La Revista Digital Clave Siete dedica su número XVI al Fin del Mundo Maya

Sobran las palabras. Quizá llega con algo de demora, pero con el tiempo justo para conocer todo cuanto se dice o no se dice sobre la más mediática de las fechas anunciadoras del Fin de los Tiempos de la historia. Pero además incluimos otros artículos muy interesantes abordando temas de actualidad relacionados con la ufología, enigmas de la ciencia, lugares misteriosos, investigación de campo, lecturas de recomendación, esoterismo y mucho más. Aquí el sumario de este décimo sexto número, el número del Fin del Mundo.
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Editorial

Artículos:

Alexia Mulé: Sincronicidades

Aníbal Clemente Cristóbal: El Calendario de Cuenta Larga y el Fin del Mundo

Francisco Pablo de Luca: En torno a la expresión "arrau tt aba n taurut"(Orotava de Taoro) (2ª Parte)

Grupo Alpha: En las entrañas de Brihuega

Javier Resines: Seguimos vivos ¿Y ahora qué? El fin del mundo para el 2013…

José Antonio Roldán y Marisol Roldan: La curva maldita de los gitanos

José Luis Giménez: El Calendario Maya. Las profecías para el 2012

José Manuel García Bautista: Las profecías de San Malaquías

Richard Wilson: Todo lo que se comenta en Internet sobre el 2012 y el gran cambio en curso.

Susanna Niná: ¿Qué nos depara el 21-12-2012?

Virginia Dagma y Enrique de Asís: La Alineación Galáctica del 21 de Diciembre de 2012 ¿Mito o realidad?

Secciones:

El Enclave Mágico

El Clavicordio

Jaime Rubio: El Esoterismo en el Renacimiento Italiano

Encuentros en la 3ª Clave

Ana Luisa Cid: CENAPRED Nota informativa. "Bólido o Satélite Artificial"

Claves de la Ciencia

Bianca Atwell: Frente al ataque a nuestra conciencia de especie

La Clavícula del Druida

Naria Díaz: Los profetas y nuestro tiempo ¿Qué ocurrirá mañana?

La actualidad en Clave

J. Mateos: El noticiero del Fin Del Mundo

Dossier Oopart

J. Mateos: El vaso o jarrón de Dorchester

La Caja de Pandora

Mariló Tejelo: 21D: Comienza la cuenta atrás

En Busca de las Claves

Josephine Mateos: …Investigación en Curso.

Las 7 Claves

Susanna Niná: Los 12 Signos Zodiacales

Te Recomendamos

Violant Muñóz Genovés: Última misión: Margolia, de Jack McDevitt

Las Preguntas Clave

Melissa Carmona: a Alberto Cerezuela

Dudosas Evidencias

Maria José Pérez Jover: Desafiando a la gravedad

Según la NASA no habrá 'Fin del Mundo'

El mundo no se acaba. Ni hoy, ni el día 21. La NASA lo tiene tan claro, que ha producido un vídeo cuya fecha de difusión prevista era el sábado, tras el supuesto y fallido apocalipsis, explicando por qué no habría ocurrido el desastre.

Lo cierto es que ha terminado por difundirse antes de tiempo, en medio de un cierto clima de credulidad. Uno de cada cinco estadounidenses piensa que el sábado se acabará todo. Otros tantos viajan a 'santuarios' para salvarse –o darse unas buenas vacaciones, como poco–.
A lo largo de algo más de cuatro minutos, un narrador de la NASA explica que la supuesta profecía maya en que se basan los apocalípticos parte de un error de interpretación.
El Doctor John Carlson empezó a estudiar el fenómeno del 22 de diciembre hace 35 años. Recuerda que eran grandes astrónomos y desarrollaron una lengua escrita. Lo que más impresionó a Carlson fue su extenso sentido del tiempo. 

