ALTAMIRA, UN CALVARIO PARA MARCELINO SANZ DE SAUTUOLA


Cierto día del año 1868 un cazador que con su perro perseguía a un zorro por las lomas de Altamira, sitas en el término municipal de Vispieres (Ayuntamiento de Santillana del Mar), vio cómo el can desaparecía tras de un matorral, y del cual tardaba mucho en salir. Se acercó a él, para indagar la que pasaba, cuando oyó los quejumbrosos aullidos del animal, que se hallaba prisionero de unas piedras al intentar atravesar el reducido espacio que quedaba entre ellas.

El cazador liberó al perro, apartándolas debidamente, y después de darle salida advirtió que se abría allí un agujero que conducía a una inmensa oquedad. Movido por la curiosidad penetró por él, comprobó que se trataba de una amplísima cueva de la que nadie hasta entonces tuvo jamás noticia. Mas como carecía de luz para explorarla, a su regreso al pueblo dio cuenta de su hallazgo, que pronto se difundió por los contornos. Sin embargo, al descubrimiento no se le dio gran importancia, pues en la comarca abundan las cuevas naturales, muy conocidas por los vecinos de las poblaciones cercanas.



Al principio las cosas quedaron así. Pero no tardo en aparecer en escena un hidalgo montañés, hombre de rara erudición llamado don Marcelino Sanz de Sautuola. Nacido en Santander el 2 de junio de 1831, pertenecía a una distinguida y acaudalada familia montañesa. Desde muy joven manifestó una extraordinaria afición a los estudios históricos y a la investigación científica; había reunido una magnífica biblioteca, que procuraba tener siempre al día en lo tocante a progresos científicos.

El señor Sautuola solía pasar los veranos en la Montaña en una vetusta pero confortable casona-palacio que poseía en Puente de San Miguel. En este pueblo santanderino fue donde oyó contar, un día de 1875, cómo siete años atrás un cazador descubriera casualmente una gran cueva en el prado llamado de Altamira.

Don Marcelino, que conocía perfectamente el interés con que en Europa se empezaba a excavar en las cuevas, en busca de fósiles, sintió la comezón de curiosear en Altamira, y de ver si en dicha cueva podía encontrar algún sílex tallado o alguna osamenta petrificada.

Así fue cómo, días después de que un campesino le contara la historia del cazador, se personó en Altamira e inició por su cuenta y riesgo, como entonces se hacía, unas ligeras excavaciones, con resultado positivo: halló varios huesos de animales primitivos y piezas de sílex labradas.
El erudito hidalgo no sospechaba en aquel entonces que, con lo que iba a encontrar en Altamira, revolucionaría por completo la investigación prehistórica. Mas para ello, aún tendrían que trascurrir cuatro o cinco años...

Al regresar a Madrid para invernar, Sautuola llevó consigo los materiales prehistóricos hallados en su tierra y los mostró a un gran amigo suyo eminente prehistoriador, el catedrático de Geología de la Universidad de Madrid, don Juan Vilanova,  mundialmente conocido por sus descubrimientos y estudios prehistóricos, realizados principalmente en el Levante español. Vilanova clasificó los fósiles encontrados por Sautuola como de bisonte, caballo primitivo, ciervo megacero y otros animales.
Pasó el tiempo y don Marcelino no volvió a ocuparse de Altamira y de su cueva. Lo único que hizo fue tapiar la entrada, en vista de que los chicos de Puente de San Miguel la escogían como escenario para sus juegos.

En 1878 se le ocurrió al señor Sautuola visitar la famosa Exposición Universal de París  y he aquí que en ella pudo ver numerosos objetos prehistóricos de sílex y hueso que recientemente habían descubierto Lartet, Mortillet y otros investigadores en el valle de Vézére en la Dordoña francesa. A la vista de aquellos utensilios, el célebre montañés pensó que, si buscaba en Altamira, también él podría encontrar cosas semejantes.

En verano de 1879 don Marcelino reanudó sus pacientes excavaciones en la gruta santanderina. Antes pidió el consejo de su amigo Vilanova, y de Piette, un parisiense que era el sucesor de Lartet, y cuya autoridad en investigaciones prehistóricas casi no tenia rival.

Un día le acompañó a la cueva su hijita María, niña de solo ocho años, pero muy despierta. Mientras su padre removía afanosamente las tierras en busca de fósiles, ella empezó a corretear y a explorar, por juego, la cueva. En una de sus correrías llevando un candil, se le ocurrió proyectar la luz al techo: lo que vio la dejó estupefacta. Asustada más que sorprendida, comenzó a gritar hasta que acudió su padre. Y cuando don Marcelino llegó, la inocente criatura, llena de excitación, dijo señalando con el dedo al techo:

--¡ Papá, mira, aquí hay bueyes pintados!
Si la sorpresa de la niña fue enorme, la del padre fue mayúscula al comprobar la abundancia de pinturas rupestres contenida en la cueva. La perseverancia de don Marcelino acababa de ser premiada con el más fantástico, insospechado y sorprendente de los descubrimientos prehistóricos, sin precedente conocido en todo el mundo de la ciencia.
Aquel día, que hace época en la historia de la antropología prehistórica y en el arte universal, fue por de pronto un día grande para la prehistoria europea y española. Con la ingenua observación de la niña María se abriría paso a una verdadera revolución, y todas las ideas que los investigadores se habían formado hasta entonces de los hombres del Paleolítico iban a sufrir un cambio radical.Sautuola, había descubierto las pinturas rupestres de Altamira, llamada también "Capilla Sixtina" de la prehistoria.

Grande fue la sorpresa de Sautuola al darse cuenta de los admirables frescos advertidos por su hija María. De momento quedó aturdido; mejor dicho, perplejo, meditabundo y hasta un poco desorientado. La cosa no era para menos, ya que hasta entonces no había el menor precedente de la existencia en cuevas prehistóricas de pinturas como aquellas, de tanta fuerza y realismo.

