Reapertura de la exposición “Carlos III. Majestad y ornato en los escenarios del Rey Ilustrado” en el Palacio Real

A partir de hoy viernes, 19 de mayo, el Patrimonio Nacional ofrece una nueva adaptación de la muestra dedicada al Rey Carlos III, patrocinada por la Fundación Banco Santander, que se podrá visitar en las Salas Génova del Palacio Real de Madrid hasta enero de 2018.

La primera versión de Carlos III. Majestad y ornato en los escenarios del Rey Ilustrado, que estuvo abierta del 6 de diciembre de 2016 al 7 de mayo de 2017, recibió cerca de 200.000 visitantes. En este nuevo planteamiento, la exposición continúa resaltando el mecenazgo del Rey, y la estética y significación de las Residencias Reales españolas durante los años que marcan la transición del Rococó al Neoclasicismo, al tiempo que se introducen nuevos temas, como las Exequias y elogios fúnebres dedicados al Monarca.

La exposición comisariada por Pilar Benito, Javier Jordán de Urríes, y José Luis Sancho, está formada por obras emblemáticas y programas decorativos que desde el siglo XVIII no se podían contemplar de manera conjunta. El Retrato de Carlos III, pintado por Mengs y regalado por el Monarca al Rey Federico V de Dinamarca en 1765, ocupa un lugar preminente en el retato expositivo.

Como novedad, la muestra reúne el conjunto de las Cinco Vistas realizadas por Pietro Fabris, el programa pictórico del dormitorio de Carlos III, así como decoraciones únicas como la “Pieza de Comer” del Palacio Real de El Pardo, y la tapicería y mobiliario del dormitorio de Carlos III.

Así pues, la exposición se estructura en las siguientes secciones: Carlos III en Nápoles; El Real Dormitorio de Carlos III; Los tipos Populares de Lorenzo Tiépolo; La religiosidad del Rey; El Rey “de monte en monte”; Chinoisseries; El obrador de marfiles del Buen Retiro; Carlos III y los talleres reales; La muerte del Rey; y finaliza con “Exequias y elogios”.

EL FÓSIL DE DINOSAURIO MEJOR CONSERVADO DEL MUNDO INTRIGA A LOS CIENTÍFICOS

El dinosaurio fue encontrado en una mina de arenas de petróleo localizada en Canadá y mide cinco metros de largo. Lo realmente sorprendente del animal, además de su tamaño, es su perfecto estado de conservación: es realmente difícil ver su esqueleto ya que su piel ha quedado fosilizada formando una perfecta armadura.


Este fósil pertenece al de un dinosaurio herbívoro con ‘armadura’ conocido como nodosáurido que habitó el territorio de Canadá hace 110 millones de años.
Los científicos que encontraron el fósil aseguran que esta “momia” es la muestra mejor conservada de un nodosáurido, no solo por el estado de su piel fosilizada, sino porque se ha conservado incluso el contenido de su vientre.

Estos dinosaurios eran grandes herbívoros que caminaban a cuatro patas y cuya piel era dura como una roca, además de contar con púas para protegerse. Los expertos coinciden en que se trata del dinosaurio más antiguo conocido de Alberta, además del mejor conservado del mundo. Pese a que el hallazgo se produjo en 2011, se han necesitado seis años y más de 7.000 horas hasta poder reconstruirlo y dejarlo listo para ser expuesto.

¿El secreto de su estado?

Parece ser que, según los científicos creen, el nodosaurio fue arrastrado por un río y llevado al mar, donde finalmente se hundió. Durante los millones de años que permaneció en el fondo del océano, los minerales se posaron sobre la armadura y consiguieron preservarla en su forma original.

Descubren una evidencia a la mítica Torre de Babel en una antigua tablilla de piedra

Captura del vídeo de la Institución Smithsoniana

El primer episodio de una nueva serie de «secretos» del canal Smithsonian está atrayendo la atención sobre una antigua tablilla de piedra que se presenta como la evidencia de que la Torre de Babel bíblica existió realmente en la antigüedad.

