Hallan evidencias de armas proyectiles de hace 77.000 años en el sur de África

Foto: Ejemplos de huellas de desgaste y residuos de animales en los artefactos líticos hallados.

La primera evidencia de proyectiles desarrollados en la Edad Media de Piedra, etapa de la evolución humana que se considera que empezó hace unos 280.000 años, fueron encontrados en la cueva Sibudu de Sudáfrica, según un estudio publicado por la revista científica Plos One.

Los autores de este estudio examinaron 25 fragmentos de puntas de armas y analizaron sus diferencias tecnológicas y funcionales, al tiempo que las compararon con muestras de referencia producidas por un experto tallador de piedra.

Algunas de las puntas tenían dos caras, un resultado probable de aplicar presión a ambos lados, mientras otras presentan bordes dentados, probablemente producidos mediante la técnica conocida como laminado por presión.


La investigación determinó que catorce de los fragmentos de la muestra presentaban evidencias de daños relacionados con el impacto y características de desgaste que indicaban que pudieron haber sido utilizados para la caza. Así, el examen de las fracturas relacionadas con el impacto señalaron que estas piedras talladas pudieron haber estado unidas a mangos para formar armas y que fueron utilizadas a distancia, muy probablemente con un lanzador de lanzas flexible o un arco.

Fotos: a) proyectiles con mango antes del experimento; b) experimento de lanzamiento con arco contra un objetivo (a la derecha); c) proyectiles con mango después del experimento muestran fracturas tras el impacto.

La Edad Media de Piedra de Sudáfrica se considera un período de gran avance tecnológico, con cazadores y recolectores introduciendo nuevas técnicas para crear armas y proyectiles utilizando calor y presión. Sin embargo, el momento y la ubicación de estos desarrollos es un tema de "mucho debate", según detalló la publicación.

Aunque futuras investigaciones ayudarán a confirmar la línea de tiempo y el desarrollo de las técnicas de tratamiento de la piedra, los nuevos datos empuja la evidencia del uso del laminado de piedras mediante presión durante la Edad Media de Piedra de Sudáfrica a hace 77.000 años. Los autores señalan que estos hallazgos ponen de relieve la diversidad de las innovaciones técnicas adoptadas por los humanos del sur de África durante dicho periodo temporal.

Fuente: antena3.com | 27 de abril de 2017

El Proyecto Djehuty dirigido por José Manuel Galán recupera un extraño jardín funerario en la necrópolis de Draa Abu el Naga (Luxor)

Lo sabemos por las pinturas, por la iconografía: a los antiguos egipcios no les bastaba con la momificación o ser enterrados en decorados ataúdes acompañados de decenas de ofrentas rituales. El sepulcro que acogería su cuerpo camino de la vida en el más allá incluía además un pequeño jardín que, con sus plantas, sus flores y sus árboles frutales, a veces con pequeños estanques, plantara cara al árido desierto egipcio en un ideal de resurección, renovación y renacimiento. Pero aunque se han encontrado numerosas representaciones de estos jardines funerarios en tumbas de visires y de funcionarios, pocos arqueólogos se han topado con un jardín funerario conservado in situ como el encontrado en la necrópolis de Draa Abu el Naga por un equipo español. «Nunca se había encontrado (un jardín funerario) así en la Antigua Tebas», ha señalado el director de la misión Proyecto Djehuty, José Manuel Galán.


El huerto, de unos 3.900 años de antigüedad, ha sido descubierto en el patio frente a una tumba que data del Reino Medio, excavada en la roca de la colina de Draa Abu El Naga a pocos kilómetros de la moderna Luxor, según ha detallado el Ministerio de Antigüedades en un comunicado. «El descubrimiento de este jardín puede ofrecer información sobre el medio ambiente y las técnicas de jardinería en la antigua Tebas (ahora Luxor) en la época del Reino Medio, hacia el 2000 a.C.», ha señalado el director del departamento de antigüedades en el Ministerio, Mahmoud Afifi.


