El Museo Arqueológico de Asturias acoge el congreso internacional '1300 Años del origen del Reino de Asturias'

El Museo Arqueológico de Asturias acogerá entre los días 11 y 13 de julio un congreso internacional con motivo del 1300 aniversario del origen del Reino de Asturias, que analizará el periodo comprendido entre el fin de la Antigüedad Tardía a la Alta Edad Media (650-900) en la Península Ibérica.

El consejero de Educación y Cultura, Genaro Alonso, ha presentado hoy, junto a la directora general de Patrimonio Cultural, Otilia Requejo, el programa del simposio, organizado por la asociación de Profesionales Independientes de la Arqueología de Asturias (APIAA).

Presentación del Congreso 1.300 aniversario del origen del Reino de Asturias. De izquierda a derecha, Fructuoso Díaz (Apiaa), Otilia Requejo, Genaro Alonso y el arqueólogo Alejandro García, ayer, durante la presentación del congreso. / EUROPA PRESS.

A la presentación también han asistido el presidente de la APIAA, Fructuoso Díaz, y el profesor de la Universidad de Oviedo Alejandro García.

Alonso ha señalado que se trata de un evento "fecundo y de profundo interés" para Asturias, ya que supone profundizar en su historia y en un periodo un "tanto oscuro" de su pasado.
Asimismo, ha destacado la asistencia de ponentes, historiadores y arqueólogos de primera línea que según ha avanzado, aportarán luces y datos sobre los orígenes del Reino de Asturias.
El consejero ha explicado que es una reunión científica que aspira a estudiar desde una perspectiva arqueológica las profundas transformaciones que tuvieron lugar en la península ibérica entre finales del siglo VII y el siglo IX, y ha subrayado que la arqueología del Reino de Asturias tendrá una sustancial presencia con especialistas del Principado que presentarán numerosas novedades.

Sala del Museo Arqueológico de Asturias.

Por su parte, Requejo ha destacado que se trata del primer congreso de esta naturaleza ya que se ofrece una visión del periodo de la monarquía asturiana desde una perspectiva nueva, como es la arqueológica.

Según Requejo, es una aportación "pionera" que permite actualizar la información que se tiene de ese periodo con una base material y ha asegurado que "las novedades están garantizadas".

El simposio estará compuesto por seis sesiones, divididas en siete ponencias marco y veinticinco comunicaciones, en las que medio centenar de arqueólogos expondrán sus trabajos sobre este periodo y está abierto a todas aquellas personas interesadas en conocer esta parte de la Historia.
El congreso está enmarcado dentro de los actos y efemérides de los tres centenarios asturianos que se celebran en 2018, el XIII Centenario del Reino de Asturias, el I Centenario de la Coronación de la Virgen de Covadonga y el I Centenario del Parque Nacional de Picos de Europa.


Fuente: elcomercio.es | 14 de junio de 2018

Arqueólogos israelíes descubren un amuleto de protección árabe con mil años de antigüedad

El amuleto de arcilla hallado por arqueólogos israelíes - EFE

Un grupo de arqueólogos israelíes ha hallado el objeto en un aparcamiento situado en la parte oriental ocupada de Jerusalén

Un grupo de arqueólogos israelíes ha hallado un amuleto de arcilla con una inscripción en árabe de hace unos mil años en un aparcamiento situado en la parte oriental ocupada de Jerusalén, tal y como ha informado hoy la Autoridad de Antigüedades.

«El tamaño del objeto, su forma y el texto indican que probablemente fue usado como un amuleto de bendición y protección», señaló uno de los directores de la excavación, Yuval Gadot, profesor de la Universidad de Tel Aviv.

La inscripción reza lo siguiente: «Karim confía en Alá. El Dios de los mundos es Alá».

Inscripción del amuleto - EFE

El amuleto fue descubierto en una habitación de reducidas dimensiones, sellado bajo el suelo de yeso.

