Los científicos siguen ahondando en el origen africano del ‘Homo sapiens’

Las modernas técnicas de análisis genético sostienen que los hombres actuales provienen de una pequeña población de Homo sapiens que vivió hace unos 200.000 años en África. Es lo que se conoce como reloj molecular: teniendo en cuenta la diversidad genética entre individuos y las mutaciones que se producen de forma natural, que siguen patrones de cambio evolutivo más o menos estables, es posible retroceder en el tiempo y encontrar la convergencia.

Según subrayan los manuales de paleontología, diversos fósiles humanos anatómicamente modernos localizados en el este y el sur del continente avalan está hipótesis. Por ejemplo, un yacimiento bien documentado es el de Kibish, cercano al río Mo, en Etiopía, donde en 1967 se localizó un cráneo de hace 195.000 años con un volumen cerebral de 1.435 centímetros cúbicos.

Sin embargo, los restos humanos localizados en el yacimiento marroquí de Jebel Irhour, presentados esta semana por la revista Nature, desafían los dogmas: no solo han aparecido en el noroeste de África, una región alejada de los grandes yacimientos de la considerada cuna de la humanidad, sino que tienen una antigüedad estimada de 315.000-286.000 años, 100.000 más que los restos más antiguos atribuidos hasta ahora a Homo sapiens.



La cronología se ha obtenido tras datar con varios métodos las herramientas de piedra que aparecieron en los estratos de los huesos. «El descubrimiento reescribe los libros de texto sobre la aparición de nuestra especie», consideró al presentar los resultados el primer autor del estudio, Jean-Jacques Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania).

COMBINACIÓN DE RASGOS

Los huesos de Jebel Irhour, sin embargo, no son exactamente iguales que los de un humano actual. Son incluso diferentes a los de Kibish. La parte delantera del cráneo muestra rasgos faciales muy modernos, pero la posterior es más arcaica. Pese a ello, los autores del trabajo no tienen dudas de que se trata de Homo sapiens, no de antepasados, y para confirmarlo presentan análisis anatómicos de huesos y de dientes. Los mismos trabajos sirven para alejarlos de otras especies como Homo heidelbergensis, supuesto antepasado común de los neandertales y de los hombres modernos.

¿Cuándo son humanos modernos y cuando son antecesores? El problema, considera Carles Lalueza Fox (izquierda), especialista del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona (CSIC-UPF), es que el concepto de «especie» es muy poco preciso. Lalueza, que ha participado en proyectos sobre el genoma del neandertal, dice que la moderna evolución del Homo sapiens es un «complejo proceso» de constantes cruces entre poblaciones. «Nos empeñamos en ver la evolución como un árbol que se bifurca en ramas, una de las cuales acaba siendo la nuestra, pero la realidad es que es mejor hablar de un arbusto lleno de interconexiones».

Sin ir más lejos, en el yacimiento sudafricano de Florisbad se han localizado unos restos de hace 260.000 años vinculados al precursor Homo heidelbergensis. Y un poco posteriores (235.000 años) son los fósiles de Rising Star, también en Sudáfrica, atribuidos a una especie humana de cerebro muy pequeño, Homo naledi.

«Normalmente se considera que dos animales son de la misma especie cuando se pueden reproducir entre ellos, pero eso, en la mayoría de las ocasiones, no lo podemos determinar con los fósiles», explica Assumpció Malgosa (derecha), profesora de Antropología Física de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).

«Cuando no hay ADN no hay más remedio que basarse en los restos morfológicos, y es entonces cuando aparece la subjetividad», prosigue la investigadora, que lidera el GROB, grupo de investigación dedicado a la reconstrucción de personas y poblaciones a partir de sus restos. Ante un mismo cráneo con una característica más primitiva, insiste Malgosa, «un investigador puede considerarlo una reminiscencia arcaica dentro de una especie moderna y otro puede opinar que se trata de una especie arcaica».

En la misma línea se pronuncia María Martinón Torres (izquierda), paleontropóloga del University College de Londres: «En los fósiles de Jebel Irhour vemos características que nos permiten vincularlos a los sapiens, como el cerebro grande y una cara más grácil parecida a la nuestra». «Podemos ver un ancestro, un grupo de población que está cambiando a lo que luego seremos nosotros, pero no tiene todos los rasgos. El nombre que le pongamos seguirá siendo una convención».
En principio, dos poblaciones de una misma especie pueden desarrollar incompatibilidades reproductivas con el paso del tiempo. Sin embargo, la teoría está «llena de excepciones», concluye Lalueza. Los lobos y los coyotes, y también los osos pardos y los osos polares, los consideramos especies diferentes pero se pueden aparear y tener descendencia viable.

Fuente: diariocordoba.com | 11 de junio de 2017

La aventura del ‘Homo sapiens’ empezó antes de salir de África

Por María Martinón-Torres

El origen de nuestra especie está en África. Esta es una de las teorías de mayor consenso en el campo de la evolución humana. Los estudios genéticos de las últimas décadas apuntan de forma uniforme al continente africano como origen de toda la diversidad humana actual. La evidencia “dura” la proporcionaban los restos fósiles hallados en yacimientos como los de Herto y Omo en Etiopía que, con 180.000 años de antigüedad, mostraban ya algunos de los rasgos que consideramos exclusivos de nuestra propia especie.

Sin embargo, y a pesar de dedicar tanto esfuerzo a descifrar nuestros orígenes, Homo sapiens era irónicamente la especie sin pasado, la que aparecía de la nada, sin un antepasado claro en el continente africano. En otras palabras, sabíamos que veníamos de África, pero apenas teníamos idea de qué había sucedido allí.
Los hallazgos fósiles del yacimiento de Jebel Irhoud en Marruecos, y su nueva datación –en torno a los 300.000 años– comienzan a cubrir un vacío importante. Estos huesos, de gran tamaño cerebral y una cara muy parecida a la nuestra, podrían representar a los ancestros directos de los humanos modernos.

