Se mide por primera vez el gasto energético durante la talla de bifaces

Jesús Rodríguez, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en colaboración con el investigador de la Universidad Isabel I, Marcos Terradillos, acaban de publicar un trabajo pionero en la revista Journal of Archaeological Method and Theory en el que se mide por primera vez de forma experimental el gasto energético en la fabricación de herramientas de piedra.
Se trata de un artículo, titulado Energy Cost of Stone Knapping", en el que se han analizado las relaciones entre la anatomía de los brazos y la energía gastada durante el proceso de percusión y golpeo, con la colaboración de nueve talladores expertos, que han confeccionado un útil tan emblemático del Pleistoceno como el bifaz, y lo han replicado tres veces con dos técnicas de percusión directa: una con percutor de cuarcita y otra con asta de ciervo.

Como explica Ana Mateos, a pesar de que los análisis muestran que se trata de una actividad física de baja intensidad, metabólicamente hablando, el trabajo y el esfuerzo del tren superior (brazos y tórax) son un factor clave en la fisiología humana. “Hemos comprobado que los individuos con antebrazos más cortos gastan menos energía al tallar, y eso se explica por una mayor eficacia de la palanca del brazo en el momento del golpe", señala.

Como referencia arqueológica se han utilizado los bifaces encontrados en el yacimiento de Galería, en la Sierra de Atapuerca, datados entre 250.000 y 500.000 años, así como la misma materia prima y, aproximadamente, el mismo número de impactos estimados en su confección. Gracias a esta novedosa aproximación a la energética de las poblaciones humanas del Pleistoceno, se ha podido recrear una actividad fundamental para su supervivencia como era la fabricación de herramientas líticas.

“Las diferencias en la eficiencia energética entre talladores, aunque pequeñas, podrían afectar a las probabilidades de supervivencia de un individuo, en un contexto paleolítico", afirma Jesús Rodríguez.

Agradecimiento
Este trabajo solo ha sido posible gracias a la inestimable colaboración de los expertos talladores que realizaron las 27 réplicas experimentales de bifaz: Raul López, David Canales, Iván de Pedro, Rodrigo Alcalde, Felipe Cuartero, Andreu Ollé, Josep Mª Vergès y Juan Ignacio Morales.

Fuente: cenieh.es | 14 de junio de 2018

Un grupo científico reconstruye las rutas del antiguo Imperio Romano

Mapa de rutas comerciales del antiguo Imperio Romano (Cortesía de la UB)

La ayuda de matemáticos, informáticos y físicos ha permitido a los historiadores reconstruir las rutas comerciales del antiguo Imperio Romano, una investigación que ha encabezado la Universidad de Barcelona. La investigación se ha llevado a cabo en el marco del proyecto europeo que lidera el catedrático de la UB José Remesal.

Un proyecto que ha permitido constatar que el comercio a escala continental, entre las diferentes provincias romanas, tenía "flujos importantes" y que "el Atlántico era la ruta principal para transportar aceite, las conservas de pescado y el vino producidos en la península Ibérica (provincias Bética y Tarraconense) hasta el norte de Europa".


José Remesal


Nueva teoría
Esta propuesta de Remesal, publicada en la revista Journal of Archaeological Science, se contrapone a las teorías que hasta ahora priorizaban la importancia del valle del Ródano como vía comercial. Remesal ha explicado que "el viaje por el Ródano tardaba unos 200 días en llegar a Germania, mientras que la vía atlántica desde la Bética hasta la desembocadura del Rin tardaba unos 22 días, y luego se tardaban otros 22 días en transporte fluvial hasta Maguncia".
Según el arqueólogo, "la vía marítima hasta la boca del Rin permitía más viajes al ser más rápida que la del Ródano, que necesitaba de un cambio constante de barcos, más pequeños al llegar al Mosela y que necesitaba además de un tramo de transporte terrestre".

A esta conclusión se ha llegado tras analizar los sellos de las ánforas: "Hay similitudes en las marcas entre las provincias del valle del Rin (Recia, Germania Superior y Germania Inferior) con las zonas de Britania y Bélgica, y en cambio no existe esa similitud con las provincias de la Galia".

