El Museo Arqueológico Nacional celebra su 150 aniversario, con “El poder del pasado”

Con motivo del 150 aniversario de su fundación -creado el 20 de marzo de 1867-, el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte a través del Museo Arqueológico Nacional y Acción Cultural Española han organizado la exposición ‘El poder del pasado. 150 años de arqueología en España’ como homenaje a la historia y a la evolución de la ciencia arqueológica en España.

La muestra, comisariada por Gonzalo Ruiz Zapatero, catedrático de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, recorre siglo y medio de historia a través de una extraordinaria selección de 150 piezas, auténticos tesoros de la arqueología española procedentes de alrededor de 70 museos, instituciones y colecciones privadas que de manera entusiasta han prestado algunas de sus joyas más preciadas, iconos de sus respectivas sedes, bienes culturales que representan todo el territorio nacional y diversos contextos culturales.

Foto: El ministro de Cultura atiende las explicaciones del comisario de la exposición Gonzalo Ruiz Zapatero.

A través de piezas de diferentes épocas y culturas, fruto unas veces de hallazgos casuales y otras, resultado de campañas sistemáticas de excavación, ‘El poder del pasado’ muestra desde los descubrimientos más antiguos hasta los más recientes proyectos de investigación. La exposición, y el catálogo que la acompaña, ponen de relieve la suma de conocimientos con los que se ha ido configurando nuestro pasado y cómo ha ido evolucionando la arqueología, desde el solitario anticuario a la tarea colectiva y especializada que hoy día significa el trabajo en este campo. Es la primera vez que se reúne en un único espacio un conjunto de objetos arqueológicos, históricos y artísticos tan relevantes dirigido a todo tipo de público para explicar el ‘poder del pasado’.


Foto: El ministro de Cultura en la inauguración ante el El Efebo de Antequera, mostrado por el alcalde Manuel Barón /A. J. GUERRERO

La exposición analiza, por primera vez en España, el proceso de construcción de la arqueología de nuestro país, coincidiendo con la celebración del 150 aniversario de la fundación del Museo Arqueológico Nacional (MAN), la primera gran institución nacional encargada de la preservación y estudio del pasado, y del paralelo nacimiento de la red de museos arqueológicos. El punto de partida fue la publicación, en la Gaceta de Madrid del 21 de marzo de 1867 del Real Decreto de creación del MAN, norma legal que tendrá amplia trascendencia para la museología de España, ya que no sólo crea este Museo, sino que regula la existencia de una red de museos provinciales (algunos ya existentes entonces) y reconoce la necesidad de creación de un Cuerpo específico para su gestión, que cristalizará meses más tarde con la creación de la Sección de Anticuarios, origen del actual Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos.


La exposición se articula en tres ámbitos que corresponden a las etapas de la historia de la arqueología, desde los pioneros de la segunda mitad del siglo XIX (1867-1912), a su consolidación como disciplina (1912-1960) y su evolución científica hasta nuestros días (1960-2017), un recorrido que muestra los cambios conceptuales y metodológicos que ha experimentado la arqueología en el último siglo y medio, descubriendo campos de estudio e introduciendo nuevas perspectivas. Todo ello personalizado a menudo por los yacimientos arqueológicos más importantes, los hallazgos que proporcionaron y los arqueólogos que los excavaron, los estudiaron y los dieron a conocer. Los objetos seleccionados hablan por sí mismos de la época a la que pertenecieron. Cada uno constituye un importante hito en el camino hacia el conocimiento del pasado y en la configuración de la Arqueología como disciplina moderna.

Foto: Estatua de Trajano (siglo II), hallada en Itálica, en las salas de la muestra 'El poder del pasado'. ÁLVARO GARCÍA

Las tres grandes etapas cronológicas

En la primera, La etapa pionera de la arqueología española (1867-1912), se explica cómo fueron los tiempos precedentes, fundamentalmente la tradición anticuarista desde el siglo XVIII, las raíces de los primeros estudios prehistóricos y la noción de la antigüedad de la Humanidad con la gran contribución española de Marcelino Sanz de Sautuola y la antigüedad del arte paleolítico tras el descubrimiento de Altamira, la arqueología de los primeros pobladores de nombre conocido, celtas e íberos, junto a la influencia de los colonizadores mediterráneos, fenicios y griegos, que formarán el sustrato del mosaico de pueblos prerromanos de las fuentes clásicas, la importancia de las grandes construcciones y monumentos de la época romana que, desde la percepción decimonónica de ruinas, empieza a configurar los inicios científicos de la arqueología clásica, una de las ramas más importantes de la arqueología española, y la situación de los conjuntos medievales, castillos e iglesias, cuyo estudio arqueológico tuvo un retraso respecto a los periodos anteriores pero que constituyeron la base de la arqueología medieval española.

La consolidación de la arqueología moderna (1912-1960), en ésta se analiza la profundización de la arqueología prehistórica, con notables avances en el Paleolítico y el conocimiento de las primeras sociedades agrarias del Neolítico y Edad del Bronce, los nuevos hallazgos de las comunidades del I milenio a.C., la Protohistoria, que suponen la identificación y caracterización arqueológica de nuevas gentes y culturas que acabarán entrando en la Historia, la consolidación de la arqueología romana, con la inclusión de nuevos campos de estudio, más allá de la arquitectura, la numismática, la escultura y los objetos de adorno, y el inicio de la arqueología medieval, en este caso profundizando y superando los estudios arquitectónicos y abriendo nuevas vías para el estudio de los reinos cristianos y Al-Andalus.