Aunque carecen todavía de los rasgos que se consideran exclusivos de Homo sapiens –como la frente vertical, el cráneo alto y abombado o nuestro característico mentón–, son mucho más gráciles y parecidos a nosotros que la mayoría de los restos conocidos para este periodo. Por eso, bien pueden representar la raíz del linaje que culminó con nuestro propio origen.

El hallazgo no está exento de sorpresas. Además de cubrir un periodo mudo en la historia de nuestra propia especie, sorprende su localización geográfica. Hasta ahora, fósiles humanos de antigüedad similar solo se habían encontrado en el este y el sur de África, y el único que presentaba características similares a los de Jebel Irhoud era el cráneo de Florisbad (derecha), en el extremo opuesto del continente, en Sudáfrica, datado en 260.000 años y clasificado por algunos investigadores dentro de la especie Homo helmei.

El descubrimiento de Jebel Irhoud nos recuerda que África es grande, y que los paleoantropólogos hemos sido ingenuos creyendo que lo complicado de nuestra historia comenzaba cuando Homo sapiens abandonaba su cuna hace unos 100.000 años. Creíamos que solo al salir de África empezaban las aventuras para los humanos modernos, al enfrentarnos a un clima mucho más cambiante y árido, a paisajes quebrados de montañas y a otros grupos de humanos, como los neandertales y los denisovanos, con los que habríamos de tener descendencia.
Un crisol de poblaciones diversas
Gracias a este yacimiento marroquí comprendemos que toda África puede potencialmente tener algo que ver con nuestro origen. En sus raíces más profundas, Homo sapiens era ya un crisol de poblaciones diversas que habitaron y llegaron a dispersarse por diferentes regiones de la gran África, y no solo el producto de la evolución lineal en un único lugar.
Homo sapiens se revela como una especie cosmopolita que conoció mundo antes de adentrarse en él. Esto incluye la fascinante posibilidad de que nuestros ancestros hayan conocido, ya en África, otras especies humanas. La revelación de que Homo naledi, una especie descubierta en Sudáfrica, solo tiene 300.000 años a pesar de su aspecto casi 'australopitecino', plantea el apasionante escenario de que quizá nuestros antepasados se cruzaron, en todos sus sentidos, con otra especie que hoy ya no existe.

En la novela En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, su protagonista recupera la memoria enterrada de su infancia al probar una magdalena mojada en leche. Esa experiencia sensorial le devuelve los recuerdos que no sabía que tenía y a partir de ahí pasa a recorrer su pasado y explorar su visión del mundo. Con los fósiles de Jebel Irhoud destapamos el pasado desconocido de nuestra especie, la infancia del linaje Homo sapiens. Como la magdalena de Proust, esto fósiles nos han devuelto la memoria.

Fuente: SINC | 12 de junio de 2017

Los vuelcos de la evolución humana

Estamos habituados a que muchas noticias de carácter científico se magnifiquen con titulares llamativos. En el ámbito de la evolución humana, la mayoría de los hallazgos realizados en los últimos años aparecen en los medios con la calificación de acontecimientos extraordinarios. Cada uno de esos hallazgos parece que nos obliga a reescribir la historia de la evolución humana. La noticia suele ir acompañada de titulares que invitan a la lectura. Es lo que toca. De ese modo, la evolución humana se nos muestra como una ciencia convulsa, con pies de barro, que “da un vuelco” cada vez que se encuentra algún yacimiento o fósil merecedor de ser publicado en revistas como Science o Nature. Si los/as lectores/as no conocen bien este ámbito científico, su confianza en las investigaciones que tratan los orígenes de la humanidad será más bien escasa ¿Tiene todo que empezar de cero cada vez que se encuentra algo interesante? Por supuesto, la respuesta es un rotundo NO. Aunque muchos hallazgos resulten sorprendentes, tan solo se necesita reformar una parte del edificio, que se lleva construyendo desde hace muchas décadas. Así funciona la Ciencia.

El caso de los dos últimos artículos recién publicados en la revista Nature son un claro ejemplo. Vaya por delante que los dos trabajos sobre el yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos son excelentes y representan un paso adelante muy importante. Este yacimiento se conoce desde 1960. Los trabajos de cantería en un macizo de caliza cercana a la ciudad costera de Safi, situada a unos 400 kilómetros al sur de Rabat, dieron con resultado el hallazgo de un yacimiento arqueológico-paleontológico. Los primeros restos humanos se encontraron en 1961 y 1962, junto a abundantes restos de fauna y de herramientas de piedra. La interpretación de este lugar y su cronología han pasado por numerosas vicisitudes. Los métodos de datación han mejorado sensiblemente en estas últimas décadas, y de los iniciales 40.000 años de antigüedad hemos pasado a los 300.000 años, como nos revela uno de los artículos de la revista Nature. Este ha sido un paso crucial para comprender los hallazgos del yacimiento de Jebel Irhoud, que incluso fueron clasificados como una población neandertal del norte de África.


El científico Jean Jaques Hublin en Jebel Irhoud. Fuente: Los Angeles Time.

El método de la termoluminiscencia ha sido empleado para datar las herramientas asociadas a los fósiles humanos que fueron calentadas en las hogueras intencionadas realizadas en aquel lugar. El promedio de las fechas obtenidas fue de 315.000±34 años, que concuerda bien con otras dataciones obtenidas por medio de las series de uranio y ESR: 286.000±32 años. La cronología también es consistente con los restos fósiles de las especies halladas en Jebel Irhoud. Daniel Richter (Instituto Max Planck, Alemania) lidera uno de los dos artículos de Nature, junto a varios geocronólogos de primera línea.
Estas dataciones envejecen en casi 150.000 años las dataciones anteriores y llevan la industria asociada, clasificada en una tecnología conocida como “Middle Stone Age”, a una cronología muy antigua. Seguramente algunos arqueólogos no estarán muy satisfechos con este dato, porque esta tecnología siempre se ha considerado más reciente y asociada a los orígenes de nuestra especie. Y aquí llega el lío.

El artículo que describe los fósiles humanos ha sido liderado por Jean-Jaques Hublin, actual director del Departamento de Evolución Humana del Instituto Max Planck y Philip Günz, uno de los más reputados expertos en evolución del cerebro.

