Los arqueólogos refuerzan su hipótesis de que la edificación del Acueducto de Segovia fue posterior al año 117, después de la muerte de Trajano

De izquierda a derecha, los arquitectos municipales Esther Trilla y Manuel Marcos, y los arqueólogos Santiago Martínez y Víctor Cabañero. / ANTONIO DE TORRE

La cronología sigue en cuestión. Datar la construcción del Acueducto de Segovia aún es una cuestión controvertida, aunque los arqueólogos tratan de poner luz sobre los estratos del terreno que acogió la cimentación de la monumental obra hidráulica, a partir de los restos cerámicos y otros materiales encontrados en la excavación de 1998. Si ya el año pasado los folletos que edita el área municipal de Turismo cambiaron para situar la construcción en el siglo II, después del año 112, en la primera ponencia de las segundas Jornadas dedicadas por el Ayuntamiento al Acueducto los arqueólogos Santiago Martínez Caballero, director del Museo de Segovia, y Víctor Cabañero, doctor de la UVA, dejaron clara una conclusión, que las arcadas centrales de la plaza del Azoguejo fueron edificadas después de ese año 112, al final del gobierno del emperador Trajano, pero «con mucha mayor probabilidad» es posible que las obras empezaran tras el 117, ya en tiempos del otro emperador hispano, Adriano.

Las hipótesis están servidas, y harán falta otros estudios para tener un mayor nivel de certeza. Pero los dos arqueólogos concluyeron que datarlo en la época de Adriano sería lo más acertado.

Las II Jornadas Acueducto de Segovia, que tienen el título de ‘Una ciudad por y para un monumento’, comenzaron este lunes (pasado) en el Aula de San Quirce con las dos primeras ponencias, precedidas de la presentación del libro que recoge las de 2016 y una introducción de la alcaldesa, Clara Luquero. El objetivo, dijo, es «sensibilizar y ahondar en el respeto y la conservación desde el conocimiento».
Recordó la alcaldesa que, en esta tesitura, el Ayuntamiento trabaja en la actualidad en la elaboración de la ordenanza que regule el uso del entorno y en ampliar la zona peatonal de la plaza de Artillería, para alejar el tráfico y hacer posible que los turistas puedan admirarlo sin la cercanía de los coches. «Se trata de dar pasos con modestia, con lo que tenemos», porque «el Ayuntamiento no puede abordar ahora un proyecto de envergadura», pero «tenemos la responsabilidad de conservarlo», añadió, porque «el Acueducto nos identifica y está en nuestra mirada cotidiana».

Cronología

Santiago Martínez Caballero y Víctor Cabañero han profundizado en esta línea de investigación en los últimos doce meses, desde que presentaran su hipótesis en el congreso sobre ciudades romanas que acogió Segovia el año pasado, aunque iniciaron sus estudios en 2013 a partir de los materiales que se custodian en el Museo de Segovia procedentes de las excavaciones de 1998 y ya presentaron unas conclusiones preliminares en 2014, en el Congreso Internacional de Arqueología Clásica de Mérida, donde expusieron que la probabilidad más alta sobre la fecha de construcción del Acueducto la situaría al final del gobierno de Trajano o a partir del 117, ya con Adriano. También en Mérida se presentó la conclusión de que «el debate sobre la lectura de la cartela del sotabanco no es un tema zanjado».

Para ambos arqueólogos, las líneas de investigación emprendidas hasta ahora relacionadas con la técnica constructiva de la obra hidráulica o con el contenido de la cartela no estaban demasiado claras, y sus conclusiones no han sido admitidas de forma unánime por toda la comunidad científica. Ni siquiera la interpretación que consideran solvente, la del epigrafista austriaco Geza Alföldy, que situaría la edificación a finales del siglo I.

