La colina de los tigres dientes de sable, en el Museo Arqueológico Regional de Madrid

El Museo Arqueológico Regional inaugura la primera exposición monográfica sobre los yacimientos del Cerro de los Batallones.

Fósiles, reconstrucciones de animales y paisajes, vídeos, maquetas… nos trasladan al Madrid de hace 9 millones de años. Es en la exposición La colina de los tigres dientes de sable del Museo Arqueológico Regional, que estará en Alcalá de Henares hasta finales de octubre.

La muestra pretende concienciar del valor patrimonial y cultural de estos yacimientos únicos en el mundo coincidiendo con el 25 aniversario del descubrimiento de esta joya de la paleontología.
En la localidad de Torrejón de Velasco, una explotación minera dejó al descubierto una enorme cantidad de fósiles de animales antiguos. Tras numerosas campañas de excavación dirigidas por el paleontólogo Jorge Morales, se han recuperado innumerables especies –representadas en la exposición a través de montajes anatómicos, una nutrida selección de fósiles y numeroso material de apoyo entre el que destacan las ilustraciones de Mauricio Antón- además de una incuantificable información sobre nuestro pasado, no sólo en lo que se refiere a la paleontología, sino también otras ramas del conocimiento como la geología o la tafonomía.

Fue un fenómeno geológico el que permitió la acumulación y conservación de este tesoro científico: la formación de cavidades naturales donde los animales quedaron atrapados hace 9 millones de años.

Inauguración de la exposición

Ver vídeo en este enlace.

En los 25 años transcurridos desde su descubrimiento, los yacimientos del Cerro de los Batallones se han convertido en una referencia mundial, no sólo para el estudio de la evolución de los carnívoros, sino también de la tafonomía de las trampas naturales, de la paleoecología y de los cambios faunísticos durante el Mioceno. Numerosos artículos científicos, tesis doctorales y monografías han sentado las bases de la justa fama de estos yacimientos en círculos académicos, mientras que la realización de publicaciones divulgativas, exposiciones y reportajes ha contribuido a dar a conocer los valores de estos yacimientos al público general.

Pero el potencial aún sin explotar de Batallones es enorme. Por un lado, aún queda mucho trabajo por hacer en la descripción de las especies encontradas en los yacimientos, mientras que la interpretación de los datos está sujeta a un refinamiento continuo a medida que se desarrollan y aplican nuevos métodos de análisis.

Por otro lado, y a pesar de los esfuerzos divulgativos realizados, el público general, y en particular los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, aún son poco conscientes de la existencia y el valor patrimonial de estos yacimientos únicos en el mundo.
Saber que hace millones de años Madrid era un paraíso natural que nada tenía que envidiar a un Serengueti, y que por un proceso geológico milagroso se han preservado vestigios que nos permiten conocer en detalle aquel pasado espectacular, es algo que no sólo causa asombro y orgullo a cualquier madrileño, sino que también aumenta la curiosidad científica, y fomenta la sensibilidad y responsabilidad hacia el medio ambiente.


Batallones es un recurso educativo de primer orden, una joya del patrimonio y por supuesto una fuente de conocimientos científicos que está contribuyendo a poner la investigación española en el nivel más alto de la ciencia internacional. Darlo a conocer no es sólo un deber hacia la ciudadanía, sino que debe generar un proceso de retroalimentación donde las propias autoridades de la investigación cobren renovada conciencia de la importancia del trabajo de los científicos españoles.
El objetivo de esta exposición es marcar un hito en la divulgación de los yacimientos, de los datos que nos aportan sobre la evolución de las faunas de Madrid y de la labor detectivesca de los especialistas que los estudian.


Un recorrido por la historia del Cerro de los Batallones

La muestra se estructura en cinco grandes áreas; Introducción, contexto geológico, origen y formación, la fauna del cerro y más allá de los fósiles.

La Introducción consta de una presentación del significado del Cerro de los Batallones, la historia de los yacimientos, su edad y la historia de su descubrimiento a través de las diferentes campañas de excavación. Por último se explican sus resultados científicos a través de las publicaciones.
En el contexto geológico se hace referencia al medio que ha hecho posible la formación de los yacimientos, deteniéndose en la geología de la cuenca de Madrid y la “crisis vallesiense”, fenómeno producido durante el Vallesiense superior, hace entre 10 y 9 millones de años, en el que se produjeron de forma escalonada importantes cambios faunísticos.

El origen y formación de Batallones recorre aspectos como su estructura geológica, la excepcionalidad de los yacimientos de carnívoros y la tafonomía como herramienta de investigación.