Las recientes excavaciones en Jebel Irhoud dieron como resultado el hallazgo de más fósiles humanos, rodeados de un contexto muy claro de herramientas y fósiles. Todos los hallazgos proceden del mismo nivel y, por primera vez, las excavaciones se han realizado con rigurosidad. Este nivel (el número 7) ha proporcionado los restos de al menos cinco individuos: tres adultos, un adolescente y un niño. Aunque el último cráneo recuperado ha tenido que ser restaurado de manera digital, su aspecto recuerda al primer cráneo encontrado en los años 1960s.


Comparación del cráneo 1 de Jebel Irhoud (izquierda de la imagen) con el cráneo de Cro-Magnon.

La morfología de los restos de Jebel Irhoud puede ser interpretado de manera diferente por distintos expertos. La mandíbula no tiene un mentón propiamente dicho, como el de la humanidad actual; pero su aspecto general no dista mucho del nuestro. Lo mismo sucede con el primer cráneo encontrado en 1961 (número 1) y con la reconstrucción del nuevo cráneo (número 10). Su parte posterior no es tan esférica como la nuestra. El cráneo es más bajo y carece de la notable expansión de las bolsas parietales. Pero la frente es muy vertical y la cara es prácticamente como la nuestra. Así que nos encontramos ante unos restos, que muchos se atreverían a incluir en la especie Homo sapiens, mientras que otros/as serían más cautos/as. El cráneo de Florisbad, en Sudáfrica (260.000 años) tiene un aspecto muy similar a los cráneos de Jebel Irhoud y fue incluido por su descubridor en la especie Homo helmei.

¿Qué reflexiones podemos hacer sobre este dilema? Una posible solución consistirá en ampliar la variabilidad admitida para nuestra especie y así poder incluir el ella los restos de Jebel Irhoud. También podemos discrepar de las conclusiones de Hublin y sus colegas y reconocer que estamos ante los restos de la especie que sin duda precedió a la verdadera especie Homo sapiens, con todos sus atributos esqueléticos.

El mismo problema ha surgido en Europa con el hallazgo de los humanos de la Sima de los Huesos de la sierra de Atapuerca. Nos lo recuerda el investigador Chris Stringer en su artículo de la sección de News & Views del mismo número de la revista Nature. Los humanos de la Sima de los Huesos no son “Neandertales clásicos”, con todos los rasgos que caracterizan a esta población europea; pero su aspecto era ya muy similar al de los Neandertales. Desde 2014, los humanos de la Sima de los Huesos dejaron de tener un nombre oficial, al haber sido separados (pienso que acertadamente) de la especie Homo heidelbergensis. Los humanos de Jebel Irhoud y Sima de los Huesos precedieron a los “sapiens clásicos” y a los Neandertales clásicos, respectivamente. Si fueran incluidos en Homo sapiens y en Homo neanderthalensis tan solo tendríamos que ampliar nuestros horizontes mentales. La segunda solución pasa por incrementar el repertorio de especies de nuestra genealogía. Cualquiera de las dos soluciones supondría una pequeña reforma del edificio.

Los yacimientos de Florisbad y los de Jebel Irhoud distan unos 11.000 kilómetros. Su cronología y la morfología de los cráneos es muy similar. Todos estos hechos nos llevan a otra reflexión. Tenemos dos opciones: 1) La especie ancestral a Homo sapiens (quizá Homo helmei) estaba bien repartida por todo el continente africano hace 300.000 años y solo una de las poblaciones de esta especie dio lugar a la nuestra; y 2) La especie Homo sapiens es más antigua de lo que se pensaba hace tan solo unos días y hace 300.000 ya se había expandido por toda África. En el próximo post trataré de responder a esta cuestión con nuevos datos procedentes del campo de la genética.

Descubren un baño ritual "Mikve" en Maqueronte (Jordania), dónde Herodes decapitó a Juan el Bautista

Una misión arqueológica húngara que excava en las ruinas de la fortaleza de Maqueronte en Jordania, ha descubierto una monumental Mikve, un gran baño ritual que probablemente fue construido para el uso del rey Herodes y su familia, según informan Haaretz y Jewish Press.



Fotos: Reconstrucción de la fortaleza de Maqueronte. Por cortesía de Hungarian Archaeological Mission to Machaerus.

La piscina de purificación hallada, con 12 escalones, es la mayor de su tipo que se ha encontrado en Jordania. Su arquitectura es muy similar a los baños rituales descubiertos en las cercanías de Qumran, al otro lado del Mar Muerto, en Israel, que hasta ahora se consideraban únicos. Los restos de esta Mikve han sido localizados a tres metros bajo el patio real y debía de haber estado cubierta por un techo de bóveda de piedra que probablemente fue demolido por los romanos durante la represión de la gran revuelta judía en el año 71 después de Cristo. Las excavaciones han sacado a la luz restos de paredes y columnas que fueron derribados.


Fotos: El magnífico enclave de la fortaleza. Por cortesía de Hungarian Archaeological Mission to Machaerus.

Los trabajos arqueológicos del equipo húngaro-jordano dirigido por Győző Vörös han descubierto enormes paredes intactas del interior de la fortificación occidental, de alrededor de 9,2 metros de altura, que por primera vez muestran las dimensiones que debió tener esta ciudadela de Herodes en el desierto jordano.


En realidad, Herodes no construyó la fortaleza de Maqueronte. Había sido erigida por el rey hasmoneo Alejandro Janneo (104-78 a.C.) en torno al año 90 a.C., pero Herodes I el Grande la reconstruyó para defender sus territorios y, a su muerte, pasó a manos de su hijo Herodes Antipas. Fue durante esta etapa cuando fue encarcelado entre sus muros el profeta Juan el Bautista. Allí bailó Salomé para Herodes Antipas en la celebración de su cumpleaños poco antes de la Pascua.


Según el relato bíblico, Herodes quedó tan satisfecho del baile que prometió darle a Salomé lo que quisiera y ésta, aconsejada por su madre Herodías, pidió la cabeza de Juan el Bautista. «Aunque el rey se puso muy triste, sin embargo a causa de sus juramentos y de los que se sentaban con él a la mesa, no quiso desairarla. Y al instante el rey envió a un verdugo y le ordenó que trajera la cabeza de Juan. Y él fue y lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre», recoge el evangelio de Marcos (6, 26-28).