Y la tercera, La configuración de la arqueología contemporánea (1960-actualidad), presenta los grandes hallazgos del Paleolítico, bien simbolizados en el yacimiento de Atapuerca, y de la Protohistoria, con la brillante diversidad cultural de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, el esplendor de la arqueología romana ejemplificada en los grandes conjuntos de Emérita y Tarraco, pero también en las explotaciones mineras de Las Médulas, el estudio moderno de las calzadas y la diversidad de producciones cerámicas, la madurez de la arqueología medieval que en las últimas décadas ha realizado notables progresos, ampliando sus líneas de estudio hacia las formas de producción e intercambio, las tradiciones funerarias y las bases de subsistencia.

El hilo argumental de la exposición plasma, por tanto, la historia de la arqueología española con los rasgos más sobresalientes de su institucionalización, el desarrollo de los métodos de trabajo de campo, las orientaciones teóricas y analíticas, las formas de escribir y representar gráficamente la arqueología y la manera en que todo ello fue divulgado, permeado y percibido por la sociedad de cada momento.

Foto: Báculo de Numancia.

Para explorar el impacto en la cultura y sociedad española la muestra hace una breve revisión de cómo se ha reflejado la arqueología en los manuales escolares, el arte, la literatura, el cine o la televisión, entre otros.
La exposición se complementa con varios audiovisuales breves que ilustran cómo trabajan los arqueólogos y cuáles son los principales hitos en cada etapa histórica mostrando la manera de excavar de la época, la forma de registrar y documentar, y el objetivo de las excavaciones.
Foto: Cerámicas e ídolos calcolíticos.

Nunca se ha realizado en España una exposición que abarque la historia de su arqueología y cómo se ha construido nuestra memoria material. Por ello esta oportunidad resulta enormemente valiosa. Y lo es en una doble vertiente: por un lado, desde la ciencia, por la posibilidad de ofrecer una gran reflexión sobre la manera de representar el pasado material en nuestra historia; y por otro, desde la perspectiva social, por la presentación del impacto educativo, cultural y político que la arqueología ha dejado en multitud de ámbitos de la alta cultura y también de la cultura popular. Y todo ello realizado de la manera más “arqueológica” posible: a través de los propios objetos que han contribuido a la configuración de la arqueología como disciplina moderna, sugestiva, con relevancia social y completamente abierta al futuro. Una disciplina para conocer la esencia de la naturaleza humana.
‘El poder del pasado. 150 años de arqueología en España’, del 11 de octubre de 2017 al 1 de abril de 2018

Fuente: revistadearte.com | 10 de octubre de 2017


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Hallan en una cueva de Santa Linya (Lleida) los grabados más antiguos de Cataluña

Paredes de la Cova Gran de Santa Linya donde se han encontrado trazos del Paleolítico Superior (Sílvia Colomé)

Como si se tratara de una boca gigante dispuesta a revelar sus secretos más íntimos, la Cova Gran de Santa Linya no deja de hablar a los arqueólogos que desde hace quince años excavan en el suelo de este importante yacimiento arqueológico, el único de Catalunya con una secuencia ininterrumpida de ocupación desde el 50.000 a.C al 3.000 a.C, es decir, toda la Prehistoria en un mismo lugar.

De ahí que la cueva, que en realidad es un imponente abrigo en semibóveda de unos 25 metros de alto, 50 de largo y más de 2.500 metros cuadrados de superficie, cuente con la catalogación de Bien Cultural de Interés Nacional. De momento, las excavaciones han revelado, por ejemplo, que neandertales y homo sapiens, dos especies que convivieron en el tiempo, ocuparon ese lugar pero sin mezclarse entre ellos. Un dato para nada baladí, ya que una de las grandes discusiones e incógnitas de la Prehistoria gira en torno al tipo de relación que pudieron mantener, si realmente la hubo. Y según los datos arqueológicos recogidos en Santa Linya, la respuesta es clara.

Una de las paredes de la Cova Gran de Santa Linya (Sílvia Colomé)

Ahora bien, el equipo de excavación que lidera Rafael Mora (izquierda), arqueólogo y catedrático de Prehistoria de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), decidió alzar por unos días la vista del interesante y rico suelo del yacimiento para centrarse en las paredes del abrigo, aparentemente despojadas de arte rupestre. Y fue así que, casi por azar, dio con el gran hallazgo: unos grabados paleolíticos, los primeros documentados en Catalunya de este periodo, lo que los convierte en la manifestación artística más antigua del país.

“De momento hemos encontrado nueve puntos de grafías y pintura rupestre, aunque en este último caso no son más que manchas”, explica Mora. “Son únicos”, determina Jezabel Pizarro, la arqueóloga que encontró los primeros grabados. “No existe un hallazgo similar en Catalunya”, valora satisfecha. “Solo en la zona de Capçanes parecería que hubiese arte paleolítico, pero no lo tenemos documentado, la mayoría es neolítico”, agrega Maite Miró, jefa de Arqueología y Paleontología de Patrimoni Cultural de la Generalitat.