El tiempo que manejaban los mayas no era muy distinto al que utilizan los astrónomos contemporáneos. De acuerdo con nuestra ciencia, el Big Bang ocurrió hace 13.700 millones de años. Hay ruinas mayas que tienen referencias a tiempos miles de millones antes. El calendario maya está pensado para registrar intervalos así de largos. Es como un cuentakilómetros que, cuando agota todos sus dígitos, empieza por cero otra vez. Esta repetición es clve en el fenómeno 2012.

Ni asteroides, ni planetas errantes, ni llamaradas

Según el astrónomo Don Yeomans, ningún asteroide o cometa tiene su trayectoria apuntando a la Tierra. Tampoco hay planetas vagando por el cosmos que vayan a destruirnos. Si lo hubiera, apunta el astrobiólogo David Morrison, ya lo veríamos como uno de los objetos más brillantes jamás observados en nuestro cielo.
Lika Guhathakurta, experta en estrellas de la NASA, dice que el Sol tampoco es una amenaza. Está ahí incluso desde antes de que existiesen los mayas. Nunca ha destruido el mundo. Es cierto que se acerca a u un máximo de sus ciclos de actividad de once años. Pero no es más que uno de tantos y no el más pronunciado en 50 años.

Así que en la NASA se toman esta fecha como una oportunidad para acercarse a la cultura maya –cuyos descendientes han desmentido el apocalipsis– y disfrutar "porque el mundo no se acabó ayer", aunque sea por adelantado.

Vía: www.elmundo.es

Se cumplen cien años del fraude más famoso de la Historia de la Ciencia

El Reino Unido conmemora el centenario del célebre 'eslabón perdido' sin saber quién planeó el engaño Los fósiles eran restos mezclados de un orangután y un humano

El 18 de diciembre de 1912, el arqueólogo aficionado Charles Dawson y Arthur Smith-Woodward, reputado paleontólogo, presentaron en la Sociedad Geológica de Londres unos fósiles encontrados en el pueblo de Piltdown, en el condado de Sussex, que correspondían a una criatura con unos huesos mitad humanos y mitad simiescos. Al insigne espécimen, considerado un eslabón perdido de la evolución y un colosal hito científico, se le dedicaron entre otros honores 500 ensayos, portadas en la prensa y hasta un monolito erigido por suscripción popular. La lástima es que el Hombre de Piltdown fue en realidad un refinado engaño que se perpetuó durante nada menos que 45 años. Es el fraude más famoso de la historia de la ciencia moderna y también el más misterioso porque, exactamente un siglo después, aún no se sabe quién lo perpetró. ¿Quién enterró los fósiles?

La historia del Hombre de Piltdown empezó en 1908, cuando un obrero que trabajaba en una cantera encontró un hueso parietal y se lo entregó a Dawson, quien prosiguió personalmente las excavaciones y halló nuevas piezas, especialmente una mandíbula. También aparecieron fósiles de diversos animales, como mastodontes y rinocerontes, así como útiles de sílex. Dawson lo puso en conocimiento de Woodward, especialista del Museo de Historia Natural.
Los restos eran aparentemente muy antiguos --se llegó a proponer que tenían cinco millones de años-- y coetáneos. Un paleontólogo actual habría sospechado que el cráneo era muy humano y la mandíbula demasiado simiesca, un contraste excesivo, pero en esa época respondían a la concepción que se tenía del eslabón perdido.

Algunos científicos manifestaron sus dudas, pero en líneas generales el Eoanthropus dawsonii , como fue bautizado, fue acogido sin discusión, y más cuando al año siguiente y luego en 1915 aparecieron más restos. Uno de ellos fue un canino atribuido a la misma mandíbula encontrada años atrás. Lo localizó el seminarista francés Pierre Teilhard de Chardin, que llegó a ser un eminente filósofo y paleontólogo.
"El fraude tuvo mucho éxito porque, pese a que hubo realmente científicos críticos, era lo que la sociedad británica estaba esperando. Los franceses habían presentado recientemente a los hombres de Cro-Magnon, los alemanes tenían la mandíbula de Heidelberg y hasta los holandeses presumían del Hombre de Java --explica Oliver Hochadel, historiador de la ciencia en la Institució Milà i Fontanals del CSIC, en Barcelona--. En cierta manera, el Hombre de Piltdown era un referente patriótico". Daniel Turbón, catedrático de Antropología Física de la Universidad de Barcelona (UB), insiste en el mismo sentido: "Etnocéntricamente, el hallazgo significaba que Inglaterra pasaba a ser el origen del hombre".