Para su estudio, Martínez y Cabañero (derecha) han utilizado «datos materiales tangibles» a partir del registro arqueológico y una estratigrafía «muy clara» para presentar sus hipótesis, con «argumentos sometidos a muchas variaciones», que llevan a «reconsiderar» el contenido de la cartela y la datación de los arcos de la zona monumental. Pero siempre con la premisa de que «la cronología del Acueducto es un tema espinoso».

Santiago Martínez expuso que el primer relato «mítico» sobre la datación es de mediados del siglo XIII, lo relaciona con Hércules y se mantiene hasta 1637 con Diego de Colmenares. Después, a partir del siglo XVI ya aparece, aunque sin demasiado rigor, la atribución al emperador Trajano, que se mantiene hasta el siglo XX. A partir de 1960, análisis más científicos estudiaron la similitud de la técnica constructiva (por los sillares de acabado almohadillado) con la del Aqua Claudia, el acueducto de Roma construido por Claudio, y ya con más rigor, el estudio de la cartela desde 1968 por varios autores ha aportado atribuciones a Nerva, Domiciano o Trajano. Entre 1992 y 1997, el epigrafista Geza Alföldy planteó la hipótesis, basándose en la interpretación de los huecos del sotabanco que alojaron las letras de la cartela, que el Acueducto fue «restituido» o restaurado en el año 98 por Trajano, con lo que sería incluso anterior, y aunque es la «hipótesis más solvente», la epigrafía española ha considerado que la lectura «no es segura».

El estudio de los ponentes está basado en los restos de cerámica, del sestercio de la época de Trajano y el sillar encontrados en las excavaciones de 1998 de las bases de las pilas 115 a 117. Su conclusión es que las cerámicas más avanzadas, del siglo II, serían contemporáneas de la construcción, «con mayor probabilidad durante el gobierno de Adriano» porque Segovia era entonces una ciudad de importancia regional que permitía la construcción de edificios y obras públicas, que podría haber captado «la atención imperial» y, por tanto, la financiación por el emperador, pues Adriano financió muchos acueductos en todo el imperio.

La ciudad romana

El estudio de los dos arqueólogos también induce a reconsiderar las líneas de investigación no ya sobre el Acueducto, sino también sobre la ciudad romana. Víctor Cabañero declaró al respecto que sería bueno investigar «sobre la ciudad y sobre el siglo II también, porque queda siempre un poco al margen; el siglo I es el del esplendor, en el que todas las ciudades al sur del Duero adquieren la municipalidad romana, y sería bueno estudiar el siglo II porque puede aportar cuestiones importantes».

Los datos conocidos, con el estudio de los restos del foro –que estaría en el entorno de la actual plaza de Guevara, la plaza de la Rubia, la iglesia de la Trinidad y la plaza del Potro– y otras construcciones como las termas en el subsuelo cercano a la iglesia de San Martín, permiten indicar que cuando se construye el Acueducto la ciudad tiene ya una monumentalidad y la obra de ingeniería es el final del proceso de entrada de agua.

Siempre se ha dicho que habría que excavar más en Segovia para conocer mejor su pasado romano. Pero no es fácil. Martínez Caballero señaló que «en cualquier sitio donde se haga una intervención arqueológica es susceptible que aparezcan restos». Porque la ciudad romana tendría unas 40 hectáreas y estaría en funcionamiento desde el siglo I antes de Cristo «y la culminación de lo que es un paisaje típicamente romano, de lo que es su municipalización, es la construcción de su grandioso Acueducto en el siglo II». Y si fue edificado a partir del 117, hasta dentro de cien años no se podrá celebrar el bimilenario.