Por otra parte, no se explicaba cómo una serie de pinturas tan abundantes y tan perfectamente ejecutadas podían haber sido realizada en las oscuridades de un antro como aquel, en el interior de un monte aislado y alejado de todo concurso humano.
Marcelino no sabía lo que le reservaba el porvenir. Si no, no sabemos lo que hubiera hecho. Sea lo que fuere, el caso es que el hombre se quedó como de una pieza al observar las pinturas. Acompañado de su hija, empezó a examinar las paredes y techos de aquella galería oscura. Y de asombro en asombro descubrió gran cantidad de representaciones policromadas de bisontes, pintados en todas las posturas inimaginables; toros enormes, vacas, terneras, jabalíes y toda una manada de caballos, que un pintor de quien sabe cuando había trazado con tal realidad y un colorido tan maravilloso, que ningún artista de hoy le hubiera podido superar en cuanto a técnica e imaginación.


Ante tantas emociones, la antorcha no hacía más que temblarle en la mano. Tocó la pintura: ofrecía un tacto raro, ya que sobre ella se había formado una especie de concreciones calizas transparentes, por lo que el material empleado para pintar los frescos había quedado como embebido en la roca.
Ignoro qué ideas bullían en la cabeza de Sautuola. Al parecer hecho un mar de confusiones salió de la cueva; y en cuanto volvió a Madrid corrió a visitar a su amigo, el catedrático doctor Vilanova. Consigo llevaba numerosos sílex tallados, así como diversos fósiles muy extraños. Todo ello procedente de Altamira.

Vilanova, ganado por la vehemente exposición del montañés, le escuchó sin hacer comentarios, aunque la verdad sea dicha un tanto receloso por lo que le estaba oyendo. Y tan pronto como tuvo ocasión marchó a Santander y, acompañado por Marcelino, se "descolgó" por Santillana. Y en Altamira pudo ver las cosas con sus propios ojos.
La primera consecuencia del examen ya apareció con una lógica  aplastante.Aquellas pinturas eran antiquísimas y habían de ser forzosamente contemporáneas a la existencia de los animales representados.

Tanto Vilanova como Sautuola dedujeron que el amarillo fue conseguido con la utilización de ocre natural; y los tonos rojos, con oligisto rojo.Probablemente los artistas prehistóricos habían mezclado almagra y ocre con agua, o con suero sanguíneo, y como excipiente emplearon sangres y grasas de bisontes o caballos. Con la yema de los dedos, posiblemente con el pulgar, habían logrado extender con tanta habilidad la mezcla en la piedra, que los tonos se fundieron maravillosamente.
-Estas pinturas-dictaminó Vilanova emocionado- no sólo asombran por ser obra de hombres prehistóricos, sino porque pueden incluirse entre las grandes obras maestras del arte universal. Esto sólo, tendrá que convencer al mundo; yo personalmente no conozco a ningún pintor viviente que sea capaz de hacer algo semejante.

Y así es, por lo que las pinturas rupestres de Altamira, que primeramente fueron supuestas obras de supercherías, han sido proclamadas científicamente la más alucinante de las decoraciones con miles de años de existencia.

El doctor Vilanova sabía que la divulgación del descubrimiento iba a provocar una revolución entre los científicos y que a consecuencia de ello Sautuola sería maltratado, e incluso se dudaría de su honradez y se le acusaría de falsario. Por eso le dijo:
--Cuente usted conmigo y mi autoridad frente a todos los ataques que seguramente recibirá usted en este asunto. Yo estoy a su lado y lo estaré siempre, porque le creo, y además porque al ver esta maravilla he quedado convencido.

Poco tiempo después, Marcelino publicó en varias revistas su descubrimiento de Altamira. Sus afirmaciones cayeron en Europa como una bomba. Era la primera vez en la historia que alguien hablaba de pinturas prehistóricas, concretamente de pinturas cuaternarias, magdalenienses, es decir, de la Edad de la Piedra tallada.


Todo el mundo suponía que el hombre primitivo era una especie de gorila, sin ninguna idea de arte ni de ciencia. Entonces ¿a que venir con tonterías como las sostenidas por el montañés? Cartailhac, Virchow, Mortillet, Undset y otras máximas autoridades dijeron ofendidos que aquello tenía que ser "obra de falsarios o de dementes".

En 1880, con ocasión de celebrarse en Lisboa el Congreso de Prehistoria, se reunieron en la capital portuguesa la flor y nata de la antropología y arqueología prehistórica mundial. Allí, además de Piette, Quatrefages y Cartailhac, estaban Rodolfo Virchow, de Berlín, Pigorini, de Roma, Unset, de Cristianía (actual Oslo), Juan Lubbock, de Londres, Montelius, de Estocolmo...   También Sautuola y Vilanova de España.

El español se encargó de presentar una comunicación al Congreso sobre las pinturas de Altamira. Le dejaron hablar. Al terminar de exponer sus argumentos, Vilanova observó indignado que un silencio ominoso había caído sobre la sala.
Luego, al hablar el intocable e inmarcesible Cartailhac, todos los congresistas se volvieron burlones hacia Vilanova y Sautuola. Mientras el geólogo español estaba pálido de ira, el montañés acusaba en su rostro un gran sufrimiento al oírse llamar falsario. Sin embargo, supo sobrellevar las burlas con dignidad.

A partir  de entonces comenzó para Marcelino un verdadero calvario. Pasó por los más duros trances: la gente se reía de él, lo tomaban por loco o en el peor de los casos le tildaban de embustero. Por si fuera poco, nadie en Europa quería saber nada de pinturas prehistóricas.


Don Marcelino Sautuola luchó hasta el final, aunque sin éxito. Murió en 1888, sin lograr que se reconocieran sus hallazgos. La cueva, cerrada con una puerta cuya llave guardaba su hija María, ya una jovencita encantadora, quedó esperando la llegada de los "sabios" y que la verdad resplandeciera al fin. Cinco años después moría también Vilanova.
Entretanto, en el intervalo de unos pocos años se sucedieron los descubrimientos. Así, en 1878 se halló la gruta de Chabot (Gard, Francia); en 1895 la cueva de La Mouthe, cerca de Taylac; en 1901 Les Combarelles y Font-de-Gaume; en 1902, Marsoulas; en 1903, La Calevie y Bernifal, y en 1904, La Greze.