Uno de los gravados paleolíticos de la Cova Gran en forma de flecha (Sílvia Colomé)

Para estudiarlos, esta pasada campaña recientemente concluida, contó con la participación de dos investigadores expertos en la materia, Rafael Martínez y Pere Guillem Calatayud, de la sección de Arqueología y Arte Rupestre del Institut Valencià de Conservació i Restauració de Béns Culturals de la Generalitat Valenciana. “Se trata de signos poco explícitos, lo que no le resta importancia”, apunta Martínez antes de destacar “el vacío de manifestaciones de arte paleolítico existente en Catalunya”, un hecho que no ocurre en el resto de la península.

Las encontradas en Santa Linya “muestran retículas, una figura zoomorfa, haces de líneas, restos de husos y un motivo en forma de vulva”, detalla Martínez. “No son estéticamente espectaculares, pero sí lo son en el contexto de la cueva”, apunta.

Un gravado encontrado en Santa Linya y su calco (CEPAP-UAB)

Pero este hallazgo correspondiente al Paleolítico superior solo puede ser la punta del iceberg. Hay que tener en cuenta que bajo los grabados, que se encuentran a poca altura, entre medio metro y 1’5 metros, existe una importante capa de sedimentos. “A medida que vayamos excavando, pueden salir más”, revela Mora.

“Nunca nos habíamos planteado mirar la pared porque está muy deteriorada”, comenta Pizarro. “Cuando encontré los grabados me dije: no puede ser”, rememora antes de añadir preocupada: “Tenemos unas manifestaciones artísticas únicas y quizás de aquí dos años ya no estén”.

Uno de los gravados encontrados en Santa Linya y su calco (CEPAP-UAB)

El peligro de la escalada

Y es que la Cova Gran de Santa Linya se ha convertido en un polo de atracción para “los Messi” de la escalada deportiva, tal y como los define Josep Maria Taribó, uno de los escasos 30 habitantes del pueblo, que defienden la escalada casi a capa y espada. “Gracias a ellos, Santa Linya es conocida en todo el mundo”, comenta satisfecho.

Uno de los últimos en escalar las difíciles paredes del abrigo, fue Jason Momoa, el actor que interpretó a Khal Drogo en Juego de Tronos, junto a Chris Sharma, considerado uno de los mejores escaladores de la historia. “Es un paraíso para los expertos en escalada deportiva ya que cuenta con vías de las más exigentes del planeta”, argumenta Àlex Manubens, de la Associació Catalana d’Escalada Tradicional (ACET).

Unos escaladores practican la escalada en la zona protegida de la Cova Gran. (CEPAP-UAB)

Ya hace tiempo que el desarrollo de las dos actividades, la arqueológica y la escalada, se han convertido en un foco de conflicto. Para proteger el yacimiento, el Servei de Patrimoni de la Generalitat de Catalunya decidió vallar parte de la cueva, aunque también hay áreas de excavación fuera del perímetro cerrado. Además, los grabados se encuentran en la zona de libre acceso donde se practica la escalada. “Se realiza sin ningún tipo de control y supone una seria amenaza para su preservación”, comenta Mora.

“La escalada deportiva en este lugar es un problema”, afirma la responsable de Arqueología y Paleontología de Patrimoni Cultural. Ante el hallazgo de los grabados, la administración está valorando diferentes medidas para protegerlos, entre las que no descarta el cierre total de la cueva o la prohibición de la escalada. “Tenemos pendiente una reunión que no puede tardar mucho con el ayuntamiento para tratar el tema”, añade Miró.

La Cova Gran de Santa Linya con la zona protegida (Sílvia Colomé).

Y es que, concluida la campaña arqueológica, el inicio de la temporada de escalada es inminente y se hará con los milenarios grabados al descubierto. “Parte de los motivos ya han sufrido los efectos de esta acción”, detalla el experto Rafael Martínez. “Ahora mismo, se puede clavar algún clavo encima de los restos artísticos”, alerta el jefe de la excavación.

“La cueva está catalogada como Bien Cultural de Interés Nacional, tiene la máxima protección y no está protegida”, señala Martínez. “Nos hemos encontrado que se ha hecho fuego encima de los niveles arqueológicos e incluso coches aparcados. A nadie se le ocurriría aparcar su vehículo en medio del yacimiento de Empúries, ¿verdad?”, se pregunta la arqueóloga Pizarro.

De momento, la alcaldesa de la localidad, Lídia Ber, ya ha manifestado que el ayuntamiento acatará la decisión del Departament de Cultura. “Haremos lo que toque hacer”, ha afirmado. Eso sí, la voluntad del municipio es que se puedan compaginar las dos actividades. “La cueva está muy valorada internacionalmente y nos viene gente de todo el mundo”, añade, aunque muy pocos llegan a pisar las calles de Santa Linya.

La carretera de acceso a la Cova Gran de Santa Linya (Sílvia Colomé).

