El Corredor transcaucásico

Situación del yacimiento de Azokh, no lejos de la ciudad de Stepanakert, la cidad más poblada de la región de Nagorno-Karabakh.

La vasta región que se localiza al sur del Cáucaso ha podido ser decisiva en la evolución humana de Europa. Los habitantes de los países de esa región: la República de Georgia, Azerbaiyán y Armenia se consideran europeos. Es difícil trazar una línea imaginaria que separe Asia de Europa. Estos países se encuentran a medio camino entre la Europa occidental más genuina y los países asiáticos. Con independencia de esta cuestión, la región ha tenido una enorme inestabilidad política durante todo el siglo XX, particularmente cuando los tres primeros países citados consiguieron la independencia tras la desintegración de la Unión Soviética. Las diferencias étnicas, aderezadas por la práctica de religiones diferentes, han sido un caldo de cultivo para los enfrentamientos armados. La historia reciente de esta región merece un estudio muy profundo, del que los europeos apenas tenemos noticias. Por su importancia, merece la pena destacar la pugna entre Armenia y Azerbaiyán por la región de Nagorno-Karabakh, de mayoría étnica armenia y religión cristiana. De facto, se considera que esta región es parte integral de Azerbaiyán, pero sus habitantes tienen lazos muy fuertes con Armenia. En 1991 esta región se autoproclamó como república (República de Artsakh), muy ligada desde el punto administrativo a este último país.

Este problema ha dificultado enormemente el estudio de yacimientos de gran interés para la evolución humana de Europa. El llamado Corredor Transcaucásico ha sido zona de tránsito y estancia de poblaciones humanas desde el Pleistoceno Inferior. En el sur del vecino país de Georgia se localiza el famoso yacimiento de Dmanisi, que ha proporcionado los restos humanos más antiguos de Eurasia. Cabe pensar que en esta región podrían encontrarse yacimientos de la misma antigüedad y cabría la posibilidad de estudiar la evolución de los primeros eurasiáticos, hasta el establecimiento de los neandertales y más tarde de las poblaciones modernas.

En la región de Nagorno-Karabakh se localiza el yacimiento de Azokh, que actualmente está siendo investigado por un equipo internacional, con un amplio elenco de investigadores españoles. Hace pocas semanas tuve la oportunidad de reunirme con la responsable del proyecto, la Dra. Tanya King, que excavó en los yacimientos de Atapuerca en 1993, cuando todavía realizaba su tesis doctoral. Su entusiasmo por la protección de este yacimiento y los que se localizan en cuevas próximas es encomiable. Y no es para menos, porque el yacimiento de Azokh puede ser solo el inicio de la investigación de una región importantísima para conocer el devenir evolutivo de Europa.

Entrada de la cueva de Azokh.

El yacimiento fue descubierto por un equipo de la Academia Nacional de Ciencias de Azerbaiyán en 1960, bajo la dirección de Mammadali Huseynov. El hallazgo en 1968 de un fragmento de mandíbula humana, datado en unos 300.000 años de antigüedad, puso a este yacimiento en el mapa. Pero la inestabilidad política en la región impidió que las excavaciones cobraran la importancia que merecían. En 1986 fue ya imposible trabajar en la región debido al conflicto armado entre la República Soviética de Armenia y La República Soviética de Azerbaiyán por el control de Nagorno-Karabakh. Pero hacia mediados de la década de 1990 se puso en marcha la expedición internacional, que ha vuelto a reverdecer el interés de este sitio, gracias a la reciente publicación de una extensa monografía publicada por la editorial Springer.

La Dra. King me refirió las enormes dificultades para acceder a este yacimiento, al que únicamente se puede llegar a través de la frontera de Armenia. Sin duda, la nuestra es una profesión no exenta de riesgos, sobre todo si deseamos conocer el pasado en lugares con inestabilidad política, donde la vida de las personas puede estar en juego y donde el patrimonio tiene poca o ninguna importancia. Y no solo es importante excavar en el yacimiento de Azokh, sino buscar nuevos lugares de investigación en esa vasta área del sur de Cáucaso. Esta región actuó como lugar de refugio durante las épocas glaciales, como sugiere la presencia estable de las especies recuperadas en los niveles arqueológicos y paleontológicos del yacimiento de Azokh. Sería algo así como una reserva natural en los tiempos difíciles, tras los cuales las especies ganarían territorio con su expansión hacia puntos lejanos. Esta región se uniría así a otras del suroeste de Asia, consideradas por su situación geográfica como puntos calientes de biodiversidad, en las que pudo suceder la evolución in-situ de poblaciones humanas que tomaron parte en la colonización de Europa durante el Pleistoceno.

Fuente: quo.es | 20 de febrero de 2018

Descubren en el paraje de la Rana de Gata de Gorgos (Alicante) una gran factoría romana de ánforas de vino y cerámicas

El arqueólogo Daniel Mateo sostiene la boca de un ánfora Dressel

El paraje de la Rana de Gata de Gorgos (Alicante) albergó durante los siglos II y III un destacado centro de producción cerámica y de ánforas de vino (una figlina). A los arqueólogos les ha bastado ahora dos semanas de excavaciones para sacar a la luz cientos de fragmentos cerámicos. «La producción de esta alfarería fue muy potente», afirmó ayer el arqueólogo y profesor de la Universidad de Alicante, Daniel Mateo, quien, junto al catedrático Jaime Molina y al arqueólogo y director del Museo Soler Blasco de Xàbia, Joaquim Bolufer, ha dirigido una primera excavación que termina hoy. «Hemos encontrado materiales en gran cantidad y de gran calidad», subrayó Mateo. Abundan las ánforas de vino.