La fauna del cerro hace un repaso a las diferentes especies que han sido halladas en los yacimientos: desde grandes predadores como los tigres dientes de sable a enormes mastodontes, rinocerontes, jiráfidos –entre los que destaca una nueva especie identificada; el decenaterium- hasta la microfauna, los reptiles o las aves. En esta sección se pueden contemplar los montajes anatómicos de algunos de estos animales así como una nutrida colección de fósiles.

Por último la exposición se cierra con la sección más allá de los fósiles, donde se analiza la comunidad de Batallones en su conjunto, las asociaciones de carnívoros, la evolución de las distintas especies, las nuevas tecnologías en el estudio de los fósiles con especial atención a la Paleontología Isotópica, los cambios ambientales de la Cuenca de Madrid y una reflexión sobre el futuro de Batallones.

Ilustraciones y audiovisuales

Toda la muestra se apoya en las ilustraciones de gran formato de Mauricio Antón, donde se reconstruye la fauna y su entorno y cuya calidad y rigor aportan no solo contenido sino un valor estético fuera de toda duda. Además. Vídeos donde podemos ver a los animales en movimiento hacen fácil entender y reconstruir este apasionante periodo paleontológico. Otros materiales de apoyo, como maquetas y réplicas, como la del esqueleto completo de un tigre dientes de sable, completan la visita.

Los fósiles

En total se exponen más de 160 piezas, muchas de ellas integradas en 8 montajes anatómicos, también forman parte de la colección expuesta el caparazón completo de una tortuga gigante, 2 cráneos completos de Tigres diente de sable o un cráneo y una mandíbula de mastodonte.

Más información

Horario: De martes a sábado de 11:00 a 19:00 horas. Domingos y festivos de 11:00 a 15:00 horas. Lunes cerrado
Visitas guiadas: sábados y domingos previa reserva en el teléfono 91 879 66 66

Fuente: dream-alcala.com | 16 de enero de 2018

La mandíbula de Mountmarin-La Niche desvela la complejidad del origen de los neandertales

La mandíbula de Mountmarin-La Niche, tras el estudio que se realizó sobre ella / PLOS ONE.

Un equipo de científicos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), liderado por José María Bermúdez de Castro (izquierda), junto con la investigadora francesa Amélie Vialet (derecha), del Museo de Historia Natural de Paris, acaba de publicar en la revista PLOS ONE un artículo sobre la mandíbula del Pleistoceno Medio de Mountmaurin-La Niche (Francia), que desvela la complejidad del origen de los neandertales.

Esta mandíbula fue encontrada por Raoul Cammas el 18 de junio de 1949, en las cavidades cársticas de Mountmaurin dentro de la cueva La Niche, donde aparecieron herramientas de piedra y restos fósiles de diferentes especies de cánidos, équidos y úrsidos que ayudaron a situarla en el tiempo.
La presunta antigüedad de esta mandíbula, entre 200.000 y 240.000 años, hacía presumir una estrecha similitud morfológica con la mandíbula de los neandertales europeos, particularmente en los dientes; pero las técnicas matemáticas aplicadas al estudio de una muestra muy amplia de mandíbulas, incluido un grupo de ejemplares africanos recientes, revela que se alinea con los especímenes más arcaicos de Europa, incluidos los de Dmanisi.

“Nos encontramos con una mandíbula arcaica y unas piezas dentales que taxonómicamente son indiscutiblemente neandertales, lo que viene a respaldar la hipótesis de que la evolución del linaje neandertal no fue lineal sino en mosaico”, explica Bermúdez de Castro.

Diferentes aspectos morfológicos de la mandíbula Montmaurin-La Niche:
a) Aspecto interno de la sínfisis, que muestra la fosa genioglossa; b) Vista izquierda de la mandíbula. Nótese la pared que retrocede de la sínfisis, la posición del foramen mental, la superficie plana del corpus y la rama, y ​​el perfil gonion regular; c) Detalle de la mandíbula que muestra la posición medial del borde del entalle mandibular en el proceso condilar; d) Aspecto interno de la rama derecha. Obsérvese la posición baja de la línea milohioidea con respecto a M3, la geometría pequeña pero casi horizontal del área retromolar, la presencia de un tubérculo pterigoideo medial (flecha), foramen mandibular (MF), la língula (L) o la gran distancia entre el extremo del surco milohioideo

Estudios comparativos

Considerada el resto fósil humano más antiguo encontrado en Francia durante dos décadas, la mandíbula ha formado parte de diferentes estudios comparativos, destacando la descripción publicada por G. Billy y Henri V. Vallois en 1977. El estudio fue realizado hace más 40 años, en el marco de cuanto se conocía entonces y de las teorías vigentes sobre la colonización del continente europeo.
Pero, la evolución humana en Europa fue sin duda mucho más compleja de lo que se pensabas hace tan solo un par de décadas, como se explica en este artículo titulado A reassessment of the Montmaurin-La Niche mandible (Haute Garonne, France) in the context of European Pleistocene human evolution, en el que también han participado Mario Modesto, María Martinón-Torres y Marina Martínez de Pinillos.