Los restos de cerámica encontrados en el lugar, entre ellos una lámpara completa, han sido datados como pertenecientes al período del califato abasí, la dinastía de califas que gobernó el Imperio islámico desde 750 hasta la conquista mongola del Oriente Medio en 1258.

Los investigadores lamentaron el mal estado de preservación en el que se encuentra la estructura, lo que les dificulta determinar su propósito, y señalaron que varias instalaciones del recinto indican actividades culinarias.

Según los arqueólogos, el pequeño amuleto es un testimonio directo de la vida cotidiana en Jerusalén durante el período islámico temprano, aunque ignoran si el objeto estaba colocado a propósito bajo el pavimento del suelo durante la construcción o si lo llevaba consigo alguien y lo perdió.

«Como el amuleto no tiene un agujero para insertar un hilo o una cuerda, suponemos que era una pieza de joyería o que estaba colocado en algún lugar del hogar», señalaron Gadot y el codirector de la excavación Yiftaj Shalev, de la Autoridad de Antigüedades.

El profesor Nitzan Amitai Preiss, experto que tradujo la inscripción, señaló que se han encontrado leyendas similares de ese período en sellos hechos con piedras semipreciosas, pero que este tipo de objeto de arcilla, especialmente tan pequeño, es un descubrimiento arqueológico poco común.

Fuente: ABC

Una migración europea cruzó el estrecho hacia África durante el Neolítico

Rosa Fregel analizando muestras obtenidas en distintos yacimientos del norte de África correspondientes e tres épocas distintas del Neolítico.

Una importante migración europea cruzó el estrecho de Gibraltar hacia el sur a mediados del Neolítico y dejó su impronta genética en los habitantes del norte de África, según revela una investigación internacional con participación de científicos españoles.

La revista estadounidense "Proceedings of the National Academy of Sciencies" ha publicado los resultados de un trabajo de un grupo de científicos de Estados Unidos, España, Marruecos y México sobre el genoma de las poblaciones neolíticas del norte de África, a partir de un estudio comparativo hecho con ADN humano antiguo recuperado en yacimientos arqueológicos marroquíes.
El trabajo entra de lleno en un debate aún abierto en el mundo de la Prehistoria, el que intenta dilucidar cómo se propagó la llamada "revolución neolítica", el gran salto cultural que comenzó hace 15.000 años en Oriente Próximo cuando los grupos humanos que vivían cazar y recolectar descubrieron la agricultura.

El debate gira en torno a si esa revolución se expandió hacia Europa y el norte de África en forma de migraciones o si, por el contrario, lo que viajaron fueron solo las ideas, las nuevas técnicas agrícolas y ganaderas, que se propagaron por los diferentes grupos humanos asentados en cada territorio, precisa la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), en un comunicado.
Los estudios de ADN de las poblaciones antiguas de Marruecos realizados por los responsables de este trabajo aportan un nuevo elemento para ese debate.


El genoma de los pobladores de esa zona del norte de África en el Neolítico temprano, hace unos 7.000 años, ha resultado ser muy similar al de otros individuos que habitaron esa región del continente durante el Paleolítico, hace unos 17.000 años.
Sin embargo, los individuos que vivieron en esa zona durante el Neolítico tardío, hace unos 5.000 años, comparte la mitad de su carga genética con los humanos de la misma época asentados en el sur de España.

Todo ello, apuntan los autores, sugiere que "existió una migración europea, a través del estrecho de Gibraltar, entre el periodo Neolítico temprano y el tardío".
La ULPGC resalta que esta conclusiones tienen "grandes implicaciones en la Prehistoria del norte de África, ya que tradicionalmente se había asumido que la influencia europea en esta región se produjo a partir de las invasiones romanas y bárbaras", es decir, mucho más tarde, en periodo ya histórico.