“El camino a la cueva se hizo muy mal, ya que está antes de llegar al pueblo”, se lamentan los vecinos congregados en una tertulia improvisada en una mesa del único bar de la localidad. “Claro que agujerean paredes, pero también se caen piedras de la cueva sin hacer nada”, comenta la vecina Carme Ariet.

“Si hay respeto, la escalada y la arqueología pueden convivir, pero el problema de la Cova Gran es que está muy masificada”, analiza el escalador Manubens. “Solo el magnesio que utilizamos para escalar rompe el poro de la roca calcárea y puede dañar los grabados”, sigue explicando.

“Tendríamos que ser lo suficientemente responsables y valorar que aquí hay parte de la historia humana y Catalunya es muy rica en lugares de escalada. Por ejemplo, existen diez vías de dificultad similar a las de la Cova Gran”. Para el representante de la ACET, la solución es fácil. “Se cierra la cueva y ya está, pero seguro que no todos los escaladores pensarán como yo”.

Vista de la Cova Gran de Santa Linya. (CEPAP-UAB)

Fuente: lavanguardia.com | 10 de octubre de 2017

Descubren más de 1.920 fragmentos de la estatua colosal de Psamético I en Heliópolis (El Cairo, Egipto)

Como un rompecabezas esparcido entre el barro en un descampado de un arrabal de El Cairo. El coloso del faraón Psamético I, localizado parcialmente el pasado marzo en el distrito de Matariya, va recuperando su anatomía. En los últimos meses la misión germano-egipcia que horada el páramo ha hallado hasta 1.920 fragmentos de cuarcita que corresponden a la parte inferior de la gigantesca estatua.



Tres dedos y partes de la falda real componen un tesoro que rescata la figura del monarca (664-610 a.C.) que fundó la dinastía saita, por tener su capital en Sais, ubicada en el delta del Nilo. Durante su longevo reinado, que duró 54 años, Egipto dejó de estar sometido al imperio asirio; recuperó la independencia; experimentó el renacimiento de la civilización faraónica; y cuidó sus lazos con los gobernantes helenos.



Las dos primeras piezas fueron recuperadas en una poza de Suq al Jamis a principios de año. Se hallaban a tres metros bajo el agua y entre las ruinas de Heliópolis, la capital dedicada al dios solar Ra y uno de los centros religiosos más importantes del Antiguo Egipto. Hasta ahora los fragmentos -desenterrados en un aparatoso proceso en el que intervino el ejército egipcio- correspondían a la corona y la parte del torso de un coloso que medía unos ocho metros.


La campaña, integrada por expertos egipcios y alemanes de las universidades de Leipzig y Ciencias Aplicadas de Mainz, ha arrojado luz sobre el resto de su cuerpo. Según Ayman Ashemawi, jefe del equipo local, los fragmentos se han localizado al sur de la ubicación donde aparecieron los primeros bloques. Entre los pedazos, figuran un pilar tallado con el nombre del monarca, una cotizada confirmación para un coloso que tras su hallazgo fue inicialmente adjudicado a Ramsés II.


Los estudios preliminares sugieren, además, que otra colección de 2.000 piezas -pertenecientes también a la parte inferior de la estatua- podría emerger durante la próxima campaña arqueológica. Las recuperadas en la última temporada han sido trasladadas al Gran Museo Egipcio que se construye a escasos metros de las pirámides de Giza y serán ensambladas en su laboratorio. Las dos primeras se encuentran expuestas en el jardín del Museo Egipcio de la plaza cairota de Tahrir.


Junto al puzle de Psamético I se han desempolvado también un ojo de la estatua de Ra-Hor-Akhti -una deidad representada por el halcón- cuya medida podría alcanzar los seis metros. "Sería la mayor figura hallada del dios en el periodo antiguo", ha indicado Ashemawi.

También ha resucitado un fragmento de una estatua privada del periodo tardío y bloques de granito de un coloso de Ramsés II. En la zona norte se ha localizado una pieza de ocho toneladas sin inscripciones y difícil de datar debido a su precario estado de conservación.


El yacimiento fue reducido a ruinas hace más de dos milenios. Desde entonces los vecinos que poblaron sus alrededores convirtieron su perímetro en cantera. Robaron sus piedras para usarlas en sus propias edificaciones o en los inmuebles que aún se levantan sobre el laberíntico barrio islámico de El Cairo.

Fuente: Francisco Carrión, El Cairo | El Mundo, 10 de octubre de 2017
Fotos por gentileza del Ministerio de Antigüedades Egipcio

El estudio del mundo tardoantiguo halla un gran filón en la villa romana de Veranes (Gijón, Asturias)

José Avelino Gutiérrez y Carmen Fernández Ochoa, durante su ponencia en el Ridea. / MARIO ROJAS

La villa romana de Veranes y su yacimiento arqueológico, a ocho kilómetros de Gijón (sobre la Ruta de la Plata) y con la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985, aún puede arrojar "sorpresas de gran interés" para estudiar los efectos de la romanización en Asturias y el mundo tardoantiguo, el tránsito entre la Antigüedad y la Edad Media. Se ha convertido, además, en uno de los complejos romanos de sus características más estudiados de España y, posiblemente, en el mejor del norte peninsular.