Ante la evidencia, los científicos se rindieron. Por otra parte, una nueva generación de estudiosos iba desplazando a los viejos e intocables maestros. Empezaban a sonar los nombres del sacerdote católico Enrique Breuil, de Capitán y de Peyrony.

Cartailhac acabó convenciéndose; pues dejando aparte su pasión, era un hombre honrado. Y un buen día se impuso el deber de rehabilitar la memoria de Sautuola y Vilanova. A tal fin, una mañana, acompañado por Breuil, se presentó en Puente de San Miguel para solicitar humildemente a María Sautuola que les franquease la entrada de la cueva de Altamira.

Acompañados por la muchacha, que se brindó a mostrarles el camino que también conocía, entraron en la caverna. Un segundo después Cartailhac tuvo que apoyarse en el hombro de Breuil; gruesas gotas de sudor orlaron se frente. Cabizbajo, dijo a la joven María:

--Ahora ya no puedo hacer más que una cosa: he de rehabilitar a su padre ante la ciencia...
María le miró por un instante y sintió algo inenarrable. Como en un sueño, recordó entonces a su padre cuando estaba allí, con ella, examinando asombrado las pinturas rupestres.

--Puede usted hacer algo más--dijo con decisión--.Quiero presentarle a don Hermilio Alcalde del Río, el director de la Escuela de Artes y Oficios de Torrelavega. Mientras ustedes en el extranjero discutían si las pinturas eran falsas o no, él na ha perdido el tiempo. Conoce bastantes cuevas por esos andurriales, con dibujos y grabados como éstos.

Cartailhac y Breuil salieron de la cueva de Altamira como si despertaran de un sueño. Luego, acompañados también por María, se trasladaron a Santander, visitar la tumba de don Marcelino Sanz de Sautuola para rendirle homenaje.

Con el paso de los años, se han ido descubriendo muchas otras cuevas; se han sacado a la luz muchos restos de animales y hombres, muchas reliquias de las civilizaciones primitivas que han dado una respuesta indiscutible a la inquietante pregunta sobre el origen y desarrollo de la humanidad.
Es indudable que la revelación de los tiempos primitivos es el capítulo más lleno de dramatismo dentro de la Historia Natural, el más rico en incidentes y complicaciones de toda la trágica existencia humana.De esa emocionante aventura es de la que me he ocupado durante años y de cuantos fueron capaces de desgarrar las brumas de la incógnita que se cierne sobre el nacimiento de la humanidad y de la civilización.

UN NUEVO ENCLAVE FENICIO DESCUBIERTO EN LA BAHÍA DE CÁDIZ: EL CERRO DEL CASTILLO EN CHICLANA DE LA FRONTERA


Las investigaciones arqueológicas que tuve la suerte de realizar, junto a mi compañera arqueóloga Paloma Bueno Serrano, desde 2006 hasta principios de 2010 en Chiclana de la Frontera (Cádiz), consiguieron recabar datos de gran interés para dotar de contenido periodos históricos tan importantes como la prehistoria reciente, historia antigua y época medieval, que suponían hasta ahora, grandes vacíos en el pasado de la localidad. El importante hallazgo de un asentamiento fenicio en Chiclana supone retrotraer los orígenes de la ciudad más de dos mil años. e incluirla entre las ciudades trimilenarias de la bahía de Cádiz.


El descubrimiento tuvo lugar durante el desarrollo de un Proyecto de Actuación Arqueológica Preventiva aprobado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía en Cádiz para controlar la presencia de posibles restos arqueológicos en un solar situado en el casco antiguo de Chiclana. En el lugar se esperaba encontrar parte de lo que fue el primer cementerio relacionado con las primeras iglesias construidas en la ciudad( San Martín  siglo XV y San Juan Bautista siglo XVII), así como los retos de la torre fortificada mandada construir por Alonso de Guzmán el Bueno en 1303. El espacio a intervenir se ubicaba, entre las calles Castillo, Ánimas, y Santísima Trinidad, formando parte de una ladera y cima de un cerro.Ocupando un espacio de 4000 m2 aproximadamente.
Los trabajos arqueológicos permitieron sacar a luz parte de un asentamiento fortificado de época fenicia que podemos datar entorno al siglo VIII a.C. Los restos adscribibles a esa a esta época aparecieron en la parte más alta del solar, a medio metro de profundidad de la cota de la calle. Detectándose que el lugar estuvo habitado desde la Prehistoria Reciente, al menos desde el Bronce Final, ya que bajo los restos que datamos en el siglo VIII a.C., aparecieron niveles de ocupación anterior.


Los elementos constructivos que se hallaron en una primera fase de las excavaciones fueron los siguientes:

1.- Una potente muralla de casernas formada por dos lienzos de muros paralelos, el exterior de mayor anchura que el interior, unidos cada cierto tramo por una serie de pequeños muros transversales o tirantes que sirven para dar mayor consistencia aún a la muralla. De ella se han exhumados unos 40 metros lineales aproximadamente, conservando 3,70 m de anchura y entre 40-50 cm. de altura. El muro exterior tiene una anchura de 1,80 m. Y el interior de 1 m; los muritos transversales miden 80 x 80 cm.

Ésta se construye directamente sobre el nivel geológico con grandes mampuestos trabados con arcilla que hace las veces de mortero. La primera hilada del muro exterior esta formada por piedras de grandes proporciones, son ciclópeas y la obra en conjunto nos habla de la cantidad de trabajo invertido y la fuerza física gastada en la construcción de la misma. Son piedras que proceden de la costa y que fueron trasladadas en barcazas y carros hasta la cima del cerro.
Se trata de una construcción que sigue un esquema oriental, similar a las ciudades orientales como Beersheva, Jericó, etc., y las peninsulares de Castillo de Doña Blanca (El Puerto de Santa María, Cádiz) Málaga, La Fonteta (Alicante), Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva).
Esta fortificación rodea todas las estancias halladas, lo que indica que el yacimiento se extendía desde la muralla excavada, por la cima del cerro y posiblemente por la ladera próxima a río Iro. Las características estratégicas del asentamiento son incuestionables, más aún si tenemos en cuenta la orografía del lugar.Desde la muralla en dirección Sur existiría una fuerte pendiente que evitaría el acceso a cualquier enemigo sin ser visto.