"Sin embargo, los resultados obtenidos por esta investigación cambian completamente esta visión, retrayendo la llegada de las primeras poblaciones europeas al norte de África al Neolítico", apunta.
En este trabajo, participan varios investigadores españoles: Rosa Fregel, de la Universidad de Stanford (EEUU); Dimas Martín Socas, María Chamalich Massieu y Ayoze Trujillo Mederos, de la Universidad de La Laguna (Tenerife), Jonathan Santana Cabrera, de la Universidad de Durham (Reino Unido); Jacob Morales, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria; y Francisco J. Rodríguez Santos, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria. EFE

Fuente: lavanguardia.com | 12 de junio de 2018

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Nuevos estudios cierran el cerco genético al origen de los canarios

El origen de los antiguos canarios ha sido y sigue siendo un tema que suscita un gran interés. La relación de los primeros pobladores de las islas con poblaciones del norte de África se ha venido evidenciado a lo largo de los años desde distintas disciplinas, pero quizás la más contundente sea la genética. Cada vez son más los estudios que cierran ese cerco genético en torno al lugar de procedencia de los guanches y el último, asegura la investigadora del Departamento de Genética de la Universidad de Stanford (USA), recientemente incorporada a la ULL, Rosa Fregel (izquierda), sirve «para seguir indagando» porque «todas las migraciones que afectaron al norte de África son necesarias para interpretar lo que aparece en los aborígenes canarios».

Este último trabajo es el que ayer publicó la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciencies sobre el genoma de las poblaciones neolíticas del norte de África, a partir de un estudio comparativo con ADN humano recuperado en tres yacimientos arqueológicos marroquíes (uno de hace 15.000 años y dos de hace 7.000 y 5.000 años). Esta investigación ha sido llevada a cabo por un grupo de científicos de Estados Unidos, Marruecos, México y España, ente ellos Rosa Fregel y el arqueobotánico de la ULPGC, Jacob Morales (derecha), y otros investigadores de la ULL.

Según Rosa Fregel, el estudio revela que en las poblaciones bereberes de hace 5.000 años, en el Neolítico tardío, ya había mezcla europea, pero, además, la mitad de su carga genética está compartida con los humanos asentados en esa época en el sur de España.
De manera indirecta, explica Fregel, este trabajo viene a aportar datos empíricos sobre los primeros pobladores a las islas, que llegaron desde el norte de África hace alrededor de 2.000 años y cuya genética, comparada con la de las poblaciones del Neolítico tardío de esa zona, «tiene bastantes similitudes».

Sin embargo, «dado que la colonización de Canarias ocurrió 3.000 años después de la existencia de estas comunidades neolíticas tardías, está claro que otras migraciones pudieron haber llegado al norte de África», asegura la experta en genética y doctora en biología. El estudio de esas migraciones posteriores que afectaron al norte de África es lo que cerraría el círculo genético de los antiguos canarios y con ello el lugar exacto del que partieron.

El estudio cambia la visión de la prehistoria del norte de África, pues retrotrae la llegada de los primeros europeos al periodo Neolítico -y no, como se creía, a la era romana- y, además, a través del estrecho de Gibraltar.

Los datos aportados por Jacob Morales sobre agricultura en el norte de África fueron de gran valía para contextualizar los estudios genéticos, pues corroboran que en los primeros momentos del Neolítico la agricultura no llegó de otro lugar, sino que fue un proceso evolutivo de los pobladores del norte de África, mientras que más adelante sí está demostrado que llegaron poblaciones europeas y con ellas llegaron otros cultivos.

Ese cambio de visión también afecta indirectamente a las islas, dice Morales, experto en el estudio arqueológico de la agricultura y cuya investigación se han centrado en el origen de la agricultura en el norte de África. A su juicio, y a también al de Fregel, «la reconstrucción el pasado del norte de África servirá para reconstruir el de las islas».

Morales cree que los aborigenes son descendientes de esos pobladores norteafricanos del Neolítico tardío y, por tanto, no son solo africanos, sino también europeos antiguos. También trajeron la manera de cultivar y los cultivos.

Fuente: canarias7.es | 13 de junio de 2018

Las últimas poblaciones de Homo erectus

Cráneo 7 de Ngandong. Fuente: Smithsonian.