En el vídeo, Andrew George, profesor de Historia de Babilonia en la Universidad de Londres, examina una antigua tablilla del siglo VI a.C. hallada en Babilonia hace más de un siglo, pero que no había sido estudiada hasta ahora. En ella se representó una estructura escalonada con siete pisos y una figura humana con un cetro, que el experto identifica como el rey Nabucodonosor II, el gobernante más famoso de la Mesopotamia y una inscripción: «Etemenanki, Ziggurat Babel». Es decir, la «Torre del templo de Babilonia».

Andrew George muestra el zigurat grabado en la tablilla de piedra

En su opinión, esta tablilla, que pertenece a la colección privada del empresario noruego Martin Schøyen y que se muestra por primera vez en la grabación de la revista Smithsonian, es una prueba sólida de la existencia de la Torre de Babel.

El sustrato real del mito

En otra inscripción en la piedra se lee que para la construcción de este zigurat de Babilonia se movilizaron a numerosos pueblos de sus asentamientos, "desde el mar superior", que es el Mediterráneo, "hasta el mar menor", que es el Golfo Pérsico».

«El mito de la multitud de lenguas proviene del contexto descrito en la estela de la multitud de pueblos alistado en la construcción de la torre», apunta el profesor a Breaking Israel News. «En la obra se hablarían muchos idiomas. A partir de ahí puede provenir la idea de la Biblia de la confusión de las lenguas», continúa diciendo.

«Como asiriólogo, no me ocupo en la Biblia, y no soy una persona religiosa, pero en este caso, puedo decir que es un edificio real que parece ser la inspiración para el relato bíblico», reconoce George en la entrevista.

El profesor recuerda que «en el siglo XIX se descubrió que los reyes asirios mencionados en la Biblia eran reales y estaban corroborados por la evidencia arqueológica, haciendo que nos preguntáramos a su vez, ¿cuánto más hay de cierto en la Biblia?»



Reconstrucción de la Torre de Babel. Captura del vídeo de la Institución Smithsoniana

Hay consenso entre los historiadores sobre que Nabucodonosor II ordenó construir un zigurat en Babilonia tras reconstruir la ciudad y convertirla en su capital. El lugar de la torre se sitúa en una zona conocida hoy como Al Qasr, al sur de Bagdad.

El zigurat de Nabucodonosor, al que los arqueólogos se refieren como Etemenanki, debió de tener siete pisos que alcanzaban una altura de 91 metros, con un templo de Marduk en su cúspide.

Fuente: ABC.es | 12 de mayo de 2017

El Arkeologi Museoa de Bizkaia acoge hasta octubre la muestra 'Atapuerca: Cráneo 4'

El Arkeologi Museoa de la Diputación Foral de Bizkaia acoge hasta el 15 de octubre la exposición 'Atapuerca: Cráneo 4', en la que podrán observarse réplicas de piezas de hace más de 400.000 años halladas en Atapuerca y también del hueso humano más antiguo encontrado en el País Vasco, el húmero de Lezetxiki.

La muestra ha sido inaugurada este miércoles por la diputada vizcaína de Euskera y Cultura, Lorea Bilbao, y el paleontólogo Juan Luis Arsuaga, premio Príncipe de Asturias y codirector de las excavaciones de Atapuerca. Ambos han realizado una visita guiada en la que se han explicado los detalles de la exposición.


Según ha informado la Diputación vizcaína, la exposición ha sido diseñada y producida por el Museo de la Evolución Humana de Burgos, con el objetivo de dar a conocer uno de los cráneos hallados en la Sima de los Huesos del conjunto arqueológico de Atapuerca. En concreto, se trata del Cráneo 4, también llamado Agamenón, preneandertal, de 430.000 años de antigüedad, cuyo estudio "está siendo clave para conocer la historia de la evolución humana".