Flavio Josefo narra en sus «Antigüedades Judías» (Libro 18, cap.5), que el Bautista fue llevado a Maqueronte encadenado y fue condenado a muerte.

La fortaleza de Maqueronte fue de vital importancia para la defensa de Judea, en parte porque desde ella se divisaba Jerusalén. Cualquier ejército que quisiera acercarse a la ciudad por el este, tenía que ocupar primero Maqueronte y las señales de fuego en esta fortaleza advertían a las otras ciudadelas de la invasión enemiga. Plinio el Viejo consideraba a Maqueronte como la mejor fortificación de Judea, después de Jerusalén. Más fuerte que Herodión o Masada.

Fue destruida por los romanos al mando de Lucilio Baso durante la primera guerra romano-judía, aunque Plinio el Viejo no dice que quedara reducida a cenizas como Jerusalén.

Fuente: ABC, 17 de junio de 2017

El Museo Arqueológico Benahoarita albergará la exposición ‘África: el arte de un continente’

El Museo Arqueológico Benahoarita (MAB), en Los Llanos de Aridane, en Santa Cruz de Tenerife, albergará desde el jueves 15 de junio y hasta el 15 de julio la exposición África: el arte en un continente. Se trata de una muestra un amplio abanico de objetos que, de manera cotidiana, son utilizados por diferentes pueblos primitivos del continente africano.

La actividad se enmarca en el proyecto cultural Tussna (Sabiduría) de Benahoare, que organiza la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Cabildo de La Palma, que dirige Primitivo Jerónimo.

Foto: De izquierda a derecha, Jorge Pais, Fernando Barrera y Primitivo Jerónimo en la muestra 'África el arte de un continente'.

África: el arte de un continente reúne en el MAB objetos tan diversos como máscaras, figuras, armas, tirachinas, cerámicas, gorros, marionetas, escudos, postes ceremoniales, taburetes, tejidos, puertas, monedas primitivas, objetos religiosos… El comisario de esta exposición es el anticuario y especialista en arte africano, Fernando Barrera Torres que, además, es el propietario de las 101 piezas expuestas para cuya realización se han utilizado distintos tipos de materiales: hierro, madera, cerámica, cuentas de vidrio y tejidos vegetales.

Las piezas que forman parte de la exposición constituyen una amplia representación del arte africano en todas sus manifestaciones y de un buen número de países como la República Democrática del Congo, Etiopía, Nigeria, Burkina Faso, Camerún, Costa de Marfil, Malí, Chad, Benín y Togo. Algunas de las tribus primitivas representadas en esta muestra son los Bámbara, Mossi, Gurunsi, Ibo, Tuareg, Senufo o los Baulé, entre otros.

Fuente: elapuron.com | 14 de junio de 2017

Constructores de hace 4.200 años en Callosa de Segura (Alicante)

Arqueología en Callosa de Segura. Mary Parra

Un pequeño toro con un gran valor. La excavación arqueológica desarrollada por el Marq en Callosa (Alicante) culminó ayer con el hallazgo de un pequeño toro de barro que supone una de las pocas representaciones de tipo figurativo de la Cultura del Algar. El trabajo de campo durante tres semanas ha permitido documentar que el asentamiento estuvo ocupado desde el 2200 hasta el 1500 antes de Cristo.

El yacimiento «Laderas del Castillo» de Callosa de Segura sigue teniendo un valor incalculable para la arqueología y así se ha vuelto a poner de manifiesto en una nueva excavación, realizada durante el último mes. El equipo dirigido por la dirección del Museo Arqueológico Provincial de Alicante (Marq) ha sacado a la luz evidencias que avalan que se trata de uno de los más antiguos de la Edad de Bronce y que documentan que el asentamiento humano se remonta al menos al año 2200 antes de Cristo.

Las terrazas que se construyeron sobre la falda del macizo rocoso dan fe de que en este asentamiento se hizo una gran obra de ingeniería construida piedra a piedra para aplanar el terreno y conseguir levantar casas y disponer de superficie para mantener cultivos y ganado.


«Hemos encontrado los pisos de varias casas bien conservados, restos del pavimento, molinos que utilizaban para moler el trigo, huellas de tinajas donde almacenaban alimentos, hogares donde cocinaban y también hemos podido documentar cómo eran sus técnicas constructivas. Es algo que científicamente tiene mucho valor. Los materiales eran distintos a los de ahora, pero algunas de sus ideas para construir enormes terrazas no se diferencian mucho de las que se utilizan en la actualidad», apuntó ayer el director técnico del Marq, Juan Antonio López. Ha sido él quien se ha encargado de la dirección técnica de la excavación en colaboración con el profesor de Prehistoria de la Universidad de Alicante Francisco Javier Jover.

Hallazgo «excepcional»

Una de las piezas encontradas con más valor se halló precisamente ayer, cuando INFORMACIÓN acompañó a los arqueólogos durante su última jornada de trabajo. Se trata de una pequeña figura de barro que representa un toro. Es algo excepcional porque «se conocen muy pocas representaciones de tipo figurativo de la Cultura del Algar», explicó López. El mismo dijo que en los últimos años se han empezado a descubrir algunas pinturas en paredes pero no con motivos figurativos, sino geométricos, y este «es uno de los pocos ejemplos de figuras que existían en la Edad de Bronce».


El yacimiento callosino es uno de los más antiguos de la provincia relativos a la Edad de Bronce, un periodo que comenzó en la península ibérica en el 2.200 antes de Cristo . «Hoy sabemos con seguridad que hasta el 1500 antes de Cristo se continuó ocupando un perímetro de casi dos hectáreas y media de esta ladera, que brindaba una posición estratégica de carácter defensivo», concluyó el director técnico del Marq.