El yacimiento lo descubrió en los años 90 Joaquim Bolufer. Los labradores araban y salían restos cerámicos. Hace unos años, las obras del gasoducto toparon con un tramo de basamento de la antigua factoría. Pero ahora, al excavar este extenso terreno (han participado 25 alumnos del grado de Historia y del máster de Arqueología de la Universidad de Alicante), por fin se vislumbra la magnitud de un yacimiento que, junto al de l'Almadrava, en Els Poblets, surtió de ánforas a Dianium. Las vasijas que se fabricaron en este destacado alfar de la Tarraconensis llegaron a Roma y a otras grandes urbes del Mediterráneo.

Foto

Antes de iniciar el trabajo puro y duro de excavación, un georradar de la Universidad de Cádiz marcó tres puntos en los que debía haber gran concentración de materiales. Y bingo. Los arqueólogos han realizado tres catas de 5x5 metros. Han hallado estructuras del antiguo alfar y un vertedero al que iban a parar las cerámicas defectuosas. «Aquí se producían materiales de construcción, tejas, cerámicas comunes y, sobre todo, ánforas vinarias», explicó Bolufer. «En la Marina Alta, ya había entonces una importante producción de vino», recalcó el arqueólogo.

Los materiales hallados se estudiarán ahora en la Universidad de Alicante. Luego se depositarán en el Museo de Xàbia. El Ayuntamiento de Gata ha prestado una colaboración esencial. Se ha hecho cargo del alojamiento de los estudiantes.

Los arqueólogos confían en llevar a cabo el próximo año una segunda campaña de excavaciones. Las dos semanas se les han hecho cortas. Pero en cuanto a hallazgos han sido muy fructíferas. Este extenso yacimiento es un filón. Además, está junto a la carretera CV-134 y se asoma al Montgó. Su excelente comunicación lo hace ideal para convertirlo en un centro de interpretación de la alfarería romana. Todo se andará.

Fuente: diarioinformacion.com | 23 de febrero de 2018

Las pinturas rupestres más antiguas del mundo están en España, y casi con certeza fueron realizadas por Neandertales

La Pasiega (Cantabria), sección C, pared pintada de la cueva. Las líneas rojas verticales y horizontales datan de hace 64.000 años, y casi con certeza fueron pintadas por neandertales. (Imagen: P. Saura)

En 2012, un grupo de arqueólogos concluyó que cierta serie de pinturas rupestres encontradas en España habían sido pintadas por neandertales, y no por los primeros humanos, como se suponía anteriormente. Otros científicos se quejaron de la metodología usada para la datación de las pinturas y pusieron en duda que los Neandertales tuvieran capacidad para el pensamiento simbólico. Ahora, gracias a una técnica de datación actualizada, los científicos han demostrado una vez más que los Neandertales son la fuente más probable de esas pinturas. ¿Será suficiente para disipar las nociones obsoletas sobre la inteligencia del hombre de Neandertal?

Científicos de la Universidad de Southampton, el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y otras instituciones, demostraron usando la datación de uranio-torio que las antiguas pinturas rupestres localizadas en tres cuevas de España se produjeron hace no menos de 64.000 años. Eso es 20.000 años antes de que los humanos modernos llegaran a Europa, lo que significa que las pinturas probablemente fueron hechas por Neandertales, cuyos antepasados, los Homo erectus, abandonaron África hace 1,81 millones de años. Además, el hallazgo demuestra, quizá de manera concluyente esta vez, que los Neandertales sí tenían capacidad para el pensamiento simbólico, un rasgo cognitivo que antes se consideraba exclusivo del Homo sapiens. La capacidad de representar objetos fuera de la mente, sugiere este estudio, probablemente se transmitió a los Neandertales y a los humanos modernos a partir de un ancestro común.


Manos estarcidas en Maltravieso (Cáceres) con una antigüedad mínima de 66.000 años. (Imagen: H. Collado).

Las pinturas rojas y negras, que incluyen representaciones de animales, puntos, figuras geométricas y estarcido de manos, se encuentran en tres cuevas españolas: La Pasiega (Cantabria), Maltravieso (Cáceres) y Ardales (Málaga), a 700 km de distancia entre ellas. Los arqueólogos llevan años estudiando estas pinturas, pero como no se podían fechar con exactitud, muchos simplemente asumieron que los humanos modernos habían sido responsables de su decoración. Los Neandertales, se dice, no eran pensadores sofisticados y carecían de la capacidad para el pensamiento abstracto. De hecho, un estudio que salió a la luz hace solo dos semanas afirmaba que los Neandertales no podían dibujar. El nuevo estudio, publicado hoy en Science, muestra que los Neandertales eran muy capaces de producir arte rupestre y, por consiguiente, tenían capacidad para el comportamiento simbólico.
La falta de consenso en torno a la fecha de origen tiene mucho que ver con los límites de la técnica tradicionalmente utilizada para el arte rupestre: la datación por radiocarbono.

“Apenas llevamos datando arte rupestre desde la década de los 90, y eso era siempre con el método de radiocarbono, que solo puede fechar material orgánico, concretamente dibujos de carbón”, explicó a Gizmodo Paul Bahn (izquierda), autor de The First Artists: In Search of the World’s Oldest Art.

“No podíamos fechar dibujos en materiales de manganeso u ocre inorgánico, ni grabados. Pero el método de datación de la calcita nos permite obtener edades mínimas para estos otros dibujos si tienen algo de calcita formada encima”.

Bahn, que no participó en el nuevo estudio (pero ha colaborado con uno de sus autores), dice que este nuevo método de datación, llamado datación de uranio-torio, lleva siendo utilizado por los geólogos varias décadas, pero solo en los últimos años ha sido usado por los arqueólogos para obtener fechas de arte rupestre, y con “resultados muy emocionantes”.

De hecho, la datación del uranio-torio de las muestras de isótopos se considera muy fiable, y se puede usar para determinar la edad de formaciones de carbonato de calcio de hasta medio millón de años. En este caso, los arqueólogos analizaron la carbonita de ocre rojo de los dibujos mediante 60 muestras diferentes de menos de 10 miligramos cada una, y obtuvieron edades mínimas de entre 64.000 y 66.000 años.