Son algunas de las conclusiones que adelantaron ayer José Avelino Gutiérrez, profesor de Arqueología de la Universidad de Oviedo, y Carmen Fernández Ochoa, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid y durante años directora de las excavaciones arqueológicas gijonesas. Ambos inauguraron, en el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA), el ciclo de conferencias con el que se conmemora el centenario del descubrimiento de la villa romana de Veranes, en Cenero.

Conocido como Torrexón de San Pedro, ese núcleo arqueológico empezó a ser identificado como tal por el sacerdote felguerino Manuel Valdés Gutiérrez (1880-1962), entonces ecónomo de la Abadía de Cenero, al poco de su llegada a la parroquia y de constatar con indignación el recurrente expolio que sufrían aquellas ruinas.

Noventa y nueve años después, en 2016, la gran historiadora y académica inglesa Mary Beard (arriba en el centro), autora de algunos de los libros sobre Roma de mayor difusión internacional, visitó Veranes antes de recibir el premio "Princesa de Asturias" de Ciencias Sociales. "La villa de Veranes es una respuesta a esa pregunta de por qué seguimos estudiando todavía a los romanos", dijo.

Carmen F. Ochoa y Avelino Gutiérrez son dos de esas personas que continúan buscando respuestas en las vetustas piedras de la villa romana y de la necrópolis de Veranes, que con sus ochocientos enterramientos, más o menos, se ha convertido en un filón, por ejemplo, para el estudio antropológico de esos años de engarce entre el mundo romano y el medieval.

Avelino Gutiérrez, que habló de "Arqueología tardoantigua en Asturias", está empeñado en la tarea de ir aclarando cada vez más cómo era Asturias después de una romanización que fue bastante más profunda de lo que se ha venido subrayando, según se deduce de los descubrimientos de los últimos años. Dirige "Asturmetría", investigación de excelencia acogida al plan nacional que pone el foco en el territorio astur entre la época antigua y la medieval a partir de registros arqueológicos. Veranes está en el eje de ese estudio. "Hay bastantes elementos, datados entre el siglo V y el VIII -desde el final de Roma y el inicio del Reino de Asturias-, para empezar a explicarnos cómo era aquel mundo", indicó a este diario, antes de su charla.


Para el profesor, la inclusión de las tierras de los astures en los intereses económicos y sociales de los romanos fue más completa de lo que se afirma: "Funcionaban en el circuito imperial, pero con peculiaridades periféricas, como también las había en Germania o Britania; hay una adaptación al clima", explicó.

¿Qué fue la villa de Veranes? "Pues una mansión, unida a una explotación agraria, como había en otras zonas romanizadas, caso de la Bética. Y dotada de termas o mosaicos, pero de construcción más cerrada al no ser una villa mediterránea", indicó. A juicio del profesor, la aplicación de nuevos recursos científicos y la colaboración entre cultivadores de distintas disciplinas analíticas ayudará a profundizar aún más en las explicaciones sobre el yacimiento arqueológico gijonés. Se sabe, por ejemplo, que a Asturias llegaron mármoles del Mediterráneo o cerámica del Norte de Africa.

Carmen F. Ochoa lo sabe todo de Veranes. Habló ayer de los últimos descubrimientos y avances en el estudio de la villa romana: de las áreas metalúrgicas a los crismones. La intención es poner negro sobre blanco las conclusiones de las distintas líneas de investigación. Para la catedrática, el Torrexón de San Pedro se convierte en iglesia a partir del mismo edificio romano: "Posiblemente porque el entonces dueño de la villa se hace cristiano". Y eso sucede entre los siglos VI y VII. La construcción seguirá, pues, teniendo un "papel central".

Es una teoría sostenida hoy por varios investigadores del yacimiento gijonés, que se aleja de la que sostuvo el fallecido historiador y coleccionista ovetense Joaquín Manzanares (1921-2003), cronista de Asturias. "No es una iglesia de nueva planta, paleocristiana, como pensaba él", matizó la catedrática, convencida de que el interés de Manzanares por el Torrexón de San Pedro animó al Ayuntamiento de Gijón a comprar la finca y a que "no se hicieran barbaridades".


En la actualidad es una de las villas romanas mejor estudiadas de España, como puedan estarlo las de Almenara-Puras, en Valladolid, o las andaluzas. Carmen F. Ochoa está satisfecha de la restauración y presentación al público de un conjunto que, con las termas romanas de Campo Valdés (izquierda) o el yacimiento de la Campa Torres, también en Gijón, forma un "relevante" circuito arqueológico.

Fuente: lne.es | 10 de octubre de 2017

La esperanza de vida en el Veranes medieval apenas superaba los 26 años

Por la derecha, Armando González, y Fernando Gil Sendino.

La necrópolis tardoantigua y medieval hallada en la villa romana de Veranes, en la parroquia gijonesa de Cenero, supone un muy relevante conjunto de restos de la mayor importancia para conocer cómo eran la vida y la muerte en un núcleo asturiano durante un período de tiempo que va desde finales del siglo V y principios del VI hasta el XIV.