El huerto encontrado tiene un tamaño de 3 por 2 metros, y está dividido en pequeñas parcelas cuadrangulares de unos 30 centímetros, en los que se compartimentarían los cultivos de plantas y flores. En el interior de cada espacio, delimitado con adobe, los egiptólos españoles han detectado una pequeña capa de limo, consecuencia de haber retenido agua, lo que confirma el uso de la estructura como jardín o huerto. En una esquina del huerto, se alzaba al menos un árbol que daría sombra y cobijo a los sacerdotes encargados de las ofrendas funerarias, del que se han encontrado restos de la raíz y parte del tronco (unos 30 cm) preservados durante casi 4.000 años.


En las paredes de algunas tumbas del Reino Nuevo (1539-1075 a.C.) se han encontrado representaciones de otros jardines funerarios a la entrada de las tumbas, junto a un par de árboles que refrescaran el recinto enmedio del inmisericorde desierto. Sin embargo, hechos de adobe y construídos con poca altura, la mayoría fueron ignorados o destruidos, por lo que «hay pocos datos arqueológicos al respecto».

«Si bien esta información era conocida a través de la iconografía, estaba muy poco documentada por la arqueología. Una vez más, nuestro yacimiento nos ofrece una nueva sorpresa, que nos permitirá realizar una aportación al conocimiento de la cultura y sociedad del antiguo Egipto», ha puntualizado Galán, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC).
Junto al jardín simbólico se han encontrado además piezas de cerámica de gran finura, recipientes que los egiptólogos suponen formaron parte del ritual funerario del difunto en el momento de su entierro. Un cuenco, encontrado bocabajo, ha logrado preservar casi intacto su contenido: cuatro dátiles y otros frutos pendientes de identificación.


«(El jardín) Probablemente tenía un significado simbólico, y tendría algún tipo de rol en los rituales funerarios», ha añadido Galán. Muchos rituales funerarios del Antiguo Egipto necesitaban de un estanque o zona arbórea, por lo que estos jardines servían como una pequeña representación simbólica de esas áreas verdes que los rituales exigían. Los frutos producidos por el jardín eran utilizados como ofrendas para el difunto.

Estelas de la Dinastía XIII

Además del pequeño huerto, la misión española Proyecto Djehuty, que excava desde 2002 en la necrópolis de Draa Abu El Naga, ha descubierto una pequeña capilla (46 x 70 x 55 cm) construida con ladrillos de adobe junto a la entrada de la tumba. Dentro, se han recuperado tres estelas datadas hacia la Dinastía XII (hacia el 1800 a.C.). Una estela pertenecería a un hombre llamado Renef-Seneb, mientras que la segunda pertenece al «ciudadano Jemenit, hijo de la dama de la casa, Idenu».
«Estos descubrimientos apuntan a la relevancia del área central de Draa Abu El Naga como un lugar sagrado de una variedad de actividades de culto y religiosas durante el Reino Medio», ha apuntado el director de la Administración de Antigüedades en el Alto Egipto, Hani Abul Azm.

Fuente: A. ALAMILLOS | ABC, 3 de mayo de 2017
Fotos por gentileza del Ministerio de Antigüedades Egipcio

Datan los fósiles de 'Homo naledi' entre 300.000 y 200.000 años de antigüedad

El 'Homo naledi' sería más joven de lo pensado. (Foto: AFP/NATIONAL GEOGRAPHIC/MARK THIESSEN)

Cuando exploraba dentro de una cueva al noroeste de Johannesburgo el 2013, Lee Berger (izquierda) se topó con uno, y luego miles de huesos pertenecientes a una especie totalmente distinta de humanos primitivos. En el 2015, tras detenidos análisis, los científicos determinaron que la especie encontrada (nombrada Homo naledi) era, efectivamente nueva y como ninguna vista antes. Las partes del esqueleto lucían idénticas a las de la anatomía humana moderna, pero tenía, sin embargo, otras características chocantemente primitivas: su cráneo, por ejemplo, era apenas más pequeño que el de un chimpancé.

La principal dificultad de Berger fue establecer qué tan antiguos eran los fósiles del H. naledi. Hasta ahora los científicos no se habían puesto de acuerdo en la datación de este homínido, por lo que su importancia en el entendimiento de la evolución humana no estaba clara.