El timo fue desenmascarado con el paso de los años. En el proceso tuvieron un peso capital los trabajos del dentista y arqueólogo aficionado Alvan Marston, que fue quien determinó científicamente que el canino de la mandíbula pertenecía a un mono. En 1936, Marston también analizó el extraño color de la mandíbula y lo atribuyó con éxito, como luego se verificaría mediante una perforación, a que había sido tratada químicamente para darle un aspecto envejecido. Poco después, Kenneth Oakley, mediante una prueba con flúor, demostró que los restos no llevaban en Piltdown mucho tiempo, sino que correspondían a un enterramiento reciente. Estudios posteriores comprobaron que los molares de la mandíbula habían sido raspados a propósito para que no fueran idénticos a los de un orangután.
En 1953, un estudio definitivo zanjó la polémica para siempre: el cráneo era totalmente humano y antiguo, pero no del Pleistoceno, sino posiblemente del Neolítico, mientras que la mandíbula pertenecía a un orangután del siglo XX. Las sorpresas no acababan ahí, puesto que el canino de Teilhard era de un mono de menor tamaño, y las herramientas y los huesos de animales tampoco eran autóctonos, sino procedentes de orígenes tan dispares como el norte de Africa y Malta. En definitiva, los huesos habían sido enterrados a propósito en un elaborado plan que había sido ideado, sin discusión, por una o varias personas con conocimientos de paleontología.

De hito a fraude
Lo que comenzó siendo un hito de la ciencia, un descubrimiento capital, se ha acabado convirtiendo en un paradigma del fraude científico y como tal ha merecido infinidad de artículos y libros. Con el paso de los años, Dawson y Woodward siguen siendo los principales sospechosos, pero hay estudios que incluso los consideran víctimas de un engaño destinado a desprestigiarlos. Las piezas las habría colocado con ese objetivo algún paleontólogo rival.
En total, al menos una docena de personas han sido citadas como autores o colaboradores, entre ellos Arthur Conan Doyle, el creador de Sherlock Holmes, que por entonces vivía en Piltdown, y por supuesto Teilhard de Chardin. Según un estudio, algunos de los fósiles hallados en Piltdown proceden justamente de los países visitados por el egregio jesuita. "Personalmente, estoy intrigado por la pregunta de si el engaño fue impulsado por la ambición científica o por motivos más jocosos o vengativos", señalaba el prestigioso palentólogo Chris Stringer en un artículo publicado esta semana en la revista científica Nature . Por supuesto, nadie de los implicados sobrevive para dar su versión de los hechos.

Descubren una nueva especie de Dinosaurio en Teruel

El hallazgo, llevado a cabo por investigadores de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, ha tenido lugar en una mina de lignito a cielo abierto en Ariño. Se trata de por lo menos seis ejemplares de un herbívoro de unos ocho metros y cuya característica principal es el pico, muy afilado y divergente, muy distinto al pico plano de los dinosaurios conocidos.

Los restos fósiles del nuevo dinosaurio, de la infraorden de los ornitópodos, fueron presentados ayer ante los medios de comunicación por el director de la Fundación Dinópolis, Luis Alcalá, quien explicó que durante los últimos dos años y medio de trabajo se han identificado 348 huesos pertenecientes a seis ejemplares distintos, de distintos tamaños y, probablemente, de ambos sexos. Destacan tres cráneos, dos de ellos bastante completos, dientes, huesos de las escápulas y la pelvis y de extremidades, vértebras y costillas.