"Se trata de la réplica de un neurocráneo o calvaria, es decir, un cráneo al que le falta la cara, perteneciente a un hombre que poseía un gran volumen encefálico para su antigüedad (1.360 centímetros cúbicos). El cráneo es ancho y de bóveda baja", han explicado los responsables de la muestra.
Además, han añadido, "presenta los rebordes óseos sobre las órbitas (torus supraorbitario) fusionados sobre los huesos de la nariz (región interorbitaria o gabela), el contorno occipital recto y delgado y sobre él una superficie semicircular plana, llamada área suprainíaca". Esta morfología prefigura la de los neandertales, especie posterior en el tiempo.

De los estudios realizados se ha deducido que "tenía muchos problemas de salud", de manera que "probablemente fuera sordo y tendría fuertes dolores de cabeza al moverla".

En la muestra se puede ver también una réplica del Cráneo 5 (izquierda), que, al igual que el Cráneo 4, presenta cicatrices de pequeños traumatismos que "demuestran que sobrevivir era difícil hace 400.000 años", han relatado desde la Diputación.
El buen estado de conservación del Cráneo 5, también llamado Miguelón en homenaje a Miguel Indurain, ha permitido reconstruir a los expertos la imagen y fisonomía de la cara de este individuo que vivió y murió hace miles de años en la sierra de Atapuerca.

La Sierra burgalesa de Atapuerca conserva una gran cantidad de yacimientos arqueológicos que permiten documentar un registro de más de un millón de años. En uno de ellos, conocido con el nombre de La Sima de los huesos, se han identificado 28 individuos de ambos sexos, de los que uno era un niño, trece murieron entre los 10 y 16 años, siete entre los 17 y 18 años, y sólo tres habrían superado los 35 años.

Según han explicado desde el Departamento de Cultura, la morfología del Cráneo 4 indica que la población de la Sima de los Huesos está relacionada con los neandertales, de los que serían antepasados más o menos directos y podrían incluirse en la especie Homo heidelbergensis.

En la exposición en el Museo arqueológico vizcaíno, se podrán ver las réplicas de distintos cráneos fósiles de cronología similar o algo posterior, que presentan una morfología algo diferente a los de Atapuerca, sin una relación tan clara con los neandertales, lo que "muestra la diversidad".
Destaca el Cráneo Sambungmacan 3 (derecha) hallado en Java (Indonesia), de 500.000 años de antigüedad y perteneciente a la especie Homo erectus, así como el cráneo de la cueva de l'Arago (Francia), de 450.000 años, que "corresponde a la subespecie Homo erectus tautavelensis, aunque algunos lo consideran Homo heidelbergensis".

También se incluye el cráneo de Ceprano (Italia) de hace 400.000 años, que podría ser un Homo antecessor o heidelbergensis y, finalmente, el cráneo de Kabwe (Zambia) al que se le asignó el nombre científico de Homo rhodesiensis, de alrededor de 300.000 años entre otros.

Audiovisual de Javier Trueba

En la exposición, se proyectará un audiovisual de Javier Trueba con imágenes reales del proceso de excavación del Cráneo 4. Los responsables forales han destacado que, por primera vez en un montaje expositivo, "se exhibe la secuencia del genoma mitocondrial del material genético humano más antiguo jamás recuperado de un fósil".

Restos propios del País Vasco

Como es habitual, el Museo también pone el foco en materiales y restos arqueológicos propios del País Vasco, de modo que se ha habilitado un pequeño espacio para exhibir la réplica del húmero de Lezetxiki (Arrasate-Mondragón), el resto humano más antiguo conservado en el País Vasco, que data de hace 164.000 años.

El paleontólogo Jesús Altuna muestra el famoso húmero encontrado en la cueva Lezetxiki de Arrasate, el resto humano más antiguo descubierto en Euskadi.

Junto a él se expondrá el cráneo de la osa demingeri descubierta en la cueva de Santa Isabel de Ranero (Karrantza), "como representante de los animales que convivieron con Homo heidelbergensis y que también se extinguieron".