Las hipótesis sobre cuándo existió el H. naledi no eran nada específicas: entre 2 millones de años hasta 100.000 años de antigüedad. Hoy, finalmente se tiene una estimación más exacta. En una entrevista publicada por la National Geographic, Berger reveló que

El hallazgo sorprende al tratarse de una especie realmente joven para las características primitivas que presenta. El cerebro pequeño, los dedos curvados, las formas de los hombros, tronco y cadera, son generalmente halladas en especies anteriores a 2.000.000 de años. El homínido más primitivo vivió hace unos 7.000.000 de años. Los primeros que empezaron a lucir como humanos aparecieron hace unos 3.000.000 de años. Los Homo sapiens, por su parte, aparecieron aproximadamente en los últimos 200.000 años. Es posible que los H. sapiens hayan conocido a los H. naledi y, por qué no, también propiciado su extinción.
Esquema de la cámara Dinaledi, tal y como se hallaron los huesos del Naledi.

Problemas para hallar la antigüedad

Para determinar la antigüedad de los fósiles Berger y su equipo tuvieron dificultades, de ahí el prolongado tiempo que ha tomado la determinación de la antigüedad de las muestras. Al inicio, rechazaron el análisis isotópico por ser destructivo para los fósiles. Otra opción era fechar los mantos de rocas o sedimentos donde los fósiles fueron hallados. Los flujos de lava, en particular, contienen signos químicos ideales para la determinación isotópica. Pero los restos del H. naledi yacían en una capa muy difícil de datar. Una tercera opción era hacer lo propio con especies halladas cerca de los fósiles, pero no es posible dado que no tenían a otros restos cerca.
El método por el que han llegado a la última conclusión (donde el H. naledi tiene entre 300.000 y 200.000 años de antigüedad) es aún desconocido. Los papers que revelaron esta información no han sido publicados de momento. Según la publicación, Berger halló una segunda cueva con más restos que, presumimos, podrían haber dado mayores elementos para determinar la buscada antigüedad.

Sobrevivir sin cambios

Según NewScientist, la anatomía de H. naledi parece sugerir que pertenece a algún lugar muy cercano a la base del “árbol humano”. No obstante, su ‘juventud’ hace que esta hipótesis sea realmente difícil de entender. Podría, en todo caso, tratarse de una especie con aspecto de humano moderno que después evolucionó hacia otra con características más primitivas. O podría haber evolucionado hace más de 2 millones de años, como los antiguos humanos, para luego sobrevivir sin cambiar, es decir, manteniendo sus características, tal como lo hizo el pez celacanto (aparecido hace 400 millones de años y presente, desde entonces, en los océanos).

Comparación con otros homínidos.

El caso reciente del Homo floresiensis, apodado el ‘Hobbit’, es un precedente con interesantes similitudes. Este, también con un cráneo similar al de un chimpancé, vivió unos pocos miles de años atrás. Su lugar en el árbol genealógico humano es materia de discusión desde hace años. La más reciente publicación sobre este homínido indica que proviene del Homo habilis, que dejó África hace más de 2.000.000 de años atrás para trasladarse por toda Asia hasta llegar a Indonesia. La conclusión obtenida de ambos casos, es que ciertas especies pueden congelar su evolución durante cientos de miles de años.

El final de los H. naledi parece deberse también a la aparición de los H. sapiens. Tal como pasó con los Neandertales con la llegada de los homínidos más modernos a Eurasia, y como pasó con los ‘Hobbit’, cuya fecha de extinción coincide con la de la llegada de los H. sapiens a Indonesia (50.000 años), los Naledi podrían ser los primeros en haber desaparecido por culpa de nuestros antepasados.

Fuente: nmas1.org | 29 de abril 2017

Tarragona recupera dos valiosas esculturas romanas en forma de cabezas de caballo

Foto: AYTO.DE TARRAGONA / EUROPA PRESS

Tarragona ha recuperado dos valiosas esculturas romanas en forma de testa de mula de unos 12 centímetros bajo el antiguo cuartel de la Guardia Civil, donde ahora se construyen pisos, informa el consistorio.