La posibilidad de que hubieran coexistido al menos un par de linajes de homininos, y de que el mestizaje, los aislamientos prolongados, la deriva genética y otros procesos fueran habituales en el Pleistoceno Medio de Europa va cobrando fuerza, a la par que se abandonan hipótesis lineales, como la “acreción”.

“El surgimiento de los neandertales clásicos del Pleistoceno Tardío es una cuestión a la que no se puede dar carpetazo. Quedan muchos interrogantes, y la mandíbula de Montmaurin-La Niche se suma ahora a la lista de expedientes X”, concluye Bermúdez de Castro.

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Montmaurin-La Niche. El yacimiento olvidado

Las cavidades del carst de Montmaurin se localizan cerca de la villa de Saint Gaudens, a unos 75 kilómetros al sureste de la ciudad francesa de Touluse. Aunque estas cuevas se conocen desde principios del siglo XX, los primeros hallazgos de interés datan de 1945. Ya entonces pudieron distinguirse hasta ocho cavidades cársticas, rellenas con sedimentos fosilíferos de épocas distintas. En la cueva denominada La Niche aparecieron herramientas de piedra y restos fósiles de diferentes especies de cánidos, équidos y úrsidos, que ayudaron a situar en el tiempo a la mandíbula humana encontrada por Raoul Cammas el 18 de junio de 1949. Una vértebra dorsal y fragmento de tibia completaron la pequeña colección de homininos. Las primeras excavaciones llegaron hasta 1961 y solo se reactivaron durante un breve lapso de tiempo en la década de 1980.

Aunque puede resultar extraño, las diferentes cavidades de este sistema y sus correspondientes yacimientos aún no han sido explotadas de manera sistemática desde el punto de vista científico. Ningún equipo ha tenido capacidad o interés en continuar lo que algunos expertos comenzaron hace más de 70 años. Y estamos hablando del país donde se desarrolló el ámbito de la prehistoria durante el siglo XX.

La mandíbula fue objeto de varios estudios, destacando la descripción publicada por G. Billy y Henri V. Vallois en 1977. El estudio fue realizado hace más 40 años, en el marco de cuanto se conocía entonces y de las teorías vigentes sobre la colonización del continente europeo. Los escasos datos del contexto de la mandíbula apuntaban a una antigüedad de entre 200.000 y 240.000 años. Algunos investigadores piensan que esa antigüedad podría llegar hasta los 300.000 años, pero solo se trata de una opinión sin contrastar. La mandíbula ha formado parte de diferentes estudios comparativos, a propósito de la investigación de diferentes hallazgos y revisiones. Sin embargo, nadie se ha ocupado de revisar las conclusiones de Billy y Vallois. En mi opinión, tanto los fósiles y herramientas del yacimiento de la cueva de la Niche como los rellenos sedimentarios del carst de Montmaurin han permanecido de manera inexplicable en un segundo plano. Es evidente que otros hallazgos han eclipsado el interés por este fósil durante décadas.

Recreación de un neandertal, por Elisabeth Daynes. Museo de la Evolución Humana de Burgos.

Conocimos hace ya algunos años a la investigadora Amélie Vialet, que actualmente investiga en el Museo de Historia Natural de Paris. Su paso por las excavaciones de Atapuerca y nuestra coincidencia en varios congresos internacionales han ido forjando una buena amistad. En septiembre de 2016, a propósito de un nuevo encuentro en el congreso anual de la Sociedad para el Estudio de la Evolución Humana en Europa (ESHE), decidimos poner en marcha un proyecto para revisar la mandíbula de La Niche, que podría suponer un nuevo impulso para excavar en el carst de Montmaurin. Las herramientas ya formaban parte de un estudio en marcha y se había planeado la toma de muestras para obtener datos geocronológicos. Aunque parezca mentira, nadie se había preocupado de datar los niveles geológicos del yacimiento de La Niche.

Un viaje a Paris en febrero de 2017 fue el inicio del nuevo estudio de la mandíbula, que acabamos de publicar en la revista PLoS ONE. Tal y como era de esperar, la mandíbula de La Niche presenta algunos rasgos característicos de los neandertales, particularmente en los dientes. Estos resultados, que ya habían sido notados en publicaciones previas, no resultan sorprendentes habida cuenta de que la población neandertal tiene raíces muy profundas en el Pleistoceno de Europa. Sin embargo, la presunta antigüedad de la mandíbula hacía presumir una estrecha similitud morfológica de la mandíbula con la de los neandertales europeos. Pero no es así. Nuestras investigaciones han puesto el foco en aquellos caracteres que invariablemente aparecen en los neandertales y tienen, por ello, una señal taxonómica indiscutible. Las técnicas matemáticas aplicadas al estudio de una muestra muy amplia de mandíbulas, incluido un grupo de ejemplares africanos recientes, revela que la mandíbula de La Niche se alinea con los especímenes más arcaicos de Europa, incluidos los de Dmanisi. El aspecto primitivo de algunos caracteres, que algunos habían advertido en notas aisladas, se manifiesta abiertamente en nuestros análisis.

