Qué es el mecanismo de Antikythera: el enigmático artilugio de la antigua Grecia

Restos del Mecanismo de Antikythera: MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ATENAS

El artefacto, que cumple 115 años, fue encontrado por unos buscadores de esponjas marinas frente a la costa de la isla griega Antikythera

Por ALBERTO LÓPEZ

Si preguntáramos a un alumno que cursa Secundaria que quién inventó la calculadora o dónde fue inventada, casi ninguno haría referencia al mecanismo de Antikythera. Las respuestas podrían ser miles, pero ninguna estaría cerca de la realidad y muchos menos harían referencia a una calculadora astronómica con más de 2.100 años de antigüedad.

El mecanismo de Antikythera fue encontrado por unos buscadores de esponjas marinas entre los numerosos restos de joyería, monedas y estatuas de bronce y mármol de una galera romana que naufragó frente a la costa de la isla griega que le da su nombre, Antikythera.

Los 82 fragmentos de bronce localizados - hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas - estaban dentro de una caja de madera en cuyas tapas se mostraban numerosas inscripciones con información valiosísima (nombres de meses en corintio, planetas..)


Reconstrucción del Mecanismo de Antikythera.

No todos los expertos están de acuerdo con la interpretación del mecanismo de Antikythera. Fue el arqueólogo Stais en 1902 el que creyó que se trataba de un reloj astronómico. Edmunds y T. Freeth creían que el artefacto se utilizaba para predecir eclipses solares y lunares, teniendo como referencia los conocimientos en progresión aritmética de los babilonios. Edmunds, por su parte, aseguraba que podría mostrar planetas como Venus y Mercurio.

Sin embargo, Price tenía una teoría más celestial: el mecanismo de Antikythera se utilizaría para establecer el cronograma de festivales agrícolas y religiosos. Y Wright, con la reconstrucción del instrumento (72 engranajes), añadía que podía mostrar los movimientos de los cinco planetas conocidos en ese tiempo.

Por último, otros estudiosos revelaron que podría servir para determinar la fecha exacta de celebración de los Juegos Olímpicos, apoyándose en las inscripciones que se han encontrado, (empezaban con la luna llena más cercana al solsticio de verano, siendo necesario un cálculo lo más exacto posible y un gran conocimiento de astronomía para establecer la fecha concreta)

Lo que parece claro es que el mecanismo de Antikythera consta al menos de 37 ruedas dentadas de precisión, hechas de bronce, con las que se podría calcular con exactitud posiciones y movimientos astronómicos, recrear la órbita irregular de la Luna y, quizás, establecer la posición de planetas.

Posterior a esta calculadora se encontró un calendario luni-solar mecánico persa del año 1000 con una gran precisión tecnológica, pero no fue hasta la Edad Media cuando aparecieron aparatos complejos en los relojes de las catedrales medievales.

Hoy en día somos capaces de llegar a los lugares más insospechados, calcular distancias sorprendentes y alcanzar todo aquello con lo que los griegos soñaron alguna vez. Tan sólo pensar que un artefacto de semejantes características como el mecanismo de Antikythera fuera creado hace más de 2.000 años, nos da que pensar que estamos ante una civilización mucho más cercana a la nuestra de lo que podemos imaginar.

Vía: El País

El corredor del Danubio

Mandíbula 1 de Pestera cu Oase, Rumanía.

Se asume en la actualidad que la expansión de nuestra especie fuera de África pudo suceder hace unos 120.000 años. Sin embargo, la colonización de Europa por parte de Homo sapiens se hizo esperar. Mientras que en el resto de Eurasia los miembros de nuestra especie se movieron con rapidez y llegaron a embarcar (literalmente) hacia Australia hace 70.000 años, los neandertales actuaron como barrera demográfica e impidieron su entrada en Europa hasta hace unos 40.000 años.

Para llegar a Europa se puede rodear la costa norte del mar Negro, dejando al oeste las estribaciones del Cáucaso. También se puede atravesar la península de Anatolia, para alcanzar el territorio que hoy en día ocupan los estados de Bulgaria y Rumanía. Todo ello sin olvidarnos del complicado paso por Gibraltar. Una hipótesis poco probable. Para averiguar las rutas tenemos que buscar yacimientos y seguir el rastro. Uno de esos yacimientos, datado en un mínimo 38.000 años, se encuentra en el suroeste del actual estado de Rumanía. Se trata posiblemente de una de las pocas pistas para hipotetizar que la entrada más probable de Homo sapiens ocurrió por los extremos del Mármara (Bósforo y Dardanelos), para moverse después a través del corredor del Danubio hacia el centro y oeste de Europa.