De todos ellos, hasta el momento sólo se ha restaurado el 16%, por lo que, en palabras del paleontólogo, "estamos en el punto cero de un proyecto espectacular y que permitirá definir estos dinosaurios como en ningún otro lugar". Sin embargo, los investigadores creen que tienen el material suficiente como para hacer una recostrucción completa del animal.

Alcalá no quiso, por ahora, revelar el nombre de la nueva especie, cuyo análisis está aún pendiente de publicación en las revistas científicas. Lo que sí dijo es que su antiguedad se cifra entre hace 113 y 100 millones de años y que se trata de un herbívoro emparentado con el Iguanodon, otra clase de dinosaurio que abunda en la zona.

Luis Alcalá también se refirió a la importancia del yacimiento, ya que data del Albiense, la última edad (o piso) de las seis de que consta el Cretácico Inferior. Una época de la que apenas si hay restos fósiles en el continente europeo.

Además de los dinosaurios, en el yacimiento han aparecido también numerosos restos de cocodrilos, tortugas, peces y otras especies (conocidas) de dinosaurio, así como diversos tipos de plantas e invertebrados. Un total de más de 5.000 huesos de los que, poco a poco, se han ido extrayendo los 348 pertenecientes a la nueva especie. Los restos, además, estaban repartidos a lo largo de una superficie de quince hectáreas. Los investigadores han identificado en ese área hasta 97 "puntos calientes" en los que había restos fósiles.

Por supuesto, la prospección continúa y todo parece indicar que se encontrarán muchos más restos en el futuro. Las primeras pistas sobre la presencia de los fósiles fueron dadas por los geólogos de la explotación minera, durante una de las prospecciones a 150 metros de profundidad. Desde ese momento, a los trabajos se añadió un grupo de investigadores de Dinópolis, en estrecha colaboración con el personal de la mina de carbón.

Por José Manuel Nieves. www.abc.es

Arqueólogos descubren mosaicos romanos en Plotinopolis (Grecia)

Los hallazgos que salieron a la luz durante las excavaciones de este año en la colina de Aghia Petra, en Didymoteicho, la cual se ha identificado con la antigua Plotinopolis, una ciudad romana fundada por el emperador Trajano después de que se desposase con Pompeya Plotina, son, una vez más, impresionantes.
El interés arqueológico de la colina ha sido reconocido desde antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando en 1965 un busto forjado de oro del emperador romano Septimio Severo se encontró allí. Excavaciones sistemáticas en Aghia Petra fueron realizadas por el 19 Eforato de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas en 1977 y principios de 1980.
Tal como se puso de manifiesto durante las excavaciones de este año, el suelo de mosaico que se ha descubierto, y que forma parte de una gran sala, un típico triclinium romano, está dominado por símbolos y motivos geométricos.

Según el arqueólogo Matthaios Koutsoumanis, jefe de los trabajos de excavación desde 1996, en la sección Z, al norte de la zona de excavación, un piso de mosaico y parte de un fresco han salido a la luz; el fresco data de finales del siglo II y principios del siglo III d.C. En el lado norte de la escena central debe tenerse en cuenta una representación impresionante del dios Eurus y Plotina, así como dos suelos auxiliares con motivos geométricos y peltas, mientras que en el lado sur se representan pájaros y plantas.

"La continuidad de la escena central hacia el oeste, en particular la zona con figuras de monstruos marinos, donde los ictiocentauros y las Nereidas están representadas, también fue expuesta", dijo el Sr. Koutsoumanis.
"Ambas criaturas están sentadas sobre un delfín, y una de ellas sostiene un pañuelo sobre la cabeza como un peplo. Ciertamente, por ahora, la escena de Eurus y Plotinopolis no es la única, pues un segundo panel está saliendo a la luz. Por el momento, no podemos decir lo que representa, ya que está cubierto por la pared posterior de los inicios del cristianismo. Sin embargo, una cosa es segura: la excavación del próximo año tiene un montón de sorpresas para nosotros", agregó el arqueólogo.
Hasta ahora, la parte oriental del triclinium se ha limpiado y restaurado. Cuando el trabajo de los arqueólogos haya concluido, toda la zona, estimada en alrededor de 130-140 metros cuadrados, estará limpia y restaurada.
El estudio de las monedas proporcionará información más específica sobre la datación del complejo de edificios y las distintas fases de su uso, así como de las intervenciones realizadas.
Todo esto indica que Plotinopolis surgirá gradualmente como una de las mayores excavaciones en la región de Tracia.