“Nuestros resultados muestran que las pinturas que datamos son el arte rupestre más antiguo conocido, y fueron creadas al menos 20.000 años antes de que los humanos modernos llegaran a Europa desde África. Por lo tanto, debieron ser pintadas por neandertales”, dice el autor y colíder del estudio Chris Standish (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Southampton.

Un dibujo de 1913 del Panel 78 de La Pasiega (derecha). El escalariforme rojo, o símbolo de la escalera, tiene al menos 64.000 años, pero no se sabe si los animales y otros símbolos se pintaron después.

Ahora bien, es teóricamente posible que los humanos modernos ya estuvieran en esa zona por aquella época, siendo teóricamente la palabra clave. Nuestra especie, el Homo sapiens, surgió hace 300.000 años y entró en lo que ahora es el Medio Oriente hace 175.,000-200.000 años.

Pero no existe evidencia arqueológica o paleontológica para apoyar la presencia de humanos modernos en Europa hace 44.000 años, como señala Standish. Por el contrario, sabemos que los Neandertales estuvieron por toda Europa durante ese periodo de la prehistoria. Pero, como ocurrió con el esfuerzo anterior para datar el arte de los Neandertales, es probable que los resultados sean puestos en duda.

“Todos los métodos de datación están sujetos a error, pero este proyecto ha sido llevado a cabo por los mejores expertos en el tema, por lo que estoy seguro de que sus resultados son válidos y fiables”, dijo Bahn. “Sin embargo, estoy seguro de que serán puestos en duda, como pasó en 2012, por los dinosaurios que se niegan a cambiar sus creencias, y por algunos colegas franceses que rechazan cualquier fecha de arte rupestre antes de la declarada en su cueva de Chauvet (hace alrededor de 36.000 años), lo cual es irremediablemente incorrecto”.

Que los Neandertales fueran capaces de producir este arte no debería ser una sorpresa. En todo caso, este nuevo estudio es bastante decepcionante en términos de lo que nos dice sobre los Neandertales y de lo que fueron capaces.

“No hay nada en este artículo que pueda sorprendernos o sorprendernos demasiado”, explicó a Gizmodo Michel Lorblanchet (izquierda), coautor del estudio y Director de Investigación del DNRS en Francia. “El hombre de Neandertal, como el Homo erectus antes que él, usaba pigmentos con frecuencia (el ocre rojo se usó por primera vez hace alrededor de un millón de años). Tenía pinturas corporales, collares, herramientas que son obras de arte [en sí mismas], comenzó a producir esculturas como la máscara de La Roche-Cotard, y ocupó profundas cuevas hace unos 270.000 años. Los neandertales también tenían creencias [espirituales]: enterraban a sus muertos con ofrendas”.


Lorblanchet dice que “la prehistoria es siempre una batalla contra las viejas ideas” y que su equipo está consiguiendo “establecer poco a poco la idea de que el arte comenzó muy temprano, y que fueron los Neandertales quienes empezaron a pintar en las paredes de las cuevas”.

Fuente: es.gizmodo.com | 23 de febrero de 2019

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La cueva de Ardales es una de las cunas mundiales del arte rupestre

Arqueólogos trabajando en la Cueva de Ardales. / F. T.

Un nuevo análisis de tres cuevas en España revela la primera evidencia importante de que los neandertales, en lugar de los humanos modernos, crearon las pinturas rupestres más antiguas del mundo, entre ellas la cueva malagueña de Ardales.

El estudio, dirigido por la Universidad de Southampton, en Reino Unido, y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Alemania, muestra que las pinturas en tres cuevas en España se crearon hace más de 64.000 años, 20.000 años antes de que los humanos modernos llegaran a Europa.

Esto significa que el arte rupestre del Paleolítico --incluyendo imágenes de animales, puntos y signos geométricos-- debe haber sido hecho por los Neandertales, una especie 'hermana' del 'Homo sapiens', y los únicos habitantes humanos de Europa en ese momento. También indica que pensaron simbólicamente como los humanos modernos.

Publicado este jueves en la revista 'Science', el estudio revela cómo un equipo internacional de científicos utilizó una técnica de vanguardia llamada uranio-torio que data de hace más de 64.000 años para determinar la edad de las pinturas. Hasta ahora, el arte rupestre se ha atribuido por completo a los humanos modernos, ya que los planteamientos de un posible origen neandertal se han visto obstaculizados por técnicas de datación imprecisas.
Sin embargo, la datación de uranio-torio proporciona resultados mucho más fiables que los métodos como la datación por radiocarbono, que puede dar estimaciones de edad falsas. El método del uranio-torio implica fechar pequeños depósitos de carbonato que se han acumulado en la parte superior de las pinturas rupestres, los cuales contienen rastros de los elementos radiactivos uranio y torio, que indican cuándo se formaron los depósitos y, por lo tanto, dan una edad mínima para lo que se encuentra debajo.

Los Neandertales, más sofisticados de lo que se creía

El autor principal del trabajo, el doctor Chris Standish, arqueólogo de la Universidad de Southampton, explica que este descubrimiento es "increíblemente emocionante" y sugiere que los Neandertales eran mucho más sofisticados de lo que se cree popularmente. "Nuestros resultados muestran que las pinturas que datamos son, con mucho, las más antiguas conocidas en el mundo, y fueron creadas al menos 20.000 años antes de que los humanos modernos llegaran a Europa desde África, por lo tanto, deben haber sido pintadas por neandertales".

Un equipo de investigadores del Reino Unido, Alemania, España y Francia analizó más de 60 muestras de carbonato de tres sitios de cuevas en España: La Pasiega (en Puente Viesgo, Cantabria), Maltravieso (en Cáceres) y Ardales (en Ardales, Málaga). Las tres cuevas contienen pinturas rojas (ocre) o negras de grupos de animales, puntos y signos geométricos, así como estarcidos, huellas de manos y grabados. Según los científicos, la creación del arte debe haber involucrado un comportamiento tan sofisticado como la elección de un lugar, la planificación de la fuente de luz y la mezcla de pigmentos.