La cueva de Pestera cu Oase significa “la cueva de los Huesos”. Esta cueva fue explorada en tiempos recientes por un grupo espeleológico de Rumanía. La cueva contiene un yacimiento, donde se han encontrado fósiles del oso de las cavernas (Ursus spelaeus), algunos restos de pequeños mamíferos y de algún herbívoro, además de una mandíbula humana. Posteriormente se localizaron nuevos restos humanos algo más recientes. El estudio de esta mandíbula fue liderado por el investigador norteamericano Erik Trinkaus, que desde siempre ha defendido la continuidad evolutiva de los neandertales hacia las poblaciones modernas. Es por ello que la descripción de este resto humano, publicado en 2003 por la revista PNAS de la Academia de Ciencias de USA, se esfuerza por encontrar caracteres morfológicos neandertales en esta mandíbula.

La mandíbula de Pestera cu Oase es grande y robusta y pudo haber pertenecido a un individuo masculino. Si se examina con detenimiento la morfología de esta mandíbula no aparece ningún rasgo que recuerde a los neandertales. En particular, la mandíbula presenta un mentón característico, que es exclusivo de nuestra especie. Aunque diferentes mandíbulas del género Homo de hasta casi dos millones de años de antigüedad tienen un leve abultamiento en la región de la sínfisis, el verdadero mentón óseo solo se encuentra en Homo sapiens. Su configuración morfológica incluye un conjunto de caracteres con cierta variabilidad en su expresión a nivel individual, que explicaremos en el próximo post.

La teoría que aún defienden investigadores como Erik Trinkaus o Milford Wolpoff prácticamente ha desaparecido de las publicaciones científicas. Cierto es que el estudio de ADN de restos neandertales y de nuestra especie ha demostrado que hibridamos con los neandertales y tuvimos descendencia fértil. Según los genetistas los eurasiáticos llevamos en nuestro genoma entre un 2% y un 4% de genes heredados del contacto entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis durante 50.000 años. Estos datos invitan a pensar que los huesos o los dientes conservan en su morfología el recuerdo de ese mestizaje. Sin embargo, la posible expresión de caracteres neandertales en el esqueleto o en cualquier otra parte del cuerpo queda diluida por una masiva influencia del genoma de Homo sapiens.

Cierto es que las poblaciones humanas tenemos una gran variabilidad y que podemos encontrar algunos rasgos esqueléticos que nos recuerdan a los de las poblaciones del Pleistoceno. Nuestro genoma es el resultado en una larguísima evolución y conservamos una gran cantidad de genes que no se expresan habitualmente. Si alguno de ellos lo hace sin interesar a la viabilidad del individuo portador, nos podemos encontrar con variaciones esqueléticas poco frecuentes. Su presencia no implica necesariamente que esos individuos sean el resultado de una hibridación particular.
El ADN obtenido de esta mandíbula (datos publicados en 2015 por el equipo de Svante Pääbo) muestra un cierto porcentaje de genes heredados de los neandertales. Solo gracias al estudio del ADN podemos contrastar que esa mandíbula perteneció a un mestizo, porque su morfología podría ser como la de cualquiera de nosotros.

Fuente: quo.es | 16 de mayo de 2017

Una científica murciana en Cova Bonica

«Durante las excavaciones, en el momento del trabajo de campo, realicé el levantamiento de los restos óseos, recopilé toda la información posible de ellos y me dediqué a estudiar los huesos en el laboratorio para especificar cuántos individuos estaban enterrados, qué sexo tenían, edad y averiguar la causa de la muerte a través de las patologías que vimos en los huesos».

Susana Mendiela es antropóloga de la Universidad de Murcia y recientemente ha participado en una investigación conjunta de la Universidad de Barcelona y la Universidad Complutense de Madrid, en la que han descubierto a los primeros agricultores y ganaderos, del Neolítico Antiguo, que poblaron la Península Ibérica. «En total se han descubierto y estudiado 6 cuerpos, dos mujeres, un adolescente y tres niños, con un total de 98 huesos», comenta la antropóloga. En la investigación, que se ha llevado a cabo en Cova Bonica, en Vallirana (Barcelona), también se han encontrado objetos domésticos y animales.

