos y astillas que los expertos a cargo de estudio explican de la siguiente forma: «Toda la evidencia parece apuntar a que ciertos pobladores sujetaban algún objeto [agujas o punzones] que provocaba el desprendimiento del esmalte en la superficie labial de los dientes anteriores, mientras utilizaban la superficie interproximal y oclusal de los incisivos para arrastrar repetidamente algún tipo de fibra vegetal».

Imagen: Recreación de dos mujeres hilando en el III milenio a. C. MANUEL ROJO GUERRA.

El enterramiento colectivo fue excavado en 2008 bajo la dirección de Joaquín Lomba, Mariano López y Francisco Ramos. La antropóloga Díaz-Navarro centró su tesis doctoral, dirigida por María Haber y Manuel Rojo Guerra, en la caracterización de esta comunidad calcolítica mediterránea.

Ese trabajo científico ya arrojó una primera radiografía de aquellos lejanos pobladores, como su baja estatura o los problemas de anemia, caries y artrosis que sufrieron. La experta quiere poner ahora la lupa en la población infantil, ya que «estamos ante uno de las muestras más amplias de individuos inmaduros conservados».

Fuente: laverdad.es | 26 de junio de 2023

Un 'cuello de botella demográfico', casi extingue a la humanidad hace 900.000 años: sólo sobrevivieron 1.300 humanos

Se muestra la fórmula central del nuevo método de inferencia. La imagen exhibe una pintura aparecida en un acantilado que ilustra alegóricamente a un grupo de ancestros humanos que se unen para sobrevivir al peligro desconocido que supuso transitar por un severo cuello de botella demográfico. Crédito: Instituto de Nutrición y Salud de Shanghai, CAS

La especie humana estuvo al borde de la desaparición hace casi un millón de años y la culpa fue de la sequía. Un equipo de investigadores de China, Italia y Estados Unidos también explican el sorprendente vacío de fósiles de ese periodo que hay en África y Eurasia debido al 'cuello de botella demográfico' derivado de ello.

Los científicos han empleado una moderna técnica, llamada FitCoal (proceso rápido de coalescencia en tiempo infinitesimal), para poder secuenciar miles de genomas de seres humanos. Con esos resultados se ha podido inferir que hace 900.000 años solo sobrevivieron 1.280 seres humanos con capacidad para reproducirse.

Según el estudio, publicado en la revista Science, esto produjo un auténtico "cuello de botella demográfico" en la población humana que duró unos 110.000 años y casi aniquila la humanidad tal y como la conocemos hoy, ya que el 99% de los individuos desaparecieron.

Mandíbula inferior del espécimen tipo de 'Homo heidelbergensis', hallada en Mauer, cerca de

Heidelberg, Alemania. Se cree que fue un ancestro común de los neandertales, los denisovanos y los humanos modernos. Imagen: Hendrik Schmidt/ZB/dpa/Picture Alliance.

Gracias a esos 1.280 ejemplares homínidos, la especie humana siguió evolucionando, eso sí con mucha endogamia. Y esa circunstancia pudo haber provocado que dos cromosomas ancestrales se unieran (pasando de 24 pares de cromosomas a 23) para formar lo que actualmente se conoce como cromosoma 2 en los humanos modernos. Los científicos especulan con que se pudo formar una nueva especie, puede que fuera el Homo heidelbergensis, el cual daría lugar al Homo neanderthalensis, al Homo sapiens y a los denisovanos.

De esa época apenas hay fósiles. Solo los del Homo antecessor en Atapuerca (Burgos) y los fósiles de Homo erectus en Gombore, Etiopía. "La brecha en los registros fósiles de África y Eurasia puede explicarse por este cuello de botella en la Edad de Piedra temprana como cronológicamente. Coincide con este período de tiempo propuesto de pérdida significativa de pruebas fósiles", afirma el autor principal, Giorgio Manzi (izquierda), antropólogo de la Universidad Sapienza de Roma (Italia).

Una brutal sequía, y fuertes cambios climáticos tras la causa de la extinción

Las razones sugeridas para este descenso de la población ancestral humana son sobre todo climáticas: las glaciaciones de esta época provocaron cambios en las temperaturas, sequías graves y la pérdida de otras especies, potencialmente utilizadas como fuentes de alimento por los humanos ancestrales.