"Poco después del descubrimiento del primero de sus fósiles en el siglo XIX, los Neandertales fueron retratados como brutales e incultos, incapaces de hacer arte y tener comportamiento simbólico, y algunos de estos puntos de vista persisten hoy --explica el codirector del estudio, Alistair Pike (izquierda), profesor de Ciencias Arqueológicas en la Universidad de Southampton--. El tema de cómo se comportaron los neandertales humanos es un tema muy debatido. Nuestros hallazgos contribuirán de manera significativa a ese debate".

El autor principal, Dirk Hoffmann (derecha), del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, añade que la cultura material simbólica, una colección de logros culturales e intelectuales transmitidos de generación en generación, hasta ahora, solo se ha atribuido a la especie Homo sapiens.

"El surgimiento de la cultura material simbólica representa un umbral fundamental en la evolución de la humanidad. Es uno de los principales pilares de lo que nos hace humanos. Los artefactos cuyo valor funcional radica no tanto en su uso práctico sino más bien en su uso simbólico son representantes de los aspectos fundamentales de la cognición humana tal como la conocemos", indica.
Los primeros artefactos simbólicos, que datan de hace 70.000 años, se han encontrado en África, pero están asociados con los humanos modernos. También se han hallado otros artefactos, como arte rupestre, figuras esculpidas, herramientas de hueso decoradas y joyas en Europa, que datan de hace 40.000 años. Pero los investigadores han concluido que estos artefactos deben haber sido creados por humanos modernos que se estaban extendiendo por toda Europa después de su llegada de África.

Existe evidencia de que los Neandertales en Europa usaron ornamentación corporal hace unos 40.000 a 45.000 años, pero muchos investigadores han sugerido que esto fue inspirado por los humanos modernos que en ese momento acababan de llegar a Europa.
"Los Neandertales crearon símbolos significativos en lugares significativos. El arte no es un accidente aislado. Tenemos ejemplos en tres cuevas separadas por 700 kilómetros y evidencia de que fue una tradición longeva. Es muy posible que el arte rupestre similar en otras cuevas en Europa occidental también sea de origen neandertal", concluye el coautor del estudio Paul Pettitt (izquierda), de la Universidad de Durham, Reino Unido.

Fuente: laopiniondemálaga.es | 22 de febrero de 2018

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Los neandertales también pintaban en cuevas

Ver vídeo en este enlace.

Un dibujo en forma de escalera, una pintura de manos en negativo, y restos de tinta roja decorando una estalagmitas - todo ello en tres cuevas en España- son las muestras de pintura rupestre más antiguas conocidas hasta ahora, según una nueva datación que se acaba de publicar en la revista 'Science'. La edad estimada de estas pinturas implica que sus autores solo pudieron ser Neandertales: se fechan en hace 65.000 años, 25.000 antes de la llegada estimada de los primeros Homo sapiens a Europa. El hallazgo sería la primera prueba contundente de que los Neandertales también tenían pensamiento simbólico. Este no sería una exclusiva de nuestra especie (Homo Sapiens): al contrario, habría surgido mucho antes, posiblemente en el ancestro común de Neandertales y Homo sapiens.

El hallazgo se sustenta en una variante de una técnica de datación clásica, el método de uranio-torio. Los autores la afinaron para aplicarla a muestras muy pequeñas, sacadas de las diminutas concreciones de calcita depositadas encima de la pintura por la caída del agua. Al estimar la edad de la calcita, se aseguran de que el dibujo subyacente debe ser más antiguo que esa edad. Los autores argumentan que su margen de error es suficientemente pequeño para excluir que la datación se solape con la presencia de Homo sapiens.

“Esto va a ser un cambio de paradigma en la interpretación de la pintura rupestre: ¿todas las pinturas rupestres son de humanos modernos, o pueden ser más antiguas de lo que creíamos?”, afirma Palmira Saladié (izquierda), investigadora del Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (IPHES) de Tarragona, no implicada en el trabajo. En efecto, algunas de las pinturas analizadas se conocían desde hace un siglo y se habían atribuido por defecto a sapiens.

“Es un hito: se habían propuesto manifestaciones artísticas en Neandertales, pero nunca se habían argumentado de manera tan contundente”, afirma Antonio Rosas (derecha), investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC, tampoco implicado en el trabajo.

Las fechas de esos hallazgos se solapaban a veces con la llegada de los humanos modernos (como se le suele llamar al Homo Sapiens) a Europa, hace 40.000 años. Sin embargo, antes de esa fecha no hay ni un solo resto de sapiens en Europa, mientras hay trazas de Neandertales en todos los sitios. Lo lógico es suponer que ellos sean los autores de pinturas de hace 65.000 años.

Pinturas en la cueva de La Pasiega / P. SAURA

Escaleras y manos

En la cueva La Pasiega (Cantabria), se ve un motivo en forma de escalera (los animales que aparecen junto con ese no han sido fechados y podrían ser posteriores). “La escalera es un símbolo, un signo: no representa nada que se pueda reconocer por experiencia, el mensaje es el resultado de una convención social”, explica el paleoantropólogo João Zilhão (izquierda), investigador ICREA (Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats) en la Universitat de Barcelona, que ha participado en la datación.

Lo mismo valdría por las tres manos pintadas en negativo (stencil) en la cueva de Maltravieso (Extremadura) y por las estalagmitas pintadas de rojo en la cueva de Ardales (Andalucía). “No veo que puedan tener ningún uso que no sea artístico”, afirma Zilhão.
Las implicaciones son mayores. “Ponemos fin a 160 años de controversia sobre si los Neandertales tenían una inteligencia igual a las nuestra, o si eran una gente bastante más tonta y por esto se extinguieron: los Neandertales están dentro de lo que cabría esperar para un Homo sapiens de esa época”, afirma el investigador.