Fuente: nortedecastilla.es | 17 de octubre de 2017

El cambio climático y los volcanes pudieron acabar con el esplendor del antiguo Egipto

El reino ptolemaico fue fundado por Ptolomeo, a la muerte de Alejandro Magno, y desapareció con la muerte de Cleopatra - FOTOLIA

Los gases de los volcanes cambiaron el monzón y esto alteró los ciclos del Nilo, activando problemas sociales y económicos que desestabilizaron al reino ptolemaico

A la muerte de Alejandro Magno, en el 323 a. C., el mundo que había creado quedó fundamentalmente dividido en cuatro grandes reinos dirigidos por sus sucesores: Seleuco, Ptolomeo, Casandro y Lisímaco. Uno de ellos, el reino ptolemaico, llevó el esplendor helenístico a Egipto. Bajo el mandato de una nueva dinastía, Egipto vivió el nacimiento de una Alejandría en la que se levantó el Gran Faro y la Gran Biblioteca. En aquella época se talló la piedra de Rosetta y aparecieron sabios como Euclídes y Arquímedes, que trabajaron en las matemáticas y en sofisticados ingenios tecnológicos. Pero la historia de este reino acabó en el 30 antes de Cristo. Entonces, tras la muerte de la última reina de la dinastía, Cleopatra y la derrota en la batalla naval de Actium, el reino se convirtió en una provincia del Imperio Romano.

Un grupo de científicos e historiadores de la Universidad de Yale, dirigidos por Joseph Manning (izquierda), han publicado un artículo en la revista Nature Communications en el que consideran haber dado con una de las claves que provocó el derrumbe de la dinastía ptolemaica: el clima. Han concluido que un cambio climático provocado por erupciones volcánicas acabó con las inundaciones de verano del río Nilo, que esto tuvo un impacto muy negativo en la producción agrícola y que por ello el clima se convirtió en el germen de muchas décadas de inestabilidad social en el reino ptolemaico. Esto se tradujo en el levantamiento de varias revueltas y cambió el curso de al menos una guerra.

«Hemos encontrado una asociación significativa entre las erupciones y las hasta ahora poco entendidas revueltas del Egipto ptolemaico, así como las fechas en las que se puso fin a una guerra contra el Imperio Seleúcida», han escrito los autores en el artículo.

Esta investigación se ha centrado en vincular los efectos del clima en las sociedades humanas, como parte de un programa de investigación conocido como PAGES, de «Past Global Changes» (cambios globales del pasado). «Esto es lo bueno de de los registros climáticos. Por primera vez puedes ver una sociedad cambiando, no una descripción estática descrita en un puñado de textos», ha dicho Manning en un comunicado de la Universidad de Yale.

El Nilo, el corazón del reino

Las causas parecen remontarse, según los autores, a un fallo en el «corazón» del reino: el río Nilo. Con sus 6.825 kilómetros, era un auténtico sistema circulatorio del que dependían miles de agricultores y campesinos. Sus latidos estaban marcados por el monzón, ocurrido río arriba, que generaba un aumento del nivel del río entre agosto y septiembre y que se retiraba en octubre, permitiendo la siembra en unas aguas fértiles. «Cuando las corrientes del Nilo eran buenas, el valle era uno de los lugares más productivos de el mundo Antiguo», explicó Francis Ludlow (derecha), otro de los coautores. «Pero el río era famoso por su tendencia a ser muy cambiante». Así que, cuando el comportamiento del río no era tan propicio, llegaba la escasez de grano y todos los problemas económicos y sociales asociados.

Las erupciones volcánicas se caracterizan por liberar a la atmósfera grandes cantidades de azufre gaseoso que tiene la capacidad de hacer «rebotar» la radiación del Sol en la atmósfera y, por tanto, actuar como un agente de enfriamiento global. Esto podría haber alterado el funcionamiento del monzón en torno a la zona de convergencia intertropical (ITCZ), una faja de la atmósfera fundamental para el monzón, y haber disminuido las precipitaciones de las que dependía el caudal del Nilo. Pero, ¿cuántas erupciones ocurrieron por aquella época? ¿Pudieron alterar realmente el funcionamiento del río?

Foto: Nilómetro.