A la derecha se muestra la brecha de fósiles de homínidos africanos y el período de tiempo estimado de la fusión cromosómica. Crédito: Science.

Se calcula que el 65,85% de la diversidad genética actual pudo perderse debido a este cuello de botella a principios y mediados del Pleistoceno, y el prolongado periodo de número mínimo de individuos reproductores amenazó a la humanidad tal y como la conocemos hoy.

"El novedoso hallazgo abre un nuevo campo en la evolución humana porque evoca muchas preguntas, como los lugares donde vivieron estos individuos, cómo superaron los catastróficos cambios climáticos y si la selección natural durante el cuello de botella aceleró la evolución del cerebro humano", indica la investigadora y colaboradora del estudio Yi-Hsuan Pan (derecha), genetista evolutiva y funcional de la Universidad Normal de China Oriental (ECNU).

El control del fuego, clave en el aumento de la población

El control del fuego, así como el cambio hacia un clima más hospitalario para la vida humana, pudieron haber contribuido a un rápido aumento posterior de la población hace unos 813.000 años.

"Estos hallazgos son sólo el principio. Los objetivos futuros a partir de estos conocimientos son esbozar una imagen más completa de la evolución humana durante el periodo de transición del Pleistoceno temprano al medio, lo que a su vez permitirá seguir desvelando el misterio que suponen la ascendencia y la evolución humanas tempranas", afirma el autor principal LI Haipeng (izquierda), genetista teórico de poblaciones y biólogo computacional del Instituto de Nutrición y Salud de Shanghái de la Academia China de Ciencias (SINH-CAS).

Fuentes: niusdiario.es | phys.org | 1 de septiembre de 2023

Un evento glacial masivo en el Atlántico Norte, hace 1,12 millones de años, interrumpió la ocupación humana temprana en Europa

Evento de enfriamiento del Atlántico Norte hace 1,127 millones de años, que contribuyó a la despoblación del sur de Europa. El sombreado rosa en el mapa resalta las áreas donde las primeras especies humanas sufrieron una reducción importante en la idoneidad del hábitat debido al enfriamiento, la sequía y la reducción de los recursos alimentarios. (Crédito de la foto de cráneo de Homo erectus, Axel Timmermann)

Un nuevo estudio publicado en la revista Science describe que hace alrededor de 1,12 millones de años (Ma), un evento de enfriamiento masivo en el Atlántico Norte, y los cambios correspondientes en el clima, la vegetación y los recursos alimentarios, interrumpieron la ocupación humana temprana de Europa.

El estudio publicado por un grupo internacional de científicos del Reino Unido, Corea del Sur y España presenta evidencia observacional y de modelado que documenta que el estrés climático sin precedentes cambió el curso de la historia humana temprana.

Los humanos arcaicos, conocidos como Homo erectus, se mudaron de África a Eurasia central alrededor de 1,8 Ma. A partir de ahí se extendieron hacia el oeste de Europa, llegando a la península ibérica hace alrededor de 1,5 Ma. Inicialmente experimentaron condiciones climáticas bastante suaves, por lo que estos grupos humanos establecieron un punto de apoyo en el sur de Europa, tal como lo documentan varios fósiles datados y herramientas de piedra de este período. Pero, dada la creciente intensidad de los ciclos glaciales en Europa desde 1,2 Ma en adelante, se desconoce cuánto tiempo vivieron los primeros humanos en esta área y si la ocupación se vio interrumpida por el empeoramiento de las condiciones climáticas.

Foto: Cráneo de un Homo erectus (deominado también 'Pithecantropus VIII'), procedente del yacimiento de Sangiran (Isla de Java, Indonesia). HISAO BABA NATIONAL MUSEUM OF NATURE AND SCIENCE.

Para comprender mejor las condiciones ambientales que experimentaron las primeras especies humanas en Europa, un equipo de expertos en polen, oceanógrafos, modeladores climáticos, arqueólogos y antropólogos, combinó datos de núcleos de sedimentos oceánicos profundos del Atlántico subtropical oriental con un nuevo modelo climático de supercomputadora y simulaciones de modelos de hábitats humanos que cubren el período del evento de despoblación.