Las piezas estarán expuestas para el público en general del 2 al 5 de mayo, en horario de mañana, en la entrada del Museo de Historia-Casa Castellarnau .
Las esculturas formaban parte de una cama (lectus tricliniaris) empleado en los fastuosos banquetes de los romanos, muestran un buen estado de conservación y mantienen damasquinados de plata y varios elementos acoplados.
Las piezas destacan por su gran calidad técnica y artística de los objetos, su realismo y refinamiento.
Ambos animales giran bruscamente la cabeza hacia un lado, lo que da la ilusión de una crin en movimiento; tienen la boca y los ojos abiertos de par en par, los ollares dilatados y las alargadas orejas plegadas hacia atrás.

Están adornadas con varios ornamentos, en el que destaca un collar hecho con una piel de pantera y con la testa de este felino y unos colgantes de forma triangular fijados en la zona de las sienes.

Era habitual decorar los fulcro con motivos del dios Dionisos y su comitiva, en la que los sátiros como Sileno o el mismo dios aparecen cabalgando sobre mulas.
La mula era considerada como un animal al margen de la civilización, con comportamientos sexuales extraños y de naturaleza bastarda y juguetona, que ligaba muy bien con el ambiente dionisíaco.
La gran mayoría de estos objetos se inspiran en el suntuoso y refinado mobiliario helenístico y se fechan ampliamente entre los siglo II aC y el siglo I dC.
En el mundo romano destacan los ejemplares recuperados en la zona Vesuviana (Casa de Menandro, casa de C. Vibius Italicus). Otros fulcro en bronce han sido localizados en Amiternum y en Chieti en tumbas fechadas a finales del siglo I aC, principios del siglo I dC.
En el caso de Tarragona, han salido a la luz en las excavaciones de la calle López Peláez, punto donde se alzaba el cuartel de la Guardia Civil y donde han iniciado las obras para una construcción de viviendas.

Ya se informó anteriormente de otros hallazgos, como los restos de un extenso edificio de época romana situado extramuros de la ciudad o una zona funeraria con la tumba con el esqueleto de un chico joven.

Fuente: EFE  |  ABC. 28 de abril de 2017

Logran por primera vez extraer el ADN de especies humanas antiguas sin usar huesos

Trabajos en la cueva del Sidrón, en Asturias - JOAN COSTA/Comunicación CSIC.

Hace 20 años se comenzó a extraer ADN del interior de los huesos para reconstruir el pasado de las especies humanas. En 1997 se obtuvieron pequeñas secuencias de ADN mitocondrial de Neandertales: este material genético está dentro de las mitoncondrias, factorías de energía de las células, y se caracteriza por su pequeño tamaño. Ya en 2010, la tecnología avanzó tanto que se pudo publicar el primer borrador del genoma completo de un Neandertal. Los científicos pasaron de lo más simple a lo más complejo en poco más de una década.

La ciencia está cerca de dar un próximo paso que podría ser revolucionario. Un equipo internacional de investigadores, entre los que están científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha desarrollado una nueva técnica que permite extraer de los sedimentos del suelo el ADN de especies humanas. Los científicos han extraído material genético de Neandertales, Denisovanos y mamíferos que vivieron en ocho cuevas de distintas partes del mundo, sin necesidad de analizar un solo hueso. En esta ocasión han extraído muestras de ADN mitocondrial, pero más adelante quizás será posible extraer el ADN nuclear (en el que se almacena casi toda la información genética). Los resultados se han publicado este jueves en Science.

Recogida de muestras en Bélgica- MONICA V. KNUL

«La importancia de este estudio es que, por primera vez, se ha conseguido extraer ADN conservado en los sedimentos», ha explicado a ABC, Antonio Rosas (izquierda), profesor de investigación del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. «Hasta ahora la extraccion del ADN fósil se hacía en restos esqueléticos. Pero esta investigación abre una ventana enorme para futuras investigaciones, en las que se podrá extraer el material genético directamente de los sedimentos».

¿Qué significa esto? La cueva del Sidrón, en Asturias, es el yacimiento de Neandertales más importante de la Península Ibérica. Allí hay 2.500 restos óseos de un total de 13 individuos, que vivieron hace 49.000 años. Pues bien, el hecho de poder extraer ADN del suelo, permite, en teoría, poder analizar el ADN de una cantidad incalculable de individuos que pasaron por allí y no dejaron sus huesos detrás.

Una nueva fuente de información

Por eso, esta técnica será de gran ayuda para contrarrestar la escasez de restos fósiles de las especies humanas: «Esto abre las puertas a una fuente de información que ha estado oculta hasta ahora», ha pronosticado Rosas.