“Ya no queda ninguna calidad básica humana que no tuvieran los Neandertales: la barrera del simbolismo era la última cota de humanidad que hasta ahora no habían alcanzado”, agrega Rosas.
“El registro [arqueológico] ya nos estaba indicando que los Neandertales se parecían mucho a nosotros a nivel conductual. Probablemente también tenían un lenguaje complejo. Lo que más me sorprende son los parecidos a las pinturas de sapiens del paleolítico superior”, afirma Saladié.
La afinidad entre Homo sapiens y Neandertales sugiere que el simbolismo podría haber aparecido mucho antes de lo que se piensa. Posiblemente, ambos linajes lo heredaron de su ancestro común. La inteligencia e incluso el lenguaje podría tener incluso 400.000 años, concluye Zilhão.

Plantilla de mano GS3b en la cueva Maltravieso (edad mínima 66.700 años). Izquierda: Foto original. El recuadro muestra dónde se tomaron muestras del carbonato superpuesto. Derecha: La misma imagen después de la aplicación del software DStretch para mejorar el contraste del color.

¿Misma especie, cara distinta?

Las pinturas atribuidas a nuestros primos evolutivos replantean si son una especie distinta o no. La atribución de unas pinturas rupestres a Neandertales lleva a una conclusión atrevida, según el paleoantropólogo João Zilhão. “Los neandertales también son Homo sapiens. Hay que acabar con esa dicotomía. Son como una raza distinta, pero humanos como nosotros”, afirma.
“No llegaría a decir eso -replica la paleoantropóloga Palmira Saladié-, pero es cierto que hay evidencias de descendencia fértil después del apareamiento: quizás habría que hablar de subesepecies”.

“Yo pienso que son especies distintas, con diferencias anatómicas y trayectorias evolutivas diferenciadas. Lo interesante es que ambas especies tengan capacidades humanas. ¿Dónde radican entonces las diferencias? Probablemente no las detectamos en el registro fósil”, afirma Rosas.

Los nuevos hallazgos modificarían la narración de la evolución humana. Hasta ahora, se creía que el simbolismo apareció en África, como rasgo característico del Homo Sapiens, que lo trajo a Europa con su migración. “Esas supuestas capacidades nuevas no lo eran. No es cierto que hubiera una supremacía de los antepasados africanos”, afirma Zilhão.
El investigador cuestiona incluso que la humanidad actual descienda de ese pequeño grupo. “Tenemos que pensar en una sola especie, con flujo genético entre continentes. A día de hoy cada individuo tiene un 2% o 4% de genoma de origen neandertal, y no todos lo mismo. Hay un 40-50% de lo específico de los neandertal que sigue en nosotros”, argumenta.

Cortina de espeleotemas en la sección II-A-3 en la cueva de Ardales con pigmento rojo, pintada antes al menos 65.500 años. Izquierda: Serie de cortinas con pintura roja en la parte superior, parcialmente cubiertas, con crecimiento posterior de espeleotemas. El rectángulo blanco describe el área que se muestra a la derecha. Derecha: Detalle de la cortina 8. El cuadrado negro indica dónde se tomaron muestras del carbonato que cubre la pintura roja.

Un tocador neandertal

Una cueva en Murcia guardaba ornamentos y pigmentos corporales de hace 120.000 años. Las conchas horadadas y los pigmentos hallados debajo de una costra de calcita en la cueva de los Aviones, en Murcia, pertenecieron a Neandertales. Lo afirma un trabajo publicado en 'Science Advances' en paralelo con otro, publicado en 'Science', sobre pinturas rupestres de nuestro primo evolutivo.

Conchas utilizadas por los Neandertales en la cueva de los Aviones /JOAO ZILHAO
En ambas publicaciones, las conclusiones se basan en un sistema de datación de la calcita depositada por el agua encima de los hallazgos. En el caso de las conchas, la edad estaría entre 115.000 y 120.000 años.

“Son los adornos corporales en concha más antiguos que se conocen, más que los atribuidos a humanos anatómicamente modernos en África y en Próximo Oriente”, afirma Josefina Zapata (izquierda), investigadora de la Universidad de Murcia y coautora del trabajo. “Y además, eran de Neandertales: la fecha de 115.000 años está muy distanciada de la llegada del humano moderno a Europa”, añade.
Hay evidencia de collares decorados más antiguos, como unos grabados atribuidos al Homo erectus, hechos en una almeja de río en Java hace 400.000 años. El conjunto de estas evidencias sugiere que el pensamiento simbólico sería mucho más antiguo de lo que se pensaba. En particular, que no sería algo exclusivo del Homo Sapiens.

“Los Neandertales han mostrado varios tipos de manifestaciones simbólicas: también utilizaban colgantes realizados a partir de dientes o huesos modificados de animales”, añade Zapata.

Fuente: elperiodico.com | 23 de febrero de 2018

Los ibéricos de la Edad del Cobre "exportaron" su cultura a toda Europa pero no sus genes

Foto: Ajuar campaniforme del túmulo de la Sima (Miño de Medinaceli), excavado por Manuel Rojo Guerra.. Foto, Alejandro Plaza, Museo Numantino.

Un equipo de investigadores de la Universidad de Valladolid participa en el mayor análisis de ADN realizado hasta la fecha de individuos que vivieron en época Campaniforme. Científicos de 23 países, incluido un grupo de investigadores del Departamento de Prehistoria de la Universidad de Valladolid (UVa), han publicado hoy en la revista ‘Nature’ un estudio en el que aportan nuevos datos sobre la dispersión del fenómeno Campaniforme en Europa.

Las culturas de los pueblos antiguos se conocen, en muchos casos, por los artefactos que los arqueólogos recuperan. En el caso del Campaniforme, que se originó alrededor del 2750 antes de Cristo, se caracteriza por la aparición de forma recurrente en las tumbas de la época de un ajuar formado por recipientes cerámicos en forma de campana –como vasos, cazuelas y cuencos- y otros elementos como puñales de lengüeta o brazales de arquero.