La edificación de la muralla sufrió varias reformas a lo,largo del tiempo, esto se aprecia en la utilización de otro tipo de aparejo y en que las piedras son de otra naturaleza.

2.- Hacia el recinto interior de la muralla se localizaron una serie de espacios rectangulares pertenecientes a viviendas y recintos domésticos de mediano tamaño que en ocasiones se adosan a esta. Los muros están fabricados con pequeños mampuestos irregulares trabados con arcilla. Sobre las hiladas de dichos mampuestos se colocan a veces bloques de adobe de gran tamaño.


Los pavimentos de estas habitaciones se conservan en gran medida. La mayoría están formados con nódulos de barro y cal, formando algo parecido al opus púnico, aunque también se fabrican con arcilla roja, y otras con pequeños cantos rodados.

Sobre los suelos aparecieron manchas de adobe de diferentes colores (rojo, amarillo, verdosos) y restos de cal, que se interpretaron como restos de las paredes deshechas sobre los mismos.Por comparación con otros yacimientos conocemos que los techos se construían con materiales perecederos, es decir, con materia vegetal, como ramas, juncos, eneas, etc.

Los muros de las viviendas al igual que ocurre con la muralla se introducen por debajo de las calles contiguas. Algunos de estos muros conservan hasta casi un metro de altura y se observan habitaciones incluso con sus pavimentos en los perfiles de la excavación.
Dentro de los recintos habitacionales se detectaron restos de lo que fue un horno de pan o tortas de trigo, consistente en una estructura abovedada de arcilla de aproximadamente un metro de diámetro, según un modelo usual en oriente, junto a un gran recipiente del tipo pithoi especie de tinaja que quizás contenía agua, decorado con motivos orientales nos hacen pensar en un recinto dedicado a la elaboración de este tipo de este tipo de productos. Próximo al a otro recinto cuadrangular situado entre muros de mampostería que conserva algunas piedras quemadas y en el centro de una pira formada por piedras quemadas junto a carbones y cenizas, localizamos lo que hemos interpretado como un horno para asar carnes y pescado, junto al que aparecen otras dos tinajas de menor tamaño, que pudieron contener aceite y otros elementos para condimentar. Pensamos que se trataba de una zona de usos comunes para la fabricación de alimentos.


Entre los objetos recuperados en el interior de las viviendas tenemos gran cantidad de fragmentos cerámicos que nos permiten conocer como eran los utensilios y las vajillas utilizadas.Atendiendo a la manera según han sido fabricados los recipientes cerámicos pueden ser clasificados en dos: a mano y con hornos de cocción reductora y a torno con hornos de cocción oxidante.Los fabricados a mano se adscriben culturalmente a las comunidades del Bronce Final que habitaban estas tierras a la llegada de los fenicios, llamados Tartesios, se trata de recipientes más toscos y rudimentarios. Entre ellos podemos citar:

A.- Formas abiertas: cuencos en forma de esféricos: borde simple, borde engrosado al interior y borde exvasado; cuencos carenados con borde exvasado al exterior o cazuelas, que aparecen en ocasiones bruñidos tanto el interior como en el exterior y a veces con decoración de retícula bruñida, soportes; soportes: forma frecuente en los poblados del Bronce Final.

B.- Formas cerradas: Ollas: Con decoración impresa; Orzas: Grandes contenedores de tipo tinaja. Las paredes del recipiente aparecen normalmente sin tratar presentando un aspecto tosco. Normalmente se usaban para contener líquidos.
Entre las cerámicas fabricadas a torno, es decir, según la tecnología utilizada por los fenicios, y que aprendieron las poblaciones autóctonas, tenemos:

A.- Formas abiertas: De engobe rojo: Platos, páteras, cuencos hemiesféricos, cuencos-trípode y lucernas: de uno y dos picos. Pintada a bandas: Cuencos con superficies cubiertas por engobe brillante de color ocre y a la altura del borde una decoración a bandas rojas  y negra. Cerámica gris con superficies bruñidas y decoración bruñida que imita la cerámica autóctona, cuencos carenados, cuencos hemiesféricos.

B.- Formas cerradas: De engobe rojo: Oinocoes de boca de seta y trilobuladas, jarritas.Pintadas:Urnas de Cruz del Negro, Pithos, ánforas. Ánforas de saco o R1.

Los restos constructivos hallados permiten hablar de un concepto de la construcción y del urbanismo muy avanzado para la época de la que hablamos. Las técnicas empleadas, la racionalización y ordenación del espacio, así como la clara funcionalidad de alguno de los elementos (canalizaciones) nos hablan de la existencia de una ciudad en toda regla.

Este asentamiento de época fenicia se encuentra en un lugar claramente estratégico y sigue fielmente los patrones de asentamiento fenicio: junto a la costa, en las proximidades de un río y sobre un promontorio.


De todo lo excavado se desprende que el poblado se extendía por la ladera noreste del cerro, orientado hacia el río Iro, ya que se ha escavado el límite del mismo, sin hallar restos del sentamiento más allá de la muralla. De la antigüedad del poblamiento en Chiclana nos habla el mismo hidrónimo, Iro, de raíz indoeuropea  y cuyo significado es "el río". La importancia que el río tuvo que tener como vía de comunicación hacia el interior, hasta las proximidades de Medina Sidonia, está más que probada.