¿Si hubiera vida ahí fuera, se parecería a la de la Tierra?

Si hubiera vida en otros planetas, podría no parecerse en absoluto a la que conocemos. Es una limitación que, de hecho, hace extremadamente difícil su identificación. En Marte, sin embargo, las cosas podrían ser muy distintas, ya que el Planeta Rojo es muy parecido al nuestro y la vida, si es que alguna vez la hubo, podría ser muy similar a la que nos rodea.

¿Si hubiera vida ahí fuera, se parecería a la de la Tierra?

No necesariamente. La vida que conocemos, la de todas las criaturas de la Tierra, está basada en el carbono y en una serie de componentes y reglas que son siempre las mismas, no importa que se trate de bacterias, moscas, elefantes o seres humanos. En efecto, toda la vida terrestre procede de un único y lejano antepasado común, un organismo hipotético que los científicos llaman LUCA (Last Ultimate Common Ancestor), que "estrenó" la forma de estar vivo y al que debemos todas nuestras características, seamos de la especie que seamos.
Sin embargo, nada impide la existencia de seres vivientes que sigan otras reglas, o que estén basados en otros elementos diferentes al carbono. Lo que sucede es, hasta ahora, nunca se ha encontrado uno.

Si la vida extraterrestre no estuviera basada en el carbono, como en la Tierra, ¿sabríamos identificarla?

Probablemente no. La razón es que, al no conocer su bioquímica, sería muy difícil, por no decir imposible, diseñar los experimentos adecuados para que nuestros instrumentos detecten esas formas de vida fuera de la Tierra. Algunos piensan que estamos literalmente rodeados de formas de vida "diferentes" pero que, simplemente, no somos capaces de identificarlas.

Cuando una misión espacial busca vida fuera de nuestro planeta, lo único que puede aspirar a encontrar son formas de vida que "funcionen" exactamente de la misma manera que las terrestres, que son las únicas que conocemos. Los experimentos a bordo del Curiosity, por ejemplo, sólo pueden detectar los componentes biológicos (los "ladrillos de la vida") que se conocen, que son los que hacen que nosotros mismos estemos vivos.
Otra cosa sería, por supuesto, toparse con una criatura compleja, que podamos ver o fotografiar, independientemente de cuál sea su bioquímica. Pero eso no es una aproximación realista al problema, ya que es mucho más fácil localizar microorganismos (o sus huellas o restos), que deberían ser, tal y como sucede aquí, mucho más comunes.
La Ciencia funciona por comparación y, en cuanto a la vida se refiere, sencillamente no tenemos nada con qué compararnos. Se está intentando buscar criaturas "diferentes" aquí mismo, en nuestro planeta. Recordemos, por ejemplo, el fallido anuncio de aquellos famosos microorganismos cuyo metabolismo se basaba, en teoría, en el arsénico, y que al final resultaron ser como todos los demás. La NASA dio entonces un gran patinazo, pero si realmente hubiera sido así, ahora tendríamos una forma de vida "alternativa" que nos serviría para ampliar nuestro abanico de búsqueda a una clase de criaturas completamente diferentes a las que conocemos.
Los esfuerzos en este sentido, sin embargo, continúan, y los científicos centran sus esperanzas en los llamados "extremófilos", criaturas que, aquí en la Tierra, han logrado adaptarse y sobrevivir en lugares donde nadie, excepto ellos, podría prosperar. Se ha encontrado vida, en efecto, a más de 120 grados centígrados en las mismísimas calderas de volcanes; o a varios km. de profundidad, en la rocas viva, donde jamás ha llegado luz ni oxígeno; o bajo las gruesas capas de hielo de la Antártida, o junto a chimeneas termales submarinas, a varios km. de profundidad bajo las aguas oceánicas. Saber cómo logran sobrevivir estas peculiares criaturas nos servirá para poder buscarlas, también, fuera de nuestro planeta.