Sello de un ánfora.


Restos de ánfora como indicador para el estudio
El transporte atlántico, precisa Remesal, tendría lugar entre abril y principios de noviembre cuando se producían las condiciones climatológicas de "mare apertum", ayudado desde tierra por un sistema de faros como el de La Coruña, que "no era un faro para los pescadores de la zona" y que concluiría en la ínsula de los Batavos en la que "se sabe que había un muelle y un canal, había soldados romanos y también comerciantes, y que hoy permanece bajo tierra en algún lugar de Holanda".

Para llevar a cabo la investigación se ha utilizado la base de datos del Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica (CEIPAC) de la UB, que reúne 43.000 registros arqueológicos de restos de ánforas de toda Europa, en su mayoría de aceite de Hispania, pero también sobre vino de la Layetana, producción de aceite de la zona de Brindisi, y de vino de la Galia.

Estos recipientes se pueden considerar "el mejor indicador para estudiar el comercio de alimentos en la antigua Roma, pues estaban presentes en todo el imperio y llevaban grabados unos sellos o marcas con información precisa sobre el lugar de procedencia, el peso y los fabricantes". La investigación ahora publicada analiza esta inmensa base de datos de epigrafía anfórica con métodos propios de la física y la informática para contrastar las diferentes teorías sobre el comercio en la antigüedad.

Inscripción en un ánfora.

La procedencia de las ánforas
Junto al CEIPAC, participan el grupo de investigación de la UB PhysComp, coordinado por Albert Díaz Guillera, que se dedica al estudio de redes complejas desde la perspectiva de la física estadística; el Barcelona Supercomputing Centre (Xavier Rubio e Iza Romanowska) y la consultora SIRIS Academic, especializada en modelos semánticos y gestión del conocimiento (Bernardo Rondelli).

Estos análisis estadísticos han constatado que "las provincias próximas geográficamente tienen coincidencias con ánforas con los mismos sellos de procedencia, seguramente por que compartían las mismas redes comerciales". Igualmente, se observa que las provincias con importantes destacamentos militares también presentan similitudes entre ellas, lo que indica que "unidades del ejército separadas por miles de kilómetros se abastecían con el mismo sistema de proveedores".



Remesal asegura que esta colaboración interdisciplinar, que hasta ahora sólo se había utilizado para analizar las sociedades prehistóricas, "abre nuevas posibilidades para conocer mejor la Roma clásica". Bernardo Rondelli ha subrayado que los investigadores del EPNet han ido más lejos con la creación del Roman Open Data, un conjunto de base de datos de modelo ontológico, propio de los últimos avances en informática, que podrá albergar hasta una cuarentena de bases de datos sobre historia antigua.

En la actualidad, ha precisado Rondelli, ya "hay un millón de datos con las bases del CEIPAC, de la Universidad de Heidelberg sobre personajes históricos, y de la Universidad de Southampton sobre formas de ánforas". El vino de la Layetana se distribuyó a lo largo del Ródano y el Garona, por la Galia, y, sobre todo, en Roma en dos tipos de ánforas, una que imitaba la itálica, que a su vez era copia de la ánfora cretense, y otra ánfora propia, creada cuando el vino local adquirió prestigio.

Fuente: lavanguardia.com | 12 de junio de 2018

Descubren que 8 de cada 10 pacientes sobrevivían a las trepanaciones craneanas hechas por los Incas

Foto: University of Miami.
La trepanación craneana es un procedimiento médico que ha sido encontrado en varias culturas, incluyendo la antiquísima Göbekli Tepe (10.000 a.C) en la actual Turquía. Sin embargo, de acuerdo a una nueva investigación, uno de las culturas que mejor llevó a cabo el procedimiento fueron los Incas.

El estudio, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Miami en Florida (UM) encontró que a pesar de no contar con antibióticos o anestesia moderna, cerca del 80% de los pacientes sobrevivieron a la operación. Los resultados han sido publicados en la revista World Neurosurgery.