Mucho ha debido de cambiar el paisaje que vieron los fenicios, pues las transformaciones paisajisticas y medioambientales en esta zona han sido importantes.Una línea de costa diferente a la que vemos hoy, situada más al interior y una gran bahía en la que desembocaría el río, no muy lejos de donde se sitúa el cerro del Castillo, hoy cegada por los aportes de este río y ocupada por marismas, esteros y caños.

El hecho de que justo en la desembocadura del río se sitúe el templo de Melkart es una razón más para imaginar que los fenicios siguieron su curso hasta llegar al cerro del Castillo e incluso más allá. U río como el Iro que debió tener un amplio cauce permitió a las naves tartesias, fenicias y romanas navegar hacia el interior y varar sus naves en algún junto a dicho río.



Siglos después se asentaron en él los romanos. Fue entonces cuando se rellenó la gran pendiente natural del cerro con gran cantidad de restos cerámicos, sobre todo, ánforas, hasta crear una suave ladera. En el lugar se estableció un alfar, del que hasta el momento se ha excavado un horno de pequeñas proporciones, utilizado para fabricar tapaderas o recipientes pequeños.

Posteriormente en época medieval el mismo lugar fue habitado durante siglos XII, XIII, XIV d.C.Prueba de ello es la existencia de unos grandes silos que fueron utilizados para guardar grano, además de algunas piezas de molino y de gran cantidad de recipientes cerámicos. En 1303, la Corona concedió a Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, el señorío de Chiclana, que fue protegido desde entonces con un castillo, construido en este mismo cerro. Los cimientos de la torre deban encontrarse en la cima, bajo el Colegio El Castillo, o en sus inmediaciones y asentado sobre la ciudad fenicia.
Para finalizar, cabe señalar que el último uso que se dio al lugar fue el de campo santo, desde que en el siglo XV se construyera en las proximidades la iglesia de San Martín, que fue donada a la cofradía del mismo nombre cuya función era asistencial, poseyendo un hospital junto a dicha iglesia.

Para un estudio más amplio podéis consultar en internet la Revista de Prehistoria y Arqueología  de la Universidad de Sevilla nº 17 de 2008 "Un nuevo enclave fenicio descubierto en la bahía de Cádiz: El cerro del Castillo, Chiclana".

Por Juan Antonio Cerpa Niño

Arqueólogos descubren unos astilleros de los "Pueblos del Mar" de hace 3.200 años en Turquía


El hallazgo se realizó en la pequeña isla de Dana, situada a unos 2 kilómetros de la costa sur de Turquía y al norte de Chipre, por un equipo del Departamento de Arqueología Submarina de la Universidad de Selçuk. Según el responsable de la investigación Hakan Öniz, los trabajos comenzaron en 2015 a lo largo de la costa de Mersin, en busca de artefactos arqueológicos. Lo que encontraron fue el astillero más grande de la Antigüedad descubierto hasta el momento, que han datado aproximadamente en el 1200 a.C., durante la tardía Edad del Bronce.


Las dimensiones del astillero sorprendieron a los arqueólogos, que calculan que podría haber albergado la construcción simultánea de hasta 270 barcos, lo que lo convierte en único en el mundo antiguo.



Respecto a quien pudo construirlo, la hipótesis que barajan es que sería obra de los misteriosos Pueblos del Mar, un grupo de pueblos que aparecen en la historia alrededor de las mismas fechas, hacia el 1200 a.C. atacando Egipto durante el reinado de Ramsés III. Algunas teorías los relacionan con el fin de la civilización micénica y del Imperio Hitita a finales del siglo XIII a.C., dando comienzo a lo que se conoce como la Edad Oscura.


Se basan en la etimología del nombre de la isla a la que identifican con la antigua Denyen o Danuna, el hogar de los denyen, uno de los Pueblos del Mar, de los que apenas se conocen datos salvo por ser mencionados en las Cartas de Amarna egipcias, y que han sido identificados con el pueblo de Adana en Cilicia, contemporáneos del tardío imperio hitita. Precisamente la región frente a la cual se halla la isla.


Según las fuentes antiguas durante el siglo XIII a.C. pudo producirse en la zona una gran hambruna, resultado de un gran terremoto o una epidemia, lo que obligó a los Pueblos del Mar a atacar Egipto en busca de grano. Ramses III los habría vencido e incluso perseguido hasta la isla, destruyéndola.


Sin embargo el lugar siguió funcionando como astillero en los siglos siguientes, como se deduce del hecho de que durante el siglo VI a.C. el rey babilonio Neriglisar afirma haberla atacado, mencionándola ya con el nombre Pitusu (origen del posterior Pithyussa latino), y encontrando una resistencia de 6.000 hombres.


La isla está deshabitada desde hace 800 años y el gobierno turco actualmente prohibe cualquier tipo de edificación o restauración. Entre los restos que alberga se encuentran iglesias, tumbas, casas, acueductos y baños, principalmente de época romana.




Fuentes: Guillermo Carvajal/La Brújula Verde | Hürriyet | Daily News, 21 de octubre de 2016

Los primeros seres humanos utilizaron técnicas de calentamiento innovadoras para hacer herramientas líticas

Foto: artefactos de silcrete con tratamiento térmico realizados por el Homo sapiens en el refugio de Klipdrift, Sudáfrica.

Los seres humanos que vivieron en Sudáfrica en la Edad de Piedra Media utilizaron técnicas de calentamiento muy avanzadas que mejoraron las condiciones de vida en la época.
De acuerdo con un nuevo estudio publicado en la revista de acceso abierto PLoS ONE, hace 65.000 años aquellos antepasados calentaron deliberadamente silcrete, una roca dura local, de grano fino, utilizada en la fabricación de herramientas de piedra, de modo que que podrían obtener más fácilmente cuchillas del material del núcleo.

Estas cuchillas fueron talladas en forma de media luna y se colocaron en las cabezas de flecha. Esta época, conocida como el Howiesons Poort, registra la primera evidencia conocida para el uso del arco y la flecha.

"Esta es la primera vez en cualquier lugar conocido que se utilizaron arcos y flechas. Esto habría tenido un efecto importante en las prácticas de caza ya que lanzas y arcos y flechas podrían ser utilizadas para cazar animales", dice el profesor Christopher Henshilwood (izquierda), de la Universidad de Bergen.