Para averiguarlo, Manning y Ludlow diseñaron simulaciones de ordenador para emplear datos recogidos del río desde el año 622 después de Cristo, en un importante registro de los niveles del río llamado «Nilómetro Islámico». Así descubrieron que los malos años del Nilo estaban en correspondencia con un evento de erupciones volcánicas recientemente descubierto. Esta relación sugirió que cuando había erupciones, el Nilo no pasaba sus importantes ciclos de inundaciones.

Al profundizar más, y al analizar papiros y documentos, incluyendo la piedra Rosetta, descubrieron que las erupciones volcánicas precedieron a los momentos de inestabilidad económica y social. En concreto, se produjeron antes de la salida del rey Ptolomeo III de Siria e Irak en su guerra contra el Imperio Seleúcida, y antes de la revuelta de Tebas, un alzamiento de 20 años en el que los egipcios se opusieron al reinado de los griegos. «Es altamente improbable que las erupciones y estos eventos se solaparan por causalidad», ha dicho Ludlow.

De esta forma, el clima pudo tener un peso enorme en la historia de esta porción del mundo. Por ejemplo, cuando la dinastía apenas tenía unas décadas, en torno al año 245 antes de Cristo, el rey Ptolomeo III Eurgetes (algo así como «Benefactor»), estaba enfrascado en una campaña contra el enemigo del Este: el Imperio Seleúcida. Logró una serie de victorias, pero de repente volvió a casa. «Esto cambió todo en la historia de Próximo Oriente». Quizás las consecuencias de las erupciones influyeron en esta decisión.

El río Nilo a su paso por Asuán, Egipto-WIKIPEDIA

Sin embargo, los autores han alertado de la necesidad de huir del determinismo y del reduccionismo. El clima pudo ser un factor adicional o quizás un detonante, pero una sola causa no puede explicar casi nunca un acontecimiento histórico y social: «Las erupciones volcánicas indujeron un cambio en el Nilo que a su vez actuó como un detonante para las revueltas en el Egipto ptolemaico y una limitación para la guerra, pero había un trasfondo de otros factores (...) Por ejemplo, tensiones étnicas entre egipcios y las élites griegas, el crecimiento democráfico y la presión fiscal, el coste de movilizar un ejército o el aumento de la demanda de trigo».

En todo caso, creen que esta investigación tiene implicaciones útiles para el presente. «El siglo XXI no ha sufrido erupciones volcánicas explosivas capaces de alterar los patrones del monzón. Pero eso podría cambiar en cualquier momento», ha dicho Ludlow. «Es necesario tener en cuenta esto a la hora de gestionar las valiosas aguas del Nilo Azul y que comparten Etiopía, Sudán y Egipto». Si el preciado líquido elemento escasea y provoca importantes pérdidas agrícolas, podría generar tensiones sociales que pongan a prueba la estabilidad política de esta región, según estos autores. Parece ser que hay precedentes en la historia.

Fuente: ABC.es | 17 de octubre de 2017

Analizan el ADN de la Feixa del Moro (Andorra) para determinar el parentesco entre tres difuntos de hace 6.000 años

Restos hallados en la cista 3 realizada en la fase inicial del descubrimiento. Fotografía depositada en el Patrimonio Cultural de Andorra (Llovera and Colomer, 1989).

La Feixa del Moro (Andorra), otra vez. Probablemente, el yacimiento más rentable de nuestra prehistoria. Como mínimo, del Neolítico medio, pongamos que entre el 4500 y el 3900 antes de Cristo. Seguro que lo recuerdan, porque hemos hablado otras veces: el servicio de Patrimonio, con Xavier Llovera al frente, lo excavó entre 1983 y 1985, y los resultados fueron espectaculares, con tres enterramientos. Cistas, por decirlo técnicamente, dos de los cuales, intactos, con los restos de dos adultos y un bebé, que conservaban el ajuar funerario y, de regalo, un conjunto de estructuras domésticas adyacentes. Todo ello lo convirtió en un yacimiento excepcional que los últimos años no ha dejado de hablar. Y tanto como debe hablar, todavía.