Fuente: diarioinformacion.com | 15 de junio de 2017

Catedral Metropolitana de Santa María la Real de Pamplona

Está situada en La Navarrería, que es el punto más alto y más antiguo de la ciudad. Se extiende a ambas orillas del río  Arga. Es  sede de la Archidiócesis de Pamplona y Tudela. La actual Catedral de Santa María la Real de Pamplona se levanta sobre un solar cargado de historia desde la fundación de la ciudad por el general romano  Pompeyo Magno el año 74 a.C. La primera vez que se tiene constancia de la iglesia de Pamplona es en el año 589, en un documento en el que se menciona al obispo de dicha ciudad en el Concilio III de Toledo. Por iniciativa del rey Sancho el Mayor la diócesis de Pamplona se restaura entre los años 1022 y 1032.
      La catedral románica inicia su andadura bajo el mandato del obispo Pedro de Roda, quien ocupa la diócesis pamplonesa en el año 1083. El prelado creó una cofradía con la que obtener los fondos necesarios para afrontar las obras, al tiempo que el papa Urbano II exhortaba al monarca Pedro I y a sus súbditos a través de una bula de marzo de 1097, a colaborar mediante donaciones en la nueva empresa. El templo era de grandes dimensiones 70 de largo por 50 de ancho siendo sólo superada en esa época por la catedral de Santiago de Compostela. En su construcción se sabe que intervino el maestro Esteban, que trabajó en la catedral de Santiago de Compostela hicieron posible que la iglesia pudiera ser consagrada el 12 de abril de 1127 en presencia del rey Alfonso el Batallador; aunque la empresa del claustro se prolongó unos años más, aproximadamente hasta 1137.
      Definida por tres naves de mayor anchura la intermedia con crucero saliente y triple cabecera formada por un ábside central, semicircular al interior y poligonal al exterior; y dos laterales de diseño semicircular situados sobre el crucero.se abría una cripta organizada en tres pequeñas naves que separaban columnas situaba la puerta principal que constaba de un doble vano de medio punto abocinado siguiendo el esquema de la puerta de Platerías de la catedral de Santiago de Compostela, la fábrica románica han llegado a nuestros días la cillería y el palacio episcopal. A consecuencia de la guerra de la Navarrería de 1276, en la que las tropas francesas saquearon el templo catedralicio y sus dependencias, el claustro románico quedó en estado ruinoso, 1391 se derrumbó la Catedral románica quedando en pie únicamente la fachada y la cabecera, del hundimiento de la parte oriental de las naves de la catedral románica, lo que obligó a una nueva reedificación del templo, esta vez siguiendo los postulados del gótico. Parece ser que hacia 1391 comenzaron a elaborarse las trazas de este edificio siendo colocada la primera piedra el 27 de mayo de 1394.
      La ejecución de tan ambiciosa fábrica se llevó a cabo gracias a la aportación económica de los reyes navarros  Carlos III y su esposa Leonor otorgaron importantes donaciones entre 1394 y 1420, como también su hija Blanca, de los prelados que ocuparon la sede episcopal durante el proceso constructivo Martín de Zalba, Sancho Sánchez de Oteiza y Martín de Peralta, el clero y de los fieles. Las obras concluidas en 1501, año en el que el papa  Alejandro VI promulga una bula que concede indulgencias a quienes ofrecieran limosnas para la conservación de los edificios y no para la ejecución de obras.
      Como resultado del proceso constructivo el edificio se configuró en una amplia planta de cruz latina articulada en cinco naves de seis ramos, la central más ancha y las exteriores de capillas entre contrafuertes. A ello se añade una cabecera poligonal con un pilar en eje, rodeada de una girola con capillas.
      Entre los años 1632-1634 se añadió al tramo norte de la girola que se adosa al brazo del crucero, la capilla de San Blas. De las cuatro estancias la primera que se ejecutó fue precisamente esta última, la sacristía de los canónigos, construida en 1599 por iniciativa del obispo Antonio Zapata. Sin embargo su aspecto varió sustancialmente con la remodelación que a mediados del siglo XVIII llevó a cabo el tallista Silvestre de Soria, incorporando una densa decoración rococó que afectó a muros, pinturas de las bóvedas y mobiliario. Entre 1783-1803. Se terminó con la gran obra de levantamiento de la fachada: se derribó la antigua románica y se construyó otra neoclásica.
FACHADA
      A pesar del derrumbe parcial de la catedral románica en 1390, la iglesia mantuvo intacta su fachada, construida en dicha época y de escaso valor y falta de simetría, pues sus torres eran desiguales. De esta primitiva fachada únicamente nos queda el dibujo de la planta, en un plano de Ventura Rodríguez de 1783, cuando iba a ser sustituida por la actual, y algunas tallas que se conservan en el Museo de Navarra. Que fue fundada en 1956.
      Las torres, situadas a los extremos de la fachada, tienen un cuerpo inferior macizo, abierto solo por dos ventanas superpuestas, la inferior con frontón y la superior con imposta. Es de planta octogonal, o cuadrada achaflanada.
PUERTA SAN JOSÉ
      Al brazo saliente del crucero, sobre una grada destinada a salvar el desnivel de terreno, se abre la llamada puerta de San José flanqueada por dobles contrafuertes, realizada hacia 1425 y atribuida al escultor Jehan Lome. Después de la remodelación del siglo XVIII de la fachada principal, se trata de la única puerta medieval que conserva la catedral abierta hacia el exterior.
INTERIOR DE LA CATEDRAL
      Las naves se dividen en seis tramos, rectangulares en la mayor y casi cuadrados en las laterales. El último se añadió al levantar la fachada en los años finales del siglo XVIII. Las bóvedas son de crucería sencilla en las naves, en las capillas abiertas a las laterales y en los brazos del crucero. El tramo central de éste se cubre por bóveda estrellada, con terceletes. Los arcos son agudos y los pilares, de planta romboidal, se componen de doce finas columnas que separan molduras verticales cóncavas. La nave mayor carece de triforio y, sobre la imposta que corre encima de la clave de los arcos que la comunican con los laterales, hay grandes paños de muro liso, hasta el alféizar de las ventanas. Estas no son muy grandes y alternan en la nave mayor las de diferente altura.