¿Vale todo eso también para Marte y el Curiosity?

Por supuesto que sí. Sin embargo, los investigadores creen que, en el caso de que la encuentren, la vida de Marte debería de parecerse mucho (o incluso ser idéntica) a la de la Tierra. La razón es que ambos planetas se parecen extraordinariamente y se formaron a partir de los mismos materiales y elementos. Además, con Marte existe la posibilidad de "contaminación" de formas de vida ya desarrolladas en planetas cercanos.
De hecho, la vida, la que conocemos, podría haber pasado de la Tierra a Marte sin demasiados problemas, a bordo de meteoritos. O incluso al contrario, podría haberse originado en Marte, que es algo más antiguo que la Tierra, y haber viajado después hasta aquí. En cualquiera de los dos casos, existen muchas posibilidades de que la vida terrestre y la marciana (si existe) sean muy parecidas.
El problema de la contaminación puede alcanzar, aunque con una probabilidad menor, también a otros candidatos a albergar vida dentro de nuestro Sistema Solar, como es el caso de varias lunas de Saturno y Júpiter.
Fuera de los dominios de nuestro Sol, sin embargo, la cosa cambia por completo. "Ahí fuera", en efecto, podría haber formas de vida que, hoy por hoy, no seríamos capaces de identificar. Se ha confirmado ya la existencia de más de 850 planetas extrasolares, y algunos de ellos (unos cincuenta) con algunas características similares a las de la Tierra. Pero nadie nos puede asegurar que en esos mundos lejanos la vida haya surgido de manera completamente distinta a como lo ha hecho aquí.

¿Qué indicios se han encontrado hasta ahora?

La verdad es que no demasiados, aunque sí muy esperanzadores. Por ejemplo, ahora sabemos que el agua es un elemento bastante común en el Universo. Se han detectado inmensas nubes de vapor de agua en galaxias lejanas, e incluso se ha medido el espectro de varios aminoácidos y otros componentes esenciales para la vida a miles de años luz de distancia. Entre los exoplanetas conocidos, además, hay 7 que parecen ser especialmente favorables y que reúnen varias de las características que creemos necesarias para la vida.

¿Se puede pensar en la existencia de vida inteligente, incluso de civilizaciones avanzadas?

Dado que el Universo tiene 13.700 millones de años y que en él existen billones de planetas, parecería lógico pensar que en algunos de ellos la vida pudo desarrollarse hasta formar criaturas complejas y, por qué no, civilizaciones. Ahí está la famosa ecuación de Francis Drake, un ejercicio matemático que combina diversas variables para calcular, de forma aproximada y según la ley de probabilidades, cuántas civilizaciones podría haber ahí fuera.
Drake encontró que, sólo en nuestra galaxia, podrían existir 100.000 civilizaciones tecnológicas, aunque otros investigadores han llegado a cifras completamente diferentes (que van de las diez a los varios millones) con solo cambiar el valor de algunas de las variables. En todo caso, aunque esas civilizaciones existieran, para que podamos contactar con ellas deberían, por lo menos, estar desarrollándose al mismo tiempo que la nuestra.
Nuestra tecnología espacial lleva existiendo poco más de medio siglo, menos que un parpadeo en la historia del Universo. Otras civilizaciones podrían haber surgido hace dos mil, o cinco mil, o siete mil millones de años, haber durado un millón de años y haber desaparecido para siempre mucho antes incluso de que naciera el primer ser humano.
El desafío, pues, sigue abierto. Y los esfuerzos se doblan en campos científicos muy dispares, que van de la astronomía a la física y la biología. El premio, sin duda, merece la pena.

Vía: www.abc.es