Además, a partir de un estudio previo sobre el ADN del diente de una de las «mujeres del Neolítico», los investigadores han confirmado datos que ya conocían de otras investigaciones, como que «eran intolerantes a la lactosa, tenían la piel clara, los ojos marrones y el pelo oscuro». Los primeros ganaderos y agricultores -entre los que se encontrarían los restos descubiertos- llegaron hace 7.400 años a la península ibérica, según ha informado la Universidad Complutense en un comunicado sobre los trabajos que se desarrollaron entre los años 2008 y 2015, y cuyos resultados se han publicado en el Journal of Field Archaeology.

«La singularidad de este yacimiento es que han encontrado restos humanos con sus objetos domésticos», ha afirmado la investigadora del departamento de Paleontología de la UCM y del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, Montserrat Sanz, quien ha añadido que «esto nos permite relacionar la cultura material con unas prácticas ganaderas de esta población». Entre ellos han conseguido identificar a dos adultos (de 25 a 35 años), un adolescente (de 12 a 13) y tres niños (de 9, 5 y menos de 3 años), a través de restos de cráneos, dientes, costillas, cinturas pélvicas y huesos de manos y pies. «Es relevante en que en menos de dos metros cuadrados hayamos encontrado tanta cantidad de restos humanos», ha destacado Sanz, a pesar de que no hayan descubierto ningún esqueleto articulado.

Junto a los restos humanos aparecieron también vestigios de animales -sobre todo cabras y ovejas- y ornamentos, así como útiles de piedra de sílex y cristal de roca y fragmentos de cerámica «de los más antiguos documentados en la península ibérica». Este descubrimiento «arroja nuevos datos sobre cómo eran los ritos de enterramiento de los cadáveres» y se trata de «la primera evidencia de inhumaciones colectivas», según la nota del Vicerrectorado de Transferencia del Conocimiento y Emprendimiento Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación de la UCM.

«Observamos que las prácticas funerarias son muy heterogéneas», ha asegurado Sanz, aunque, la investigadora ha indicado que «parece que lo frecuente es encontrar los restos no articulados junto a sus objetos domésticos», por lo que considera que quizá depositaran los cuerpos sin enterrar en cavidades o fueran «enterramientos removidos». La arqueóloga de la UCM ha calificado la excavación como «muy complicada» hasta llegar a los restos neolíticos debido a los diferentes usos que ha tenido la cueva a lo largo de los siglos, entre ellos, como cantera, mina de calcita o zona de cultivo de champiñones.

Fuente: laopiniondemurcia.es | 10 de mayo de 2017

Descubren unas extraordinarias termas que revelan su auge como capital en el siglo I en La Alcudia de Elche

El grupo de investigación Patrimonio Virtual-Universidad de Alicante que trabajaba estos días en La Alcudia de la UA en Elche ha descubierto unas termas, construidas a continuación de las otras excavadas con anterioridad, mucho más grandes y lujosas, construidas con mármoles que revelan el auge de Illici como capital en el siglo I.

El grupo está dirigido por el profesor y miembro del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH), Jaime Molina Vidal (izquierda) que explica que el objetivo era dar con la calle. Pero, además, el equipo del proyecto 'Arqueología y socialización del conocimiento en La Alcudia de Elche. Las Termas Orientales y áreas circundantes (ASTERO)', no solo ha dado con ella, sino que ha encontrado la entrada a las termas, un mosaico policromo y una serie de grafitos.

En época de Augusto, el periodo que oscila entre finales del siglo I antes de Cristo al siglo I después de Cristo, se construyeron unas termas que se quedaron pequeñas. Así, se levantaron otras muchísimo más grandes y más lujosas, con la natatio (piscina) que ya estaba excavada en el lugar. Estas segundas termas descubiertas ahora datarían de la segunda mitad del siglo I después de Cristo, entre los años 75 a 100 de nuestra era, explica la institución académica alicantina a través de un comunicado.

Termas orientales de La Alcudia (Ilici). Natatio o piscina.