Este “kit” funerario, que se difundió por toda Europa occidental y central, dejó de utilizarse entre el 2200 y el 1800 antes de Cristo. Sin embargo, su origen y expansión son una cuestión aún a debate entre la comunidad investigadora: los arqueólogos no conocen con certeza si esta dispersión fue causada por la migración de personas, por una transmisión cultural, o por una combinación de ambos factores.

El artículo publicado en Nature clarifica en buena medida este dilema. A partir del análisis del ADN de 400 individuos europeos de la Edad del Cobre y de la Edad del Bronce, 226 de los cuales fueron enterrados junto a objetos campaniformes, los investigadores han podido dilucidar que tanto la transmisión cultural como la migración humana tuvieron un papel importante en la difusión del fenómeno Campaniforme en Europa y que el equilibrio entre estos dos procesos varía según la región.


“El artículo demuestra que lo que se ha venido denominando cultura Campaniforme no es tal, sino que es más bien un fenómeno arqueológico fundamentalmente de índole funerario, aunque no solo, y que evidentemente la razón de su aparición está en las relaciones entre las élites que empiezan a surgir en estos momentos”, explica a DiCYT Manuel Rojo Guerra, quien junto a Germán Delibes y Elisa Guerra componen el equipo de la UVa que ha participado en el estudio.

Grupos previamente asentados en la Península Ibérica

En el caso concreto de la Península Ibérica, el estudio apunta que los grupos que adoptan las cerámicas campaniformes estaban ya asentados previamente. “Desde el punto de vista genético son los descendientes de las poblaciones calcolíticas. Son gentes que ya estaban aquí y que en un momento determinado adoptan el ‘kit’ campaniforme”, destaca Rojo Guerra.

En Centroeuropea se produce una situación similar. El Campaniforme también aparece en el seno de poblaciones previamente establecidas que se habían instalado en el solar europeo procedentes de las estepas euroasiáticas y que conformaban lo que arqueológicamente se conoce como ‘cultura de Yamnaya’. Pero no pasa lo mismo con las poblaciones campaniformes del Reino Unido, donde el estudio confirma la llegada de grupos humanos completamente nuevos procedentes de Centroeuropa.

Foto: Ambientación de jefe campaniforme: Idea, Manuel Rojo Guerra. Dibujo: Luís Pascual Repiso.

Asimismo, en otras partes del continente, como el sur de Francia o el norte de Italia, “se observa la llegada de gentes pero también que las poblaciones locales habían alcanzado ese estadio de jerarquización social en el que los ítems campaniformes tenían un valor simbólico importante”, detalla el investigador de la UVa, quien ha trabajado codo con codo con el investigador de la Universidad Autónoma de Madrid Rafael Garrido.


“Este es quizás el estudio más grande que se haya hecho con muestras de restos humanos correspondientes al periodo Campaniforme de toda Europa central y occidental. Lo que aportamos de forma definitiva es que el Campaniforme no es una cultura que surja en un sitio determinado y se expanda, sino que son una serie de elementos característicos adoptados por distintas culturas en distintas zonas geográficas”, concluye Rojo Guerra.


Referencia bibliográfica:
Olalde, I., Brace, S., Allentoft, M.E., Armit, I., Kristiansen, K. et al. (2018). “The Beaker phenomenon and the genomic transformation of northwest Europe”. Nature doi:10.1038/nature25738

Fuente: Cristina G. Pedraz | DICYT, 21 de febrero de 2018

Un estudio científico sobre un «enigmático» enclave en Carmona lo sitúa en el tercer milenio antes de Cristo

El lugar donde se ha realizado el hallazgo arqueológico, la Loma del Real Tesoro - CEDIDA

Una investigación científica sobre el complejo «concéntrico» de zanjas descubierto en el entorno de Carmona, conocido como La Loma del Real Tesoro, señala el «enigmático» y «enorme hoyo» que parece ser el «corazón y origen» de este enclave, cuya antigüedad se remonta al tercer milenio antes de Cristo y cuyas funciones para las antiguas poblaciones de la zona sigue pendiente de ser averiguada.

Este estudio, firmado por los arqueólogos Javier Escudero Carrillo, Marta Díaz-Zorita, Martin Bartelheim y Leonardo García Sanjuán, gira en torno a la zona arqueológica de La Loma del Tesoro, enclavada en el término municipal de Carmona, a unos dos kilómetros de la población de Guadajoz y descubierta allá por 2002.

Las labores de investigación de las que parte este estudio científico recogido por Europa Press, realizadas allá por 2015 y 2016, pusieron así de manifiesto que «el centro del complejo (descubierto) está ocupado por una estructura circular de un diámetro estimado de 20 metros y un área de 315 metros cuadrados».

Así, el estudio elaborado por los citados arqueólogos describe el recinto descubierto mencionando cuatro cercas cavadas de manera «concéntrica alrededor de la gran estructura central», si bien el trabajo de campo también incluyó el hallazgo de otras dos zanjas más distanciadas de las ya descritas, con diferente ordenación y «mucho mayor diámetro».
Igualmente, el informe detalla que las excavaciones arqueológicas que siguieron a las fotografías aéreas y las prospecciones geomagnéticas se saldaron con la identificación de un total de «32 estructuras» en la principal concentración de cercas, tratándose tales estructuras de fosos, hoyos «cónicos» o «cilíndrícos», piletas circulares u ovales y una «macro estructura negativa» o gran hoyo de 2,2 metros de profundidad y un diámetro de 16,5 metros.

«Fragmentos de cerámica»

Las excavaciones, además, arrojaron el descubrimiento de «fragmentos de cerámica» presumiblemente pertenecientes a «platos, tazas o cuencos», entre otros utensilios domésticos, algunos de ellos incluso con decoración.

Y aunque «la cronología precisa» de cada uno de estos elementos seguía "en estudio" a la hora de redactar este informe, los autores del mismo exponen en dicho documento que «de acuerdo con los indicios disponibles, el enclave habría estado en uso durante un largo periodo de tiempo, abarcando la totalidad del tercer milenio antes de Cristo».