Tendremos que esperar a los resultados de las dataciones en el yacimiento de La Niche, pero sospecho que se confirmará una antigüedad de finales de Pleistoceno Medio. La fauna asociada y las herramientas apuntan claramente en esa dirección.

Pese a todo, y gracias a los hallazgos más recientes, los expertos ya no se sorprenden de que algunos fósiles europeos relativamente recientes, como el cráneo de Ceprano (Italia) (izquierda) o la mandíbula de Mala Balanica (Serbia) carezcan de rasgos neandertales.

La evolución humana en Europa fue sin duda mucho más compleja de lo que fue asumido hace tan solo un par de décadas. La posibilidad de que en Europa hubieran coexistido al menos un par de linajes de homininos, y de que el mestizaje, los aislamientos prolongados, la deriva genética y otros procesos fueran habituales en el Pleistoceno Medio de Europa va cobrando fuerza, a la par que se abandonan hipótesis lineales, como la “acreción”. El surgimiento de los neandertales clásicos del Pleistoceno Tardío es una cuestión a la que no se puede dar carpetazo. Quedan muchos interrogantes, y la mandíbula de La Niche se suma ahora a la lista de expedientes X.

Fuentes: cenieh.es | quo.es| 16 de enero de 2017

Segeda: el abandono de la antigua ciudad aragonesa que cambió el calendario

Imagen de las ruinas de Segeda.Fundación Segeda

Entre los pueblos de Mara y Belmonte de Gracián, en Calatayud (Zaragoza), se esconden las ruinas de la que durante un tiempo fue una de las ciudades más importantes del norte de lo que hoy es España. Los antiguos Belos, pueblo celtíbero, erigieron en este entorno la ciudad de Segeda o Sekeida, una urbe que llegó a acuñar moneda, consiguió reunir a 30.000 hombres para combatir al ejército romano, y que incluso obligó a sus cónsules a cambiar la fecha de su calendario para poder actuar con mayor celeridad ante la posible rebelión de sus habitantes.

El yacimiento de Segeda creció en nombre y repercusión después de que el Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, Franciso Burillo (izquierda) comenzara a investigarlo a mediados de los ochenta. Fue objeto de una importante dotación económica en materia de patrimonio cultural con el fin de afianzar sus excavaciones desde el año 2004, sin embargo ahora, desde hace cuatro años, sus ruinas permanecen sin apenas cuidados y sin mayor material que unos paneles para quien quiera visitarlos.

“Estamos hablando de una población que consiguió alterar la política romana por su magnitud, lo que nos da una idea de la cantidad de personas que vivían ahí, en una zona que hoy paradójicamente sufre la despoblación. Segeda fue la ciudad más importante de inicios del siglo II a.C en su zona de acción, con 44 hectáreas de extensión. Para hacerse una idea, Numancia tiene 7,6”, explica Burillo.

Segeda fue hasta el año 153 antes de Cristo uno de los núcleos más importantes de las distintas tribus celtibéricas preexistentes a la llegada de los romanos junto con Numancia. Las fuentes documentales cuentan que, en medio de la tregua tras las primeras Guerras Celtibéricas, el Senado Romano tomó como casus belli que los Belos quisieran ampliar las murallas de Segeda para acoger a poblaciones vecinas. El miedo de los romanos a no poder enviar sus tropas antes de la llegada del invierno obligó a adelantar su año político -que entonces se iniciaba en los llamados Idus de Marzo- para elegir antes a los nuevos cónsules. Una modificación que dio como resultado que hoy todo el mundo occidental tenga el 1 de enero, y no la mitad de la primavera, como fecha de inicio de cada año.

Foto: zona arqueológica de Segeda.

El yacimiento de Segeda vivió sus años de mayor investigación entre 2004 y 2011, cuando el equipo dirigido por Burillo firmó un convenio con la DPZ -entonces presidida por Javier Lambán- que llegó a contar con unos 300.000 de euros de presupuesto anual y un equipo de unas 30 personas. “Se hizo un proyecto para hacer vino como se hacía en la época, se hacían visitas, y se consiguió sacar a la luz hitos arqueológicos importantes”, comenta Burillo.