Fuente: lainformacion.com | 17 de mayo de 2017

Qué es el mecanismo de Antikythera: el enigmático artilugio de la antigua Grecia

Restos del Mecanismo de Antikythera: MUSEO ARQUEOLÓGICO DE ATENAS

El artefacto, que cumple 115 años, fue encontrado por unos buscadores de esponjas marinas frente a la costa de la isla griega Antikythera

Por ALBERTO LÓPEZ

Si preguntáramos a un alumno que cursa Secundaria que quién inventó la calculadora o dónde fue inventada, casi ninguno haría referencia al mecanismo de Antikythera. Las respuestas podrían ser miles, pero ninguna estaría cerca de la realidad y muchos menos harían referencia a una calculadora astronómica con más de 2.100 años de antigüedad.

El mecanismo de Antikythera fue encontrado por unos buscadores de esponjas marinas entre los numerosos restos de joyería, monedas y estatuas de bronce y mármol de una galera romana que naufragó frente a la costa de la isla griega que le da su nombre, Antikythera.

Los 82 fragmentos de bronce localizados - hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas - estaban dentro de una caja de madera en cuyas tapas se mostraban numerosas inscripciones con información valiosísima (nombres de meses en corintio, planetas..)


Reconstrucción del Mecanismo de Antikythera.

No todos los expertos están de acuerdo con la interpretación del mecanismo de Antikythera. Fue el arqueólogo Stais en 1902 el que creyó que se trataba de un reloj astronómico. Edmunds y T. Freeth creían que el artefacto se utilizaba para predecir eclipses solares y lunares, teniendo como referencia los conocimientos en progresión aritmética de los babilonios. Edmunds, por su parte, aseguraba que podría mostrar planetas como Venus y Mercurio.

Sin embargo, Price tenía una teoría más celestial: el mecanismo de Antikythera se utilizaría para establecer el cronograma de festivales agrícolas y religiosos. Y Wright, con la reconstrucción del instrumento (72 engranajes), añadía que podía mostrar los movimientos de los cinco planetas conocidos en ese tiempo.

Por último, otros estudiosos revelaron que podría servir para determinar la fecha exacta de celebración de los Juegos Olímpicos, apoyándose en las inscripciones que se han encontrado, (empezaban con la luna llena más cercana al solsticio de verano, siendo necesario un cálculo lo más exacto posible y un gran conocimiento de astronomía para establecer la fecha concreta)

Lo que parece claro es que el mecanismo de Antikythera consta al menos de 37 ruedas dentadas de precisión, hechas de bronce, con las que se podría calcular con exactitud posiciones y movimientos astronómicos, recrear la órbita irregular de la Luna y, quizás, establecer la posición de planetas.

Posterior a esta calculadora se encontró un calendario luni-solar mecánico persa del año 1000 con una gran precisión tecnológica, pero no fue hasta la Edad Media cuando aparecieron aparatos complejos en los relojes de las catedrales medievales.

Hoy en día somos capaces de llegar a los lugares más insospechados, calcular distancias sorprendentes y alcanzar todo aquello con lo que los griegos soñaron alguna vez. Tan sólo pensar que un artefacto de semejantes características como el mecanismo de Antikythera fuera creado hace más de 2.000 años, nos da que pensar que estamos ante una civilización mucho más cercana a la nuestra de lo que podemos imaginar.

Vía: El País

El corredor del Danubio

Mandíbula 1 de Pestera cu Oase, Rumanía.

Se asume en la actualidad que la expansión de nuestra especie fuera de África pudo suceder hace unos 120.000 años. Sin embargo, la colonización de Europa por parte de Homo sapiens se hizo esperar. Mientras que en el resto de Eurasia los miembros de nuestra especie se movieron con rapidez y llegaron a embarcar (literalmente) hacia Australia hace 70.000 años, los neandertales actuaron como barrera demográfica e impidieron su entrada en Europa hasta hace unos 40.000 años.