Una forma de tratar dolores de cabeza

La trepanación probablemente comenzó como un tratamiento para las heridas en la cabeza, dice David S. Kushner (izquierda), neurólogo de la Universidad de Miami que lideró la investigación. Después de una lesión traumática, dicha cirugía habría limpiado las fracturas del cráneo y aliviado la presión sobre el cerebro, el cual se suele hinchar y acumular líquido después de un golpe en la cabeza.

Pero no todos los cráneos muestran signos de lesiones en la cabeza, por lo que es posible que la cirugía también se usara para tratar afecciones que no dejaban rastros en el esqueleto, como dolores de cabeza crónicos o enfermedades mentales.

Para el nuevo estudio, Kushner se asoció con John W. Verano (derecha), un bioarqueólogo de la Universidad de Tulane en Nueva Orleans, Luisiana, para estudiar sistemáticamente la tasa de éxito de la trepanación en diferentes culturas y épocas. Verano ya ha trabajado anteriormente con cráneos pre-colombinos.

El equipo examinó 59 cráneos de la costa sur de Perú fechados entre 400 a.C a 200 a.C., 421 cráneos procedentes de las tierras altas centrales del Perú de 1000 CE a 1400 a.C, y 160 de las tierras altas alrededor de Cusco, capital del Imperio Inca, desde principios del siglo XIV hasta mediados del siglo XVI d.C. Si el hueso alrededor del agujero quirúrgico no mostraba signos de curación, los investigadores sabían que el paciente murió durante o poco después de la cirugía. Pero si los cráneos mostraban el hueso liso alrededor de la abertura, quería decir que el paciente había sobrevivido durante meses o años después del procedimiento.

Cráneo trepanado de una mujer de 50 años, encontrado en Chardoneux, Suiza. Data de unos 3.500 años antes de Cristo. La trepanación fue un procedimiento común en muchas culturas, desde el norte de Europa hasta China, India, y Suramérica. La cicatrización de los huesos indica que el paciente sobrevivió.Wikimedia Commons.

Sorprendente eficacia

"Los resultados fueron sorprendentes", dice Kushner a Science Magazine. Solo el 40% del primer grupo sobrevivió a las operaciones. Pero el 53% del siguiente grupo sobrevivió, seguido por el 75% y el 83% durante el período Inca. Finalmente un asombroso 91% de los pacientes sobrevivió en una muestra adicional de solo nueve cráneos de las tierras altas del norte entre 1000 d.C.. y 1300 d.C.
Las técnicas también parecían mejorar con el tiempo, dando como resultado orificios más pequeños y menos corte o perforación y un "surco" más cuidadoso, lo que habría reducido el riesgo de pinchar la membrana protectora del cerebro llamada duramadre y causar una infección.

"Lo que estamos viendo es más de 1000 años de refinar sus métodos", dice Corey Ragsdale (izquierda), un bioarqueólogo de la Universidad del Sur de Illinois en Edwardsville que no participó en el estudio. "No solo están teniendo suerte... Los cirujanos que realizan esto fueron muy hábiles”, añadió.
Varios pacientes parecen haber sobrevivido a múltiples trepanaciones; un cráneo de la era Inca mostró cinco cirugías curadas.
Aunque ahora ya podemos tener una idea de qué tan efectivos eran los incas en sus trepanaciones, la razón por la cual lo hacían sigue siendo un misterio. Y de acuerdo a algunos expertos, quizás nunca sepamos la respuesta.

Fuente: nmas1.org | 9 de junio de 2018

Las dos 'familias' que se repartieron América

Dos ramas ancestrales. Una en el norte de América y otra en el sur. Dos ‘familias’ separadas durante miles de años. Poblaciones nativas vinculadas genéticamente a una rama estrechamente relacionada con los pueblos indígenas del este de Canadá, pero que hicieron ‘vidas’ distintas hasta que decidieron expandirse por el continente.