En palabras de Jaime Molina, "esto significa que la ciudad está creciendo, que es mucho más rica y hay mecenas que pagan estas obras". "Una de las novedades descubiertas es un mosaico. El detalle de los mosaicos hallados en las termas revela que hay dinero", agrega.
El especialista y profesor de Historia Antigua confiesa que "no cuadraban las enormes dimensiones de la 'natatio', para unas termas tan pequeñas". Por eso, cuando su equipo comenzó a excavar el pasado 1 de marzo y dio con el ciclo completo de las termas, comprendieron porqué habían construido esta natatio tan grande, considerada "una de las más grandes encontradas en España". El equipo se ha quedado en el perfil de la tercera sala, que acabarán de excavar el año que viene.

Foto: Mosaico hallado en las termas.

Durante la segunda mitad de siglo I después de Cristo, la ciudad de Illici crece y, con ella, su población; aumentan los espacios públicos y las termas. A partir del siglo I después de Cristo, Lucentum se hunde y entra en una decadencia temprana. Illici se está convirtiendo en la capital. El Portus Illicitanus le quita el tráfico marítimo de la zona a Lucentum. Los mecenas privados eran los que costeaban este crecimiento de la ciudad.

Han encontrado la entrada a las termas, y se definen los espacios del vestuario, letrinas y salas para sudar. Los huecos de apoyo de las puertas permiten distinguir el lugar que ocupó la entrada. "Son termas públicas, para cuyo acceso se paga una entrada muy moderada", señala el investigador. "En las casas no hay baños; si acaso, sólo letrinas, si es persona pudiente". El equipo de Molina ha encontrado dos salas del ciclo de baño, una con mosaico policromo y, en la entrada, dieron con un trozo de pared caído que estaba lleno de grafitos. Se trata de escritura en paredes. Todo parece indicar que son nombres. La pieza se analiza estos días en el Museo de La Alcudia. Jaime Molina indica que son, al menos cinco grafitos distintos, de distinto tipo de letra y distinta mano.

Foto: Trozo de pared cubierto con grafitos.

El proyecto se ha llevado a cabo con seis estudiantes de prácticas del Máster Universitario en Arqueología Profesional y gestión integral del Patrimonio y alumnado de la UA, alcanzando una media de quince personas al día. El investigador apunta que "La Alcudia está para esto, que sirva de campo de experimentación". Además, destaca el dato de que más de la mitad del alumnado del Máster en Arqueología vienen de fuera.

"Nuestro objetivo era dar con la calle", indica Molina, espacio que han encontrado, además de la entrada a las termas con los grafitos. "La ciudad está a tope en esa época". A este descubrimiento, que escribe un nuevo capítulo de la historia de Illici, se suman lucernas, monedas, vidrios interesantísimos, fragmentos de pintura y otras piezas encontradas. Los investigadores han detectado un crecimiento de la población y de la ciudad de Illici, resultado científico calificado de "muy interesante".


El proyecto cuenta con investigadores de la UA y externos. Coordinado por Jaime Molina Vidal, ha dirigido las excavaciones y coordina las acciones de protección y coordinación de restos arqueológicos.

Los miembros del equipo pertenecientes a la UA son Juan Carlos Olivares Pedreño, especialista en epigrafía y numismática, Javier Esclapés Jover, ingeniero industrial y especialista en virtualización del patrimonio, quien coordina la toma digital de datos y el conjunto de actuaciones de modelad; Mateo Corredor, doctor en Historia especialista en cultura material romana, que coordina la gestión de fondos, inventarios y clasificación de materiales; y José Antonio Moya Montoya, experto en comunicación audiovisual y en divulgación de la ciencia, que dirige la gestión de RRSS y parte del proyecto de socialización del conocimiento.


Fuente:lainformacion.com | 16 de mayo de 2017

Un nuevo campamento de las Guerras Cántabras confirma que el 'Portus Victoriae' estaba en la bahía de Santander

La Cabaña (ENRIQUE GUTIÉRREZ CUENCA)


Así lo ha informado hoy el doctor por la Universidad de Cantabria, Enrique Gutiérrez Cuenca, cuya investigación ha puesto luz sobre una cuestión que ha sido objeto de debate desde hace décadas.
El arqueólogo ha recordado que Santander, Santoña, Suances o San Vicente de la Barquera, eran algunas de las ubicaciones propuestas para el Portus Victoriae, aunque ha sido la capital de Cantabria la que ha contado con más apoyo.

