Segeda: el abandono de la antigua ciudad aragonesa que cambió el calendario

Imagen de las ruinas de Segeda.Fundación Segeda

Entre los pueblos de Mara y Belmonte de Gracián, en Calatayud (Zaragoza), se esconden las ruinas de la que durante un tiempo fue una de las ciudades más importantes del norte de lo que hoy es España. Los antiguos Belos, pueblo celtíbero, erigieron en este entorno la ciudad de Segeda o Sekeida, una urbe que llegó a acuñar moneda, consiguió reunir a 30.000 hombres para combatir al ejército romano, y que incluso obligó a sus cónsules a cambiar la fecha de su calendario para poder actuar con mayor celeridad ante la posible rebelión de sus habitantes.

El yacimiento de Segeda creció en nombre y repercusión después de que el Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, Franciso Burillo (izquierda) comenzara a investigarlo a mediados de los ochenta. Fue objeto de una importante dotación económica en materia de patrimonio cultural con el fin de afianzar sus excavaciones desde el año 2004, sin embargo ahora, desde hace cuatro años, sus ruinas permanecen sin apenas cuidados y sin mayor material que unos paneles para quien quiera visitarlos.

“Estamos hablando de una población que consiguió alterar la política romana por su magnitud, lo que nos da una idea de la cantidad de personas que vivían ahí, en una zona que hoy paradójicamente sufre la despoblación. Segeda fue la ciudad más importante de inicios del siglo II a.C en su zona de acción, con 44 hectáreas de extensión. Para hacerse una idea, Numancia tiene 7,6”, explica Burillo.

Segeda fue hasta el año 153 antes de Cristo uno de los núcleos más importantes de las distintas tribus celtibéricas preexistentes a la llegada de los romanos junto con Numancia. Las fuentes documentales cuentan que, en medio de la tregua tras las primeras Guerras Celtibéricas, el Senado Romano tomó como casus belli que los Belos quisieran ampliar las murallas de Segeda para acoger a poblaciones vecinas. El miedo de los romanos a no poder enviar sus tropas antes de la llegada del invierno obligó a adelantar su año político -que entonces se iniciaba en los llamados Idus de Marzo- para elegir antes a los nuevos cónsules. Una modificación que dio como resultado que hoy todo el mundo occidental tenga el 1 de enero, y no la mitad de la primavera, como fecha de inicio de cada año.

Foto: zona arqueológica de Segeda.

El yacimiento de Segeda vivió sus años de mayor investigación entre 2004 y 2011, cuando el equipo dirigido por Burillo firmó un convenio con la DPZ -entonces presidida por Javier Lambán- que llegó a contar con unos 300.000 de euros de presupuesto anual y un equipo de unas 30 personas. “Se hizo un proyecto para hacer vino como se hacía en la época, se hacían visitas, y se consiguió sacar a la luz hitos arqueológicos importantes”, comenta Burillo.

En la zona de esta antigua urbe se encuentran tres asentamientos distintos: el primero el yacimiento de Segeda I, la ciudad original en El Poyo de Mara, Segeda II, ciudad construida ya bajo control romano tras la destrucción de la primera en Durón de Belmonte y un campamento romano en los Planos de Mara desde donde se supone que se sitió la ciudad. Estos restos, junto con lo que parece un santuario astronómico, dan a Segeda un valor fundamental para conocer la evolución de la cultura celtibérica, carente en muchos casos de grandes restos por su solapamiento con la romana tras la invasión.

Foto: La plataforma celtibérica de Segeda, con los movimientos astronómicos del sol y la luna. © UNIZAR.

Burillo recuerda que en torno a Segeda se crearon muchas actividades en su época de apogeo divulgativo. “Se realizaron las fiestas históricas más antiguas de la provincia de Zaragoza, con los Idus y la Vulcanalia. Un programa de Segeda Didáctica. Arqueología experimental con el descubrimiento del lagar, el más antiguo de los conocidos del Tajo y la recuperación de 5.000 adobes para construir la primera fase del Museo del Vino, donde se hacía vino al modo celtibérico. Además, el santuario con orientación astronómica permitió el desarrollo del proyecto Cosmóbriga” señala el profesor.

La llegada de la crisis económica hizo que la Fundación creada para gestionar el yacimiento quedara inactiva al restringirse los fondos para patrimonio cultural, y el Ayuntamiento de Mara, miembro de la fundación, solicitó su disolución. Desde entonces no se ha vuelto a excavar. “El peligro en casos como estos no es solo el hecho de no poder investigar y sacar partido a un patrimonio que podría traducirse en turismo y visitas, sino también la falta de acondicionamiento para mantener lo que ya se ha conseguido”, señala el profesor.

La historia de este yacimiento, declarado Bien de Interés Cultural y de Interés turístico, en cierto modo es similar a otras decenas que han languidecido a raíz de la crisis, con presupuesto cero, y que la mejora económica de momento no ha recuperado a excepción de algunos puntos, como Bílbilis (izquierda), que tras años con solo labores de acondicionamiento el verano pasado se valló con fondos del Ayuntamiento de Calatayud. Otros, como la villa romana de La Malena, también abandonada, se recuperará en 2018 esta vez sí con fondos de la DGA tras las protestas de Apudepa y vecinos de la zona.

Por el momento, el mayor recuerdo que queda vigente del pasado de Segeda es la fiesta que los vecinos de Mara celebran cada mes de agosto, recreando con ambientación antigua la Vulcanalia y el momento en el que las tropas celtibéricas y las romanas chocaron por primera vez después de que Segeda obligara a cambiar el calendario.

Fuente: heraldo.es | 15 de enero de 2018

Aníbal Clemente

Historia y Arqueología. Divulgando la Historia desde 1998. Bienvenidos a la Cultura.

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