Cada día se conoce mejor lo que sucedió en África durante la segunda mitad del Pleistoceno Medio. Nuestra especie se gestó en este continente durante los últimos 350.000 años. Al mismo tiempo estaban desapareciendo sus ancestros, los últimos miembros de la especie Homo erectus de África (también conocida como Homo ergaster). En Europa y en buena parte del resto de Eurasia prosperaban los antecesores de los neandertales. Y en el resto de los territorios quedaban los relictos de las poblaciones ancestrales de Homo erectus y de los misteriosos denisovanos.

Durante la década de 1930 un equipo holandés exploró las terrazas del río Solo, en la isla de Java (Indonesia). Cerca de la localidad de Ngandong y en una de las terrazas más altas del río este equipo localizó una gran concentración de fósiles de diferentes especies animales, incluidos once cráneos de homininos. Nunca había escrito sobre estos fósiles en el blog. La particularidad de estos cráneos humanos es que ninguno de ellos tenía su base intacta. Tampoco aparecieron las mandíbulas. Se especuló con la idea de que la base del cráneo había sido eliminada para extraer el cerebro ¿Un caso de canibalismo? Es posible, pero ese enigma aún no se ha resuelto. Si bien todo apunta sencillamente a un proceso natural por transporte de los restos. Los cráneos se desplazaron durante un largo trecho antes de quedar enterrados y llegaron rotos al lugar donde comenzó su proceso de fosilización.

La morfología de estos cráneos recordaba a la de la especie Homo erectus de otros yacimientos de la isla de Java. Pero en aquellos años aún no se había decidido unificar todos los restos de esa región del planeta en esa especie. Es por ello que poco después de su hallazgo recibieron un nombre propio. En 1932, el geólogo holandés W.F.F. Oppenoorth propuso el nombre de Homo soloensis, que tendría vigencia hasta la década de 1950.

La datación de estos cráneos ha sido siempre un problema. Si nos fijamos en sus caracteres es evidente que pocos dudarían en incluirlos en Homo erectus, a pesar de que el volumen del interior del cráneo supera con holgura los 1.000 centímetros cúbicos y llega hasta los 1.200 en la mayoría de los ejemplares. En consecuencia, el cráneo es más alto y redondeado que en los erectus clásicos de cráneo pequeño y aplanado de otros homininos de Java y de China. La fauna parece reciente; pero no podemos olvidar que los cráneos de Ngandong se encontraron en una terraza, donde pudieron acumularse restos de diferentes épocas, arrastrados por el agua antes de su definitiva deposición. No se puede comparar con lo que sucede en las cuevas, donde resulta mucho más sencillo obtener un contexto claro.

Para que nos hagamos una buena idea de las incertidumbres sobre la cronología de estos fósiles, se han barajado cifras entre 600.000 y 25.000 años para la antigüedad de los restos fósiles de Ngandong. Esta incertidumbre nace de la mezcla de los fósiles con sedimentos de procedencia diversa, arrastrados por las aguas del río Solo. Esa horquilla de tiempo es inadmisible.

No obstante, y considerando los números de muchas de las dataciones que se han llevado a cabo en el yacimiento, todo apunta a que estos humanos pudieron haber vivido hace entre 100.000 y 40.000 años. Si esto es así, los miembros de la población de Homo erectus de Ngandong estarían entre los últimos supervivientes de esta especie, en un pequeño reducto del planeta. Además, habrían conocido a otros humanos, que estaban llegando poco a poco desde un lejano viaje desde África.

Sospecho que no nos mezclamos con ellos; y si lo hicimos probablemente no tuvimos descendencia fértil. Por supuesto, es tan solo una opinión, basada en el hecho de que compartimos un ancestro común con Homo erectus, que pudo vivir hace unos dos millones de años: demasiado tiempo. Es posible que las poblaciones de Homo erectus estuvieran en declive demográfico y genético. Solo así es posible explicar el incontenible avance de nuestra especie por el sur de Eurasia, sin la oposición de los grupos humanos establecidos en el territorio. Hacia el norte de Asia teníamos dos enemigos: los demás homininos con los que habríamos de competir y, sobre todo, el clima. Tardaríamos muchos años en conseguir las herramientas biológicas y culturales para hacer frente al reto de conquistar el norte.