En la zona de esta antigua urbe se encuentran tres asentamientos distintos: el primero el yacimiento de Segeda I, la ciudad original en El Poyo de Mara, Segeda II, ciudad construida ya bajo control romano tras la destrucción de la primera en Durón de Belmonte y un campamento romano en los Planos de Mara desde donde se supone que se sitió la ciudad. Estos restos, junto con lo que parece un santuario astronómico, dan a Segeda un valor fundamental para conocer la evolución de la cultura celtibérica, carente en muchos casos de grandes restos por su solapamiento con la romana tras la invasión.

Foto: La plataforma celtibérica de Segeda, con los movimientos astronómicos del sol y la luna. © UNIZAR.

Burillo recuerda que en torno a Segeda se crearon muchas actividades en su época de apogeo divulgativo. “Se realizaron las fiestas históricas más antiguas de la provincia de Zaragoza, con los Idus y la Vulcanalia. Un programa de Segeda Didáctica. Arqueología experimental con el descubrimiento del lagar, el más antiguo de los conocidos del Tajo y la recuperación de 5.000 adobes para construir la primera fase del Museo del Vino, donde se hacía vino al modo celtibérico. Además, el santuario con orientación astronómica permitió el desarrollo del proyecto Cosmóbriga” señala el profesor.

La llegada de la crisis económica hizo que la Fundación creada para gestionar el yacimiento quedara inactiva al restringirse los fondos para patrimonio cultural, y el Ayuntamiento de Mara, miembro de la fundación, solicitó su disolución. Desde entonces no se ha vuelto a excavar. “El peligro en casos como estos no es solo el hecho de no poder investigar y sacar partido a un patrimonio que podría traducirse en turismo y visitas, sino también la falta de acondicionamiento para mantener lo que ya se ha conseguido”, señala el profesor.

La historia de este yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural y de Interés turístico, en cierto modo es similar a otras decenas que han languidecido a raíz de la crisis, con presupuesto cero, y que la mejora económica de momento no ha recuperado a excepción de algunos puntos, como Bílbilis (izquierda), que tras años con solo labores de acondicionamiento el verano pasado se valló con fondos del Ayuntamiento de Calatayud. Otros, como la villa romana de La Malena, también abandonada, se recuperará en 2018 esta vez sí con fondos de la DGA tras las protestas de Apudepa y vecinos de la zona.

Por el momento, el mayor recuerdo que queda vigente del pasado de Segeda es la fiesta que los vecinos de Mara celebran cada mes de agosto, recreando con ambientación antigua la Vulcanalia y el momento en el que las tropas celtibéricas y las romanas chocaron por primera vez después de que Segeda obligara a cambiar el calendario.

Fuente: heraldo.es | 15 de enero de 2018

Un estudio confirma que la diadema de Moñes fue hallada en Piloña (Asturias) y abre la puerta a nuevos descubrimientos

Diadema de Moñes. / MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL


Un nuevo número, el 36, del Boletín del Museo Arqueológico Nacional, vuelve a centrar uno de sus reportajes, firmado por el Arqueólogo del CSIC, Óscar García-Vuelta, en la diadema de Moñes, confirmando así la tesis de su origen piloñés (Piloña, Asturias).

Se trata de un capítulo apasionante en la historia de Piloña, que busca desvelar el origen de algunos importantes restos arqueológicos que apuntan, según algunos expertos, a que el entorno de esta localidad podría esconder aún muchos tesoros antiguos.

Constituye un conjunto de siete piezas, repartidas entre el Museo Arqueológico Nacional, el​ Musée des Antiquités Nationales de Saint Germain-en-Laye y el Instituto Valencia de Don Juan. Aunque aún hay datos por confirmar, se considera que los restos podrían pertenecer a dos diademas.


(1-3) Fragmentos de las «diademas» ingresados en el Museo del Louvre en 1884: 1. Según Schlumberger (1885); 2. Según Cartailhac (1886); 3. Fragmentos actualmente conservados en el MAN; 4. Fragmento de la colección Soto Cortés, hoy en el IVDJ; 5. Colgante compuesto de R. Salomón, en la misma institución. Fotos 3 a 5: OGV

En cuanto al origen de su localización, a pesar de que en el pasado se debatió sobre su aparición en Cáceres, Los Oscos o Ribadeo, actualmente parece confirmarse que su descubrimiento tuvo lugar en Moñes, en el concejo de Piloña. También hay varias hipótesis sobre su procedencia, bien atlántica o mediterránea. Su cronología podría estar situada en torno a los siglos III y II a.C.

En este nuevo reportaje, el autor examina los documentos del coleccionista Soto Cortés que aportarían «argumentos para aceptar, a falta de nuevos datos, la pertenencia a un mismo hallazgo de los materiales de R. Salomón». Es decir, que otros restos similares, que hasta la fecha no tendrían confirmada su procedencia, también podrían ser originarios del yacimiento de Villamayor.