Él y la arqueóloga postdoctoral Karen van Niekerk (derecha), del Departamento de Arqueología, Historia, estudios culturales y la religión en la Universidad de Bergen (UIB), en Noruega, son algunos de los co-autores del estudio.

El tratamiento térmico permitió a los primeros seres humanos producir herramientas más duras, la primera evidencia de una tecnología transformadora. Sin embargo, la función exacta de este importante desarrollo en el repertorio tecnológico de la Edad de Piedra Media no estaba previamente clara.

El equipo de arqueólogos utilizó un enfoque novedoso no destructivo para analizar la técnica de calentamiento utilizado en la producción de artefactos a partir de silcrete en el refugio Klipdrift, un yacimiento recientemente descubierto de la Edad de Piedra Media ubicado en el sur de Sudáfrica, incluyendo muestras de silcrete comparables con y sin tratamiento térmico de 31 ubicaciones en todo el yacimiento.

Se necesita menos fuerza para separar una lasca después del tratamiento térmico, lo que da como resultado un mejor control y precisión durante la percusión.

"Hemos demostrado que más del 90 por ciento del silcrete utilizado para la producción de cuchillas había sido calentado intencionadamente", dice Henshilwood.

"El calentamiento se aplicó, no al azar, en una etapa temprana de la explotación del núcleo y, a veces fue precedido por una etapa inicial de talla. Como consecuencia, toda la cadena operativa, desde la preparación del núcleo a la hoja de producción y fabricación de herramientas, se benefició de las ventajas del proceso de calentamiento", explica van Niekerk.

Por tanto, el efecto de endurecimiento, mediante la etapa de calentamiento, habría impactado en todas las etapas posteriores de la producción y uso de herramientas de silcrete.

Los autores sugieren que el tratamiento térmico del silcrete en el refugio Klipdrift puede proporcionar la primera evidencia directa del uso intencional y extenso de fuego aplicada a toda una cadena de producción lítica. Junto con otras actividades basadas en el fuego, el tratamiento térmico intencional era un activo importante para el ser humano de la Edad de Piedra Media en el sur de África, y no ha conocido equivalentes contemporáneos en otros lugares.


"Las ventajas del proceso de calentamiento son múltiples: mediante la reducción de tenacidad a la fractura del material, y el aumento de su dureza, se necesita menos fuerza para separar las cuchillas después del tratamiento térmico, lo que resulta en un mejor control", afirma.
"Las fracturas inducidas por el calor que hemos observado son indicativas de un proceso de calentamiento rápido utilizando fuegos al aire libre, una hipótesis que se ve reforzada por la presencia de residuos de temple, depositados a través del contacto directo del material calentado con brasas", dice van Niekerk.

"Este proceso de calentamiento marca el surgimiento de la ingeniería de fuego como respuesta a una variedad de necesidades que trascienden en gran medida las necesidades de subsistencia básica de los homínidos, aunque no se requieren conocimientos técnicos muy especializados y es probable que se llevara a cabo como parte de las actividades domésticas en el lugar", dice Henshilwood.

Monte Verde, en Chile: ¿primer asentamiento humano en América o teoría "antiyanki"?

Llamas en la zona y parientes de las "paleollamas", los antiguos habitantes en Monte Verde. NATALIA MESSER

En el sur de Chile, una extensión de tierra con vegetación agreste y árboles nativos podría ser un tesoro arqueológico. En este yacimiento se hallaron objetos a los que se les estima una antigüedad de 14.000 años.
La historia que lleva como título Monte Verde se puede resumir en tres palabras: excavación, hallazgo y controversia. Todo se inicia en 1977, con un descubrimiento que hasta el día de hoy causa asombro y calurosa discusión.

Ese año, el arqueólogo y antropólogo estadounidense Tom Dillehay (izquierda), junto a un equipo científico de la Universidad Austral de Chile, excavaron en un sitio de aspecto salvaje, ubicado en la Región de Los Lagos.

El yacimiento cuenta con tres zonas: Monteverde I, Monteverde II y Chinchihuapi, un antiguo arroyo que atraviesa gran parte del sector.
Los hallazgos en Monte Verde, según el grupo de científicos, dieron con un asombroso listado de huellas del Pleistoceno tardío.
Había objetos de caza, elementos arquitectónicos, trozos de carne y cuero animal, plantas medicinales y exóticas, papas silvestres, algas, huesos de animales, cordeles, varios fogones, hoyos, braseros y hasta una pisada humana.

Sin embargo, la validez de estos hallazgos ha sido fuertemente cuestionada por reconocidos arqueólogos.

Variedad de rocas encontradas en el yacimiento arqueológico. Image copyright TOM DILLEHAY.

Dos sitios

Desde 1977 los trabajos arqueológicos se han concentrado con fuerza en dos sitios: Monteverde I y Monteverde II.

A Monte Verde I se le detectó una antigüedad de 33.000 años, cifra que hasta ahora no ha sido aceptada del todo por la comunidad científica.
En cambio, a Monteverde II se le detectó una antigüedad de 14.800 años y sigue siendo el que tiene mayor consenso científico.

En 2008, un texto publicado en la revista Science validó la antigüedad, cercana a los 14.000 años, de algunas algas marinas, encontradas en Monteverde II.
Excavaciones realizadas en 2013 también revelaron que el yacimiento podría haber sido ocupado por humanos desde hace 18.500 años, una fecha incluso más antigua que la calculada en un comienzo.

Pequeño fogón con una fecha cercana a los 16.000 años, y asociado con huesos quemados de caballo americano prehistórico y piedra exótica. Image copyrightTOM DILLEHAY.

Clovis versus Monte Verde

Monte Verde con sus hallazgos viene a cuestionar modelos y convenciones clásicas que hasta el día de hoy se mantienen en la arqueología americana. Y, sobre todo, respecto a las teorías del poblamiento tardío en América, porque después de Monte Verde se comenzó a hablar de "poblamiento temprano" en el continente.