Con tales elementos sobre la mesa, los arqueólogos que firman este estudio recogido por Europa Press exponen que la zona de la Loma del Real Tesoro está localizada «en una posición estratégica» respecto al río Guadalquivir, su afluente Corbones y el escarpe de Los Alcores, mientras la investigación de los fragmentos de cerámica descubiertos en cada uno de los dos sectores en los que se divide el yacimiento arqueológico sugerirían que ambos espacios habrían sido «contemporáneos», pero quizá habrían desempeñado «diferentes funciones».

El enigma de la Loma del Real Tesoro

En primer lugar, los autores del informe prestan especial atención a que «la ordenación o plan de las cinco zanjas más interiores» descubiertas en el sector número dos del yacimiento arqueológico «parece gravitar alrededor de una gigante, profunda y aún enigmática marca circular negativa localizada en su centro». «Este enorme hoyo parece yacer en el corazón y el origen del sistema completo de zanjas», exponen los arqueólogos, recordando eso sí que estas "impresiones preliminares están pendientes de más análisis».

Además, aunque los arqueólogos señalan que la ordenación concéntrica de las enormes zanjas es «el resultado de una idea o plan preconcebido», lo cierto es que «aún es imposible decir si estas cercas fueron cavadas y usadas como parte de un proyecto ejecutado en un momento concreto, o fueron producidas durante un largo periodo, como resultado de la repetición de prácticas sociales en el enclave», hipótesis esta última que cuenta con más respaldo por parte de estos expertos.
Finalmente, los autores de este estudio plantean el «debate» destinado a resolver si este enclave fue una villa, un lugar de encuentro que acogiese los rituales y celebraciones de las comunidades humanas del tercer milenio antes de Cristo o «la mezcla» de ambos aspectos, extremo que habrá de ser resuelto mediante nuevos estudios.

Fuente: abc.es | 20 de febrero de 2018

El último misterio de Tartesos

Animales sacrificados en un ritual celebrado hace 2.500 años en un edificio hallado en Guareña (Badajoz). La escalinata de la derecha convierte esta construcción tartésica en algo insólito en el Mediterráneo occidental. CARLOS CARCAS.

Hace 2.500 años, muy cerca de lo que hoy es el municipio de Guareña, en Badajoz, los lugareños se reunieron en un enorme edificio de dos plantas para celebrar un banquete y una ceremonia ritual en la que sacrificaron decenas de valiosos animales. Después lo quemaron todo, lo sepultaron y lo abandonaron para siempre. Los últimos días de aquella insólita construcción, congelados en el tiempo gracias a la mezcla de las cenizas y arcilla que ha protegido sus restos todos estos siglos, pueden ser claves para entender la última etapa de Tartesos. Y, de paso, para cubrir algunos de los huecos que durante tantos años se han rellenado a base de mitos y leyendas (de Hércules al rey Argantonio) sobre la gran civilización que floreció en el suroeste de la península Ibérica, de la mano del comercio con los fenicios, en la primera mitad del primer milenio antes de Cristo. Tartesos confluyó con la colonización fenicia y llegó a ser tan brillante y rica que excitó la imaginación de los historiadores griegos. Perduró unos cinco siglos, y su decadencia y desaparición total, hacia el 500 antes de Cristo, aún está por aclarar.

El río Guadiana a su paso por Guareña, cerca del yacimiento del Turuñuelo. CARLOS CARCAS

“Faltan muchos análisis que hacer y mucho edificio por desenterrar, apenas se ha excavado el 10%”, advierten Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, arqueólogos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y responsables del yacimiento de las Casas del Turuñuelo de Guareña, que empezó a excavarse en 2015. Pero los huesos de 22 caballos, 3 vacas, 2 cerdos, 2 ovejas y 1 asno sacrificados (eso de momento, puede haber más) no solo representan un hallazgo extraordinario —es la mayor hecatombe de animales localizada hasta ahora en todo el Mediterráneo, la primera de tamaño comparable a los holocaustos religiosos que se describen en el Antiguo Testamento o en la Iliada y la Odisea—, sino que abren nuevas pistas para entender qué pasó allí.



El de Guareña no es el único edificio que entre finales del siglo V y principios del IV antes de Cristo tuvo ese mismo final en las Vegas Altas del Guadiana, un territorio que había cobrado vida e importancia económica apenas un siglo antes, gracias a las oleadas migratorias llegadas por culpa de una gran crisis económica desde el núcleo central de Tartesos, entre lo que hoy es Huelva y Sevilla. Toda una serie de construcciones similares —como el santuario de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena, o La Mata, en Campanario, con un perfil más económico—, encargadas de la gestión del territorio y del control del paso por el Guadiana, acabaron también autodestruidas casi al mismo tiempo, algunas tras un gran festín como el del Turuñuelo. La gran diferencia es el desmesurado sacrificio de animales, incluidos todos los caballos, claros símbolos de abundancia y distinción en aquel tiempo, colocados además en posturas teatrales: la mayoría en parejas, ­algunos con las cabezas entrelazadas.

Esto, sumado a las otras riquezas enterradas (sacos de grano, vasos de pasta vítrea, juegos de ponderales, bronces destrozados a propósito), abre la hipótesis de que aquellos hombres y mujeres pensasen que los dioses... y que estuvieran intentando ponerle remedio sacrificando los más valioso que poseían, explica Sebastián Celestino.