Fuente:quo.es| 14 de junio de 2018

Se mide por primera vez el gasto energético durante la talla de bifaces

Jesús Rodríguez, del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), en colaboración con el investigador de la Universidad Isabel I, Marcos Terradillos, acaban de publicar un trabajo pionero en la revista Journal of Archaeological Method and Theory en el que se mide por primera vez de forma experimental el gasto energético en la fabricación de herramientas de piedra.
Se trata de un artículo, titulado Energy Cost of Stone Knapping", en el que se han analizado las relaciones entre la anatomía de los brazos y la energía gastada durante el proceso de percusión y golpeo, con la colaboración de nueve talladores expertos, que han confeccionado un útil tan emblemático del Pleistoceno como el bifaz, y lo han replicado tres veces con dos técnicas de percusión directa: una con percutor de cuarcita y otra con asta de ciervo.

Como explica Ana Mateos, a pesar de que los análisis muestran que se trata de una actividad física de baja intensidad, metabólicamente hablando, el trabajo y el esfuerzo del tren superior (brazos y tórax) son un factor clave en la fisiología humana. “Hemos comprobado que los individuos con antebrazos más cortos gastan menos energía al tallar, y eso se explica por una mayor eficacia de la palanca del brazo en el momento del golpe", señala.

Como referencia arqueológica se han utilizado los bifaces encontrados en el yacimiento de Galería, en la Sierra de Atapuerca, datados entre 250.000 y 500.000 años, así como la misma materia prima y, aproximadamente, el mismo número de impactos estimados en su confección. Gracias a esta novedosa aproximación a la energética de las poblaciones humanas del Pleistoceno, se ha podido recrear una actividad fundamental para su supervivencia como era la fabricación de herramientas líticas.

“Las diferencias en la eficiencia energética entre talladores, aunque pequeñas, podrían afectar a las probabilidades de supervivencia de un individuo, en un contexto paleolítico", afirma Jesús Rodríguez.

Agradecimiento
Este trabajo solo ha sido posible gracias a la inestimable colaboración de los expertos talladores que realizaron las 27 réplicas experimentales de bifaz: Raul López, David Canales, Iván de Pedro, Rodrigo Alcalde, Felipe Cuartero, Andreu Ollé, Josep Mª Vergès y Juan Ignacio Morales.

Fuente: cenieh.es | 14 de junio de 2018

Un grupo científico reconstruye las rutas del antiguo Imperio Romano

Mapa de rutas comerciales del antiguo Imperio Romano (Cortesía de la UB)

La ayuda de matemáticos, informáticos y físicos ha permitido a los historiadores reconstruir las rutas comerciales del antiguo Imperio Romano, una investigación que ha encabezado la Universidad de Barcelona. La investigación se ha llevado a cabo en el marco del proyecto europeo que lidera el catedrático de la UB José Remesal.

Un proyecto que ha permitido constatar que el comercio a escala continental, entre las diferentes provincias romanas, tenía "flujos importantes" y que "el Atlántico era la ruta principal para transportar aceite, las conservas de pescado y el vino producidos en la península Ibérica (provincias Bética y Tarraconense) hasta el norte de Europa".


José Remesal


Nueva teoría
Esta propuesta de Remesal, publicada en la revista Journal of Archaeological Science, se contrapone a las teorías que hasta ahora priorizaban la importancia del valle del Ródano como vía comercial. Remesal ha explicado que "el viaje por el Ródano tardaba unos 200 días en llegar a Germania, mientras que la vía atlántica desde la Bética hasta la desembocadura del Rin tardaba unos 22 días, y luego se tardaban otros 22 días en transporte fluvial hasta Maguncia".
Según el arqueólogo, "la vía marítima hasta la boca del Rin permitía más viajes al ser más rápida que la del Ródano, que necesitaba de un cambio constante de barcos, más pequeños al llegar al Mosela y que necesitaba además de un tramo de transporte terrestre".