Para llegar a Europa se puede rodear la costa norte del mar Negro, dejando al oeste las estribaciones del Cáucaso. También se puede atravesar la península de Anatolia, para alcanzar el territorio que hoy en día ocupan los estados de Bulgaria y Rumanía. Todo ello sin olvidarnos del complicado paso por Gibraltar. Una hipótesis poco probable. Para averiguar las rutas tenemos que buscar yacimientos y seguir el rastro. Uno de esos yacimientos, datado en un mínimo 38.000 años, se encuentra en el suroeste del actual estado de Rumanía. Se trata posiblemente de una de las pocas pistas para hipotetizar que la entrada más probable de Homo sapiens ocurrió por los extremos del Mármara (Bósforo y Dardanelos), para moverse después a través del corredor del Danubio hacia el centro y oeste de Europa.

La cueva de Pestera cu Oase significa “la cueva de los Huesos”. Esta cueva fue explorada en tiempos recientes por un grupo espeleológico de Rumanía. La cueva contiene un yacimiento, donde se han encontrado fósiles del oso de las cavernas (Ursus spelaeus), algunos restos de pequeños mamíferos y de algún herbívoro, además de una mandíbula humana. Posteriormente se localizaron nuevos restos humanos algo más recientes. El estudio de esta mandíbula fue liderado por el investigador norteamericano Erik Trinkaus, que desde siempre ha defendido la continuidad evolutiva de los neandertales hacia las poblaciones modernas. Es por ello que la descripción de este resto humano, publicado en 2003 por la revista PNAS de la Academia de Ciencias de USA, se esfuerza por encontrar caracteres morfológicos neandertales en esta mandíbula.

La mandíbula de Pestera cu Oase es grande y robusta y pudo haber pertenecido a un individuo masculino. Si se examina con detenimiento la morfología de esta mandíbula no aparece ningún rasgo que recuerde a los neandertales. En particular, la mandíbula presenta un mentón característico, que es exclusivo de nuestra especie. Aunque diferentes mandíbulas del género Homo de hasta casi dos millones de años de antigüedad tienen un leve abultamiento en la región de la sínfisis, el verdadero mentón óseo solo se encuentra en Homo sapiens. Su configuración morfológica incluye un conjunto de caracteres con cierta variabilidad en su expresión a nivel individual, que explicaremos en el próximo post.

La teoría que aún defienden investigadores como Erik Trinkaus o Milford Wolpoff prácticamente ha desaparecido de las publicaciones científicas. Cierto es que el estudio de ADN de restos neandertales y de nuestra especie ha demostrado que hibridamos con los neandertales y tuvimos descendencia fértil. Según los genetistas los eurasiáticos llevamos en nuestro genoma entre un 2% y un 4% de genes heredados del contacto entre Homo sapiens y Homo neanderthalensis durante 50.000 años. Estos datos invitan a pensar que los huesos o los dientes conservan en su morfología el recuerdo de ese mestizaje. Sin embargo, la posible expresión de caracteres neandertales en el esqueleto o en cualquier otra parte del cuerpo queda diluida por una masiva influencia del genoma de Homo sapiens.

Cierto es que las poblaciones humanas tenemos una gran variabilidad y que podemos encontrar algunos rasgos esqueléticos que nos recuerdan a los de las poblaciones del Pleistoceno. Nuestro genoma es el resultado en una larguísima evolución y conservamos una gran cantidad de genes que no se expresan habitualmente. Si alguno de ellos lo hace sin interesar a la viabilidad del individuo portador, nos podemos encontrar con variaciones esqueléticas poco frecuentes. Su presencia no implica necesariamente que esos individuos sean el resultado de una hibridación particular.
El ADN obtenido de esta mandíbula (datos publicados en 2015 por el equipo de Svante Pääbo) muestra un cierto porcentaje de genes heredados de los neandertales. Solo gracias al estudio del ADN podemos contrastar que esa mandíbula perteneció a un mestizo, porque su morfología podría ser como la de cualquiera de nosotros.

Fuente: quo.es | 16 de mayo de 2017