«Su aparición pudo producirse en el entorno de Moñes», lugar donde también se habrían encontrado «los restos de colgantes y de torques que Soto adquirió en 1882, así como el broche vendido en 1889, hoy desaparecido», señala el arqueólogo.

De esta forma, «la procedencia coincidente establecida para estos hallazgos, y las semejanzas formales y técnicas apreciables entre los colgantes de Salomón y Soto Cortés permiten defender la hipótesis de una relación de origen o de taller entre estos objetos».

García-Vuelta advierte, eso sí, de que «estos datos documentales deben manejarse con precaución». Aunque alguno de los testimonios de Soto Cortés sugiere la pertenencia de todos los materiales comentados a un mismo conjunto «no siempre los datos aportados confirman esa hipótesis».
Consecuentemente, cabría plantear hipótesis alternativas, «como la pertenencia de las piezas a un conjunto cuyos materiales pudieron ver la luz en varios momentos, o la existencia de al menos dos conjuntos descubiertos a lo largo del tiempo en el entorno de Villamayor-Moñes».

Materiales adquiridos por Soto Cortés en 1882: 1. Fragmentos de un colgante compuesto -a, b y c– y dos elementos de suspensión –c y d– tras su recomposición (Archivo MAN, n.º 2001/101/FF0009); 2 y 3. Restos correspondientes al cuerpo en «reloj de arena» del colgante compuesto, hoy en el IVDJ. Anverso (2) y reverso (3); 4. Fragmentos de un torques, hoy conservados en el MAN (n.os Inv.: 33133; 33137 y 33138). Fotos 2 a 4: OGV.

Según se apunta en el artículo divulgativo, un primer hallazgo se produce probablemente a principios de los años 1860. «Lo integrarían, al menos, una o dos bandas laminares con decoración figurada y un colgante compuesto. Los objetos fueron fragmentados por sus descubridores», que podrían haber sido unos campesinos y que fueron vendidos, al menos parcialmente, en Oviedo.
El segundo hallazgo ocurriría a principios de 1882. Soto Cortés adquirió parte de los restos, igualmente fragmentados, el 2 de febrero de 1882, probablemente en la localidad de Cangas de Onís. Ese lote incluyó al menos parte de un torques y de un colgante compuesto, así como dos elementos de suspensión que pudieron pertenecer a otros objetos. Según el mismo Soto, «sus descubridores fueron unos canteros, que habrían descubierto las piezas al excavar los cimientos para una casa, y que poco tiempo después las habrían vendido. El primer testimonio de Soto situaría el hallazgo en el pueblo de Villamayor».


Detalles de las piezas de Villamayor. 1 a 3. Objetos del supuesto hallazgo de 1882: 1. Cuerpo superior del colgantecompuesto; 2. Elemento de suspensión del mismo conjunto; 3. Detalle de la decoración de la parte posterior del terminal de torques MAN 33137; 4. Cuerpo semicircular decorado del colgante de R. Salomón, en su estado actual. 1-2. Obtenidos a partirdel original n.º 2001/101/FF00009 del Archivo del MAN; 3-4: Fotos OGV.

En marzo de 1889, se vende un posible broche, hoy en paradero desconocido. García-Vuelta afirma que el estudio de la documentación de Soto Cortés, «ha aportado información arqueológica e historiográfica relevante sobre piezas destacadas de la orfebrería castreña».

Los datos ahora publicados, ponen de relevancia «el importante perjuicio que la falta de información ha supuesto para la investigación de la orfebrería castreña, cuyo inventario integra un buen número de objetos procedentes de descubrimientos casuales antiguos poco documentados».

Fuente: elcomercio.es | 16 de enero de 2018

¿Cómo caminaban en el Pleistoceno?

Un grupo de Neandertales caminando. (Dibujo original de Diego Fernández Cueto)


Por: Marco Vidal Cordasco, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH)

A lo largo del Pleistoceno, el mundo estuvo habitado y compartido por varias especies de homínidos muy diferentes en cuanto a su arquitectura corporal. Algunas llegaron a convivir y reproducirse entre ellas. Un ejemplo es la ocupación de Europa por el Homo sapiens y el Homo neanderthalensis, una especie con una estatura media más baja que la nuestra, más anchos y bastante más robustos. En base a estas y otras diferencias, algunos investigadores propusieron que los Neandertales tendrían un coste de la locomoción muy superior al nuestro, situándolos en una “desventaja competitiva” respecto a H. sapiens. Pero, ¿por qué cabría esperar que el coste de la locomoción fuese mayor en los Neandertales?

La cantidad de energía que se necesita para caminar es un aspecto fundamental dentro de la ecología humana, pues un gasto muy alto puede afectar negativamente al balance energético necesario para la supervivencia. Y ese coste depende, en gran medida, de las proporciones corporales, de manera que desde la biomecánica y la bioenergía se pueden hacer inferencias muy relevantes sobre el coste de las actividades físicas en especies humanas extintas.