En el Congreso de historia de los Pirineos, en junio en el Centro de Congresos, el equipo que lidera el arqueólogo Gerard Remolinos presentó una primera batería de conclusiones en el que ajustaba un poco más la datación de los enterramientos -una horquilla que va del 3975 al 3711, que ya es precisar y poniendo sexo, edad e incluso estatura a los tres inquilinos: dos mujeres adultas, y no un hombre y una mujer, como se había propuesto inicialmente: la que apareció sola tenía entre 20 y 23 años, y hacía entre 163 y 167 centímetros; la otra mujer, y eso seguro que también lo recuerdan, hacía entre 150 y 156 centímetros, tenía entre 15 y 17 años y, atención, apareció con los restos de un bebé, de quien no sabemos nada más: ni el edad aproximada, ni si era niño o niña. Ni siquiera si era el hijo, o tal vez el hermano.

Localización del yacimiento en Andorra

Pues precisamente eso, cuál era el parentesco de estos tres protolauredians, es el objetivo del Grupo de Genética Forense y de Genética de Poblaciones de la Universidad Complutense de Madrid, que las próximas semanas analizará muestras óseas de nuestros tres difuntos de hoy para extraer el ADN y determinar si son la primera familia andorrana de quien tenemos noticia. Quién lo sabe. Las muestras serán extraídas (y enviadas) por el mismo Remolinos, que tanto levanta un dolmen prehistórico -el de Bescaran- como excava en Soldeu detrás del sargento Peacock, o corta con una miniradial un fragmento de fémur neolítico: esto es lo que hace exactamente aquí arriba, y el fémur pertenece a la mujer sola.

A los investigadores de la Complutense, dice, les interesa exclusivamente el parentesco que podrían tener (o no) estos tres individuos, y la ocurrencia forma parte de un estudio impulsado en 2010 por el Centro Superior de Investigaciones Científicas español (CSIC) que pretende radiografiar de forma exhaustiva las necrópolis del neolítico medio del nordeste de la península Ibérica. Incluidas nuestras humildes valles, que participan gracias a los yacimientos de la Feixa del Moro y de Segudet: ya saben, donde en 2001 apareció el primer andorrano. O andorrana, para ser exactos, que vivió y murió entre 4300 y el 4050 antes de Cristo. Así es como meses atrás, ya partir del análisis de los isótopos estables -sea esto lo que sea- de las dos mujeres, se pudo reconstruir de forma aproximada la paleodieta de aquellas dos lauredianas. Fuerza aburrida, la verdad, a base de carne de herbívoros -ovejas, cabra, cabirol- y cereales -trigo, básicamente-, con una aparente ausencia de peces: no ya de mar, lo que ya nos podíamos esperar, sino también de río. Ni una triste tortilla.

Extracción de un diente de los restos de una de las mujeres enterradas en el yacimiento de la Feixa del Moro. (Foto: Regirarocs).

La monografía sobre el yacimiento, en diciembre

Con el ADN, dice Remolinos, se podrían determinar otros detalles interesantes, como el color de los ojos, de la piel y del cabello, incluso qué patologías sufrieron. Pero todo esto tendrá que esperar. Al CSIC, volvemos a decirlo, le interesa exclusivamente si las tres fallecidas son abuela, madre e hija. Y es esto lo que investigarán. Una oportunidad única -dice Remolinos, que heredó de Llovera el liderazgo en la investigación de la Feixa del moro- porque el análisis de ADN, que para muestras actuales puede subir a 1.000 euros, se dispara cuando trabajamos con muestras prehistóricas. Por si acaso, les ha pedido de preservar el ADN que se pueda extraer para una hipotética análisis ulterior que permita determinar todos estos extremos, de modo que no tengan que preparar más muestras óseas, que son por definición destructivas.