El descubrimiento causó mucha discusión. Hasta ese momento, había un claro consenso en la ciencia sobre quiénes eran los primeros pobladores de América: los Clovis.

El pueblo Clovis corresponde a habitantes de una zona cercana a Nuevo México, Estados Unidos, y sus orígenes se estimaron en 11.200 años. Los hallazgos de Clovis han sido muy estudiados, como sus puntas de flechas y artefactos líticos encontrados en numerosos pozos de exploración.
Monte Verde ha sembrado dudas sobre esta verdad científica.

El terreno está muy desnivelado, pero esa es justamente parte de su riqueza, ya que se mantiene salvaje y con poca intervención humana. Image copyright NATALIA MESSER.

La historia no termina

Stuart Fiedel (izquierda), arqueólogo y antropólogo estadounidense, es un acérrimo defensor del modelo Clovis.
El científico aseguró a BBC Mundo que la evidencia de Monte Verde no es convincente, a diferencia de lo que sí ha dado Clovis desde 1929, año en que se descubrió este yacimiento.

Para Fiedel la mayoría de los 750 artefactos hallados en Monte Verde deben su apariencia a la naturaleza. Ella les dio la forma que tienen. Los artefactos pudieron mezclarse, ya sea en la antigüedad o en una época más reciente, con otras herramientas, como auténticas piedras arcaicas, pero cuya data sería posterior a la que se postula.
La pisada humana también genera sospecha porque, en su opinión, "es demasiado pequeña para ser de un adulto y demasiado estrecha para ser la un niño muy pequeño".
Pisada humana con una data de 14.500 años de antigüedad. Image copyright TOM DILLEHAY.

Y aunque en Latinoamérica cada vez parece dársele más validez a las evidencias de Monte Verde, Fiedel explica que esto escondería una razón no científica.

"Persiste una especie de sentimiento antiyanki en la academia latina y sus estudiosos parecen aceptar cualquier evidencia que indique que los modelos de colonización norteamericanos no son aplicables en el sur de América y que estas culturas se desarrollaron de manera independiente", dice a BBC Mundo.

Fiedel también asegura que, gracias a un reciente estudio genético, Clovis es más que nunca una teoría fuerte.

En 2014 una secuenciación de genoma de los restos del "Chico Anzick", un esqueleto de un adolescente preservado en una tumba, validó que todos los pueblos nativos de América Central y del Sur son descendientes genéticos de un mismo grupo y que están conectados.

El esqueleto, cuya antigüedad es de unos 12.600 años, fue encontrado en Montana, Estados Unidos, junto a herramientas pertenecientes a la cultura Clovis (derecha). El genoma del "Chico de Ansick" reveló, además, que sus orígenes provienen de Siberia.
Esto sustentaría la teoría más aceptada de cómo el hombre llegó a América: por Alaska desde Siberia a través del Estrecho de Bering, hace aproximadamente 13.500 años.

A diferencia de Clovis, los asentamientos de Monte Verde no ofrecen una explicación plausible de cómo llegaron hasta allí sus posibles pobladores.

Una interpretación pictórica del artista Rodrigo Díaz sobre cómo pudo ser esta milenaria cultura. copyright NATALIA MESSER.

Colonizadores bien organizados

La controversia continuará y las preguntas también. Especialmente en torno a los objetos encontrados en Monte Verde. Porque, si es que fue asentamiento humano, ¿cómo eran estas personas?

Tom Dillehay en entrevista con BBC Mundo explica que las evidencias sugieren que el asentamiento estuvo formado por un grupo poco numeroso, de no más de 30 colonizadores.
Agrega que estos milenarios habitantes habrían estado muy bien organizados, con tareas definidas, respecto a la producción de herramientas, la construcción de refugios y la preparación de los alimentos.

Las fosas encontradas, llenas de barro y rodeadas de herramientas de piedra, restos de semillas, frutos secos y bayas, dan a pensar, según Dillehay, que en Monte Verde existió una economía organizada.

Artefactos de madera encontrados en Monte Verde II. Image copyright TOM DILLEHAY.

Los hallazgos en Monte Verde II también, dice el científico, harían cuestionar la teoría que dice que todas las personas de la Edad del Hielo eran cazadores nómadas.

Según Dillehay, se cree que este asentamiento "fue ocupado durante todo un año y al menos una parte de sus habitantes se dedicaba a la recolección de alimentos vegetales y a la caza de animales".

Sobre huesos y pieles de animales, en Monte Verde se han encontrado especies de la megafauna ya extintas. Por ejemplo, se hallaron restos de paleollamas y gonfoterios. Los primeros son antepasados de las llamas y los segundos, parientes de los mastodontes.
En un pequeño fogón se hallaron restos de huesos quemados que indican la presencia del caballo americano prehistórico.

Los científicos desconocen la razón de la extinción de estas especies, aunque dicen que probablemente se debió al cambio climático y a la excesiva presencia humana.

Puntas de proyectiles halladas en el sitio de Monte Verde II. Image copyright TOM DILLEHAY

Las hectáreas

Pero además de la controversia científica, hay algo más urgente en Monte Verde: su conservación para que puedan seguir las investigaciones. Desde el 25 de enero de 2008 una extensión de Monte Verde, de casi 10 hectáreas, se encuentra protegida como Monumento Histórico Nacional de Chile.

Actualmente, casi 9 hectáreas de este territorio, pertenecen al ex-senador de la República de Chile Carlos Kuschel Silva, quien lo compró en los 1980. La Municipalidad de la ciudad de Puerto Montt ha manifestado la intención de expropiar los terrenos del ex-senador Kuschel.

"Solo espero lo que digan las autoridades. Ofrecí donar al Estado de Chile una parte del sitio, para la construcción de un museo, pero después se habló de expropiar", dice a BBC Mundo Carlos Kuschel, quien mantiene en su sitio un parque temático.