PRESBITERIO
      Ante la imagen de Santa María Real se coronaban y prestaban juramento los Reyes de Navarra. Es una talla de madera, románica del siglo XII, chapeada de plata en esa misma época. Posteriormente ha sufrido restauraciones.
      La mesa de altar se construyó con fragmentos del retablo de Orayen, del siglo XVII. Al fondo del ábside se halla la sillería del coro, que antes estuvo en el centro de la nave y de la que se suprimió una tercera parte, ahora en el Museo de Navarra. Estaba dispuesta, en su primera organización, en dos órdenes, con 57 sillas el superior y 45 el inferior. Se cree que fue empleado roble de Inglaterra en su construcción. El autor principal fue Esteban de Obray, con quien colaboraron otros como Pierres Picart, Guillén de Holanda, Diego de Mendiguren, y Peti Juan de Melún. La sillería se terminó en 1539.
CAPILLAS DE LA CATEDRAL
Capilla Barbazana
      Actualmente y desde hace varios siglos, se usa como capilla y alberga el sepulcro del obispo  Arnaldo Barbazán  que promovió su construcción. Y en la que hoy descansa su cuerpo incorrupto. Consta de una  cripta  y sobre ella la capilla propiamente dicha, que se habría creado para salvar el gran desnivel del terreno. Es de base cuadrada. Estos se sitúan a unos 6 metros del suelo. Actualmente sirve como enterramiento y posee diferentes nichos adosados al muro en el que descansan varios obispos de Pamplona.
Capilla de San Juan Bautista
      Ocupa el espacio de dos tramos de las naves. Fue la parroquia de la Catedral, para lo que está dotada de todos los elementos correspondientes: sacristía, coro, púlpito y sagrario. El retablo es renacentista, de los primeros años del siglo XVII y consta de predela y tres cuerpos distribuidos en tres calles con relieves de la vida del Bautista y su talla en el centro.
Capilla de Santa Catalina
      Dedicada a ésta. En 1683 se construyó su retablo. En el primer cuerpo, junto a la talla de Santa Catalina, está la escena de los Santos Inocentes, único relieve del retablo, y la talla de un Obispo.
Capilla de las Ánimas y de la Trinidad
      La ocupa el retablo de San José, que antes estuviera junto a la puerta del crucero norte. Es barroco, de dos cuerpos y ático, el primero cobija en una hornacina una talla del titular, el segundo, un relieve del mismo y el ático un calvario de pintura.
Capilla de San Martín
       Alberga un retablo barroco del siglo XVII. Lleva en su cuerpo principal un retablito de reliquias con muchos santos pintados, varios de ellos benedictinos. Se ven también los escudos del obispo Fray Prudencio de Sandoval, a quien perteneció. En el ático, un lienzo reproduce la famosa Madonna del Popolo, de Roma. En la base del retablo va colocada una urna con reliquias de San Inocente, mártir, y dos ricos relicarios barrocos que enmarcan sendas cartas de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. En el crucero norte están, uno frente a otro, dos grandes retablos barrocos, mandados construir por Fray Mons. Pedro Roche, obispo de Pamplona, en 1675. Constan de dos cuerpos y ático, aquellos distribuidos en tres calles.
Capilla de San Juan Evangelista
      En ella se instaló en 1929 un retablo gótico del siglo XVI, procedente de Itoiz, cuando se suprimió otro neoclásico que ocultaba desde 1808 el sepulcro de Sánchez de Oteiza.
Capilla de San Jesucristo
      En el lado más oriental del conjunto catedralicio, tras el dormitorio, o la capilla del obispo de Pamplona, Pedro de Roda. De estilo románico, fechada a finales del siglo XII, es una de las edificaciones más antiguas que se conservan. Una  reja  gótica, divide los dos tramos de la nave.
La Capilla del Relicario
      La sacristía de los canónigos comunica con la sala capitular a través de un pequeño pasillo en el que se habilitaron  dos pequeñas capillas  para contener el conjunto de reliquias de la catedral, en el paso a la sala capitular, son dos capillitas con rejas de madera y sendos retablos barrocos. En ellos se guardan los bustos relicario de plata de San Fermín y San Francisco Javier (siglo XVIII) y los de Santa María Magdalena siglo XVIII y Santa Úrsula siglo XVI.
SALA CAPITULAR
      Tiene un espacio rectangular de esquinas ochavadas, fue construida en 1727, aunque a mediados de este mismo siglo y más concretamente en 1765, se decide sustituir la cubierta original por otra. Las obras se adjudicaron al maestro albañil  Esteban de Múzquiz y a los carpinteros Miguel de Goicoechea y José de Huici, y fue el pintor Pedro de Rada el encargado de pintar imitando el mármol moldura.
LA SACRISTÍA DE LOS BENEFICIADOS
      Conocida por los capellanes, de arquitectura mucho más sencilla, guarda algunos lienzos. Un pequeño espacio de planta rectangular del siglo XVIII con yeserías barrocas da paso a la segunda de las sacristías,  de 1747.
LA SACRISTÍA DE LOS CANÓNIGOS
      Fue adornada en el siglo XVIII con una espléndida decoración de estilo rococó. Los elementos se disponen con simetría y en ellos se aprecia una atinada combinación de las líneas recta y curva.
EL ÓRGANO
      Está a los pies del retablo de San Jerónimo, colocado sobre la puerta que sale a la Plaza de San José. Es el mayor órgano de Navarra, con tres teclados y 34 juegos. Fue construido por Organería Española en 1946. Se trata de un órgano eléctrico que consta de tres teclados, 34 juegos y cientos de tubos, lo que lo convierte en el mayor de Navarra. En el año 2008, por encargo del director de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona, se instaló un órgano barroco en la capilla del Santísimo, construido expresamente para tal fin. Fue una donación de la fundación Navarra Fuentes-Dutor. Se trata de un pequeño órgano de estilo barroco, cuya caja se inspira en otras españolas del siglo XVII.
EL CORO
      La sillería del coro fue realizada entre 1539 y 1541, dirigiendo las obras  Esteban de Obray, aunque labrada por numerosas manos, entre ellas las de Guillén de Holanda, al que se le atribuyen las mejores tallas. Constituye uno de los últimos eslabones de las grandes sillerías renacentistas que se construyeron en el norte peninsular.