En este caso le han pedido dos muestras por individuo. De unos 300 miligramos de peso cada una. Preferentemente, de huesos densos y cuanto menos esponjosos, mejor, donde se ve que hay más probabilidades de que se haya conservado el ADN: fémur, tibia y húmero, para hacernos una idea. O dientes, siempre que no sea carcomidas ni tengan fisuras ... ni sean de leche. Por eso del bebé se ha tenido que enviar una clavícula y una costilla. Que acabarán destruidos sin ninguna garantía de que puedan extraer el ADN. Pero esto, dice Remolinos, sólo se sabe hasta que se intenta. Los resultados, en fin, en dos meses. Y luego, a esperar la monografía que bajo el título Las valles andorranos al neolítico medio: un cruce de caminos se publicará antes de fin de año y que pretende poner los estudios sobre este periodo histórico, incorporando las últimas hipótesis y las últimas excavaciones.
Todo ello, a partir de la convicción de que, lejos de ser un rincón marginal, durante este momento de esplendor que fue el Neolítico en Andorra -lo que hace seis milenios era Andorra, claro- participó activamente en las dinámicas de circulación de personas y de intercambio comercial. Por eso, de los ajuares de la Feixa del Moro, se recuperaron herramientas de sílex provenientes de la Provenza, hachas pulidas de origen alpino y, naturalmente, cuentas de collar hechas de variscita, la piedra verde que se extraía de las célebres minas prehistóricas de Gavà.

Fuente: bondiad.ad | 10 de septiembre de 2017

Arqueólogos encuentran maíz de 4.000 años de antigüedad en Sonora (México)

Uno de los objetivos principales del Proyecto Arqueológico La Playa, en Sonora, en los últimos 20 años, ha sido el estudio de las evidencias arqueológicas de las comunidades agrícolas del Noroeste de México.

La excavación de hornos ha sido una de las tareas más importantes, así como el estudio de los restos botánicos que dieron como resultado a principios de septiembre, las fechas más tempranas de restos de maíz (cúpula), entre 4299 – 4142 años antes del presente (AP).
Desde hace cinco años se sigue una línea de investigación bajo la coordinación del Dr. John Carpenter Slavens (izquierda) y de la Dra. Guadalupe Sánchez Miranda (derecha) del Centro INAH Sonora para buscar el maíz más temprano del sitio.

El Dr. Carpenter (codirector del Proyecto Arqueológico La Playa junto con la Dra. Elisa Villalpando y el Dr. James Watson) manifestó que “el sitio fue muy importante durante el periodo de Agricultura Temprana, más o menos entre los años 2000 antes de nuestra era, al 150 de nuestra era, lo que motivó a que iniciaran dichas investigaciones buscando características del desarrollo de estos grupos agricultores tempranos y sus evidencias culturales debido a que tuvieron una larga ocupación en el lugar”.

Por otro lado, sostuvo que dentro de los resultados que se habían obtenido con anterioridad, se tenían restos de maíz fechados de hace 2000 años de antigüedad; que con los nuevos resultados, existe una gran diferencia temporal, ya que encontramos restos de maíz 2000 años más antiguos de lo que se sabía, y arrojan nuevos datos de ocupación de estas comunidades agrícolas del Noroeste de Sonora.


De acuerdo con el Dr. Carpenter, las investigaciones partieron del estudio de estos hornos, por su abundancia y frecuencia, además de que muchos de ellos están expuestos a la superficie en las cárcavas de erosión, que caracterizan el sitio.

Además, para buscar los hornos tempranos se tomaron en cuenta los nuevos datos arrojados por los suelos aluviales realizados en el sitio durante la última década; estos trabajos de investigación han identificado un estrato/paleosuelo de aproximadamente hace 4500-4800 años (AP), por lo que se planteó que si se encontraban hornos con maíz asociados a estos estratos, se obtendrían restos de maíz de los más tempranos del sitio.