Durante mucho tiempo se creyó que todas las tribus prehistóricas americanas tenían como antepasado común la cultura Clovis, creadora de las herramientas de piedra de hace 13.000 años encontradas cerca de Nuevo México. “Se pensaba que los sudamericanos y, de hecho, la mayoría de nativos americanos, derivaban de un ancestro relacionado con la gente de Clovis”, afirma el doctor Toomas Kivisild (izquierda), arqueólogo de la Universidad de Cambridge, en un comunicado.
”Ahora hemos visto que todas las poblaciones nativas de América del Norte, Central y del Sur también tienen ascendencia genética de una rama del norte más estrechamente relacionada con los pueblos indígenas del este de Canadá. Esto no puede explicarse por la actividad en los últimos miles de años. Es algo mucho más antiguo“, añadió.

Su estudio, publicado en la revista Science , se basa en el análisis de ADN de 91 genomas antiguos procedentes de California y Canadá que demostraron que los primeros pueblos se separaron en dos poblaciones hace entre 18.000 y 15.000 años atrás. Esto habría sido durante o poco después de que se produjera la migración a través del estrecho de Bering, el puente terrestre que ahora está sumergido entre Siberia y la costa americana.
Estas dos poblaciones permanecieron separadas durante milenios, el tiempo suficiente para que incluso surgieran ancestros genéticos distintos. Y no se volvieron a juntar hasta la expansión humana a través de Sudamérica. La “rama sur” fue la que dio origen a todas las poblaciones del Centro y el Sur de América.


Los sitios de individuos antiguos recientemente secuenciados se designan mediante triángulos de colores. Las poblaciones modernas comparadas y los individuos antiguos se designan con círculos negros y triángulos, respectivamente.

Los investigadores han certificado que, en medio de su historia genética, la mayoría, si no todos, de los pueblos indígenas del subcontinente austral retienen al menos algo de ADN de la “rama norte”, comunidades que hoy en día viven en el este canadiense y que son antepasados ​​directos de muchos nativos.

Los genomas antiguos del suroeste de Ontario muestran que, después de la división, los ancestros indígenas que representaban la rama norte migraron hacia el este, a la región de los grandes lagos. Esta población podría haber seguido el retroceso de los bordes glaciales a medida que la Edad de Hielo comenzó a descongelarse, apuntan los expertos.


Es probable que la otra ‘familia’, la del sur, continuara por la costa del Pacífico, habitando islas en el camino. El ADN antiguo de las Islas del Canal de California muestra que las poblaciones iniciales estaban estrechamente relacionadas con la gente de Clovis.

Sin embargo, los genomas contemporáneos de América Central y del Sur revelan una “reconvergencia” de estas dos ramas. Esta nueva mezcla de linajes se produjo en América del Norte antes de la expansión hacia el sur, o cuando las personas migraron cada vez más hacia el sur del continente, probablemente siguiendo la costa occidental hace unos 13.000 años.

Las cuatro posibles combinaciones de mezcla antigua de las dos ramas de población consideradas por los investigadores. Rojo y azul indican Ancient-A y Ancient-B, respectivamente; los símbolos denotan evento (s) de mezcla. Las ubicaciones de los eventos de mezcla son hipotéticas. (A) Un modelo con un evento de mezcla en América del Norte. (B) Un modelo en el que una población de Ancient-B llegó por primera vez a América del Sur, seguida de una población de Ancient-A con múltiples eventos de mezcla. (C) El mismo modelo que (B), pero revirtiendo las poblaciones. (D) Un modelo con múltiples eventos de mezcla y dispersiones.

Las poblaciones actuales de Centro y Sudamérica analizadas en el estudio mostraron una contribución genética de la rama norte que oscila entre el 42% y el 71% del genoma. Sorprendentemente, la mayor proporción genética de la rama norte en Sudamérica se encontró en el sur de Chile, en la misma área que el sitio arqueológico de Monte Verde, uno de los asentamientos humanos más antiguos conocidos en el continente (más de 14.500 años de antigüedad).

”Sin duda es un hallazgo intrigante, aunque actualmente circunstancial, porque no tenemos muestras genéticas antiguas que corroboren en qué momento llegó esta rama ancestral del norte”, explica la doctora Christiana Scheib (izquierda). ”Podría ser una población que ejercía de vanguardia de la rama norte y que se aisló durante largo tiempo, preservando una continuidad genética”, añade.