MUSEO DE LA CATEDRAL

      El Museo Catedralicio y Diocesano de Pamplona comprende los edificios del conjunto catedralicio, casi todos góticos (catedral, claustro, capilla Barbazana, refectorio, cocina y cillería) y las obras de arte en ellos expuestas. En 2005 se han recuperado una carraca manual, ubicada en una pequeña estructura, que se sube a la torre para la Semana Santa. En realidad se trata de una matraca de lados circulares y cuatro aspas con martillos.
 
      En 2010 se hace una nueva que lleva, además del escudo municipal, la siguiente inscripción  Réplica de la Carraca original del siglo XVIII, realizada por la Escuela Taller de Construcción y donada por el Ayuntamiento de Pamplona al Cabildo Catedralicio. Pamplona, 30 de marzo de 2010. Debajo hay cuatro logos. Ambas carracas se muestran en las salas del Museo Catedralicio. En esta sala de más de 300 metros cuadrados y 7 ámbitos expositivos, se relatan a través de nuevas tecnologías pantallas táctiles, audiovisuales animadas, acontecimientos relativos al diseño y a la construcción de la fachada, la importancia arquitectónica de la obra.

REFECTORIO
      Está situado en el lado sur del claustro, en el lado opuesto a la iglesia. Fue construido entre 1328 y 1335. Está formado por una única nave rectangular de 31 metros de largo por 10,50 metros de ancho y 13 metros de altura, cubierta toda ella por una bóveda de crucería simple, con claves decoradas y con escudos heráldicos tanto en las bóvedas como en los arcos fajones. La iluminación de la sala se resuelve por seis ventanales de gran altura en los lados, mientras que en el frente hay otros dos y un rosetón en el centro.
      Es notable la escultura monumental en ménsulas, claves, puertas, ventanales y púlpito. En el refectorio están expuestas un grupo de tallas marianas, románicas y góticas, de los siglos XII - XV así como pinturas renacentistas y barrocas. El cabildo de la catedral de Pamplona abrirá el antiguo refectorio de los canónigos, en los últimos años una de las estancias del Museo Catedralicio, como sede de conferencias, presentaciones de libros, o conciertos.

CILLERÍA
      Es uno de los pocos vestigios románicos que quedan en pie. Es una edificación estrecha y larga, que en origen tenía dos alturas, aunque hoy no existe tal división. En su día, era utilizado como almacén y despensa para el cabildo. Tiene gruesos muros de sillarejo, y unas pequeñas ventanas en el muro occidental a modo de saeteras. En ambos extremos presenta dos torreones cuadrados, en uno, que ahora está recrecido con ladrillo, se encuentra la magnífica escalera de caracol de acceso al sobre claustro, y en el otro las puertas que comunican el claustro con el exterior del edificio.
       Actualmente se muestran en la cillería las principales piezas de orfebrería de la catedral y de algunas parroquias navarras, de diversas épocas y estilos. Están expuestas, además, algunas arquetas y piezas de marfil, como un crucifijo del siglo XVIII, así como un gran crucifijo de madera policromada de Juan Bazcardo (siglo XVII). Sobresalen un conjunto de cruces parroquiales, el relicario, que a continuación se detalla en orfebrería.
ORFEBRERÍA
      La catedral de Pamplona alberga una de las más notables y ricas colecciones de orfebrería de España, tanto por originalidad de alguna de sus piezas que se pueden considerar únicas. De especial relevancia son el relicario  del  Lignum Crucis  y el del  Santo Sepulcro, ambos góticos, y la  Custodia  de plata y un evangeliario del mismo metal de época renacentista.
Talla románica de Santa María la Real de Pamplona. Siglo XII.
      Se considera a  Santa María la Real de Pamplona, como una de las tallas marianas más antiguas que se conserva en la  Comunidad Foral, junto con la del  monasterio de Irache. En la población navarra de Ayegui. Data del siglo XII. Se trata de una imagen sedente sobre trono. Toda la talla, de 93 centímetros de altura, fue chapada en planta a excepción de rostro y manos, como era habitual en aquella época, por encargo de Carlos II de Navarra  llamado el Malo en el siglo XIV.

CLAUSTRO
      El actual claustro fue levantado entre 1280 y 1360. Es considerado uno de los mejores ejemplos de claustro gótico de toda Europa y sin duda, el mejor del siglo XIV. Existía otro en el mismo lugar de factura románica, pero que al parecer se encontraba en mal estado tras la guerra de la Navarrería en 1276, por lo que bajo el episcopado de Miguel Sánchez de un castillo, se llevó a cabo su reconstrucción en el nuevo estilo imperante. De este claustro primitivo se conservan algunos capiteles magníficamente labrados en el  Museo de Navarra. El claustro es de planta cuadrada, en torno a un jardín central. En cada lado se cierra con seis arcos ojivales sostenidos por haces de columnas. Los calados de las ojivas, que son más complicados en las alas Sur y Oeste, se apoyan, a su vez, en tres finos maineles y todo el conjunto en un zócalo de piedra sobre el que va colocada una verja de hierro.