Si observamos la evolución del esqueleto en el género Homo, llama la atención que nosotros tenemos unos huesos gráciles y unas pelvis muy estrechas, lo que hace que el parto sea más difícil para las mujeres de nuestra especie. Una hipótesis propuesta a mediados de los años sesenta para explicar este fenómeno es la hipótesis del dilema obstétrico.

Ese dilema al que hace alusión la hipótesis se refiere a que las pelvis de las mujeres de H. sapiens experimentan dos presiones selectivas diferentes: por un lado, es necesario mantener cierta anchura de la pelvis para dar a luz bebés con cerebros relativamente grandes; pero por otro lado, una pelvis más estrecha hace que el coste de la locomoción sea más bajo. Por tanto, las estrechas pelvis de nuestra especie habrían supuesto una ventaja energética al reducir el coste de la locomoción pero, como contrapartida, el parto se habría hecho más difícil. Para entender por qué unas pelvis estrechas pueden ser ventajosas para la locomoción tenemos que fijarnos en los abductores.

Los músculos abductores de la cadera son fundamentales para la bipedestación, pues estabilizan la pelvis durante la fase de balanceo de la marcha. Por tanto, cuando los primeros homininos empezaron a andar sobre dos patas, esta región anatómica sufrió algunos cambios de calado. La fuerza que tienen que ejercer estos abductores de la cadera depende de la conocida como “ventaja mecánica efectiva” (EMA), que obedece a un efecto palanca. Si recordamos la frase de “dame un punto de apoyo y moveré el mundo”, atribuida a Arquímedes, sabremos que la clave está en la longitud de la palanca, pues esa longitud puede multiplicar o dividir una fuerza, en este caso, la de los abductores para estabilizar la pelvis al caminar. Es más fácil de entender con una imagen. En la figura de abajo “r” es el efecto palanca que tendrán los abductores de la cadera cuando se activen, ejerciendo una fuerza que se señala con la flecha discontinua (Fm). La acción de estos músculos debe vencer a otra fuerza (Fg), la de la gravedad y la masa corporal del sujeto, que viene definida, a su vez, por el efecto palanca de “R”: Fg/Fm=r/R

Dibujo de una pelvis que muestra el efecto palanca “r” de los abductores, cuya fuerza representa la línea discontinua Fm. Esa fuerza debe vencer la fuerza Fg, que es la del peso corporal.

Por tanto, cuanto mayor sea la palanca R respecto a la r, los abductores de la cadera tendrán que hacer más fuerza. Como la longitud de estas dos palancas se puede medir fácilmente en algunos fósiles, este ha resultado ser un método atractivo en Paleontología para estimar la fuerza que tendrían que hacer ciertos músculos en especies fósiles o la tensión que tendrán que soportar los huesos. Y de esta manera se explica que los abductores de los homininos cuyas caderas eran más anchas, a nivel inter-acetabular, tuvieran que ejercer más fuerza. Sin embargo, ¿significa esto que la energía gastada al caminar era significativamente mayor para los individuos cuya palanca R era más grande?