”Hace más de 13.000 años, la expansión en la punta de Sudamérica habría sido difícil debido a las enormes capas de hielo que bloqueaban el camino. Sin embargo, el área en Chile donde se encuentra el sitio de Monte Verde no estaba cubierta por el agua congelada en este momento“, afirma.
”En las poblaciones que viven hoy en ambos continentes, vemos proporciones genéticas mucho más altas de la rama sur relacionada con Clovis. Tal vez tenían alguna tecnología o práctica cultural que permitiera una expansión más rápida. Esto puede haber empujado a la rama norte a los bordes de la masa de tierra, así como también a encuentros que facilitaron la mezcla entre comunidades“, dicen los investigadores.

Fuente: lavanguardia.com | 1 de junio de 2018

Encuentran una extraordinaria cueva funeraria romana durante unas obras en Tiberíades (Israel)

Interior del complejo funerario de época romana, que incluye varios nichos tallados en la roca, cerámica decorada y osarios de piedra. Foto: Miki Peleg, IAA.

La construcción de un nuevo barrio en la parte norte de Tiberíades, una ciudad en la orilla occidental del mar de Galilea, en el norte de Israel, ha sacado a la luz un complejo funerario de época romana, de unos 2.000 años de antigüedad, oculto en el interior de una cueva, según informó ayer la Autoridad de Antigüedades de Israel.

Una pala mecánica dejó al descubierto la entrada de la cueva, tallada en la roca y situada en la parte norte de la ciudad de Tiberíades. Foto: Miki Peleg, IAA.

Una pala mecánica dejó al descubierto la entrada de una cueva tallada en la roca, cuyo acceso está decorado con un revoque coloreado. A continuación se abre un espacio central con varios nichos tallados en la roca, con cerámica decorada y osarios de piedra, y al fondo hay una pequeña cámara funeraria.


La cueva probablemente fue saqueada en época antigua.

Fuente: National Geographic| 11 de junio de 2018

La democracia no cree en la democracia

La democracia no cree en la democracia

De acuerdo con Cristina Calcagnini, para “caracterizar el inconsciente freudiano habría una fórmula: Dios no cree en Dios, que es lo mismo que decir hay inconsciente”

Así como, de acuerdo con Cristina Calcagnini, para “caracterizar el inconsciente freudiano habría una fórmula: Dios no cree en Dios, que es lo mismo que decir hay inconsciente”, las generales de la ley le corresponderían a nuestras democracias representativas a las que podríamos comprender en sus abismales filtraciones, en sus siderales vacíos, al adolecer ésta de la convicción de creer en sí misma, que sería lo mismo que decir que hay un pueblo a la deriva,  desguarnecido, empobrecido, asediado por problemáticas indignantes e inhumanas,  privado de una institucionalidad que lo ordene, bajo parámetros en los que se consensue un acuerdo que dote de sentido a esa voluntad general con posibilidades de firmar un contrato social que se defina, semántica como conceptualmente: de democrático.

“La ley misma no llega quizá, no nos llega, sino transgrediendo la figura de toda representación posible. Cosa difícil de concebir, como es difícil de concebir cualquier cosa que esté más allá de la representación, pero que obliga quizás a pensar completamente de otro modo”. (Derrida, J. “La deconstrucción en las fronteras de la filosofía”. Paidós. 1989. Buenos Aires. Pág. 122).

Esto mismo que parece orillar la obviedad de una tautología, es sin embargo lo que en cada aldea que se define como democrática, sucede cotidianamente. Queremos creer en la democracia, más no así en quiénes la representan. Esta dislocación del  sentido de lo político, nos define en cuanto a nuestra paradojal, como palmaria, contradicción, que más que tal, se transforma en una contracción.

Contracción es un término clave. Gramaticalmente es cuando la pronunciación de dos palabras origina una palabra nueva. Clínicamente es el trabajo de parto que alumbrará más luego el nacimiento o la posibilidad de que este se dé.

Arriesgaremos en afirmar que en nuestra contracción democrática, dos fuerzas antagónicas, sin ánimo de anteponerse una por sobre otra, pero en la obligación de convivir armónicamente, se azuzan, cuando no se trenzan en una disputa sin cuartel y sin final.