Sin embargo, hasta ahora no había evidencias arqueológicas que sustentasen esa afirmación, ya que los escenarios del enfrentamiento entre cántabros y romanos en tiempos de Augusto se localizaban al sur de la Cordillera y en los cordales montañosos del interior, pero el rastro del avance de las legiones se perdía en la zona costera.

Recientes hallazgos en el lugar conocido como La Cabaña, en el municipio de Castañeda, permiten completar el relato de la conquista y poner de manifiesto la importancia de la bahía de Santander en este acontecimiento histórico.

La prospección realizada en La Cabaña durante 2016, dirigida por Gutiérrez Cuenca con la colaboración de José Ángel Hierro Gárate, Rafael Bolado del Castillo y Eduardo Peralta Labrador, ha confirmado la existencia de un nuevo campamento romano utilizado durante la campaña del año 25 antes de Cristo.

Su ubicación, a menos de 20 kilómetros de la bahía de Santander, vincula este establecimiento militar con el desembarco de tropas romanas que quebró la resistencia indígena e hizo posible la conquista de Cantabria por Roma, ha explicado el doctor.

El recinto tiene una extensión aproximada de dos hectáreas, superficie suficiente para alojar a unos 1.500 hombres. Las estructuras mejor conservadas definen una línea triple de fosos y terraplenes en la zona norte que se completa con una fortificación más sencilla que encierra la cumbre de la loma sobre la que se asienta.

Foto: Pieza que sujeta una vaina de puñal romano encontrada en el yacimiento de La Cabaña en Castañeda. / DM

Los trabajos han permitido recuperar diversos objetos que confirman el carácter militar y la cronología del yacimiento. Una moneda romana de bronce acuñada en la Colonia Lépida Celsa (Velilla del Ebro, Zaragoza) entre los años 44 y 36 a. de C., una pieza de suspensión de una vaina de puñal finamente decorada y una fíbula en omega son algunos de los hallazgos que permiten caracterizar el campamento romano.

Además, han aparecido otros útiles usados por los legionarios como una dolabra --un tipo de herramienta empleada para cavar los fosos del campamento-- o parte de un molino de mano portátil utilizado para moler la ración diaria de cereal en campaña.

Las estructuras más visibles del yacimiento ya habían sido identificadas por este mismo equipo de arqueólogos mediante fotografía aérea y satelital. Además de este recinto de La Cabaña, esa prospección previa había permitido localizar otro posible campamento romano de campaña de mayor tamaño a poco más de un kilómetro hacia el sur, en el barrio de Pando (Santiurde de Toranzo).

Ambos fueron incluidos en la obra colectiva 'Las Guerras Astur-Cántabras' en 2015. Están en relación visual directa tanto con los campamentos del Campo de Las Cercas y Cildá como con el castro de la Espina del Gallego, que forman parte del mismo dispositivo militar romano, ya en la otra orilla del Pas.


CONSERVACIÓN

Aunque la existencia de éstos y otros posibles recintos fortificados de las Guerras Cántabras --entre ellos, los campamentos de Liébana que han sido recientemente relacionados con el Monte Vindio-- fue puesta en conocimiento de la Consejería de Educación, Cultura y Deporte en el verano de 2014 por parte de sus descubridores, el yacimiento de La Cabaña se encuentra actualmente "muy alterado", según su descubridor.

Un incendio forestal devoró en 2015 la plantación de eucaliptos que se había llevado a cabo en la loma hace menos de una década y los trabajos de acondicionamiento del terreno tras el fuego se realizaron sin la pertinente supervisión arqueológica.

La actuación que se ha llevado a cabo en 2016 ha consistido en una operación de salvamento con el objetivo de documentar y recuperar los restos que la maquinaria pesada se había llevado por delante.
Ha sido autorizada por la Consejería y financiada con fondos propios de los investigadores. El MUPAC colabora en la restauración de materiales arqueológicos, que pasarán a formar parte de sus fondos tras su estudio. El Ayuntamiento de Castañeda, por su parte, ha mostrado su interés por el proyecto y por dar a conocer sus resultados a los vecinos del municipio.

Este nuevo escenario de la conquista romana de Cantabria fue, además, testigo de excepción de un conflicto bélico más reciente. Casi 2.000 años después del paso de las legiones de Augusto, otro ejército italiano dejó su huella en La Cabaña, donde tuvo lugar uno de los últimos combates importantes de la Batalla de Santander, durante la Guerra Civil Española.