Empezamos a saber, por ejemplo, que la esperanza media de vida en los siglos XII y XIII, centurias a las que corresponden buena parte de los enterramientos excavados, superaba difícilmente los 26 años de edad. Morían por la extensión de todo tipo de enfermedades, pero los investigadores han podido documentar que eran comunes las infecciones, los traumatismos, los tumores o dolencias graves de las articulaciones, como la artrosis.

Son algunas de las conclusiones que el arqueólogo Fernando Gil Sendino y el antropólogo Armando González Martín, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, van acumulando después de la ordenación de los materiales rescatados de Veranes. Quedan aún cajas por abrir, pero esos restos están "perfectamente catalogados" en los almacenes de las instalaciones del Departamento de Biología de la citada institución universitaria madrileña, según explicó ayer González Martín. Para este profesor, se trata de la "colección perfecta". Y más: "Tenemos al menos para dos décadas de investigación; estoy convencido de que muchas de las cosas que estudiemos acabarán en las grandes revistas científicas americanas; hay casos de los que no hay literatura anterior".


Foto: Maqueta de la villa de Veranes.

Este antropólogo y Gil Sendino, que dirigió junto a la catedrática Carmen Fernández Ochoa las excavaciones de Veranes, dieron ayer la segunda de las conferencias del ciclo que el Real Instituto de Estudios Asturianos (RIDEA) dedica a la conmemoración del centenario del descubrimiento de la villa romana gijonesa. Fue el sacerdote felguerino Manuel Valdés Gutiérrez (1880-1962), entonces ecónomo de la Abadía de Cenero, quien se percató del valor de aquellas piedras a las que los vecinos llamaban Torrexón de San Pedro y quien denunció el expolio de las ruinas.

Las excavaciones, que comenzaron en 1998 y se pararon en el 2012 (el solar que ocupa la villa está batido, pero no así las fincas aledañas que podrían formar parte del "fundus" del señor de Veranes), han sacado a la luz del día la importancia de esta villa romana y de la centenaria necrópolis de la zona. Los investigadores han excavado más de seiscientas tumbas y hallado restos de más de ochocientos individuos. "Es un cementerio que nos habla de la gente, a lo largo del tiempo, que vivía en la aldea próxima", señaló Gil Sendino. Éste hizo resaltar que la investigación sigue su curso y que los "estudios futuros continuarán dando sorpresas".

Hoy sabemos, por ejemplo, que la iglesia de Santa María y San Pedro de Riera no fue un templo de nueva planta. Es, al contrario, resultado de la reutilización del antiguo edificio romano como consecuencia de la cristianización de los dueños de la villa. "Hay esa continuidad del edificio, lo demás se fue abandonado", indicó Gil Sendino. Sabemos que en el siglo VI hay ya un culto cristiano en Veranes, aunque los inicios pudieron ser anteriores. Se ha encontrado un sillar con crismones. "Son investigaciones que suponen una aportación al estudio del mundo paleocristiano de la región", añadió el investigador.


Fotos: Mosaico de la villa de Veranes.

Hay datos del mayor interés para saber qué paso en Veranes a partir del siglo V, con el derrumbamiento del Imperio romano de Occidente. No lo son menos aquellos que resulten de los estudios de la necrópolis. "Nos permitirá ver la transformación, la secuencia histórica; es una pequeña joya", afirmó Gil Sendino.

"Podemos ir diciendo cosas, algunas provisionales", aseguró, por su parte, González Martín. La esperanza media de vida era de unos 26 años años debido, claro, a la muy alta mortandad de la población infantil. El profesor aclaró que ese dato no significa que no hubiera algunos individuos que alcanzasen los cincuenta o sesenta años de edad, pero eran los menos.

González Martín presentó ayer en la charla del RIDEA el caso de un niño que, a causa del parto, presentaba una tortícolis congénita. "Estoy convencido de que no hay otro caso igual en la literatura sobre este tipo de cuestiones", indicó el antropólogo. De ahí que se muestre convencido de que, en los próximos años, aparecerán muchos estudios de importancia para arrojar luz sobre el mundo tardoantiguo y medieval en Asturias.

¿Hay suficientes medios para proseguir esas investigaciones? "Nuestra disciplina es pobre en términos generales, no tenemos el apoyo de las grandes farmacéuticas, pero sí el de la Universidad; sería estupendo contar con cuatro o cinco investigadores más, pero la situación es la que es", subrayó González Martín.

Fuente: lne.es | 11 de octubre de 2017

Una 'máquina del tiempo' revela los restos del último león de las cavernas en Cantabria

El equipo de investigación retratado junto a los restos del gran felino. LUIS C. TEIRA
Hace unos 16.000 años, en lo que hoy es la pedanía de Omoño, en tierras de Cantabria, un gran felino cazaba caballos, ciervos, bisontes y quizás Homo sapiens paleolíticos. Era un superdepredador, con un tamaño hasta un 10% superior a un león de nuestros días, y un peso que podía sobrepasar los 360 kilos. Se le conoce como león de las cavernas (Panthera spelaea), pero no porque viviera en ellas (parece que prefería las praderas y bosques de coníferas), sino porque muchos de sus restos se han hallado en cuevas, quizás traídos hasta allí por hienas o bien porque dichos leones quedasen atrapados en las espeluncas cuando intentaban cazar osos cavernarios en hibernación.