La cantidad de energía que se gasta en la locomoción depende, principalmente, de la fuerza producida para mantener y propulsar el peso corporal. Por tanto, el principal rasgo que va a afectar al coste es la masa corporal: a mayor masa, mayor gasto. Por otro lado, la longitud de la pierna es un rasgo anatómico que influye en la de producción de fuerza: las piernas más largas permiten aumentar la longitud de zancada sin que se desestabilice el centro de gravedad corporal, de modo que personas con piernas más largas tienen que dar un menor número de pasos para recorrer una determinada distancia, lo que hace que el gasto calórico sea menor. De ahí que se haya propuesto que los Neandertales tenían un mayor coste energético al caminar, puesto que tienen: un peso corporal alto, unas piernas relativamente cortas y, además, una palanca R relativamente larga.
Sin embargo, en un reciente estudio mostramos los resultados de una investigación en la que medimos estas proporciones corporales y su influencia en el coste energético de caminar a 46 personas adultas de ambos sexos. En un primer momento, nos pareció interesante observar que las mujeres no tienen una locomoción menos eficiente que los hombres, evidencia de que las diferencias que hay en la pelvis entre sexos no supone un coste adicional para ellas. Pero además, vemos que las pelvis más anchas, a nivel de la cresta ilíaca, hacen que el gasto energético de caminar sea significativamente más bajo, justo lo contrario a lo que cabría esperar de acuerdo con la hipótesis del dilema obstétrico, al menos tal y como se planteó en los sesenta.
Entonces, si los Neandertales eran más anchos que nosotros, ¿eran más eficientes que nosotros al caminar? Y el siguiente interrogante que se abre es: si las pelvis estrechas no suponen una ventaja para la locomoción, ¿a qué se debe la mayor gracilidad de H. sapiens y sus pelvis tan estrechas?
En cuanto a la primera pregunta, en el trabajo realizamos un modelo para estimar el gasto energético de la locomoción en otras especies humanas en base a su masa corporal, la longitud del fémur, y la anchura de la pelvis. Cuando lo aplicamos a las especies del Pleistoceno vemos que todas estas son prácticamente tan eficientes como nosotros. Esto se debe a que dentro de la muestra de humanos actuales hay una amplia variabilidad en cuanto a la arquitectura corporal. Respecto a la segunda pregunta, hay varias hipótesis en las que se tendrá que seguir trabajando en el futuro. Por un lado, el dilema obstétrico todavía es válido, sólo que ya no debe basarse en la eficiencia energética de caminar.
Otro aspecto a tener en cuenta es que la mayor estrechez de nuestras pelvis puede responder a las reglas termorreguladoras de Bregman y Allen, que se basan en la observación de que en los climas cálidos las especies suelen ser más estrechas, menos pesadas y con extremidades más largas que en los climas fríos, lo que permite disipar mejor la temperatura corporal. Como ejemplo, podemos pensar en las proporciones corporales de los masái y los inuit. Otra posibilidad es que una disminución de los niveles de actividad física en H. sapiens haya favorecido una mayor gracilidad en nuestro esqueleto, lo cual tendría importantísimas implicaciones a nivel metabólico.
De lo que no cabe duda es de que el panorama de la evolución humana se hace cada vez más complejo e interesante. La eficiencia de la locomoción goza de una larga trayectoria de investigación dentro del campo de la Paleoantropología y, a medida que se van cerrando unos interrogantes, otros se abren.

REFERENCIA:

Vidal‐Cordasco, M., Mateos, A., Zorrilla‐Revilla, G., Prado‐Nóvoa, O., & Rodríguez, J. (2017). Energetic cost of walking in fossil hominins. American journal of p..., 164(3), 609-622.

Fuente: adelantosdigital.com | 12 de enero de 2018

Resuelto el misterio de las Momias Hermanas

Los dos hermanos forman parte de la colección del Museo de Manchester y se encuentran entre los restos más antiguos de la universidad. Crédito: Manchester Museum, the University of Manchester

Según un pionero estudio de ADN, son de la misma madre, pero de diferente padre

Khnum-nakht y Nakht-ankh vivieron alrededor del 1.800 a. de C. en Deir Rifeh, un pueblo a unos 400 kilómetros al sur de El Cairo. O al menos allí fueron encontradas sus momias, a principios del siglo XX, por obreros egipcios dirigidos por los egiptólogos Flinders Petrie y Ernest Mackay. Las inscripciones jeroglíficas en los ataúdes indicaban que ambos hombres eran hijos de un gobernador local sin nombre y tenían madres con el mismo nombre, Khnum-aa. Obviamente los científicos bautizaron esta momias como los Dos Hermanos.

Cuando el contenido completo de la tumba se envió a Manchester, en 1908 y las momias comenzaron a ser estudiadas por la primera egiptóloga profesional del Reino Unido, la Dra. Margaret Murray, su equipo concluyó que las morfologías esqueléticas eran bastante diferentes, lo que sugería una ausencia de relación familiar. Basándose en los que decían los jeroglíficos, se propuso que uno de los hermanos fue adoptado.

Pero el misterio perseguía a los hermanos y no había una respuesta clara. Al menos hasta ahora. Un nuevo estudio, liderado por Konstantina Drosou, ha recurrido a la secuenciación de ADN para descubrir que sí, son hermanos… al menos por parte de madre.

Todo comenzó cuando en 2015 se extrajo ADN de los dientes de ambas momias y se secuenció por un método de última generación. El análisis mostró que tanto Nakht-Ankh como Khnum-Nakht pertenecían al haplotipo mitocondrial M1a1, lo que sugiere una relación materna. Las secuencias del cromosoma Y, en cambio, fueron menos completas pero mostraron variaciones entre las dos momias, lo que indica que Nakht-Ankh y Khnum-Nakht tenían padres diferentes.

“Fue un largo y agotador viaje hacia los resultados – señala Drosou en un comunicado –, pero finalmente estamos aquí. Estoy muy agradecido de poder agregar una pequeña pero muy importante pieza al gran rompecabezas de la historia y estoy segura de que los hermanos estarían muy orgullosos de nosotros. Estos momentos son los que nos hacen creer en el ADN antiguo ".

El estudio, que se publicará en el Journal of Archaeological Science, es el primero en utilizar con éxito la tipificación de ADN mitocondrial y cromosómico  en momias egipcias.

Fuente: Quo.es