Fuentes y copa de vino de la excavación. CARLOS CARCAS

Perdería entonces fuerza la idea tradicional que dice que se marcharon por miedo a una inminente invasión de los pueblos celtas del norte, algo que tampoco concuerda con la casi absoluta ausencia de armas (común en realidad a todo Tartesos) y la enorme cantidad de tiempo y mano de obra que se debió de necesitar para ocultar semejante construcción (se calcula que el edificio ocupa casi una hectárea de terreno). Los expertos creen que se debió más bien a algún cambio brusco del clima, alguna gran catástrofe natural o gran epidemia.
Los investigadores insisten en que se trata de resultados e interpretaciones provisionales. Podrán afinar mucho más, por ejemplo, cuando sepan cómo fueron sacrificados los animales, a qué edad o si fueron eviscerados o descarnados después de muertos. Desde que comenzaron los trabajos en 2015 ya han desenterrado una habitación llena de ricos objetos —joyas, puntas de lanza, cerámicas, semillas, parrillas de bronce y un gigantesco caldero extraordinariamente conservados—, otra gran sala con un altar de adobe típico tartésico (que representa una piel de toro) y una rarísima bañera-sarcófago. Además, está la escalinata monumental de tres metros de altura (en la que se utilizó una especie de protocemento un siglo antes de que el Imperio Romano empezara a usar el opus caementicium) que conduce al patio donde se han hallado los animales y frente a la que se abre un camino de pizarra y se intuye una gran puerta en un lateral. El hecho de que conserve las dos plantas también convierte el edificio en un descubrimiento único en todo el Mediterráneo occidental.

Uno de sus dos directores de la excavación, Sebastián Celestino. CARLOS CARCAS

Con todos esos ingredientes, no es extraño el interés que el yacimiento ha despertado en la comunidad científica. Los responsables de la excavación reciben constantes ofertas de colaboración por parte de decenas de expertos e instituciones. Celestino, que también dirige el Instituto de Arqueología de Mérida (centro mixto del CSIC y la Junta de Extremadura), y Rodríguez aceptan muchas de ellas para superar la limitación de medios a la que suelen enfrentarse este tipo de trabajos en España; en su caso, su única subvención procede de la Diputación de Badajoz. Así, por ejemplo, el laboratorio de restauración de la Universidad Autónoma de Madrid está recomponiendo algunos de los restos hallados en Badajoz; mientras, en la Universidad de Cambridge se analizan sus fragmentos de tela; entre ellos, la que es probablemente la lana más antigua encontrada en la Península.

Y también un equipo de ingenieros de la Universidad de Extremadura ha recorrido la excavación con un escáner para tomar información que permitirá reproducir en 3D a escala 1:1 las estancias. Eso servirá después, entre otras cosas, para el desarrollo de algoritmos específicos que permitan recomponer, a partir de los fragmentos encontrados, la forma precisa de la bañera o de la puerta del patio, explica la investigadora Pilar Merchán. Además, el registro exacto de cómo era el patio con los animales sacrificados será especialmente importante por si en un futuro (de momento, bastante lejano) se plantea abrir el yacimiento al público y colocar reproducciones de los huesos.

Esther Rodríguez, codirectora de la excavación (en el centro). CARLOS CARCAS

De momento, y ante el rápido deterioro de los esqueletos, seis zooarqueólogos de diferentes centros de investigación se disponen a transportarlos a sus respectivos laboratorios para analizarlos y, en algunos casos, prepararlos para su conservación (una vez restaurados, todos los restos pasan a disposición del Museo Arqueológico de Badajoz). “Cuando eran solo dos caballos [los primeros que salieron a la luz], yo podía hacerme cargo, pero cuando siguieron saliendo y saliendo, vi que esto era demasiado, que necesitaba ayuda”, cuenta a pie de obra Rafael Martínez Sánchez, arqueólogo experto en restos animales de la Universidad de Granada. Así, de la forma más natural, durante una cena tras un taller celebrado en Mérida el pasado mes de octubre sobre Los sacrificios de caballos en la península Ibérica durante la I Edad del Hierro, nació el improvisado equipo.

Melchor Rodríguez Fernández, obrero especializado en trabajos arqueológicos. CARLOS CARCAS

Sacar de la tierra con piqueta y paletín los restos de una treintena de animales de hace 2.500 años es un trabajo delicado que requiere un plan de ataque: por dónde empezar, cómo nombrar a cada individuo… Mientras lo deciden en el yacimiento (Pilar Iborra y Rafael Martínez Valle, del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, llevan la voz cantante), repasan las primeras impresiones: aquel parece un ternero; este, un asno de cabeza enorme; a esta cerda le falta una paletilla delantera (¿se la comerían durante el festín?); al caballo quizá le cortaron las patas antes de sacrificarlo… A los especialistas se les ve abrumados, pero también entusiasmados; muy raramente pueden trabajar con semejante muestra, que les permitirá conocer, por ejemplo, pautas de alimentación y enfermedades (de esto se encarga Silvia Albizuri, de la Universidad de Barcelona). O indagar a través de su ADN, si el estado de conservación lo permite, en el proceso de domesticación del caballo en la Península, explica Jaime Lira, del Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III y miembro del equipo de Atapuerca.

Son sin duda enormes las posibilidades que se abren en este yacimiento de las Casas del Turuñuelo para saber mucho más sobre cómo eran, cómo se organizaban o cuál era la relación de esa cultura tartésica tardía con los lejanos países del otro extremo del Mediterráneo; se han encontrado objetos griegos, pero también imitaciones hechas en los alrededores, y en los bloques rectangulares que sostienen la escalinata monumental se puede ver una versión local de los sillares de piedra que usaban en Grecia. Y como además existen muy pocos restos de envergadu­ra en la zona central de Tartesos en torno al Guadalquivir —probablemente porque sobre ellos se fueron superponiendo capas y capas de los pueblos que llegaron después—, también pueden ayudar a entender mejor aquella gran civilización.

Desde que empezaron a excavar en Guareña, Celestino y Rodríguez, con la inestimable colaboración de Melchor Rodríguez Fernández, un obrero especializado en este tipo de trabajos desde hace más de 20 años, que ha abierto a pico y pala gran parte del yacimiento, no han hecho más que encontrar a cada paso objetos únicos, construcciones insólitas y los restos más antiguos y mejor conservados en la protohistoria mediterránea (¡hasta los marcos de madera de algunas puertas!). Y todavía falta el 90% restante.

Fuente: elpais.com | 20 de febrero de 2018