La osamenta completa de uno de estos grandes leones, caso único en Europa, fue descubierta el pasado mes de julio por miembros del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria en una galería de difícil acceso de la cueva de La Garma. Marian Cueto, arqueozoóloga del equipo dirigido por Pablo Arias y Roberto Ontañón, se encarga del estudio técnico de los restos del león, remarcando la gran importancia paleontológica del hallazgo, el último documentado del sur de Europa.

Según Cueto, enfermo o herido, el animal se habría recostado en la oscuridad, muriendo sin que nadie desde entonces manipulase sus restos. A la espera de lo que nos digan éstos, desconocemos las dimensiones del felino, ni si era macho o hembra. Sin embargo, sí conocemos su aspecto gracias tanto a las pinturas y tallas en marfil halladas en cuevas como las de Chauvet y Combareilles, como al hallazgo, en 2015, de dos pequeñas crías de Panthera spelaea conservadas a la perfección en el permafrost de las riberas del río Uyandina, en la república siberiana de Yakutia (derecha).
Con un cráneo parecido al del tigre, orejas redondeadas, grandes colmillos y pelaje similar al de los leones actuales -comparte relación genética-, aunque sin su melena, este gran depredador era aún más voluminoso que otros grandes felinos de su tiempo como el más ligero tigre dientes de sable y el leopardo europeo.

«No me hubiera gustado encontrarme con él», dice la arqueozoóloga Marian Cueto (izquierda) aludiendo al intimidante y poderoso aspecto del félido, del que han aparecido otros restos parciales en la gruta cántabra. Dicho hallazgo, habido en otra sección de la galería inferior de La Garma, data de 2016 y Cueto le concede, aún si cabe, una mayor importancia arqueológica. «Allí encontramos nueve de las 10 falanges distales de las garras delanteras de un león -señala la arqueozoóloga-. Dichas garras se conservaron enteras de una manera intencional, dado que por su morfología es muy difícil que se conserven de una sola pieza. Los huesos de las falanges presentaban marcas de corte en la intersección con los tendones, lo que denota buen conocimiento de la anatomía de este animal, mientras que en el entorno no se hallaron otros restos del esqueleto. Ello indica que quienes dejaron los restos lo hicieron de forma consciente».

Según los investigadores, el hallazgo de dichas garras en un lugar de la cueva en donde se ven a simple vista los basamentos en piedra de dos cabañas circulares junto a pinturas y herramientas líticas, señala la evidencia del desollamiento de leones de las cavernas por hombres del Paleolítico. La piel del felino, junto a sus garras delanteras, se usaría entonces como alfombra en un espacio ritual de interacción entre homíninos y carnívoros, similar al que todavía en nuestros días realizan cazadores-recolectores como los Masais africanos. Extinguido hace unos 14.000 años, parece que su caza excesiva por el ser humano fue, entre otras, una de las causas de la desaparición del león de las cavernas.

Ubicada en una colina de 186 metros de altura en la que pueden hallarse 11 sitios arqueológicos que denotan presencia human..., lo que realmente hace excepcional a este entorno es la existencia de la galería inferior de dicha cueva (a la que se accede por una espeluznante bajada-abismo de 20 metros), sellada por un derrumbe hace unos 16.000 años.

El león de las cavernas era un superdepredador de más de 360 kg.

Pablo Arias, catedrático de Prehistoria en la Universidad de Cantabria e investigador del proyecto de La Garma (izquierda), en el que colaboran 52 científicos de 25 instituciones radicadas en ocho países, incluyendo algunas tan prestigiosas como Oxford y la Sociedad Max Plank, define a la cueva como una especie de «máquina del tiempo», no en vano en la misma se han encontrado, intactos, restos de hogueras y basura prehistórica, utensilios tan llamativos como un espléndida espátula tallada en la costilla de un bóvido, basamentos de habitaciones y un imponente conjunto de arte rupestre que refleja cabras, uros, bisontes, caballos, ciervos, megáceros y un panel de manos en negativo. En total unos 800 m2 de un riquísimo depósito paleolítico único en el mundo. Un depósito al que se puede acceder sin excavar, si bien, y dada la abundancia de restos depositados en el mismo, se ha desarrollado una metodología específica de trabajo a fin de documentar los suelos, que están siendo analizados in situ.

«Todo quedó, como en una burbuja, tal y como lo dejaron los cazadores que habitaban esta cueva hace unos 14.000 años», señala Arias, quien precisa que «también en el exterior de la gruta se han registrado depósitos arqueológicos con una edad de 400.000 años, uno de los indicios más antiguos de la presencia humana en Cantabria».


Una imagen de las excavaciones en La Garma, en el municipio de Ribamontán al Monte / Javier Cotera

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en julio de 2008, los primeros grupos humanos habitaron el interior de La Garma hace unos 80.000 años, si bien el colofón a su historia tiene un tinte sepulcral datado en la Edad Media, en los últimos años del reino visigótico. De entonces, de entre los siglos VII y VIII, datan los restos de cinco jóvenes varones depositados en el suelo de la cueva, con sus cráneos concienzudamente machacados tras la descomposición de los cadáveres. El arqueólogo J.A. Hierro ha planteado una sugerente hipótesis para explicar esta práctica. Los individuos habrían muerto a causa de alguna epidemia de enfermedades infecciosas, siendo enterrados en un lugar recóndito de la gruta para evitar la extensión de la plaga. Luego, alguien volvió para machacar sus cráneos, a fin de impedir que estos individuos estigmatizados y peligrosos volvieran al mundo de los vivos.