Carpenter destaca, referente a la domesticación de maíz, que los estudios han revelado que es la invención humana que permitió el desarrollo de las grandes civilizaciones de Mesoamérica, debido a que el maíz (Zea mays) es un cereal que se domesticó en la cuenca del río Balsas aproximadamente hace 7000 años y con el tiempo se convirtió en la planta más importante de la milpa mexicana y se expandió a muchas regiones de México, incluyendo Sonora.


A diferencia de Mesoamérica, el maíz en Sonora permitió a los grupos del desierto asegurarse de que tuvieran comida en el invierno, debido a que los olotes secos se podían conservar por tres o cuatro meses, pero nunca abandonaron la dieta del desierto y seguramente la falta de agua les impidió el desarrollo de sociedades complejas.

La fecha más temprana de un macro resto de maíz en todo México le corresponde a unos olotes de la cueva Guilá Naquitz en Oaxaca, que es de 6250 antes del presente, seguido por unos olotes fechados a 5300-5040 en la Cueva de San Marcos, Tehuacán, Puebla, seguido por la fecha obtenida en el sitio de La Playa.

Los investigadores del Proyecto Arqueológico La Playa, esperan continuar con la excavación de hornos en los estratos tempranos para buscar más restos de maíz temprano.

Fuentes: elimparcial.com | elsoldehermosillo.com.mx | 12 de octubre de 2017

Descubren bajo el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén un pequeño Odeón de época romana

Los arqueólogos que descubrieron el lugar lo llamaron "el misterioso teatro perdido de Jerusalén". Y su estado es (casi) perfecto. Se trata de uno de los mayores hallazgos en la histórica capital del pueblo israelí de los últimos años y que arrojará mayor luz sobre los tesoros ocultos de la urbe.


El teatro se trata de un reducto con capacidad para unas 200 personas y que data del tiempo en que el Imperio Romano regía el destino de la ciudad, descubierto hace unos días y anunciado hoy por la Autoridad de Antigüedades de Israel.


Las excavaciones comenzaron en el Arco de Wilson (en honor al arqueólogo inglés Charles William Wilson quien lo descubrió en 1864) y luego de observar los hallazgos bajo tierra continuaron con los trabajos que condujeron hasta debajo mismo del Muro de los Lamentos.


Los trabajos fueron conducidos por Joe Uziel, Tehillah Liberman y Avi Solomon. "Desde una perspectiva de la investigación, este es un descubrimiento sensacional. El hallazgo fue una verdadera sorpresa. No imaginamos que esa ventana podría abrirnos al misterio del teatro de Jerusalén", indicó Uziel al diario Jerusalem Post.


Al parecer, según los primeros estudios realizados por los historiadores y arqueólogos, este teatro -más pequeños que otros encontrados tiempo atrás- habría sido utilizado para conciertos acústicos. "También ha sido conocido como el bouleuterion, donde el concejo de la ciudad se reúna. En este caso, el concejo de la colonia romana de Aelia Capitolina", explicó Liberman.


Nuevos detalles sobre el fascinante descubrimiento -compuesto por otras ruinas que aún no han sido detalladas por los investigadores- serán expuestos en la Universidad Hebrea de Jerusalén en los próximos días, mientras la ciudad no sale de su asombro por los que sus entrañas tenían escondido.


El hallazgo del "teatro perdido" fue inesperado. Cuando los especialistas comenzaron con las excavaciones no pretendían toparse con este hemiciclo enterrado bajo el lugar más sagrado para el judaísmo. Sin embargo, continuaron con los trabajos y no pudieron creer estar frente a un hallazgo semejante y que permitirá conocer más de la vida en la ciudad más fascinante de Israel.

Fuente: InfoBae, 16 de octubre de 2017
Fotos por gentileza de la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Desvelan la identidad del misterioso Hombre de Tianyuan

Foto: Restos del esqueleto del 'Hombre de Tianyuan'. 40.000 años de antigüedad.