La Municipalidad de la ciudad de Puerto Montt ha manifestado la intención de expropiar 9 de las 10 hectáreas que abarca Monte Verde. Image copyright GETTY IMAGES.

Peligros a la vista

Si bien Monte Verde sigue salvaje −se puede ver en su tierra, muy desnivelada al caminar− hay amenazas a la vista.
"Cada año, porciones del sitio se están desprendiendo por el aumento del caudal del arroyo Chinchihuapi, además de alguna destrucción debido a la actividad moderna", asegura Dillehay a BBC Mundo.

Árboles de eucaliptos también asoman en las cercanías y pueden ser perjudiciales, pues secan excesivamente el terreno y afectan a la humedad propia del lugar.
"Por mi parte trato de mantener el lugar lo más salvaje, por ejemplo con árboles nativos y sin arar la tierra, ni tampoco hacer senderos, aunque la excesiva parcelación que se está comenzando a ver en el sector puede dañar", cuenta Kuschel a BBC Mundo.

El pasado vive

Desde la Unesco, la directora y representante de la oficina en México, Nuria Sanz (derecha), dijo a BBC Mundo que valoran el significado que tiene Monte Verde y en lo que se ha convertido.
"Monte Verde ya no debe ser visto como una anécdota, sino como un sitio en el que se continuó investigando a través del tiempo", dice para BBC Mundo la Dra. Sanz.

Nuria Sanz cuenta como la Unesco tienen conocimiento de que el Estado de Chile busca postular a Monte Verde para Patrimonio de la Humanidad.

"Lo importante es que el Estado de Chile asegure todas las condiciones máximas de preservación en el sitio y de investigación, tal como se ha hecho hasta ahora", dicen desde la Unesco.

A la izquierda especies preservadas de algas marinas y a la derecha piel de una papa silvestre de la zona. Image copyright TOM DILLEHAY

Dillehay también lleva más de 35 años luchando para proteger y preservar Monte Verde. No obstante, actualmente Dillehay es un tanto crítico respecto al valor que se le da al sitio, sobre todo de parte de los propios chilenos.

"Muy poca gente sabe de este sitio después de 40 años. Los chilenos están mucho más interesados de su historia colonial y reciente".

Fuente: BBC Mundo | 18 de octubre de 2016

Jericó presenta uno de los mosaicos bizantinos más grandes del mundo


Vista del gran mosaico del Palacio de Hisham en Jericó (Palestina) AFP


ANA CÁRDENES (EFE). Jericó (Cisjordania)

El árbol de la vida protagoniza el impresionante mosaico bizantino de 826 metros que alfombra la entrada de los baños del Palacio Hisham, de la dinastía omeya y presentado este jueves en Jericó, la ciudad palestina que presume de ser el centro urbano habitado más antiguo del mundo.

Tras veinte años de distintas fases de restauración, finalmente el mosaico, que cubre una enorme sala con columnas, fue expuesto hoy a medios, personalidades y entidades que han apoyado su conservación."Se trata de una gran pieza bizantina, que combinaba los colores con las paredes, las columnas y el techo creando una maravillosa obra de arte", explica a Efe, descalzo sobre las delicadas piedras, Yihad Yasin, encargado de Restauración en el Ministerio de Turismo y Antigüedades de Palestina.El palacio se atribuyó durante mucho tiempo al califa musulmán Hisham bin Abd al Malik y se calcula que fue construido entre los años 724 y 743 de la era cristiana como residencia de invierno para los califas de la dinastía Omeya.Sin embargo, los expertos han determinado recientemente que fue Al Walid II, sobrino y sucesor de Bin Abd al Malik, quien ordenó su construcción.Se cree que Al-Walid II vivió en el palacio, aunque no muchos años, porque buena parte del mismo fue destruido por el terremoto del año 749.Situado al norte de Jericó, al oeste del valle del Jordán, el palacio es una muestra representativa de la arquitectura islámica temprana y disponía de amplias salas, un innovador sistema de canalización para calentarlo y refrigerarlo, lujosas mezquitas, un patio con un pórtico, una fuente y un baño de vapor hecho a imagen de los baños romanos.

El mosaico, el más grande que se conserva en la región, se descubrió en 1943 y fue excavado durante cinco años, tras los que se cubrió para impedir que el sol lo dañase, explicó Yasin.Cuando se descubrió, estaba aún tapado por los escombros y restos dejados por el terremoto que sacudió la ciudad hace más de mil años.

Detalle del mosaico. | EFE

"Durante la ocupación israelí (que comenzó tras la Guerra de los Seis Días de 1967) no se permitió ningún tipo de restauración ni excavación y los israelíes lo dejaron descubierto, lo que lo dañó enormemente", explica el jefe de restauración.

Cuando la Autoridad Palestina tomó el control de la zona tras los Acuerdos de Oslo (1993), se decidió de inmediato "formar un equipo para restaurarlo", algo que se hizo entre 2015 y hoy con ayuda de financiación italiana y japonesa, según Yasin.Todavía queda tarea por delante, ya que el objetivo es "hacer un techo para cubrir y proteger el mosaico y completar la restauración de todo el palacio con el fin de abrirlo a visitantes", lo que implica dotarlo de infraestructura y pasarelas que permitan acceder a las ruinas sin dañarlas.La larga restauración ha devuelto a las teselas sus colores azul, rojo y ocre y permite apreciar la belleza y complejidad de los diseños geométricos y florales, que muestra la destreza y conocimiento de quienes los elaboraron.

Destacan en la pieza, a la derecha del magnífico y detallado árbol de la vida, la representación de un león con un cervatillo en sus fauces y, y a la izquierda del árbol, otros dos cervatillos pastando tranquilamente, lo que, según los expertos, simboliza la guerra y la paz, que tanto han marcado y marcan la región.

El Ministerio de Turismo y Antigüedades afirma que "es uno de los mosaicos más grandes y hermosos del mundo" y espera que su apertura ayude a potenciar las visitas turísticas a la ciudad que, asegura, han sido este año de alrededor de un millón de personas, 400.000 de ellas de turismo interno palestino.