Extracción de sedimentos de 430.000 años de antigüedad en Francia- CHRISTIAN PERRENOUD

¿Qué tipo de información? De momento, las técnicas solo permiten decidir sobre la presencia o ausencia de una determinada especie. Pero en un futuro, es probable que permita adentrarse en las características de los individuos que dejaron su huella genética. De hecho, de forma habitual, el ADN mitocondrial se usa para establecer relaciones de geneaología, en las que se va reconstruyendo la historia de la evolución de especies, ya sean neandertales o mamuts.

En esta ocasión, los investigadores recogieron un total de 85 muestras de sedimentos de siete yacimientos distribuidos por Rusia y Europa y que proporcionan información sobre el Pleistoceno (la era geológica en la que se trata reconstruir la historia de la especie humana, y que va de los 2,6 millones de años a los 10.000 años de antigüedad). Las muestras recogidas, tienen una antigüedad que va de los 550.000 a los 14.000 años.

Animales y dos especies humanas

Solo con el ADN del suelo, los investigadores detectaron la presencia de Neandertales en cuatro cuevas, y la existencia de material genético de Denisovanos en otra de ellas. En todos los lugares, menos en la cueva del Sidrón, se detectó ADN de mamíferos.
Pero hay mucho más. En el yacimiento de Denisova (Siberia, Rusia), los investigadores han podido constatar que Denisovanos y Neandertales vivieron allí en distintos momentos, después de averiguar en qué nivel de terreno estaba presente cada uno. De hecho, el ADN denisovano apareció en el nivel más basal, el más antiguo, con una edad que supera a la de los huesos más antiguos.

Preparación de una muestra para extraer el ADN- SYLVIO TÜPKE

En todos los yacimientos, con excepción de la cueva del Sidrón, detectaron la presencia de una gran variedad de mamíferos antiguos. Se han encontrado secuencias de mamut lanudo (Mammuthus primigenus), una especie que se extinguió hace 4.000 años, de rinoceronte lanudo (Coelodonta antiquitatis), que se extinguió hace 30.000, de hiena de las cavernas (Crocuta crocuta spelaea) y de oso cavernario (Ursus ingressus), que desapareció hace 25.000 años.

Pero, ¿cómo ha ido a parar al suelo todo ese ADN? En algunos casos, puede ser que los animales y humanos antiguos compartieran en momentos distintos las mismas cuevas, y que dejaran sus restos allí. O bien podría ser que los animales hubieran sido consumidos por aquellos homínidos. En todo caso, si el ADN llegó al terreno fue a través de hemorragias, heces, partos o bien a través de la descomposicion de sus cuerpos.

Una revolución

«Esto será una revolución para la paleontología y la paleoantropología», ha sugerido Rosas. «Cuando esta técnica se generalice, se podrán buscar restos de todas estas especies para estudiar su evolución y reconstruir los ecosistemas».

Aún falta por saber dónde están los límites. De momento los restos más antiguos de ADN mitocondrial recuperado en sedimentos tienen 130.000 años, mientras que el ADN más antiguo recuperado en huesos tiene 430.000. Pero esta investigación ha mostrado que, en ciertas condiciones, las arcillas del suelo pueden ser un soporte capaz de preservar el material genético antiguo. Aún está por ver qué secretos desvelará el ADN enterrado en los sedimentos de los yacimientos.

Fuente: ABC.es| 27 de abril de 2017

¿La primera colonización de América?

Polémica conclusión

"El descubrimiento está reescribiendo nuestro conocimiento de la época en la que los humanos llegaron al Nuevo Mundo", ha declarado Judy Gradwohl, presidenta y directora ejecutiva del Museo de Historia Natural de San Diego, en un comunicado de prensa. "Las pruebas que hemos encontrado en este yacimiento indican que alguna especie de homínido vivía en América del Norte 115.000 años antes de lo que previamente se pensaba", asegura.

Una afirmación que rebaten los dos expertos consultados por este periódico, sin vinculación con este estudio. El paleontólogo José María Bermúdez de Castro (izquierda), codirector de los yacimientos de Atapuerca (Burgos), considera que "el salto hasta los 130.000 años es una barbaridad".