Nos gobiernan en nombre nuestro (del pueblo, de la ciudadanía, garantizándonos libertad de expresión y libertad electoral o de voto, elección u opción condicionada) sin que podamos hacer otra cosa que delegar en nombres concretos tal poder. Caemos en la representación y desde ese momento dejamos de creer en la idea de lo democrático en su estado puro. Hasta los propios representantes, dejan de creer en el sistema que los ungió, como, concomitantemente, en sí mismos. Retomando aquello de Freud que definió lo inconsciente (dios descreyendo de sí mismo), nuestra transgresión (en la salida a la representación, que plantea Derrida) no es lineal, directa u obvia (de único camino). De ser así, viviríamos en estados revolucionarios permanentes, en las reconversiones del orden establecido, a cada rato o de seguido. Sin embargo, nos transgredimos, al montarnos en un teatro de operaciones (que ya es una representación de la realidad) en donde hacemos de cuenta que creemos en lo que no creemos. Vivimos en las interfaces de medios de comunicación, de la virtualidad de redes sociales, que nos alimentan, contumazmente de qué racionalmente, es imposible creer en los representantes de lo democrático (los políticos), cuando en verdad, no creemos en la democracia, ni como forma, ni como valor, apenas lo sostenemos como símbolo de aquello que transgredimos, procaz como permanentemente.

Tal como veremos en la cita de Habermas, que recuerda una reflexión de Marcuse, sí actuásemos con lógica, raciocinio, y dentro de los marcos legales de la institucionalidad democrática, tendríamos que hacer uso del siguiente derecho, en nombre de la democracia: “Apelar al derecho a la resistencia es apelar a una ley superior, que tiene validez universal, esto es, que trasciende el derecho y el privilegio autodefinidos de un grupo particular. Y existe realmente una estrecha conexión entre el derecho a la resistencia y la ley natural… Si apelamos al derecho de la humanidad a la paz, al derecho a abolir la explotación y la opresión, no estamos hablando de los intereses de un grupo especial, autodefinido, sino más bien y, de hecho, a intereses que pueden demostrarse como derechos universales”. (Habermas, J. “La psique al termidor y el renacimiento de la subjetividad rebelde”. Simposio Marzo 1980).

No nos afecta, no nos asusta, ni tampoco nos rebela, la pobreza, la marginalidad o todo de lo que nos priva lo democrático. Nos quedamos, con la transgresión de hacer de cuenta que creemos, en eso mismo (en la democracia como expresión de un sistema que nos integre, que nos respete, que establezca prioridades para los que se encuentren relegados en relación a los que no) en que no creemos, dejándonos, normativamente, la posibilidad, de que nunca usaremos, de elegir otro sistema que no sea el democrático, por la falla de este en su integralidad y no en su conformación (adjudicar la culpa o responsabilidad a la casta, la clase o la política).

La palabra representa un concepto, una idea, finalmente, una aspiración, un deseo. Los cambios, las modificaciones, no se logran desde lo nominal, desde la denominación de una cosa por otra, que finalmente nos siga significando lo mismo, por el ruido de un significante que suene distinto.

Cuando, tengamos la posibilidad que la contracción democrática, nos depare en el entendimiento de que la transgresión, como salida, la subversión como instancia superadora o complementaria, la revolución del sentido a decir de la poeta Alejandra Pizarnik, nos conmueva en la humana comprensión de  que “la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos” recién en tal contexto podríamos animarnos a creer que deseamos habitar bajo principios democráticos, en el mientras tanto, hacemos de cuenta, actuamos tal convencimiento, y a veces nos sale bien, la actuación, y otras no, tan solo esto es lo que define el público, como el votante, con su aplauso, como con su voto, a sabiendas, sin que lo que lo reconozcamos abiertamente, que asistimos a una teatralización de la vida real o de una supuesta verdad representada, como democrática.

Autor| Francisco Tomás González Cabañas
Vía| La política al diván
Imagen| Desmotivaciones
Edición| Historia y Arqueología