Los restos del llamado Hombre de Tianyuan, un esqueleto de 40.000 años de antigüedad encontrado en 2003 en la cueva del mismo nombre cerca de Pekín, en China, han revelado por fin sus secretos.
Un equipo internacional de investigadores ha estudiado el ADN extraído del fémur de este antiguo Homo sapiens y ha llegado a la conclusión de que es un pariente lejano de las personas que hoy viven en Asia y América del Sur. El trabajo, publicado en la revista Current Biology, arroja luz sobre el origen de los seres humanos modernos en la parte más oriental del mundo, con una mayor diversidad y contactos más distantes de lo que se conocía hasta la fecha.

Aunque los genomas de varios seres humanos antiguos han sido secuenciados en Europa y Siberia, poco se conoce de la evolución humana en el este de Asia, especialmente en China, donde, sin embargo, el registro arqueológico muestra una compleja historia. Por suerte, los huesos del Hombre de Tianyuan tenían suficientes moléculas de ADN para que pudiera secuenciarlas un equipo de la Universidad de Paleontología y Paleoantropología de los Vertebrados en China, con la colaboración del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, Alemania.

Los investigadores llevan a cabo trabajos de excavación en la cueva de Tianyuan desde el año 2003.

El equipo encontró que el individuo heredó aproximadamente del 4% al 5% del ADN neandertal, como los antiguos europeos y asiáticos de antigüedad similar. Eso es un poco más alto que el porcentaje de ADN neandertal que todos nosotros, menos los africanos, poseemos (entre el 1,8% y el 2,6%). Sin embargo, no mostraba ningún tipo de herencia genética de los denisovanos, una especie humana emparentada con los neandertales de los que apenas se conocen unos pocos restos recuperados en una cueva de Siberia.

Sorprendentemente, el Hombre de Tianyuan comparte ADN con un Homo sapiens de hace 35.000 años hallado en las cuevas de Goyet, en Bélgica, pero no con otros humanos de la misma época de Rumanía o Siberia, o con los europeos vivos.

Por el contrario, está más estrechamente relacionado con la gente que actualmente vive en el este de Asia -incluyendo China, Japón y las dos Coreas- y en el sudeste asiático, como Papua Nueva Guinea y Australia.

Un valor más alto (rojo) indica una mayor deriva genética compartida entre el individuo de Tianyuan y la población actual (cuadro A) o bien un individuo antiguo (cuadro B). La intersección de las líneas de puntos indica dónde se encuentra la cueva de Tianyuan.

El primo del Amazonas

Esto sugiere que este Homo sapiens, uno de los fósiles más antiguos de nuestra especie encontrados en Asia oriental, no era un antepasado directo de la población que dio origen a los actuales asiáticos, sino una especie de primo lejano.

De igual manera, ha resultado ser también un pariente lejano de los nativos americanos que viven en el Amazonas, como los pueblos Karitiana y Surui de Brasil, y el pueblo Chané del norte de Argentina y el sur de Bolivia. Estas personas han heredado alrededor del 9% al 15% de su ADN de una población ancestral en Asia que también dio origen al Hombre de Tianyuan. Pero este no es un antepasado de los nativos americanos de Norteamérica.


Mapa que muestra en terminos comparativos la mezcla de los nativos americanos con el individuo de Tianyuan.

El hombre de Tianyuan es solo un individuo, pero la secuenciación de su genoma revela una complicada separación para los antiguos europeos y asiáticos y sugiere un paisaje genético diverso para los seres humanos en el este de Asia.

Su estudio también indica que múltiples poblaciones genéticamente distintas se localizaron en Asia desde hace 40.000 años hasta el presente. Todavía quedan muchas preguntas sin resolver y el ADN antiguo puede tener las respuestas.

Resumen gráfico que destaca las principales relaciones del hombre de Tianyuan con otros especímenes y poblaciones (Imagen de FU Qiaomei)

Fuente: ABC.es | sciencemag.org |english.cas.cn | 13 de octubre de 2017