El tamizado de miles de granos polen de plantas pequeñas, almacenados en el núcleo de sedimentos oceánicos, y el análisis de compuestos orgánicos sensibles a la temperatura dejados por algas diminuta, que vivieron hace más de un millón de años, los científicos descubrieron que hace alrededor de 1,127 Ma , el clima sobre el este del Atlántico Norte y las tierras adyacentes se enfriaron repentinamente en 7º C.

“Este enfriamiento masivo marca uno de los primeros eventos estadiales terminales en el registro paleoclimático. Ocurrió durante la última fase de un ciclo glacial, cuando las capas de hielo se desintegraron, liberando grandes cantidades de agua dulce en el océano y provocando cambios en la circulación oceánica y una expansión del hielo marino hacia el sur”, dice el profesor Chronis Tzedakis (izquierda), del University College London (UCL), y autor principal del estudio.

Los datos de polen extraídos del núcleo de sedimentos oceánicos se suman a este escenario: “Los ríos y los vientos llevar polen diminuto desde la tierra adyacente al océano, donde se hunden y se depositan en las profundidades del océano. Según nuestro análisis de polen del núcleo de sedimentos oceánicos, el evento de enfriamiento del Atlántico Norte cambió la vegetación de Europa occidental a un paisaje semidesértico inhóspito”, agrega la Dra. Vasiliki Margari (derecha), de UCL, y autora también principal del estudio.

Para cuantificar cómo los primeros humanos pudieron haber reaccionado a una anomalía climática sin precedentes, los científicos del Centro IBS para la Física del Clima (ICCP), en Corea del Sur, realizaron nuevas simulaciones de modelos informáticos para este período. Al agregar agua dulce glacial al Atlántico Norte, la Dra. Kyung-Sook Yun y la estudiante de doctorado Hyuna Kim pudieron reproducir características clave del evento estadial terminal, tales como las condiciones frías y secas del sur de Europa.

“Posteriormente, hemos usado esta simulación del modelo climático global como entrada para un modelo de hábitat humano, que determina si ciertas condiciones ambientales eran adecuadas para los primeros 'Homo erectus' o no. Descubrimos que en muchas áreas del sur de Europa, las primeras especies humanas como el 'Homo erectus' no habrían podido sobrevivir”, describe el profesor Axel Timmermann (izquierda), director del ICCP en la Universidad Nacional de Pusan ​​y coautor del estudio.

Cráneo de Homo antecessor. Atapuerca.

Aunque el evento de enfriamiento solo duró unos 4.000 años, la falta de herramientas de piedra y restos humanos durante los próximos 200.000 años aumenta aún más la posibilidad de una pausa prolongada en la ocupación del continente europeo. Europa fue repoblada de nuevo hace unos 900.000 años por un grupo al que a menudo se hace referencia como Homo antecessor. Este grupo y sus descendientes fueron mucho más resistentes, porque pudieron adaptarse a la creciente intensidad de las condiciones glaciales en Europa.

“Nuestro estudio sobre climas pasados ​​documenta la sensibilidad de la vegetación del sur de Europa y los recursos alimentarios humanos a los cambios de temperatura del Atlántico Norte. Este resultado se suma a la creciente evidencia de que nuestra historia humana ha sido moldeada por cambios climáticos pasados”, concluye el profesor Timmermann.

Juan Luis Arsuaga (derecha), codirector de loa yacimientos de Atapuerca y uno de los mayores conocedores de la evolución humana, cuestiona las principales conclusiones de este trabajo. “Los testigos marinos son de gran importancia, pero hacen falta registros terrestres y no vemos flora y fauna árticas hasta la última glaciación (iniciada hace unos 110.000 años y acabada hace unos 10.000). La península ibérica nunca se congeló ni hubo permafrost hasta esta glaciación”, asegura.

Ya más en su terreno, el de los homínidos, recuerda que “el que no haya a día de hoy registro de fósiles humanos y sus utensilios de piedra en el periodo comprendido entre los primeros pobladores conocidos de Iberia y Homo antecessor no quiere decir necesariamente que no hubiera nadie viviendo en Europa en ese periodo intermedio. Puede ser que simplemente aún no hayamos encontrado evidencias de su presencia”. Entonces, ¿Qué pasó en ese lapso tras aquel evento de frío extremo? “No lo sabemos”, reconoce el paleoantropólogo.

Fuentes: Instituto de Ciencias Básicas | elpais.com | elespanol.com | 10 de agosto de 2023