Según recuerda, el debate sobre la primera colonización de América por Homo sapiens se ha centrado en los defensores de una ocupación temprana, hace unos 24.000 años, y los defensores de una colonización más tardía, hace unos 14.000 años: "Parece que poco a poco las dos hipótesis se pueden conciliar si se consideran los hallazgos en las cuevas de Bluefish (en la región de Beringia), que llegan hasta 24.000 años. Estas primeras poblaciones pudieron quedar aisladas durante 12.000 años por la última glaciación hasta que pudieron entrar en el resto del continente americano hace unos 14.000 años", relata el paleontólogo.

"Considerando que las evidencias más antiguas de nuestra especie en Asia (sur de China) no pasan de 100.000 años, es imposible que miembros de Homo sapiens fueran los autores de las evidencias del yacimiento de California", afirma. "En ese caso, tendría que pensarse en alguna especie anterior, presente en Asia en esa época. El problema es que no hay constancia de que especies como Homo erectus o quizá otras llegaran tan al norte como para entrar por Beringia en América hace tanto tiempo. Todo es posible, por supuesto, pero las evidencias presentadas en Nature por Steve R. Holen y colegas no son muy robustas", argumenta. Beringia fue un puente de tierra que se formó durante la última glaciación entre América y Asia y que fue clave para la migración de plantas y animales.

"Aunque no hubieran encontrado restos humanos, al menos hubiera sido deseable ver utensilios elaborados, como corresponde a una población humana de hace 130.000 años y no solo yunques y martillos de piedra. No puedo decir nada sobre la datación, porque no soy especialista, pero me hubiera gustado ver mejores evidencias para quedar convencido de las conclusiones de los autores de este trabajo", afirma el paleontólogo.

Costillas del mastodonte MUSEO DE HISTORIA NATURAL DE SAN DIEGO

Más crítico se muestra Manuel Domínguez-Rodrigo (izquierda), codirector del yacimiento de Olduvai, en Tanzania, pues considera que la conclusión de este estudio es "precipitada" y afirmar, a partir de esas pruebas, que hubo homínidos en América hace 130.000 años, "una barbaridad". El científico del Instituto de Evolución en África (Universidad de Alcalá de Henares) lamenta que se publiquen "investigaciones con un contenido científico insuficiente, pero que tienen una gran proyección mediática".

"Cambios de paradigma tan grandes requieren de una completa falta de ambigüedad. Y lo que se ha presentado en este estudio es totalmente ambiguo. Ninguna de las pruebas es concluyente y algunas pueden ser interpretadas por procesos naturales", asegura Domínguez-Rodrigo en conversación telefónica.

Por ejemplo, añade, las piedras que son presentadas como utensilios no están afiladas y no hay utensilios cortantes: "Las lascas (cuchillos de piedra) han sido las herramientas más usadas en la historia de la humanidad. Desde hace dos millones y medio de años se han utilizado para descuartizar animales", afirma Domínguez-Rodrigo, que este año es profesor visitante en la Universidad de Harvard.

"En África hemos encontrado piedras de hace más de un millón de años parecidas a las que han hallado junto al mastodonte y su asociación con el animal puede ser accidental. Esos cantos que muestran en el estudio pueden haberse meteorizado de forma natural, pues su origen es volcánico y y hay varios procesos naturales por los cuales se escaman, por ejemplo, por la humedad", explica.

Por otro lado, asegura que, pese a lo que sostienen los investigadores, esas fracturas que presentan los huesos sí pudieron ser realizadas por animales: "Es verdad que un hueso de elefante puede romperse por la acción del hombre, pero también es cierto que en el Pleistoceno existían animales carnívoros que pudieron hacerlo. Y no uno, sino muchos". Entre ellos cita especies de lobos, hienas o dientes de sable ya extintas.

En su opinión, a este trabajo "le falta un uso intensivo de la tafonomía, una disciplina dedicada a estudiar cómo se forma un yacimiento para poder entenderlo".

Por su parte, José María Bermúdez de Castro cree que "para cambiar lo que se sabe sobre la colonización de América a finales del Pleistoceno Superior tendrían que encontrarse otros yacimientos con evidencias más claras (y si es posible con restos humanos)".

Vía: El Mundo