EL ÓRGANO
      Está a los pies del retablo de San Jerónimo, colocado sobre la puerta que sale a la Plaza de San José. Es el mayor órgano de Navarra, con tres teclados y 34 juegos. Fue construido por Organería Española en 1946. Se trata de un órgano eléctrico que consta de tres teclados, 34 juegos y cientos de tubos, lo que lo convierte en el mayor de Navarra. En el año 2008, por encargo del director de la Capilla de Música de la Catedral de Pamplona, se instaló un órgano barroco en la capilla del Santísimo, construido expresamente para tal fin. Fue una donación de la fundación Navarra Fuentes-Dutor. Se trata de un pequeño órgano de estilo barroco, cuya caja se inspira en otras españolas del siglo XVII.
REJAS
      Actualmente se conservan dos valiosas y grandiosas rejas, que cierran el presbiterio y la capilla del Santísimo, siendo ésta la que la reja del presbiterio es gótica y su autor fue Guillermo de Ervenant, que hizo figurar su nombre en ella en 1517. Consta de dos cuerpos y una crestería superior, que cubren el espacio entre los dos pilares. La reja del coro, ofrece una semejante grandiosidad y perfección en su forja y es de estilo renacentista, siendo muchos los que opinan que pudo ser obra del mismo maestro, cuando hacia 1540, realizada y a la sillería, se hubo de encargarla para cerrar el coro.
VIDRIERAS
      Al terminar la obra de la catedral en el siglo XVI, se colocaron vidrieras de colores en todo el templo. En un memorial dirigido al Cabildo, en el siglo XVII, aparece como autor Juan Carlos Bionde. De aquellas primeras solo restan las cuatro de la nave central más cercanas al crucero en el lado de la epístola, ya que las restantes perecieron a consecuencia de explosiones de pólvora. La casa Maumejean, de San Sebastián instaló, entre 1919-1937, seis vidrieras en la nave central. Entre 1974 y 1983, Carlos Muñoz de Pablos, pintor y vidrierista segoviano, ejecutó las cuatro de la cabecera, las cuatro del crucero, las tres de la girola y la que hay sobre la puerta del claustro.
CAPILLA MUSICAL
      En 1523, con ocasión de la visita del emperador Carlos V a Pamplona, recibió un nuevo impulso y adquirió la típica estructura de las capillas catedralicias españolas. Los siglos XVII y XVIII constituyen uno de los puntos culminantes de su larga historia. Como dato curioso, cabe señalar el viaje del coro y la pequeña orquesta de la Catedral en 1660 a San Juan de Luz (Francia), acompañando al rey de España Felipe IV con motivo de las bodas reales de Luis XIV de Francia el Rey Sol con la infanta María Teresa de Austria.
      Ha sido testigo excepcional de la historia de Navarra ya que, hasta bien entrado el siglo XX, no ha habido un solo acontecimiento de relevancia en la vida religiosa y social de Navarra en el que no hayan actuado el coro y orquesta catedralicias: jura de los reyes navarros, toma de posesión de los obispos de Pamplona, La Capilla de Música de la catedral está compuesta en la actualidad por 35 miembros, todos ellos seglares, excepto el organista, D. Julián Ayesa, y el maestro de capilla D. Aurelio Sagaseta, ambos canónigos de la catedral. Tiene una media anual de  más de 50 actuaciones, la mitad en el culto catedralicio y la otra mitad en conciertos. Ha cantado en las principales catedrales y auditorios de España.

SEPULCROS
      Presenta la forma de lecho sepulcral, con las figuras yacentes de los reyes sobre la superficie en los cuatro frentes. Otro sepulcro realizado por Jehan Lome y su taller es el sepulcro de Sancho Sánchez de Oteiza, obispo de Pamplona (1420-1425). Está situado al fondo de la capilla de San Juan Evangelista, la primera del lado del Evangelio, una zona de la Catedral cuya construcción él promocionó durante su pontificado. Como el de Sánchez Asiain, construido antes en el claustro (1364).
      El Sepulcro de Carlos III el Noble. Una de las piezas más importantes del conjunto catedralicio es el sepulcro de  Carlos III el Noble  y Leonor de Trastámara. Este monumento funerario, está considerado como una obra maestra del la escultura funeraria de principios del siglo XV. Situado en el centro del segundo tramo de la nave central, presenta forma de lecho sepulcral exento con unas dimensiones de 2,73 metros de largo, 2,12 de ancho y 1,08 de alto.
LAS CAMPANAS DE LA CATEDRAL
       Las campanas, fundidas entre 1519 y 1836, y distribuidas en las dos torres. En la torre sur hay siete campanas, de uso litúrgico, que ocupan los distintos vanos. Y la Torre norte. Se encuentra, en el centro y en la parte superior, la gran campana María, la mayor en uso en todas las Catedrales de España, y que se toca de manera exclusivamente manual. En los vanos externos están las dos campanas del reloj de cuartos y de horas así como una gran campana gótica, dotada de yugo de madera para bandearla, pero rajada y por tanto sin sonido.
      Hasta las campanas cantaron en la catedral más de 1000 personas acudieron al evento y quedó abierta la Sala de Fábrica, que muestra todo el proceso de construcción de la fachada. Pamplona celebró la restauración de la fachada de la catedral con un peculiar concierto, en el que las también remozadas campanas de la seo tuvieron especial protagonismo. Se inauguraron los trabajos. Y hasta las campanas cantaron en un espectáculo en el atrio de la catedral. D. Aurelio Sagaseta, director de la Capilla de Música de la Catedral, dirigió a un heterogéneo grupo musical, en el que cada uno aportó texturas tan distintas que hicieron disfrutar a los asistentes. Todos los asistentes pudieron seguir al detalle los movimientos de los campaneros en las dos torres gracias a dos grandes pantallas colocadas a ambos lados del escenario. Aunque el cielo amenazó lluvia, las únicas gotas llegaron, cuando la interpretación llegaba a su fin. Antes del concierto se abrió al público la Sala de Fábrica, un nuevo museo.
      Al acto asistieron representantes de las instituciones firmantes del convenio que impulsó las obras. Las obras de restauración finalizarán en otoño de 2011. Las campanas de la catedral de Pamplona volvieron,  a ser volteadas, casi un siglo después, ya que dejaron de hacerlo en los años 30. Pero los  bronces restaurados permanecieron expuestos al público en el Arcedianato de la catedral, mientras duraron las obras de la fachada neoclásica del templo.
      Entre ellas, La Gabriela, la campana más antigua de Pamplona data de 1519, que ha recuperado la voz y su sonoridad después de haber sido soldada en un taller alemán. La Gabriela, inservible desde hace años para la música, fue salvada entonces de la fundición y ahora sonará.
Autor: ©. Narciso Casas - Profesor de Arte y Escritor
Todos los derechos reservados.        
Mi libro: Historia y Arte en las Catedrales de España
ISBN: 978-84-686-3200-1