Allí se enfrentaron el 24 de agosto de 1937 tropas de la División Littorio, que apoyaban al ejército franquista, y algunas unidades republicanas del Cuerpo de Ejército de Santander, que defendían ya a la desesperada el paso hacia la capital. Numerosos materiales relacionados con ese episodio poco conocido de la historia de Cantabria también han sido recuperados durante la intervención arqueológica.

Fuente: eldiario.es| 15 de mayo de 2017

Arqueólogos descubren la antigua entrada a la ciudad de Cesarea en Israel

Uno de los proyectos arqueológicos más grandes jamás emprendidos en Israel ha expuesto el complejo de la antigua entrada a Cesarea. Entre los descubrimientos están la base de un altar construido en honor del emperador Augusto y de la diosa Roma. El antiguo complejo de entrada de Cesarea, que conduce desde el puerto a la ciudad, fue aparentemente construido por el rey Herodes hace más de 2.000 años.

El historiador judío-romano Flavio Josefo escribió sobre un templo en lo alto de una colina encima del puerto. Dedicado al emperador Augusto y a la diosa Roma, no sobrevivió al tiempo. En su lugar, fueron construidos una iglesia bizantina, otro templo y, finalmente, una iglesia del periodo de las Cruzadas. No obstante, las recientes excavaciones han encontrado la base de un gran altar que estaba cerca de la entrada (abajo).


“Josefo relata cómo los romanos que conquistaron Jerusalén plantaron sus banderas (las banderas de las legiones victoriosas) al otro lado de la puerta, y luego ofrecieron un sacrificio. Esto podría reflejar una estructura similar”, dice el Dr. Peter Gandelman, que dirige la excavación junto con el arqueólogo Mohammed Khater.

En su libro “Las guerras de los judíos”, Josefo se extiende sobre las maravillas del templo de Cesarea: “En la cima de una colina, frente a la entrada del puerto, estaba el templo de César, prominente en su tamaño y belleza, el cual contenía una gigantesca estatua de Augusto no menos magnífica que la estatua de Zeus en Olimpia, sobre la que fue inspirada, y también una estatua de Roma, igual en belleza a la estatua de Hera en Argos”, escribió.

Foto: Restos de una antigua sinagoga.


Foto: Parte de la antigua sinagoga sacada a la luz.


Foto: Arqueólogos trabajando en el lugar del palacio rey Herodes en Cesarea

Bajo el nivel sobre el que se alza el altar, los arqueólogos descubrieron dos grandes salas, abiertas al mar, así como una serie de pequeños arcos debajo de una gran escalera que conduce al altar. La escalera y otras estructuras son similares a la arquitectura alrededor del Monte del Templo en Jerusalén, que también fue diseñado por Herodes.

“No hay duda de que Jerusalén y Cesarea eran las ciudades principales. El espíritu megalómano de Herodes se cierne sobre Cesárea”, expresó Doron Ben-Ami, jefe de la división centro de Israel de la Autoridad de Antigüedades.

Fuente pública (ninfeo) de época romana. Foto: Ioli Soortz, IAA

El proyecto incluye la excavación y preservación de todo el complejo, así como la reconstrucción de los antiguos edificios. Se espera que el proyecto cueste más de 100 millones de shekels (27,5 millones de dólares), lo que lo convierte en una de las exploraciones arqueológicas más caras del país. La financiación proviene de la Fundación Edmond de Rothschild y la Corporación de Desarrollo de Cesarea.


En el transcurso de estas excavaciones, se realizaron varios descubrimientos más pequeños. Uno interesante fue un artefacto judío, encontrado hace unas semanas junto al altar pagano. Se trataba de una pequeña tableta hecha de nácar, con un candelabro de siete brazos grabado (abajo), así como una pala ritual de carbón, como las utilizadas en el Templo de Jerusalén.



Una estatua de un carnero (arriba), asociada con la iglesia de la época bizantina, también fue encontrada cerca, así como un fragmento de una estatua de un hombre barbudo, identificada por el Dr. Rivka Gersht como Asclepio, dios griego de la medicina. Varias estatuas de este dios se han encontrado en Cesarea, pero es la primera vez que se halla una cabeza representativa.



Fuentes: Aurora |Haaretz | archaeology.org | 30 de abril de 2017