A esta conclusión se ha llegado tras analizar los sellos de las ánforas: "Hay similitudes en las marcas entre las provincias del valle del Rin (Recia, Germania Superior y Germania Inferior) con las zonas de Britania y Bélgica, y en cambio no existe esa similitud con las provincias de la Galia".

Sello de un ánfora.


Restos de ánfora como indicador para el estudio
El transporte atlántico, precisa Remesal, tendría lugar entre abril y principios de noviembre cuando se producían las condiciones climatológicas de "mare apertum", ayudado desde tierra por un sistema de faros como el de La Coruña, que "no era un faro para los pescadores de la zona" y que concluiría en la ínsula de los Batavos en la que "se sabe que había un muelle y un canal, había soldados romanos y también comerciantes, y que hoy permanece bajo tierra en algún lugar de Holanda".

Para llevar a cabo la investigación se ha utilizado la base de datos del Centro para el Estudio de la Interdependencia Provincial en la Antigüedad Clásica (CEIPAC) de la UB, que reúne 43.000 registros arqueológicos de restos de ánforas de toda Europa, en su mayoría de aceite de Hispania, pero también sobre vino de la Layetana, producción de aceite de la zona de Brindisi, y de vino de la Galia.

Estos recipientes se pueden considerar "el mejor indicador para estudiar el comercio de alimentos en la antigua Roma, pues estaban presentes en todo el imperio y llevaban grabados unos sellos o marcas con información precisa sobre el lugar de procedencia, el peso y los fabricantes". La investigación ahora publicada analiza esta inmensa base de datos de epigrafía anfórica con métodos propios de la física y la informática para contrastar las diferentes teorías sobre el comercio en la antigüedad.

Inscripción en un ánfora.

La procedencia de las ánforas
Junto al CEIPAC, participan el grupo de investigación de la UB PhysComp, coordinado por Albert Díaz Guillera, que se dedica al estudio de redes complejas desde la perspectiva de la física estadística; el Barcelona Supercomputing Centre (Xavier Rubio e Iza Romanowska) y la consultora SIRIS Academic, especializada en modelos semánticos y gestión del conocimiento (Bernardo Rondelli).

Estos análisis estadísticos han constatado que "las provincias próximas geográficamente tienen coincidencias con ánforas con los mismos sellos de procedencia, seguramente por que compartían las mismas redes comerciales". Igualmente, se observa que las provincias con importantes destacamentos militares también presentan similitudes entre ellas, lo que indica que "unidades del ejército separadas por miles de kilómetros se abastecían con el mismo sistema de proveedores".



Remesal asegura que esta colaboración interdisciplinar, que hasta ahora sólo se había utilizado para analizar las sociedades prehistóricas, "abre nuevas posibilidades para conocer mejor la Roma clásica". Bernardo Rondelli ha subrayado que los investigadores del EPNet han ido más lejos con la creación del Roman Open Data, un conjunto de base de datos de modelo ontológico, propio de los últimos avances en informática, que podrá albergar hasta una cuarentena de bases de datos sobre historia antigua.

En la actualidad, ha precisado Rondelli, ya "hay un millón de datos con las bases del CEIPAC, de la Universidad de Heidelberg sobre personajes históricos, y de la Universidad de Southampton sobre formas de ánforas". El vino de la Layetana se distribuyó a lo largo del Ródano y el Garona, por la Galia, y, sobre todo, en Roma en dos tipos de ánforas, una que imitaba la itálica, que a su vez era copia de la ánfora cretense, y otra ánfora propia, creada cuando el vino local adquirió prestigio.

Fuente: lavanguardia.com | 12 de junio de 2018