El zapatero de Beyoncé

Stuart Weitzman (Massachussets, 1941) viajó a Cantabria en 2014 para visitar Altamira. Enamorado de España, rico, este industrial zapatero, competidor de Louboutin -calza a Beyoncé, Angelina Jolie y Lady Gaga-, no pudo cumplir su sueño pero, a cambio, en 2016, le ofrecieron visitar La Garma. El descenso no fue fácil. Con cuerdas bajó 20 metros por cinco horas. Contemplando pinturas de hace 30.000 años, decidió que debía hacer algo para dar a conocer este tesoro, creando la Weitzman Foundation a la que ha dotado con 300.000 euros.

Foto: Stuart Weitzman, con su asistente personal, Barbara Kreger, posan en la cueva delante de unas pinturas. / AP

Fuente: elmundo.es | 6 de octubre de 2017

Descubre los antiguos Ushabtis egipcios: Los sirvientes de los muertos a subasta

La tecnología actual hace que comprar, vender e investigar hallazgos arqueológicos sea más fácil que nunca. Y la plataforma de subastas online Catawiki se ha propuesto como misión poner estos objetos especiales a disposición de todos. Cada semana organizan alrededor de 10 subastas de objetos arqueológicos diferentes, elaboradas por su equipo de 4 expertos en arqueología. Hoy, sus expertos quieren compartir la historia de uno de los miles de objetos a subasta: un ushabti para el sacerdote de Smentet Padiusir.


La figura ushabti es, probablemente, el artefacto más distintivo que simboliza la cultura egipcia antigua. Sin duda, es el más popular entre los coleccionistas. Hay dos tipos básicos de estas figuras funerarias. La más común es la figura momiforme con la inscripción jeroglífica del capítulo 6 del Libro egipcio de los Muertos, así como los nombres y títulos de los difuntos.

La aparición de los sirvientes de los muertos

En el Reino Antiguo o Edad de las Pirámides, solo la élite más alta tenía figuras funerarias de madera o piedra que representaban a los difuntos, su familia y, lo más importante, sus sirvientes. Con la certeza de que un ejército de sirvientes haría el trabajo duro por él y su familia, el dueño de la tumba podría disfrutar de la eternidad como un hombre de ocio.


En el Reino Medio, la riqueza y el estatus privados se extendieron. Los entierros se volvieron más sencillos, sin los relieves minuciosamente decorados del Reino Antiguo que rodeaban al dueño de la tumba con representaciones de sus posesiones y sirvientes. La nobleza se enterraba en cámaras funerarias no decoradas. En su lugar, los modelos de tumbas de madera de hombres y mujeres sirvientes, estancias y barcos dominaban la práctica egipcia de los entierros. Fue a partir de ahí que se desarrolló el shabti, o figura funeraria momiforme requerida para hacer el trabajo del difunto en la otra vida.

Respondiendo a la llamada

Estas figuras fueron llamadas originalmente Shawabtis, basadas en el uso de persea o madera "shawab" en su creación. Los entierros de los ricos estaban provistos de 365 obreros en forma de momias y 36 figuras supervisoras, vestidas con el atuendo del día a día, y lo que es más importante, blandiendo el látigo de la autoridad.


"Cuando X es llamado a llevar la arena del oeste al este, y del este al oeste, aquí estoy, dirás tú," dice el capítulo del Libro de los Muertos, la guía de papiro de Egipto al inframundo, gobernado por el dios Osiris. Representado también como una figura momiforme, esto llevó a que las figuras funerarias fueran llamadas ushabtis o "contestadores". El difunto (o la difunta) se convierte en Osiris después de pasar las diversas pruebas del inframundo egipcio.

Coleccionar Ushabtis hoy en día

Los Ushabtis son populares entre los coleccionistas por su variedad de materiales, estilos diferentes y, sobre todo, por la información genealógica y social que proporcionan en sus títulos.


Aquí tenemos un ushabti de Padiusir, cuyo nombre se traduce literalmente como "Un regalo de Osiris". El nombre de su madre aparece como Irbinat y se le identifica como sacerdote de la diosa Smentet. Vivió durante la época en que los persas, y luego los griegos, ocuparon Egipto y Herodoto informó que el ejército egipcio fue derrotado por los persas conduciendo gatos ante ellos. Como los egipcios creían que los gatos eran sagrados, el ejército no se arriesgaría a dañar a un animal sagrado.


Así, se puede aprender y comprender mucho sobre la estructura de la antigua sociedad egipcia gracias a una pequeña estatuilla moldeada a partir de la fayenza egipcia. Podrás encontrar ushabtis como este y otros tesoros en la subasta de hallazgos y restos arqueológicos del Antiguo Egipto. También puedes registrarte aquí para empezar a vender tus propios tesoros en las subastas semanales de Catawiki.